1 Tema 3. LA TECNOIMAGEN ¿Por qué no estaría

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Tema 3. LA TECNOIMAGEN
¿Por qué no estaría epistemológicamente muerta la fotografía?
Yuji Kawasima, Miguel Juristo y Eva Parra
Desde su nacimiento, (y tal vez como ironía), lo fotográfico estuvo
obligado a convivir con el concepto de muerte. Al ofrecer una manera
supuestamente más objetiva y veraz de acceder a lo real, ha sido
señalado como el más evidente asesino de la pintura. Absorbido por la
dinámica del mercado, la popularización del retrato fotográfico exigió a
sus fotografiados que se acercaran a una experiencia de micro-muerte,
ya que el “exceso de vida” suponía un problema técnico: el movimiento
natural del cuerpo humano, en relación al tiempo largo de exposición
que necesitaban los primeros aparatos, producía indeseables imágenes
borrosas y fantasmagóricas. Para eternizarse vivo, uno debería actuar
como muerto. Por otro lado, abundan los registros de muertos como
muertos, es decir, fotografías que permitían que aquellos que se fueron,
de alguna manera, siguieran entre los vivos. En el campo teórico, Roland
Barthes le otorga el don de sobrevivir a la propia muerte, a la vez que la
clasifica como recordatorio de la mortalidad humana. Sobre la
naturaleza indéxica de la imagen fotográfica - referente, que (d)enuncia
que la cosa fotografiada estuvo ahí - encuentra la especificidad de esta
tipología de imagen en medio de otras tantas formas de producción
visual.
Sin embargo, frente a las posibilidades ofrecidas por los medios
contemporáneos de producir imágenes sin este referente, ¿sigue siendo
posible hablar de fotografía? ¿No sería ésta la hora de anunciar su
muerte? Lejos de contribuir a una visión catastrófica de los medios, que
a menudo se comprueban demasiado simplistas, coincidimos con
Geoffrey Batchen que, en “Ectoplasm: Photography en Digital Age”, opta
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por abordar el momento actual de lo fotográfico a través de la idea de
“crisis”.
La irrupción de la fotografía digital parece que nos empuja a
replantearnos conceptos clave como la representación o el realismo.
¿Pero existe realmente un cambio de paradigma radical entre la
fotografía tradicional y la digital? La respuesta no parece clara. Para
Manovich, en su texto "The Paradoxes of Digital Photography", la lógica
de la imagen digital es paradójica: parece destruir la fotografía mientras
que refuerza lo fotográfico. De esta manera nos hallaríamos en el
terreno de lo que se ha llamado la fotografía después de la fotografía, o
incluso de la postfotografía. Pero, ¿cómo es posible hablar de lo
fotográfico sin referirnos a la fotografía?
Las nuevas tecnologías basadas en la computación permiten no solo
retocar y modificar fotografías, sino también crear imágenes desde la
nada, usando código informático. Las imágenes resultantes son
indistinguibles en aspecto y calidad de las fotografías tradicionales,
pero la principal diferencia es que mientras que la fotografía reivindica
cierta objetividad -algo así como ser un medio de mostración de la
realidad- la imagen digital es el resultado de un proceso ficcional,
mucho más cercano a la acción creativa del arte que a los valores
documentales. Esta imagen digital busca causar una sensación realista,
de credibilidad, de fascinación ilusoria. Tomamos la fotografía como la
verdad visual y por ello lo fotográfico se convierte en lo más apropiado
para generar el pacto de ilusión, el acuerdo cultural entre emisor y
receptor en el cual se establece la credibilidad de la representación. Para
generar esto, nos basamos en las construcciones propias del modo de
uso de lo fotográfico. ¿Por qué? En la cultura moderna hay una fuerte
convicción de tomar la visión fotográfica como objetiva o realista.
Pongamos el ejemplo de los efectos especiales generados por ordenador
en el mundo del cine. Se tiende siempre a envestir de cualidades
fotográficas a las imágenes digitales: profundidad de campo, incidencia
de la luz, etc. Esto quiere decir que seguimos usando la lógica
fotográfica a la hora de producir y recibir imágenes digitales. La ilusión
de realidad se sigue buscando en el realismo fotográfico.
Pero la fotografía misma nace con la idea de manipulación.
