Experiencias de Economía Social y Solidaria en la Argentina1 Ana Luz Abramovich y Gonzalo Vázquez En este artículo intentamos reseñar brevemente las ideas centrales de la propuesta de Economía Social y Solidaria (ESyS), y describir algunas de las experiencias desarrolladas en nuestro país que pueden conformar espacios de esta economía alternativa. Incluimos dos experiencias (Empresas Recuperadas y Trueque) que son usualmente citadas dentro del campo de la ESyS, y una tercera (el FRENAPO) a la que no se suele enmarcar en este campo. Se vuelve necesario aclarar que la propuesta de ESyS no está solamente construida desde la teoría, sino que aparece expresada en documentos de distinto tipo, tanto académicos como de organizaciones sociales y de organismos del estado. En este sentido, partiendo de los múltiples aportes, tanto teóricos como desde la práctica, tomamos aquellas ideas que compartimos y que creemos permiten ilustrar esta propuesta. La Economía Social y Solidaria como propuesta de economía alternativa La Economía Social y Solidaria es hoy en Argentina (y en el mundo) una propuesta. Una propuesta política, que tiene dimensiones teóricas y prácticas en desarrollo. Y que no es actualmente verificable en la realidad, visible, delimitable. Propuesta que, como tal, involucra experiencias que se han puesto en marcha (antes y después de la aparición expresa de la propuesta) y que alimentaron y alimentan los fundamentos de la misma. Son, entonces, múltiples experiencias y autores los que hoy constituyen el campo de la ESyS. Si bien la noción de Economía Social2 tiene más de un siglo, esta nueva expresión “Economía Social y Solidaria”, alude a un resurgimiento y transformación de esas viejas ideas. Podemos ubicar este resurgimiento progresivo en los últimos 30 años, claramente asociado a la consolidación de situaciones de exclusión social, entendida como la imposibilidad de gran parte de la población de nuestros países de reproducir su vida de acuerdo con parámetros socialmente “dignos”, y en muchos casos, hasta en términos biológicos. La cada vez más profunda tendencia a la exclusión de los trabajadores del empleo o a su inclusión bajo formas precarias y desprotegidas, ha cristalizado en esta situación de exclusión social; y no hay tendencias que indiquen que esta situación se vaya a revertir, sino todo lo contrario. En este marco, la propuesta de ESyS sostiene que no sólo es inmediatamente necesaria, sino también posible una transformación social que contribuya a acabar con esta situación de injusticia social. 1 Artículo a publicarse en el libro “Transformaciones en la economía argentina: pasado reciente y perspectivas” con la coordinación de Karina Forcinito y Victoria Basualdo, Instituto del Desarrollo Humano - UNGS, 2006. 2 En términos de Coraggio, puede hablarse de economía social “en tanto produce sociedad y no sólo utilidades económicas, porque genera valores de uso para satisfacer necesidades de los mismos productores o de sus comunidades -generalmente de base territorial, étnica, social o cultural- y no está orientada por la ganancia y la acumulación de capital sin límites. Además, porque vuelve a unir producción y reproducción, al producir para satisfacer de manera más directa y mejor las necesidades acordadas como legítimas por la misma sociedad” (Coraggio, 2002b). Mas allá de que consideramos que el término “economía social” puede ser redundante, lo adoptamos por la necesidad de abarcar un campo que ha sido denominado con ese nombre y que enfatiza en que las relaciones económicas son una construcción social. 1 Es importante aclarar lo que no es la ESyS, desde nuestro punto de vista. No es una propuesta de creación y promoción de emprendimientos productivos. No son simplemente las cooperativas y las mutuales. Tampoco es una propuesta enfocada únicamente hacia los pobres, sino una propuesta para todos los ciudadanos que además intenta asegurar la inclusión de los pobres y los excluidos. La ESyS es una propuesta de construcción de una economía alternativa. ¿Qué sería una economía alternativa? Se puede considerar otra economía a una reorganización de las relaciones sociales en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, que implique priorizar la reproducción de la vida de todos por sobre cualquier otra racionalidad. (Coraggio, 2002b) ¿Alternativa a qué?3 A lo que rechazamos de la economía capitalista, a saber: - La desigualdad estructural de recursos y de poder que produce y reproduce para su continuidad, que no se agota en la subordinación de la clase trabajadora a la capitalista, sino también es desigualdad entre géneros, entre etnias, entre países, etc. - Unas relaciones sociales empobrecidas, estructuradas por la competencia en la que la búsqueda del interés individual prima por sobre otras posibles motivaciones. Estas relaciones competitivas no se dan sólo en el mercado, sino que van colonizando cada vez más todos los ámbitos de la vida.4 - La insustentabilidad de la producción y el consumo a nivel global, ya que destruyen el medio ambiente y las posibilidades de reproducción del propio género humano. Una economía alternativa que rechace también la tendencia a aceptar estas cuestiones como naturales de la vida humana, y que permita verlas como