Voces: TRANSMISION MORTIS CAUSA ~ DAÑOS Y PERJUICIOS

Anuncio
Voces: TRANSMISION MORTIS CAUSA ~ DAÑOS Y PERJUICIOS ~ INDEMNIZACION ~
PRETENSION RESARCITORIA ~ CAUSAHABIENTE ~ DAÑO MORAL ~ RECLAMO
ADMINISTRATIVO PREVIO ~ DERECHOS DEL HEREDERO ~ EXCEPCION DE FALTA DE
LEGITIMACION ACTIVA ~ SUPREMA CORTE DE MENDOZA ~ CONYUGE SUPERSTITE ~ ACCION
JUDICIAL ~ CAUSANTE
Título: Acerca de la transmisión mortis causa de la acción resarcitoria del daño moral
Autor: Calvo Costa, Carlos A.
Publicado en: RCyS2008, 573
Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala I (SCMendoza)(SalaI) SC Mendoza, sala I ~
2008/03/12 ~ Sepúlveda H. y otros c. Lucarelli, Aroldo
Sumario: SUMARIO: I. Los hechos. - II. La legitimación activa en materia de daño moral y la posible
transmisión de la acción resarcitoria.- III. La transmisión mortis causa del daño moral.- IV. La sentencia
comentada. Nuestra opinión.
Abstract: El obstáculo legal del art.1099 Código Civil reside en que si el causante no ha iniciado el reclamo del
daño moral que ha sufrido (el cual es de carácter personal del afectado), resulta ilógico admitir que pueda un
tercero reclamar por ello cuando su único y verdadero titular no lo ha hecho.
I. Los hechos
Motiva el presente comentario el decisorio de la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Mendoza en los autos "Sepúlveda H. y otros c. Lucarelli, Aroldo" que ha tratado la cuestión de la transmisión
mortis causa del daño moral y de su ejercicio iuri hereditatis por parte de los actores, a través del ilustrado voto
de la prestigiosa magistrada cuyana Aída Kemelmajer de Carlucci.
Los hechos más relevantes del caso son los siguientes:
- El 16/4/2001, la Sra. Ana Petrona Correa inició un reclamo administrativo ante la Obra Social de los
Empleados Públicos reclamando la reparación de los daños sufridos en marzo de 2000, en ocasión en que era
trasladada por el servicio de ambulancia de dicha Obra Social desde su domicilio al Hospital del Carmen. De
regreso a su domicilio, por causas que se desconocen, la silla de ruedas en la que era transportada en la parte
posterior de la ambulancia volcó y ella cayó en el interior del vehículo sufriendo graves lesiones óseas. Reclamó
una suma de dinero en concepto de: restitución de los gastos de medicamentos, incapacidad sobreviniente, daño
psicológico y daño moral. Es importante destacar que justificó su reclamo en esa sede administrativa en el
decreto provincial nro. 899/90. Al poco tiempo de iniciado, y sin que fuera resuelto aún el reclamo
administrativo, la Sra. Correa falleció por una causa que nada tenía que ver con este hecho ilícito.
- El 16/2/2002, los Sres. Alfredo Humberto Sepúlveda y Lourdes Cristal Sepúlveda, esposo e hija de la Sra.
Ana Petrona Correa iniciaron demanda judicial por daños y perjuicios contra el Sr. Aroldo Juan Lucarelli
(conductor de la ambulancia), Vida Transporte Privado SRL (propietaria de la ambulancia y titular de la
empresa a través de la cual OSEP terceriza el servicio) y OSEP, por la suma de $ 72.500. Denunciaron la
muerte de la Sra. Ana Petrona Correa y relataron los mismos hechos que en el reclamo administrativo, respecto
del cual dijeron que esa vía había fracasado por la burocracia estatal. Justificaron su legitimación en la particular
situación de herederos del acreedor que había hecho un reclamo administrativo. El reclamo comprendía las
siguientes partidas de daños: incapacidad, gastos de atención médica, y daño moral.
