La vorágine La nueva cara de la vieja violencia, en la selva modernista de La vorágine Mario Javier Pacheco Introducción Están puestos sobre la mesa tres platos exquisitos, preparados cada uno por un cocinero experto: el primero es de un chef galardonado con la excomunión, que mezcla, sin reparos, toda clase de ingredientes, excepto los clericales. Son famosos sus platos de erotismo vintage, afrodisiacos de sabor anárquico. El cocinero del segundo plato es dueño de la sazón paisa, en cuya presentación no se mezclan los ingredientes. El arroz blanco, limpio y puro al centro, haciendo un montículo, en cuya cúspide domina el huevo de gallina española. Todo lo morenito, como el frijol y la carne molida a los extremos, y en uno y otro lado, un par de rebanadas de tomate púrpura, otras de verde aguacate, y el chicharrón variopinto, que enamora con la promesa del sabor, pero es peligroso cuando se entroniza en las venas. El chef del menú tres es un especialista en carnes sudadas y abundante vegetal, y lo prefiero, porque los dos platos precedentes tienen exceso de demanda. El menú del chef Rivera ofrece la ventaja de poderse saborear en aislamiento. Presentación La profesora Erika Zulay Moreno marca el parámetro del trabajo a partir de la lectura de la novela de José Eustasio Rivera, La Vorágine, y la publicación Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono, escrito por Elzbieta Sklodowska, de la Washington University. El propósito de este ensayo es contextualizar la novela en el marco de las estéticas modernistas, asumiendo que Vargas Llosa la descartó de entre estas tendencias, y la clasificó como “novela primitiva” (Vargasllosa, 2014) y muy inferior en tratamiento literario a las obras del boom latinoamericano de los escritores de izquierda o izquierdizados de los sesenta. Igualmente se tratará de rebatir el criterio de Vargas Llosa sobre el discurso autóctono de Ribera, tachado por el Nobel como “estilo frondoso, impresionista y poemático, en el sentido peyorativo del término y oscurecido de provincialismos en los diálogos y amanerados y casticistas en las descripciones.” (Vargasllosa, 2014, pág. 2) Se tendrán en cuenta algunos recursos intertextuales, paratextuales, metatextuales, temáticos, gramaticales y lexicográficos. La lectura se hará sobre la edición de La vorágine publicada por el Ministerio de Educación, impresa por Editorial A, B, C. de la Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, en Bogotá, 1946. Que se encuentra en la página http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/la-voragine. José Eustasio Rivera Es tolimense de Neiva, del 19 de febrero de 1888, cuando el Estado Soberano del Tolima abarcaba la región inmensa, se graduó como maestro en Bogotá, donde sus sonetos circularon con elogiosos comentarios y regresó a dictar clases a Neiva e Ibagué, pero huyó del dogmatismo arcaico de las directivas académicas, y regresó a Bogotá donde se graduó de abogado en la Universidad Nacional en 1917. Sus primeros trabajos lo llevan al Casanare y su prestigio poético crece, incluso fuera de Colombia, con la publicación de Tierra de promisión, en 1921. Viaja por Latinoamérica y Estados Unidos como miembro de misiones diplomáticas de la cancillería, y participa en la comisión para dirimir la frontera con Venezuela en la zona selvática. Recorrió partes de las hoyas del Amazonas y el Orinoco y constató la desidia del gobierno en la defensa de su soberanía y el abuso y esclavitud que sufrían colonos, campesinos, e indígenas, por parte de las casas comercializadoras de caucho, que los enganchaban. Fue elegido Representante a la Cámara y promovió duros debates contra la negligencia del gobierno, alertando la falta de presencia del estado en las fronteras que por esta razón, no solo sufrían los connacionales, sino que dieron pie para que grandes extensiones de tierra fueran robadas por todos los países vecinos, sin excepción. La misión de la cancillería parecía ser rubricar en cocteles, mediante tratados diplomáticos, esos robos, que hoy se aprecian con vergüenza en los mapas de antes y después de una Colombia cuyos gobernantes permitieron el despojo. Hoy somos menos de la mitad de lo que éramos geográficamente. Incluso Nicaragua y Costa Rica, sin frontera física con Colombia, se quedaron impunemente con nuestras propiedades, y después arreglaron cortésmente el raponazo, con mucha decencia con el canciller y presidente de turno, a punta de whisky, sonrisas y smoking. Trabajar en la cancillería le permitió a Rivera constatar que en las selvas amazónicas, específicamente donde Perú, Brasil y Colombia se abrazan en pobreza, la esclavitud era ejercida y aceptada, por amos y esclavos, como si nunca hubiera sido expedida la ley que en 1852 firmó José Hilario López, con el agravante de que muchos amos eran analfabetas, y sin excepción, asesinos inescrupulosos. Los esclavos por su parte, colonos, campesinos e indígenas eran incapaces de defenderse y no tenían la mínima esperanza de morir en libertad. Todo esto lo denunció Rivera como parlamentario en el Congreso, pero sus debates no pasaron más allá del discurso airado; no se le puso la atención que reclamaba, entonces renunció a la política para dedicarse a promocionar La vorágine, que ya contaba con lectores en diversos países. A pesar de ser un abogado de prestigio, valorado por el gobierno colombiano en la importancia de los empleos que desempeñó, su fama de buen poeta superó a la del abogado y se encumbró con su novela, que solidificó su nombre en el contexto internacional. Viaja a Nueva York, a negociar su traducción al inglés y una película, pero allá lo sorprende la muerte el 1 de diciembre de 1928, a la edad de 40 años. Literatura de la violencia, antecedentes La relación violencia – literatura en América, se da al tiempo del encuentro de los dos mundos, en 1492, y así lo constatamos en el siguiente relato de Cuneo, compañero de Colón, ya que los invasores llegaron como amos y dueños de cosas, animales y gentes “Yo que estaba en el barco, me tomé una bellísima caníbal que el almirante graciosamente quiso regalarme. Me la llevé a la cabina, donde viéndola toda desnuda como a su usanza, me vino el deseo de holgar con ella. Y queriendo dar cuerpo a mis ganas, ella que no quería, se defendía con las uñas en tal modo, que me arrepentí bien rápido de haber comenzado. Así que agarré una cuerda y la azoté tanto que ella gritaba con chillidos inauditos, de una violencia increíble. Pero después, conciliamos tan bien en la necesidad amorosa que parecía estar amaestrada en una escuela de putas. (Solodkow, 2014) Desde esa época no ha cesado la violación, el asesinato, la tortura y la subyugación. La violencia sigue siendo la misma con diversos nombres y justificaciones, y su testimonio se encuentra en innumerables documentos, muchos de ellos convertidos en crónica o novela. En 1552 fray Bartolomé de las Casas escribió su Brevísima relación de la destrucción de Indias, que denuncia, en forma de crónica, atrocidades inimaginables contra los indígenas, diezmados por millones en las primeras décadas de la conquista. En 1578 el Memorial de agravios de los caciques de Tibasosa y Turmequé, Alonso de Silva y Diego de Torres, fue entregado de manera personal al rey de España, y consigna los atropellos contra los aborígenes en nombre de la religión y del monarca hispano. Durante la independencia se elaboran centenares de documentos sobre opresión, tortura, y maltrato a los criollos, la violencia colonial, continuadora de la violencia conquistadora. Allí entre otros, quedaron El Memorial de agravios de Antonio Nariño, y Las convulsiones, un drama contra la burguesía, de Luis Vargas Tejada, malogrado escritor y poeta, al igual que las cartas escritas en su huida hacía la muerte. Contexto En la década del veinte Bogotá es una capital provinciana, pobre, con la carga del espíritu romántico de la época, que induce a hombres y mujeres idealizadas, a acometer empresas igualmente idealizadas. Se elegían presidentes gramáticos, que manejaban la nación con la retórica y el dominio del idioma. Marco Fidel Suárez, Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez gobernaron la década del veinte, un país moralista, conservador, rígido en sus costumbres, profundamente religioso y atrasado, cuya incipiente clase obrera trataba de organizarse. El país no se preocupaba de sus fronteras y la gente comenzaba a hablar de la explotación de hombres y mujeres, que caían en las garras de los empresarios del caucho, y de la ferocidad de los indios de todas las selvas, a los cuales se debía asesinar, y para hacerlo llegaron contratados por la Gulf Oil Corporation, -La Compañía- los primeros cazadores de indios, americanos que alardeaban de su puntería y su crueldad con los indios. No distinguían entre embarazadas, ancianos o niños. Indios eran indios y eran un peligro para el hombre blanco y una talanquera para la civilización, pues obstaculizaban las exploraciones petroleras, la instalación de oleoductos, la tala de selvas, en fin se oponían a todo lo que significara progreso. Incluso en un libro de historia regional se daban recomendaciones de cómo matarlos. La novela se escribe con un pretexto de denuncia que involucra al lector, no solo en el sentimiento, sino que lo pone en el papel de juez, ante quien Cova descarga los argumentos, y Rivera convierte La Vorágine en novela política, crítica contra el desgobierno de la época, además de iniciar la literatura de la violencia contemporánea en Colombia, que será alimentada en los años posteriores de manera ininterrumpida, por las violencias partidistas, incluso repetida en las selvas cultivadas hoy con coca, donde la única autoridad es la guerrilla, que premia y condena a los nuevos esclavos en los territorios de violencia y nueva esclavitud del narcotráfico. La novela La vorágine fue escrita a pedazos, durante los viajes de Rivera a las fronteras, intercalándola con sus sonetos a la naturaleza de Tierra de promisión. En ella se plasma su sorpresa de abogado, que choca al constatar la ineficacia de lo aprendido en la facultad, sobre el imperio de la Constitución y de la ley; basura académica que se pasaban por la faja, la Casa Arana, esclavizando sus trabajadores de las caucherías, y el mismo gobierno, que en su desatención, le cedió la soberanía nacional al Perú, Brasil, y a los comerciantes del caucho. Inicia entonces el informe de Arturo Cova, y a tomar forma la novela predecesora de la narrativa sobre la violencia moderna, de cuya temática abrevarán quienes se trasladan a las selvas de concreto, para hablar de la violencia urbana y partidista, y quienes seguirán trasegando