Temas atuais sobre água e doenças infecciosas

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BROTE Y REBROTE DE ENFERMEDADES & SALUD
AMBIENTAL
ISAAC ZILBERMAN, M.E.A.
Eng. Civil Eletricista & Urbanista
Visión Histórica
Las civilizaciones antiguas ya tenían muy clara la relación entre salud y condiciones sanitarias
y esto está expreso en conocimientos en obras sobre esta correlación.
Según el Éxodo, uno de los libros del Antiguo Testamento, Dios castigó a Egipto con una
serie de plagas terribles por haberse negado a liberar de la esclavitud a Moisés y a sus
seguidores. Durante mucho tiempo, los escépticos estimaron que sólo se trataba de un mito,
pero un experto en epidemiología de Estados Unidos, cree que es muy posible que se base en
la realidad. De sus investigaciones se desprende que las diez plagas bíblicas pudieron deberse
a una catástrofe ecológica causada por la proliferación de unas algas que, por su capacidad de
propagar enfermedades, suscitan grave preocupación entre los científicos de hoy.
La primera, por la que las aguas del Rio Nilo se tornaron rojas como la sangre y no aptas para
el consumo, recuerda a las “mareas rojas” tóxicas provocadas por algas conocidas como
dinoflagelados en ciertas regiones del mundo.
Es posible que el desequilibrio ecológico provocado por la muerte de los peces, tenga llevado
a la segunda y cuarta plagas, las ranas y sus víctimas, los tábanos.
Un tipo especial de mosca puede explicar la tercera y quinta plagas, los piojos y la
enfermedad del ganado: un culicoideo que se parece al jején provoca una picazón semejante a
la de los piojos y transmite virus mortales que llevan los animales a la muerte en pocas horas.
Otro insecto, la mosca del caballo que provoca una enfermedad bacteriana –el muermo– es un
buen candidato para la sexta plaga, consistente en úlceras en los hombres y los animales.
Si bien la séptima y octava plagas –el granizo y las langostas– necesitan poca explicación, la
novena, las tinieblas que duraron tres días, puede deberse a un brote de la fiebre del Rift
Valley, que provoca ceguera temporal.
La más ingeniosa de las explicaciones se refiere a la última y más dramática de todas las
plagas: la muerte de los primogénitos. Su consecuencia podrá ser directa de la reacción de los
egipcios ante las plagas anteriores. Recogiendo a toda prisa los pocos alimentos que habían
sobrevivido al granizo y las langostas, almacenaron el grano húmedo en silos. En esas
condiciones, los granos se tornan mohosos y se cubren de toxinas mortales. De acuerdo con la
tradición bíblica, el hijo mayor recibía doble ración. De ahí las numerosas muertes entre los
primogénitos.
Como dicen los italianos, “si non è vero è bene trovato”.
Si esas presuposiciones son plausibles, la leyenda de las diez plagas de Egipto pueden haber
sido una advertencia oportuna sobre un tema de actualidad: cómo una catástrofe ecológica
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puede desencadenar brotes y rebrotes de enfermedades devastadoras que amenazan una
civilización.
Resulta claro es que, cuantas más incursiones realicen los humanos en nuevos ambientes, mas
grande es el riesgo de producirse un nuevo encuentro con un virus conocido – o incluso algo
peor. Tras años de uso y abuso de los recursos naturales del planeta, sin respecto a su
conservación, debe tomarse muy en serio el riesgo de “nuevos” gérmenes patógenos mortales.
Se debe aclarar que los patógenos emergentes son los que surgen en la población humana por
primera vez, o tengan ocurrido anteriormente, pero están creciendo en incidencia ó expansión
en áreas donde anteriormente no habían sido detectados, en general, en los últimos 20 años;
cuanto a los patógenos re-emergentes su incidencia aumenta como resultado de cambios en
largo plazo en su epidemiología.
Dentro de eses criterios – 175 especies de agentes infecciosos de 96 distintos géneros – han
sido clasificados como patogénicos emergentes. De ese grupo, 75% son especies zoonóticas.
Hipócrates argumentaba que las causas de enfermedades y de su cura estaban asociadas a la
naturaleza, a la alimentación, al clima y a las características de la región, al modo de vida, a la
edad y al sexo de la persona, así, al equilibrio de los humanos y el ambiente.
Para los romanos la medicina era dividida en higiene y terapéutica, entre la arte de estar
saludable, prevenir enfermedades y la capacidad de tratarlas. En esa época se crearon los
grandes proyectos direcionados a la higiene pública y los resultados obtenidos excedieron los
avanzos en la práctica clínica.
Muchas de las enseñanzas de los griegos y romanos – de esos últimos en especial la práctica
de la arquitectura con vinculación a las obras de saneamiento – pero han sido olvidadas en la
Edad Media, lo que generó el brote de surtos de muchas epidemias que se tiene noticias han
ocurrido en el Planeta.
Temas actuales en enfermedades infecciosas
La alarma se dió hace mucho tiempo. En 1485 apareció la “enfermedad del sudor”
(sweating desease) cuyas víctimas pasaban de un sudor repentino a la postración y la muerte
en 24 horas. Arreció en otras cuatro oportunidades antes de esfumarse en 1551. Hizo estragos
en Inglaterra, provocando como 20.000 víctimas – más de 0,5% de la población total del país.