construcciones sociales susceptibles de ser modificadas5. En este sentido, las prácticas y el pensamiento de una propuesta de economía alternativa buscan ampliar el espectro de lo posible a través de la experimentación y reflexión sobre formas de organización económica que: - partiendo del reconocimiento de la diversidad y dignidad de las personas y los pueblos promuevan relaciones más igualitarias; - impulsen el asociativismo6 y relaciones sociales (interpersonales y colectivas) más solidarias; - prioricen el respeto del medio ambiente y de las posibilidades de reproducción de la vida de todos. En síntesis, la experimentación de prácticas y formas de sociabilidad no-capitalistas, “que apuntan a una transformación gradual de la producción y de la sociabilidad hacia formas más igualitarias, solidarias y sustentables” (Santos y Rodríguez, 2002). 3 En los próximos párrafos nos basamos en el interesante planteo que hacen Boaventura de Souza Santos y César Rodríguez en la Introducción al libro “Produzir para viver” (2002). 4 Según Gerald Cohen, la sociabilidad capitalista se apoya sobre los principios de la codicia y el miedo: “Desde la codicia, las personas son vistas como fuente de enriquecimiento (me sirvo de ellos) y, desde el miedo, vistas como amenazas” (citado en Danani, 2004) 5 Dice Boaventura de Souza Santos: “En mi opinión, la separación entre lo económico y lo político posibilitó tanto la naturalización de la explotación capitalista como la neutralización del potencial revolucionario de la política liberal, dos procesos que convergieron para consolidar el modelo capitalista de las relaciones sociales” (Santos, 1991). 6 Según Paulo Peixoto de Alburquerque el asociativismo se puede ver como un tipo de cooperación calificada, a partir de un acuerdo ético basado en la reciprocidad, la confianza, la pluralidad y el respeto por el otro (Peixoto 2004). 2 Queda claro que una economía alternativa implica una sociedad alternativa. Las propuestas de ESyS hacen foco en algunos ámbitos generalmente comprendidos como “económicos”, pero no desconocen que éstos son parte del conjunto de las relaciones sociales en general, y que para producir modificaciones en ellos son necesarias modificaciones en todos los aspectos de la vida social. Insistimos en que no se trata de una propuesta destinada exclusivamente a los pobres, sino a los trabajadores en general. Sobre este punto, nos parece pertinente la aclaración de que “existe otra forma de pensar la economía social, que tiene que ver con pensarla no ya restringida a algo que podría denominarse economía de la pobreza, que en un sentido es en gran medida lo que sigue siendo hasta ahora, sino pensarla como la posibilidad de plasmar en nuestro funcionamiento económico nuevas formas de producción y distribución de excedentes.” (Lozano, 2004). Estas prácticas alternativas, aunque no alcanzan a reemplazar al capitalismo, suelen generar dos efectos de alto contenido emancipador: a) individualmente, frecuentes y significativas mejoras en las condiciones de vida de las personas involucradas; b) socialmente, su difusión amplía los campos sociales en los que operan valores y formas de organización no capitalista. La emancipación refiere a “las posibilidades de las clases subalternas y los grupos sociales más pobres, de construir de forma autónoma sus diversas formas de asociación y representación de intereses y, más importante que eso, de penetrar en el campo de la lucha política y ejercer ahí su derecho de defender las propias reivindicaciones y buscar materializar sus demandas” (Navarro, 2002). Estos espacios de ESyS contribuyen a una mayor democratización “en cuanto amplían socialmente el acceso al capital, en cuanto permiten a muchos participar en la gestión de empresas, y en cuanto generan ocupaciones estables no dependientes del capital” (Razeto, 2002). Se trata de una ampliación de la democracia al campo de lo económico, teniendo en cuenta que las relaciones sociales de producción han quedado al margen del progreso que significó la adopción del ideal democrático en el campo de las relaciones políticas. (Santos, 1991) La creación de espacios de ESyS, orientados hacia la reproducción ampliada de la vida del conjunto de la sociedad y no a la acumulación de capital, plantea básicamente la centralidad del trabajo en la economía (Coraggio, 2002b). Esto es, el trabajador, sus capacidades y sus necesidades como razón de ser del proceso económico, y la reproducción de su vida como fin y no como medio. Las experiencias de ESyS en Argentina En primer lugar presentamos un listado amplio de potenciales “componentes” de la ESyS, tomando experiencias generalmente incluidas en la propuesta o que se han autodenominado como de economía social y/o solidaria. En cualquier nivel de profundidad en que se analice, no es el tipo de actividad lo que define que una experiencia pueda enmarcarse dentro de la ESyS, sino la forma de llevar adelante esa actividad, las formas organizativas y de sociabilidad que se ponen en práctica en el funcionamiento real (y no sólo en el discurso). Existen prácticas de Trueque en las que se actúa de acuerdo a estas formas propuestas por la ESyS y otras en las que no; lo mismo ocurre con las prácticas sindicales, con el