las mismas selvas amazónicas, del Catatumbo y del Darién, donde las casas caucheras se reemplazaron por cultivos de coca, y cambiaron las caras de los esclavistas, pero no sus sistemas. Comienza a borronear la explotación de los caucheros en los siringales, y avanza en la mayor parte de ella en Sogamoso, utilizando un lenguaje modernizador, poético, un poco costumbrista y expresionista, por el cual será calificado como “poeta de la selva” Los nombres en la Vorágine, pertenecen a personajes reales en su mayoría: Franco, Alicia, Funes, Barrera, y Clemente Silva, entre otros. La novela se publica en noviembre de 1924, lo que constituye un evento social y literario, y sus lectores agotan pronto la primera edición, dos ediciones se suceden en corto tiempo, y la crítica aprecia la obra, calificándola de innovadora en el tratamiento estilístico del tema y representativa del modernismo literario latinoamericano. La trama Primera parte: Arturo Cova, poeta soñador y estudiante de derecho, se enamora de Alicia, de clase media, como él. Sus familias son tradicionalistas de los años veinte del siglo pasado. Los parientes de Alicia no lo quieren, porque desean casarla con un rico pretendiente, y la pareja se escapa. La niña es “robada” y esa afrenta se perseguía y se pagaba, o con matrimonio, o con la muerte. Era el honor del apellido. Huyen al Casanare, para que nadie los encuentre en la selva y pasando Cáqueza, Cova quiere cortar los hilos del telégrafo y evitar la propagación de la noticia. Conoce al Pipa, abigeo, taimado, amigo de indios y blancos. Que gana su confianza. . Cuidado con hablarme de Casanare en presencia de la señora En la noche, el Pipa se picurea con su caballo ensillado. Cova se arrepiente de la responsabilidad que asumió con Alicia, pero los caballeros no retroceden. Don Rafo, amigo del padre de Cova, los guía y lleva hasta la Maporita, de Fidel Franco y su mujer, Griselda, donde conoce a Bastiana que les ayuda, a su hijo, Antonio Correa, y a Narciso Barrera, el hombre encantador, que engancha hombres y mujeres para las caucherías, donde los convertirán en esclavos. Un don Juan que despliega su galantería con Griselda y Alicia, y gana el odio de Franco y Cova. Hasta la Maporita llegan Millán y otro vaquero, hombres de Barrera a quitarle la mercancía a don Rafo, pero este y Cova se oponen. Alicia viene embarazada. Cova en un arranque de celos y embriaguez, pelea con Alicia y Griselda y abandona La Maporita para irse al hato de Zubieta, donde está Clarita, la prostituta, a buscar a Barrera, que lo hiere. En su venganza dispersa el ganado de Barrera. Un juez persigue a Cova para meterlo a la cárcel, porque Barrera lo acusa del asesinato de Zubieta y por el robo de Alicia. Un toro mata a Millán y son atacados por los indios, entre ellos aparece el Pipa. En ausencia de sus maridos, Alicia y Griselda se van con Barrera, y al saberlo, los dos hombres emprenden su persecución. Fidel quema la Maporita. La segunda parte describe a Franco y Cova, buscando sus mujeres, guiados por el Pipa. Indígenas, selva, ríos, miedo a los caucheros, Los amos son crueles y el gobierno allí no manda. Les acompañan Pajarito del Monte, Cerrito de la Mañana y Helí Mesa, amigo de Franco. Más tarde al viejo rumbero Clemente Silva, que llegó buscando a su hijo Luciano. En esta parte, Rivera cambia de narrador, y la hace Clemente, en primera persona, con historias de su vida y de la selva. También del Cayeno, de Funes y de la turca Zoraida Ayram. Capataces del caucho. Oro blanco. La tercera parte comienza con narrador en primera persona que puede ser cualquiera, la narración se intercala entre Cova y Silva. Llegan hasta el campamento del Cayeno, y ahí la turca seduce a Cova. Encuentra a Ramiro Estévanez, con quien comienza a redactar la denuncia de los caucheros. El gobernador es asesinado por orden de Funes. Encuentran a Griselda, que los lleva donde Barrera, Cova lo mata, se reencuentra con Alicia y nace su hijo. Con ellos, y con Franco y Correa, se internan en la selva, dejando un croquis para que los busquen. Nadie los encuentra. El epílogo es el cable del cónsul al ministro. "Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva "Ni rastro de ellos. "¡Los devoró la selva!" Metatexto La carta a guisa de dedicatoria y el prólogo, son paratextos que contienen metatextos en cuanto indican la interpretación que el autor desea para su obra y que colocan al lector en la disyuntiva de leer, o la novela de Rivera, o el informe de Cova, porque en ambos se advierte que se trata de manuscritos con denuncias, elaborados en el libro de contabilidad de uno de los capataces en la selva y que todo lo que allí está consignado es verídico. Que no es la diégesis de una mente calenturienta y que Arturo Cova es un personaje real de carne y hueso, que ha visto de cerca la pesadilla de los esclavos y siringueros del látex, y pide al gobierno nacional su intervención, por medio de los documentos que José Eustasio Rivera entrega al gobierno, pidiendo ex profeso, que no sean publicados hasta tomar declaración a los implicados y anunciando al final del documento, que tras largos meses de búsqueda no pudieron encontrarse rastros de Cova y su mujer, que “los devoró la selva”. “Creo (salvo mejor opinión de S. S,) que este libro no se debe publicar antes de tener más noticias de los caucheros colombianos del Río Negro o Guainía; pero si S. S. resolviere lo contrario, le ruego que se sirua comunicarme oportunamente los datos que adquiera, para adicionarlos a guisa de epílogo” Uno de los primeros metatextos aparece en las ediciones iniciales de La vorágine, en 1924, 1925 y 1926, que se publicaron con la foto de Cova en la portada, sentado en las barracas del Guaracú, y en cuyo pie de foto se advertía que fue tomada por la turca Zoraida Ayram, pero más temprano que tarde, los amigos de Rivera aclararon que la fotografía era del mismo autor y no de Cova. Finaliza la novela con un metatexto similar al prólogo, es el cable del cónsul: “Los devoró la selva” A la verdad y la mentira sobre la existencia de Arturo Cova, la Turca, Alicia y otros personajes, también se los tragó la manigua. Intertexto Sófocles y Esquilo, y en general, la tragedia griega se asoman, influenciando la novela, porque como Edipo o Clitemnestra, Arturo Cova, Alicia, el Pipa, la niña Griselda, Barrera, Franco y demás personajes, tienen el sino inexorable como marca de cuna. “Menton destaca los valores universales de la novela y, en particular, sus vínculos intertextuales con la Eneida y La Divina Comedia, a la vez que interpreta sus estrategias formales en función de lo testimonial.” (Sklodowska, 2014) En el escarceo de las primeras páginas ya Cova advierte al Pipa que no hable a Alicia sobre el Casanare, como cuando Edipo para escapar de su destino huye de Corinto y la fatalidad lo lleva a Tebas a cumplir con su designio, Cova y Alicia no tienen escapatoria contra lo irremediable. Al igual que Ulises, Orfeo o Eneas, Cova inicia una travesía llena de dificultades en busca de su mujer, aunque no la pierde como Orfeo, sino que se pierden los dos. Tampoco como Orfeo regresa a la superficie, ni como Ulises a Itaca. A Cova y Alicia los devoró la selva. El final en punta, inconcluso de la vorágine, marcó las primeras generaciones de sus lectores, aprendido y repetido. Considerado como una de las características modernistas de la novela. Lenguaje Sin ser rimbombante la novela tiene un lenguaje costumbrista en la descripción de lo rural y de los cánones sociales de principios de siglo, es naturalista, poético, simbólico, y especialmente, expresionista, con toda su carga de frustraciones, deformidades y horrores. Trae su prosa una carga musical que se percibe en el ritmo de cada frase, que es la que mantiene la trama mediante el monólogo intermitente de tres narradores que cuentan el cuento, y quiebran la historia, lo cual es igualmente innovador. Es moderno en la metáfora, no una metáfora cualquiera, porque mezcla el simbolismo con la sencillez descriptiva, directa, sin artilugios, opuesta a las tesis oscurantistas de lo que se presume literatura de elite. Ese revuelto modernista, lo hizo actual para las generaciones hispanoparlantes siguientes El hecho de utilizar el recurso costumbrista, no lo hace costumbrista, ni naturalista por pintar la naturaleza, incursiona en la novela autóctona en temática y lenguaje de una manera propia y modernista, que será pronto emulada por Rómulo Gallegos, Jorge Mateus de Lima y muchos más, incluyendo a su despectivo crítico Mario Vargas Llosa. Ahí están Canaima, Calunga y Pantaleón y las Visitadoras. El lenguaje de la selva con su ingrediente hipnótico, se yergue irisado, sus bellezas y sus horrores de infierno verde, que produce alucinaciones en quienes se atreven a retarla, los pierde, los devora de mil maneras, algunas veces con sus tambochas, toros, caribes, ríos, tempestades y montañas, otras veces con las alucinaciones, y el hambre de exuberancia, otras veces por medio de la violencia humana, y finalmente con su misterio. El lenguaje de la Vorágine es autóctono, lo mismo que su discurso, autóctono en el conflicto y en lo regional. El mismo autor lo corrobora con el metatexto del prólogo: “En esas páginas respeté el estilo y hasta las incorrecciones del infortunado escritor, subrayando únicamente los provincialismos de más carácter.” De lo autóctono en el lenguaje, da fe, además de la narración propia y original, el lexicón de regionalismos colombianistas que se publica al final y que daría para un extenso trabajo; de lo autóctono en la temática, salta a la vista el marco regional del conflicto literario Rivera entre la estética modernista A inicios del siglo XX una serie de corrientes literarias se alzan sobre el romanticismo burgués e incursionan en el vanguardismo, entre ellas el naturalismo, el realismo, el parnasianismo, el decadentismo y se entrelazan en influencias recíprocas con el simbolismo, el surrealismo, el cubismo y otras tendencias pictóricas que revolucionan la forma literaria. La María de Jorge Isaacs dominaba el espectro de la novelística colombiana, enmarcada en el romanticismo y el costumbrismo, y era el referente principal de la literatura nacional de la época. Ese costumbrismo es un elemento presente en La vorágine, consciente o inconscientemente plasmado por Rivera, y que contextualiza al lector en los motivos de huida de la pareja hacía el infierno y en las relaciones machistas, patriarcales. Pero como dijimos antes. No lo hace costumbrista. Unos años antes se había publicado Ibis, que formaba parte del casi centenar de títulos de José María Vargas Vila y que eran igual que La