Plaza Brasil y monumento a José Bonifácio de Andrada e Silva Avenida de La Reforma y 10 calle, zona 10 Plaza Brasil y monumento a José Bonifácio de Andrada e Silva Avenida de La Reforma y 10 calle, zona 10 La plaza dedicada a la República Federativa del Brasil fue inaugurada en la Avenida de La Reforma, el domingo 20 de julio de 1963. En esa misma fecha fue descubierto el busto del patriota y sabio José Bonifácio de Andrada e Silva, uno de los promotores de la independencia del Brasil, una obra plástica realizada por el reconocido artista brasileño Bruno Giorgi. El busto fue un obsequio del embajador de la República Federativa del Brasil, señor Martín Francisco Lafayette de Andrada, descendiente directo de José Bonifácio, a la Ciudad de Guatemala como una muestra de buena voluntad y para estrechar, aún más, los lazos de amistad y reciprocidad entre Guatemala y Brasil. En la entrega oficial, el embajador se expresó así: Es triple mi alegría. Primero, porque veo la personalidad de más relieve en la emancipación política de mi patria homenajeada por el pueblo y el gobierno guatemaltecos; por esta nación de gloriosas tradiciones en la historia de las Américas, núcleo político inicial de las primeras investidas de la liberación de los pueblos de esta parte del continente, reducto básico de las Provincias Unidas de Centro América, importante movimiento que sería la base y las raíces de la fundación de las diversas naciones que componen esta importantísima región del globo. (…) Este homenaje del Brasil a Guatemala, del pueblo brasileño al pueblo guatemalteco, ofreciendo por intermedio del embajador el busto del mayor de los brasileños, del padre de la patria, es más un marco de la amistad que une a los dos pueblos amantes de la paz, dos patrias fundadas bajo los mismos principios, educadas en la misma vocación profundamente americanista, de respeto a las columnas maestras del orden internacional; que se resumen en la igualdad de derechos de las naciones y tributo a la democracia En esta grandiosa celebración de amistad recíproca estuvieron presentes el alcalde de la ciudad, licenciado Francisco Montenegro Sierra, el coronel Guillermo Rendón Vasconcelos, oficial mayor del Ministerio de la Defensa y en su calidad de representante personal del jefe de Gobierno, coronel Peralta Azurdia, licenciado Alberto Herrarte, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, señor Antonio Chocano Batres, jefe del protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores, honorable cuerpo diplomático y miembros del concejo municipal y el alcalde auxiliar de la zona 10. El señor Alberto Montezuma Hurtado, ilustre embajador colombiano ante nosotros, quien hizo la apología de don José Bonifácio de Andrada e Silva. En la parte final del homenaje, el alcalde capitalino se dirigió a la concurrencia para expresar, en nombre del concejo y de la Ciudad de Guatemala, la oportunidad de colocar en el paseo de La Reforma el busto de uno de los varones y patriotas más preclaros de América, como lo fuera don José Bonifácio de Andrada e Silva: Figura cimera cuyos ideales de dignidad y grandeza atravesaron la vasta selva amazónica, se elevaron para tramontar la muralla centinela de los Andes y se esparcieron con generosidad por todos los confines del suelo americano. Después de terminado el acto, en la sede de la embajada brasileña, fue ofrecida una recepción que resultó todo un éxito por la gentileza y cordialidad de los distinguidos anfitriones. Una semana después de este acto, el embajador brasileño recibió la Orden del Quetzal, en el grado de Gran Cruz, condecorado por el ministro de relaciones exteriores de Guatemala, licenciado Alberto Herrarte. Reseñas biográficas Sobre el prócer brasileño José Bonifácio de Andrada e Silva Naturalista, estadista, poeta y político brasileño, nació el 13 de junio de 1763 en la ciudad de Santos, São Paulo, Brasil. Es conocido por el epíteto de Patriarca de la Independencia. Descubrió y describió cuatro minerales, incluida la muy importante petalita, en la cual posteriormente se encontrara el elemento litio. Fue ministro del reino de los Negocios Extranjeros, de enero de 1822 a julio de 1823; asimismo, fue profesor en Coimbra y al mismo tiempo Intendente