- Al contestar demanda, la Fiscalía de Estado de la provincia opuso la excepción de falta de legitimación
activa, afirmando que los rubros invocados (sobre todo el daño moral) sólo podían ser peticionados por la
víctima y no por sus herederos, argumentando para ello que el reclamo administrativo del decreto 899/90 no
constituye una instancia previa y obligatoria por lo que no había interrumpido el curso de la prescripción.
- La jueza de primera instancia rechazó la demanda. Hizo lugar a la excepción de falta de legitimación activa
del daño moral y consideró no probados los daños materiales invocados.
- Apelada la sentencia por los actores, la 5° Cámara de Apelaciones revocó parcialmente la sentencia; hizo
lugar parcialmente a la demanda por el daño material, pero rechazó el daño moral por falta de legitimación
activa, argumentando que el art. 1099 CC exige que para poder ser transmitida a sus herederos, la acción de
reclamo de daño moral debe ser interpuesta en vida por el damnificado, lo que no ha ocurrido en este caso.
Además, destaca el Tribunal en su fallo que el reclamo administrativo no cabe asimilarlo a la acción judicial.
- Finalmente, los actores interponen recurso extraordinario, el cual es rechazado por la Sala I de la Suprema
Corte de Mendoza, que confirma la sentencia al considerar procedente la excepción de falta de legitimación
activa opuesta contra la acción incoada por el cónyuge supérstite, a fin de reclamar el daño moral soportado por
la causante. En tal sentido, el máximo Tribunal provincial dispuso que "El cónyuge supérstite de quien fue
víctima de un accidente y falleció con posterioridad en virtud de otras causas, carece de legitimación para
reclamar el daño moral soportado por la causante, pues si bien el art. 1099 del Código Civil prevé que la acción
para reclamar el daño moral podrá ser transmitida a los herederos cuando haya sido iniciada por el difunto,
resulta improcedente otorgar tal efecto al reclamo resarcitorio en sede administrativa".
© Thomson La Ley
1
II. La legitimación activa en materia de daño moral y la posible transmisión de la acción resarcitoria
En el presente caso, como vemos, se presenta nuevamente la cuestión de la transmisión mortis causa de la
acción resarcitoria del daño moral, a la cual ya nos hemos referido en un anterior trabajo doctrinario (1).
Frente a ello, estimamos de importancia efectuar un replanteo de la cuestión respecto a la admisibilidad o no
de la transmisión de la acción resarcitoria por daño moral, atendiendo especialmente a las normas imperantes en
la materia y a otras opiniones doctrinarias.
A priori, es importante destacar que el art. 1078 CC establece –en cuanto a la legitimación activa- que la
acción por indemnización del daño moral "sólo competerá al damnificado directo" (determinándose de tal modo
el carácter personal de la acción, el personalismo originario de la pretensión), y que "si del hecho hubiere
resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos" (es decir, quienes resultan
ser damnificados indirectos).
No obstante la claridad de la norma, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil ha tenido que dictar dos
fallos plenarios a fin de precisar algunos aspectos en torno a esta cuestión de la legitimación activa del daño
moral, que han determinado:
- La acción en curso por reparación del daño moral puede ser continuada por los herederos (ver CNCiv, en
pleno, marzo 7-1977, "Lanzillo, José A. c/Fernández Narvaja, Claudio A.", ED, 72-320; La Ley, 1977-B, 84;
JA, 1977-II-229). De la doctrina de dicho fallo se desprende que la acción puede ser continuada no sólo por los
herederos forzosos, sino también por los herederos en general -forzosos y no forzosos, legítimos y
testamentarios-, aunque no se menciona a los sucesores universales no herederos como el legatario de cuota o la
nueva viuda.
