LIMPIEZA Y MANTENIMIENTO DEL CALZADO

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LIMPIEZA Y MANTENIMIENTO DEL CALZADO.
RECOMENDACIONES
PRÁCTICAS
PARA
LOS
USUARIOS.
El calzado constituye el único componente que no está
sujeto a los patrones de limpieza e higiene que tienen el
resto de las prendas de vestir. En general, el calzado no se
lava y debe tener, por ello, un tratamiento diferenciado.
Durante el uso diario, se lleva el mismo par de zapatos un
número considerable de horas, generándose un microclima
de temperatura y humedad en el interior que puede hacer
variar significativamente el comportamiento y durabilidad de
los materiales, a la vez de influir en la salud del pie. Esta
situación se ve agravada por el hecho, por otro lado
bastante común, de usar diariamente el mismo par de
zapatos durante un determinado periodo de tiempo que
puede llegar a ser incluso de semanas. El resultado es que
el calzado no descansa el tiempo suficiente como para
garantizar higiene y un óptimo comportamiento y acomodo
para los pies.
Para una adecuada conservación de los zapatos es
aconsejable seguir una serie de recomendaciones de tipo
práctico según las cuales, mediante una limpieza regular y
adecuada se pueden mantener los zapatos en
condiciones óptimas y alargar su vida útil.
En zapatos de pieles normales (incluidas autobrillantes,
pulidas y acabado natural), la piel mal cuidada acaba
secándose y resquebrajándose sobre todo en la zona de
flexión, de manera que tarde o temprano el zapato
adquiere un aspecto desgastado.
El cuero es hidrófobo y transpirable por naturaleza; para
que siga manteniendo estas propiedades, cuanto menos
agua absorba más durará y más cómodo será de llevar.
Una vez mojada, la piel se estira y debilita para encogerse
y volverse más frágil a medida que se va secando. Para
que el cuero no se endurezca o resquebraje, jamás debe
ponerse el calzado a secar cerca de una fuente de calor.
El objetivo de un buen cuidado del calzado de piel es
mantener de forma duradera una película de cera sobre la
piel, de manera que no pierda su engrase natural. Para
lograrlo es necesario aplicar regularmente una cera o
grasa de buena calidad. La crema no debe utilizarse para
quitar la suciedad al zapato; si está ligeramente sucio,
primero se limpia con un paño seco o suavemente con un
cepillo de cerdas que ayude a eliminar el barro. Si está
muy sucio o fangoso, quitar la tierra con una cuchilla sin
filo, preferentemente en el momento de quitarse los
zapatos, y luego limpiar con una esponja con la menor
cantidad de agua posible y secar con un paño, sin frotar
fuerte, ya que los granos de tierra pueden deteriorar la
superficie de la piel provocando rozaduras.
Uso del calzado adecuado
Para cada tipo de actividad que se vaya a realizar hay
que elegir el calzado apropiado y no otro. El uso
inadecuado puede llegar a dañar seriamente la apariencia
y los componentes del zapato, aparte de poder causar
lesiones a la persona que los calza.
El sudor
El sudor endurece el cuero y lo hace quebradizo,
pudiendo alterar también algunos materiales sintéticos,
acortando la vida útil del zapato.
Aparte de causar olores desagradables puede provocar la
aparición de hongos y bacterias, que se localizan
normalmente en la parte delantera de la plantilla.
Para mitigar los efectos del sudor se recomienda el uso
de un calzado con forro de piel y de plantillas con
tratamientos especiales, así como dar descanso al
calzado y una buena higiene de los pies, con frecuentes
lavados y cambio de calcetines.
En el mercado existen una serie de desodorantes
indicados para el calzado, que aparte de eliminar el olor,
desinfectan y acaban con gérmenes y bacterias.
Productos
En general para cada tipo de cuidado que queramos dar
al zapato existe en el mercado un producto específico que
ofrece todas las garantías y da un resultado satisfactorio.
El mercado de estos productos para calzado se divide
fundamentalmente en pastas y ceras líquidas. En la
primera categoría se incluyen las grasas, cremas y tintas;
en la segunda las ceras, que cubren instantáneamente el
zapato. La diferencia es la duración que le dan al zapato,
siendo las grasas las que más alargan la vida útil del
zapato y ofrecen una mayor prestación.
Para el cuidado y mantenimiento del cuero así
como para renovar y reavivar el color se ofrecen
betunes en diferentes colores y formatos; si se
quiere impermeabilizar la piel existen cremas de
ceras autobrillantes aunque también el betún puede
actuar como tal. La limpieza de las manchas y la
desodorización del zapato se hace a través de
limpiadores y sprays desodorantes.
CONSEJOS ÚTILES
Es aconsejable calzarse los zapatos nuevos
durante un máximo de dos a tres horas y sólo
cuando el pie se ha acostumbrado completamente al
zapato, puede empezar a llevarse todo el día.
En el momento de la compra hay que tener en
cuenta el uso que se va a dar al calzado. Nunca
deben comprarse unos zapatos que no resulten
cómodos en la tienda, pensando en que puedan
adaptarse con el uso. Hay que asegurarse de que el
talón y los dedos encajan bien en el zapato y pueden
moverse los dedos; los zapatos cerrados tienen
mejor calce que los abiertos. Es mejor probarse unos
zapatos al final del día porque los pies se hinchan y
se agrandan después de haber estado de pie o
sentados todo el día.
Generalmente el calzado no puede estabilizarse y
eliminar la humedad almacenada durante el uso en
una sola noche, por lo que se aconseja una
alternancia de los zapatos dejándolos reposar al
menos 24 horas para que puedan airearse y la piel
recupere su humedad característica.
Es conveniente usar siempre un calzador al
calzarse, tanto si se trata de zapatos con cordones,
con hebilla o de mocasines y, antes de descalzarse
deben aflojarse los cordones en todos los agujeros.
Si durante un tiempo los zapatos no se usan, se les
debe aplicar una fina capa de betún y conservarlos
en una bolsa de tela o plástico.
El uso de las ceras es para conseguir un efecto más
inmediato.
FUENSALIDA (TOLEDO) 2004
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