El ministerio ordenado y la comunidad cristiana: Consecuencias prácticas en el trabajo pastoral Equipo de Consiliarios Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana El Ministerio Ordenado y la Comunidad Cristiana: Consecuencias prácticas en el trabajo pastoral Una reflexión sobre el sentido y misión del ministerio ordenado en la Iglesia, y la importancia que tiene el ejercicio del ministerio en la Acción Católica como consiliario. 1ª Reunión VER: Reflexión teológica sobre el ministerio ordenado. Punto de partida JUZGAR: El ministerio ordenado en la Iglesia 2ª Reunión - Arranque eclesiológico del ministerio ordenado. - Perspectiva eclesiológica. JUZGAR: El ministerio ordenado en la Iglesia (cont.). - Perspectiva cristológica. 3ª Reunión - Perspectiva pneumatológica. - Perspectiva desde la paternidad de Dios. JUZGAR: Significado y sentido del ministerio ordenado en la Acción Católica. - El ministerio ordenado como un don de Jesucristo a la Iglesia. 4ª Reunión - El ministerio ordenado y la identidad cristiana. - El ministerio ordenado como carisma específico. ACTUAR: El consiliario en el movimiento de ACG. 5ª Reunión - El párroco, “consiliario habitual” de la ACG. ACTUAR: El consiliario en el movimiento de ACG. (cont.). 6ª Reunión - Tareas concretas del consiliario. Bibliografía: Junior AC: Ser y tarea del consiliario. OLIVER, Victorio: El consiliario de Acción Católica, sacerdote diocesano. Federación de Movimientos de Acción Católica - 2006 ACGA, MJAC, Junior AC: A vino nuevo, odres nuevos, Nueva configuración de la Acción Católica General. Proyecto - 2007 -2- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana ÍNDICE B) Representación de Cristo, Cabeza y Pastor INTRODUCCIÓN II. SIGNIFICADO Y SENTIDO DEL MINISTERIO ORDENADO EN LA ACCIÓN CATÓLICA VER I. REFLEXIÓN TEOLÓGICA SOBRE EL MINISTERIO ORDENADO 1. EL MINISTERIO ORDENADO COMO UN DON DE JESUCRISTO A LA IGLESIA 1. PUNTO DE PARTIDA 2. EL MINISTERIO ORDENADO Y LA IDENTIDAD CRISTIANA JUZGAR 3. EL MINISTERIO ORDENADO COMO CARISMA ESPECÍFICO 2. EL MINISTERIO ORDENADO EN LA IGLESIA 2.1. ARRANQUE DENADO. ECLESIOLÓGICO DEL MINISTERIO OR- ACTUAR III. EL CONSILIARIO EN EL MOVIMIENTO DE ACG A) La “eclesiología” del Antiguo Testamento. B) La novedad cristológica C) La novedad eclesiológica D) Universalidad y particularidad E) Configuración del ministerio ordenado en las primeras comunidades cristianas 1. EL PÁRROCO, “CONSILIARIO HABITUAL” DE LA ACG 2.2. PERSPECTIVA ECLESIOLÓGICA 2. TAREAS CONCRETAS DEL CONSILIARIO EN LA ACG A) Radicación eclesiológica B) Actuación “in persona Eclesiae” TRAVÉS DE SU PALABRA 2.3. PERSPECTIVA CRISTOLÓGICA 2.2. TAREA DE ANIMAR LA DIMENSIÓN MISIONERA A) Originalidad cristológica B) Actuación “in persona Christi” 2.3. TAREA 2.4. PERSPECTIVA PNEUMATOLÓGICA 2.4. TAREA IGLESIA 2.1. TAREA DE SUSCITAR EL ENCUENTRO CON DIOS A DE ANIMADOR DE LA UNIDAD Y DE LA CO- MUNIÓN A) Origen pneumatológico del ministerio B) Características de este carisma DE CELEBRAR LOS SACRAMENTOS DE LA 2.5. TAREA DE ACOMPAÑAMIENTO 2.5. PERSPECTIVA DESDE LA PATERNIDAD DE DIOS CONCLUSIÓN A) La referencia al Padre -3- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana INTRODUCCIÓN Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia “un Reino de sacerdotes para su Dios y Padre” (Ap 1, 6; cf. Ap 5, 9-10; 1Pe 2, 5.9). Toda la comunidad de los creyentes es, como tal, sacerdotal. Los fieles ejercen su sacerdocio bautismal a través de su participación, cada uno según su vocación propia, en la misión de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación los fieles son “consagrados para ser... un sacerdocio santo” (LG 10) Iglesia sea más misionera y evangelizadora y llegue allí donde quiere llegar, al corazón del mundo. Hemos de reconocer sinceramente que tampoco hay mucho entusiasmo en el clero actual para trabajar y gastar sus fuerzas en favorecer el crecimiento de un laicado adulto y organizado con verdadero protagonismo eclesial, y no es porque no haga falta o estemos muy contentos con la realidad pastoral con la que trabajamos diariamente. El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, “aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo” (LG 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por todas estas razones, que están avaladas por los testimonios que antes hemos escuchado, considero que en este momento histórico es necesario abrirnos a este modo de hacer y de vivir el laicado organizado en nuestras Iglesias si queremos responder con actualidad y con profundidad a la situación que nos ha tocado vivir. Para ello, la misma Acción Católica tendrá que irse renovando y planteando su modo de ser única en sus dos ramas de general y especializada2. