Aportación de la Acción Católica a la Iglesia y a la Sociedad Equipo de Consiliarios Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad Aportación de la Acción Católica a la Iglesia y a la sociedad Partimos de la realidad de nuestro mundo y de la Iglesia que deseamos para ese mundo, mostrando lo que la Acción Católica aporta tanto a la Iglesia como a la sociedad, una aportación que se realiza por medio de un protagonismo laical organizado que se encuentra comprometido en los ambientes con presencia pública. 1ª Reunión VER: El mundo en que nos movemos y somos 2ª Reunión JUZGAR: La Iglesia que deseamos para vivir y ser en este mundo 3ª Reunión JUZGAR: Aportación de la Nueva Acción Católica a la Iglesia 4ª Reunión JUZGAR: Aportación de la Nueva Acción Católica a la sociedad 5ª Reunión ACTUAR: Un protagonismo laical real y organizado 6ª Reunión ACTUAR: Comprometidos en los ambientes con presencia pública -2- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad VER: EL MUNDO EN QUE NOS MOVEMOS Y SOMOS corazón del mundo y de nuestra sociedad española. LA ACCIÓN CATÓLICA: IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. INTRODUCCIÓN EL MUNDO EN QUE NOS MOVEMOS Y SOMOS. LA GLOBALIZACIÓN En mi vida ministerial he tenido la suerte de encontrarme con la AC por razones pastorales, aunque en mi diócesis no abundara, al menos en mi época de formación debido a la crisis sufrida por la misma en España. Siendo formador en el Seminario Mayor conocí algo al poner en contacto a seminaristas con jóvenes cristianos de grupos de JEC que se estaban iniciando. Después me hice cargo del secretariado de pastoral universitaria en la diócesis y desde aquí me introduje más de lleno en dicho movimiento como animador y consiliario, y he asistido al nacimiento de Profesionales Cristianos en España, donde colaboro desde la consiliaría nacional. Desde esta corta experiencia, once años, me siento nuevo en estas lides, pero agraciado como para no poder negarme a colaborar con este encuentro haciendo esta reflexión teológica que me han pedido. Ni que decir tiene que cualquier consiliario, de los auténticos, podría hacerlo mil veces mejor que yo, pero agradezco que se hayan fijado en mí para esta labor, que una vez más me sirve de formación y profundización en este instrumento evangelizador y misionero de la Iglesia que es la AC. Hoy casi todo el mundo utiliza el término de globalización para referirse a la realidad que nos ha tocado vivir. Con este concepto se explica y se justifica todo, pero en realidad pocas veces se entra en la profundidad de lo que el término en cuestión significa y de lo que está suponiendo en orden a configurar tanto la sociedad humana, como a la personas, y a la propia Iglesia así como a la vivencia de la fe y de la construcción del mundo. Son distintos elementos los que se interrelacionan y se configuran mutuamente [1]; por un lado está todo el proceso técnico-económico [2] con la revolución en las tecnologías de la información de la comunicación que han entrado de una forma rápida en las formas de producción y de vida de mucha gente, sobre todo para los que vivimos en países industrializados. Este proceso puede beneficiar a bastante gente pero al día de hoy sólo algunos tenemos el acceso a estos medios, muy lejos quedan los países que no están desarrollados. En nuestra sociedad, tanto la incorporación de las tecnologías de comunicación e información a las empresas, como el acceso personal a las mismas, es más fácil y supone un cambio brutal en las formas de vida de la gente, en los trabajos y nuevas formas de producción, en la formación e información, en los entretenimientos, en la comunicación y relación humana, en la conexión con todas las realidades del mundo, en los cambios en el capital, en el deterioro del medio ambiente, así hasta en la evolución del papel del estado como agente y organizador económico. Estamos en otra etapa de la historia y los cambios son vertiginosos. En mi exposición seguiré tres pasos sencillos y fundamentales: Un punto de partida situándonos en la realidad que nos ha tocado vivir, época de globalización y de mercado que afecta a la configuración de la persona y, cómo no, a su dimensión religiosa; una segunda parte estará más centrada en la necesidad de una Iglesia viva y corresponsable que sepa responder, especialmente desde un laicado organizado, a la situación actual para ejercer tanto su ser comunión como su misión evangelizadora; por último trataremos de ver cómo la AC es un instrumento realmente válido para esta Iglesia y este mundo, o mejor para que la Iglesia llegue evangelizando hasta el En la dimensión sociopolítica [3] también se deja notar todo este proceso globalizador, el -3- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad digerida, con desprecio de lo propio, de lo objetivo, y exaltación de lo relativo con renuncia de los grandes ideales y favorecedor de una pasividad extrema. Lo que más se ha desarrollado es la utilización del tiempo libre con este modo nuevo de relación como es la relación virtual, en la que se desfigura de algún modo la frontera entre lo real y lo virtual, entre la ficción y la realidad. capitalismo ha obtenido su victoria política por motivos ideológicos, pero sobre todo de carácter tecnológico, económicos y culturales. La política internacional se mueve ahora no por bloques “políticos” sino más bien por ejes económicos con sus diferencias políticas y culturales. La economía es la organizadora de la vida, los estados han de salir de su ser contenedor y comenzar a internacionalizarse para ser fuertes como ejes y poder subsistir; desde occidente se trata de transplantar este sistema de democracia liberal, sin adaptación ni proceso, a todos los países y, aparte de obtener poco éxito, en algunos casos ha desencadenado fundamentalismos antioccidentales. En cuanto es el mercado el que configura la realidad el hombre se configura como consumidor y se le lanzan elementos de seducción para que sienta el deseo irresistible de poseer lo productos que se elaboran para él y que exigen la creación del deseo dentro de su persona, pues no suelen responder a verdaderas necesidades. Esto ocurre especialmente con los productos de la industria del entretenimiento. En este sentido el consumismo global provoca cambios de valores e incluso comportamientos adictivos, que no se detectan ni suelen tratarse normalmente porque adquieren visos de normalidad en el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento de las personas. La dimensión política también va girando y nos encontramos con una ciudadanía que no confía en los agentes políticos tradicionales y que se mueve más a gusto en los nuevos movimientos sociales, donde se preocupan de problemas locales de un modo concreto, sin organizaciones duras y jerarquizadas, con una comunicación fluida a través de los medios que rompen fronteras. Se trata de un dinamismo nuevo que posibilita un modo de hacer político que parece alternativo a los sistemas tradicionales que se ven caducos, aunque a veces estos modos son también ambiguos e interesados con particularidades y no universalmente. Por otra parte en este mundo cultural global está en juego lo específico y propio que da riqueza a la cultura universal, cada día las diferencias son más accidentales y externas y se va eliminando lo sustancial de cada cultura y formas de vivir. Ni que decir tiene que todo esto afecta a los ideales y a las tradiciones de todo tipo incluidos los religiosos. Socialmente este proceso globalizador ha sido enriquecedor para un determinado tipo de población haciendo más alejada a la mayoría. Dentro del entorno desarrollado aparecen nuevas pobrezas y agujeros negros que se ven reforzados, y entre los pobres el muro que se abre es aún mayor; la inmigración es un detonante clarísimo de lo que está ocurriendo con este proceso desigual e injusto en muchos de sus aspectos. Como podemos observar desde el eje económico en correlación con lo técnico, lo político, lo social, así como lo cultural se configura una nueva constelación de pensamiento y de vida, que nominamos como globalización, en el que nos movemos habitualmente y que necesita ser nombrado a conciencia para saber con el hombre que somos y que nos encontramos en la vida real, y que afecta a la dimensión religiosa y cristiana. En el aspecto cultural [4], aquello que da sentido y forma a nuestra existencia, los cambios también han sido acelerados y fuertes; tres son las novedades que señala J. M. Serrano en torno a los inputs culturales, inputs mediados de la televisión o por Internet, producidos como productos culturales con el ánimo de sacar beneficios económicos, y procedentes de personas o culturas lejanas. Esto influye especialmente en las personas que se están formando para llegar a la vida adulta. En este sentido nos encontramos un ser del mundo organizado fundamentalmente desde la economía que está influyendo en el ser humano y en su configuración personal; cuestión que consideramos importante en orden a los prenotandos del tema que nos proponemos tratar y profundizar. Esto ha dado de sí un nuevo horizonte conceptual de una pluralidad en muchos casos no -4- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ble a lo que se llama “flexibilidad ocupacional” donde uno se pierde como persona en su estabilidad, así como que la preocupación del interés por la producción ahora esté centrada en cómo mantener el consumo, cómo provocar deseos en los consumidores y cómo crear productos nuevos para esos deseos dirigidos. MERCADO Y PERSONA HUMANA EN EL SISTEMA CAPITALISTA NEOLIBERAL [5] En la tradición judeo-cristiana no se cae en el espiritualismo de otras religiones, que se desentienden del mundo y que no tiene en cuenta la dimensión económica. Más bien se considera cuestión de orden no solo moral sino sobre todo teológico; no hay modo de llegar y experimentar a Dios si no es a través del prójimo. El propio evangelio de Mateo en su capítulo veinticinco se refiere a la identidad entre Cristo y los débiles refiriéndose a cuestiones fundamentales de la vida como son el sustento, la integración y la libertad. Es más, la dialéctica mateana de que no se puede servir a Dios y al dinero, nos muestra hasta qué punto existe relación entre la teología y la economía. En este contexto aparecen cuestiones de gran calado antropológico; por ejemplo, dos mil millones de personas han de esforzarse casi exclusivamente en sobrevivir; también en lo económico, y en la necesidad de unos recursos mínimos, nos jugamos nuestra real libertad. Pero además lo que ocurre es que la identidad en esta sociedad está viniendo, así como la dignidad y la autoestima, por el elemento laboral y económico. Esto crea sentimientos y propicia una nueva escala de valores que condiciona la realidad personal. No hay duda de la implantación a través de los medios de comunicación social del influjo de las fuerzas económicas propiciando la veracidad de la afirmación “consumo luego existo”. Actualmente nos movemos en el capitalismo y este sistema económico está siendo la base de la construcción de la realidad y conformación de la personalidad. Si la dimensión económica siempre se ha considerado de importancia vital, actualmente con la victoria de este sistema ha pasado a ser la parte predominante de la vida social y personal, parece que la meta de la vida consiste en alcanzar el mayor nivel de vida posible, la economía pasa de medio a fin en sí misma. Lo económico se ha magnificado y la actividad laboral se convierte en el medio de la seguridad económica, del éxito y el prestigio social, la imagen pública y la misma valoración de uno mismo. En este contexto, aunque reconocemos los valores positivos que tiene el progreso material y de los que disfrutamos, aparece un “hombre unidimensional” donde lo económico va marginando otras dimensiones de la persona, caemos en la absolutización de las necesidades de consumo, haciendo de ello religión, viviéndolo de un modo inconsciente. Nos enriquecemos a la vez que nos empobrecemos personal y socialmente: tanto a nivel artístico, político, relacional, filosófico, espiritual, solidario, público, afectivo, educativo... Pero ahora estamos en la etapa del capitalismo globalizado con sus propias características, donde un tercio de la humanidad producimos y consumimos con un alto nivel, otro tercio produce barato para nosotros pero no consume, sólo sobrevive, y lo más grave: un último tercio ni consume ni es necesario para la producción mundial. Ahí entra por ejemplo ese dicho de si África desapareciera no lo notaría la economía mundial aunque allí vivan seiscientos cincuenta millones de personas. La mercantilización progresiva de crecientes facetas de la vida comienza a ser normal y justificada, de tal manera que comienza a hablarse de la venta de sí mismo en el argot del mercado laboral: es necesario saber venderse y cuidarse para tener un buen aspecto como la manzana que brilla con la cera en el supermercado para ser elegida y no ser considerada “desechable”. El comercio sustituye el calor humano y familiar en la atención a los débiles. Otros cambios de interés en este sistema, una vez caído el muro de Berlín, es el planteamiento neoliberal que comienza a sospechar de la intervención reguladora y redistribuidora del estado, poniendo la confianza en la dinámica mercantil y su competencia; esto ha llevado consigo que se pase del trabajo esta- Aparece una cultura del individualismo posesivo frente a la solidaridad. Cada uno se piensa a sí mismo como el resultado de su esfuerzo y de su lucha y no le importan los demás -5- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad rencia religiosa y a la cultura secular y laica que la propicia; es lo que algunos han dado en llamar época postcristiana o fenómeno de descristianización de la sociedad española y europea. que están en la situación que están porque se lo han buscado de alguna manera, aunque no es verdad porque todos somos fruto de un contexto familiar, social e histórico en mayor medida que nuestros propios esfuerzos. Pero da la sensación que a lo más que llegamos es a la solidaridad selectiva y son muy pocos los que consideramos de “los nuestros”. LA INDIFERENCIA RELIGIOSA EN ESPAÑA: HACIA UNA CULTURA LAICA Y SECULAR [6] Curiosamente según nos adentramos en el ámbito de la riqueza se refuerzan las actitudes defensivas con respecto a los prójimos y a los más pobres se les ve como amenaza en la lejanía y a los cercanos como competidores; el bienestar se impone como religión dominante e impone sus mandamientos de consumo y placer para poder pertenecer a esta sociedad con un nivel aceptable de vida, así como sus fiestas y sus momentos especiales. En la actualidad notamos como la fe y la experiencia religiosa se sitúan sobre todo en las personas mayores y en