Investigaciones recientes vinculan la aparición de esa enfermedad con un fenómeno
sumamente moderno: la deforestación. La época y la propagación del mal coinciden con la
destrucción masiva de los bosques en Shropshire, en el límite occidental de Inglaterra. Se
sospecha que los leñadores permiten que la enfermedad se propague más allá del ser vivo que
le sirve de huésped desde innumerables generaciones, y la ponen en contacto con una
población suficiente para constituir una epidemia.
De otra parte, desde 1817, por lo menos 7 pandemias de cólera han sido detectadas y, en la
mayoría, tuvimos ejemplos específicos de casos de brotes patógenos que han tenido influencia
en inovaciones en salud pública y desarrollo en la microbiología.
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Por ejemplo, en los años 1850s se sugirió la relación entre agua y enfermedad pero solo con
los trabajos de Pasteur, en los años 1880s, se reconoció al agua como un portador de
organismos capaces de producir enfermedades. El cólera fue una de las primeras
enfermedades en ser reconocidas como de transmisión hídrica, hace más de 100 años. A
principios de 1990, el cólera reapareció en América Latina después de un siglo de ausencia.
Los especialistas sospechan que esta afección intestinal mortal, de origen bacteriano, llegó en
el agua que los barcos asiáticos vertían al mar. A comienzos del siglo XX prácticamente no se
conocían casos de cólera en el nuevo continente; hoy se contabilizan unos 60.000 todos los
años. Así, la globalización del comercio no facilitó solamente el acceso a productos exóticos
de tierras lejanas.
Como se sabe, los microorganismos patógenos muchas veces cambiaron el curso de la historia
de la humanidad. Desde los primeros ejemplos de arte, literatura y escritos científicos, las
consecuencias devastadoras para las poblaciones alcanzadas por enfermedades de distintos
tipos y severidad han sido documentadas en los mínimos detalles. Como ejemplo, la
pandemia de Influenza entre los años de 1918 y 1920 resultó en aproximadamente 70
millones de muertes en el Planeta. Aún hoy, la carga total de enfermedades infecciosas
permanece alta. En el inicio del Siglo XXI ellas llegaron a representar aproximadamente 26%
de las muertes en el Planeta.
En el contexto de la historia científica y médica, el surgimiento de la microbiología como una
disciplina especializada es relativamente reciente. En el inicio del siglo XXI, un total de 1415
espécimen de organismos infecciosos con seguridad patogénicos a los humanos ya habían
sido detectados. Muchos de esos organismos estuvieron asociados a enfermedades conocidas
por muchos años, y una pequeña pero significativa porcentaje se asocia con brotes de
enfermedades emergentes como SIDA, Ebola y más recientemente el SARS – Severe Acute
Respiratory Syndrome o Síndrome Respiratorio Agudo y Severo, efectivamente causado
por un nuevo miembro de la familia corona virus por goticuelas fecales.
La modernidad – al mismo tiempo que trae desarrollo tecnológico y material – ha traído
nuevos riesgos ambientales además de ampliar las diferencias de condiciones de vida dentro
de una misma sociedad. Pasamos a convivir al mismo tiempo, con problemas de
enfermedades en consecuencia de malas condiciones de vida (deficientes saneamiento,
habitación, nutrición y otros) y de otras que se pueden llamar de enfermedades modernas (del
tipo degenerativo). Se pasa una transición epidemiológica entre viejas e nuevas enfermedades,
o el rebrote de algunas junto con el brote de otras.
La Organización Mundial de la Salud informa enfermedades infecciosas como responsables
por 29 en cada 96 causas principales de mortalidad y de morbidad humana y 25% de las
muertes mundiales (más de 14 millones de muertes anuales).
De otra parte, el CIFOR – Center for International Forestry Research indica otras figuras para
la causación de las muertes prematuras, o sea, de la orden de 48% y que las enfermedades
infecciosas permanecen como la más grande causa global de incapacidades; esas
enfermedades son la segunda causa de muerte de adultos y primera para niños con menos de 4
años.
Enfermedades tropicales (muy comun en las Américas) afligen en el Planeta, casi medio
millon de millones de personas (un décimo de la población mundial) y toman casi 20 millones
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de vida cada año – especialmente en países tropicales subdesarrollados. VIH/SIDA ha
tomado algo como 24 millones de vidas.
Una cantidad de enfermedades (SIDA, diarrhea, tuberculosis, malaria, sarampión y el
SARS) son responsables por casi 90% de todas las muertes.
Agentes resistentes a los remédios, vectores resistentes a pesticidas y la falta de remédios
antivirales y de tratamiento para infecciones por protozoarios, helmíntos y hongos mantienen
la enfermedad infecciosa como um problema particularmente desafiador para la salud pública
en países subdesarrollados.
Algunos autores llaman la atención para el miedo con que nosotros enfrentamos las
enfermedades infecciosas emergentes como Ebola. La ausencia de familiaridad con esas
enfermedades significa que nuestro conocimiento de su control y tratamiento es, por
definición, muy limitado.