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1546 y 1547) Es necesario descubrir juntos las nuevas militancias que han de ejercerse en este nuevo contexto socio-cultural que nos ha tocado vivir, todo ello siendo verdaderamente fieles al espíritu de una Iglesia que quiere ser servidora en el mundo, y al camino andado hasta ahora en esta espiritualidad laical, y en esta pedagogía de la acción y de la fe que marca unos procesos y unos ritmos que logran verdaderas y profundas experiencias de fe y de militancia cristiana en los laicos adultos que culminan los procesos de los movimientos de la Acción Católica. A partir del tema de reflexión “Aportación de la Acción Católica a la Iglesia y a la sociedad”, hacemos nuestras las siguientes afirmaciones1: En los movimientos tenemos personas y modos de organización que son referencia dentro de la propia Iglesia y en el mismo mundo. En un contexto en el que apremia evangelizar en los medios, salir a los caminos y encontrarse con los alejados, la Iglesia sabe que tiene un medio extraordinario en los movimientos de Acción Católica y su pedagogía de la acción y de la fe. Sólo queda que lo utilicemos convenientemente para que la Entiendo que si la Acción Católica no existiera y quisiéramos ser fieles al espíri2 En este sentido, tras las Asambleas Generales de Huesca de diciembre de 2007, los Movimientos de Acción Católica General acordaron unificarse para formar un único Movimiento de Acción Católica General, con tres sectores: niños, jóvenes y adultos, y así poder dar respuesta más fiel y eficaz a la pastoral general de la Iglesia, en las parroquias y su ámbito de influencia. 1 José Moreno Losada, Consiliario General de Profesionales Cristianos: LA ACCIÓN CATÓLICA, IGLESIA EN EL CORAZÓN DEL MUNDO - Ponencia del Encuentro de Sacerdotes y Acción Católica– El Escorial, 10 de abril de 2007 -4- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana existe entre el ministerio ordenado y la comunidad cristiana, y, por lo tanto, también entre el sacerdote y un Movimiento apostólico, en el que realiza su ministerio como consiliario mediante el acompañamiento. tu del Concilio en el mundo actual tendríamos que crearla, aunque la llamáramos de otro modo, pues nunca como hoy es necesario un laicado organizado en su propio ser y hacer eclesial y mundano. Al mismo tiempo, esta reflexión está motivada por las consecuencias prácticas en el trabajo pastoral de toda la comunidad, ya sea una comunidad parroquial, un Movimiento apostólico u otro tipo de comunidad. Para ayudarnos en la reflexión, vamos a hacer una reflexión teológica. Por tanto, será una reflexión teórica sobre el ministerio ordenado. Reflexión teórica que está motivada por una preocupación práctica: la relación que -5- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana VER: REFLEXIÓN TEOLÓGICA SOBRE EL MINISTERIO ORDENADO Por la trascendencia e importancia que las tres cosas anteriores tienen para que la comunidad eclesial permanezca hasta el final de los tiempos como comunidad de Jesús, conservando su verdadera identidad, Cristo ha querido enriquecer a la comunidad eclesial con: 1. PUNTO DE PARTIDA Los militantes cristianos y los Movimientos en su conjunto, si quieren vivir la fe de forma consciente, libre y responsablemente, con todas sus implicaciones, han de crecer continuamente en la conciencia y en el convencimiento de estas dos cosas: z La Iglesia ha nacido de la predicación del Evangelio de Jesús, el Mesías, que llevaron a cabo los Apóstoles, enviados para ello por Jesús. La fe apostólica, plasmada en la Sagrada Escritura, conservada viva en la fe de la Iglesia y transmitida autorizadamente por el Magisterio, es el fundamento de la vida de la Iglesia y de toda la comunidad eclesial, y es su supremo tesoro. El que esa fe apostólica se conserve íntegra y viva y se transmita a todas las generaciones es esencial para la Iglesia de Cristo. z La gran responsabilidad de la Iglesia y de toda la comunidad eclesial está en: z La presencia permanente de su Espíritu para que anime, sostenga y guíe a la comunidad eclesial en el cumplimiento fiel de esta gran responsabilidad en las diversas circunstancias históricas cambiantes por las que va atravesando en su caminar. z La existencia de algunas personas que tienen especialmente encomendada la misión de garantizar que esa responsabilidad se mantenga permanentemente viva y se cumpla con eficacia en el seno de la comunidad eclesial. Nada tiene de extraño, pues, que la comunidad elija para este servicio a las personas que considere idóneas y que ore al Padre, a través de Jesucristo, para que les conceda “el don del Espíritu” (carisma), que las capacite y potencie para el mismo. La responsabilidad fundamental de un grupo o Movimiento eclesial está en permanecer fiel y unido en esa fe, en ir edificando su existencia y la de sus miembros sobre ella, y en transmitirla íntegramente al entorno social, familiar, eclesial, laboral... para que también esas realidades (con todo lo que tienen de valioso y positivo) puedan entrar a formar parte de la Iglesia de Cristo y enriquecerla. - Conservar y transmitir (y, por tanto, encarnar en los distintos contextos sociales e históricos) fiel e íntegramente esa fe apostólica. - Permanecer unida en la confesión, en la vivencia, en la celebración y en la proclamación de esa fe apostólica. Por tanto, en cualquier Movimiento eclesial, deben existir algunas personas que tengan la misión y presten el servicio de garantizar que esa responsabilidad se mantenga siempre viva en él y en cada uno de sus miembros y se cumpla con eficacia. - Continuar construyendo su existencia sobre esa fe apostólica a través del tiempo hasta llegar a su plenitud. Toda la Comunidad y cada uno de sus miembros son sujetos activos de esa responsabilidad. -6- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana JUZGAR: EL MINISTERIO ORDENADO EN LA IGLESIA Para estos autores, toda la acción salvífica y toda la historia de salvación sale del templo y