6. Los Reyes Católicos. La construcción del Estado Moderno 6.1. Los Reyes Católicos: La unión dinástica. Integración de Castilla y Aragón En 1479, diez años después del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, se produjo la unión dinástica de ambos reinos, al subir Fernando II al trono tras morir su padre, y ganar Isabel I la guerra civil que sacudía Castilla con motivo de la sucesión de Enrique IV. La unión política de ambas coronas planteaba 3 objetivos comunes. En primer lugar, conseguir la integración de todos los reinos peninsulares bajo su mandato: Granada en 1492, Rosellón y Cerdaña en 1493, Navarra en 1515 y un intento de unión dinástica con Portugal, que daría sus frutos con Felipe II. En segundo lugar, la unidad religiosa de sus súbditos, mediante la creación del Tribunal de la Inquisición en 1478, que fue la única institución, junto con la monarquía, común para ambos reinos; la expulsión de los judíos en 1492 y la de los mudéjares en 1502 (de Castilla, de Aragón no lo serían hasta 1526). Los que se quedaron, aceptando la conversión, fueron posteriormente perseguidos por la Inquisición que les acusaba de “falsos conversos”. En tercer lugar, los Reyes Católicos (1479-1516) buscaron centralizar su poder sometiendo políticamente a la nobleza, a cambio de conservar su preeminencia social mediante la ratificación de sus privilegios, el aumento del poder de la Mesta y la fundación de mayorazgos (1505). Además, crearon instituciones para aumentar el poder real. Por último, hay que destacar que la unión matrimonial no supuso una cohesión territorial ni institucional, pues cada reino mantuvo sus instituciones, leyes, sistemas de recaudación, monedas, lenguas y aduanas. No obstante, consideramos a los Reyes Católicos como los creadores de la denominada Monarquía Hispánica. 6.2. Los Reyes Católicos: La conquista del Reino Nazarí y la incorporación de Navarra Uno de los objetivos de la política de los Reyes Católicos (1479-1516) fue la integración de todos los reinos peninsulares bajo su mandato y la unificación religiosa de toda la península. Esto, unido a la búsqueda de una manera para orientar el espíritu belicista de la nobleza, llevó a la conquista del Reino Nazarí de Granada, culminación del proceso de la Reconquista medieval. El Reino de Granada fue el único reino de taifa que había sobrevivido desde la caída del Imperio Almohade, dos siglos atrás. Comprendía las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería. La guerra de Granada (1481-1492) fue una guerra de asedios, que mezcló elementos modernos con elementos medievales, y que fue financiada en parte gracias a la promulgación de una Bula de Cruzada. Las disputas entre el rey nazarí Boabdil y su padre favorecieron la derrota, entrando los Reyes Católicos en Granada el 2 de enero de 1492. Las Capitulaciones incorporaban Granada a Castilla, y fueron muy tolerantes con los vencidos. No obstante, su incumplimiento llevó al deterioro de la convivencia, hasta que los mudéjares se sublevaron entre 1499 y 1502, año en que fueron derrotados y obligados a convertirse o exiliarse, como les había sucedido a los judíos en 1492. Surgieron entonces los moriscos, musulmanes cristianizados, que se convirtieron en uno de los problemas religiosos de España en la Edad Moderna. Para la monarquía autoritaria, la religión se había convertido en un instrumento más de control político y social. El reino de Navarra, a la muerte del rey Juan II de Aragón en 1479, pasó por vía matrimonial de su hija a la casa de Foix. Con el tiempo, las simpatías de los reyes navarros por Francia, dieron a Fernando el Católico a excusa para intervenir en 1512 y en 1512 el duque de Alba ocupó sin dificultad el reino. Tres años dEspués quedó incorporado a la Corona de Castilla, conservando la autonomía de sus instituciones, sus fueros y su condición de reino propio 6.3.- Los RRCC: la integración de las Canarias y la aproximación a Portugal En el Atlántico, el mayor éxito de la Corona de Castilla fue el reconocimiento de su soberanía sobre las Islas Canarias e incluso hubo algunas expediciones andaluzas hasta el golfo de Guinea que alertaron a Portugal, aunque los Reyes Católicos renunciaron a la expansión por el África Occidental para asegurar la amistad con Portugal y se centraron en la ocupación del archipiélago. Para ello confirmaron los señoríos particulares y ordenaron la conquista de La palma, Gran Canaria, Tenerife que se realizó entre 1483 y 1496.Las formas de conquista y colonización fueron un ensayo de lo que se haría en breve en América: recursos humanos y económicos aportados por particulares, andaluces y genoveses, que pactaron con los reyes. También sirvió de ensayo para el tratamiento dado a