Con la supresión de las faltas tras la última reforma del Código Penal y por tanto de las faltas contra las personas, las faltas de lesiones pasan a considerarse como delitos leves, por lo que las lesiones de menor gravedad que no requieren tratamiento médico o quirúrgico se sancionarán en el tipo atenuado del apartado 2 del artículo 147. También será considerado un delito leve cuando alguien golpee o maltrate de obra u otro sin causarle lesión. En atención a la escasa gravedad de las lesiones y de los maltratos de obra, sólo van a ser perseguibles mediante denuncia de la persona agraviada o de su representante legal a excepción de los casos de violencia de género donde no se exigirá la denuncia previa para perseguir las lesiones de menor gravedad y el maltrato de obra. En cuanto al homicidio y las lesiones imprudentes cuando sean causadas por imprudencia leve pasarán a la vía civil. Sólo serán constitutivos de delito el homicidio y las lesiones graves por imprudencia grave ( apartado 1 del artículo 142 del Código Penal y apartado 1 del artículo 152 ) así como el delito de homicidio y lesiones graves por imprudencia menos grave los cuales pasan a ser delitos leves ( apartado 2 del artículo 142 del Código Penal y apartado 2 del artículo 152 ). Por lo tanto para ver ante que infracción penal nos encontramos tendremos que atender a la graduación de la imprudencia y ver si estamos ante imprudencia grave o menos grave. Como conclusión, podemos afirmar que tras la reforma del Código Penal que entró en vigor el 1 de julio de 2015, no toda actuación culposa de la que se deriva un resultado dañoso debe dar lugar a responsabilidad penal, sino que el principio de intervención mínima y la consideración del sistema punitivo como última ratio, determinan que en la esfera penal deban incluirse exclusivamente los supuestos graves de imprudencia pasando las demás conductas leves a la vía civil ( Artículos 1902 y siguientes del Código Civil ). En LORENZO GARRIDO ABOGADOS, somos especialistas en delitos de lesiones y nos parece interesante abordar también en este artículo algunos aspectos sobre la circunstancia eximente de legítima defensa contenida en el artículo 20.4 del Código Penal. Conviene recordar los requisitos legalmente establecidos para la aplicación de la citada eximente: 1) La existencia de una agresión ilegítima previa a la actuación que se enjuicia. 2) La necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión, que se integra en el exclusivo ánimo de defensa que rige la conducta del agente. 3) La falta de provocación suficiente por parte del propio defensor. De ellos según reiterada jurisprudencia, por ejemplo STS 1515/2004 el único graduable sin que por ello dejemos de hablar de legítima defensa es el de la necesidad racional del medio empleado en la defensa, toda vez que tanto la falta de provocación como la agresión ilegítima no admiten grados. En cuanto a la necesidad racional del medio empleado, se ha abierto paso la idea en la jurisprudencia de que teniendo en cuenta las circunstancias del caso hay que fijarse en el estado anímico del agredido y los medios de que disponga en el momento de ejecutar la acción de defensa, introduciéndose así junto a aquellos módulos objetivos de la comparación de los medios empleados por agresor y defensor, el elemento subjetivo que supone valorar tales medios como aquellos que sean, desde el punto de vista del agredido razonables en el momento de la agresión. Posición esta que ha adquirido apoyo en la Doctrina y en la jurisprudencia que “ no encuentra en el texto legal razón alguna que imponga en este punto de los medios unas exigencias objetivas e igualitarias que restringirían el ámbito de la legítima defensa ” , no descartándose ni la valoración de la posible perturbación psicológica que de ordinario produce la agresión, ni la necesidad de acudir al doble patrón objetivo y subjetivo para establecer la proporcionalidad de los medios. Y es cuando la Ley habla de la necesidad de que el medio empleado ha de ser racional ya está revelando una flexibilidad o graduación que no puede someterse a reglas predeterminadas, por lo que no puede exigir a quien actúa bajo la presión de tener que defenderse la reflexión y ponderación que tendrá en circunstancias normales de la vida para escoger los medios de defensa. ( STSS 24/02/2000, 16/11/2000 y 17/10/2001 ). En la determinación de la racionalidad priman fundamentalmente módulos objetivos, atendiendo no solamente a la ecuación o paridad entre el bien jurídico que se tutela y el afectado por la reacción defensiva, sino también a la proporcionalidad del medio o instrumento utilizado, empleo o uso que del mismo se hubiese realizado, circunstancias del hecho, mayor o menor desvalimiento de la víctima y en general sus condiciones personales, posibilidad del auxilio con que pudiera contar etc, sin desdeñar absolutamente aspectos subjetivos relevantes y de especial interés pues dada la perturbación anímica suscitada por la agresión ilegítima, no puede exigirse al acometido la reflexión serenidad y tranquilidad de espíritu para tras, una suerte de raciocinios y ponderaciones elegir finalmente aquellos medios de defensa más proporcionados, con exacto cálculo y definida mensuración de hasta dónde llega lo estrictamente necesario para repeler la agresión ( STSS 14/03/97, 29/01/98 y 22/05/2001 ) Por ello si lo que falta es la proporcionalidad no se impide la aplicación de la legítima defensa, teniendo en cuenta las posibilidades reales de una defensa adecuada a la entidad del ataque y la gravedad del bien jurídico en peligro como la propia naturaleza humana.