vuelve a él. Recordemos, en la segunda parte de Ezequiel, la peregrinación de todos los pueblos al templo de Jerusalén (cap. 40 y ss.), o el Segundo Isaías que describe a las naciones peregrinando hacia el templo de Jerusalén (cap. 60 y ss.). Según esta concepción, todo lo que está fuera de Jerusalén y de su templo es teológicamente irrelevante. Una vez fijado cuál es el punto de partida, en este apartado pretendemos reflexionar sobre el ministerio ordenado en la Iglesia. A lo largo de esta reflexión, iremos descubriendo lo siguiente: z que Cristo es el origen de este ministerio; z que el ministerio ordenado hunde sus raíces y está inserto en la Iglesia; z que este ministerio, como don del Espíritu, está vinculado a la acción del Espíritu Santo en la Iglesia; z Lo anterior tiene algunas consecuencias: z La sinagoga, al contrario que el templo, nunca puede fundar eclesialidad, porque la sinagoga no es el templo, ni hay en ella sacrificio. Es únicamente lugar de oración y de transmisión de la palabra de Dios. z La diáspora (dispersión de los judíos entre los pueblos gentiles) nunca es interpretada como misión, sino como castigo. Salir de Jerusalén, salir de su templo, salir de la Tierra Prometida no es un envío por parte de Dios (como lo interpretará el Nuevo Testamento), sino un auténtico castigo. De tal forma que las comunidades de la diáspora tienen, teológicamente, un estatuto de inferioridad con respecto a la comunidad de Jerusalén. que el ministerio ordenado dimana de la misma fuente de donde dimana toda la salvación y toda la eclesialidad: el Padre, que envía a su Hijo y al Espíritu Santo. 2.1. ARRANQUE ECLESIOLÓGICO DEL MINISTERIO ORDENADO Haremos ahora un breve recorrido para ver sobre qué tipo de Iglesia y cómo se asienta en ella el ministerio ordenado. Entendemos ahora el porqué del permanente deseo de los judíos de la diáspora, de todos los tiempos, de volver a la Tierra Prometida: con la vuelta finaliza el castigo. A) La “eclesiología” del Antiguo Testamento Si pudiéramos hablar de eclesiología del Antiguo Testamento, tendríamos que decir que es una eclesiología o, mejor, una Iglesia centralizada en Jerusalén. La comunidad, reunida por el Señor, tal como aparece en el judaísmo posterior al exilio (judaísmo posterior a Esdras y Nehemías) es una Iglesia centralizada en la ciudad. La Iglesia es Jerusalén y, más que Jerusalén, es su templo. B) La novedad cristológica Con Cristo hay una novedad, que supone un cambio constitucional, con respecto a la eclesialidad del Antiguo Testamento. La novedad consiste en que Cristo es el comienzo de una nueva, última y definitiva Alianza. En la literatura, escrita entre los dos Testamentos (libros de Henoc, segunda parte de Ezequiel...), se identifican el Monte Sinaí y el Horeb (de donde tradicionalmente venía, para los judíos, la salvación) con el monte Sión (sobre el que está edificada Jerusalén), y, más en concreto, con su templo. Ese suceso único e irrepetible, marca el comienzo de una Alianza totalmente nueva, donde la eclesialidad ya no está fuera de Dios, sino en el interior de Dios, o Dios, dentro de la eclesialidad. Y, así, se hablará en el Nuevo Testamento de la Iglesia como cuerpo del -7- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana Señor, o del Espíritu como habitante, como huésped de la Iglesia. D) Universalidad, particularidad Desde el primer momento de la predicación del Evangelio, empiezan a aparecer las grandes franjas o unidades eclesiales, implantadas en culturas concretas, pero abiertas a la universalidad del Evangelio. Por lo que deducimos que ya en el Nuevo Testamento aparece la huella de una configuración eclesial plural (Iglesias), pero enormemente unitaria (Iglesia). También esto tiene algunas consecuencias: z La Iglesia ya no es la Iglesia que nace de una ley, de una constitución legal, sino que es la Iglesia que nace por la incorporación del Señor o por la inhabitación del Espíritu. z La Eucaristía se convierte en el fundamento permanente de la eclesialidad del Nuevo Testamento. La Eucaristía se convierte en la Nueva Pascua del Nuevo Pueblo de Dios. Esto es así porque la Eucaristía (que no es la celebración de los sentimientos de los cristianos, sino, ante todo, la presencia del Señor Resucitado; la recepción y reconocimiento del Resucitado, que viene) se convierte en presencia del Resucitado, que convoca, incorpora al creyente a su Cuerpo y funda su Comunidad desde la Resurrección. Esta configuración plural, pero unitaria, nos lleva a preguntarnos: todo esto ¿quién lo ha realizado?, ¿ha habido una especie de testamento de Jesús o de fundación jurídica por parte de Jesús? (una fundación jurídica es aquella en que, por ejemplo, alguien funda un partido político. El fundador redacta un ideario, unos estatutos, acoge a unos miembros, va ante un notario, para que dé fe, y hace el conveniente registro). ¿Es así la fundación que Jesús hace de la Iglesia? Ante esta pregunta hemos de responder lo siguiente: C) La novedad eclesiológica Desde ahora, toda la ciudad, todo lugar humano, donde los creyentes sean convocados por el Resucitado en la Eucaristía, se convierte en Iglesia, se convierte en Templo. Sinagoga (lugar de oración y transmisión de la Palabra) y el Templo (lugar de encuentro con Dios) coinciden en la Eucaristía. Y, desde ésta, la diáspora se convierte en misión. Por ejemplo, en