Filovirus, hantavirus, paramyxovirus, flavivirus, y otros agentes de esas enfermedades son
transmitidos por animales selvages, tanto en forma directa como, algunas veces por via de
artrópodos.
Publicaciones del inicio de la década de ’90 llaman la atención al aumento del número de
casos de muchas enfermedades infecciosas, como tuberculosis, cólera, e SIDA, creció y, en
los últimos años, se buscan las razones que justifican el brote de esas enfermedades. Muchas
enfermedades emergentes son zoonóticas, enfermedades infecciosas que son contagiadas
entre seres humanos e animales.
El cambio climático asociado al desarrollo humano y al crecimiento de la población ejercen
muchas y distintas presiones en la calidad y cantidad de recursos ambientales y en el acceso a
los mismos. Y es mas intenso todavía en la interfase entre medio ambiente y salud humana,
pues las enfermedades infecciosas y transmisibles son las principales causas de morbilidad y
mortalidad en todo el Planeta. Una proporción significativa de la inmensa carga de
enfermedades es causada por patogénicos vinculados a los entornos acuáticos – como las
fiebres tifoidea y paratifoidea y el cólera – o por patógenos recientemente identificados y
nuevas formas de patogénicos reconocidos que presentan importantes incrementos de
periculosidad a los sectores hídricos / de salud pública.
En las últimas 3 décadas, 35 nuevos agentes de enfermedades han sido encontrados y muchos
más tuvieron un rebrote después de largos períodos de inactividad, o entonces, están a
distribuirse en áreas donde, hasta hoy nunca habían sido detectados.
Ese es un escenario que se ha presentado reiteradamente en nuestra época. En Argentina,
después de la Segunda Guerra Mundial, se despejaron fertilizantes con herbicidas y
plaguicidas en amplias extensiones de pampa para destinarlas a nuevos cultivos. Ese proceso
rompió el equilibrio natural entre las ratas de campo y sus predadores, y el número de
roedores aumentó considerablemente. A comienzos de los años cincuenta, la población
empezó a padecer de fiebre, náuseas y dolores de cabeza, seguidos a veces de fuertes
hemorragias y de una muerte atroz. Se logró establecer que el causante era un virus
desconocido hasta entonces, Junín, del que eran portadoras las ratas de campo. El mismo
fenómeno se produjo en Bolivia, cuando campesinos deseosos de cultivar maíz talaron bandas
de bosques a orillas del río Machupo. Los trabajadores agrícolas contraían extrañas
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enfermedades y morían de manera horrible, y se descubrió que la causa era otro virus
hemorrágico, Machupo, que portaban también las ratas de campo.
A principios de 1999, nuevos datos permiten relacionar las campañas de deforestación con el
aumento de los estragos de la más terrible de las nuevas enfermedades: SIDA – Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida o AIDS – Acquired Immune Deficiency Sindrome. Según
un artículo publicado por un equipo internacional de investigadores, el chimpancé Pan
troglodytes troglodytes es el huésped natural del VIH-1 – Virus de la Inmunodeficiencia
Humana – 1, el virus mortal que infecta actualmente a más de 30 millones de personas en el
mundo. Con la carne apreciada por cazadores al servicio de las empresas madereras, esos
monos son masacrados por millares a cada año en condiciones ideales para la transmisión de
los virus. Según las investigaciones más recientes, el virus VIH-1 llegó a las ciudades por
medio de la carne infectada y de los propios cazadores, y luego se propagó por todo el planeta
por transmisión sexual. Más de 12 millones de personas han muerto a causa del SIDA, de los
cuales 80% en el África subsahariana.
Los intentos de reforestación del nordeste de Estados Unidos en el siglo XIX causaron la
aparición de la enfermedad conocida como de Lyme, una infección bacteriana potencialmente
fatal de las articulaciones, del corazón y del cerebro, transmitida a los humanos por las
garrapatas de los ciervos. Para combatir la deforestación causada por la agricultura intensiva,
las autoridades locales lanzaron programas de reforestación y protección de los bosques.
Crearon un paisaje grato tanto para los humanos como para los ciervos y para la ixodes
scapularis, una garrapata acarreada por los ciervos que a su vez es portadora de la borrelia
burgodorferi, la bacteria responsable de la enfermedad de Lyme. Al encontrar pocos
predadores en el nuevo ecosistema, los ciervos proliferaron, y multiplicaron sus contactos con
los seres humanos que habían invadido la región maravillados por su belleza “natural”. A
mediados de 1970 se detectaron los primeros casos de la enfermedad entre los habitantes de
Old Lyme, Connecticut. Desde entonces, decenas de miles de casos de la enfermedad de
Lyme se señalan anualmente en el mundo entero.
Investigaciones sobre la historia de muchas enfermedades demostran muy claramente que:
1 La evolución tanto de personas como de patogénicos está interconectada con la migración
humana que ha diseminado enfermedades infecciosas o colocó en contacto personas con
nuevos patogénicos;
2 Los cambios en el ambiente global expandirán el alcance de los patógenos conocidos o
criarán condiciones para microorganismos locales brotaren como significativos patógenos
humanos;
3 Modernas técnicas en administración de animales, así como algunos de los más
tradicionales métodos de creación de ganado, generaron riesgos de nuevas enfermedades
zoonóticas.