trabajo en las cooperativas, y así en cada caso. Experiencias con potencialidad: - emprendimientos comunitarios 3 - empresas recuperadas por los trabajadores - microemprendimientos familiares - mutuales y cooperativas - espacios de intercambio con “moneda social” (Trueque, en Argentina) - ferias populares - redes de comercio justo o solidario - espacios de compra conjunta - microcrédito y banca social - instituciones de capacitación y apoyo a todas las anteriores (incubadoras de emprendimientos) - movimientos piqueteros y sus actividades productivas - espacios culturales territoriales - sindicatos de trabajadores (ocupados o desocupados) A continuación profundizamos en algunas experiencias recientes en nuestro país que permiten ilustrar algunas de las prácticas y formas de sociabilidad que supone la propuesta. Hacemos hincapié en rescatar esos aspectos de las experiencias, de manera que no detallamos las dificultades, conflictos y enfrentamientos que se han verificado a lo largo de su historia. El lector interesado en conocer estos detalles puede recurrir a la bibliografía listada al final de este artículo. Las empresas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores7 Se puede definir a las empresas recuperadas como “aquellas empresas que abandonadas por las patronales, o en proceso de vaciamiento, quiebra o cierre, han sido ocupadas por los trabajadores y puestas a producir por los mismos.” (Martínez y otros, 2002) Si bien el fenómeno de recuperación de empresas no es nuevo, ya que en el caso argentino existen antecedentes de formación de cooperativas a partir de fábricas en estado terminal que se remontan a cuatro década atrás (Sancha, 2002), este adquiere una importancia creciente a partir de 1995, y se refuerza a partir del 2001. Tal es así que el 65 % de las empresas recuperadas registradas lo fueron entre el 2001 y el 2003. La cantidad de empresas recuperadas del país estaría entre 127 y 180, según distintas fuentes de datos. Tampoco hay datos ciertos de la cantidad de trabajadores empleados en ellas, pero se estiman entre 10 y 12 mil. La mayoría de las empresas recuperadas son manufactureras, existiendo algunas comerciales, de transporte y de servicios. En el año 2001 se crea el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), que es una organización que se declara transversal, representativa y democrática. Nuclea a más del 60 % de las empresas recuperadas. El MNER intenta apoyar los esfuerzos de poner en actividad fábricas y empresas que entran en crisis, cuando esto es solicitado por sus trabajadores, para lo que han conformado un equipo técnico. Organiza o actúa como correa de transmisión para el apoyo en la organización, 7 Este apartado se basa centralmente en el trabajo de Alberto Federico-Sabaté, “El surgimiento de formas asociativas en el derrumbe ¿es posible otra economía?”, GADIS, en prensa. 4 gestión, capacitación y puesta en actividad de entidades ocupadas, para lo cual también suscribe convenios y acuerdos con centros de investigación de la universidad, con organizaciones profesionales, la Federación de Trabajadores de la Industria y Afines (FETIACTA), la Asamblea de Pequeñas y Medianas Empresas (APyME), el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, entre otros. Sin embargo, el movimiento de las empresas recuperadas no es uno sólo. En el año 2003 apareció otro movimiento denominado Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas por los Trabajadores (MNFRT), con un menor número de organizaciones y representatividad. Las diferencias entre estos movimientos tienen que ver principalmente con divergencias entre sus dirigentes. El MNER y el MNFRT impulsan desde su arranque la organización de formas asociativas basadas en cooperativas de trabajo en tanto que discuten con los que postulan la “estatización bajo control obrero” como nueva figura. La cooperativa como figura estimula directamente la aparición de la solidaridad e igualdad en las relaciones interpersonales. A la vez, posibilita la participación en la gestión y fomenta la creatividad y el desarrollo personal de los trabajadores. La experiencia de las empresas recuperadas genera un espacio en el que se amplía el acceso al capital, poniendo en el centro al trabajo y los trabajadores. Si bien es claro que se está inicialmente frente a una salida defensiva por parte de los trabajadores, dado que no están apropiándose ofensivamente de grandes fábricas o firmas en un estado normal de producción y crecimiento; el dar respuesta al problema social de la desocupación por esta vía, es una solución que involucra una redefinición de las relaciones entre capital y trabajo y pone en discusión la vigencia irrestricta del derecho de propiedad, por lo que avanza mas allá de las dimensiones culturales, afectando el sistema institucionalizado de vínculos socioeconómicos. (Federico-Sabaté) “El debate generado a partir de los conflictos destrabados por los trabajadores, plantea un enfrentamiento entre los conceptos de legalidad y legitimidad. La ocupación de las empresas plantea un desafío al derecho de propiedad, pero a su vez, reclama en el marco de la legitimidad del acceso al trabajo” (Fajn y otros, 2003) Entonces, desde el punto de vista de la emancipación, la existencia y