- Cuando del hecho resulta la muerte de la víctima, los herederos forzosos legitimados para reclamar la
indemnización por daño moral según lo previsto por el art. 1078 del Código Civil, no son sólo los de grado
preferente de acuerdo al orden sucesorio; asimismo, son herederos forzosos todos los que potencialmente
invisten ese carácter en el momento de la muerte del causante (ver CNCiv, en pleno, febrero 28-1994, "Ruiz
Nicanor y otro c/Russo, Pascual P.", ED, 157-594; La Ley, 1994-B, 484; JA, 1994-II-678).
Ahora bien, para poder analizar la procedencia o improcedencia de la transmisión de la acción resarcitoria
del daño moral, debemos distinguir según se trate de una transmisión mortis causa (que es la del caso que nos
ocupa) o bien por acto entre vivos.
En nuestro anterior trabajo que mencionamos precedentemente, al que remitimos para valorar los
fundamentos allí expuestos, ya nos habíamos expedido en favor de la transmisión de acción resarcitoria por acto
entre vivos, en razón de dos motivos fundamentales:
a) Una cosa son los derechos personalísimos a la vida, al honor o a la integridad personal, los bienes sobre
los que se asientan tales derechos, y otra muy distinta el derecho patrimonial que surge a raíz de la lesión de uno
de aquellos derechos o bienes personalísimos.
b) La transmisión de la acción resarcitoria por daño moral es perfectamente admisible por actos entre vivos,
toda vez que el crédito que se transmite resulta ser de índole patrimonial y, por lo tanto, no se halla dicha
transmisión vedada por norma alguna, ya que se encuentra fuera del alcance de lo dispuesto en el Art. 1445 CC.
Ello resulta procedente, inclusive, en aquéllos casos en que el cedente no hubiera promovido en forma previa el
reclamo judicial.
Distinto análisis, en cambio, requiere el caso de la transmisión mortis causa de la acción resarcitoria del
daño moral, por lo cual vamos a ocuparnos pura y exclusivamente de ella.
III. La transmisión mortis causa del daño moral
Con respecto a la transmisión "mortis causa" de la acción, debemos destacar que el art. 1099 CC, establece
que "Si se tratase de delitos que no hubiesen causado sino agravio moral, como las injurias o la difamación, la
acción civil no pasa a los herederos y sucesores universales, sino cuando hubiese sido entablada por el difunto".
En razón de ello, sólo puede efectuarse la transmisión cuando la acción haya sido entablada en vida por el
causante damnificado, quedando legitimados de tal forma para continuar con ella, los sujetos establecidos en la
citada norma (2): de tal modo, queda claro que el legislador ha considerado como regla general la
intransmisibilidad de la acción resarcitoria del daño moral, contemplando una única excepción (que la víctima la
haya entablado antes de su fallecimiento). Sólo si el causante hubiere fallecido con posterioridad a haber
entablado la acción resarcitoria del daño moral, el contenido económico de dicho reclamo –es decir, la
indemnización pretendida por ello- es susceptible de ser transmitido a los herederos, quienes podrán entonces
continuar la acción pasando aquella a formar parte del acervo hereditario, tal como lo dispone también el § 487
del BGB alemán.
En consecuencia, si quien fallece no hubiera iniciado la acción en vida, su pretensión no se transmite a los
herederos, por lo cual éstos carecen de legitimación activa para efectuar (iniciar) tal reclamo (3). Dicha
disposición se encuentra plenamente vigente, pese a que intentó ser mitigada en cuanto a sus efectos por el
Proyecto de unificación de la Legislación Civil y Comercial Federal de la Cámara de Diputados de la Nación de
© Thomson La Ley
2
1993, que establecía que la acción para reclamar el daño moral cuando ésta no ha sido deducida por causante,
podía incluso pasar a los herederos aun cuando aquél no haya deducido previamente la acción, si estos últimos
demostraban que el causante se encontraba imposibilitado para accionar.
Sin embargo, consideramos importante aclarar a esta altura del análisis que la hipótesis prevista por el art.