la decreciente cultura rural y campesina, mientras que la cultura juvenil y urbana se muestra poco receptiva a la fe y a la experiencia religiosa, declarándose laica y secular. Lo obvio comienza a ser la increencia, el agnosticismo, cuando no el ateísmo. La fe y lo religioso en dichos ámbitos comienza a ser lo extraño o lo menos normal. Entre los rasgos culturales [7] que sitúan la fe en este estado nuevo podemos enumerar los siguientes: El consumo funciona como práctica religiosa que sana y salva a la persona, que le concede vida en la sucesión de pequeños placeres, placeres que además no deben esperar. En este contexto la persona queda tocada en su ser, en sus aspiraciones y deseos. No está nada fácil que se desarrolle la configuración religiosa y trascendente del ser humano en este contexto. Vivimos en una cultura laica y este rasgo no lo tenemos asimilado suficientemente los creyentes y los no creyentes. No hemos logrado entrar en el diálogo de unos y otros en orden a consensuar reglas de juego y ética de mínimos para una sana convivencia. Todavía intentamos imponer cosmovisiones propias con rechazo de las otras. Hoy notamos por ejemplo la no valoración de la aportación de la cosmovisión y de las tradiciones religiosas, así como el deseo de algunos creyentes de establecer la suya como la de todos. z Lo que nos encontramos más bien es a personas que se gastan en la infeliz búsqueda de su felicidad; se mueven a niveles superficiales, sin profundidad, no aceptan la dificultad, la contradicción y el dolor como elementos de la vida que transforman y construyen para ser y vivir con sentido, no se abren al encuentro del otro como espacio de realización negándose a toda trascendencia humana y, por lo mismo, viven en la indiferencia total ante la posibilidad de la trascendencia divina como referencia última de vida y de sentido para la limitación, la debilidad y la muerte. Vivimos en una cultura de las sensaciones que ha sustituido a la cultura de las grandes preguntas y la cuestión del sentido de la vida. z Vivimos en una cultura de luces cortas, de la inmediatez, del corto plazo, de la inmanencia, de los deseos cortos. Aquí no cabe la dimensión religiosa que nos obliga a poner luces largas, mirar a lo lejos, a hacer preguntas sobre el sentido, a pagar el peaje de ciertas renuncias a corto plazo para garantizar un largo plazo más humano para las personas y para la sociedad. Aquí estamos con un problema que va más allá de la problemática religiosa, se trata de la cuestión de las humanidades. z Se tiende a centrarse sobre sí mismo como realidad única a la que debe supeditarse todo, para que no le falte gozo y placer permanente, en un disfrute de elementos externos que a la postre le acaban fatigando y agotando en un maremágnum donde la vida pierde verdadero horizonte y auténtico sentido, terminando en una noria interminable de sucesos sin conexión y sin identidad. Es en este contexto donde hablamos de una nueva situación que se da en el ser humano con respecto al tema religioso y que en nuestra sociedad española comienza a abundar, nos referimos a la indife-6- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad mitad; se ven como creyentes en Dios pero indiferentes ante lo religioso. Vivimos en una cultura del pluralismo sin límites, del subjetivismo creciente, de la libertad no liberada. Esta cultura fácilmente se desliza hacia un relativismo plano en el que todo vale igual, la fe y la increencia. Todo tiene los mismos derechos, tanto la verdad como la mentira. z Se habla de los tres tercios en el panorama católico español, el primero de practicantes, un segundo grupo de católicos ocasionales, y el tercer grupo los no “practicantes” que debemos considerar alejados, que nunca van a misa u otros oficios religiosos. Otros aspectos a señalar son la tendencia a individualizar e incluso subjetivizar las creencias, perdiendo por ejemplo fuerza la idea de un Dios personal y pasando a una fuerza o espíritu vital de la realidad así como la creencia en el más allá o escatología. Vivimos en una cultura del descrédito de las instituciones, especialmente de las instituciones religiosas laicas, de las iglesias y de las religiones. Es preocupante en España el descrédito de la Iglesia, de la Jerarquía, del clero, del cristianismo en general. z De todos modos es necesario apuntar también cómo en medio de todo este contexto comienza a aparecer una cierta necesidad religiosa, una cierta nostalgia de lo infinito, una cierta hambre de mística. z El segundo proceso es la caída en la asistencia a la Iglesia o práctica religiosa. Sorprende también el grupo de españoles que se considera fuera de toda religión institucional, un dieciocho por ciento, entre los que cuentan los defectores que han abandonado y los irreligiosos, personas que ni antes ni ahora se han considerado religiosos. Dada la tónica de esta nueva cultura secular y laica y la no integración de lo religioso en su ámbito nos encontramos con una nueva configuración de la sociedad con respecto a la fe y la experiencia religiosa. Hoy los “no religiosos” lo son porque a la fe religiosa o creencia le falta plausibilidad social y cultural. Son fundamentalmente razones “sociales” las que están de fondo: cambio de sociedad, quiebra de socialización religiosa en la familia, irrupción de un “régimen de indiferencia” merced a la desvalorización que introducen las relaciones mercantiles neoliberales en casi todos los frentes de la identidad y la oferta masiva de entretenimiento mediante el consumo de sensaciones. La población no es irreligiosa de forma consciente sino indiferente. Entre los no religiosos se dan las siguientes características: son más varones que mujeres, tienen menos de cincuenta y cinco años, con estudios o sin ellos, no están en la mejor situación laboral o de independencia, la mayoría son políticamente de izquierdas. Nos encontramos por tanto con una situación fuerte de indiferencia que se manifiesta con despreocupación frente a lo religioso, no se pronuncia sobre Dios, viven sin horizonte de trascendencia. El indiferente organiza su vida dentro de la inmanencia, de lo inmediato y a mano: la profesión o el paro, el éxito o el fracaso, el poder o la impotencia, el dinero o la escasez, el placer o el dolor, el consumo o la carencia. Podemos hablar de una cierta tipología de indiferencia: los defectores, los arreligiosos, la indiferencia comprometida, y la que surge como salida a un conflicto personal. En la irrelevancia lo religioso se resguarda en lo íntimo y pierde relevancia pública, dejando de este modo que aparezca más la irreligiosidad o no religiosidad de la que realmente existe. Sin embargo hay frente a la desregularización de la religiosidad tradicional nuevas condiciones para que surjan búsquedas variadas de lo religioso por los caminos más inesperados. La situación nos habla de un avance implacable de la no religiosidad, la no práctica religiosa, la distancia frente a las iglesias y la religiosidad oficial o institucionalizada; se trata entre nosotros de una descristianización que podríamos denominar como postcristiana. Signos de la nueva situación son el descenso drástico de las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada con la previsible desclericalización de la Iglesia Católica; también notamos Llama la atención en los últimos estudios sobre la religión a través de encuestas los siguientes datos: el descenso creciente de los practicantes, de los que caminan por el sendero de la Iglesia. Un gran número de alejados, no practicantes duros e incluso indiferentes. También sobresale el número de los que se identifican como no religiosos, casi la -7- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad siempre viene bien, aunque te suponga a menudo un esfuerzo, pararse a pensar y a organizar, un poco, en tu mente y también en tu corazón, la experiencia que vas acumulando poco a poco y que en definitiva es el bagaje de tu vida, lo que te alimenta y también, en ocasiones, lo que te da fuerzas para continuar sin dejarte caer en malsanas añoranzas de que cualquier tiempo pasado fue mejor. La vida es el maravillosa regalo del Padre Dios y siempre y en cada momento exige esfuerzos nuevos y nos da satisfacciones nuevas. el descenso de un cristianismo cúltico-ritual y una mayor libertad en la interpretación doctrinal que inciden en la uniformidad y ortodoxia de la doctrina, e incluso de las normas morales. El mundo juvenil se muestra muy poco receptivo a la dimensión religiosa, un setenta por ciento no muestra sensibilidad religiosa. Se plantea de este modo una cuestión fundamental de evangelización: si la mitad de los que se consideran católicos en la práctica son alejados y además nos encontramos con un cuarenta y cuatro por ciento que se dice no religioso en su fuero interno, ¿no estaremos en un momento que reclama una pastoral real de alejados? Hemos de preguntarnos si nuestra Iglesia tiene capacidad para efectuar una pastoral de alejados. Para que me conozcáis un poco más y podáis haceros una idea mejor de cual ha sido mi recorrido y mi vida en la AC os voy a contar brevemente quien soy y cual ha sido y es la historia de mi vida. Algo ya han dicho de mí en la presentación, pero puedo compartir con vosotros que nací en un pequeño pueblo de la maravillosa montaña del Alto Maestrazgo de Teruel, Mosqueruela, hace ya 51 años. Mi familia era muy religiosa y piadosa y mi madre siempre fue de la AC, aspirante, joven y mujer, hasta que por las circunstancias que todos conocemos se disolvió el grupo parroquial y se terminó la AC en el pueblo. Por eso puedo decir que a mí siempre me sonó bien la AC, ya desde niño oí hablar con mucho cariño de ella. La situación actual parece indicar que caminamos hacia formas minoritarias y diferentes de las que han predominado hasta nuestros días; el cristianismo de cristiandad parece tocar a su fin en nuestra sociedad, lo cual reclama un cristianismo de otro estilo. Es a esta realidad a la que tenemos que responder eclesialmente, necesitamos saber qué Iglesia deseamos construir y edificar hoy para vivir y ser en este mundo concreto en el que nos ha tocado vivir y al que tenemos que amar para que le llegue la vida abundante que el Padre le quiere dar en su hijo Jesucristo, de quien la Iglesia es sacramento. Me llevaron al Seminario de niño y fui ordenado sacerdote en 1980 por el entonces Obispo de Teruel D. Damián Igualen. Después de 15 años de cura rural en pequeños pueblecicos y trabajando en equipo con varios compañeros, vine para Madrid para acompañar al Mvto. Junior de AC durante tres años como Consiliario General. Terminada esta tarea me encargaron al acompañamiento del Equipo Internacional del MIDADEN (Movimiento Internacional de Apostolado de los Niños) en París, otros tres años, y si no era suficiente, al terminar mi tarea se me pide acompañar la ACE como Viceconsiliario, durante 4 años. Terminada esta tarea he regresado con gozo y con ilusión a mi diócesis de origen, después de un periplo de diez años. En estos momentos soy párroco “in solidum” con mi compañero Enrique, en la Unidad parroquial de Calamocha que incluye ocho pueblos, pequeños. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 EXPERIENCIAS Sirva a modo de introducción para contaros desde mi experiencia, lo que yo entiendo que desde que conozco y vivo la AC, ha aportado a nuestra querida Iglesia y a la Sociedad en la que nos ha tocado vivir. En primer lugar dar las gracias a los responsables y organizadores de este ya Décimo tercer Encuentro de Sacerdocio y AC, por todo lo que supone de dar a conocer de una forma práctica la AC a muchos sacerdotes de toda España que año tras año van pasando por estas jornadas. También dar las gracias porque Julio Marín Gil, párroco en la Unidad Parroquial de Calamocha (Teruel) Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 -8- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad Se me pide que a partir de mi experiencia como militante de AC en mi grupo, Movimiento en el Conjunto de la AC en mi Ciudad, Asociaciones... comparta mi apreciación personal o a través de personas vinculadas a la AC de las aportaciones que ha realizado y realiza la AC al conjunto de la Iglesia y de la Sociedad. Empiezo con cuatro cosas sobre mí: me llamo Luisa, tengo 29 años y soy de Asturias aunque hace casi 4 años que vivo en Zaragoza. Tras muchos años de estudio en la Universidad espero acabar este año Matemáticas y Estadística. Empecé en la JEC hace más de once años, tras otras experiencias eclesiales como el catecismo, la confirmación, colegios religiosos, JMV... Mi experiencia personal es que yo con 49 años, cristiano de la época clerical (en torno al sacerdote) en una ciudad pequeña (Ciudad Real) en un Colegio de Religiosos, con una práctica religiosa intensiva durante 10 años, sin apenas convicción personal, supuso una fatiga religiosa importante, que concluyó con la apertura de un paréntesis en mi vida de fe coincidiendo con mi salida del Colegio y comenzar a trabajar en Barcelona. Me han pedido que, desde mi experiencia, comparta mi aportación a la sociedad y a la Iglesia como miembro de la AC y en concreto como militante de la JEC. Me resulta realmente difícil intentar resumir en quince minutos una experiencia que percibo realmente intensa y rica. Formar parte de la AC me ha ayudado a sentirme Iglesia y a optar por seguir el estilo de vida de Jesús. No ha sido una experiencia puntual, sino un proceso que continúa, a veces más lento y a veces más rápido, con avances y con dificultades. “Me cansé de creer”, fui durante bastantes años practicante sin convicción y un buen día el Evangelio, se me cayó de las manos. Hasta que algún tiempo después, ya de joven maduro (18 años) descubrí el Movimiento de Jóvenes de AC, a través de gente concreta, y eso supuso un zarandeo en mi fe adormecida, al descubrir el papel protagonista que el joven debe tener en el mundo, que la fe es algo más que una práctica religiosa semanal y la inquietud por hacer algo más. Comienzo con lo que intuyo que ha sido y está siendo mi aportación a la sociedad. Cuando la gente habla de “la sociedad” siempre me da la sensación de que se refieren a algo lejano y un tanto ajeno. En mi primer campamento de la JEC descubrí que en realidad estaba más cerca de lo que yo pensaba. Allí donde me movía cada día, en mi clase y en el colegio, aquellos compañeros y profesores formaban ya esa sociedad concreta de la que yo también formaba parte. Después vendrían los procesos de fe, materializados, en la Revisión de Vida, en la reactualización continua del Proyecto Personal de Vida Militante, en los diferentes Planes de Formación, en la importancia del apostolado asociado, de lo organizativo... Durante aquellos días reflexionamos sobre las situaciones injustas de nuestros institutos y nos cuestionamos cuál estaba siendo nuestra actitud frente a todo aquello, cuál era nuestra aportación a aquél trocito de sociedad. Es lo que yo llamo “volver a empezar”. Era un cristiano sin demasiada convicción, un día abandoné la práctica religiosa y me fui alejando de la fe. Luego se produjo un acontecimiento en mi vida, a través del conocimiento de gente concreta, que me hizo dejar mis incertidumbres y reanudar el camino de la fe, ofertándoseme la AC, como Itinerario de Vida y Fe. Una vez en la Universidad la situación se acentuaba. Había una mayor frialdad en las relaciones, en las aulas, entre profesores y alumnos... En los pasillos las quejas eran continuas pero pocos hablaban en los foros donde se nos daba la palabra. Así que el segundo año, animada por un compañero, tomé la decisión de presentarme como representante de alumnos ya que no había ninguno del primer ciclo. Hace unos 12 años se nos encargó a personas concretas en la Diócesis hacernos cargo del Movimiento de AC General de Adultos en Ciudad Real. He de confesar que después de aquél zarandeo en mi fe, que antes he contado, este encargo, fue para mí una llamada del Señor, a través de la persona concreta que me hizo el encargo. Os leo alguna frase de la car- Luisa, militante de JEC en Zaragoza Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 -9- Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ta personal que me entregó para que reflexionara: “Necesitamos Seglares tal y como hemos entendido siempre desde la AC, capaces de dar una respuesta al Señor y darla a este hombre y mujer de hoy. Por favor piénsalo a la luz del Evangelio. Yo rezaré para que lo veas. Lo que decidas lo entenderé”. Lo rece dije que sí y tengo que darle gracias a Dios, por esa decisión, es verdad que me ha supuesto muchas madrugadas, muchos viajes, muchas renuncias a estar con mis hijos, pero ese paso me sirvió y me está sirviendo para descubrir QUÉ MUNDO, QUÉ IGLESIA y QUÉ LAICO NECESITA HOY LA IGLESIA, y sobre todas las cosas el principal descubrimiento es el TREMENDO AMOR A LA IGLESIA, que mi experiencia personal de laico en la AC me ha hecho tener con todos sus defectos que sin duda son muchos. Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 FICHA DE TRABAJO Nº 1 ¿En qué coincides y en qué discrepas respecto a la visión de la realidad presentada en el texto de J. M. Losada? z Comenta la frase: “La situación actual parece indicar que caminamos hacia formas minoritarias y diferentes de las que han predominado hasta nuestros días; el cristianismo de cristiandad parece tocar a su fin en nuestra sociedad, lo cual reclama un cristianismo de otro estilo. Es a esta realidad a la que tenemos que responder eclesialmente”. z ¿Descubres coincidencias entre las tres experiencias? z - 10 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad JUZGAR: LA IGLESIA QUE DESEAMOS PARA VIVIR Y SER EN ESTE MUNDO ranía y la reconciliación de la humanidad. Le pertenece en cierto modo al mundo puesto que en él despliega el Señor su acción salvadora, a cuyo servicio está la Iglesia. Es Iglesia de la Trinidad y al mismo tiempo de los hombres. Consideramos que hoy más que nunca, dadas las circunstancias de las que hemos venido hablando hasta ahora, tenemos que mirar a la eclesiología del Concilio Vaticano II, donde se entendía la Iglesia desde su relación con la humanidad. En el pensamiento conciliar la relación con el mundo no sólo descubre la misión propia de la Iglesia sino también su identidad. El modo de relación ideal de la Iglesia con el mundo es el que desde el principio expresa la constitución Gaudium et Spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre, y han recibido la buena nueva de salvación para comunicarla a todos. La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1). Pablo VI en el discurso de apertura del segundo período conciliar decía: “La Iglesia quiere contemplarse a sí misma en la mente de Cristo... Y no se piense que al hacer esto la Iglesia se detiene en un acto de complacencia en sí misma, olvidando de un lado a Cristo, de quien todo lo recibe, y de otro a la humanidad, a cuyo servicio está destinada... Que no se cierna sobre esta reunión otra luz si no es Cristo, luz del mundo”. La Iglesia es un don de Cristo para toda la humanidad. Desde esta perspectiva se ha resaltado, con razón, que la constitución sobre la Iglesia (LG) tiene su complemento y lugar interpretativo en la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (GS) y viceversa. Iglesia y mundo no son magnitudes excluyentes. No necesita la Iglesia salir de sí misma para encontrar al mundo, y en ella es donde Dios encuentra al mundo de una manera singular. Pero cuando hablamos de mundo -que también será entendido y llamado “realidad”, “historia”, “humanidad”...- lo consideramos como la realidad que ha sido “Asumida y salvada” por Cristo [8]; que es para nosotros lugar teológico, en el que Dios se nos manifiesta y que a Dios se nos revela [9]; receptor de la Buena Noticia y, a la vez, cerrada a ella [10]. Y más adelante se añade: “Tiene, pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, a la entera familia humana con el conjunto universal de realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación”. (GS 2). Esta idea se repite, con diversos matices, en otros pasajes. Así se afirma que la razón de ser de la Iglesia “es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios”. (GS 40), puesto que avanza juntamente con toda la humanidad y experimenta la suerte terrena del mundo. La razón de esta nueva visión conciliar hay que buscarla en el nuevo modo como la Iglesia se ve a sí misma (LG) y ve al IGLESIA SERVIDORA EN MEDIO DEL MUNDO La Iglesia ha de saber manifestar que es el lugar en el que se expresa la acción de Dios en favor del mundo, donde Cristo ejerce su sobe- 11 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad su misión y de su competencia no se confunde con la comunidad política ni está atada a sistema político alguno, pero es signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. Reconoce que tanto la comunidad política como la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Sin embargo ambas están al servicio de la vocación personal y social del hombre; de ahí la necesidad de que exista una eficaz colaboración entre ellas. mundo (GS). Pero esta relación exige una serie de claves fundamentales como son la que relatamos en adelante. Actitud de diálogo La Iglesia no debe ni puede mantener una actitud de enfrentamiento o contraposición al mundo; está en el mundo y no fuera del mundo. Desde la teología de la creación, valora la Iglesia al mundo como lugar de la historia de la salvación. Es el ámbito donde debe ejercer su función pastoral. Ha de reconocer la justa autonomía de las realidades terrenas, la política, la economía aportando lo que es propiamente suyo: la vocación última del mundo, aquello a lo que está llamado a ser en la consumación del Reino de Dios. Desde esta clave fundamental de independencia la Iglesia: respeta y anima la libertad y la responsabilidad política del ciudadano; recurre sólo a los medios propios del Evangelio para evangelizar, fiándose del Padre; se sirve de medios temporales para lo sobrenatural, a la vez que renuncia a privilegios que puedan empañar su testimonio (GS 76); reconoce la libertad religiosa y la autonomía de lo temporal, la separación de Iglesia-estado. Adopta una actitud de diálogo con la cultura y las religiones desde el reconocimiento de la parte de verdad que puede existir en ellas. Ella está en el mundo y para el mundo, sin ser de él. Por eso no puede serle extraño nada de cuanto contribuya al logro de las aspiraciones justas y al desarrollo integral de la persona, dando un sentido más humano al hombre y a su historia (GS 40). Y sin embargo exige “poder predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina sobre la sociedad, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y situaciones... La misión de la Iglesia es fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana, consolidar la paz en la humanidad para gloria de Dios”. (GS 76) Hoy no tiene ningún sentido una concepción de Iglesia como sociedad perfecta, que se relaciona con el mundo desde el poder. En la eclesiología y en la praxis eclesial dominante anterior al Concilio la relación de la Iglesia con los poderes públicos partía del concepto de la Iglesia como sociedad perfecta. A ella debía estar sometido el poder político, en razón del pecado que impregnaba las realidades temporales, para orientarlo en conformidad con los designios de Dios. La colaboración En orden a alcanzar el bien común integral de la persona humana es indispensable la colaboración entre la comunidad política y la Iglesia. De ahí la necesidad primeramente del diálogo. Además se insta a los cristianos a tomar parte en las realidades políticas y sociales a fin de que, mediante su testimonio, la Iglesia se haga presente en ellas y el mensaje evangélico pueda repercutir en las decisiones de la sociedad. En cuanto sociedad perfecta a veces ha reclamado para sí un poder directo sobre lo temporal, si bien la teoría más común en los últimos tiempos ha sido la del poder indirecto de la Iglesia. Pero esta concepción ha sido superada, lo cual ha propiciado que la Iglesia, aliviada de conceptos jurídicos, haya encontrado identidad más propia y buscado nuevos modos de presencia en la vida pública y política. Opción por la independencia y autonomía mutuas Pero todos estos elementos de los que venimos hablando son imposibles sin un verdadero laicado que desarrolle esta presencia y colaboración, ellos son el verdadero puente Este cambio ha sido asumido por el Vaticano II. En él se afirma que la Iglesia por razón de - 12 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad entre la Iglesia y el mundo, ellos son la Iglesia en el mundo y el mundo en la Iglesia. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 FICHA DE TRABAJO Nº 2 ¿En qué coincides y en qué discrepas respecto a lo expuesto? z z ¿Qué otras ideas aportarías? - 13 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad JUZGAR: APORTACIÓN DE LA NUEVA ACCIÓN CATÓLICA A LA IGLESIA sona de Iglesia” puede dispensarse de ser “persona en el mundo”. Lo temporal debe ser concebido como lugar teológico. MISIÓN DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO [11] La dimensión secular [13], por tanto, antes que una característica que afecta al laicado, alcanza a la totalidad de la Iglesia y se convierte en elemento constitutivo de la misma. La comunidad cristiana nace y crece en el mundo, y es enviada al mundo como mensajera de la Buena Noticia, compartiendo y discerniendo los gozos y la esperanzas, las tristezas y angustias de las gentes, sobre todo de los pobres y afligidos. En esta concepción conciliar la Iglesia ya no se protege del mundo, va a él. El mundo es el lugar de la misión. La secularidad alcanza sentido teológico porque el bautizado no sólo está en el mundo, sino que es enviado al mundo para anunciar el evangelio de la salvación. Debido a su participación en el oficio profético de Cristo, los fieles laicos están comprometidos en la tarea de la nueva evangelización. Les corresponde ser testigos de la fe en Cristo Jesús como único Salvador, en quien se encuentra la sola respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad. Para ello es preciso superar en los mismos cristianos la fractura entre la fe y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad, esa unidad de vida que encuentra en el Evangelio inspiración y fuerza para realizarse en plenitud. Dicen los obispos vascos y navarros que “La secularidad de la Iglesia, es decir, su apertura dialogante al mundo, constituye un signo y una garantía de fidelidad al Espíritu de Jesús, a la misión evangelizadora y al proyecto de salvación de Dios Padre. Una Iglesia cerrada al mundo o indiferente y ajena a él, puede adoptar fácilmente comportamientos sectarios o caer en el espiritualismo o en el clericalismo. El Concilio Vaticano II no ve a la Iglesia como realidad desgajada del mundo, sino inserta en la vida de la gente y de los pueblos, peregrinante en la historia humana. No cabe entenderla como comunidad alejada de los problemas y de las inquietudes de las personas o insolidaria con la suerte del grupo humano en que vive. La causa del Reino de Dios, que nuestras Iglesias anuncian y tratan de hacer visible, no puede ser ajena a las causas humanas que en nuestra sociedad propugnan una mayor justicia y fraternidad. Toda realidad y actividad eclesial posee una referencia temporal y secular positiva, sanante y santificadora” [14]. EL CARÁCTER SECULAR PROPIO Y PECULIAR DE LOS LAICOS (LG 31. GS 43) La relación con el mundo es para los laicos el modo propio de vivir la existencia cristiana, por tanto la relación salvífica con Cristo y con la Iglesia. El lugar de la Iglesia entera es lo terrestre, ella está investida de una misión en el mundo. La laicidad [12] es una categoría englobante de las actividades de la Iglesia. El laico es el cristiano que vive en la dimensión de la secularidad, pero todos los miembros del pueblo de Dios tienen referencia secular: está llamado a construir el reino de Dios en pleno mundo, respetando las leyes internas y la consistencia de las propias realidades terrestres, es decir, por los medios na- No es el laico el que necesita encontrar su identidad, es la Iglesia la que ha de redefinirse en el momento en que adquiere la conciencia de ser sencillamente y sin más el pueblo de Dios, que vive su existencia cristiana en las condiciones de la secularidad. Ninguna “per- 14 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad cómo formarse para asumir responsabilidades en el ámbito secular (hay que preguntarse acerca de los lugares del mundo a los que hay que dar preferencia); cómo crear nuevas experiencias y posibilidades de celebración de la fe, la oración y la liturgia. También es necesario plantearse sobre cómo se estructuran, se forman y se educan los laicos en los grupos creyentes. Hay que adecuar los instrumentos formativos para saber vivir en el mundo y buscar acompañantes que quieran dedicarse a los laicos que viven en exigencias de frontera. turales de la ciencia y de la técnica. Desde el punto de vista antropológico, el sujeto verdadero de la secularidad, más allá de la iglesia y del mundo, es la persona humana. La especificidad secular del laico se entiende como una relación específicamente cristiana a la realidad del mundo y no el mero ejercicio de la profesión. La gracia presupone la naturaleza, no la destruye, sino que la perfecciona y eleva. La naturaleza es presupuesto de la gracia. Hay una preparación desde el interior de la realidad humana y temporal para con el evangelio. Pero los cristianos quieren que la vida de