consolidación de estas empresas no sólo permite mejoras inmediatas (aunque con crecimiento gradual) en las condiciones de vida de los trabajadores, también incide sobre el sistema institucionalizado de relaciones laborales y proporciona a los trabajadores una nueva herramienta de presión y negociación. Por otra parte, el involucramiento de ambos movimientos en redes políticas y culturales más amplias, nos habla también de su potencial emancipador, en el sentido de la ampliación de los campos sociales en que se actúa de acuerdo a estas prácticas y valores; así como de posibilidad de penetrar en el campo de la lucha política. La construcción de mercados y monedas sociales en la experiencia del Trueque8 La experiencia denominada “Trueque” consiste en la creación de mercados sociales que funcionan con una moneda social. Cuando amplios sectores de la población quedan excluidos del consumo en los mercados convencionales por no tener ingresos monetarios, aunque sí tienen recursos productivos (capacidad de trabajo y/o medios de producción) con los que pueden producir bienes o servicios capaces de satisfacer necesidades pero que no son 8 Este apartado se basa centralmente en Abramovich, A. L. y Vázquez, G., “La experiencia del Trueque en Argentina: otro mercado es posible”, ponencia presentada en el Seminario de Economía Social, organizado por el Instituto de Estudios y Formación de la CTA, 4 de julio de 2003. 5 competitivos en los mercados; el resurgimiento de formas de intercambio que no utilicen dinero de curso legal para realizar las transacciones resulta absolutamente razonable. Como también lo es que, de operaciones individuales y ocasionales de intercambio, se extienda a redes de personas o comunidades que se organizan para, sistemáticamente, intercambiar bienes y servicios para atender sus necesidades recíprocas. A quienes participan en el Trueque y tienen la doble función de: a) producir y ofrecer ciertos bienes y servicios, y b) demandar otros bienes y servicios dentro de la misma comunidad de intercambio, se los denomina “prosumidores”9. Se trata de unificar a las personas en su rol de consumidores y productores, y no disociarlos como ocurre en los mercados convencionales. Un elemento fundamental del dinamismo del Trueque reside en esta vinculación entre producción y consumo, al potenciar las motivaciones de las personas en relación a la producción (reactivar capacidades personales no reconocidas socialmente) y al consumo (satisfacer necesidades materiales relegadas por la falta de ingreso). La “Moneda Social” es creada, distribuida y administrada por sus usuarios, que la usan para intercambios dentro de un determinado círculo, en un lugar y horario acordados. Como convención social, la moneda cumple su función en tanto los miembros de la red lo acepten como representante de valor de cambio y base de los contratos. En una primera etapa los clubes de Trueque surgieron con una doble intención: por un lado reconocer capacidades de trabajo e intercambio de productos por parte de sectores medios excluidos del mercado laboral, pero a la vez se buscó construir un movimiento alternativo a partir de prácticas apoyadas en la adhesión a ciertos valores. Para la mayoría de los primeros participantes, la intención explícita de fundamentar las acciones en la solidaridad, en el mutuo reconocimiento interpersonal, en la autogestión responsable y participativa, etc. era lo primordial de la nueva experiencia.10 Con la expansión del sistema, comienza a participar una enorme cantidad de personas de sectores populares con necesidades urgentes sin atender, que encuentran en el Trueque una manera eficaz de resolver parcialmente algunas de ellas. El objetivo excluyente de esta gran masa de participantes (muchos de ellos luego promotores y coordinadores de nuevos nodos) es la satisfacción de necesidades acuciantes largamente relegadas por la insuficiencia de ingresos.11 En la práctica, el Trueque resultó, para millones de argentinos excluidos, sin trabajo y con necesidades elementales sin atender, una experiencia de integración social, económica y cultural, que para muchos duró sólo unos meses, pero para otros sigue vigente. 9 “¿Por qué se llama prosumidores a los socios de la red? Porque todos son pro-ductores y consumidores. No se puede solo producir y no consumir, porque se acumularían “papeles” que no valen nada en otros espacios de intercambio. Tampoco se puede sólo consumir y no producir porque la persona no tendría cómo obtener esos productos o servicios que solo se “trocan” con moneda social y no pueden ser obtenidos con dinero.” (Primavera, H. y del Valle, C., 2001), “Cómo comenzar una red de Trueque Solidario”, RedLASES. 10 “Un mercado es una red de intercambio material. Sin embargo, es también una red de intercambios simbólicos. (...) En el caso de las redes de trueque, se pretende que la motivación por el contenido simbólico sea mucho más fuerte que por el material. (...) Estas comunidades se forman con miembros de las clases medias que se ven amenazados por la exclusión y tienen ideologías y un alto capital cultural que pueden poder al servicio de un proyecto de esta naturaleza”. (Coraggio, 1998). 