Un caballo desbocado

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Selección de cuentos de ajedrez - Club d’Escacs Sant Martí (Barcelona)
UN CABALLO DESBOCADO1
por Jorge D. Lapietra
- ¡Mirando por la ventana! ¿Qué crees que estoy haciendo?
Julia se le quedó viendo, sabía que si esperaba lo suficiente Sergio
terminaría por contarle lo que lo tenía preocupado.
- ¡Es increíble! Le gano todas las malditas partidas. - Reventó al fin . Luego de treinta años dedicados a la máquina, termina vencida
por un niño de doce años.
No necesitaba decir "Computador Algorítmico de Engramas
Combinados", o C.A.E.C. como la llamaba normalmente, sólo "La
Máquina", ella sabía a cual se refería. Veinte años de sufrimiento,
recolectando los patrones cerebrales de más de 500 ajedrecistas,
todos ellos maestros indiscutibles, combinándolos y haciéndolos
trabajar en armonía dentro de un gran computador. Luego vinieron
las pruebas, la enfrentó a los mejores; y salvo por 12 partidas
terminadas en tablas los superó a todos.
- ¡Pregúntale! - dijo simplemente. - ¡Debes hacerlo!
- Lo sé, pero no me animo...
Analizando las posibilidades todo se reducía a dos, primero: El
muchacho era un genio, con lo cual solo tendría que agregar sus
engramas cerebrales a la máquina y el problema estaba resuelto o,
y aquí sintió escalofríos, todo su trabajo había sido en vano.
- ¡Llámalo ahora! - Dijo Julia - ¡Agarra de una vez el maldito
teléfono! Si no vas a estar cavilando durante semanas, o peor, no
vas a hacerlo.
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Fragmento de Instituto de Ciencias.
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Vio como lentamente se acercó al aparato, lo tomó en sus manos,
todavía dudando, pero decidido... Discó...
- ¿Señor Suárez?... Sergio Salta, quisiera hablar con Carlitos...
¡Sí!...¡Como no!
- Fue a buscarlo - aclaró sin necesidad.
- Hola, ¿Carlitos?... ¿Te acuerdas de mí?... bien, quisiera que
vinieras a pasar el fin de semana en el instituto... No, no hiciste
nada malo, sólo quiera charlar con vos... ¡Nada de Ajedrez, lo
prometo!... Bueno, hasta el sábado.
-¡Vendrá¡ - dijo sin entusiasmo -. Pero sigo sin entenderlo... - Y
volviéndose se dirigió otra vez a la ventana.- ¡No entiendo!
Julia se retiró, si se quedaba terminarían discutiendo. La frustración
de su marido era demasiado profunda como para querer consolarlo,
y mucho menos para decirle que ella sabía...
La semana transcurrió lentamente para él, todo el mundo que se le
acercaba quería saber, claro, pero no tenía respuestas, sólo
preguntas. Un joven de una revista insinuó que todo su trabajo
había sido un fraude, y esto lo puso de muy mal humor.
Julia lo observaba sin decidirse, tal vez se diera cuenta solo, así no
tendría que forzar una charla la cual terminaría en una discusión, y
ella lo amaba...
Y llegó el sábado...
Sergio salió a recibir al "niño que había vencido a la máquina" como
lo llamaban en la prensa.
Pese a su mala predisposición, terminó por reconocer que el
muchacho le agradaba. Luego del recorrido por el instituto y de
contestar a las ingenuas preguntas de Carlitos, se fue dando cuenta
de que el chico era sólo eso, un chico, le interesaban las secciones
dedicadas a los temas que resultaban acordes a su edad, y a pesar
de ser bastante listo, no era un genio, lo cual resultaba altamente
inquietante para Sergio.
Esa noche lo llevó a su casa, donde lo vio jugar con sus hijas... se
mostró muy cortés elogiando la comida de Julia y mostrando su
admiración por todo lo que había visto durante el día.
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Ya en cama...
- ¡Demonios!, es un chico totalmente normal, por más que trato no
encuentro la forma en que puede ganarle a C.A.E.C. ¡No puede!,
¡alguien me ha traicionado!
- Tranquilo querido, nadie te ha traicionado - y con tacto agregó sabes que en una época yo también jugaba... ¿me permites que
mañana le haga un par de preguntas?
- No sé de qué va a servir, pero adelante, a mí se me acabaron las
ideas...
Durante el desayuno...
- ¿Así que te vuelves a casa Carlitos?, sírvete otra tostada.
- ¡Aha!
-Y... ¿Te vas a inscribir en el torneo juvenil de ajedrez?
-¡Oh no! Señora, no me gusta el ajedrez.
Sergio escuchaba atentamente.
- Pero sin embargo le ganaste a la máquina, y eso es muy difícil.
- No sé cómo lo hice, al ratito de estar jugando, ya estaba aburrido.
- ¿Y entonces?
-¡Nada¡ Sólo empecé a mover el caballo para cualquier lado, quería
terminar pronto... ¡Ay!
El señor Salta se levantó bruscamente y salió corriendo del
comedor. Seguido por las miradas sorprendidas de sus hijas y del
muchacho, pero en los ojos de su esposa se veía una extraña
mirada de satisfacción.
-¡Bueno!, terminen de desayunar y luego te llevaré en el coche
hasta tu casa.
...
Al regresar Julia encontró a su marido feliz. Corrió a su encuentro y
la besó con pasión.
- Sé que no lo sabes, pero me has ayudado a resolver el problema
de la máquina, la había hecho demasiado perfecta.
- ¿Cómo dices querido?
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- Digo, que la máquina consideraba siempre las jugadas posibles de
su adversario, pero descartaba la posibilidad de que no quisiera
ganar.
- ¡Cálmate querido!, no te entiendo.
- Digo que... ¡Bah!, sólo tuve que agregarle un pequeño factor de
azar en..., no importa -. La volvió a besar y salió hacia su
laboratorio.
Julia sonrió...
- Mamá - la mayor de sus hijas la miraba extrañada.
- ¿Sí?
- Tú sabías la respuesta, ¿verdad?
- Y también tu padre, él me la dio hace años - continuó -. Fue el día
en que nos conocimos, yo era estudiante de último año y él vino a
mi colegio a dar una conferencia sobre no sé qué, pero sí recuerdo
como terminó su discurso...
- "... Sigan adelante señoritas, porque nada puede reemplazar la
improvisación de la mente humana...".
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