¿Por que brotan y rebrotan los patogénicos?
Existe una cantidad de razones para el brote o rebrote de los patógenos humanos tras un largo
período de inactividad, pero la mayor parte pertenece a un tema común y pueden ser agrupado
en unas pocas líneas:
1 Nuevos habitats;
2 Nuevas tecnologías;
3 Avanzos científicos; y
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4 Cambios en el comportamiento y vulnerabilidad humanos.
Algunos factores se pueden asociar al brote de enfermedades infecciosas y transmisibles por
el agua, como malas prácticas gerenciales para irrigación y saneamiento agrícola que debían
ser controladas con el uso de estrategias correctas de gestión y protección de los recursos.
Otros, como factores demográficos, cambios comportamentales y socioeconómicos, pueden
incluso ser previstos, pero las consecuencias son imprevisibles y las medidas de control
apropiadas, de muy difícil implementación.
Metodologías modernas de control, estudios epidemiológicos y el continuo desarrollo de
métodos más avanzados de diagnósticos permiten detectar nuevas especies patogénicas de
microorganismos ó asociación a un microorganismo conocido un nuevo ó atípico conjunto de
síntomas de enfermedad. Todavia los agentes de muchas enfermedades que han sido
considerados como controlados pasan por un proceso de rebrote como resultado de cambios
para adaptación del patógeno, cambios en el status inmunológico del vector, o variaciones
ambientales, demográficas y socioeconómicas.
La ampliación de nuestro entendimiento de la relación entre ambiente, agua y salud pública ha
sido caracterizado por el reconocimiento periódico de patógenos hasta entonces no conocidos
o la importancia de la transmisión de patógenos conocidos por medio del agua. Muchos
estudios han confirmado que las enfermedades transmitidas por medio del agua no solo
continúan como la principal razón de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, como el
espectro de la enfermedad está se expandiendo y la incidencia de muchas enfermedades
microbianas relacionadas a agua está creciendo.
Desde los años ’70 nuevas especies de microorganismos presentes en las heces humanas y
animal y en fuentes ambientales, incluso agua, han sido confirmadas como patógenas. Se
puede indicar Cryptosporidium, Legionella, Escherichia coli 0157 (E. Coli 0157), rotavirus,
virus de la hepatitis E, el norovirus (conocido como Norwalk virus.) y Helicobacter pylori
(H. Pylori) como ejemplos del brote que puede ser transmitido por el agua.
Los vectores patógenos transmisibles por agua rebrotaron en los últimos 20 años. Hasta cierto
punto, eso ocurre por el rebrote y dispersión de parásitos con resistencia a plaguicidas (por
ejemplo, Plasmodium que contagia la malaria) y de los vectores resistentes a insecticidas.
Variaciones ambientales conectadas a esas tendencias, como urbanización y utilización
intensiva de los recursos hídricos, junto con cambios demográficos han ofrecido condiciones
donde el vector transmisor de enfermedades puede ganar nuevos fortalecimientos. Los viajes
internacionales contribuyen para esparcir los patógenos para áreas donde el vector ya existía,
pero hasta entonces inocuo (por ejemplo, la presencia del virus Oeste del Nilo en los Estados
Unidos.)
Nuevos ambientes
La interacción entre el hospedero y el patógeno es compleja, los dos con necesidad de
asegurar el suceso de las especies. Adaptaciones por un de los integrantes para explorar los
nuevos ambientes en general estimulan el otro a cambiar sus características para obtener
ventajas en el cambio. Como resultado de este ciclo de interacción creada por las variaciones
ambientales, nuevos grupos de patógenos van a desarrollarse. Con el pasar del tiempo, esos
grupos pueden aparecer como nuevas especies con síntomas de enfermedad característica.
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Existen muchos ejemplos a través de estudios de caso que demostran como diques / presa y
esquemas de irrigación han resultado en el esparcir de la malaria, de la filariosis,
esquistosomiasis, y encefalitis. Diques son ejemplos más visibles del ingenio humano
utilizado para criar un nuevo ambiente. La Presa de Itaipu, en la frontera de Brasil con
Paraguay, por ejemplo, creó un lago – Lago Itaipu – con 1.350 Km2 de área, en el Rio Paraná:
un cuerpo de agua superficial que se cambió en un inmenso cuerpo de agua relativamente
estático. Aún que Itaipu ha traído beneficios económicos a los dos países, también ha sido un
factor de redistribución de caracoles Biomphalaria occidentalis que es el vector intermediario
en la transmisión de esquistosomiasis.