11 “Dado el pragmatismo predominante es probable que el sentido económico individual de participar en la red de Trueque no sea constituir o reproducir una comunidad, sino resolver las propias necesidades mediante el intercambio de trabajos particulares. Por supuesto que otros significados o relaciones morales pueden ser sobreimpuestos como condición para participar, y en algunos casos ser lo que motiva la participación, pero conviene distinguir ambos aspectos”. (Coraggio, 1998). 6 Síntesis de la evolución de la magnitud del Trueque 12 Año Cantidad de nodos Número de personas involucradas Número de socios promedio por nodo 1995 1 20 (mayo) Entre 10 y 20 1996 17 400 Entre 10 y 30 1997 40 2.500 Entre 10 y 100 1998 83 5.500 Entre 20 y 300 1999 200 20.000 Entre 40 y 400 2000 400 85.000 Entre 50 y 1.500 2001 1.800 800.000 Entre 150 y 4.000 2002 5.000 2.500.000 Entre 150 y 20.000 Fuente: Gilardi, R. (2003), “Redes de Trueque” en Documentos de Apoyo del Seminario-Taller La economía social en Argentina. Nuevas experiencias y estrategias de institucionalización. Las distintas etapas del Trueque pueden diferenciarse a partir de dos parámetros: a) la cantidad de nodos existentes y de personas intercambiando en ellos y b) los modelos de organización de los intercambios vigentes en cada momento. a) Tomando el primer parámetro, puede dividirse al desarrollo del Trueque en tres etapas: 1. Entre 1995 y 2000. Tuvo un crecimiento sostenido incorporándose crecientemente nodos y personas a las redes 2. A partir del año 2001, y sobretodo al final de ese año y principios del 2002, se da una explosión tanto de la cantidad de nodos como de la cantidad de participantes. Esto se explica principalmente por la falta de liquidez que se dio en la economía debido a ciertas medidas adoptadas por el gobierno como el “déficit cero” y aún más con el “corralito”. 3. Debido a ciertos problemas internos del Trueque que generan desilusión y desconfianza por parte de la gente y, en menor medida, como efecto de la disponibilidad de dinero “de curso legal” que se verificó a partir de la puesta en funcionamiento del Plan Jefes y Jefas, a partir de mediados del 2002 comienza a decrecer rápidamente la cantidad de gente que concurre a los mercados del trueque, generando el cierre de gran cantidad de nodos. La experiencia masiva del Trueque queda reducida a su mínima expresión, sobre todo en el Gran Buenos Aires. b) Si miramos el desarrollo del trueque a partir de los modelos que guiaron su organización y forma de intercambio, también podemos distinguir 3 momentos: 1. Un primer momento donde se realizaba el intercambio sin utilizar moneda. Las “compras y ventas” se anotaban en un cuadernito o planilla. Un poco después, la aparición de emisión de moneda social (“créditos”) por nodo. 2. El primer acuerdo respecto de la forma de regular y controlar la emisión y distribución de créditos: el sistema Solidario con control y participación de todos los socios 12 Si bien esta información cuantitativa no es absolutamente coincidente con otros datos existentes, es la única información sistematizada y calculada toda de la misma forma para el total del país. Algunas fuentes llegaron a hablar de 5 millones (y hasta 6) de personas relacionadas con el Trueque en el año 2002. Esto incluye no sólo a las personas que participaron de los intercambios, sino también a sus familias, que estarían “relacionadas mas indirectamente” con el Trueque. 7 3. La aparición de otro sistema de emisión y distribución, el de Franquicia Social; que convivirá con el sistema Solidario. Como ya fue dicho, la participación en el trueque permitió y permite significativas mejoras en las condiciones de vida de las personas involucradas, en función de la promoción del desarrollo personal y creativo y de la ampliación de capacidad de satisfacción de necesidades. También promueve la solidaridad y el asociativismo y la permanente ampliación de los campos sociales en que se desarrollan estas formas de sociabilidad. Lo verdaderamente innovador creemos que fue el redescubrimiento de que la Moneda y los Mercados son construcciones sociales. Y que, si en este sistema se delegó en el Estado la responsabilidad de construir y preservar estas herramientas, en la medida de que una parte importante de la población no se encuentre incluida en ellas, es posible organizarse y construir nuevos mercados y monedas que sí los incluyan. La experiencia del Trueque muestra que la creación de mercados y monedas que permitan poner en funcionamiento las capacidades de trabajo y generar nuevos lazos sociales, es una construcción posible. Y que puede ser impulsada y organizada por nosotros mismos, como construcción social. La experiencia del Frente Nacional contra la Pobreza y la propuesta del shock redistributivo En el año 2001 tuvo lugar en Argentina una experiencia inédita, a la que consideramos de ESyS porque integró organización popular, democracia participativa, reivindicación de la igualdad y de una reorganización de la economía en función del derecho a la vida digna para todos. Esta experiencia se gestó alrededor de la idea de resolver los problemas de la indigencia, la pobreza y la reactivación de la economía de los sectores populares a partir de políticas estatales de reconocimiento universal de derechos básicos y de redistribución progresiva de