General de Minas y Metales del Reino de Portugal, Administrador de las Fundiciones de Hierro de Figueró dos Vinhos, Administrador de las Minas de carbón de piedra de Buarcos, Inspector de Plantas y Sementeras, Director del Laboratorio de la Casa de Moneda de Lisboa. Desde el comienzo apoyo la Regencia de D. Pedro de Alcântara. Proclamada la Independencia, organizó la acción militar contra los focos de resistencia a la separación de Portugal, y comandó una política centralizadora. Durante los debates de la Asamblea Constituyente, se dio la separación de él y sus hermanos Martim Francisco Ribeiro de Andrada y Antônio Carlos Ribeiro de Andrada Machado e Silva con el Emperador. El 16 de julio de 1823, Don Pedro I cesó el ministerio y José Bonifácio pasó a la oposición. Después del cerramiento de la Constituyente, el 11 de noviembre de 1823, José Bonifácio fue desterrado y se exilió en Francia, donde vivió en la ciudad de Burdeos durante seis años. De vuelta en Brasil, y reconciliado con el Emperador Don Pedro I, tomó la tutoría de su hijo Pedro II de Brasil cuando éste abdicó en 1831, permaneciendo como tutor del futuro emperador hasta 1833, fecha en la que fue exonerado del cargo por el gobierno del Período Regente del Imperio de Brasil. Falleció en la ciudad de Niterói, Rio de Janeiro, Brasil, el 6 de abril de 1838. Sobre el artista plástico Bruno Giorgi (1905-1993) Escultor y profesor brasileño, nació en la ciudad de Mococa, São Paulo, el 13 de agosto de 1905. Hijo de inmigrantes italianos, viajó a Italia a los seis años de edad, donde vivió hasta su juventud. Estudió en Roma, en la escuela del escultor Loss. Durante el periodo de Mussolini fue activista político, participando del movimiento antifascista. Fue condenado y preso en Nápoles, pero allí solamente cumplió pena de cuatro años porque consiguió ser extraditado a Brasil. Más tarde regresa a Europa y vive un tiempo en París. Retorna a Brasil en1939 para dedicarse completamente al trabajo escultórico. Compartió su arte con el escultor Joaquín Figueira, se integró al movimiento modernista brasileño, y al grupo Santa Helena. Su primera escultura, denominada Monumento a la juventud brasileña (1946) forma parte los jardines del Ministerio de Educación y Salud en Rio de Janeiro. Otros trabajos son: monumento a Dante Alighieri (1954), en la Plaza José Gaspar Dutra en São Paulo; Os guerreiros (1960), conocida como Candangos, colocada en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia; José de Anchieta (1960), en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España; Meteoro (1964), en el Palacio de los Arcos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasilia; Ritual (1970), en Tel Aviv, Israel; Os fundadores y A mulher de Mococa, se encuentran en plazas públicas de su ciudad natal; Os guerreiros. São Francisco, Lobo de Gubio y Torso se encuentran en el museo de artes plásticas Quirino da Silva, en la ciudad de Mococa, São Paulo. Asimismo, participó de numerosas exposiciones y en 1953 recibió el premio al mejor escultor en la II Bienal de São Paulo, y en 1967, tuvo una sala especial en la bienal de ese año. En 1985, se llevó a cabo una exposición con la recopilación de toda su obra en el Ministerio de Educación y Salud de Rio de Janeiro y en la Galería Skultura, de São Paulo. Falleció a los 88 años de edad, en la ciudad de Rio de Janeiro, el 7 de septiembre de 1993. EM PORTUGUES: Praça Brasil e monumento a José Bonifácio de Andrada e Silva Avenida de La Reforma y 10 calle, zona 10 A praça dedicada à República Federativa do Brasil foi inaugurada na Avenida de La Reforma, no dia domingo 20 de julho de 1963. Nessa mesma data foi desvelado o busto do patriota e sábio José Bonifácio de Andrada e Silva, um dos promotores da independência do Brasil, uma obra plástica realizada pelo reconhecido artista brasileiro Bruno Giorgi. O busto foi um obsequio do embaixador da República Federativa do Brasil na Guatemala, senhor Martín Francisco Lafayette de Andrada, descendente direto de José Bonifácio, à Cidade da Guatemala como uma amostra de boa vontade e para unir, ainda mais, os laços de amizade e reciprocidade entre a Guatemala e o Brasil. Na entrega oficial, o embaixador disse o seguinte: É triple