1099 CC no debe confundirse con los supuestos del art. 1078 CC en los cuales los herederos -damnificados
indirectos- reclaman iure proprio el resarcimiento por el perjuicio espiritual propio que padecen con motivo de
la muerte de la víctima, toda vez que en tal caso no invocan derecho hereditario alguno. En el supuesto
contemplado en el art. 1099 CC, en cambio, los herederos reclaman iure hereditatis el perjuicio espiritual
sufrido por el causante en vida, pero cuya muerte impidió que el mismo le sea resarcido, lo cual es lo que ha
ocurrido en el fallo que aquí anotamos y que es motivo de análisis.
IV. La sentencia comentada. Nuestra opinión
En el caso que nos ocupa, la causante –Sra. Correa- sólo había interpuesto un reclamo administrativo contra
la Obra Social de los Empleados Públicos de la Provincia de Mendoza, pretendiendo obtener una indemnización
del daño moral (además de restitución de gastos, incapacidad y daño psicológico), habiendo fallecido la
reclamante poco tiempo después. Es decir, la Sra. Correa nunca llegó a interponer la acción judicial de daños y
perjuicios y por ende, atendiendo a la literalidad de lo dispuesto por el art. 1099 CC, su reclamo por daño moral
no puede ser transmitido a los herederos.
En razón de ello, y desde un punto de vista eminentemente jurídico, la sentencia del máximo tribunal
mendocino es ajustada a Derecho, dado que la claridad normativa del art. 1099 CC impide adoptar otra solución
diferente a la que han arribado los jueces de las tres instancias que han fallado en el presente caso. Esta norma
es contundente en cuanto dispone que la acción resarcitoria del daño moral sólo puede ser transmitida mortis
causa y continuada por los herederos, sólo si la acción civil hubiese sido entablada en vida por el difunto. Por
ende, al no haber sido iniciada en vida la acción judicial de reclamo de daño moral por la Sra. Correa, aquélla no
puede ser entablada iure hereditatis por sus sucesores, puesto que carecen de legitimación activa para ello. En
síntesis, poseen legitimación para continuar la acción deducida en vida por el causante, pero no para iniciar el
reclamo en su nombre.
Queda pues, referirse a una última cuestión, y consiste en analizar si el reclamo administrativo promovido
por la Sra. Correa en vida ante la Obra Social de los Empleados Públicos de la provincia de Mendoza (y en
virtud del cual reclamó también la partida de daño moral), puede revestir el carácter de acción civil a la que hace
referencia el art. 1099 CC y asimilarse a ella; de considerarse afirmativamente esta posibilidad, ello permitiría
que el reclamo judicial que iniciaron sus sucesores se considere continuación de aquel, lo cual les otorgaría
legitimación para reclamar.
Por nuestra parte, compartimos el criterio adoptado por el Supremo Tribunal provincial al considerar que la
actual redacción del art. 1099 CC no deja lugar a dudas en cuanto a que es necesario la promoción de una acción
judicial y no de un mero reclamo administrativo (4), máxime cuando éste no constituía una instancia previa y
obligatoria para poder acudir a la instancia judicial.
No obstante ello, nos permitimos disentir de la solución normativa y compartimos plenamente el criterio
expuesto por una prestigiosa doctrina que se ha expedido en favor de una mitigación de la rigidez que hoy
impone el art. 1099 CC (5).
Estimamos que el obstáculo legal de la norma reside en que si el causante no ha iniciado el reclamo del daño
moral que ha sufrido (el cual es de carácter personal del afectado), resulta ilógico admitir que pueda un tercero
reclamar por ello cuando su único y verdadero titular no lo ha hecho. Pero, no obstante ello, consideramos que
si el damnificado directo por daño moral ha iniciado el reclamo por cualquier otra vía (vgr. en un reclamo
administrativo –como en el presente caso- o en un ámbito extrajudicial como puede ser una mediación pública o
privada) debería posibilitarse que dicho reclamo pueda ser continuado por los herederos del causante que lo ha
entablado, ya que en tal caso no quedarían dudas que el fallecido ha tenido la voluntad de reclamar la reparación
del perjuicio, lo que ha evidenciado en forma fehaciente. Podrá entonces observar el lector que, en el presente
caso, la Sra. Correa no sólo manifestó expresamente su voluntad de reclamo en el reclamo administrativo
iniciado, sino también evidenció la cuantía de su petición por daño moral.