María, paradigmas de la literatura romántica, con el agravante o atractivo para el ego de Vargas Vila, que su obra, al igual que Las cuitas del joven Werther, de Goethe, generaron una ola de suicidios entre sus lectores jóvenes. Ibis pertenece a la escuela romántica, como la mayor parte de la obra de Vargas Vila. Rivera se aparta del realismo al dar a su obra escenarios psicológicos como historias concordantes, pero apartadas de la línea narrativa Literatura contra literatura Es una tendencia histórica agredir y sepultar el pasado, quemarlo, para trascender en lo nuevo, y esto es dinámico en la literatura, pero lo bueno, lo que deja huella se empotra en un nicho y allí queda, inamovible, convertido en texto escolar u obra de referencia, y cubierto por una especie de manto sagrado que lo cubre secularmente. Las obras que fueron lecturas obligadas y produjeron cismas y convulsiones en las generaciones pasadas, ocupan su lugar entre los íconos sagrados. Homero, Víctor Hugo, Shakespeare, Goethe, se encuentran en esos nichos y a pocos se les ocurre sacar a despotricar del Orestes de Esquilo o compararlo con el Orestes de Mirmidones de 2014 para descalificarlo, como Vargas Llosa pretende hacer con La vorágine, su rival verde. La vorágine resultó primitiva para Vargas Llosa, en su conferencia “Novela primitiva y novela de creación” lo que no es un sacrilegio, ni exabrupto. La liberalidad literaria trascendió todas las excomuniones, incluso las mentales, pero en el concierto de los términos tachar de primitiva La vorágine es zafarse el cabestro de la novela latinoamericana con tema de selva más leída hasta su obra. La guillotina con la que Vargas Llosa separa la “novela primitiva” de la “novela de creación” es despectiva por sus mismos sesgos, que intenta minimizar dando a Rivera el dudoso honor de considerarlo representantes de la novela primitiva que culmina en 1939 con Juan Carlos Onetti y su novela El pozo. Esa es la lógica de la renovación literaria. Así lo hizo Descartes por su racionalismo y Montesquieu, Voltaire y Rousseau, por su ilustración, en contra del clasicismo. Lo hizo Víctor Hugo por su romanticismo contra el clasicismo. Lo hicieron los parnasianos contra el romanticismo. Lo hicieron Paul Verlaine, Arthur Rimbaud y Stephane Mallarme, por su simbolismo contra el romanticismo. Y Baudelaire, y el mismo Verlaine para erigir su decadentismo y malditismo. Lo hicieron los editores de los escritores del boom, para excluir lo que no tuviera sabor a realismo mágico, a tumbatiranos, a revolución, de los nuevos lenguajes. Los premios Nobel de literatura, son revestidos como premio adicional de una infalibilidad pontificia en lo literario, de ahí que García Márquez causó revuelo mundial, cuando queriendo “humanizar la ortografía” sugirió suprimir la b o la v; la h, y unificar la z, la c y la s, en determinadas situaciones gramaticales. Aunque finalmente consintió en que: "El deber de los escritores no es conservar el lenguaje, sino abrirle camino en la historia. Somos los hombres de letras quienes sufrimos las camisas de fuerza y cinturones de castidad. Como están hoy las reglas, no tienen ninguna lógica". En la batahola por la sugerencia de Gabo, participaron Mario Benedetti, Antonio Gala, Arturo Uslar Pietri, Juan Goytisolo y el filólogo Francisco Rodríguez Adrados. Goytisolo dijo que “ser un gran escritor no significa ser un buen lingüista” Entonces intervino Vargas Llosa con su malquerencia: “Semejantes ideas sólo pueden provenir de quien es un gran creado de imágenes, pero nunca ha sido un pensador, ni un teórico, ni un ensayista". Vargas Llosa asumió el papel histórico de menospreciar lo precedente para valorar y justificar lo suyo, tarea de depredador que no requiere, porque la lectura de su obra basta para justificarla. Vale la pena recordar a García Lorca: “No me preguntéis por lo verdadero y lo falso, porque la "verdad poética" es una expresión que cambia al mudar su enunciado. Lo que es luz en el Dante, puede ser fealdad en Mallarmé. Y desde luego, ya es sabido por todo el mundo que la poesía se ama. Nadie diga esto es oscuro, porque la poesía es clara. Lo que no admite de ningún modo la poesía es la indiferencia. La indiferencia es el sillón del demonio; pero ella es la que habla en las calles con un grotesco vestido de suficiencia y cultura". (GarciaLorca, 2014) La despectiva novela primitiva de Vargas Llosa Vargas Llosa clasifica la novela latinoamericana en tres estadios: refleja, primitiva y de creación. La primera es una copia de los europeos, que realizan los criollos de la colonia. La subordinación de la llamada novela primitiva, cómo La vorágine, ante la novela moderna o de creación, como las propias, o las del boom, se debe según Vargas Llosa a la: “abrumadora superioridad artística, y solo secundariamente, por su –en general- aparición temporal en el mundo literario”…porque “fue maldita, tardía y prohibida por la inquisición española” y, porque ninguno de “los narradores románticos o realistas consigue fraguar un mundo literario válido universalmente…dotada de un poder de persuasión verbal para imponerse al lector como creación autónoma” Afirma que la literatura latinoamericana, rotulada como indigenista, costumbrista, nativista, criollista, es: “Una reacción contra el desprecio a la “subcultura mestiza”, un impulso reivindicativo de los sectores marginados y un cuestionamiento político a las oligarquías criollas y al saqueo imperialista. Sin embargo, literariamente, la novela primitiva se traduce en una “confusión entre arte y artesanía, entre literatura y folklore, entre información y creación” El paso adelante es que ya no es la novela “refleja” a imagen y semejanza de los europeos. Ya en la novela primitiva no los copian, pero “siguen enajenados a formas postizas, y ahora más ilusos, más ambiciosos, copian la realidad y 300 años después, los novelistas descubren al indígena y ahora si muestran lo propio, lo original, lo autóctono, “se ha vuelto censo, dato geográfico, descripción de usos y costumbres, atestado etnológico, feria regional, muestrario folclórico” Continúa Vargas Llosa diciendo que: “En la mayoría de los novelistas primitivos es patente un deseo de crítica social, y sus libros, amén de “documentos” (por su interés histórico y sociológico) son alegatos contra la miseria indígena, el conflicto social, el prejuicio racial. Su conflicto principal, no obstante, como lo ilustra la selva depredadora en la vorágine, es el del hombre y la naturaleza” En su clasificación, dice Vargas Llosa que la novela primitiva tiene defectos que no debe contener la novela moderna. “En primer lugar es una novela pintoresca y rural, en la que predomina el campo sobre la ciudad, el paisaje sobre el personaje y el contenido sobre la forma; la técnica es “preflaubertiana” y por lo tanto insuficiente. El narrador se entromete constantemente, ignorando la noción de objetividad en la ficción, y atropellando los puntos de vista de los personajes. Persiste el prejuicio romántico consistente en hacer residir todo el interés de la historia en su originalidad, despreciando en consecuencia el tratamiento. El novelista primitivo pretende demostrar, no mostrar, y sus preocupaciones formales, no pasan por una disolución del estilo en el relato, para darle a este último relieve, y al mundo ficticio, vida., sino por una retórica ampulosa, considerada valor en sí misma y cargada de provincialismo en los diálogos. Una retórica afectada de amaneramiento casticista en la raleza aniquila y genera al hombre. La novela sucesora ha trasladado el eje de la ficción del entorno al hombre, y son por lo tanto sus tormentos y sus escasas alegrías lo que la obra de Rulfo encarna. Del mismo modo la ambigüedad ha introducido una nota distintiva en la novela de creación, y es en función de ella, que “los indios abstractos del indigenismo” se convierten en una novela como Los ríos profundos, de José María Arguedas, en seres verdaderos. “Los autores latinoamericanos han dejado de copiar a los autores europeos, y ahora, más ambiciosos, más ilusos, copian la realidad. Artísticamente siguen enajenados a formas postizas, pero se advierte en ellos una originalidad temática; sus libros han ganado una cierta representatividad. Tres siglos después que los conquistadores, han descubierto al indígena y a la naturaleza de América, y a su vez (ellos, con buenas intenciones) han comenzado a explotarlos” (Vargasllosa, 2014, pág. 1) La técnica es rudimentaria, pre-flaubertiana: el autor se entromete y opina en medio de los personajes, ignora la noción de objetividad en la ficción y atropella los puntos de vista; no pretende mostrar sino demostrar. Estilos frondosos e impresionistas, "poemáticos" en el sentido peyorativo del término, oscurecidos de provincialismos en los diálogos, y amanerados y casticistas en las descripciones, logran lo contrario que ambicionaban sus autores: no plasmar en la ficción lo real en su "estado bruto", sino la artificialidad, la irrealidad La novela de creación no es posterior a la novela primitiva. Apareció discretamente cuando ésta se hallaba en pleno apogeo, y desde entonces ambas coexisten, como los rascacielos y las tribus, la miseria y la opulencia, en América Latina. Dice Vargas llosa que el paso de una narrativa a otra se traduce en una mudanza del campo a la ciudad, en una especie de contraposición entre una novela rural y otra urbana. Los temas fantásticos contra los temas realistas es otro avance de la novela de creación sobre la primitiva, porque “en los nuevos autores la concepción de la realidad es más ancha que en la novela primitiva, pues abraza, no solo a los hombres, sino lo que sueñan o inventan” y que dependiendo del tema de persuasión del autor, todos los temas son reales o mentiras para el lector, porque el buen literato le da vida a sus personajes y reviste de realidad su diégesis. El artículo de Vargas Llosa descalifica lo que ya está posesionado, descarta, critica lo que ya pasó el cedazo de la crítica, y ahí su error. Muchas de sus observaciones son válidas para quienes incursionamos en el campo del estudio de lo literario, pero otras no tienen más sentido que la propia conveniencia de su obra. El tema del boom tiene mucha tela que cortar, y este no es espacio para esas tijeras, pero bien valdría la pena considerar si esas obras de los sesenta, debieron su popularidad a la calidad, o si fue la popularidad la que las invistió de calidad. El concepto de calidad es caprichoso, Calidad y popularidad muchas veces caminan con distinto paso, y el dinero fue un fenómeno extraliterario muy notorio en la explosiva fiebre de boom. Las editoriales llegaron a imponer criterios políticos de izquierda sobre los escritores, Julio Cortázar, lo afirmó al comienzo. La maestría del Cronopio, era sobrada y le permitía ponerse por sobre lo panfletario, lo ideológico, la denuncia, y política, pero lo llamaron al orden. De otra manera no hubiera participado del boom. Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono, Del escrito de Elzbieta Sklodowska, de la Washington University, se advierte que a Rivera se le minimiza cuando se le hacen análisis superficiales, por su “supuesto realismo telúrico” y trae a colación a Carlos Alonso, quien afirma que el autor de La Vorágine “sintetiza de manera ejemplar el deseo de esa generación por fundir la estética modernista con la temática autóctona” Igualmente afirma: Hasta hace poco la crítica hispanoamericana asignaba a novelas como Don Segundo Sombra o La vorágine un lugar meramente histórico en el canon literario, considerándolas “primitivas” respecto a la sofisticación formal de las novelas del boom. Pero incluso un somero bosquejo de la trama –como el que acabo de presentar– parece ponernos sobre aviso en cuanto a la aparente sencillez de La vorágine. Al releerla hoy, sobre todo a la luz de las nuevas aproximaciones teóricas, resulta difícil, en mi opinión, compartir el juicio de Mario Vargas Llosa de que novelas como La vorágine hacen “retroceder al siglo diecinueve a la narración de los años veinte y treinta” . P 154 La ensayista defiende La vorágine, como una obra apartada del primitivismo, por el uso creativo de sus símbolos y que “en términos de Roland Barthes, la novela colombiana rebasa los moldes fosilizados de la canónica legibilidad (le lisible), abriendo puertas a múltiples reinterpretaciones (le scriptible). Dice que Raymond L. Williams: partiendo de un cuidadoso escrutinio textual, logró demostrar la complejidad de las técnicas narrativas de la novela, con énfasis especial en la reflexión metaliteraria. Williams opta por ver la novela como una búsqueda de la écriture por parte del narrador: Por su parte, en una relectura verdaderamente original y multifacética, Sylvia Molloy toma como punto de partida el estilo teatralizado de Cova y su “costumbre de fingir”. Molloy muestra cómo la incorporación de voces populares al código literario de la novela resulta en “un desapacible contacto entre dos discursos que encuentra su paralelo en el no menos desapacible contacto entre dos espacios.” Ivan Schulman, atribuye las características insólitas o desconcertantes del texto a su carácter eminentemente moderno, producto de un “tríptico simbiótico” del modernismo, del realismo/naturalismo y de la vanguardia. Y, por último, cabe mencionar dos estudios monográficos sumamente importantes para la revalorización de la novela “tradicional” y de las llamadas “novelas ejemplares”, los cuales incluyen capítulos dedicados específicamente a la novela de Rivera. Me refiero, respectivamente, al libro de Carlos Alonso The Spanish American Regional Novel: Modernity and Autochthony y al studio de Doris Sommer Foundational Fictions: The National Romances of Latin America. P 131 Mi propio acercamiento a La vorágine parte –a la vez que se aparta– del camino desbrozado por los estudios ya citados de Alonso, Molloy, Ordóñez, Pope, Sommer y Williams, así como de los ensayos – aún no mencionados– de Eduardo Thomas y Vicky Unruh. Enfocados en la compleja relación entre la escritura de Cova y la oralidad, entre el eje autobiográfico y los relatos intercalados, los antedichos investigadores reconocen la dimensión testimonial de La vorágine como faceta del complejo proceso de rendición escritural de experiencias y de narraciones de segundo y tercer grado (Thomas, 99). Particularmente relevante para mi propia tesis es el argumento de Unruh que hace hincapié en la transformación de Arturo Cova: de un poeta ensimismado a un “testimonialista”. En palabras de Unruh, Cova está atento a un rumor de voces de muy distinta índole, pero su intervención “escritural” en las historias de los demáses implacable (56-59). Al concluir, Unruh reconoce –si bien tácitamente– el valor pragmático del proceso testimonial, diciendo que, aunque Cova y sus compañeros desaparecen en la selva, sobrevive la huella testimonial de su experiencia. P 132 El impulso colonizador de expansión territorial se transcribe en un discurso que engarza la tradición del relato de viajes con la novela de aventuras y el modelo etnográfico. Es posible explicar esa atracción de Cova hacia lo exótico en los términos establecidos por Chris Bongie para el sujeto moderno occidental, quien busca experiencias en tierras extrañas para escapar al “vacío de su propia subjetividad” (10). En esta aventura de evasión y de auto-descubrimiento a la vez, la retórica empleada por Cova sirve para facilitar la traslación del mundo narrado al mundo en que se narra. De acuerdo con lo que expresa François Hartog, desde los tiempos de Herodoto los etnógrafosviajeros favorecen las mismas estrategias: la inversión, la comparación (directa o por analogía), la descripción autorizada por el testigo ocular, la taxonomía y las referencias a milagros y cu- riosidades (thoma)2. Todos estos mecanismos de algún modo están presentes en La vorágine, pero en el discurso atribuido a Cova predomina el uso de la descripción y de abundantes listas de curiosidades. A su vez, el privilegio de usar una precisa taxonomía pertenece a los seres fronterizos, como el Pipa, Fidel Franco o don Rafo. Fidel –presentado como “hombre de buen origen, no salido de las pampas, sino venido a ellas” (17)– y en particular don Rafo sirven de guías e intérpretes. Es gracias a las explicaciones iluminadoras de éste que Cova y Alicia empiezan a domesticar el mundo ajeno: P 134 Ordóñez afirma con razón que “el texto y la mente de Cova articulan una visión dominante y patriarcal del Otro, que en la novela aparece como la selva, como el indígena o como la mujer” (“La vorágine: la voz rota”, 471). En la primera parte de la novela el objeto principal de esa “traducción”, el “otro” de Arturo Cova, es la naturaleza exuberante y bárbara. La gran belleza y la rareza –los dos ingredientes de thoma, según Hartog– parecen prestarse particularmente bien a ser capturadas en el lenguaje ornamentado del poeta. La palabra de visos modernistas viaja con Cova desde Bogotá, a través de los llanos, al corazón mismo de la selva y, en la medida en que es descontextualizada, adquiere valores expresivos nuevos. Como lo pone de relieve Molloy, “en su tratamiento de la selva Rivera actualiza el cliché antropomórfico, rescata hebras de una gastada convención y la recontextualiza” (“Contagio narrativo”, 761). P 135 La llegada del forastero, el encuentro con el nativo y el intento de conversar con el otro –ingredientes obligatorios del discurso etnográfico clásico– están marcados en la novela por la sedimentación de (des)encuentros previos: Con indiscreta curiosidad les pregunté dónde habían dejado a las mujeres, pues ninguna venía con ellos. Apresuróse a explicarme el Pipa que era imprudencia hacer tan desusadas indagaciones, so riesgo de que se alarmaran los celosos indios a cuyas “petrivas” les fue negado, por tradicional experiencia, mostrar incautamente su desnudez a forasteros blancos, siempre lujuriosos y abusivos [59]. Los indígenas están designados con la tercera persona gramatical, que es la forma no-personal, según las lecciones de Emile Benveniste (Problems, 199). Hartog inserta este argumento en el contexto antológico para afirmar que el uso de la tercera persona con respecto a los nativos acaba por desplazarlos de su posición: de sujetos en objetos (369). Por lo general, la crítica colombiana destaca la indiferencia de Cova ante el sufrimiento de los indígenas (como en el episodio de la muerte de los indios en una canoa) y su tendencia a representarlos como bestias indomadas. En su persuasivo argumento Ordóñez también pone de relieve la postura ambivalente de Cova ante la explotación de los indígenas: no puedo ignorar el cambio retórico que es, a mi modo de ver, corolario de la metamorfosis de Cova En La vorágine –y aquí una diferencia con la novela decimonónica realista –no hay quien domine por completo el régimen narrativo. Pero incluso en su papel de narrador homodiegético Cova sigue en una posición “estratégica” –el término es de Certeau–: es él quien controla el territorio de la escritura y establece las reglas del juego discursivo (inclusión, supresión, montaje, condensación). La tensión entre las estrategias de incorporación y desplazamiento de las “otras” voces que he analizado hasta aquí me permite sugerir que resultaría críticamente productivauna lectura de La vorágine a la luz del concepto de différend (diferendo) de Jean François Lyotard. Aplicando la aproximación de Lyotard uno advierte, por ejemplo, que el supuesto desorden narrativo de La vorágine –que casi invariablemente la crítica ha intentado justificar con la demencia de Cova o ha elogiado en términos de innovación técnica– puede ser interpretado como resultado de un acucioso esfuerzo por acomodar voces disidentes y disonantes sin ahogarlas del todo. Lyotard elabora el mecanismo del différend en términos de una genuina contienda discursiva cuyo objetivo es la búsqueda de idiomas nuevos (13). P 141 La ceguera del Visitador llega a hacer un daño irremediable puesto que, en palabras de Jácome –que parecen anticipar a Lyotard–, esa invidencia termina anulando el referente del crimen: Su Señoría se contentará con decir que estuvo en la calumniada selva del crimen, les habló de habeas corpus a los gomeros, oyó sus quejas, impuso su autoridad y los dejó en condiciones inmejorables... Y de aquí en adelante nadie prestará crédito a las torturas y a las expoliaciones, y sucumbiremos irredentos, porque el informe que presente Su Señoría será respuesta obligada a todo reclamo, si quedan personas cándidas que se atrevan a insistir sobre asuntos ya desmentidos oficialmente. Más tarde, cuando el mismo Cova empiece a escribir notas de su odisea, irónicamente le servirá de cuaderno otro libro de caja “que el Cayeno tenía sobre su escritorio como adorno inútil y polvoriento” (128 propongo adjudicar a La vorágine un rasgo que no posee, o interpretarla en términos del triunfo de la poética de la solidaridad sobre la autoridad discursiva del sujeto singular. Se trata, más bien, de un texto atrapado en el dilema entre lo testimonial y lo autobiográfico que deja entrever en sus intersticios un agudo metacomentario sobre el complejo proceso de rescate discursivo del referente. Sobre el carácter soñador Sobre la mujer Conclusiones 1. Erotismo y poder en la narrativa de José María