los Hechos de los Apóstoles (11, 19ss) la persecución de los helenistas (cristianos de lengua griega) se interpreta no como diáspora (= el Señor nos ha castigado y tenemos que salir de la ciudad), sino como misión (la salida es ocasión de evangelización: Hech 11, 20-21). z Jesús, en este sentido, no es fundador de la Iglesia, es fundamento de la Iglesia. z Los apóstoles, junto con los creyentes, con María, la Madre de Jesús, y con el Espíritu de Jesús Resucitado, son fundadores de la Iglesia. En este recorrido rápido, que estamos haciendo, es necesario recoger otro dato: conforme la misión apostólica se ejercita y las áreas culturales (judeoparlantes y griegas) van siendo evangelizadas, la eclesialidad sufre, en sentido positivo, un proceso de localización. Es decir, cuando se habla de la Iglesia, no se refiere o se trata del grupo, de cristianos que se reúnen en tal o cual sitio para dar culto al Señor. En la mentalidad apostólica, se trata de la Iglesia, que está en la ciudad (1Cor 1, 2; 2Cor 1, 1; Gal 1, 2; Ap 2, 1.8.12.18). La Iglesia, pues, son los elegidos de Dios, que están en tal o cual ciudad y que han acogido al Señor. A partir de ahí, la lógica del Nuevo Testamento es perfecta: cuando Pablo en las cartas primitivas (romanos, gálatas, filipenses, tesalonicenses) empieza a hablar de las Iglesias, no hace más que verbalizar algo que era un hecho, un suceso: el “templo” (la Iglesia), un lugar de encuentro cultural entre Dios y el hombre, diálogo en la Palabra, y eucaristización de una misma cultura, de un lugar, de una nación... acontece en la Eucaristía. E) Configuración del ministerio ordenado en las primeras comunidades cristianas Si leemos con atención los escritos del Nuevo Testamento, en el seno de las primeras co-8- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana Desde esta importante función, que cumplen estos fundadores y animadores de las primeras comunidades cristianas y en continuidad con ella, debemos nosotros mirar el ministerio ordenado, si queremos comprenderlo correctamente. munidades, a las que llamamos “comunidades apostólicas”, encontraremos la presencia del ministerio ordenado como elemento constitutivo esencial en la vida y en la organización de esas comunidades. La configuración católica de este ministerio en las comunidades cristianas es fruto de un largo proceso. Los apóstoles tenían conciencia de haber sido llamados por Jesús y enviados por El, tras su muerte y resurrección, a continuar en el mundo su obra: El anuncio del Reino de Dios. Ellos habían aprendido de Jesús que el reinado futuro, pleno y definitivo, de Dios había que anunciarlo como una realidad ya presente en la vida del pueblo. Es decir, había que anticiparlo a través de una praxis de liberación, a través del perdón de los pecados y, sobre todo, a través de comunidades, en cuya vida se haga presente ya, de alguna manera, ese mundo futuro, en el que Dios reinará plenamente. Pero estos fundadores y animadores de las primeras comunidades cristianas, aunque mantenían una estrecha vinculación con la comunidad que ellos habían fundado, no se quedaban en ella, sino que llevaban una vida itinerante, sin un lugar fijo de residencia. No nos puede, pues, extrañar que en las comunidades, que ellos van poniendo en marcha, existan desde los primeros momentos responsables, que, en estrecha relación con ellos, presten el importante servicio de trabajar intensamente, para que la comunidad permanezca unida a la fidelidad al Evangelio que ellos le anunciaron. En la primera carta a los Tesalonicenses (primer escrito del Nuevo Testamento), Pablo, refiriéndose a estos responsables, habla así a la comunidad cristiana, que él había fundado: Os rogamos, hermanos, que apreciéis a esos de vosotros que trabajan intensamente, os presiden en el Señor y os llaman al orden. Mostradles toda estima y amor por el trabajo que hacen. (1Tes 5, 12-13) ----------------Nos vamos a fijar en cuatro etapas de este largo proceso: z Primera etapa: Esta conciencia, avivada y fortalecida por la acción del Espíritu de Pentecostés, lanzó a los Apóstoles y a otros muchos discípulos de la primera época a trabajar intensamente en la fundación, organización y animación de las primeras comunidades cristianas. Y lo hacían transmitiendo las experiencias originarias, que ellos habían vivido con Jesús o las que les habían comunicado otros que las habían vivido. Como podemos ver, parece que en un principio ni existía un nombre fijo para designar a estos responsables, ni las funciones que ellos debían desempeñar estaban delimitadas con claridad y precisión. Pero sí parece claro que se trata de personas que tienen una especial dedicación a la comunidad y, cuando es necesario, la llaman al orden para que parezca fiel a la fe que le transmitieron sus fundadores y organizadores. Por su parte, la comunidad cristiana debe tener hacia esas personas actitudes de acogida y estima. Por eso los Apóstoles y, en general, los organizadores y animadores de las comunidades siempre gozaron en ellas de una gran autoridad. Hasta tal punto que las comunidades tenían clara conciencia de que su identidad cristiana consistía en ser fieles al fundamento, que habían puesto sus fundadores y organizadores (se les designaba con los nombres de “apóstoles” y “profetas”). Sobre ese fundamento debían ellas continuar edificando. El punto