Cristo penetre con fuerza vital en las raíces del ser humano y de su mundo. Hemos de considerar en este sentido que: FORMAS PARTICIPATIVAS: MOVIMIENTOS Y ASOCIACIONES LAICALES La Iglesia ha de ser sacramento de salvación para el mundo: está en el mundo, pero no es del mundo. z Juan Pablo II afirmaba que “es absolutamente necesario que cada fiel laico tenga siempre una viva conciencia de ser ‘un miembro de la Iglesia’, a quien se le confiado una tarea original, insustituible e indeleble, que debe llevar a cabo para el bien de todos. En esta perspectiva asume su significado la afirmación del Concilio sobre la absoluta necesidad del apostolado de cada persona”. (ChL 28). El laico representa a la Iglesia en el mundo, es “persona cristiana en el mundo”. Sin él no puede llegar la corriente de la salvación hasta las últimas células de vida del mundo. Su carácter secular significa la relación específicamente cristiana con el mundo y la misión para el mundo resultante del sacerdocio universal. z Al mismo tiempo, Juan Pablo II examinaba el nuevo impulso que ha recibido en los últimos tiempos el fenómeno asociativo del laicado, que viene a expresar la naturaleza social de la persona y que es más necesario aún en un mundo secularizado. “Ante todo debe reconocerse la libertad de asociación de los fieles laicos en la Iglesia... Se trata de una libertad reconocida y garantizada por la autoridad eclesiástica y que debe ser ejercida siempre y sólo en la comunión de la Iglesia”. (ChL 29). El servicio propio de los laicos: no solamente posee un “lugar en el mundo”, sino “un lugar cristiano en el mundo”. Teología de la creación y de la redención. Está en el mundo desde la nueva visión de Cristo. La medida de plenitud de toda acción humana está en Cristo. Mover hacia Cristo esa realidad por actos mediadores. z La responsabilidad en la configuración del mundo en razón de la “justa autonomía” de las realidades temporales (GS 36) presupone libertad para la decisión y la actuación responsables. Los criterios de relación entre los principios y su libre aplicación se muestran en la práctica con bastantes variables. Su proceder requiere una madurez cristiana y una conciencia rectamente formada (GS 43). Resulta superflua la tutela clerical, aunque debe haber una mutua colaboración de las diversas vocaciones. z Se dan diferentes tipos de movimientos laicales, que el documento Cristianos laicos, Iglesia en el mundo (n. 92) ha descrito de la siguiente manera: Movimientos de laicos (aunque también los otros, como veremos a continuación, incluyen laicos), que comprenden sólo laicos o laicos en su mayoría y cuyo fin primordial es la formación de cristianos laicos con una vivencia cristiana y eclesial profunda, capaces de insertarse en las realidades temporales y partícipes en la vida de la Iglesia (aquí se sitúa la AC). z Conclusión: El laico ha de preguntarse acerca de lo que significa de manera concreta en su vida ordenar el mundo según el evangelio. Cómo vivir en la realidad histórica la experiencia escatológica que supera la historia; - 15 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad Iglesia: evangelización, santificación y formación. Movimientos de espiritualidad (aunque también los otros fomentan la espiritualidad de sus miembros) que reúnen varias categorías de personas y cuyo fin especial es dar a conocer y difundir una espiritualidad particular, o fomentar una vida más santa o promover el culto público. z z Solidaridad con los pobres y pobreza evangélica: Las asociaciones, y toda comunidad evangelizadora, verifican lo que son cuando los pobres son evangelizados (Lc 4, 18; 7, 22), cuando viven lo que anuncian: según las bienaventuranzas. Nuevos movimientos (aunque no todos los así llamados son recientes) formados por diversas categorías y estados de fieles en la Iglesia (sacerdotes, laicos, casados, solteros, religiosos, consagrados...) que promueven especialmente la vivencia en la Iglesia de un elemento o aspecto particular de su misterio, como la unidad, la comunión, la caridad, el anuncio del Evangelio, la vida evangélica, las obras de misericordia... z Presencia pública: La presencia comprometida en la sociedad civil: según la doctrina social de la Iglesia al servicio del reconocimiento efectivo de la dignidad de la persona humana y de la solidaridad entre los hombres y los pueblos. z Protagonismo seglar: La participación de los laicos en la triple función de Cristo -litúrgica, profética y caritativo-social- y la cooperación con la jerarquía en la misión de todo el pueblo de Dios, que tiene su fundamento en el bautismo, la confirmación y, para muchos además, en el matrimonio, supone un verdadero protagonismo. Les exige aportar su experiencia, asumir la responsabilidad en la dirección de las asociaciones por ellos creadas, discernir las condiciones y métodos de acción y tomar las oportunas decisiones. z El mismo Documento, en sus números 99 y 100, nos presenta cuáles han de ser los criterios eclesiales de discernimiento de las asociaciones laicales: Santidad de vida: La prioridad de la llamada a la santidad de todos los cristianos. Santidad que se verifica en las obras: testimonio de vida, confesión de fe, oración, comunión, trabajo por la justicia, solidaridad con los pobres y pobreza evangélica. Las asociaciones y movimientos ayudarán a la conversión personal, a superar el divorcio entre la fe y la vida de sus miembros y a la liberación integral de cada hombre y todos los hombres: pues hoy la santidad no es posible sin un compromiso por la justicia, sin una solidaridad con los pobres y oprimidos. z CAMPOS DE ACTUACIÓN “El campo propio, aunque no exclusivo, de la actividad evangelizadora de los laicos es la vida pública: el dilatado y complejo mundo de la política, de la realidad social, de la economía; así como también de la cultura, de la ciencia y de las artes, de la vida internacional, de los órganos de comunicación social; y también de otras realidades particularmente abiertas a la evangelización: como el amor, la familia, la educación de los niños y de los adolescentes, el trabajo profesional, el sufrimiento”. (EN 70; CVP 7; Cristianos laicos, Iglesia en el mundo, 45). z Confesión y celebración de la fe: La responsabilidad de confesar la fe católica y de celebrarla: las asociaciones deben anunciar, proponer y educar para vivir la fe en todo su contenido, según la interpretación auténtica del Magisterio, y hacer que sus miembros participen en la celebración de la Eucaristía, los sacramentos y la oración. Comunión eclesial: El testimonio de una comunión efectiva y afectiva: con el Papa (y la Iglesia universal); con el Obispo (y la Iglesia particular); con otras comunidades eclesiales (parroquias, asociaciones). z En todos estos aspectos de la vida ha de hacerse presente el laicado de nuestras Iglesias. A los seglares, cuyo apostolado es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, compete hacer presente el Evangelio en todos ellos, sin dejar de lado ninguno. Pero no es menos importante que sean ellos mismos quienes lleven a las comunidades z Fin apostólico de la Iglesia: La conformidad y la participación en el fin apostólico de la - 16 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad cristianas y a la Iglesia particular propia las ilusiones, gozos, esperanzas y preocupaciones de la gente. Los laicos cristianos que tienen el derecho y deber de participar individualmente en la vida pública, pueden y deben igualmente participar de forma asociada. Con su presencia pública hacen oír otra voz, de Iglesia, en la sociedad civil. z Este camino de ida y vuelta es una de las características de la existencia cristiana laical. Se trata, al fin y al cabo, de vivir en el mundo con responsabilidad cristiana, enriqueciendo desde ahí la vida de la Iglesia. La Iglesia entera, sacramento de salvación , Pueblo de Dios, es ya, en sí misma, un hecho público; puede y debe estar activamente presente en el seno de la sociedad civil; y así hacer oír otra voz, de la Iglesia, en la vida pública”. z La imposibilidad de que todos los cristianos puedan hacerse presentes en todos los ámbitos citados, simultaneándolo además con su papel activo en el interior de la comunidad cristiana, impone la necesidad de un compromiso preferente. Este será normalmente el resultado de un discernimiento o, lo que es lo mismo, de un planteamiento netamente vocacional. Más allá de los gustos y aficiones personales, cada persona bautizada habrá de preguntarse, en las diferentes circunstancias de su vida, por la voluntad de Dios sobre ella. En el momento actual nuestras Iglesias deberían prestar también una mayor atención a las vocaciones de presencia en la sociedad y establecer las ayudas necesarias para su discernimiento y realización. También dice el mismo documento de los obispos en su número 47, que “Hemos de distinguir también las diversas formas asociadas a través de las cuales pueden participar legítimamente los católicos en la vida pública. Asimismo hemos de diferenciar las diversas actuaciones públicas (de los católicos individualmente, de sus asociaciones e instituciones, de la Jerarquía): comportamientos, declaraciones, notas, documentos, publicaciones, gestos, acciones, campañas... Este conjunto de distinciones nos permiten comprender toda la complejidad y amplitud de la “vida pública” y de la “presencia pública” Pero en medio de este amplio campo de presencia del laicado, Cristianos laicos, Iglesia en el mundo (Cf. n. 46) dice que debemos distinguir: “entre presencia de los laicos, presencia pública de los laicos y presencia pública de la Iglesia. Por otra parte, según la Christifidelis Laici de Juan Pablo II, los campos fundamentales de actuación del laicado han de ser: La defensa de la dignidad de la persona; La familia; La política; La economía; El empeño por el desarrollo y la tecnología (ChL 42); La cultura y las culturas; Los medios de comunicación social (Chl 37-44). Los laicos cristianos, como ciudadanos de la sociedad con derecho a participar en la vida social y política, no pueden renunciar al deber de participar activamente en la vida pública. En efecto, «los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la “política”; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común». Así los laicos, que son Iglesia y son la Iglesia en el mundo, que «pertenecen plenamente al mismo tiempo al Pueblo de Dios y a la sociedad civil», con su presencia en la vida pública, hacen presente a la Iglesia en el mundo y animan y transforman la sociedad según el espíritu del Evangelio. Al mismo tiempo participan en la Iglesia como hombres y mujeres de la sociedad civil. z Terminamos este punto recordando que los campos de acción señalados como de competencia especial de los laicos, son responsabilidad de toda la Iglesia y de todos sus miembros en conformidad con la condición y vocación de cada uno. Los fieles laicos están especialmente comprometidos en ellos, les atañe de modo particular, pero no de manera exclusiva. Los laicos son el alma de la sociedad. Son, Iglesia en el mundo. (Cristianos laicos; Iglesia en el mundo, 29) José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 - 17 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad cesanos de participación o incluso de gobierno de la diócesis. En la vida de la parroquia, estando siempre atentos a todo lo sea fomentar la participación de la gente y en dar vida a las tareas de la Parroquia y aportando siempre la idea de misión, es decir, los militantes de la AC tienen clara conciencia de que todas las actividades o cosas que se organizan desde la parroquia han de estar en clave misionera, para sean siempre anuncio de la Buena Noticia de Jesucristo. Corresponsabilidad en la tarea y misión de la Iglesia, lo llamamos. EXPERIENCIAS Aportación de la AC a la Iglesia: Os decía que ya desde niño había oído hablar bien de la AC, pero mi conocimiento y mi contacto con ella no se produjeron hasta que comencé en el Seminario Mayor, alrededor de los 18 años. Fue un cura consiliario del Junior y una educadora (Paquita, que todavía lo es, educadora claro) lo primero que conocí de la AC y realmente fue tal el impacto que produjo en mi vida, que perdura hasta hoy y espero que hasta siempre. Esta participación, en algunos casos, pasa por participar en el equipo de liturgia para dar más vida a las celebraciones de la Comunidad, y en otros por animar a que haya gente dispuesta a realizar este servicio fundamental en toda vida parroquial. En algunas ocasiones ha supuesto un esfuerzo importante de concienciación de incluso, algún sacerdote; y otras veces, a acompañar muy de cerca a otros laicos para que descubrieran su carisma para esta tarea eclesial. z Desde estas personas de referencia y a su lado muchas otras que ido conociendo en estos 33 años de vivir de cerca la AC., estoy convencido y cada día doy gracias a Dios por ello, que la AC es lo mejor que le ha ocurrido a la Iglesia en el siglo pasado y también en éste. Y también lo mejor que me ha pasado a mi como sacerdote, para mi vida pastoral y para mi vida personal Desarrollo y dinamización del Consejo de Pastoral parroquial y participación muy activa y cualificada en el Consejo Diocesano de Pastoral, animando y haciéndose cargo de la Secretaría del mismo. La participación activa en los consejos pastorales en muchas ocasiones conlleva tener que dedicar mucho tiempo y trabajo para coordinar actividades diocesanas y a veces parroquiales asumiendo cargos y responsabilidades, que tienen que conjugar con su vida laboral y familiar. No es fácil encontrar personas con esta dedicación y capacidad de trabajo entre los cristianos de nuestras parroquias. z Cristianos por opción: La AC ha aportado y está aportando a la Iglesia, cristianos por opción, es decir, personas que han optado consciente y decididamente por vivir su vida como seguidores de Jesús, con todas sus consecuencias y hacerlo en el seno de la Iglesia con todo lo que ello implica y todo lo que la Iglesia ofrece a sus hijos. Una vida vivida con intensidad y esperanza, afianzada y asentada en el conocimiento y seguimiento de Cristo; para ello centran su vida desde la oración diaria basada en la lectura y estudio de la Palabra de Dios y una participación asidua e intensa de los sacramentos, fundamentalmente de la Eucaristía y la Penitencia. Siempre me han impresionado y lo siguen haciendo, esos militantes, sean del Movimiento que sean, no importa, que se organizan cada día de su vida en función del momento o la hora en que puedan participar de la Eucaristía, porque es su vida. La Eucaristía, fuente y el culmen de la vida cristiana, hecha realidad en la persona y la vida de muchos militantes. z En otras ocasiones hay militantes, aquí mi experiencia me dice que son mujeres, que han descubierto que su aportación