a minha alegria. Primeiro, porque vejo a personalidade de mais relevo na emancipação política da minha pátria homenageada pelo povo e governo guatemaltecos; por esta nação de gloriosas tradições na história das Américas, núcleo político inicial das primeiras investidas da libertação dos povos desta parte do continente, reduto básico das Províncias Unidas de Centro América, importante movimento que seria a base e as raízes da fundação das diversas nações que compõem esta importantíssima região do globo. (…) Esta homenagem do Brasil à Guatemala, do povo brasileiro ao povo guatemalteco, oferecendo por intermédio do embaixador o busto do maior dos brasileiros, do padre da pátria, é mais um marco da amizade que une aos dois povos amantes da paz, duas pátrias fundadas sob os mesmos princípios, educadas na mesma vocação profundamente americanista, de respeito às colunas mestras da ordem internacional; que se resumem na igualdade dos direitos das nações e tributo à democracia. Igualmente, nesta grandiosa celebração de amizade recíproca estiveram presentes: o prefeito da cidade, licenciado Francisco Montenegro Sierra, o coronel Guillermo Rendón Vasconcelos, oficial maior do Ministério da Defesa Nacional e na sua qualidade de representante pessoal do chefe de Governo, coronel Peralta Azurdia, licenciado Alberto Herrarte, ministro de Relações Exteriores da Guatemala, senhor Antonio Chocano Batres, chefe do protocolo do Ministério de Relações Exteriores, honorável corpo diplomático, membros do conselho municipal e o prefeito auxiliar da zona 10. O senhor Alberto Montezuma Hurtado, ilustre embaixador colombiano ante nós, fez a apologia de dom José Bonifácio de Andrada e Silva. Na parte final da homenagem, o prefeito da cidade dirigiu-se à concorrência para expressar, em nome do conselho e da Cidade da Gutemala, a oportunidade de colocar neste passeio de La Reforma o busto de um dos varões e patriotas mais preclaros da América, como o fora dom José Bonifácio de Andrada e Silva: Figura majestosa cujos ideais de dignidade e grandeza atravessaram a vasta selva amazônica, se elevaram para tramontar a muralha sentinela dos Andes e se alargaram com generosidade por todos os confins do solo americano. Depois disto, na sede da embaixada brasileira foi oferecida uma recepção que se caracterizou pela gentileza e cordialidade de seus distinguidos anfitriões. Uma semana após este ato, o embaixador brasileiro recebeu a Ordem do Quetzal, no grau de Grande Cruz, condecorado pelo ministro de relações exteriores da Guatemala, licenciado Alberto Herrarte. Resenhas biográficas… Sobre o prócer brasileiro José Bonifácio de Andrada e Silva Naturalista, estadista, poeta e político brasileiro, nascido em 13 de junho de 1763 na cidade de Santos, São Paulo, Brasil. Foi conhecido pelo epíteto de Patriarca da Independência. Descobriu e descreveu quatro minerais, incluída a muito importante petalita, na qual posteriormente foi encontrado o elemento lítio. Teve cargos públicos como o de ministro do reino dos Negócios Estrangeiros, de janeiro de 1822 até julho de 1823; igualmente, foi professor em Coimbra e ao mesmo tempo Intendente Geral de Minas e Metais do Reino de Portugal, Administrador das Fundições de Ferro de Figueró dos Vinhos, Administrador das Minas de carvão de pedra de Buarcos, Inspetor de Plantas y Sementeiras, Diretor do Laboratório da Casa de Moeda de Lisboa. Desde o começo apoiou à Regência de D. Pedro de Alcântara. Proclamada a Independência, organizou a ação militar em contra dos focos de resistência à separação de Portugal, e comandou uma política centralizadora. Durante os debates da Assembleia Constituinte, deu-se a separação dele e seus irmãos, Martim Francisco Ribeiro de Andrada e Antônio Carlos Ribeiro de Andrada Machado e Silva, com o Imperador. Em 16 de julho de 1823, Dom Pedro I cessou o ministério e José Bonifácio passou a integrar à oposição. Depois do encerramento da Constituinte, em 11 de novembro de 1823, José Bonifácio foi desterrado, partindo para o exílio na França, onde viveu na cidade de Burdeos durante seis anos. De volta ao Brasil, e reconciliado com o Imperador Dom Pedro I e quando este abdicou em 1831, tomou a tutoria do seu filho Pedro II do Brasil, permanecendo