de referencia de estos responsables son los “apóstoles y profetas”, que fundaron, animaron y organizaron la comunidad. En continuidad con el servicio que éstos prestaron a la comunidad y en comunión con el Evangelio que le anunciaron, los responsables de la comunidad quieren ahora prestar el servicio de animarla y ayudarla, para que continúe edificando sobre el mismo fundamento. Y cuando se presentaban las dudas y los conflictos en las comunidades, éstas acudían siempre a los que fundaron y organizaron, como autoridad suprema y decisiva. -9- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana Si nosotros queremos comprender correctamente la razón de ser, la función y las tareas del ministerio ordenado en la comunidad cristiana, hemos de mirarlo también desde la función y las tareas que cumplen estos responsables en las primeras comunidades. z Segunda etapa: Pero con el correr del tiempo, ya al final del siglo I, se fue creando en las comunidades una situación nueva. Los grandes transmisores de la Tradición Cristiana -“Apóstoles y Profetas”- habían muerto. Las ideas de los ambientes culturales paganos, en que vivían las comunidades, fueron penetrando también en ellas y comenzaron a aparecer doctrinas, que no se respondían fielmente a las “experiencias cristianas originales”, que ellas habían recibido de sus fundadores. Ante esta nueva situación, en el seno de las comunidades cristianas, se aviva y se vive con especial intensidad la responsabilidad de permanecer fieles a la fe que han recibido de sus fundadores, de continuar edificando sobre el cimiento de sus apóstoles y profetas (Ef 2, 20). Por eso, hicieron operativa y efectiva esta responsabilidad creando medios nuevos y potenciando y desarrollando otros, que ya existían en su seno por voluntad de Jesús. Poco a poco fueron descubriendo la conveniencia de poner por escrito la predicación de los Apóstoles y de fijar el canon de los escritos donde ésta se contenía fielmente. Así nació el Nuevo Testamento. Y también sintieron la necesidad de potenciar y desarrollar en las comunidades los servicios que, en estrecha continuidad y colaboración con el ministerio que habían desempeñado los Apóstoles, estaban encaminados a que las comunidades permanecieran fieles en la confesión y vivencia de la fe apostólica. Así se llevó a cabo una reflexión sobre el ministerio ordenado que fue dando a éste contornos más claros y precisos. El autor de la carta a los Efesios nos ha dejado un testimonio claro y significativo de este importante avance en la configuración del ministerio ordenado: Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que - 10 - habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se ha dado la misma gracia según la medida del don de Cristo... Y El ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños zarandeados por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombre, que con astucia conducen al error; sino que realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia El, que es la Cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el conjunto de junturas que lo nutren, actuando a la medida cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para la construcción de sí mismo en el amor. (Ef 4, 4-16) En el tercer párrafo del texto, que hemos trascrito, podemos ver reflejada la preocupación que vive la comunidad cristiana de Éfeso ante la aparición de un conjunto de doctrinas, que pueden dar al traste con la unidad de la comunidad y con su fidelidad al Evangelio que recibió del Apóstol Pablo, su fundador. Ante esta situación comunitaria, el autor de la carta -posiblemente un responsable de la comunidad que se oculta tras el nombre del apóstol Pablo- insiste machaconamente, como se refleja en el primer párrafo del texto, en los fundamentos de la unidad de la comunidad y en la necesidad de continuar edificando en comunión sobre esos fundamentos, hasta llegar a la plenitud de Cristo. Para ello, Cristo quiere que en su comunidad, como se afirma claramente en el segundo párrafo del texto, existan unos ministerios, que le ayuden a permanecer fiel a los fundamentos puestos por el Apóstol Pablo y le impulsen a continuar construyendo, todos unidos, sobre él. Los responsables apa- Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana rá la figura del presbítero, representante del obispo y colaborador suyo en la presidencia y dirección de aquella comunidad. Se va estableciendo paulatinamente una organización semejante a la que hoy tenemos. recen ya designados con los términos más precisos de “pastores y maestros”. Digamos una vez más que, en continuidad con ese servicio, querido por Cristo, de los apóstoles y profetas, pastores y maestros, hemos de comprender el servicio del ministerio ordenado en nuestras comunidades cristianas. La meta siempre es la misma: garantizar que la comunidad eclesial se construya sobre las experiencias cristianas originarias y se mantenga unida creciendo constantemente en fidelidad a ellas. z 2.2. PERSPECTIVA ECLESIOLÓGICA En el apartado anterior hemos visto cuál es el “arranque” del ministerio ordenado, así como la configuración de éste en las primeras comunidades cristianas. Veamos ahora el ministerio desde una perspectiva eclesiológica. Es decir, qué es y significa en la Iglesia el ministerio ordenado. Tercera etapa: Entrando ya en el siglo II, las comunidades