Vargas Vila 2. La mujer moderna en Tomás Carrasquilla 3. Rivera: entre la estética modernista y el discurso autóctono del mismo modo, la novela generó controversia por su mensaje misógino y un tanto peyorativo hacía el género femenino, dado a que se compara la mujer con Eva la que tentó a Adán, la causante de la caída y por ende de toda desgracia en el hombre. Por lo tanto, en la obra se mencionan frases como: el capricho es la ley de la mujer (…) la mujer es como salomón en el amor, la sabiduría le es innato (…) la mujer es más amarga que la muerte dice salomón… la mujer es la fuente del mal y del dolor… la mujer lleva en el vientre la tragedia. Ibis pág. 24 Ahora bien, esta n La figura femenina de Vargas Vila carga con el peso de la culpabilidad, enemiga del hombre desde el paraíso y responsable de su destrucción moral. El sexo marca su sino. La mujer en la Voirágine De a astucia femenina, que era en ese tiempo y ahora el instrumento más eficaz de defensa y ataque estas frases de la novela: Crees que no advertí tus persecuciones a la mu.chacha de allá abajo? ¡Y tanto disimulo para seducirla! y alegarme que la demora obedecía a quebrantos de mi salud. Si esto es ahora, ¿que será después? ¡Déjame! ¡A Casanare jamás, y contigo, ni al cielo! P 10 ¿dejarás de ser para mí el hombre que me sacó de la inexperiencia para entregarme a la desgracia? P 14 ¿Cómo podré olvidar el papel que has desempeñado en mi vida? ¿Cómo podrás pagarme lo que me debes? No será enamorando las campesinas de las posadas ni haciéndome ansiar tu apoyo para abandonarme después. Pero si esto es lo que piensas, no te alejes de Bogotá, porque ya me conoces. ¡Tú responderás! P 14 Alicia, abrazándome llorosa y enloquecida, repetía esta plegaria: ¡Dios mío, Dios míol ¡El sol, el sol! .p 18 A guisa de quitasol llevaba sobre el sombrero una chalina blanca, Dificultábase la charla, porque don Rafo iba de puntem, llevando "de diestro" una bestia, en pos de la cual trotaban las otras en los pajonales retostados. El aire caliente fulgía como lámina de metal, y bajo el espejeo de la atmósfera, en el ámbito desolado, insinuábase a lo lejos la masa negruzca de un mon~c. Por momentos se oía la vibración de la luz. Léxico ymetáfora. Calor de lámina, se oía vibrar la luz Ya sabíamos lo que era una mata, un caño, un zural, y por fin Alicia conoció los venados No gaste usted los tiros del revólver, ordenó don Rafo. Aunque vea los bichos cerca, están a más de quinientos metros. Fenómenos de la región. Puesto el chinchorro, lo cubrimos con el amplio mosquitero para defenderla de las abejas que se le enredaban en los rizos, ávidas de chuparle el sudor. La laguneta de aguas amarillosas estaba cubierta de hojarascas. Por entre ellas nadaban unas tortuguillas llamadas galáPagos, asomando la cabeza rojiza; y aquí y allí los caimanejos nombrados cachirres, exhihían Garzas; meditabundas, sostenidas en un pie, con picotazos detuvo, rápido como el grito de Alicia. Había cmergido un giiio bostezan Garzas; meditabundas, sostenidas en un pie, con picotazos repentinos arrugaban la charca tristísima,metfora Por lo demás, los hijos, legítimos o naturales, tenían igual procedencia y se querían lo mismo. Cuestión del medio. En Casanare así acontecía. El ambicionó en un tiempo hacer ¡-Chite, uise! -gritó tirando una cáscara a las gallinas que escarbaban la era-o Prosigan, que la niña Griselda se ta bañando. ¡Los perros no muerden, ya mordieron! P 25 ¿Tambiért vino don Rafael? ¿Qué hace en la ramáa? Y saliendo al patio, le decía familiarmente: Trascordao, ¿se le volvió a olvidá el cuaerno? Estoy LA VORÁGINE Entigrecía c 26 Cáyese, don Rafo. ¡Cuidao con "desanimá a Fidel! ¡Si le tá ofreciendo plata anticipáa y no se resuelve a dejá este pejugal! ¡Quere más a las vacas que a la mujé! y es~ que nos cristianamos en Pare, porque sólo éramos casaosmilitarmente. 27 Andá -ordenóle la niña Griselda-, buscale a don Rafo unos topochos maÚros pa los cabayos. Pero primero decile al Miguel que se deje de tar echao en el chinchorro, porque no se le quitan las fiebres: que le saque el agua a la curiara y le ponga cuidao al anzuelo, a vé si los caribes se tragaron ya la carnáa. puée que haya afilao algún bagrecito. Y dános vos algo de comé, que estos blancos yegan de lejos. Venga pa acá, niña Alicia, y aflójese la ropa. En este cuarto nos quearemos las dos 29 "Resolví ponerme esta prenda, porque tá bendita y es milagrosa. A vé si el Antonio se anima a yevarme. Por si me dejare desamparáa, le di en el café el corazón de un pajarito Hamao piapoco. Puée irse muy lejos y corré tierras; pero, onde oiga cantá otro pájaro semejante, se pondrá triste y tendrá que volverse, porque la guiña tá en queviene la pesaúmbre a poné de presente la patria y el rancho y el queré olvidao, y tras de los suspiros tiée que encaminarse el suspiraor o se muere de pena. La medaya también ayúa si se le cuelga al que se va." A los pelaos también les gusta la sabana: que lo diga el daño que hacen. En qué no se ve pa enla· :zá un toro! Necesita hayarse bien remontao y que el potro empuje. Y eyos los cogen de a pie, a carrera limpia, y los desjarretan uno tras otro, que da gusto! Hasta cuarenta reses por día, y se tragan una, y las demá pa los zamuros y los caricaris. Y con los cristianos también' son atrevíos: ¡al dijunto Jaspe le salieron del matorral, casi debajo del cabayo, y lo cogieron de <esta~píay lo envainaron! Y no valió gritarles. ¡Aposta, andábamos desarmaos, eyos eran como veinte y echaban flechas pa toas partes -Era que el Jaspe los perseguía con los vaqueros y con el perraje. Onde mataba uno, prendía candela y hacía como se lo taba comiendo asao, pa que lo vieran los fugitivos o los vigías que atalayaban sob.re los. moriches. -Mama, jue que los indios le mataron a él la jamllia, y como puaquí no hay autoridá, tié uno que desenrearse solo. Ya ven lo que pasó en el Hatico: macetearon a tóos los racionales y toavía humean los tizones. Blanco, hay que apandiyarnos pa echarles una Buscáal 56 melancolías; de la cólera paso a la transigen. te mansedumbre, de la prudencia a los arrebatos de la insensatez. En el fondo de mi ánimo acontece lo que en las bahías: las mareas suben y bajan con intermitencia. Mi organismo repudia los excitantes alcohólicos, aunque saben llevar el marasmo de las penas. Las 56 ¡Decidí luego irme del hato sin esperar a las mujeres, y aparecer una tarde, confundido con los vaqueros, trayendo a la cola del potrejón algún toro iracundo, que me persiguiera bufando y me echara a tierra la cabalgadura, para que Alicia, desfallecida de pánico, me viera rendirlo con el bayetón y mancornarlo de un solo coleo, entre el anhelar de la peonada atónital los sueños y abriendo en contorno una brecha categórica y defensiva, las aguas corrían al revés y las bandadas de patos volteaban en las alturas, cual hojas dispersas. Súbito, cerrando las lejanías entre cielo y tierra, descolgó sus telones el nublado terrible, rasgado por centellas, aturdido por truenos, convulsionado por bo. rrascas que venían empujando a.la oscuridad .. El huracán fue tan furibundo que casi nos desgajaba' de las monturas, y nuestros caballos detuviéronse, 'dando la grupa a la tormenta.m98 Cuando pasó la tromba, advertimos que la brigada había desaparecido y cabalgamos para perseguida. Calados, entre la ventolera procelosa, anduvimos leguas y leguas sin poder encontrada, y caminando tras la nube que corría como negro muro, dimos con los peñones del desbordado Meta. Desde allí mirábamos hervir las revolucionadas ondas, en cuyos crestones mojábanse los rayos en culebreo implacable, mientras que los barrancos ribereños se desprendían con sus colonias de monte virgen, levantando altísimas columnas de agua. Y el estruendo de la caída era seguido por el traqueteo de los bejucos, hasta que al fin giraba el bosque en el oleaje, como la balsa del espanto. Después entre yerbales llovidos donde las palmeras Dijo que los árboles de la selva era gigantes paralizados y que de noche platicaban y se hacían señas. Tenían deseos de escaparse con las nubes, pero la tierra los agarraba por los tobillos y les infundía la perpetua inmovilidad. Quejábanse de la mano que los hería, del hacha que los derribaba, siempre condenados a retoñar, a florecer, a gemir, a perpetuar, sin fecundarse, su especie formidable, incomprendida. El Pipa les entendió sus airadas voces, según las cuales debían ocupar barbechos, llanuras y ciudades, hasta borrar de la tierra el rastro del hombre y mecer un solo ramaje en urdimbre cerrada, cual en los milenios del Génesis, cuando Dios flotaba todavía sobre el espacio como una nebulosa de lágrimas. ¡Selva profética, selva enemiga! ¿Cuándo habrá de -cumplirse tu predicción? 136 Nunca he conocido pavura igual a la del día que sorprendí a la alucinación en mi cerebro. Por más de una semana viví orgulloso de la lucidez de mi comprensión, de la sutileza de mis sentidos, de la finura de mis ideas: me sentía tan dueño de la vida y del destino, hallaba tan fáciles soluciones a sus problemas, que me creí predestinado a lo extraordinario. La noción del misterio surgió en mi ser. 150 y en la turquesa del cielo· ondeaba, perennemente, un desfile de remos cándi-dos, sobre los cimborrios de los moriches, donde bullía la empelusada muchedumbre de polluelos. A nuestro· paso se encumbraba en espiras la nívea flota, y, tras. de girar con insólito vocerío, se desbandaba por uni-dades, que descendían al estero, entrecerrando las alaslentas, como un velamen de seda albicante. 127 Por su lado, los capataces inventan diversas formas .de expoliación: les roban el caucho a los siringueros, .arrebátanles hijas y esposas, los mandan a trabajar a caños pobrísimos, donde no pueden sacar la goma exi·gida, y esto da motivo a insultos y a latigazos, cuando no a balas de wínchester. Y con decir que fulano -se picureó o que murió de fiebres, se arregla el asunto 173 Los que están pidiendo mujeres, sepan que en las próximas lanchas vendrán cuarenta, oídIo bien, cuarenta, para repartidas de tiempo en tiempo entre los trabajadores que se distingan. Además saldrá pronto una expedición a someter las tribus andoques y lleva encargo de recoger guarichas donde las haya. Ahora, prestadme todos atención: cualquier indio que tenga mujer o hija debe presentarla en este establecimiento para saber qué se hace con ella." 179 Y, levantándmne ·la camisa, le enseñé mis carnes laceradas. Momentos después, el árbol y yo perpetuamos en la Kodak nuestras heridas, que vertieron para igual amo distintos jugos: siringa y sangre.189 Entonces por un tablón que servía de puente, pasaron a la barca varias person~s, de vestidos almidonados, y entre ellas una dama llena de joyas y arandelas, que se reía con risa de rico. Mi compañero se me acercó. "Mire, dijo en voz baja, los señores amos están de té. Esa hermosura a quien le da la mano su señoría es la madona Zoraida Ayram." 