Pensamos, pues, que el recaudo de la norma que exige entablar la acción judicial para posibilitar la posterior
transmisión sucesoria se ha transformado en un exceso ritual manifiesto. Se nos ocurre, en consecuencia, que
sostener la actual redacción del art. 1099 CC que no brinda posibilidad alguna para interpretaciones análogas,
crea una situación de rigidez normativa no se condice con la finalidad actual del Derecho de Daños que persigue
la reparación de los daños injustamente sufridos por la víctima.
(1) CALVO COSTA, Carlos A., "¿Puede transmitirse la acción resarcitoria del daño moral?", en RCyS,
2004-183 y ss.
(2) PIZARRO, Ramón D., "Daño moral. Prevención. Reparación. Punición", Ed. Hammurabi, Buenos
Aires, 204, ps. 208 y ss.
© Thomson La Ley
3
Véase también el claro análisis efectuado en ZANNONI, EDUARDO, "El daño en la responsabilidad civil",
3ra. ed., Astrea, Buenos Aires, 2005, nro. 124, quien destaca que la justificación de que los herederos puedan
continuar la acción resarcitoria del daño moral iniciada en vida por el causante, halla su razón de ser en el hecho
de que si el damnificado directo inició la acción antes de su fallecimiento, debe transmitirse también a los
sucesores el conjunto de titularidades del fallecido entre las que se incluye el contenido patrimonial del
resarcimiento reclamado. Afirma que este es el argumento que utiliza el art. 1099 CC al conferirles la
legitimación a los herederos para continuar la acción iniciada en vida por el causante.
(3) En este sentido: BUERES, Alberto J., "Código Civil y normas complementarias". Análisis doctrinario y
jurisprudencial", Bueres, Alberto -dir-, Highton, Elena -coord-, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, Tomo 3 A,
Comentario Art. 1078, p. 195; en idéntico sentido, ver PIZARRO, Ramón D. - VALLESPINOS, Carlos G.,
"Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones", Ed. Hammurabi, Buenos Aires, Tomo 2, p. 686; ZAVALA
DE GONZALEZ, Matilde, "Resarcimiento de Daños", Ed. Hammurabi, 2da. Edición, Buenos Aires, 1996,
Tomo 2 A, ps. 569 y ss.
(4) En este mismo sentido, véase también: ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde, "Resarcimiento de daños",
Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2005, t. 5a, p. 316. Expresa textualmente: "La norma no admite transmisión
hereditaria con posterioridad a actos distintos de la exteriorización de la pretensión en un proceso; por ejemplo,
no es ello factible después de requerimientos extrajudiciales auténticos, ni de reclamaciones en sede
administrativa".
(5) PIZARRO, Ramón D., "Daño moral. Prevención. Reparación. Punición.", ob. cit., ps. 299 y ss. Destaca
el notable jurista cordobés que: "Nosotros (...) pensamos que (la solución normativa del art. 1099 CC) es
demasiado rígida por lo que deberá ser cuidadosamente replanteada en una futura reforma del Código Civil. La
exteriorización de la voluntad del causante de ejercitar el derecho indemnizatorio no necesariamente debería
circunscribirse sólo a la promoción de una demanda en sede judicial. Existen otros actos que son potencialmente
idóneos para revelar de manera indudable esa decisión personalísima y que merecerían igual tratamiento
jurídico".
© Thomson La Ley
4
Descargar