como tutor do futuro imperador até 1833, data na que foi exonerado do cargo pelo governo do Período Regente do Império do Brasil. Faleceu na cidade de Niterói, Rio de Janeiro, Brasil o dia 6 de abril de 1838. Sobre o artista plástico Bruno Giorgi (1905-1993) Escultor e professor brasileiro nascido na cidade de Mococa, São Paulo, em 13 de agosto de 1905. Filho de imigrantes italianos. Viajou à Itália aos seis anos de idade, onde viveu até sua juventude. Estudou em Roma, na escola do escultor Loss. Durante o período de Mussolini foi ativista político, participando do movimento antifascista. Ele foi condenado e levado à prisão em Nápoles, cidade na que somente cumpriu pena de quatro anos porque conseguiu ser extraditado ao Brasil. Logo mais volta para Europa e mora um tempo em Paris. Após um tempo, volta ao Brasil em 1939, se dedicando completamente ao trabalho escultórico. Compartilhou seu trabalho com o escultor Joaquim Figueira, se integrou ao movimento modernista brasileiro, assim como também ao grupo Santa Helena. Sua primeira escultura, denominada Monumento à juventude brasileira (1946) forma parte dos jardins do Ministério de Educação e Saúde no Rio de Janeiro. Outros trabalhos são: monumento a Dante Alighieri (1954), na Praça José Gaspar Dutra em São Paulo; Os guerreiros (1960), conhecida como Candangos, colocada na Praça dos Três Poderes de Brasília; José de Anchieta (1960), em Santa Cruz de Tenerife, Ilhas Canárias, Espanha; Meteoro (1964), no Palácio dos Arcos do Ministério das Relações Exteriores de Brasília; Ritual (1970), em Tel Aviv, Israel; Os fundadores e A mulher de Mococa, encontram-se em praças públicas da sua cidade natal; São Francisco, Lobo de Gubio e Torso pertencem ao museu de artes plásticas Quirino da Silva, na cidade de Mococa, São Paulo. Os guerreiros. Igualmente, participou de inúmeras exposições e em 1953 recebeu o premio ao melhor escultor na II Bienal de São Paulo e em 1967, teve uma sala especial na bienal daquele ano. Em 1985, houve uma exposição contendo uma recopilação de toda sua obra no Ministério de Educação e Saúde do Rio de Janeiro e na Galeria Skultura, de São Paulo. Faleceu aos 88 anos de idade, na cidade do Rio de Janeiro, em 7 de setembro de 1993. Resumen noticioso… El Imparcial, 23 de julio de 1963. p. 3-13. José Bonifácio de Andrada e Silva héroe de la libertad Del Brasil Palabras del señor embajador de Colombia al descubrirse el bronce del Libertador Por Alberto Montezuma Hurtado, embajador de Colombia ante Guatemala Sin duda alguna, el espíritu de nuestra cordial vecindad amazónica, influyó en Martín Lafayette de Andrada, ilustre embajador del Brasil en Guatemala, para honrarme con el singular encargo de acompañarlo en la exaltación de un egregio antecesor familiar suyo, don José Bonifácio, personaje que se salió de su época como suele suceder con los ejemplos y con las leyendas. He aceptado la obligante invitación, no solo por la amistad que me une al gentil diplomático, sino por un reflejo de la simpatía tradicional con que los colombianos miramos al Brasil, aplaudimos sus obras, comprendemos a sus hombres. No constituyen legión los compatriotas míos poco idóneos en el conocimiento y la apreciación del mundo brasileño; cuando se habla de la dinámica humana y de la impulsividad creadora de las ciudades pensamos en São Paulo, por ejemplo, y en las fuerzas desprendidas de su inconformidad; si se trata de la destreza indispensable para dotar a la vida de cierto estilo de encantamiento, inmediatamente acude a nosotros una imagen de Rio de Janeiro, donde todo hasta los accidentes de la naturaleza han sido aprovechados para producir infinitas emociones estéticas; si hablamos de nuestras esmeraldas, en alguna forma se asocia a ellas el recuerdo de los diamantes del Brasil, como en una relación de piedra preciosa a piedra preciosa y situándose en un zona común, desde luego que su suelo como el nuestro esconde riqueza parecida. Y el hecho mismo de que un colombiano lleve complacido la palabra en la inauguración del monumento de un brasileño preclaro, está probando la receptividad de nuestro camino frente a glorias brasileñas que de algún modo son nuestras, por ser glorias americanas. Este don José Bonifácio de Andrada