cristianas se encuentran en una situación distinta de la anterior, debido a la aparición de nuevos factores: Ha habido un fuerte proceso de expansión del cristianismo, que se abre a nuevas culturas, aparecen con fuerza ciertas herejías, que amenazan la unidad de la comunidad en la confesión de la fe apostólica, algunas comunidades experimentan los estragos de la persecución, los “apóstoles itinerantes” van dejando de serlo para residir en una comunidad... A) Radicación eclesiológica Al hablar de radicación eclesiológica del ministerio ordenado, estamos diciendo que el ministerio ordenado hunde sus raíces y se halla inserto en esta Iglesia, que es ministerio de comunión, Pueblo de Dios, Sacramento de Salvación. Esta Iglesia, entendida como comunión de una misma vida, como una igualdad fundamental entre todos los bautizados, como un vínculo, profundo de fraternidad permanente... esta Iglesia es la matriz del ministerio ordenado. Ante esta nueva situación, no es de extrañar que, para mantener la unidad en la confesión y vivencia de la fe apostólica, se lleve a cabo en las comunidades otra fuerte reflexión, no exenta de tensiones, en torno al ministerio ordenado, que va a ir cristalizando en una mayor institucionalización y organización del mismo y va a dar origen a lo que más tarde se llamará “jerarquía”. Y en esta eclesiología de comunión, de fraternidad radical, es donde se plantea la relación entre el sacerdocio común de todos los bautizados y el sacerdocio ministerial de los presbíteros. Así, se va definiendo la figura del “obispo”, sucesor de los Apóstoles y cabeza de la Iglesia local, que la preside y dirige en la caridad. En el se concentran las funciones y tareas del apóstol, fundador y organizador de la comunidad, y la de los responsables de la misma. Y es, en esta Iglesia de comunión, donde se ha de explicar esta fórmula, empleada por el Vaticano II, que habla de la diferencia esencial, y no sólo de grado, entre ambos sacerdocios (LG, 10). En torno a él y presidido por él hay un colegio de “presbíteros” y unos “diáconos”, que colaboran con el obispo en la dirección de la comunidad. Al obispo de Roma, sucesor del apóstol Pedro, se le reconoce la presidencia en la caridad de todas las iglesias, con la función de mantenerlas unidas en la confesión de la fe apostólica. z EL SACERDOCIO COMÚN: Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (cf. Hb 5, 1-5), hizo de su nuevo pueblo “reino y sacerdote para Dios, su Padre” (cf. Ap 1, 6; 5, 9-10). Pues los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llamó de las tinieblas a su luz admirable (cf. 1Pe 2, 4-10). Cuarta etapa: Cuando el cristianismo se vaya extendiendo por los pueblos, aparece- 11 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana B) Actuación “In persona Ecclesiae” Por ello todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios (cf. Hech 2, 42-47), han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom 12, 1), han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere han de dar también razón de la esperanza que tienen en la vida eterna (cf. 1Pe 3, 15). El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque distinguiéndose esencial y no sólo gradualmente, se ordenan el uno al otro, pues cada uno participa de forma peculiar del único sacerdocio de Cristo. Porque el sacerdote ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, forma y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo, ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo; los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio real, concurren a la oblación de la Eucaristía, y lo ejercen con la recepción de los sacramentos, con la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante. Una fórmula tradicional, que se usa para comprender lo que es el ministerio ordenado, es que el ministerio ordenado actúa “In nomine Ecclesiae” o “In persona Ecclesiae”. Aunque esta fórmula, sobre todo después del Vaticano II, es usada en contextos ministeriales muy variados, aquí nos interesa su significado por lo que hace relación exclusivamente al ministerio ordenado. También en este sentido, la fórmula aparece usada en contextos muy distintos, por ejemplo: z Por tanto, en la celebración de la Eucaristía, el presbítero ejerce una doble representación: representa a Cristo (como veremos más adelante) y representa a la Iglesia (=“In nomine Ecclesiae”). Ambas representaciones, recibidas de Cristo en la ordenación sacerdotal. Esa fórmula del Vaticano II significa que, sin el sacerdocio común, el ministerio ordenado perdería toda su razón de ser y toda su utilidad, pues el sacerdocio ministerial existe únicamente para posibilitar el ejercicio del sacerdocio común, auténtico culto cristiano, que transforma toda la existencia en ofrenda agradable a Dios y útil a los hermanos. Lo que el Vaticano II quiere acentuar es que, aunque ambos sacerdocios sean participación del único sacerdocio de Cristo, difieren entre sí no porque el sacerdocio ministerial sea el mismo sacerdocio común, sólo que con mayor intensidad, ni porque le competan tareas diferentes, sino porque se fundamentan en sacramentos distintos: en el bautismo, el sacerdocio común y, en el orden, el sacerdocio ministerial. Esto, no obstante, no significa que el sacerdocio ministerial sea algo absolutamente distinto, que nada tiene que ver con el sacerdocio