Manipulación de la luz, privilegiar ese fragmento del mundo que es el
encuadre o transformar las tres dimensiones en dos, es ya una forma de
adulterar la realidad. Es nuestro pensamiento el que crea la posibilidad
tecnológica, pero éste a su vez se ve influenciado por ella. La
fotografía, como una tecnología, influye en nuestra forma de percibir la
realidad, no solo mostrándonos imágenes que pueden ser falsas, sino
educando nuestra manera de mirar y conceptualizar la existencia. Por
ejemplo, presentando el tiempo como una secuencia lineal de
momentos interrelacionados.
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De acuerdo con Roland Barthes en La cámara Lúcida, el carácter real de
la fotografía no tendría tanto que ver con la apariencia -que la imagen
sea fiel al modelo representado-, como con la presencia -que haya
existido ese modelo, en un espacio y un tiempo determinado-. En este
orden de ideas, la realidad puede haber sido transcrita, ensalzada o
manipulada en la fotografía, pero ésta no desata ninguna duda acerca
de la existencia de esa realidad. Mientras que Susan Sontag describía la
fotografía como “something directly stenciled off the real”, la tecnología
de la computación permite crear imágenes que no tienen un referente
directo en la realidad, pero que sí guardan una similitud con el aspecto
de la fotografía. Según Batchen las imágenes digitales no son signo de
la realidad, sino signo de un signo, son una representación de lo que ya
se percibe como una serie de representaciones. Una copia de una copia.
Cuando se defiende a la fotografía de la incursión de lo digital, no es
tanto la fotografía lo que se intenta defender, sino la propia existencia
de lo real.
Aquí se sitúa el debate de cómo distinguir lo real de lo falso, como
saber cuándo una fotografía está mostrando una imagen verdadera de
una que no lo es, pero más allá de este debate existe otro de una
radicalidad mayor que cuestiona la posibilidad de existencia de un
mundo real. Naturaleza / cultura, humano / máquina, realidad /
representación, muchos pares de conceptos sobre los que descansa
nuestra forma de ver el mundo parecen estar entrando en crisis en un
momento en el que parece que nos encaminamos a vivir en una gran
naturaleza artificial.
Así pues, la fotografía no estaría muerta epistemológicamente porque
su uso cultural no habría cambiado. Las técnicas de manipulación
digital, que parecía que iban a crear una brecha entre la fotografía
analógica y su veracidad con respecto al carácter ficticio de lo digital,
han mostrado que desde su génesis la fotografía se ha basado en la idea
de manipulación y que no existe una objetividad latente en el medio
fotográfico. Y sin embargo seguimos fuertemente atados a su poder de
seducción de lo real, como si lo fotográfico, su sistema y su código,
fueran la única vía para generar cualidades ilusorias efectivas. ¿Seguirá
siendo así en el futuro?
Evidentemente, estas rupturas y continuidades que experimentamos en
relación a lo fotográfico también suponen un cambio que va más allá de
la dimensión productiva; por un lado respecto a la producción de
imágenes digitales sin referente, y por otro, en cómo afectan a la
configuración de un nuevo espectador. Vilém Flusser en “Images in New
Media” se refiere al estatuto de las imágenes en la era postindustrial
también desde la dimensión de la recepción. Una revolución cultural
estaría en curso: como usuarios de “disembodied surfaces” nos
convertimos en espectadores inmuebles. Sobre estas superficies se
imprimen y transitan imágenes que pueden convertirnos en diseñadores
de significados: significados políticos, epistemológicos y estéticos. Los
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nuevos medios, a partir de la capacidad de proponer nuevos procesos
participativos, enfrentan un posible e importante desafío: ¿cómo se
piensa con imágenes? ¿ cómo construir la crítica de imágenes a través
de imágenes? ¿cómo derrotar la opacidad de los medios para disfrutar
plenamente de su potencial democrático? Tras la profunda crisis del
individuo moderno y sus valores culturales, ¿será posible convencernos
de otro tipo de realidad visual más allá de los preceptos de lo
fotográfico? Quizás nos estemos encaminando a lo que sería una nueva
mirada, una visión cyborg, basado en los nuevos planteamientos
surgidos de la relación con los nuevos medios digitales y sus
propiedades.
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