e Silva pensó una vez, en el curso de sus andanzas de exiliado, plantar la tienda en Colombia, acogerse a su sol, a sus aguas cristalinas, a su pan de buena levadura, y habría realizado su pensamiento si otros no fueran los rumbos trazados calladamente por su destino. Le llamaba la atención el país nuevo y libre, que a sangre y fuego conquistara el derecho a ejercer la coyuntura para la aplicación de sus conocimientos científicos, lejos de la política, de sus compromisos y de sus traumas. Porque este don José Bonifácio se preparó para robarle a la tierra sus secretos, en provecho de la especie; nada en el contemporáneo mundo de la geología le era desconocido, como tampoco en la esfera diabólica de la química y a tanta trascendencia alcanzaron sus estudios, que en una etapa fecunda de su vida, fue profesor en Coimbra y al mismo tiempo Intendente General de Minas y Metales del Reino de Portugal, Administrador de las Fundiciones de Hierro de Figueró dos Vinhos, Administrador de las Minas de carbón de piedra de Buarcos, Inspector de Plantas y Sementeras, Director del Laboratorio de la Casa de Moneda de Lisboa. Pocos hombres resisten tanta carga, pocos salen airosos de tan varias y superlativas responsabilidades. Que no son muchas sin embargo, ni tan graves para el genial brasileño, pues de pronto se transforma en militar y presta su ayuda al pueblo portugués contra la invasión napoleónica. Es todo un soldado, no un simple leude ardido por el guerrero entusiasmo, y en el Cuerpo Militar Académico que comanda el profesor de matemáticas Tristán Álvarez da Costa Silveira, nuestro José Bonifácio sirve la sargentía mayor para terminar más tarde en el ejercicio de la comandancia. Pero no logran los galones de la coronelía, ni tampoco el honor de su admisión a la Academia de Ciencias del Portugal, aquietar los vivos deseos de regresar al Brasil que comienzan a arder en su alma como llamas espontáneas. Supone que el suyo es territorio destinado a ser el asiento de una nueva civilización, y al fin, en uso de pasaporte de agosto de 1819, realiza su reencuentro con la naturaleza tropical, con los árboles olvidados, con los colores, con la sensación de su ilimitada fuerza latente. Seguir los pasos iniciales de don José Bonifácio a lo largo y ancho de su patria redescubierta, es tarea del biógrafo y no del circunstancial apologista; de tal manea que me limito a evocarlo en su faz de visionario, en su anhelo de una constitución propia de su tierra, esto es, un estado de final independencia de la ley lusitana; en su clamor por la multiplicación de las escuelas primarias y de las universidades; ya convencido de la urgencia de consolidar la unidad brasileña; ya obsesionado por la idea de establecer una especie de pacto social que poco a poco diera al indio y al negro la conciencia de sí mismos, como condición previa a la altivez de la ciudadanía; y ya proyectando la fundación de una ciudad central en el interior del Brasil, que fuera sede del gobierno y de la justicia y de donde partieran grandes vías despejadas hacia todas las provincias y hacia todos los pueblos del mar; por sus irradiaciones aquella ciudad entonces utópica había de ser una especie de Nueva Jerusalén. Anticipándose al futuro, don José Bonifácio habría de reflexionar también sobre la posibilidad de un nuevo régimen de tierras, de una subdivisión de la propiedad territorial, que revolucionara la economía y elevara a niveles no sospechados las condiciones sociales de su país. Un hombre que por los años de 1820 a 1825 pensara así, no podía ser otra cosa que un iluminado. Al pleno ejercicio de poder Bonifácio entrará más tarde, cuando el Brasil rompa sus amarras con las Cortes portuguesas, y constituya su propio gobierno. Será Ministro del Reino y de los Negocios Extranjeros, un ministro empeñado en establecer las bases políticas de la existencia nacional con la minuciosidad, el cálculo y el sólido aplomo de una labor científica. Naturalmente, el inquieto ministro comprenderá que un pueblo no puede ser libre sin una carta constitucional que estructure sus movimientos y afirme su libertad; de tal manera que su primer proyecto será la convocatoria de una Asamblea Constituyente, que escuche la voz de la patria e