El Stalin que sobrevive en Rusia

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El Stalin que sobrevive en Rusia
Àngel Ferrero 06/03/2016
Este sábado se cumplen 63 años de la muerte del dirigente soviético. Su figura vuelve
al al centro de la polémica por los intentos en los últimos años de rehabilitar su
imagen, desde el Partido Comunista hasta grupos nacionalistas que ven al líder
bolchevique como el autócrata que restauró la gloria imperial del país.
Iósif Vissariónovich Dzugashvili ?mundialmente conocido por su nom de guerre, Stalin? falleció el 5
de marzo de 1953 en su dacha de Kuntsevo, en el hoy distrito de Fili en Moscú, y no en el Kremlin,
como muchos aún creen a raíz de la versión oficial que entonces se transmitió por la radio. "Sé que
tras mi muerte se acumulará sobre mi tumba una pila de basura, pero el viento de la historia la
dispersará sin piedad", le dijo Stalin a su ministro de Exteriores, Viacheslav Mólotov, en 1943.
El viento de la historia es caprichoso, y si alguna vez llegó a dispersar esa pila de ofensas ?en las
que rápidamente se mezclaron las denuncias legítimas y las fabricaciones de la propaganda
anticomunista (y en ninguno de los dos casos puede decirse que el material escasease)?, luego se
volvió a acumular y el viento las volvió a dispersar. Este proceso se ha venido repitiendo a lo largo
de varias décadas y ha hecho que la tarea del historiador se haya convertido en algo así como
juntar las piezas de un espejo roto: sea cual sea el resultado, una vez reconstruido nunca logrará
reflejar lo que ocurrió.
Un mito post-soviético transversal
El pasado 21 de diciembre, una delegación del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR)
llevaba a cabo la ya tradicional peregrinación al Kremlin para depositar decenas de claveles rojos en
la tumba de Stalin en el aniversario de su nacimiento ?en la fecha que fijó el propio Stalin, a pesar de
que una investigación posterior en el registro de Gori indicó como fecha de nacimiento real el 18 de
diciembre de 1878?. El término "peregrinación" no es aquí ninguna concesión estilística del
periodista: junto a la tumba, dos militantes del PCFR sostenían una imagen religiosa que
representaba a Stalin y sus generales, ante el cual los militantes se arrodillaban para besar,
siguiendo la costumbre de la iglesia ortodoxa. Ante el mausoleo de Lenin ?donde el féretro de Stalin
estuvo expuesto junto al de Lenin hasta 1961?, el secretario general del partido, Guennadi Ziugánov,
prometió una "primavera estalinista" como precampaña de las elecciones a la Duma que se
celebrarán el próximo 18 de septiembre.
En el panteón del PCFR Stalin ocupa un lugar preferente y, significativamente, más destacado que el
de cualquier otro dirigente soviético, incluido Lenin. Los comunistas de Ziugánov buscan desde
hace años desvincularse de figuras que recuerden el turbulento período revolucionario en favor de
aquellas que representan los períodos de aparente estabilidad (Stalin, Brezhnev), pero sobre todo
los momentos de máximo apogeo de la Unión Soviética, y el Stalin vencedor de la Segunda Guerra
Mundial, cuando el socialismo soviético alcanzó su mayor expansión geográfica, encaja en ese papel.
La figura de Stalin en la Rusia contemporánea no es, empero, monopolio del PCFR. Un sector de los
nacionalistas rusos intenta desde hace años desarrollar un modelo teórico que permita a sus
militantes conciliarse con el pasado inmediato de su país. Aunque la figura más conocida en
Occidente es Aleksandr Dugin ?quien ha reivindicado a Stalin como "el primer eurasianista"?, a
la cabeza de estos esfuerzos se encuentra en realidad Aleksandr Projánov, escritor, editor del diario
Zavtra y uno de los ideólogos de Tercera Posición más destacados en Rusia. La principal tesis de
Projánov es que Stalin abandonó el comunismo soviético tras la agresión de la Alemania nazi en
1941 para convertirse en el defensor de los intereses nacionales de Rusia.
Heredero de las tesis de los "bolcheviques blancos" del grupo Smena Vekh, según Projánov la
URSS no habría sido más que otra forma de una constante histórica en la que Rusia está
destinada a ser un imperio: primero, como Kievan Rus (882-1240); después como Principado de
Moscú (1283-1547); luego, como Imperio bajo la dinastía de los Romanov (1721-1917); más tarde
como Unión Soviética (1917-1991); y, finalmente, como "quinto imperio". Las tesis de Projánov y sus
asociados calaron en el nacionalismo ruso y desde 2013 pueden verse, junto a la llamada bandera
monáquica (negra-amarilla-blanca), retratos de Stalin en la 'Marcha rusa' que los grupos
nacionalistas convocan todos los 4 de noviembre.
Que tanto el PCFR como los nacionalistas compartan en buena medida el mismo análisis sobre
Stalin obedece a motivos históricos. Ziugánov y Projánov se relacionaron durante casi toda la
década de los noventa, primero en el intento de crear una plataforma de oposición a Borís Yeltsin
que fuese más allá del PCFR, y más tarde en los intentos de Projánov de penetrar, con éxito, en el
que es hasta día de hoy primer partido de la oposición parlamentaria. Sin ir más lejos, el icono de
Stalin exhibido el 21 de diciembre pertenece al Club Izvorsk, un think tank fundado por Projánov en
2012.