a la vida de la Iglesia pasa por colaborar o dinamizar la catequesis infantil parroquial. La catequesis que es una tarea primordial en la vida y misión de la Iglesia realmente necesita de personas formadas, capaces de animar y de acompañar a otras personas que puedan realizar esta tarea de la Iglesia, no solo de cara a los sacramentos de la Eucaristía y la primera Penitencia, sino ya de cara a una catequesis con jóvenes y adultos como es la preparación de padres para el bautismo de sus hijos. Una vida que alcanza su pleno sentido en la participación en la vida de su Iglesia particular, unas veces experimentada y vivida en la vida de la parroquia y otras veces, por las distintas circunstancias, en los organismos dio- z En estos casos a veces se ven poco valoradas y reconocidas por otros militantes, incluso, pe- 18 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad los demás y he acogido la suya como un tesoro en vasijas de barro. ro realmente están realizando una de las tareas más ingratas y difíciles de la comunidad parroquial. A través de herramientas como el proyecto de vida, lecturas creyentes, campañas, revisiones de vida... hemos ido buscando juntos una vida unificada, la coherencia entre lo que creemos y lo que vivimos. Algunos elementos como la interpelación de otros miembros o la formación han sido claves para el crecimiento personal y grupal. Formados para servir: Otra aportación, creo yo, muy fundamental a la Iglesia es la disponibilidad y capacidad de renuncia de entrega y de sacrificio, para ocupar puestos de responsabilidad y de dirección en los propios organismos de dirección de los Movimientos. Es una inmensa riqueza para la Iglesia que haya militantes dispuestos a dejar su trabajo, su casa, en ocasiones a su familia, amigos.... para ir a Madrid o dejar incluso su país para servir a la Iglesia en la AC. Siempre me ha admirado y me ha cuestionado profundamente la disponibilidad de tantos militantes de AC que son capaces de dejarlo todo por servir a los hermanos en una tarea a veces dura e ingrata. Muchas veces tengo presente en mi vida y en mi oración a esta personas que son capaces de dejar su país, a veces lejano de América del Sur o de África, para sumergirse en una cultura europea de la cual tiene que aprender el idioma, las costumbres, y sobre todo dejar a sus seres más queridos a veces, hijos pequeños, padres, sólo por hacer un servicio a la AC y la Iglesia, fundamentalmente. Un grupo integrado a su vez en un movimiento como la JEC, que ha supuesto una comunidad donde compartir y celebrar esa fe tanto a nivel diocesano como estatal. Desde la propia organización del Movimiento he ido asumiendo tareas eclesiales en los diferentes equipos diocesanos, como la responsabilidad de economía o el acompañamiento a otros grupos. He vivido intensamente la vida en el movimiento aprovechando cada encuentro, eucaristía o retiro que se organizaba, enriqueciéndome como persona y como creyente junto a otros con los que compartía y sigo compartiendo camino. También en el movimiento me he sentido acompañada por animadores que me han ayudado a ir dando pasos. Me han mostrado a un Dios Padre que nos abraza. Me han lanzado a tomar mi vida en mis manos, cuestionándome cuando flojeaba, pero siempre desde el respeto y el cariño. Desde esa experiencia ¿cómo no asumir la responsabilidad de seguir transmitiendo a otros una fe que da plenitud a mi vida? Llevo seis años animando grupos de secundaria dentro del movimiento. De nuevo se repite la sensación de que recibo más de lo que doy, aunque a veces resulte difícil o cansado. Siendo animadora me siento instrumento de Dios y transmito la experiencia de fe no desde un discurso, sino desde mi propia vida. Al igual que Jesús hizo con los apóstoles, camino junto a personas, pendiente de sus necesidades, acelerones o tropiezos. Acojo su vida en mis manos como un regalo que comparten conmigo. Asumo la animación como un compromiso serio que va más allá de una reunión semanal y algún que otro encuentro. Soy animadora de jóvenes en un movimiento concreto, pero sobre todo, acompaño a personas para que se sientan parte de una Iglesia universal. En mis primeros años de consiliario, me impresionaba y me llamaba también la atención la formación cristiana y experiencia de fe de aquellos militantes con los que me encontraba. Poco a poco fui descubriendo la importancia de la formación en la AC Es uno de los pilares básicos que configuran al militante con Cristo. La formación en el Equipo de militantes, semana a semana, realmente hace militantes capaces de dar razón de su fe y testimoniar su esperanza. La formación, junto con el acompañamiento personal del consiliario, ha configurado a cientos de militantes que son auténtica levadura en la masa y pequeña y a veces grande luz para los que están a su lado. Julio Marín Gil, párroco en la Unidad Parroquial de Calamocha (Teruel) Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Toca dar respuesta a otra gran pregunta, mi aportación como AC a la Iglesia. Una de las mayores riquezas que he vivido en la AC ha sido la de compartir vida con un grupo creyente. He puesto mi vida en manos de Luisa, militante de JEC en Zaragoza Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 - 19 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 La fidelidad a la Iglesia es lo que a muchos Seglares de mi entorno, y a mí mismo, me hizo descubrir la AC. La invitación y el testimonio de personas concretas, por supuesto de AC, fueron en este caso los dos resortes que inclinaron mi opción, de no ser por esas personas hoy no estaría aquí. FICHA DE TRABAJO Nº 3 ¿Qué destacarías de todo lo expuesto en el texto de J. M. Losada? ¿Qué elementos te parecen prioritarios? En mi recorrido en la AC quisiera destacar tres cosas que para mí han sido y están siendo esenciales: z Que aun cuando la llamada a la fe es personal, es necesaria la implicación en el apostolado asociado, para pasar de un laico, a un laicado. El apostolado asociado sin el personal es imposible, o mejor dicho no es apostolado, y el apostolado personal sin el asociado es incompleto. Lo asociativo y organizativo es necesario no para conseguir una mayor eficacia, que también, sino como consecuencia de que la Iglesia es comunión y la comunión es para la misión. Una Diócesis que viva intensamente su misión evangelizadora, no puede prescindir del apostolado asociado de los laicos, no puede prescindir de este signo de comunión evangelizadora que es el Laicado. z “Los campos de acción señalados como de competencia especial de los laicos, son responsabilidad de toda la Iglesia y de todos sus miembros en conformidad con la condición y vocación de cada uno”. ¿Qué aporta la Acción Católica a la Iglesia para hacer surgir un laicado con las características señaladas? z ¿Qué te ha llamado más la atención en las experiencias? ¿Qué ha aportado la Acción Católica a estas personas? z La formación está siendo un pilar fundamental en mi proceso de fe. Formación que parte de la vida, que reflexiono sobre la vida y termino en la vida guiada por la palabra de Dios y la fe de la Iglesia. z zMi amor a la Iglesia y el ejercicio del apostolado tanto en la Iglesia como en el Mundo. No podemos hacer el apostolado al margen de la Iglesia, ni desarrollar las actividades que desarrollamos dentro de la Parroquia como única tarea. En ese equilibrio y complementariedad está nuestra misión. A través de militantes de ACGA con nombres y apellidos se está contribuyendo a la edificación de la Parroquia: fomentando Grupos de Formación; impulsando la creación de grupos de oración; cuidando y llevando grupos de catequesis; animando a la participación en los diversos órganos de la Parroquia, especialmente en el Consejo de Pastoral; urgiendo a la Comunidad Eclesial a abrir la parroquia al barrio y a sus vecinos. - 20 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad JUZGAR: APORTACIÓN DE LA NUEVA ACCIÓN CATÓLICA A LA SOCIEDAD Hoy definimos a la AC como la colaboración fraterna, estable y organizada entre el Ministerio Pastoral y el laicado, cada uno según su específica función, en orden a la realización del fin global de la Iglesia, esto es la evangelización con todas sus implicaciones. En esta dirección apunta el documento Cristianos Laicos, Iglesia en el mundo, cuando afirma que “la Acción Católica, de acuerdo con la doctrina de las cuatro notas, no es una asociación más, sino que en sus diversas realizaciones (...) tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de ‘los laicos de la diócesis’, como organización que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana. Con razón Pablo VI inicialmente y últimamente y con frecuencia Juan Pablo II ha calificado a la AC como ‘una singular forma de ministerialidad eclesial’”. (CLIM, 95) LA ACCIÓN CATÓLICA AL SERVICIO DE LA IGLESIA EN EL MUNDO Nos adentramos en la cuestión que pretendemos iluminar de alguna manera con esta ponencia; queremos clarificar qué papel juega la AC en esta etapa histórica que estamos viviendo y en la Iglesia que quiere ser respuesta a ese hoy de la humanidad. La primera afirmación que considero necesaria para nuestra reflexión es la que nos habla de que en la AC no nos encontramos con algo específico y singular de lo que es la Iglesia en general, sino que es un modo de configurarse y ser desde el laicado en medio del mundo y de ejercer su secularidad como elemento transversal y autentificador. No se trata por tanto de un carisma específico que tenga un origen de fundación propio, sino más bien la articulación de los laicos en orden a vivir su realidad en el seno de la Iglesia y en la relación de ésta con el mundo. LA ACCIÓN CATÓLICA EN LA NUEVA RELACIÓN IGLESIA-MUNDO Por eso la aportación fundamental no va a ser otra que la de presentarse como un modo concreto y válido de ser y vivir lo propio del laico cristiano, organizado en la comunión de la Iglesia en orden a la realización de la misión que es la evangelización del mundo. Desde la experiencia vivida en los movimientos de la AC observamos que realizan de un modo concreto y creativo el ser de la Iglesia en el mundo del que hablaba el Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes. La clave de relación que potencia la AC es fundamentalmente cristológica porque con su estructura de revisión de vida, anclada en el ver, el juzgar y el actuar, vive y desarrolla las perspectivas de la encarnación, del juicio compasivo en el contraste de la cruz, y en la novedad transformadora de la resurrección. Aunque la AC es anterior, sin embargo, podemos decir que es en el Concilio donde se levanta acta de la AC al valorar una rica realidad de laicos organizados que en estrecha colaboración con los pastores hacen presente a Jesucristo en medio del mundo. El Concilio considera que se trata de una singular forma de apostolado seglar que durante mucho tiempo y en diversos países ha dado excelentes frutos para el Reino de Dios y por ello la recomienda como forma asociativa idónea para promover la participación de los laicos en la vida y misión de la Iglesia. Llama la atención cómo la propia estructura de la constitución conciliar aludida [15], está referida a estos tres momentos que tanto valora la AC Se trata de una pedagogía con fundamentación teológica que ayuda a estar en el mundo desde el corazón del Padre. Los que caminamos con militantes cristianos de los - 21 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad parte. En este sentido creo que la AC tiene un papel muy importante en la Iglesia actual. movimientos somos conscientes de que día a día se va viviendo una relación con el mundo concreto y real, que no se sitúa en el anatema constante sino en el diálogo, que busca y escruta los signos de los tiempos, que hace teología con los ojos abiertos -lectura creyente- y que va respondiendo a lo que cada momento y etapa va presentando en la vida. El mundo, por su parte, necesita también una Iglesia que esté atenta a los grandes problemas que le aquejan y que genere en su interior un laicado comprometido que se implique en la construcción de la sociedad con un carácter verdaderamente universal. El dolor de los últimos está reclamando continuamente una presencia compasiva y transformadora. Desarrollando este modo de ser y estar en el mundo se propicia una identidad de la Iglesia más novedosa y auténtica para los hombres de hoy, pues desde esta militancia cristiana se presenta una Iglesia: LA OPCIÓN POR UN LAICADO ADULTO Y MILITANTE Que ama de un modo concreto y cercano al mundo y a las realidades humanas que lo conforman. z En el concilio Vaticano II se dignificó la vocación del seglar “siendo la primera vez en la historia que un concilio consagra un capítulo particular a los seglares” [16]; ahí los laicos pasaron de ser considerados destinatarios de la acción pastoral de la Iglesia a ser sujetos activos de la evangelización, considerándose miembros de pleno derecho del Pueblo de Dios. En este sentido la AC ha propiciado, y tiene como fin fundamental, la formación de laicado adulto y militante. Que sabe leer creyentemente y descubrir a Dios en la historia y en las personas. z Que apuesta por lo que el mundo necesita, por los problemas que sufren los seres humanos, especialmente los más pobres, a la vez que sabe gozar y compartir todas sus alegrías y esperanzas en las claves del Reino. z Que no pretende el poder y la notoriedad sino ser fermento de la fraternidad en medio de la sociedad universal. z La AC tiene como objetivo prioritario los procesos de la personas en orden a su construcción y a su formación tanto en el orden humano como en el cristiano. En tales procesos se cuidan fundamentalmente los siguientes aspectos: Aparece de este modo una Iglesia dialogante que no se muestra poderosa ni perfecta sino compañera de camino; que no quiere privilegios y que reconoce la libertad, la independencia y la autonomía del mundo y su política, a la vez que anima a los creyentes a ser verdaderos ciudadanos (seculares) partícipes y comprometidos en la construcción del mundo desde su propia identidad cristiana. La conexión fe-vida: podríamos de decir que es la esencia y la clave fundamental en el planteamiento que los movimientos hacen en orden a la formación y a los procesos de los militantes cristianos. Se trata de todo un reto en orden a pasar de un cristianismo de cristiandad a un ser cristianos conscientes, críticos y comprometidos en la realidad actual. Para ello es fundamental por una parte lo que se refiere al encuentro con la Palabra de Dios y por otra al análisis y profundización en la vida y sus acontecimientos, tanto a nivel personal, como comunitario y social. z Como consecuencia de este modo de hacer y vivir se va rompiendo el muro de separación entre la Iglesia y la sociedad y se inician modos nuevos de colaboración