común. El sacerdocio ministerial, por tanto, está al servicio del sacerdocio común, teniendo siempre como referencia el estilo de Jesucristo: hasta la entrega de la propia vida. - 12 - Se habla de una representatividad eclesial, propia del presbítero, a propósito de la celebración de la Eucaristía, y, más en concreto, en relación con la ofrenda del sacrificio eucarístico: en el sacrificio de la Eucaristía, el sacerdote personifica o representa a la comunidad eclesial. Aquí también hay una diferencia con el sacerdocio común. Este no puede representar, personificar a la Iglesia en el mismo sentido que el ministerio ordenado, pues la representación que éste ejerce de la Iglesia le viene dada por el sacramento del orden. z En otros contextos, aparece también esta expresión en un sentido más global: en la presidencia de todas las celebraciones litúrgicas, el ministro ordenado representa o personifica a la comunidad eclesial. z También se utiliza la expresión para designar la representación de la Iglesia en el rezo de la Liturgia de las Horas, por cuanto éste es una tarea con carácter público, oficial, eclesial. Por tanto, a la hora de intentar comprender lo que es el ministerio ordenado, no podemos quedarnos únicamente en decir que se trata de una actuación “In persona Christi” (como veremos más adelante), sino que es necesario integrar también, como elemento Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana irrenunciable, que se trata de una actuación “In persona Ecclesiae”, puesto que entre ambas actuaciones hay una correlación mutua. Sugerencias para la reflexión: z ¿Qué destacas del texto propuesto? De todo lo indicado, ¿qué concreciones y qué carencias detectas en la realidad del presbiterio diocesano? z Tanto las concreciones como las carencias, ¿a qué crees que se deben? ¿Qué consecuencias conllevan? z ¿Qué aspectos vives mejor o te resultan más fáciles, y cuáles te gustaría reforzar en el ejercicio de tu ministerio sacerdotal? z - 13 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana JUZGAR EL MINISTERIO ORDENADO EN LA IGLESIA (cont.) 2.3. PERSPECTIVA CRISTOLÓGICA También es tradicional en la teología del ministerio ordenado poner éste en relación con Jesucristo. Durante algún tiempo se ha pretendido superar este tipo de fundamentación. La razón ha podido estar en el exceso de sacralización, de sacerdotalización, que había traído consigo esta fundamentación del ministerio de Cristo. Sin embargo, recientemente, se ha intentado recuperar esta fundamentación para ver qué hay de válido en ella, puesto que ésta es otra dimensión irrenunciable del ministerio ordenado. En relación con esta dimensión, abordamos las dos cuestiones siguientes: A) Originalidad cristológica Con este enunciado se presenta a Cristo como el origen y la peculiaridad original del ministerio ordenado. Esto quiere decir que el origen último del ministerio no es el resultado de una ocurrencia humana, ni el resultado de unas leyes sociales de convivencia o de deseos de supervivencia de unas personas o de una institución. El ministerio es un don de Dios Padre otorgado en Cristo. En Cristo tiene el ministerio su origen fontal (el ministerio dimana = “fuente” de Cristo) y su peculiaridad original (= de origen). Sin embargo, exponer cómo se halla Cristo en el origen del ministerio ordenado, es una tarea necesitada de diferenciaciones, algunas de las cuales exponemos a continuación. El primer dato históricamente cierto es que Jesús nunca se designó a sí mismo como sacerdote, ni tenía nada que ver con el sacerdocio institucional de su tiempo: no pertenecía a ninguna familia sacerdotal, no era levita, sino que pertenecía a la tribu de Judá. - 14 - Junto a este dato, otro: la postura de Jesús frente a la clase sacerdotal y al culto del templo. El habla pocas veces de esto, pero una de esas pocas veces la constituye la parábola del buen samaritano, en donde la alusión a la clase sacerdotal no puede ser más crítica. El comportamiento de Jesús y su mensaje de tipo sapiencial-profético eran críticos para con el culto legal en su ritualismo y en sus abusos. Jesús enseñó y practicó una nueva relación con Dios, que supone, de hecho, la ruptura y superación del sacerdocio del Antiguo Testamento. Por tanto, para comprender el ministerio del Nuevo Testamento, se ha de partir de Jesucristo y no del sacerdocio del Antiguo Testamento. Esto, sin embargo, no quiere decir que el Nuevo Testamento sea ajeno a la comprensión o a la presentación de la vida, del ministerio y de la muerte de Jesús en categorías sacerdotales. Esa presentación con categorías sacerdotales la hace la carta a los Hebreos, y presupone ya una reinterpretación llevada a cabo por la primitiva comunidad cristiana. Pero lo que sorprende de esta carta no es que se presente la vida y ministerio de Jesús con categorías sacerdotales. Lo sorprendente es que se ofrece una comprensión nueva, no sólo del sacerdocio, sino también del culto y del sacrificio. La muerte de Cristo en la cruz no tuvo nada de rito cultual, en el sentido hasta entonces conocido. Históricamente fue la ejecución de un condenado. Sin embargo, muy pronto, la reflexión cristiana empezó a utilizar una terminología cultual para expresar el misterio de Cristo, dando a su muerte un carácter de sacrificio. Los textos del Nuevo Testamento son varios: Corintios, Romanos, Efesios... En