La singular obra de arte políticorreligiosa que representa a Stalin y sus generales se presentó el año
pasado en una ceremonia en la región de Belgorod con motivo del aniversario de una batalla de la
Segunda Guerra Mundial. Projánov defendió la iniciativa a la BBC asegurando que la obra no
presenta a Stalin y su séquito como santos ?ningún halo adorna sus cabezas?, sino que busca
simbolizar el poder del Estado ruso avalado por el poder religioso, representado por una
hierática Virgen María que contempla la escena desde el cielo. A pesar del rechazo de las
autoridades religiosas, un sacerdote ortodoxo accedió a consagrarlo en junio. La ceremonia se
celebró en la base aérea de Engels y más tarde el hieromonje Vissarión ?casualmente el mismo
nombre que el del padre de Stalin?, responsable de la misma, fue amonestado por sus superiores.
"La jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Rusa ha subrayado repetidamente que la canonización del
perseguidor de la Iglesia y organizador de su represión sangrienta es imposible y que la misma idea
resulta absurda. Los intentos por rehabilitar el estalinismo emprendidos por los miembros del Club
Izvorsk están basados en una grosera distorsión de los sentimientos religiosos y patrióticos”,
comunicó la archidiócesis. No era, con todo, la primera vez que un clérigo trataba de encajar a Stalin
en el revival de la iglesia ortodoxa: en 2008 el sacedorte de Strelna perdió su cargo por haber
mandado pintar a Stalin frente a Matriona Nikonova, una mujer contemporánea suya canonizada por
la iglesia.
Por último, también desde las instituciones se disputa el legado del líder bolchevique. Entre los
últimos ejemplos se encuentran la instalación, el 22 de febrero, de un busto de Stalin en el Museo de
Historia Militar de Pskov a iniciativa de la Sociedad de Historia Militar de Rusia y la inauguración, la
pasada primavera, de un museo en la casa en Jaróshevo, en el óblast de Tver, en la que el dirigente
soviético pernoctó en 1943. A comienzos de la década pasada incluso se difundió en los medios de
comunicación el término “mánager efectivo” para describir a Stalin. ¿Cómo es posible esta
transversalidad, de la que prácticamente sólo quedan excluidos los liberales pro-occidentales?
Stalin como pantalla de proyección
La historiadora rusa Irina Scherbakova intentó responder a esta pregunta en una entrevista con el
diario alemán Tageszeitung en 2012. “El culto a la personalidad de Stalin ha de considerarse
históricamente”, explicó Scherbakova. “Ya en época de Brézhnev apareció la imagen de Stalin
como contrapunto vital a un politburó senil. Algo parecido ocurrió en los noventa durante la era
Yeltsin, cuando el Estado era débil y la ola de privatizaciones fue para muchos una catástrofe. A
mediados de los noventa Stalin se convirtió en una pantalla de proyección para los deseos de la
población de un líder fuerte, algo que puede considerarse como un impulso nostálgico”.
A todo ello, continuaba la historiadora rusa, conviene sumar “la insatisfacción con el presente”. “Para
muchos rusos ?decía Scherbakova? los gobernantes actuales hacen como si fueran fuertes y
patrióticos, pero en realidad son corruptos, tienen su dinero en el extranjero y envían a sus hijos a
las mejores escuelas británicas. Stalin es en esta fantasía la imagen completamente opuesta a
esta élite, un dirigente popular modesto, sencillo, auténtico”.
Aunque Scherbakova se mostró entonces confiada en que esta imagen se desvanecería
gradualmente en las nuevas generaciones, la impresión general es que la mayoría de rusos han
terminado por aceptar el juicio de Isaac Deutscher, quien dijo famosamente que “Stalin había
encontrado Rusia utilizando arados de madera y la dejó equipada con reactores nucleares”. A
grandes trazos puede decirse que, para la mayoría de rusos, Stalin se inscribe en una genealogía
histórica de autócratas que modernizaron Rusia ?la paradoja, evidentemente, es que lo hicieron
sirviéndose de un poder y métodos nada “modernos”? para convertirla en una potencia regional y
militar. En ese rol Stalin se habría visto precedido por los zares Pedro I e Iván el Terrible.
Tras su muerte, los restos de Stalin fueron trasladados a la plaza Trúbnaya, a la que una multitud se
acercó para verlo por última vez. El poeta Yevgueni Yevtushenko nos ha dejado la que quizá sea la
descripción más estremecedora de aquel episodio. “Cada vez nuevas corrientes se derramaban en
la riada humana y aumentaban su presión, hasta que se formó un enorme remolino... De repente
una joven fue presionada contra un poste (de la luz)... Un súbito movimiento de la multitud me
presionó estrechamente contra ella. Nada podía oír, pero noté con todo mi cuerpo cómo sus débiles
huesos comenzaban a quebrarse contra el poste... La visión de sus increíbles y protuberantes ojos
azules superó mis fuerzas. La multitud me siguió empujando, y cuando volví a mirar, nada se podía
ver ya de la muchacha...”. Yevtushenko recuerda que aquel día más de quinientas personas fueron
pisoteadas hasta la muerte o aplastadas contra señales de tráfico y camionetas. “Como los antiguos
reyes escitas ?escribía el poeta?, Stalin se llevaba a su propio pueblo consigo a la tumba”.
Àngel Ferrero
Periodista, residente en Moscú, es miembro del Comité de redacción de Sin Permiso.
Fuente:
http://www.publico.es/internacional/stalin-sobrevive-rusia.html
URL de origen (Obtenido en 19/11/2016 - 18:34):
http://www.sinpermiso.info/textos/el-stalin-que-sobrevive-en-rusia
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