ingresos. Se trató de la conformación del Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO), impulsado principalmente por la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA)13 pero integrando a centenares de organizaciones sociales y políticas de todo el país bajo el lema “Ningún hogar pobre en la Argentina”. Este movimiento tuvo sus momentos más significativos en la Marcha Federal del FRENAPO que se realizó en septiembre de 2001 con el objetivo de difundir y promover la participación de la ciudadanía en la Consulta Popular que se desarrolló en todo el país entre los días 14 y 16 de diciembre de 2001, y en la que finalmente participaron con su voto más de tres millones de argentinos, avalando la propuesta del “shock redistributivo”. “Esta estrategia, que hemos denominado “la protesta-propuesta", ha sido instituida por la CTA y es importante señalarla porque se trata de acciones que, así como portan un reclamo, también proponen una vía de resolución sobre aquello mismo que se está pidiendo. La marcha y la consulta popular posterior, realizada a fines de 2001, establecieron un punto de inflexión en la construcción de la Central: en un marco de crisis económica, social y política como la vivida ese año, esta organización convocó y coordinó una acción colectiva cuyo contenido fue más 13 En 1992 un grupo de sindicatos liderados por CETERA (docentes estatales) y ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), afectados por las reformas en curso y disconformes con la reacción de la central sindical, decidieron escindirse de la CGT y crear la CTA. “La CTA se planteó desde su origen la conformación de una central sindical alternativa, en la que tuvieran espacio de representación distintos sectores que, en la CGT, no tenían lugar; el caso más ilustrativo es el de los desocupados, quienes quedaron sin posibilidad alguna de representación sindical y prácticamente sin ningún tipo de protección legal. La meta principal de la CTA, al fin, ha sido la composición de un nuevo movimiento para disputar el poder político en la Argentina” (Armelino, 2004). 8 bien propio de una estrategia ofensiva que buscó instalar en la agenda pública no sólo un problema –la pobreza en la Argentina– sino sobre todo una solución posible de ser puesta en marcha. (Armelino, 2004) La propuesta impulsada por el FRENAPO, votada en la consulta popular de diciembre de 2001, articulaba tres instrumentos: 14 - un seguro de empleo y formación para todo jefe de hogar desocupado, cuyo valor debería fijarse en relación al nivel de ingresos que establece la línea de pobreza para una familia tipo; - una asignación universal para todos los menores de 18 años, que reemplazaría a la actual asignación familiar que se otorga sólo a los trabajadores registrados y sería efectivizada a partir de la asistencia del menor al sistema sanitario en los primeros años de vida y al sistema educativo a partir de la edad escolar; - la universalización del haber mínimo jubilatorio para los mayores de 65 años sin cobertura previsional. El accionar conjunto de estas tres medidas permitiría a todos los hogares ubicarse en ingresos por encima de la Línea de la Pobreza, al tiempo que al descomprimir la presión sobre el mercado laboral afirmaría condiciones materiales más favorables para el conjunto de los trabajadores ocupados. La propuesta se enmarcaba en una estrategia de Universalización de Derechos (a la salud, a la educación, al empleo y a la previsión) que restituyera a la población su carácter de ciudadanos, al tiempo que potenciando el consumo popular como eje del mercado interno, se inscribía como un avance en la dirección de gestar otro patrón productivo. La implementación de esta propuesta del FRENAPO permitiría “contribuir a resolver el problema del empleo, dar respuesta a necesidades hoy no satisfechas, recomponer el tejido social y la organización comunitaria, incrementar los ingresos, el consumo y la actividad interna.” (FRENAPO, 2001). En diciembre de 2001, los montos necesarios para que ningún hogar quedara por debajo de la línea de pobreza (en ese entonces $490) eran de $380 para el seguro y de $60 de asignación por cada hijo menor de 18 años. Una actualización de la propuesta para un valor de la canasta básica de $760, implicaría un monto del seguro de $640, asignación por hijo de $60 más ayuda escolar universal de $130 y jubilación mínima universal de $308. Costo neto anual de las políticas propuestas y flujo de fondo disponible Variable En millones de $ Universalización de la Asignación Familiar de $60 y de la Ayuda Escolar Anual de $130 8.718,8 Seguro de Empleo y Formación de $640 3.585,2 Universalización del haber jubilatorio mínimo $308 5.022,9 Costo Neto del total de las propuestas 17.327,0 Total de flujo de fondos disponiblea 17.326,4 a: corresponde a un estimado para el 2005, en el que se computan la subdeclaración de ingresos de la Administración Nacional, el incremento promedio de recaudación por restitución de contribución patronales a niveles de 1993 y el superávit financiero del presupuesto para ese año. Fuente: Lozano, Rameri y Raffo (2005) en base a datos oficiales del INDEC, Censo 2001 y Presupuesto 2005. 