El uso indiscriminado de torres de enfriamiento utilizando agua para el acondicionamiento
industrial de aire ha sido el catalizador del surgimiento inicial de la Enfermedad de los
Legionarios. Así, nuevos ambientes pueden ayudar la proliferación de patógenos o sus
vectores y colocar en contacto con poblaciones anteriormente sin exposición. Por lo tanto, la
bacteria Legionella ofrece otro ejemplo de la significancia de los nuevos ambientes para el
brote de patógenos. En 1976, se registró un gran brote de neumonía entre los delegados en
una Convención de la Legión Americana, en Philadelphia, USA. El agente ictiológico,
Legionella pneumophila, más tarde fue identificado, pero solo después de exhaustiva
investigación microbiológica. La enfermedad se tornó conocida como Enfermedad de los
Legionarios. La bacteria Legionella es conocida por integrar, en condiciones normales, la
microflora del agua. El proyecto de sistemas domésticos de agua fría y caliente, piscinas para
láser y instalaciones de aire acondicionado por agua fría, cría condiciones que sirven para el
desarrollo da bacteria Legionella. Muchos sistemas que usan agua producen aerosoles finos,
en un estadio de su utilización y ofrecen un mecanismo de dispersión que se tiene probado ser
una ruta efectiva de infecciones. La Legionella es un ejemplo de una bacteria ambiental
natural que exploró un nicho dentro de sistemas artificiales que utilizan agua y, por acaso,
surgió como un patógeno importante.
Nuevas tecnologías, viejas enfermedades, nuevas amenazas
En general se considera que nuevas tecnologías tienen un impacto neutro en la ecología de
patógenos, pero algunas tecnologías, accidentalmente, introducen nuevas rutas de exposición
entre humanos y patógenos.
El rebrote de antiguas enfermedades mortales que se creía derrotadas constituye también una
señal de alarma. La tuberculosis, casi erradicada en Occidente, resurgió a comienzos de los
años ochenta y es responsable de la muerte de tres millones de personas al año en el mundo.
Numerosos expertos acusan al uso indiscriminado de antibióticos por los médicos
occidentales, que ha permitido que el bacilo mutante de la tuberculosis cree cepas resistentes.
En los países en desarrollo, la epidemia de SIDA – que priva a quienes la padecen de sistema
inmunitario– hizo que a comienzos de los años noventa se triplicara el número de casos de
tuberculosis.
Sin embargo, de todas las enfermedades que vuelven a surgir, es la malaria la que hace más
estragos, aunque se había creído erradicada. El optimismo inicial se debió a la utilización del
DDT en los países en desarrollo para matar a los mosquitos portadores del parásito que la
provoca. Introducido al término de la Segunda Guerra Mundial, el DDT salvó en diez años
cinco millones de vidas. En 1948, en Sri Lanka había 2,8 millones de casos de malaria; en
1963, gracias a la utilización del DDT, eran sólo 17. Pero a fines de los años cincuenta, ciertas
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observaciones permitieron concluir que el DDT persistía en los suelos y que, al ascender por
la cadena alimentaria, tenía efectos mortales para algunas formas de vida.
Aunque algunos especialistas empiezan a cuestionar esta conclusión – en particular su
pertinencia en el Sur –, en la actualidad el DDT está prohibido en todo el mundo. Por su parte,
los mosquitos han reaparecido con renovados bríos. En el ejemplo citado, el número de casos
de malaria aumentó de 17 a 2,5 millones sólo cinco años después de que se dejara de emplear
ese insecticida. En el ámbito mundial, los montantes son aterradoras: 400 millones de casos al
año, y unos dos millones de muertos – 90% de ellos en África.
De otra parte, la OMS definió la malaria como un ejemplo de pandemia mortal susceptible de
fortalecerse debido al calentamiento del planeta provocado por la contaminación originada
por los humanos. Debe destacarse que en la actualidad se producen casos de malaria a una
mayor altitud en relación al nivel del mar, que en los años precedentes, por ejemplo. Aunque
se admita que este cambio puede obedecer a diversas causas, se cree que una de ellas es el
calentamiento del planeta. El aumento del nivel del mar, causado también en gran medida por
el calentamiento del planeta, constituye otra amenaza. “Si no se refuerzan los sistemas de
protección del litoral, un aumento de 50 cm en el nivel del mar en 2100, por ejemplo, pondrá
en peligro de inundación más de una vez al año zonas donde viven 80 millones de personas,
frente a los 46 millones que lo están en las condiciones actuales. La llegada de oleadas de
refugiados a los deltas y a las islas superpobladas provocará la aparición de enfermedades
como la difteria y la diarrea. Es probable que el alza de las capas freáticas a lo largo de las
costas favorezca también la introducción de agentes patógenos en los sistemas de
alcantarillado y cursos de agua.”
Existen cada vez más temores de que el mar entrañe una amenaza más inmediata e insidiosa
para la salud: la humanidad ha utilizado los mares del planeta como gigantescos vertederos.
De un informe emitido por el Banco Mundial en 1993 se desprende que alrededor de 30% de
la población mundial sólo cuenta con los cursos de agua, los ríos y el mar cómo único sistema
de evacuación.
Practicado durante años, el depósito de tantos desechos en las aguas está empezando a
repercutir en la salud. Los virus de enfermedades como la poliomielitis y la hepatitis han
empezado a aparecer en los mariscos, mientras que proliferaciones de algas tóxicas (vastas
colonias de organismos simples, ricos en agentes patógenos que prosperan en los nutrientes
resultantes de los desperdicios) son cada vez más frecuentes a lo largo de las costas.
Ahora resulta claro que el mar actúa como un gigantesco frigorífico para microbios
potencialmente mortales (como los retrovirus, responsables de diarreas agudas, y el virus de
la polio) que a veces emergen causando estragos en tierra firme.