196 Con todo, hallaría datos inicuos: peones que entregan kilos de goma a cinco centavos y reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan hace seis años, y aparecen debiendo aún el mañoco ·del primer mes; niños que heredan deudas enormes, procedentes del padre que les mataron" de la madre que les forzaron, hasta de las hermanas que les vioiaron, y que no cubrirán en toda su vida, porque cuan-do conozcan la pubertad, los solos gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud. 200 devolvernos la libertad, exclamarían mis compañeros: ¡El implacable CoV;;l nos vengó a todos y se internó por este desiertol 218 General, mi paisano agradece tanto ... -A él le consta que si me vine no fue de miedo, sino por no "empuercarme" matando al Funes. Busté' sabe que ese bandido debe más de seiscientas muertes. Puros racionales, porque a los indios no se les lleva número. Dígale a su paisano que le cuente las roatazones 275 y no pienses que al decir "Funes" he nombrado a persona única. Funes es un sistema, un estado de al-o ma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico.} Ya se decía, a boca tapada, que varios sujetos habían logrado infundirle a Funes la creencia de que era aptopara adueñarse de la región y hasta para ser presidente de la república cuando quisiera. No resultaron falsos.. profetas los de aquel augurio: porque jamás, en nin· gún país, se vió tirano con tanto dominio en vida y fortunas como el que atormenta la inmensurable zona cauchera cuyas dos salidas están cerradas: en el Orinoco, por los chorros de Atures y de Maipures; y en el Guainía, por la aduana de Amanadona 278 Mas no sólo a los aledaños del caserío se clrcuns'Criben estas tropelías: por selvas, ríos y estradas va -cr.eciendo la onda de sobresalto, de la conquista, del exterminio. Cada cual mata por cuenta propia, mientras que muere, y ampara sus crímenes bajo supuestas ·órdenes del tirano, quien les da su aprobación tácita, para deshacerse de los autores, que deja entregados a su mutua ferocidad.284 ¡Venga acá la gobernación! El mató como comerciante, como gomero, sólo por suprimir las competencias; mas como le quedan competidores en siringales y en barracas, ha resuelto exterminarlos con igual fin y por eso va asesínando a sus mismos cómplices. -¡La lógica triunfa! 285 De juro que si bajan hasta Manaos, nuestro cónsul, al leer mi carta, replicará que su valimiento y jurisdicción no alcanzan a estas latitudes, o lo que es lo mismo, que no es colombiano sino para contados sitios del país. Tal vez, al escuchar la relación de don Clemente, extienda sobre la mesa aquel mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo, que trazó la Oficina de Longitudes de Bogotá, y le responda tras de prolija indignación: "¡Aquí no figuran ríos de esos nombresl Quizás pertenezcan a Venezuela. Diríjase usted a Ciudad Bolívar". Y, muy campante, seguirá atrincherado en su ignorancia, porque a esta pobre patria no la conocen sus propios hijos, ni siquiera sus geógrafos. Ante la madona, mientras tanto, es preciso 291 Durante el transcurso de la huida, la pareja sufre situaciones que dan paso a la idea central de la obra en una vorágine de acontecimientos. Aquí, es importante destacar que el rol de esta pareja, si bien tiene una función, a la cual más tarde me referiré, el autor la emplea como un mero recurso que le permiten presentar la galería de hechos que se suceden en la novela, y lograr así, introducir al lector a la problemática de la explotación y miseria humana en la selva. Valoración[editar] Traducciones[editar] Esta obra se ha traducido a varios idiomas, entre los que se cuenta el inglés en 1928, francés (1930), ruso (1935), portugués (1945), italiano, japonés y polaco. Origen y contexto[editar] La vorágine retrata el clima intelectual y político de la Colombia de los años veinte. Su afán por denunciar los problemas de las fronteras, como la explotación infrahumana o la locura, respondió a las inquietudes de la generación del Centenario, a la que perteneció José Eustasio Rivera. Aunque ya existían publicaciones denunciando las atrocidades de los caucheros blancos en las selvas del Putumayo muchas de las cuales fueron fuente directa de información para José Eustasio Rivera, La vorágine es la primera novela de denuncia social en la literatura colombiana mezclando la ficción y la realidad.5 La intención principal de la obra es plasmar una denuncia social de las condiciones de explotación y miseria a la que son sometidos los caucheros en los siringales, de forma impactante pero sin caer en moralismos ni juicios de culpabilidad. Asimismo, los escenarios y culturas descritas son la expresión, a través de una visión poética, del conocimiento que adquirió el autor al participar en la Comisión Demarcadora de Límites de Colombia con Brasil, Venezuela y Perú. 6 Es difícil establecer la cuota de veracidad en la historia de La vorágine, sin embargo se han identificado varias personas que incidieron en la creación de los personajes. El principal es Luis Franco Zapata un manizalita que conoció a José Eustasio Rivera en Orocué, en 1918, en donde se estableció tras huir de Bogotá con la joven Alicia Hernández. Adicionalmente, se han encontrado referencias históricas del coronel Tomás Funes, el comerciante de caucho Julio Barrera Malo y el cauchero Clemente Silva entre otros. La redacción de la novela se llevó a cabo en Sogamoso, e incluso existen placas conmemorativas en el lugar donde fue escrita. Adaptaciones[editar] A José Eustasio Rivera lo sorprendió la muerte en Nueva York cuando estaba en negociaciones para vender los derechos cinematográficos de La vorágine. En 1949 en México se produce la película "Abismos de amor" dirigida por Miguel Zacarías basada en La vorágine.7 En 1975 la empresa RCN Televisión de Colombia produjo una versión en formato de telenovela de La vorágine. Referencias[editar] 1. Volver arriba↑ La Vorágine es la única novela que publicó el escritor colombiano José Eustasio Rivera, es su obra más famosa. Salió a la luz el 25 de noviembre de 1924 y es considerada un clásico de la literatura colombiana, así como una de las más importantes dentro del modernismo latinoamericano, aunque a menudo es asociada al costumbrismo por la descripción pictórica de las culturas rurales. La novela narra las peripecias del poeta Arturo Cova y su amante Alicia, historia de pasión y venganza enmarcada en los llanos y la selva amazónica a donde los dos amantes huyen de la sociedad, y que expone a lo largo de su trama las duras condiciones de vida de los colonos e indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho. Índice [ocultar] 1 Historia 2 Personajes o 2.1 Personajes principales o 2.2 Personajes secundarios 3 Valoración 4 Traducciones 5 Origen y contexto 6 Adaptaciones 7 Referencias 8 Enlaces externos Historia[editar] La novela se divide en tres partes marcadas por tres escenarios distintos y claros puntos de giro. La primera parte narra la huida de Arturo y Alicia desde Bogotá hacia los llanos orientales. La segunda parte cuenta la estancia en los llanos y la separación de Alicia y la tercera relata la incursión en la selva amazónica en busca de ella. El cuerpo principal de La Vorágine lo conforma el relato, en primera persona, de la aventura de Arturo Cova quien huye de las convenciones sociales de la estrecha sociedadbogotana de principios del siglo XX. Esta huida lo lleva a los llanos orientales, donde se separa intempestivamente de Alicia, su compañera. La búsqueda de Alicia lo llevará a la selva de la Amazonia colombiana, donde Arturo será testigo de la penosa esclavitud de los trabajadores que extraen el caucho. De forma paralela se presenta el testimonio del cauchero Clemente Silva, que emprende un éxodo desde la ciudad de Pasto, tras las huellas de su hijo, encontrando solamente la esclavitud en las caucheras. Uno de los escenarios y personajes principales del relato es la selva, que mediante alucinaciones, enfermedades y plagas ataca hasta la muerte al hombre que la explota, en un ciclo de destrucción mutua. Esta selva enclaustrante, húmeda y malsana, contrasta con el escenario inicial en la llanura que representa la libertad y esperanza perdidas. Valoración[editar] La Vorágine sigue la estructura narrativa del mito clásico greco-latino, de forma similar a la historia de Orfeo, la Eneida de Virgilio o la Odisea de Homero, en donde el héroe emprende un viaje iniciático, y tras descender a un mundo laberíntico e infernal, alcanza un final epopéyico. En el caso de La vorágine el poeta desciende al "infierno verde" en busca de su amada, sin embargo, oponiéndose al modelo tradicional, su protagonista no regresa al punto de partida. Este final abierto o de cierta forma inconcluso, constituye una de las características más importantes de la novela moderna. 1 En cuanto al estilo, es especialmente notable la descripción de los escenarios (primordialmente la selva) y situaciones, que se muestran en medio de una prosa con permanente musicalidad y abismante detalle, generando gran impacto en las escenas de violencia o desesperación que atraviesan los protagonistas. Otro aspecto innovador en Rivera fue la superación del argumento con un solo plano narrativo. De este modo, la narración se ve fragmentada por diversas "historias" como las de Fidel Franco, Clemente Silva o Helí Mesa. La Vorágine es una de las principales obras literarias del modernismo latinoamericano, y se puede observar su influencia en obras posteriores como La gramática es el estudio de las reglas y principios que gobiernan el uso de las lenguas y la organización de las palabrasdentro de unas oraciones y otro tipo de constituyentes sintácticos. También se denomina así al conjunto de reglas y principios que gobiernan el uso de una lengua concreta determinada; así, cada lengua tiene su propia gramática. La gramática es parte del estudio general del lenguaje denominado lingüística. Clásicamente, el estudio de la lengua se divide en cuatro niveles: Nivel fonético-fonológico. Nivel sintáctico-morfológico. Nivel léxico-semántico. Nivel pragmático. A veces se restringe el uso del término gramática a las reglas y principios que definen el segundo de estos niveles. Sin embargo, la separación de los niveles no es totalmente nítida porque ciertas reglas gramaticales se realizan en el nivel fonético-fonológico e igualmente existen parámetros o criterios semánticos que sirven para decidir cuándo una