14 Para esta exposición nos basamos en el documento: “La universalización de las asignaciones familiares y la actualización de la propuesta del FRENAPO: Distintas opciones”, de Claudio Lozano, Ana Rameri y Tomás Raffo, marzo de 2005, IDEF/CTA. 9 Al analizarse la factibilidad de esta propuesta, se concluye que en términos económicofinancieros es viable, y por ello lo que se busca es impulsar la voluntad política de implementarlo a partir de la participación y presión popular. “La viabilidad objetiva de resolver los problemas de pobreza e indigencia de la Argentina surgen al observar que el valor actual [en abril de 2005] del consumo de los hogares alcanzaría para que 123 millones de personas no sean pobres y para que 272 millones de personas no sean indigentes. Totales que surgen de dividir el consumo anual de los hogares por el valor actual de las canastas respectivas de pobreza e indigencia. Por ende, con sólo redistribuir el 12,7% del consumo actual no habría pobres y con solo repartir el 2,1% borraríamos del suelo argentino el crimen de la indigencia.” (Lozano, Rameri y Raffo, 2005) Como se puede observar, a pesar de los años transcurridos desde la formulación inicial de la propuesta, ésta no pierde vigencia aún en una nueva situación en cuanto a la recuperación del crecimiento del producto bruto15. “La dinámica del mercado laboral argentino, si bien logra crear empleo, no resuelve ni la pobreza ni la desigualdad en la distribución de los ingresos. La mayor actividad económica tiene un bajo efecto sobre los ingresos de la población más postergada. Bajo las condiciones actuales y pese a la baja en el desempleo, tiende a arribarse a una nueva meseta en materia de pobreza e indigencia sustancialmente más alta que la vigente durante los noventa. (…) [Resolver estos problemas] implica un replanteo de la condiciones de intervención y regulación pública sobre el funcionamiento de la economía.” (Lozano, 2005). En el momento de hacer una evaluación de la experiencia en términos de construcción de poder popular, el secretario general de la CTA Víctor De Gennaro expresaba: “El FRENAPO, para mí fue una experiencia de transición. Transición entre ese tiempo de resistencia, de juntarnos para decir lo que no queremos y éste, de construir la organización político-social para definir lo que queremos. Lo cierto es que fue la primera experiencia de los últimos tiempos en la que logramos juntar organizaciones sociales, religiosas, sindicales, empresariales, culturales y partidos políticos. El FRENAPO rompió, por primera vez en muchos años, con [la dificultad de lograr] una experiencia organizativa conjunta. Y pasó porque pusimos un “para qué”. Un “para qué” que era terminar con la pobreza en los hogares argentinos. Pusimos un instrumento que era el Seguro de Empleo y Formación y una metodología que era la consulta popular. El FRENAPO hizo que nos reuniéramos todas las semanas, y empezáramos a integrarnos. Para mí el FRENAPO fue una experiencia de tránsito entre lo viejo y lo nuevo y es la experiencia más importante de la que participamos como CTA. [15/08/2002 - ACTA] Complementando esta mirada desde las políticas de promoción de una economía social y solidaria, es necesario destacar que la movilización del FRENAPO generó como consecuencia más o menos directa el retorno a las políticas sociales universales de subsidio ante la situación de pobreza. Entre ellas cabe mencionar el diseño y la implementación del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados lanzado a mediados de 2002 por el gobierno interino de Duhalde y el Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la Obra” del gobierno de Kirchner. Estas políticas se diferencian notablemente de la propuesta del FRENAPO (y en algún sentido resultan una parodia de la misma), pero parece razonable adjudicar a la presión popular generada en esta experiencia los avances logrados en relación a las políticas existentes al 2001. Por otro lado, no creemos que la redistribución de ingresos sea una política alternativa a la promoción de emprendimientos autogestivos, sino al contrario, lo vemos como una condición necesaria para su eficacia. “Políticas que promuevan el aumento del poder adquisitivo de sectores socioeconómicos bajos y medios serían el complemento necesario al apoyo de los emprendimientos productivos de la economía popular. No habrá mejor política de apoyo a la comercialización que una decidida y eficaz redistribución progresiva del ingreso.” (Abramovich 15 “Luego de dos años de tasas de crecimiento significativas (superiores al 8% anual), (…) la Argentina recupera los niveles de actividad de 1998, (…) pero con un cuadro social agravado. El desempleo es un 30% más alto, el ingreso promedio es un 30% inferior y hay 5 millones de pobres más que en aquel momento. Si la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población era del 20 veces durante los noventa, hoy es un 35% más amplia (supera las 27 veces)” (Lozano, 2005) 10 y Vázquez, 2005). Por último, si bien la propuesta del FRENAPO hace hincapié en la redistribución secundaria del ingreso, para nosotros resulta claro que lo hace dentro de una propuesta más amplia de cambio de “la matriz de organización de la economía, (…) otra forma de producir y distribuir el excedente” (Lozano, 2004). Comentarios finales Desde nuestra comprensión