Por eso, en busca de una mayor protección en la producción de agua potable, el desinfectante
más largamente utilizado es el Cloro. El cloro ha sido utilizado para el tratamiento de agua en
1845 por John Snow que buscaba el control de surto de cólera en Londres, pero solo en 1897
empezó a ser utilizado como desinfectante en las más importantes distribuciones de agua
potable. El uso de la desinfección por cloro ha sido una gran contribución para garantizar la
calidad de los suministros de agua para consumo humano. En la actualidad han sido muy
debatidas limitaciones a la utilización de Cloro y algunas desventajas con relación a la
utilización de Cloro:
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* Aun que el cloro sea efectivo contra la mayoría de las bacterias vegetativas y de los virus,
cuando utilizado en la concentración que se indica para tratamiento, el no actúa sobre los
Cryptosporidium oocysts. Más que eso, el cloro tiene un efecto muy limitado sobre patógenos
que se desarrollan en biofilms. Así, aún que su utilización reduzca los riesgos de una forma
general, tiene un impacto muy relativo en algunos patógenos.
* Creció, en los últimos tiempos la preocupación con trazos de subproductos químicos que
resultan del proceso de cloración, con relación a los riesgos potenciales – aún que sean chicos
– en el largo plazo del agua con tratamiento químico. En el caso de los países
subdesarrollados, algunas decisiones equivocadas que se tomó sobre uso de Cloro tiene
generado el rebrote de patógenos.
Como resultado de la disminución de la calidad de las fuentes hídricas, a pesar de cuidados en
el tratamiento de potabilización – mismo con utilización de desinfección por cloro – la
contaminación del agua potable que se distribuye a la población aún ocurre, por escapes, a
través de otros puntos vulnerables del sistema o durante los trabajos de manutención de las
redes. Una vez en el sistema, bacterias, virus y protozoarios se acomodan en las superficies
internas de la canalización y, de alguna manera, tienen condiciones de se desarrollar a través
de la producción de biopelículas. Algunas biopelículas sirven para el surgimiento de una o
más especies de patógenos emergentes, incluso el MAC – Mycobaterium Avium Complex.
Análisis recientes de patógenos que son considerados como emergentes tienen mostrado que
ellos no son solo subgrupos randómicos de todos patógenos, pero que ellos tienen ciertas
características comunes. Por ejemplo, patógenos zoonóticos tienen el doble de probabilidad de
se encontrar que los no-zoonóticos, en brotes o rebrotes. Esta observación tiene implicaciones
en áreas donde ocurre, por ejemplo, la creación confinada de ganado que, con frecuencia,
puede resultar en descargas de patógenos en el agua a partir de residuos de los animales
concentrados y de su alimentación.
Avanzos científicos de la microbiología en la detección y enumeración de patógenos
La historia de la descubierta de los patógenos de una forma general describe un ciclo de
eventos comenzando a partir de una enfermedad de ictiología desconocida, desarrollando
técnicas analíticas y identificando el agente ictiológico. Avanzos en las técnicas analíticas son
componentes fundamentales de la exploración de brotes y rebrotes de organismos patógenos.
Durante la primera mitad del Siglo XX el poder de las técnicas analíticas ha sido mejorado a
través de mejoramientos en los medios de cultura para la selección y cantificación de
patógenos, así como nuevas técnicas para visualización de organismos y su estructura celular.
La utilización de esas técnicas permitió isolar y caracterizar muchas bacterias que estaban
conectadas al medio hídrico así como a protozoarios patógenos. La descubierta de técnicas
para desarrollar virus de mamíferos en cultura de células ha ampliado más aún la lista de
patógenos en el agua.
Con el aumento de nuestra capacidad de concentrar y detectar microorganismos en muestras
de agua ha sido posible reconocer nuevos patógenos y los microorganismos conocidos
asociados a enfermedades de ictiología desconocida. Todavía, a pesar de los avances en la
tecnología de diagnósticos, enfermedades de origen hídrico de ictiología desconocida aún
permanecen en patamares de porcentajes significativas en el total de brotes de enfermedades.
Algunas estadísticas indican que en los Estados Unidos, en la última década del siglo pasado,
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en aproximadamente 40% de los brotes de enfermedades que tenían relación con el agua, el
agente ictiológico no ha sido identificado.
En el inicio de la década de ’70, el uso de microscopios de alta resolución, técnicas de
anticuerpos y análisis genética han identificado dos tipos de grupos de virus que eran agentes
que causaban diarreas: caliciviruses (pequeños virus de estructura circular) y rotavirus.
Trabajos subsiguientes han mostrado que esos dos grupos estaban entre las más importantes
causas de diarreas en todo el mundo y una inmensa causa de mortalidad infantil en los países
subdesarrollados.
Para un número muy grande de virus asociados con brotes de enfermedades de veiculación
hídrica no había posibilidad de cultivar en laboratorio utilizando técnicas de cultura
convencionales. Por eso, es muy posible que el avance más revolucionario en la tecnología
analítica en los últimos 30 años ha sido la descubierta de un método simple, pero efectivo, de
ampliar algunas regiones del material genético de los organismos. La técnica, llamada PCR –
Polymerase Chain Reaction o Reacción en Cadena de la Polimerasa, es hoy día
largamente utilizada en los laboratorios médicos, criminalistas y ambientales. El uso de
métodos de PCR para la análisis de patógenos en agua ha sido fundamental para nuestro
entendimiento de la distribución de algunos de los más importantes virus patogénicos de
transmisión por agua: por ejemplo, rotavirus, virus de hepatitis E y el norovirus o virus de
Norwalk.