los indígenas, la introducción de cultivos y la acomodación de instituciones. La aproximación a Portugal queda determinada por los acuerdos para delimitar l expansión marítima y territorial de ambas Coronas con el Tratado de Tordesillas de 1494 y ha de entenderse como un elemento más de su política exterior: cerco diplomático y militar a Francia y dominio de Italia, alianza estable con el Imperio romano-germánico y entendimiento cordial con Inglaterra y Portugal.. La política matrimonial de los Reyes Católicos fue el instrumento para lograr estos objetivos: sus hijos Juan y Juana se casaron respectivamente con Margarita y Felipe, hijos de Maximiliano de Austria; Catalina acabó casada con Enrique VIII e Isabel, la hija mayor contrajo matrimonio con Alfonso, heredero del trono portugués y, muerto éste con su hermano Miguel, matrimonio que daría sus frutos más tarde con la incorporación de Portugal al Imperio de Felipe II. 6.4. La organización del Estado bajo los Reyes Católicos: instituciones de gobierno. Los Reyes Católicos (1479-1516) dieron impulso a algunas instituciones ya existentes y crearon otras nuevas, con el objetivo de aumentar su poder frente a la nobleza y a las oligarquías urbanas, sentando las bases para la creación de la monarquía autoritaria. En Castilla fueron más lejos en la aplicación del autoritarismo monárquico que sus antepasados. No sucedió lo mismo en Aragón donde las instituciones, con escasas excepciones permanecieron intactas, y el pactismo en el que se basaban sobrevivió. Tan solo podemos destacar el recorte del poder nobiliario tras la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), cuando Fernando II prohibió los “malos usos”. En Castilla las Cortes perdieron importancia y acabaron convocándose sólo para aprobar subsidios cuando los reyes lo necesitaban, si los conseguían por otros medios como ocurrió en la campaña de Granada prescindían de convocarlas; y jurar fidelidad a los nuevos monarcas. Por el contrario los Reyes Católicos impulsaron la creación de los Consejos, directamente dependientes de la corona. El Consejo de Castilla o Consejo Real creado en el siglo XIV, fue reorganizado en las Cortes de Toledo de 1480 y convertido en Tribunal Supremo y cuerpo consultivo de los reyes en materia de aministración y política. Su presidente lo era también de las Cortes, y era nombrado por el monarca. Los Reyes Católicos también crearon otros consejos, como el de Aragón (1494) y el de las Órdenes Militares (que administraba a las 3 órdenes castellanas). Crearon también la figura de los Secretarios Reales, que enlazaban los Consejos con los reyes. Además, acometieron una reforma de la justicia impulsando la figura de los corregidores de los concejos como primera instancia judicial, la Audiencia o Chancillería como segunda instancia y al ya mentado Consejo Real como tercera y última. Crearon además un cuerpo armado de ámbito rural, la Santa Hermandad de Castilla en 1476, que perseguía, juzgaba y ejecutaba a los delincuentes, y en ocasiones servía como ejército nacional. 6.5. La proyección exterior bajo los Reyes Católicos. Política italiana y norteafricana. Durante el reinado de los Reyes Católicos (1479-1516) se sentaron las bases del Imperio Español del s. XVI, pero también se iniciaron las dificultades financieras derivadas de las costosas campañas militares. Aunque en teoría la política exterior era conjunta, en la práctica los intereses castellanos se volcaban en el Atlántico, y los aragoneses en el Mediterráneo. La división del territorio italiano en pequeños estados posibilitó que este país fuera durante mucho tiempo escenario de combates entre diversas potencias europeas. Allí chocaron los intereses franceses y aragoneses en dos ocasiones provocando las guerras de Italia. La primera en 1495, cuando Carlos VIII de Francia ocupó el reino de Nápoles y se formó la Liga Santa (Monarquía Hispánica, Inglaterra y Papado, entre otros), provocando la expulsión de Carlos VIII de Nápoles. La segunda en 1502 cuando Luis XII lo volvió a intentar, pero el joven general Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán”, detuvo a los franceses en 1503 con las notables victorias en Ceriñola y Garellano, lo que significó la incorporación de Nápoles a Aragón. Paralelamente se desarrolló una intensa actividad de conquista para dominar la costa norteafricana, con el objetivo de expandir la cristiandad y contener el avance turco, soporte de la piratería berberisca que hostigaba el comercio con las posesiones italianas. Así, entre 1505 y 1510 y por iniciativa del Cardenal Cisneros, se incorporaron a la Monarquía hispánica las plazas de El Peñón de la Gomera, Orán, Bugía y Trípoli, que se sumaron a Melilla conquistada en 1497.