de la propuesta de ESyS expresada en la primera parte de este trabajo, tanto esta última experiencia, de organización y participación popular en busca de una reorganización más igualitaria de la economía y de garantizar la reproducción de la vida de todos, como las de las empresas recuperadas por sus trabajadores y los mercados y monedas comunitarias del Trueque, son parte de esa necesaria experimentación reflexiva que implica la construcción de una economía alternativa. A esto cabe sumar que la experiencia del FRENAPO resulta complementaria de las anteriores, en la medida de que una redistribución del ingreso en nuestro país no sólo es inmediatamente necesaria para atender necesidades urgentes de la población, sino también para posibilitar (haciendo más viables) la ampliación de estos espacios de experimentación. En el marco de la propuesta de ESyS, pierde relevancia la disyuntiva “reforma o revolución”, dado que se busca impulsar “reformas revolucionarias”, es decir iniciativas dentro del sistema que faciliten y den credibilidad a formas de organización económica y de sociabilidad no capitalista (Santos y Rodríguez, 2002). Se plantea una propuesta alternativa, pero como se lo hace desde dentro del sistema es inevitable que muchas de las prácticas encarnen contradicciones propias del capitalismo. El impulso de actividades productivas que permitan la sobrevivencia de los trabajadores excluidos del mercado de trabajo asalariado, puede verse como “funcional” al proceso de acumulación de capital al garantizar la disponibilidad de fuerza de trabajo sin asumir los costos de su reproducción. Esta contradicción envuelve a todo el campo de la política social. Sin embargo, lo que se busca es que la experimentación de otras formas de organización de la producción, distribución y consumo puedan dar lugar a cambios graduales en las relaciones sociales de producción imperantes. Por constituir espacios no-capitalistas dentro del sistema capitalista, se da tanto articulación como competencia con el sector de empresas capitalistas16. La relación de estos espacios con el estado, pone en juego también la necesidad de intervención y regulación por parte del mismo. Compartimos la idea de que no hay ninguna posibilidad concreta de favorecer la conformación de un sector de economía social si no es sobre la base de una activa intervención estatal, alterando la matriz de organización que la economía tiene hasta el momento (Lozano, 2004). Esto implica recuperar el derecho político de la intervención en los mercados enfrentando al poder de los grandes monopolios (Hinkelammert, 2004). En términos generales hay que tener en cuenta “la importancia de establecer relaciones reguladas tanto con el sector de economía pública, como con el sector de economía empresarial capitalista”. (Coraggio, 1998). 16 “Dentro de los emprendimientos se requiere apuntalar la competitividad de la producción, para lo cual resulta necesario establecer mecanismos de control de la calidad de esa producción, así como el orgullo por el producto del trabajo propio, la valoración de la creatividad, la vinculación honesta con el usuario, la búsqueda de los términos justos del intercambio y la valoración de la cooperación. Se necesita desarrollar sistemas de información, que permitan tomar correctamente las decisiones respecto de la actividad económica, así como de la inserción del emprendimiento en la comunidad y su articulación en diversas redes.” (Coraggio, 1998). “... dado que no rechaza totalmente el mundo moderno, sino que busca ser una alternativa de vida al interior del mismo, la economía solidaria no teje redes cerradas, pues quiere superar la sociedad de mercado a través del propio mercado” (Melo Lisboa, 2004). 11 Creemos que las tres experiencias analizadas fortalecen algunas tendencias que se observan –incipientes- en la realidad socio-política actual de Latinoamerica hacia una mayor intervención y regulación social de los mercados, la valoración de iniciativas asociativas y autogestionadas en la búsqueda activa de nuevos escenarios, y el reconocimiento social y estatal de un cambio necesario en la jerarquía de derechos en favor de la vida y el trabajo, y en contra de la libertad sin restricciones del capital y la propiedad privada. Tendencias no suficientes, pero necesarias para la concreción de un proyecto de otra economía. Bibliografía citada y de referencia Abramovich, A. L. y Vázquez, G. (2003) La experiencia del Trueque en Argentina: otro mercado es posible. Ponencia presentada en el Seminario de Economía Social, organizado por el Instituto de Estudios y formación de la CTA. 4 de julio de 2003. Abramovich, A. L. y Vázquez, G. (2005) Reflexiones sobre las formas de promoción y apoyo a emprendimientos productivos en Revista Medio Ambiente y Urbanización nº 61, IIED-AL, Buenos Aires, Febrero de 2005. ACTA (2002) “Jugarse por lo que uno cree”, nota publicada por la Agencia de noticias de la CTA. http://www.cta.org.ar/NewsPubN/Archives/8/week2.shtml Arévalo, R y Calello, T. (2003), Las Empresas Recuperadas en Argentina: algunas dimensiones para su análisis. Trabajo presentado en el Segundo Congreso Argentino de Administración Pública. Córdoba, noviembre. 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