determinada construcción es gramatical. Tipos de gramática[editar] Entre los principales tipos de gramática o enfoques en el estudio de la gramática se encuentran los siguientes: La gramática prescriptiva, o gramática normativa, es la que presenta normas de uso para un lenguaje específico, tendiendo a desaconsejar las construcciones no estandarizadas. La gramática tradicional es típicamente prescriptiva. Este tipo de gramática está basada usualmente en el dialecto de prestigio de una comunidad hablante, y desaconseja a menudo ciertas construcciones que son comunes entre los grupos socioeconómicos bajos y que comienzan a usarse en grupos sociales más altos en función de emular el comportamiento de aquellos. Aunque la gramática prescriptiva aún suele utilizarse en pedagogía y en la enseñanza de lenguas extranjeras, ha perdido peso en la lingüística académica moderna, y actualmente describe solamente un subconjunto del uso de la lengua. La gramática descriptiva intenta describir el uso actual de una lengua, evitando juzgar en forma prescriptiva. Se vincula a una determinada comunidad hablante y pretende proveer reglas de uso para cualquier palabra considerada gramaticalmente correcta en esa comunidad. La gramática tradicional es la colección de ideas acerca de la gramática que las sociedades occidentales han heredado de Grecia y Roma. La gramática prescriptiva es formulada usualmente en términos de los conceptos descriptivos heredados de la gramática tradicional. La gramática descriptiva moderna apunta a corregir los errores de la gramática tradicional, y generaliza su normativa restrictiva para evitar circunscribir los lenguajes al modelo del latín. La gramática funcional, es una visión general sobre la organización del lenguaje natural, formulada por Simon Dik, que contempla tres normas básicas de adecuación: la tipológica, que implica la aplicación de reglas a cualquier lengua, la pragmática, que promueve la aplicación de los enunciados a la interacción en la comunicación, y la psicológica, por la que trata de ser compatible con los mecanismos psicológicos involucrados en el procesamiento de un lenguaje natural.2 La gramática generativa es un enfoque formal para el estudio sintáctico de las lenguas que puede en algunos sentidos generar las expresiones bien construidas de una lengua natural. Una rama de la teoría lingüística (psicolingüística) se basa en la gramática generativa, promovida por Noam Chomsky. Las gramáticas formales aparecen en lingüística computacional. La sintaxis de cada lenguaje de programación se define de hecho por una gramática formal. En teoría de la informática y en matemática, la gramática formal define lenguajes formales. La Jerarquía de Chomsky describe varias clases importantes de gramática formal. Elementos gramaticales[editar] Adjetivo Adjunto sintáctico Adverbio Artículo Aspecto gramatical Caso gramatical Categoría gramatical Clítico Compuesto Complemento Complemento circunstancial Complemento de régimen Complemento directo Complemento indirecto Conjugación Conjunción Concordancia gramatical Flexión Género Gerundio Imperativo Infinitivo Interjección Modificador directo Modificador verbal Negación Nombre colectivo Número Oración Partícula modal Plural Postposición Predicado Predicativo Preposición Pronombre Pronombre personal Singular Sintagma Sintaxis Sujeto Superlativo Sustantivo Tiempo gramatical Verbo Verbo auxiliar Verbo ditransitivo Verbo transitivo Personajes Gamez Roca, general Don Rafo Don Rafo era mayor de sesenta años y había sido· compañero de mi padre en alguna campaÍla. Todavía conservaba ese aspecto de dignidad que denuncia a ciertas personas venidas a menos. salteador de caminos, ladino, amigo de indios y blancos, conocedor de lenguas indígenas, tramposo, desleal y taimado, que los engatusa y termina robando el caballo con aperos de Cova. Casi todos sus personajes son psicológicamente expresionistas, el mismo Cova, con sus reflexiones sobre el amor y el hastío del amor, un sentimiento repulsivo para la mayoría de los poetas y escritores que lo eluden en todas las relaciones de pareja, especialmente en la literatura que había precedido a Rivera en el comienzo del siglo, la romántica. Alicia: Inteligente, buen educada, sencilla, honesta, sentimental, un poco tímida, y con muchos miedos entre ellos a los caballos, y a Casanare por un oscuro pasado. Zubieta: Dueño del hato donde se encontró a Barrera, borracho, gotoso y es asesinado. Pepe Morillo: Le dicen Pipa, es el más astuto de los salteadores, ejerce la piratería, fue varias veces prófugo, capitán de indios salvajes, sabe idiomas de varias tribus, es boga y vaquero, muy disimulado, hipócrita y servil. Primo de Alicia: Paliducho, canijo Antonio Correa: Hijo de Sebastiana, cuadrado de espaldas, fornido de pecho, parecía un ídolo indígena. General Gabez y Rafa: Atrevido Don Rafo: Tiene más de 60 años, baba canosa ojos tranquilos, calva luciente, estatura mediana, simpático, compañero de vida del padre de Cova. Griselda: Morena, fornida, estatura mediana, cara regordeta, ojos simpáticos, pechugona, fuerte Franco: Esposo de Alicia, cenceña pálido, mediana estatura, hombre de buen origen. Un hombre algo rígido y poco entendedor, que sin querer a Alicia le demostró cariño. Sebastiana: Arrugada, Arturo pelo gris, Cova: brazos temblones Mujeriego, celoso Don Clemente Silva: Anciano, excaucharo, vagabundo, tenía varias llagas infectadas. Guía de Cova a donde la Madona. Busca a su hijo perdido. Barrera: Clarita: La Explorador Simpática Madona: Su que con nombre Cova, importa atiende verdadero es mercancía a Barrera; Zoraida a por Ayram. un buen precio. es ultrajada intenta seducirla. quién Cova La obra está dividida en tres partes y cada una de ellas en narraciones separadas, donde el narrador no mantiene el privilegio del relato: Cova, Helí Mesa, Clemente Silva, Balbino y Jácome van cediéndose la palabra, creando una inusual agilidad narrativa. Al mismo tiempo, la obra es fraccionada con los relatos de los hombres, que engañados son llevados a trabajar a las caucherías; cuento místico y maravilloso de la india Maripana; relato de Clemente Silva en torno a las peripecias para encontrar las osamentas de su primogénito; los crímenes del Coronel Tomás Funes, y que Ramiro Estévanez narra con impresionante autoridad. Movimiento Literario.Características Tema Principal: El sentimiento lógico de la vida y los celos entre las parejas. Temas Secundarios: El miedo, La Aventura, El desamor Personajes: Alicia: Inteligente, buen educada, sencilla, honesta, sentimental, un poco tímida, y con muchos miedos entre ellos a los caballos, y a Casanare por un oscuro pasado. Zubieta: Dueño del hato donde se encontró a Barrera, borracho, gotoso y es asesinado. Pepe Morillo: Le dicen Pipa, es el más astuto de los salteadores, ejerce la piratería, fue varias veces prófugo, capitán de indios salvajes, sabe idiomas de varias tribus, es boga y vaquero, muy disimulado, hipócrita y servil. Primo de Alicia: Paliducho, canijo Antonio Correa: Hijo de Sebastiana, cuadrado de espaldas, fornido de pecho, parecía un ídolo indígena. General Gabez y Rafa: Atrevido Don Rafo: Tiene más de 60 años, baba canosa ojos tranquilos, calva luciente, estatura mediana, simpático, compañero de vida del padre de Cova. Griselda: Morena, fornida, estatura mediana, cara regordeta, ojos simpáticos, pechugona, fuerte Franco: Esposo de Alicia, cenceña pálido, mediana estatura, hombre de buen origen. Un hombre algo rígido y poco entendedor, que sin querer a Alicia le demostró cariño. Sebastiana: Arrugada, pelo gris, brazos temblones Arturo Cova: Mujeriego, celoso Don Clemente Silva: Anciano, excaucharo, vagabundo, tenía varias llagas infectadas. Guía de Cova a donde la Madona. Busca a su hijo perdido. Barrera: Explorador que importa mercancía a un buen precio. Clarita: Simpática con Cova, atiende a Barrera; por quién es ultrajada La Madona: Su nombre verdadero es Zoraida Ayram. Cova intenta seducirla. : Viene de Personajes[editar] Personajes principales[editar] Arturo Cova: Es un personaje tan atractivo por su vitalidad y realismo que la mayoría de los críticos incurren en la tentación de acabarlo en unas cuantas líneas, subrayando sus contradicciones e inestabilidad. Sin ser inexactos, juicios como el de Maria Teresa Cristina que transcribimos a continuación, abundan: [cita requerida] Personaje de gran complejidad psicológica, contradictorio como pocos, poeta de algún renombre pero fracasado movido por un ideal abstracto que no logra conciliar en la realidad a la vez sentimental y violento teatral y melodramático. Oscila entre una visión ideal de si mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o de héroe demoníaco y una añoranza de la dorada mediocridad ciudadana que él ha abandonado en busca, a la vez, de la libertad, la aventura y la riqueza. Clemente Silva: En la segunda parte de la novela aparece un individuo que no solo muestra la suficiente fuerza como para ganarse el papel de segundo protagonista, sino que llega a acaparar el centro de la historia por un prolongado lapso. El papel de segundo protagonista, sin embargo no lo reclama en calidad de coprotagonista o como figura complementaria a Cova, sino como protagonista paralelo e independiente, dueño de su propia historia. Ese nombre es Clemente Silva, cuya dilatada historia, por su independencia y por el tiempo en que ha tenido lugar, perfectamente podría separarse de la trama principal de la obra y constituirse en un relato aparte, valido por si mismo. Alicia: Pareciera obvio suponer que el personaje que sigue en protagonismo a Arturo Cova es Alicia. En un principio podría señalársela efectivamente como la co-protagonista, pero desde la estancia de la pareja en la maporita otros personajes empiezan a adquirir relieve. Cuando Cova abandona a Alicia en la fundación de Franco, la muchacha prácticamente desaparece de escena hasta que su amante da nuevamente con ella. Y cuando ocurre el rencuentro Alicia prácticamente no vuelve a intervenir. En ese momento incluso adquiere mayor importancia Griselda, con quien se da el primer contacto. Personajes secundarios[editar] Griselda. Aunque es la mujer de Fidel Franco, decimos que es una de "las mujeres de Cova" porque de alguna manera se siente el nefasto influjo del desamor en este y porque en buena parte los desaires de Cova acaban promoviendo su huída con Barrera. "Fidel Franco" Es el amigo antioqueño de Arturo Cova, marido de la niña Griselda. Se conoce con Arturo Cova en la Maporita cuando don Rafo los lleva a él y a Alicia allí. Es el amigo que se va con él y con el mulato Correa hacia las caucherías. Clarita. Prostituta