Fernando de la Cuadra Editor Técnico Internacional Panda Software (www.pandasoftware.es) E-mail: [email protected] El phishing y los cuentos del S. XXI Internet es, hoy en día, la referencia a la hora de tratar numerosos aspectos de la vida diaria. Cuando surge una noticia, Internet es uno de los grandes medios para informarse. Si hay que hacer un trámite, se busca la manera de hacerlo por Internet; a la hora de comprar algo, la opción de la tienda web se contempla cada vez más. Pero al igual que ocurre con las cosas buenas, Internet también es otra referencia en delitos y actividades ilegales. Por ejemplo, la pornografía infantil, que desde hace mucho tiempo ha existido, pero con Internet el problema ha ganado en intensidad y rapidez; o la piratería de software o música, que se sirve de la Red para extenderse rápidamente y llegar hasta el último rincón. Sin embargo, cuando se trata de estafas económicas, el problema no solo se ha incrementado, sino que ha adquirido nuevas formas. Toda la vida han existido timadores de todo tipo, ladrones con y sin guante blanco y estafadores de cantidades diversas de dinero. Pero hoy en día, Internet ha propiciado que haya más y con mayor rapidez. La manera más rápida de obtener dinero es robarlo, y la manera más rápida de robarlo es engañando por Internet. El phishing es ya un clásico del robo de los datos bancarios de los usuarios a través de correos electrónicos, timo en el que ya han caído muchos usuarios desprevenidos. Estos usuarios estafados seguramente no hubieran caído en la trampa si el timo se hubiera hecho de otra manera. Supongamos que alguien perfectamente vestido, con un aspecto agradable, aborda a un usuario en la calle, en la puerta de una sucursal bancaria. Este individuo se identifica como personal del banco (a pesar de estar en la calle) y le pide alguien por la calle su tarjeta de crédito para comprobar su estado. Es muy posible que prácticamente nadie se prestara a hacerlo. Los usuarios de tarjetas de crédito saben el peligro que supone una tarjeta en manos ajenas, al igual que a los niños saben que no pueden aceptar caramelos por la calle o abrir la puerta de casa a desconocidos. Lo saben por dos motivos fundamentales: porque sus padres se lo han enseñado y porque lo han aprendido en muchos cuentos que se narran a los niños. Hasta hace poco tiempo, muchas de las habilidades sociales de las personas (como, por ejemplo, no proporcionar datos bancarios) se basaban en estos cuentos infantiles. Sin embargo, hoy en día no hay cuentos infantiles que adviertan de los peligros del S. XXI ni enseñen nuevas habilidades sociales, necesarias en nuestro tiempo. Los cuentos infantiles buscan una manera de educar a los niños que no tuviera que basarse en la experiencia. Es mucho mejor hablar a un niño sobre un pastor que amenazaba con la llegada de un lobo que esperar a que el niño descubra las consecuencias de las mentiras y su entorno pague las consecuencias. Cuando Perrault publicó sus cuentos, siempre incluía al final de ellos un pequeño texto explicando claramente la moraleja del cuento. Si hubiera vivido hoy en día, se llamaría “Guía didáctica para padres y educadores”, pero en el siglo XVII, cuando vivió Perrault, se llevaban más las moraleja que las guías didácticas. Aquí extraigo el principio de la moraleja del cuento “Caperucita Roja” “Vemos aquí que los adolescentes y más las jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de la broma de que a tantas el lobo se las coma.” Articulo de Opinión – Abril 2005 Página 1 de 2 Sin embargo, hoy en día los cuentos han pasado no ya a un segundo lugar, sino a un absoluto olvido. La tradición oral está muy perdida, y los cuentos impresos se utilizan más para fomentar el aprendizaje de la lectura que para su fin moralizante. No estaría mal rehacer los cuentos infantiles para que las próximas generaciones no vuelvan a caer en las estafas que los adultos sufrimos. Podrían hablar de hackers (“Caperucita y el Hacker”), de los problemas que plantea la piratería (“El nuevo DVD del emperador”), del robo de identidades (“Rumpelstinkin”), de las estafas (“El webmaster de Hamelin”), etc. ¿Jugamos? Érase una vez una niña que navegaba por Internet en su casa. Siempre utilizaba en su ordenador un ratón de color rojo muy bonito, por lo que todo el mundo la llamaba “Ratoncita Roja”. Un día, su madre le dijo “Ratoncita Roja, necesito que te conectes al banco y le hagas una transferencia a la cuenta que la abuelita tiene en las Islas Caimán”. Ratoncita se conectó y de repente, apareció un pop-up que le pedía, por motivos de seguridad, que introdujera los datos de su cuenta corriente. Ni corta ni perezosa, Ratoncita Roja fue a por su tarjeta de crédito y se conectó al sitio para la verificación de seguridad. Cuando entró, vio que le pedían muchas cosas, e inició un chat con la que creía que era abuelita, pero en realidad era el hacker que le había engañado con una página web similar a la del banco. - Abuelita, ¿por qué has cambiado la IP del servidor? Para tener más visibilidad en buscadores Abuelita, ¿por qué necesita el banco mi tarjeta de crédito? Para ser más seguros. Abuelita, ¿por qué necesitas los datos de entrada a mi cuenta corriente? ¡¡¡PARA ROBARTE EL DINERO!!! Y la cuenta corriente de Ratoncita Roja fue saqueada, y perdió todo su dinero. Cuando fue a reclamar al banco su dinero, en todos los registros aparecía que el dinero había sido retirado por ella misma, con sus datos bancarios secretos. Y los hackers fueron felices y comieron perdices, caviar y champán en las islas Seychelles. Moraleja: “Podemos comprobar que no todas las páginas web son tan ciertas como creemos, y los incautos que creen que los bancos verifican sus datos por correo electrónico caerán en las fauces del los hackers-lobos”Si le contáramos este cuento a nuestros hijos, quizá en el futuro no dejarían que se instalara spyware en el ordenador, ni dejarían sus cuentas bancarias a cualquier correo que se las pidiera. ¿No podríamos revisar en qué aspectos formamos a nuestros hijos y adolescentes?. Fernando de la Cuadra Editor Técnico Internacional Panda Software (http://www.pandasoftware.es/) E-mail: [email protected] Articulo de Opinión – Abril 2005 Página 2 de 2