que son los propios de la encarnación que apunta a realidades nuevas, como signos de la resurrección esperada. En una sociedad laica y secular en la que se desarrolla rápidamente la indiferencia religiosa, no podemos permanecer en actitudes conservadoras, defensivas o condenatorias, necesitamos pasar activamente a este modo de relación que nos inserta como fermento y levadura en medio de la masa, en verdadero contacto y colaboración con los miembros de la sociedad de la que formamos Desarrollo de la secularidad: como personas insertadas en el medio es necesario que se desarrolle el carácter ciudadano y social de la persona: familia, trabajo, política, economía, cultura... Todos estos aspectos requieren de una formación y profundización en orden a z - 22 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ser auténticos y vivir con conocimiento de la realidad. con el mazo dando”. El compromiso en la sociedad va inseparablemente unido al compromiso eclesial, al no poder desligar uno del otro. Los militantes de la AC tiene bien claro que su compromiso en el mundo y en la sociedad no parte de un voluntarismo o de un simple humanitarismo más o menos solidario con el resto de las personas, sino que parte de su vivencia profunda de la fe en el encuentro con el Señor, y de sentirse miembros corresponsables de la Iglesia, en la tarea de ser fermento y sal para nuestra sociedad, y así ir construyendo con el resto de los creyentes el Reino de Dios. La dimensión comunitaria y eclesial: es otro elemento básico para la construcción del creyente, se trata de adentrarse en la vivencia de lo comunitario como espacio propio para experimentar la filiación divina en la fraternidad apostólica, y para tomar conciencia del ser iglesia, y de la identidad que esto supone para la persona. z Participación y acción: la pedagogía de la fe, que implica la conexión fe-vida, va acompañada de la pedagogía de la acción. Se trata de que en la propia secularidad y mundanidad de la persona reconozcamos la revelación del Dios de la Historia, encarnado, crucificado y resucitado, a la vez que lo experimentemos entrando en dicho proceso pascual. En los movimientos este aspecto se cuida con exquisitez, tanto desde la revisión de vida constante, como estilo y fundamento, así como en toda lectura creyente que cada día se va ejerciendo como clave de comprensión de la historia y de la vida propia. Para ello se educa en la acción a través de las campañas, las encuestas, las acciones comunes, la participación en las mediaciones... z La acción por la acción se convierte en puro activismo que puede acabar siendo pura ideología. Por eso mismo en los equipos de vida se preparan y se comparten las acciones que nuestra fe nos pide realizar. De esta manera dejan de ser acciones individuales y solitarias, para convertirse en una auténtica acción comunitaria y por tanto de Iglesia. Habitualmente lo mas cercano es lo que más nos cuestiona en la vida, por eso muchos militantes de la AC se sienten interpelados por las situaciones que se viven en su Barrio y se implican en la solución de los problemas, unas veces integrándose en Asociaciones de vecinos ya existentes, y en otros casos haciendo lo posible para que surjan. Es necesario destacar cómo los movimientos tienen estructurados sus procesos de formación laical con su riqueza y su singularidad propia, y que en todos ellos se busca la formación integral de los militantes. También subrayamos el trabajo realizado en el proyecto de formación laical que ha ido coordinando el Consejo de la AC en España. Otra forma de vivir su compromiso cristiano en este mundo es comprometiéndose en acciones ciudadanas que de una forma o de otra intentan preservar el medio ambiente o luchando efectivamente para mejorar las condiciones de vida de determinados colectivos de personas, colaborando activamente en ONGs para el desarrollo. Esto suelen hacerlo a dos niveles, siempre respondiendo a mi experiencia, colaborando económicamente con aportaciones fijas, y ejerciendo el voluntariado en su tiempo disponible. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 EXPERIENCIAS La militancia en sindicatos u otros tipos de organizaciones sociales, es otra de las formas de vivir el compromiso cristiano por la justicia y por la igualdad de las personas. La militancia sindical en algunos casos supone un esfuerzo muy considerable, porque hay que sumarlo a todas las demás cosas que van sacando adelante. En algunos casos es la familia y las responsabilidades laborales las que llenan la mayoría del tiempo y hay que tener una gran capacidad de organizarse para llegar a todos Aportación de la AC a la Sociedad: Desde mi experiencia puedo afirmar con rotundidad y seguridad que los militantes de la AC tienen bien puestos sus pies en el suelo, que no viven una espiritualidad desencarnada ni realizan una pura formación teórica de acumulación de conocimientos. Me atrevo a decir que hay exquisitos militantes que cumplen a rajatabla el famoso refrán de “A Dios rogando y - 23 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad Ser representante de alumnos se convirtió para mí en una manera de servir a los demás, manteniendo abiertos los ojos, los oídos y el corazón. Me sentía enviada por aquellos que hacían el esfuerzo de votar y darnos su confianza, e intentaba ser voz de mis compañeros trabajando junto a otros representantes. Esto último suponía un esfuerzo continuo de comunión con personas que, aunque buscaban muchas veces lo mismo, no siempre compartían maneras conmigo. Buscaba el diálogo y el consenso, pero sin olvidar la denuncia. Poco a poco fui teniendo una presencia no silenciosa, participativa, convocando a otros a hacer más cosas que coger apuntes (a participar, opinar, pedir, dar...). los compromisos y hacerlo con calidad. Estos esfuerzos saben hacerlos algunos militantes de la AC El compromiso político es otro de los campos en que mueven los miembros de la AC, fundamentalmente como militantes de base, aunque también conozco algún caso en el que se han asumido puestos de responsabilidad y se ha formado parte de las listas electorales. Este campo de la política, también he comprobado que es uno de los más difíciles y arriesgados y en ocasiones hasta difícil de comprender por otros miembros de la AC Puede deberse a que el compromiso político cuando se toma en serio exige mucha dedicación y también tomar decisiones que, tal como funciona la disciplina de los partidos, se hacen incompatibles con nuestra forma cristiana de ver el mundo y el proyecto que Dios tiene para los seres humanos. Durante varios cursos dedicamos mucho tiempo a la renovación del plan de estudios de la Licenciatura. Coincidió con unos años en los que desde las campañas de la JEC se planteaba lo que llamábamos “estudio solidario”. Nos cuestionábamos nuestra manera de estudiar, el individualismo, los criterios que nos movían a la hora de escoger asignaturas, la pasividad en las aulas, la ética como futuros profesionales... Suponía todo un reto identificar realidades sociales a las que podíamos dar respuesta desde nuestro estudio y desde una mirada creyente. Para mi fue una llamada a vivir nuestro saber como talentos recibidos y a pensar cómo desde las matemáticas y la estadística se podía servir a la sociedad, siendo consciente de que desde la propia tarea del estudio ya me estaba configurando como persona y creyente. Lo que nunca falta a un buen militante cristiano es una buena lectura creyente de la realidad. La acción va siempre encaminada a la construcción del Reino de Dios y la realidad hay que mirarla con los ojos con que los mira el Padre Dios. El militante que se mantiene firme en un compromiso político o sindical de una forma permanente y estable, necesita de un acompañamiento cercano de su equipo de militantes, para que le ayuden a superar el desgaste y el cansancio que a veces estas tareas acarrean. Bien, amigos esta ha sido mi reflexión a la luz de mi experiencia. Solo me queda deciros que para mi es una gozada, en todos los sentidos, espiritual, humano, personal, el desarrollar mi ser cura formando parte de un equipo de militantes de la AC, en este momento y por las circunstancias de mi diócesis, de un equipo de ACG, por todo lo que aporta a mi vida de fe , porque ya no la vivo en soledad sino en comunión, y por la satisfacción personal de sentirte persona que camina en este mundo codo con codo con otras que desde su confianza en el Padre Dios y de su cercanía a Jesús son capaces de aportar a su entorno una luz de esperanza. Luisa, militante de JEC en Zaragoza Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Otra persona, en su juventud (ahora tiene 62 años), fue de AC, y en los años 80 retomó el Proceso de Iniciación de ACGA, y desde ahí realizó un Curso de Animadora Socio Cultural, trabajando en los Centros de Cultura Popular, colaborando al mismo tiempo (en los años 90) con un programa de Promoción de la Mujer de Cáritas y desde ahí, años después, sirvió a la Iglesia Diocesana como Directora de Cáritas Diocesana. Julio Marín Gil, párroco en la Unidad Parroquial de Calamocha (Teruel) Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 A otra persona, desde su militancia en AC se le pidió por parte del Obispo que se hiciera cargo de una acción a favor de la promoción de la mujer rural, pasando a formar una Aso- 24 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ciación Apostólica laical, diocesana rural, que continúa trabajando en una comarca de Ciudad Real, atendiendo personalmente doce aldeas. La aceptación de estos compromisos a los que han sido llamadas estas personas, y otras muchas, por la Iglesia Diocesana, ha impulsado sin duda su condición de militantes cristianos, formados en la AC en su espíritu y metodología, y sobre todo en su sentir con la Iglesia. Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 FICHA DE TRABAJO Nº 4 ¿Qué dificultades encuentran los laicos para vivir su presencia en el mundo? ¿Qué les puede aportar la Acción Católica para superar esas dificultades? z ¿Qué destacarías de las experiencias? ¿Qué ha recibido la sociedad de esos militantes de Acción Católica? z - 25 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ACTUAR: UN PROTAGONISMO LAICAL REAL Y ORGANIZADO El protagonismo del laicado es la segunda nota que el Concilio Vaticano II en la Apostolicam Actuositatem aplica a los movimientos de la AC: “Los seglares cooperando, según el modo que le es propio con la Jerarquía, aportan su experiencia y asumen sus responsabilidad en la dirección de estas organizaciones, en el examen diligente de las condiciones en que ha de ejercerse la acción pastoral de la Iglesia, y en la elaboración y desarrollo del método de acción”. (AA 20, b) Dios, así como el paso de los laicos al “laicado”. EN COMUNIÓN CON EL MINISTERIO PASTORAL Y CON SU SER DIOCESANO [17] La cuarta nota conciliar de los movimientos presenta la cooperación con el Ministerio Pastoral: “Los seglares, ya se ofrezcan espontáneamente, ya sean invitados a la acción y a la directa cooperación con el apostolado jerárquico, obran bajo la dirección superior de la propia jerarquía, la cual puede sancionar esta cooperación incluso con un mandato explícito”. (AA 20, d). En la AC es esencial la vivencia de esta nota; de no serlo se traicionaría en aquello que es y lo que la Iglesia pide de ella. Son los movimientos los que promueven el protagonismo laical real, fieles al planteamiento conciliar de lo propio y singular del laicado en su secularidad e inserción en el mundo desde las claves evangélicas. Se trata de la aportación más importante. Los procesos de formación lanzan a los militantes a desarrollar la dimensión activa y participativa de sus personas y a la asunción de responsabilidades en todos los órdenes que le son propios. Aunque casi todos conocen y han oído hablar de la AC, no es tan conocida la naturaleza específica de la misma con respecto a otras asociaciones laicales. No se trata de una más, sino de la forma habitual de los laicos en las diócesis; es más, ofrece una riqueza para dinamizar la vida y la misión evangelizadora de las parroquias, tanto desde la formación laical que desarrolla, como por las herramientas y pedagogía que sostiene para el encuentro con Dios en la experiencia cotidiana del mundo. Una de las señales de dicho protagonismo esta en la propia organización de los movimientos; respondiendo a la tercera nota conciliar donde se explicita que “los seglares trabajan juntos a la manera de un cuerpo orgánico, de forma que se manifieste mejor la comunidad de la Iglesia y resulte más eficaz el apostolado”. Se trata de un laicado bien organizado desde ellos mismos. Ellos son los portadores, organizadores, cuidan sus procesos y sus pasos, y van decidiendo en todo lo que es propio del laicado. No se trata por tanto de singularidades, ni voluntades individuales, sino de una vivencia de lo comunitario eclesial en orden a realizar la verdadera misión de la Iglesia en su entrega al mundo y en el anuncio del Evangelio de Jesucristo. Se ha de agradecer a los movimientos el desarrollo de la secularidad de la Iglesia vivida y realizada activamente, cooperando a un rostro de Iglesia desclericalizada, de verdadero pueblo de El documento de la CEE Cristianos Laicos, Iglesia en el mundo dice explícitamente: “La Acción Católica, de acuerdo con la doctrina de las cuatro notas, que ya citamos en el primer capítulo, no es una asociación más, sino que en sus diversas realizaciones tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de los “laicos de la diócesis”, como organismo que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana” (nº 95). En este sentido vemos cómo en España se ha reconstruido tras la crisis pasada (1962-72) lo que se refiere a los movimientos; los obispos han impulsado este proceso de renovación. Primero con las “Orientaciones sobre el Apostolado Seglar” que en 1972 renuevan su confianza la AC tras las cri- 26 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad sis, así como las conversaciones entre obispos de la CEAS y movimientos en el período del 1986-90, que suponen una relectura de las cuatro notas conciliares recogida en el documento “Mirando al futuro” (1990) presentado en la L Asamblea plenaria. Dicho proceso concluye con la aprobación de las Bases Generales y los nuevos Estatutos de la Federación de Movimientos de AC (1993) en elaboración desde 1978 y particularmente con la aprobación del proyecto del Movimiento de Jóvenes de AC (1996). Una parroquia que tiene bien integrados los movimientos de AC, es una parroquia con dinamismo misionero y con inquietud permanente, gozosa de un laicado participativo tanto en su interior como en el espacio social que le es propio. De singular importancia es la relación de los sacerdotes con estos procesos y