venezolana algo pasada en años que presta sus servicios particulares a Zubieta, quien la retiene con la eterna promesa de desposarla para llevarla luego a su tierra, con sus padres. Zoraida Ayram. Es una negociante cuarentona que funda en las dificultades de comercio que ofrece el medio selvático, la clave de su oficio. Fidel Franco. Es un tipo "Atravesao" como lo define la negra Sebastiana. Sin duda, obstinado y de armas tomar. Zubieta. Es el dueño del hato donde Fidel Franco, quien le dirige la vaquería, ha construido su fundación la Maporita. Narciso Barrera. Hombre Sumamente hábil que consigue lo que desea mediante halagos y seducción. Helí Mesa. En el ejército (Antes del tiempo en que se circunscribe la acción de la novela) fue subalterno de Franco quien entonces era teniente. Antonio Correa. "El negro" Correa era hijo de Sebastiana, mujer que sirve en casa de Fidel Franco. Pajarito de Monte y Cerrito de la Sabana. Son dos indios Guahivos que ayudan a los del grupo de Cova en su huída, una vez han ingresado en la selva. Petardo Lesmes. Capataz del Cayeno al que todos conocen con el sobrenombre del Argentino. Se convierte en explotador de sus otros amigos a quienes con engaños de su evasión conduce y luego vende al ex-presidiario. El Pipa. Es una especie de narciso Barrera condenado al fracaso y constantemente reducido a la miseria. De alguna manera puede juzgárselo como un víctima de la violencia, si bien ha aprendido desde bien temprano que para sobrevivir en el medio no hay más alternativa que obrar como victimario. El Escritor y el Cónsul. Son personajes que intercambian notas al principio y al final de la novela – en el prólogo y el epílogo – y cuyas funciones son enteramente ajenas a la trama de la obra. Arturo Cova: Es un personaje tan atractivo por su vitalidad y realismo que la mayoría de los críticos incurren en la tentación de acabarlo en unas cuantas líneas, subrayando sus contradicciones e inestabilidad. Sin ser inexactos, juicios como el de Maria Teresa Cristina que transcribimos a continuación, abundan: [cita requerida] Personaje de gran complejidad psicológica, contradictorio como pocos, poeta de algún renombre pero fracasado movido por un ideal abstracto que no logra conciliar en la realidad a la vez sentimental y violento teatral y melodramático. Oscila entre una visión ideal de si mismo, que lo lleva a atribuirse el papel de redentor de los caucheros o de héroe demoníaco y una añoranza de la dorada mediocridad ciudadana que él ha abandonado en busca, a la vez, de la libertad, la aventura y la riqueza. Clemente Silva: En la segunda parte de la novela aparece un individuo que no solo muestra la suficiente fuerza como para ganarse el papel de segundo protagonista, sino que llega a acaparar el centro de la historia por un prolongado lapso. El papel de segundo protagonista, sin embargo no lo reclama en calidad de coprotagonista o como figura complementaria a Cova, sino como protagonista paralelo e independiente, dueño de su propia historia. Ese nombre es Clemente Silva, cuya dilatada historia, por su independencia y por el tiempo en que ha tenido lugar, perfectamente podría separarse de la trama principal de la obra y constituirse en un relato aparte, valido por si mismo. Alicia: Pareciera obvio suponer que el personaje que sigue en protagonismo a Arturo Cova es Alicia. En un principio podría señalársela efectivamente como la co-protagonista, pero desde la estancia de la pareja en la maporita otros personajes empiezan a adquirir relieve. Cuando Cova abandona a Alicia en la fundación de Franco, la muchacha prácticamente desaparece de escena hasta que su amante da nuevamente con ella. Y cuando ocurre el rencuentro Alicia prácticamente no vuelve a intervenir. En ese momento incluso adquiere mayor importancia Griselda, con quien se da el primer contacto. Personajes secundarios[editar] Griselda. Aunque es la mujer de Fidel Franco, decimos que es una de "las mujeres de Cova" porque de alguna manera se siente el nefasto influjo del desamor en este y porque en buena parte los desaires de Cova acaban promoviendo su huída con Barrera. "Fidel Franco" Es el amigo antioqueño de Arturo Cova, marido de la niña Griselda. Se conoce con Arturo Cova en la Maporita cuando don Rafo los lleva a él y a Alicia allí. Es el amigo que se va con él y con el mulato Correa hacia las caucherías. Clarita. Prostituta venezolana algo pasada en años que presta sus servicios particulares a Zubieta, quien la retiene con la eterna promesa de desposarla para llevarla luego a su tierra, con sus padres. Zoraida Ayram. Es una negociante cuarentona que funda en las dificultades de comercio que ofrece el medio selvático, la clave de su oficio. Fidel Franco. Es un tipo "Atravesao" como lo define la negra Sebastiana. Sin duda, obstinado y de armas tomar. Zubieta. Es el dueño del hato donde Fidel Franco, quien le dirige la vaquería, ha construido su fundación la Maporita. Narciso Barrera. Hombre Sumamente hábil que consigue lo que desea mediante halagos y seducción. Helí Mesa. En el ejército (Antes del tiempo en que se circunscribe la acción de la novela) fue subalterno de Franco quien entonces era teniente. Antonio Correa. "El negro" Correa era hijo de Sebastiana, mujer que sirve en casa de Fidel Franco. Pajarito de Monte y Cerrito de la Sabana. Son dos indios Guahivos que ayudan a los del grupo de Cova en su huída, una vez han ingresado en la selva. Petardo Lesmes. Capataz del Cayeno al que todos conocen con el sobrenombre del Argentino. Se convierte en explotador de sus otros amigos a quienes con engaños de su evasión conduce y luego vende al ex-presidiario. El Pipa. Es una especie de narciso Barrera condenado al fracaso y constantemente reducido a la miseria. De alguna manera puede juzgárselo como un víctima de la violencia, si bien ha aprendido desde bien temprano que para sobrevivir en el medio no hay más alternativa que obrar como victimario. El Escritor y el Cónsul. Son personajes que intercambian notas al principio y al final de la novela – en el prólogo y el epílogo – y cuyas funciones son enteramente ajenas a la trama de la obra. Título: se sugiere conciso y evitar que sea demasiado extenso Autores: se debe hacer una breve reseña biográfica que dé cuenta de la formación profesional y de la vinculación laboral del investigador, al igual que datos para su contacto Resumen / Abstract: Presentación breve sobre el contenido del artículo, siempre se debe hacer su respectiva traducción a otro idioma Palabras clave / Key Words: Palabras que sean importantes en el desarrollo de la investigación. Introducción: presenta el qué, el cómo y el para qué. Al ser una introducción presenta datos generales que se desglosan al interior del artículo. Aquí bien podría plantearse la tesis. Metodología: se presentan los materiales o métodos usados en el desarrollo de la argumentación. Aquí también se puede incorporar algo de teoría si la hay. Resultados / discusión: en este espacio se desglosan los argumentos. Conclusiones: en esta sección se dan conclusiones generales obtenidas al finalizar la argumentación y se valida la tesis. Referencias: es indispensable para todo artículo, el investigador debe estar atento a las normas que se le pidan para la presentación de sus resultados; siempre se debe dar créditos a los demás autores que hacen posible el desarrollo de la nueva investigación. Se recomiendan las normas APA En 1949 en México se produce la película "Abismos de amor" dirigida por Miguel Zacarías basada en La vorágine.7 En 1975 la empresa RCN Televisión de Colombia produjo una versión en formato de telenovela de La vorágine. 2. Cuerpo del trabajo Análisis a la obra en sí: en este espacio analicen el título de la obra, por qué la obra se titula de esta manera y no de otra, no se trata de especular sino de sustentar a esto se le conoce como el análisis del COTEXTO (no confundir con contexto); además analicen un elemento PARATEXTUAL como la casa editora que le publica a este autor, ¿tiene alguna influencia en el país? También analizaremos los SOCIOGRAMAS estos hacen referencia a dos aspectos: primero a las interacciones sociales que se dan entre los personajes de la obra seleccionada, segundo a los sociolectos o habla propia de las regiones, ¿es fácil identificar la región por el habla de los personajes?, ¿surgen palabras nuevas, o en desuso? Finalmente le analizaremos a la obra lo que se conoce como SISTEMAS ARCAICOS, estos hacen referencia al o a los sistemas que cruzan la obra y se les denomina arcaicos porque existen desde la misma existencia de la humanidad, son sentimientos, acciones o sucesos que han acompañado al hombre a lo largo de su existencia, (por ejemplo: el amor, la enfermedad, la muerte) 3. Conclusión Horizontes de espera o expectativa: para analizar la expectativa de la obra se pueden contestar las siguientes preguntas: ¿Qué problemática o situación plantea la obra? ¿Cómo se conecta esta situación con el contexto actual, social, político, histórico, religioso de Colombia? ¿Qué expectativa o pronóstico presenta la obra? La extensión será de máximo 10 páginas en letra Arial 12 e interlineado 1.5. Forma de entrega Los estudiantes adjuntarán esta actividad por la herramienta Tareas. (Denominar el archivo: ensayo_nombre del estudiante). >> View/Complete Una novela cuyo atractivo la incluye entre las más traducidas, al inglés, francés, ruso, portugués, italiano, japonés y polaco. La vorágine, tiene la intención de la denuncia, de la crítica política, sin que llegue al panfleto literario aludido por Vargas Llosa durante su conferencia en Pekín, en junio de 2011, ante Mo Yan y otros intelectuales chinos http://es.wikipedia.org/wiki/La_vor%C3%A1gine http://www.bibliotecanacional.gov.co/content/la-vor%C3%A1gine-el-autor http://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C3%A9_de_las_Casas http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/carto/indice.htm http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/la-voragine http://federicogarcialorca.net/obras_lorca/imaginacion_inspiracion_evasion.htm http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/index.php/rum/article/view/9226 http://books.google.com.pa/books?id=efOGb7ylqrYC&pg=PA297&lpg=PA297&dq=la+no vela+primitiva+vargas+llosa&source=bl&ots=QA8mxJCU2&sig=IxbVFWUO1qYl6jYV4JXipKB-MaA&hl=es&sa=X&ei=dNHXUDGLY-_sQSXgoHgCQ&r http://castor.unab.edu.co/courses/1/730-201445LIT/messaging/users/_44655_1/attachments/5e16a61aeb84460abe929cfc03cae986/Del%20 siglo%20XIX%20al%20siglo%20XX%20Literatura%20Colombiana.pdf http://noticiasmontreal.com/5396/vargas-llosa-mezclar-literatura-con-politica-puederesultar-un-panfleto/