Otras tecnologías desarrolladas más actualmente están sendo evaluadas para su aplicación en
microbiología: Citometria de flujo; uso de anticuerpos monoclonales fluorescentes específicos
para un patógeno específico y otras técnicas de fibras ópticas.
Cambios en el comportamiento humano y su vulnerabilidad: la situación inmunológica
Por otra parte, es conocido que el sistema inmunológico ofrece una eficiente línea de defensa
contra las infecciones. Durante la vida de un individuo, el sistema inmunológico se desarrolla,
madura y eventualmente desaparece. En el nacimiento, el sistema inmunológico no ofrece
mucha protección contra infecciones, pero el se desarrolla muy rápidamente como
contestación a los estímulos del ambiente, de organismos de enfermedades infecciosas y a
través del contacto con otras personas. Después de algunos años, el cuerpo adquiere un
elaborado sistema de inmunidad celular y de humores que puede rápidamente neutralizar un
agente infeccioso, de la misma forma que monta una barrera contra futuras infecciones por el
mismo agente. Con el pasar del tiempo, más tarde, la eficiencia del sistema inmunológico
empieza a desaparecer y el cuerpo, una vez más, se queda susceptible a la infección.
Independientemente de la edad, algunos factores pueden afectar la eficiencia del sistema
inmunológico por ejemplo, el nivel individual de nutrición, de una buena forma física, del
stress, de la excesiva exposición a la irradiación ultravioleta y la gestación. Todavía, algunos
de esos factores pueden tener un impacto devastador en el sistema inmunológico: transplante
de órganos, como corazón, hígado, riñones que, en general, son seguidos por la utilización por
largos períodos de drogas inmunosupresoras para la prevención del rechazo al nuevo órgano.
El tratamiento del cáncer, en general, involucra procedimientos que reducen la eficacia del
sistema inmunológico. Infección con el virus HIV (Human Immunodeficiency Virus), en
español VIH, el mismo, un patógeno de brote reciente, inmoviliza con severidad el sistema
inmunológico celular del vector, y eventualmente conduce a SIDA.
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En combinación, el envejecimiento de la población mundial, el uso de procedimientos
inmunosupresivos y el esparcimiento global de VIH/SIDA, han criado una población
numerosa y creciente con sistemas desprovistos de inmunidad. Ese grupo de personas es
altamente susceptible a la infección por organismos que pueden ser poco o nada agresivos a
individuos imunocompetientes, o tener un riesgo más grande de mortalidad a partir de
infecciones en general benignas. Así, muchos patógenos brotan ó rebrotan en la población
inmunocomprometida, tales como los citados Cryptosporidium e o MAC.
Migración humana
Las migraciones humanas ocurren de maneras distintas y por las más distintas razones:
algunas por voluntad propia, otras forzadas. Algunos ambientalistas tienen argumentado que
las migraciones humanas, con frecuencia más elevada, han ocasionado cambios ambientales
más significativos que el crecimiento de la población. Todavía, las migraciones más
importantes, desde el punto de vista ambiental han sido las que ocurren cerca de las fronteras
entre ambientes naturales diversos como:
* del húmedo para las tierras secas, que en general, provocan desertificaciones;
* de áreas planas para áreas montañosas que, en general, conducen a erosiones del suelo más
rápidamente;
* migraciones para áreas con selvas que, como regla general, resultan en deforestación;
* por procedimiento similar, la migración de personas entre fronteras naturales ha sido
responsable por el brote de muchas enfermedades infecciosas.
Más notables, todavía, son las enfermedades que brotan en la medida que los humanos se
agrupan en regiones forestadas, por poner personas en contacto próximo con espécimen
animales que cargan patógenos que tienen potencialidad de ser trasmitidos a través de barreras
del espécimen.
Un ejemplo pertinente de trasporte fácil a larga distancia de patógenos por la migración
humana es el cólera. En el final del Siglo XIX ya se decía que las principales rutas del
comercio eran seguidas por el cólera, porque esta enfermedad aparecía en primero lugar en
puertos marítimos antes de esparcirse en las islas y continentes. Esa observación tiene valor
hasta hoy. Se ha sugerido que el V. Cholerae puede haber tenido su rebrote en América del
Sur, en el inicio de la última década del Siglo pasado, después de un siglo de ausencia, a partir
del agua de lastre y agua vertida desde el casco de barcos de carga.
La literatura publica a cada año las estimativas del número de refugiados. Entre el año 1980 y
el inicio del Siglo XXI, el número de refugiados creció casi 43%, pasó de 8,4 para 12
millones de personas, si bien en la mitad de este tiempo, el número estuvo en picos de poco
menos de 18 millones. La escala de la situación ha sido confirmada por organizaciones
internacionales con vínculos con la migración, que indican montantes globales de la orden de
1 en cada 35 personas seria emigrante.