organización laical; la figura del consiliario como realidad del ministerio pastoral que tocan diariamente los militantes tiene un singular importancia y el enriquecimiento mutuo es enorme, según atestiguan tanto los sacerdotes implicados en los movimientos como las experiencias de los militantes en dicha relación de comunión en la construcción del Reino. Podemos decir que los sacerdotes encuentran en estos movimientos espacios apropiados para vivir su sacerdocio ministerial como servicio al sacerdocio común de los fieles, a la vez que desarrollan la dimensión secular de su sacerdocio ministerial. El documento Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo (1991) supuso un apoyo definitivo del episcopado a la AC, general y especializada; en él se proponía como objetivo directo “promover e impulsar la acción católica, en su doble vertiente: general y especializada”; para ello hablaban de la actualización y reconstrucción de la ACE: una con dos modalidades; la colaboración con el ministerio pastoral en cada Iglesia particular y en España con la Conferencia a través de la comisión del Apostolado Seglar; la promoción de la AC General y el impulsar los movimientos especializados y la renovación de los estatutos de los movimientos. EL DESARROLLO DE UNA ESPIRITUALIDAD LAICAL [18] Desde entonces se ha dado un proceso de reorganización importante, a la vez que complejo y costoso. Es cierto que donde los movimientos se han cuidado y fortalecido nos encontramos con un laicado adulto, militante y organizado, con sentido de lo propio de su ser en la Iglesia y en el mundo; aunque también es verdad que está siendo difícil situarse en todas la diócesis y que éstas entiendan de verdad que la AC es la forma habitual de organización del laicado, para lograr realizar una verdadera presencia pública en el contexto cultural y sociopolítico en el que vivimos, así como el situarse creyentemente en la realidad que ahora nos toca vivir con todos los cambios que están aconteciendo. Hablar de espiritualidad laical y de la AC no es algo diferente, pues ha sido ella la gran impulsora de la misma, ha sido su vida y su proceso quienes han iluminado especialmente el camino de descubrimiento de la espiritualidad propia laical. No se trata por tanto de una espiritualidad especial y propia sino de la espiritualidad del bautizado laico. Así lo afirma un documento programático de la AC: “La espiritualidad que la fe cristiana genera implica toda la vida humana, ya que la polariza vitalmente en torno a Jesucristo y la transforma en una vida nueva por nuestra comunión con El en el Espíritu... Este carácter radical y totalizante de la fe y de la espiritualidad hace de ellas el núcleo de la identidad cristiana. Su vivencia abarca, por tanto, todos los ámbitos y aspectos de la vida personal, familiar, profesional, eclesial y política. Así es como la vida entera del cristiano se convierte en una vida a la escucha de la Palabra, vida de ofrenda a Dios, vida de adoración y acción de gracias, vida de mediación entre el mundo y Dios, vida de oración, vida como miembros conscientes de la Iglesia, vida de seguidores Me gustaría destacar un punto que ya ha sido tratado en varias ocasiones en este foro, se trata de la complementariedad entre la AC y las parroquias. Estoy convencido de que los movimientos enriquecen a las parroquias y les ayudan a ser verdaderamente evangelizadoras y misioneras llegando al corazón de los ambientes. Los militantes necesitan del ámbito parroquial donde se encuentran con otros cristianos y celebran juntos los procesos de salvación que Dios va realizando en sus vidas. - 27 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad gracia como al ritmo de cada uno. En el desarrollo histórico de la vivencia de los procesos, los movimientos se han ido equipando con toda una serie de instrumentos que están al servicio de los mismos: revisión de vida, lectura creyente, proyecto de vida, campañas, encuestas... de Jesucristo, vida de testigo del Reino en este mundo” [19]. Este planteamiento general de espiritualidad bautismal y laical en la AC cobra su propio color y sabor. En los movimientos nos encontramos con personas apasionadas por la evangelización que buscan, en comunión con otros, ser testigos de la fe en Cristo y del compromiso en el mundo a favor de los hermanos, especialmente los más pobres; esto sólo es posible desde una personalidad profundamente creyente enraizada en la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración, la comunidad cristiana. La lectura creyente de los acontecimientos y de la vida, desde la revisión de vida y el análisis de la realidad, se considera el instrumento básico para la construcción espiritual del militante de la AC. Aquí la oración realizada desde la vida contemplada en el corazón del Padre y el proyecto personal de vida cristiana como programa de crecimiento personal y de compromiso evangelizador son fundamentales. Del mismo modo la vivencia espiritual ha de tener calado como para llevar a la persona a sumergirse en lo áridos territorios de los ambientes socio-culturales, donde han de ser testigos del Evangelio. Pertenece a la espiritualidad de AC la contribución a la comunión eclesial en los distintos ámbitos, tanto diocesano como supradiocesano, y además en verdadera comunión con el ministerio pastoral. Como vemos se trata de evangelizar, vivir la comunión eclesial y realizar la colaboración con el ministerio pastoral. Subrayo también todo lo que se refiere a la celebración y la liturgia en los movimientos; en ellos se descubre una conexión real de lo acontecido y lo vivido con lo celebrado, de tal manera que la conexión fe-vida a la que se aspira continuamente también queda reflejada en su modo de celebrar la liturgia cristiana, lo que hace que sea verdaderamente significativa en sus vidas a la vez que llena de vitalidad y creatividad. Hay un modo, que responde al hombre de hoy, de celebrar la vida que la Iglesia necesita y que el mundo, los llamados alejados, agradece cuando lo descubre lleno de vida. Esta espiritualidad se entiende y se vive en los movimientos como proceso que ha de reunir tres momentos decisivos: descubrir y optar por Jesucristo; educarnos en el “creo en la Iglesia” como comunidad en la que nos encontramos con Cristo Resucitado; y un tercer momento de incorporación al proyecto del Reino de Dios que Jesús anuncia. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 Para dicho proceso se cuenta con unos instrumentos, que se encuadran dentro de una opción pedagógica que llamamos pedagogía de la acción, que se ha convertido en un elemento de identidad; dicha pedagogía conlleva un estilo de llegar y situarse ante la realidad y un estilo de educar en la fe: se parte de la vida, con mirada evangélica, sin disociar vida y fe, mirando a las personas en todas sus dimensiones y tratando de descubrir en la realidad la presencia y acción del Espíritu, la luz de la Pascua y el Evangelio, y llegando a la verdadera celebración de la fe con la vida y la acción militante. EXPERIENCIAS Soy animadora de jóvenes en un movimiento concreto, pero sobre todo, acompaño a personas para que se sientan parte de una Iglesia universal. Precisamente esa clave la fui descubriendo a raíz de mi pertenencia a la JEC: la riqueza de la comunión con el resto de la Iglesia. Las pascuas con la MJAC o la JOC, el día de la AC o los encuentros de comisiones diocesanas, han supuesto momentos donde conocer al resto de movimientos de AC y compartir también con ellos la fe que nos une. Todo este proceso ha de hacerse considerando que la educación y evangelización de las personas tiene su ritmo, a veces lento, en el que es básico el respeto tanto a la acción de la - 28 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad siempre me envía de nuevo a la vida. Poco a poco he ido descubriendo la experiencia de celebrar mi fe junto a otros, en el movimiento, en la parroquia, en la diócesis... con gente conocida o desconocida... porque lo que nos une es creer que otra Iglesia y otra sociedad son posibles ya que Otro lo creyó y así lo vivió mucho antes que nosotros... Somos laicos organizados dentro de la Iglesia y como tal nos sentimos en ella y en nuestros ambientes. Juntos abarcamos esos lugares necesitados de evangelización a los que no llegaría la Iglesia por otros cauces. Desde mi pertenencia a la JEC me he ido sintiendo “Iglesia en la Escuela” y como tal me han ido descubriendo mis compañeros. Al principio muchos mostraban rechazo y a veces ni siquiera respeto. Con el tiempo fueron viendo cómo el ser cristiana me llevaba a participar en la universidad con aquellas actitudes. No eran pocos los que nos decían que con lo que hacíamos en la JEC descubrían una Iglesia diferente a la que salía en los periódicos. Desde entonces tengo grabado a fuego lo que nos dijo un día Julián, mi animador durante aquellos años: “vuestra manera de vivir puede que sea la única Biblia que lean muchos de vuestros compañeros”. Luisa, militante de JEC en Zaragoza Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Finalmente indicar que desde mi experiencia personal, el grupo de vida es el soporte para poder descansar, para ver mi vida en relación con la Iglesia, como un todo, donde te pones en zapatillas, donde “alumbras con la fe la vida”. La AC me ofrece el cauce para poder vivir mi compromiso laical en la Iglesia, desde mi trabajo en la Parroquia, en la Delegación de Apostolado Seglar, en el Sindicato, en el AMPA, en mi despacho profesional con la profundidad que merece. Es verdad que ha sido un proceso, pero veo claramente que el grupo de referencia, tu grupo, es el que te prepara y te confronta para revisar la vida, nuestra vida con los ojos de Dios. Como decía al presentarme también he vivido otros procesos dentro de la Iglesia, muchos de ellos en el ámbito parroquial. Desde pequeña he mantenido una vinculación continuada con una comunidad parroquial, primero en Asturias y ahora en Zaragoza, a través de la catequesis o el proceso de confirmación... He colaborado durante muchos años en tareas como la animación musical de las Eucaristías y me he hecho presente en consejos parroquiales y otras actividades comunitarias. Yo he descubierto en la AC, que la misión pasa necesariamente por nosotros. Y vale de reproches permanentes a los sacerdotes. ASUMAMOS LOS LAICOS EL PAPEL QUE NOS TOCA REPRESENTAR Y HAGAMOS CADA UNO EL ESFUERZO POR RECONOCERNOS A CADA UNO EN SU MINISTERIO. SIN SACERDOTES NO HAY EUCARISTÍA, SIN EUCARISTÍA NO HAY COMUNIDAD, SIN COMUNIDAD NO HAY LAICOS, SIN LAICOS NO HAY MISIÓN. A nivel diocesano también he vivido otros espacios de comunión con jóvenes y no tan jóvenes. Celebraciones diocesanas de pastoral juvenil, encuentros estatales de pastoral universitaria, congresos de laicos... Han sido también lugares donde aportar y compartir desde la diversidad; quizás desde una presencia más puntual por nuestras pobrezas y limitaciones, pero siempre desde una valoración por estos espacios. Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Por último y no por ello menos importante, afirmar que todo esto no significaría lo mismo sin el alimento de la oración y la celebración comunitaria. Formar parte de un movimiento de AC me ha educado en la espiritualidad de lo cotidiano. Voy pasando de mirar a y de oír a escuchar. Busco y descubro los signos de Dios en mi vida, tanto en las alegrías como en los fracasos, y la acción de su Espíritu. La militancia en las aulas, la enfermedad, la comunidad, son vivencias que me han llevado a la oración y a la relación con un Dios Amor, un Amor que a veces me desborda pero que FICHA DE TRABAJO Nº 5 Comenta la frase: “La AC, de acuerdo con la doctrina de las cuatro notas, que ya citamos en el primer capítulo, no es una asociación z - 29 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad más, sino que en sus diversas realizaciones tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de los “laicos de la diócesis”, como organismo que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana” (nº 95). ¿Por qué no se aplica en la mayoría de comunidades parroquiales? Comenta la frase: De singular importancia es la relación de los sacerdotes con estos procesos y organización laical; la figura del consiliario como realidad del ministerio pastoral que tocan diariamente los militantes tiene un singular importancia y el enriquecimiento mutuo es enorme, según atestiguan tanto los sacerdotes implicados en los movimientos como las experiencias de los militantes en dicha relación de comunión en la construcción del Reino. Podemos decir que los sacerdotes encuentran en estos movimientos espacios apropiados para vivir su sacerdocio ministerial como servicio al sacerdocio común de los fieles, a la vez que desarrollan la dimensión secular de su sacerdocio ministerial. ¿Qué te aporta, o crees que podría aportarte, acompañar grupos de AC? z Tras leer las experiencias de los militantes, ¿podrían haber desarrollado su acción del mismo modo sin pertenecer a la AC? ¿Qué elementos destacan ellos? z - 30 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad ACTUAR: COMPROMETIDOS EN LOS AMBIENTES CON PRESENCIA PÚBLICA Es cierto que el número de militantes no es todo lo amplio que nos gustaría, aunque detectamos que esto ocurre con todo lo que pretende ser serio y tener auténticos procesos, tanto en la Iglesia como en el mundo, pero la verdad es que en los movimientos tenemos personas y modos de organización que son referencia dentro de la propia Iglesia y en el mismo mundo. En un contexto en el que apremia evangelizar en los medios, salir a los caminos y encontrarse con los alejados, la Iglesia sabe que tiene un medio extraordinario en los movimientos de AC y su pedagogía de la acción y de la fe. Sólo queda que lo utilicemos convenientemente para que la Iglesia sea más misionera y evangelizadora y llegue allí donde quiere llegar, al corazón del mundo. [20]. Al día de hoy también hemos de reconocer que son los movimientos de AC los que trabajan por la presencia de los laicos en los distintos ambientes y promueven la presencia pública de los mismos. En este sentido los movimientos tratan de estar presentes en ámbitos concretos que tienen que ver con la vida y la organización de la sociedad: mundo rural, obrero, enfermedad, estudiantil, cultural y profesional... Sólo una mirada al tipo de publicaciones y revistas que salen de su trabajo y preocupación, nos muestra cómo son Iglesia en el mundo de un modo activo y encarnado, conscientes de los ambientes con presencia evangelizadora en los mismos. Señalo también cómo lo militantes trabajan por la ciudadanía activa y participativa haciendo que las personas sean conscientes de sus situaciones y de lo común y lo público para trabajar por ello. Es encomiable cómo militantes de los distintos movimientos se aproximan y participan en las estructuras y mediaciones sociales, políticas, económicas, culturales, estudiantiles. Espacios que son de dificultad y de aridez en los que sólo pueden permanecer desde una vida profunda, con unas convicciones fuertes y con el apoyo de la comunidad -grupo de vida- del movimiento en el que están insertos. Ellos son para todos una referencia del verdadero compromiso laical en orden a construir el Reino, ordenando las cosas del mundo según Dios Padre. Hemos de reconocer sinceramente que tampoco hay mucho entusiasmo en el clero actual para trabajar y gastar sus fuerzas en favorecer el crecimiento de un laicado adulto y organizado con verdadero protagonismo eclesial, y no es porque no haga falta o estemos muy contentos con la realidad pastoral con la que trabajamos diariamente. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 EXPERIENCIAS Sus campañas, encuestas, manifiestos... son ejemplo claro de un tipo de presencia pública que cada vez es más necesaria en nuestra sociedad, en orden a una verdadera pluralidad y participación. Es bueno que la voz del laicado organizado tenga sus espacios en la sociedad, sobre todo en un momento en el que la indiferencia no sólo toca a lo religioso sino a todo lo que se sale de la esfera de lo individual. Unos años más tarde me fui a vivir a Zaragoza ya con pocas asignaturas en la mochila. Mi vida como estudiante cambió en muchos sentidos y comencé a intuir un paso más en aquél proceso. Desde el estudio solidario ya contribuíamos a construir otra universidad diferente y por tanto otra sociedad. Pero también sentía la llamada a ir a buscar nuevos ámbitos en los que dar continuidad al proceso. Así, un - 31 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad día encontré la página de Cáritas Diocesana de Zaragoza. Me llamó la atención un apartado que ponía “Servicio de Estudios Sociales”. La descripción era breve pero suficiente como para despertar en mí la curiosidad y preguntarme qué harían en aquél programa y si podría aportar algo desde mi estudio. Un conocido me puso en contacto con el técnico del Servicio de Estudios Sociales (más conocido como SES) y así encontré y opté por un nuevo espacio de militancia [21]. Entré en el SES motivada por la idea de aplicar la estadística a temas sociales. Hoy me descubro como una privilegiada, conociendo lo realmente cerca que está la pobreza de mí, descubriendo sus mecanismos, echando abajo prejuicios fáciles y poniendo rostro a esa realidad que voy conociendo a través de números y porcentajes. Aún con nuestras pobrezas y debilidades, el SES supone socialmente uno de esos escasos lugares donde se va más allá de la realidad aparente y se buscan las causas y consecuencias de la pobreza y la exclusión, además de realizar una denuncia pública desde la opción por los últimos. Una de sus razones es ser voz de los que no tienen voz... A pesar de que este tipo de militancia no supone un contacto directo con las personas acogidas desde los equipos y centros de Cáritas, estamos convencidos de que nuestra tarea sigue siendo igual de necesaria para la sensibilización y transformación de la sociedad. El SES contaba entonces con sólo tres voluntarios (todos sociólogos) además del técnico (que era psicólogo). En este servicio se cumplía de nuevo la abundancia de mies y la escasez de obreros (aunque en el último año se han incorporado cuatro voluntarios más). En los meses anteriores a mi llegada se había puesto en marcha la denominada “Ficha Social Unificada”. Había sido concebida como un instrumento de recogida y análisis de la información que generan todas las intervenciones sociales realizadas en Cáritas. La información se recoge a través de unos expedientes y posteriormente se almacena informáticamente. Así que comencé a trabajar con esa base de datos explotando los datos allí recogidos. Luisa, militante de JEC en Zaragoza Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Os puedo relatar y contar experiencias personales de vida anónimas, que merecerían ser enmarcadas, por su profundidad y testimonio. Así por ejemplo: Esta tarea responde a uno de los objetivos del equipo que es el desarrollo de un Observatorio permanente de la pobreza. A partir de esa información vamos obteniendo perfiles de personas y familias acogidas, difundiendo dicha información dentro y fuera de Cáritas. La de un militante de Ciudad Real , trabajador de un pequeño taller en un pueblo de la provincia de Ciudad Real, nacido en el seno de una familia cristiana, de derechas, que se crió en la posguerra, donde su familia materna sufrió persecuciones y muertes. Con la llegada de un sacerdote al pueblo en 1975, inician un grupo de JUNIOR, ahí estuvieron un año y, con el paso del tiempo, por su entorno de trabajadores, se ubica con su mujer en la HOAC, iniciándose el camino en la AC, marcando su vida, su forma de ser y ver el mundo y su compromiso. Otro de los objetivos a los que contribuye la explotación de la Ficha Social Unificada es al de diseñar procesos de animación de lectura creyente y análisis de la realidad destinados a la comunidad. Para ello colaboramos con el programa de Formación de Cáritas en diferentes cursos (iniciación de voluntarios u otros abiertos al público en general) y participamos en sesiones de reflexión y formación con equipos parroquiales. Un tercer objetivo del equipo es la realización de procesos de investigación. Por ejemplo, durante los últimos años se han realizado estudios sobre infravivienda, vivencia de la maternidad en mujeres solas, publicaciones anuales sobre la exclusión... Actualmente estamos comenzando un informe sobre la situación en las cárceles de Aragón. En aquéllos años el debate estaba en si debía estar o no en los partidos políticos y sindicatos. Él lo tenía claro y militó activamente en el PSOE y UGT, fue Secretario General de la UGT de su pueblo. Me recordaba como experiencia vital, ilusionante y dura, una huelga en el Sector del - 32 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad pero nunca dejó la AC. Después, en la década de los 90, pasaron su mujer y él a la ACGA y siempre al servicio tanto del Movimiento como de la Iglesia. Campo, como consecuencia de la firma de un convenio colectivo, paralizando la vendimia, estando al frente de la misma “un cristiano de la AC”. No hace falta decir lo que eso supuso, tanto en su familia de sangre como en la de la Iglesia. Hoy sigue en el PSOE y la UGT, pero con la militancia de base, me decía que cada persona tiene su momento y él dio cuanto se le pidió, todo lo que tenía, y hoy el tiempo es de otros, y su militancia la da hoy en más plenitud en otros campos, sin dejar de ser cristiano y socialista y por supuesto militante de AC. Contaba que lo más duro fue ver una madrugada, antes de salir a los caminos para hacer piquetes informativos de la huelga, a su madre llorando de rodillas , pidiéndole, que dejara esto, que le podía pasar lo que a su abuelo si esto cambiaba, fusilado en las tapias del cementerio. Su abuelo por ser cristiano de derechas y él por ser cristiano de izquierdas. Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Dice como anécdota que su madre al cabo de los años terminó votando al PSOE, aunque estaba convencido que las primeras veces se confesaba después de hacerlo. FICHA DE TRABAJO Nº 6 Tuvo el apoyo de su familia, de sus párrocos y del recién nombrado Obispo D. Rafael, quien cuenta que al menos en dos ocasiones, desde su Parroquia, vinieron a verle para pedirle que le expulsaran de la Iglesia, lógicamente sin éxito. Comenta el texto y las experiencias. ¿Qué te ha llamado más la atención? z Lee los textos de la CONCLUSIÓN. Concreta tu compromiso de cara a reforzar o iniciar grupos de formación de laicos. z Igualmente en el PSOE, y por divisiones internas, le ofrecieron la posibilidad de asumir la Secretaría de la Agrupación Local, como persona de consenso. Lo reflexionó con su familia y en la HOAC, que convocó una Asamblea Diocesana donde se debatió si era o no conveniente entrar en la arena política, lo reflexionaron, lo rezaron y se decidió, que respetando su decisión personal tenía el apoyo de todos para hacerlo. Fue Secretario General, y concejal durante 12 años. Hoy puedo decir, que la AC marcó la vida, la forma de ser y entender la militancia de esta persona y de su mujer, y cómo le ha hecho, en infinidad de ocasiones, enfrentarse tanto dentro de la Iglesia, como del partido para defender las cosas que creía justas, pero que no respondían a los dictados, unas veces del partido, otras de la Jerarquía de la Iglesia. Él dice con orgullo que, gracias a la AC, cada vez quiere más a la Iglesia y cada vez quiere más a este mundo con todas las imperfecciones que a la vez son suyas. La AC le ha hecho más cristiano y más ciudadano. Tuvo que dejar la HOAC por causas de distancia entre pueblos donde había militantes, - 33 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad CONCLUSIÓN pende de la actitud y trabajo de los sacerdotes. Y por la cuarta Nota de la AC, comunión con el Ministerio Pastoral, tiene importancia decisiva en su implantación diocesana y parroquial el empeño del Obispo Diocesano y de los sacerdotes. Al fin y al cabo, se trata de “los laicos de la Diócesis”. Por todas estas razones, que están avaladas por los testimonios que antes hemos escuchado, considero que en este momento histórico es necesario abrirnos a este modo de hacer y de vivir el laicado organizado en nuestras Iglesias si queremos responder con actualidad y con profundidad a la situación que nos ha tocado vivir. Para ello, la misma AC tendrá que irse renovando y planteando su modo de ser única en sus dos ramas de general y especializada. Juan de Dios Martín Ramírez, militante de ACGA en Ciudad Real Experiencia presentada en el Encuentro de Sacerdotes y AC - El Escorial, 10-IV-07 Es necesario descubrir juntos las nuevas militancias que han de ejercerse en este nuevo contexto socio-cultural que nos ha tocado vivir, todo ello siendo verdaderamente fieles al espíritu de una Iglesia que quiere ser servidora en el mundo, y al camino andado hasta ahora en esta espiritualidad laical, y en esta pedagogía de la acción y de la fe que marca unos procesos y unos ritmos que logran verdadera y profundas experiencias de fe y de militancia cristiana en los laicos adultos que culminan los procesos de los movimientos de la AC. NOTAS [1] J.F. Mària y Serrano habla de la globalización como “un proceso de interconexión financiera, económica, social y cultural que se acelera por el abaratamiento de los transportes y la incorporación en algunas instituciones (empresas, grupos sociales, algunas familias...) de tecnologías de la información y de la comunicación en un contexto de crisis económica (1973), de victoria política del capitalismo (1989) y de cuestionamiento cultural de los grandes ideales” (Serrano, J.F.M., “La globalización” Cuadernos Cristianismo y Justicia, nº 103 Barcelona, 2000) Entiendo que si la AC no existiera y quisiéramos ser fieles al espíritu del Concilio en el mundo actual tendríamos que crearla, aunque la llamáramos de otro modo, pues nunca como hoy es necesario un laicado organizado en su propio ser y hacer eclesial y mundano. [2] Cf., Ibid., pp. José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA AC, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO. Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y AC El Escorial, 10-IV-07 [3] Cf., Ibid., pp. [4] Cf., Ibid., pp. [5] En este punto seguimos fundamentalmente a Pedro José Gómez Serrano, “¿Todo por la pasta? Influencia de la economía en la personalidad humana”. Conferencia pronunciada en el ciclo de conferencias del Aula fecultura del Arzobispado de Badajoz. Publicadas en la Colección Aula fe-cultura, nº 1 Badajoz 2006. QUÉ HACER PARA QUE LA AC CREZCA Me gustaría sugeriros la posibilidad de que ofrecieseis a los laicos de vuestras parroquias este cauce de vida, de compromiso, de formación que es la AC. Van a recibir mucho y podrán dar mucho más. La AC necesita sacerdotes que quieran implicarse en el tema. Nos guste o no, todavía mucho en la Iglesia de- [6] cfr., Mardones, J.M., La indiferencia religiosa en España. ¿Qué futuro tiene el cristianismo? Ed. HOAC Madrid 2003. [7] Cfr., Martínez, F., “Presencia evangelizadora en la universidad” Rev. Universidad y Cristianismo nº 3 Badajoz 2006. - 34 - Equipo de Consiliarios Aportación de la AC a la Iglesia y a la Sociedad [8] Cfr. AG, 3b [9] Cfr. GS, 2b [10] Cfr. GS, 9d [11] Cf. Joaquín Perea, El Laicado: un género de vida eclesial sin nombre. Desclée de Brouwer, Bilbao 2001; Carlos García de Andoin: La pretensión pública de la fe. Desclée de Brouwer. Bilbao, 1994.; Ibid., Laicos cristianos, iglesia en el mundo. Ed. HOAC, Madrid 2004 [12] Hay que aclarar: laicismo es distinto de laicidad. Laicismo está referido a quienes rechazan de manera radical toda legitimidad al uso de la hipótesis de Dios como elemento influyente sobre el orden social. z Laicidad del mundo: reconocimiento de la autonomía del estado y de las realidades temporales: afirmar la mundanidad del mundo. La GS reconoce la laicidad del mundo: autonomía de lo temporal. z Laicidad de la Iglesia: cuál es el sentido que tiene la pretensión de la iglesia como un sistema de mediación colectiva entre Dios y el ser humano en relación con aquel complejo de personas, estructuras, proyectos, historia que llamamos “mundo”. Ahora la laicidad significa diálogo. La iglesia “es el pueblo de Dios en el camino de la humanidad” z Laicidad en la Iglesia: redescubrimiento y respeto del valor de los humano, de las realidades del mundo en el interior de la iglesia. Sobre la dignidad humana se construye la propia de todo bautizado: “todos los miembros de la iglesia toman parte de diversas maneras en su dimensión secular” (CFL 15). [13] Cf. Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria: El Laicado: Identidad cristiana y misión eclesial. Cf. nos 25-28. [14] Ibid, n. 27. [15] González-Carvajal, L., Iglesia en el... pp.51-60 [16] Cfr., García de Andoin, C., Laicos... p.50ss [17] Ibid., pp 353ss [18] cfr., AAVV Espiritualidad laical de la Acción Católica. IV Encuentro General de Apostolado Seglar. Edice 1998. [19] La Acción Católica Española. Documentos: “La A.C. hoy, nueva configuración” pág 48s. [20] Cfr., García Andoin, C., Laicos... pp. 203-36 [21] El SES es una herramienta para el diagnóstico y el análisis de la realidad social. Pretende descubrir las causas de la pobreza y la exclusión, así como los mecanismos y factores presentes, prioritariamente, en el ámbito territorial de la Diócesis. Está al servicio de todos los agentes de Cáritas y pretende ser un lugar de encuentro donde sea posible investigar para poder trasformar la realidad desde una mirada evangelizadora. - 35 -