instaure el imperio de la ley. Pero no contaba José Bonifácio con que los pueblos no son unánimes ni siquiera cuando tratan de ser libres; las dudas los enfrían, la aprensión los intimida, las disidencias y las reservas mentales dan a su acción una babélica tonalidad. La vida emancipada está por asentarse, los planes por cumplirse, la nacionalidad por adquirir motivos y caracteres perdurables; la edificación de la patria está, en fin, por llevarse a término, y es entonces cuando más problemas surgen, de todo estilo y dimensión, cuando el gobierno ve sus horizontes poblados de interrogantes y sombras, y es también entonces cuando José Bonifácio da la medida de su alma, preparada para las tormentas, pero incapaz de transigir, de vencer la impaciencia, de tolerar la presunción y la mediocridad ajenas. Bien es cierto que estaba sumergido en la política como en otra ciénaga florida. Pueden cubrir la superficie delicadas flores del agua; pueden en ella reflejarse la luz y el cielo cambiante; pero muchos elementos inferiores agitan su movilidad en el fondo de la florida ciénaga política, a pesar de su irresistible atractivo, especialmente muchos renacuajos humanos, con sus instintos y sus naturales pasiones de renacuajo, y nuestro José Bonifácio no tardará en ser víctima de sus intrigas y de la acción abierto o subterránea de su envidia. Cuatro años han pasado desde su ascenso al poder cuando acosado por las malquerencias se verá en el caso de renunciar a su Ministerio; con todo, la renuncia no es sino la primera etapa de su caída, la segunda es la prisión, la tercera el exilio. No ha realizado ni siquiera la mitad de sus sueños; la serie impetuosa de sus esfuerzos se ha convertido en una dramática ronda de frustraciones. Con su desilusión a cuestas, sienta el real en un apacible vecindario de los alrededores de Burdeos, ¿y qué hace allí el viejo geólogo, el indomable ministro del Reino y de sus Relaciones Exteriores? ¿Acaso medita? ¿Tal vez se lamenta? ¿Vive en trance imprecatorio contra las perversidades de sus prójimos? No; traduce a Virgilio y a Píndaro y compone odas sáficas y anacreónticas, aprovechando la riqueza de otras vetas de su espíritu. El mundo y las armonías interiores no se han acabado para él; no empaña su corazón saudade alguna de sus esplendorosos tiempos de poder, y él mismo confiesa que no puede conceder importancia al humo de las grandezas humanas. No me parece necesario emplear más palabras y acudir a más historia para probar como era nuestro José Bonifácio un hombre superior. Sólo el pensamiento de la patria lo pone a veces taciturno y el miedo a no volver le inspira versos tristes: “Vales e serras, altas matas, rios –Nunca mais vos verei...” Su suerte es esquiva o contraria, pero jamás ha sido cruel, y un día le permite regresar; el exiliado trae la cabeza blanca y sin embargo, como dijera un compatriota mío, tal vez “no le inquietan las canas que hay por fuera –sino las otras, las que van por dentro”. Afrontará nuevas responsabilidades, librará recios combates y definitivamente no perderá sino uno, el de la muerte, que lo atierra para siempre, a los 75 años, un 6 de abril de 1838. A Latino Coelho pertenecen las siguientes palabras: Tuvo José Bonifácio de Andrada e Silva todas las fortunas que lisonjean la ambición; todas las contradicciones con que se fortalece el desengaño. Tuvo la idolatría de las multitudes y la persecución de los enemigos; el favor de las coronas y la ingratitud de los patentados; la estatua y el exilio. Este es, ciudadanos, el brasileño que de ahora en adelante va a acompañarnos desde la mudez tranquila de su bronce. También un día quiso venir a Guatemala; soñaba con la explotación de minas fantásticas y con el goce intenso del clima de los crepúsculos y de los paisajes. Ahora está como en su propia casa; un grande hombre ha venido a casa de noble estirpe, engalanada por las leyendas y cuya grandeza se mide por la alta suma de valores que contiene y no por los tamaños y las cantidades mensurables. Queda noblemente alojado don José Bonifácio de Andrada e Silva, un hombre que actúo en su vida como quería Goethe que actúen los grandes hombres, en forma tal que aún después de la muerte continúen actuando como si vivieran.