Las tasas de crecimiento urbano y de urbanización son otras características importantes de los
asentamientos humanos en los últimos años del Siglo XX y primeros del Siglo XXI. La tasa
de crecimiento está creciendo con su componente más grande en los países de media o baja
renta. En el año 2000 más de 2.800 millones de personas vivían en asentamientos urbanos, lo
que representaba 47% de la población mundial. Las proyecciones indican que en 2007 más
personas van a vivir en las áreas urbanas que rurales lo que ocurrirá por la primera vez en la
historia de la Humanidad.
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Dos procesos conducen el crecimiento de la población en áreas urbanas:
* el crecimiento natural por la gran tasa de fertilidad; y
* la migración rural – urbana.
Todavía, lo que ocurre es que la carga del crecimiento poblacional no tiene una distribución
uniforme en los asentamientos urbanos, ya que ocurren crecimientos más rápidos en áreas de
más baja renta. En países subdesarrollados o de baja renta, las áreas peri urbanas tienen, en
general, como características:
– Alta densidad;
– Baja calidad de habitaciones;
– Bajo nivel de servicios de salud y sociales;
– Limitado acceso a servicios básicos como agua y saneamiento.
Las condiciones sociales y de ambiente nada saludable que prevalecen en esas áreas son
conductoras para emergencias y inducen a rápido esparcir de enfermedades infecciosas.
Otra importante forma de migración humana es el turismo. En 2001, instituciones vinculadas
al turismo contabilizaron 690 millones de viajes, lo que representa un volumen de
movimentación humana sin precedente en el Planeta. Si combinada con la velocidad y
accesibilidad de los métodos modernos de trasporte resultará en el aumento del potencial para
trasmisión de enfermedades a largas distancias dentro de un corto espacio de tiempo. Con el
aumento del turismo, creció la popularización de actividades recreativas que involucran el
contacto, en especial, con el medio ambiente líquido; la facilidad de viajar ha alterado el uso
público de aguas con objetivos recreacionales. En razón de viajes para climas más calientes,
largos períodos de estancia se han tornado normales y las actividades pasaron a ocurrir a lo
largo de todo el año y no apenas en el tiempo de playas y de vacaciones.
Algunas enfermedades severas que ocurren por el contacto epidérmico con cepas tóxicas de
cianobacterias han sido constatadas en playas marítimas tropicales. Muchas infecciones
ocurren en bases sazónales y, por lo tanto, usuarios quédense expuestos en aguas de distintos
locales a patógenos variados y a los cuales están poco familiarizados. Como ejemplo, muchos
casos de esquistosomiasis han sido importados cuando viajeros de países industrializados se
desplazaron para áreas tropicales y subtropicales y fueron infectados por parásitos cuando
efectuando actividades relacionada al medio líquido.
Observaciones finales
Las constantes intrusiones del ser humano en la naturaleza pueden desatar terribles amenazas,
como enfermedades mortales transmitidas por microbios a los que durante mucho tiempo se
dejó tranquilos.
Son innumerables las ocasiones en que enfermedades nuevas o que se creían superadas
pueden agredir a la humanidad: de la deforestación a la superpoblación, de las migraciones
masivas a la globalización, de la contaminación atmosférica a la de los océanos y mucho más.
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Es importante enfatizar que el mar actúa como un gigantesco frigorífico para microbios
potencialmente mortales (como los retrovirus, responsables de diarreas agudas, y el virus de
la polio) que a veces emergen causando estragos en tierra firme.
De otra parte, en el suelo, el menú es compuesto de medidas sin considerar lo que pueden
resultar. De una parte se despejan herbicidas, plaguicidas y fertilizantes, conjuntamente con la
irrigación y variedad de cultivos de alto rendimiento en amplias extensiones del territorio para
destinarlas a nuevos cultivos, para aumentar la productividad agrícola considerablemente,
pero estas sustancias pueden tener asimismo efectos adversos para el medio ambiente,
incrementan las posibilidades de exposición humana elevada y ese proceso rompe el
equilibrio natural entre los roedores de campo y sus predadores. Quedamos con la tendencia
de repetir algo ocurrido con generación de virus desconocidos como Junín, y Machupo.
Como dicen los ingleses, in the other hand, para combatir la deforestación causada por la
agricultura intensiva, las autoridades en general lanzan programas de reforestación y
protección de los bosques porque en esos días esta actitud ha se tornado fashion en la área
ambiental, sin darse cuenta de los problemas ya ocurridos en Shropshire con la enfermedad
del sudor.
Como sucede con cualquier amenaza, es primordial la vigilancia permanente. Por lo tanto, el
brote y el rebrote de las enfermedades infecciosas constituyen una amenaza con proyección
mundial. Un diagnóstico precoz y la rápida aplicación de medidas de control son esenciales.
Por lo tanto, se debe preconizar la creación de centros nacionales de vigilancia que actúen
como sistemas de alerta.
La análisis de lo que ocurre con el brote y el rebrote de epidemias recientes indica que
debemos ser más prudentes en nuestras relaciones con el medio ambiente y sus delicados
ecosistemas. Este sencillo principio cayó durante mucho tiempo en la categoría de los buenos
deseos. Pero ignorarlo puede hoy día costarnos muy caro: nada menos que millones de
muertes evitables.
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