estos textos se halla presente la idea de oblación y de autoentrega de Cristo, desde cuya perspectiva el acontecimiento de la cruz no es más que la etapa final y la prueba suprema de la obediencia y de la entrega de Jesús al Padre. Así lo entiende el autor de la Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana expresiones “sacerdocio santo” y “sacerdocio real” para designar al nuevo Pueblo de Dios. Aparece también en Apocalipsis (1, 6; 5, 10), donde la expresión usada es la de linaje real y reino de sacerdotes. La expresión hace referencia a un sacerdocio de carácter no individual, sino comunitario, corporativo. carta a los Hebreos cuando, en su reflexión teológica sobre el sacerdocio de Cristo, cita el salmo 40: Los sacrificios y las ofrendas no los aceptas. He aquí que vengo para hacer tu voluntad. La obediencia hasta la muerte, perspectiva desde donde se contempla toda su historia terrena, es uno de los presupuestos decisivos para el establecimiento de Cristo como Sumo Sacerdote. Su muerte es la que ha inaugurado el día definitivo de la gran reconciliación Muerte que, en razón de su carácter escatológico, no necesita repetición alguna. Cristo, por tanto, resulta ser el Supremo Sacerdote, el único Sacerdote de los bienes salvíficos: El que por el Espíritu eterno a sí mismo se ofreció inmaculado a Dios (Heb 9). La teología del sacerdocio común de los fieles se remite a estos textos, si bien no aparece aún la idea de participación en el único sacerdocio de Cristo. Más difícil resulta descubrir en textos del Nuevo Testamento una primera comprensión sacerdotal del ministerio ordenado, aunque fuera muy en germen. La ausencia, en el Nuevo Testamento, del término “sacerdote” para designar a los ministros ordenados es valorada por unos como el modo de evitar toda confusión entre el sacerdocio judío y el cristiano. Otros, por el contrario, lo interpretan como la aceptación de la institución sacerdotal del Antiguo Testamento como algo obvio para los primeros cristianos, desinteresados en crear una institución sacerdotal propia. CRISTO, SUMO SACERDOTE: z digno de fe por su condición de Hijo, elegido y establecido por Dios; z en cuanto a hombre sufriente que, libre de toda falta, ha aprendido por la obediencia la compasión con los débiles y pecadores. En la evolución histórica posterior, si nos encontramos con un vocabulario sacerdotal y con una tipología del sacerdocio del Antiguo Testamento, aplicados a los ministros cristianos, si bien las valoraciones que de ellos se hacen son divergentes. De esta manera, se realiza en El lo que constituía la intención última de todos los sacrificios precedentes: la reconciliación con Dios. Y, así, dirá el capítulo 10 de la carta a los Hebreos: Con una sola oblación perfeccionó para siempre a los santificados. Con todo, la reflexión que pretenda fundamentar teológicamente la comprensión del ministerio ordenado, así como su espiritualidad, deberá tener en cuenta estos datos sobre el sacerdocio de Jesucristo como el único Sacerdote, pues estos datos son el único punto de partida. Porque, si Cristo es el único Sacerdote, el sacrificio definitivo, el mediador único, la función del ministerio sacerdotal no será otra que la de manifestar visiblemente la presencia de Cristo mediador y su acción en la vida del Iglesia. El sacerdote-ministro es sacramento de la presencia de Cristo mediador en la comunidad eclesial, signo e instrumento de Cristo. Así como, para Pablo, Cristo es el fin de la ley, así es, para el autor de la carta a los Hebreos, el final del sacerdocio y del culto sacrificial del Antiguo Testamento, en el sentido de su derogación y de su plenitud al mismo tiempo. En Cristo, mediador único de la Nueva Alianza, al mismo tiempo sacerdote y sacrificio, ha alcanzado el culto su plenitud escatológica. Por tanto, en la carta a los Hebreos, tenemos una comprensión de la vida y ministerio de Jesús con categorías sacerdotales y, mediante esta reinterpretación, lo que realmente se ofrece es una nueva comprensión de lo que es el sacerdote, el culto y el sacrificio. Sin embargo, la carta a los Hebreos no habla todavía ni de un sacerdocio general de los cristianos, ni de un sacerdocio ministerial. Del sacerdocio de los cristianos se habla en la primera carta de Pedro (2, 5-9), donde se emplean las B) Actuación “in persona Christi” Desembocamos así en esa fórmula, también clásica en la teología del ministerio ordenado: - 15 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana el ministro ordenado actúa “In persona Christi”: en representación de Cristo. ¿Cómo entender esta fórmula? Tendríamos que acudir a una fundamentación del Nuevo Testamento para hablar del ministerio ordenado como una representación de Cristo. Los evangelios han transmitido lo del envío de los discípulos por parte de Jesús como responsables con él en su tarea anunciadora del Reino. El ser enviados hace de los discípulos colaboradores, y establece una relación de referencia y dependencia significativa. En esta tradición evangélica hundiría sus raíces la primera comprensión cristiana de lo que es el apóstol. Hay, por tanto, en el Nuevo Testamento una línea de fundamentación, que permite hablar del ministerio ordenado como una representación Cristo-Sacerdote. De acuerdo con esto, puede decirse que el ministro ordenado, en el ejercicio de sus funciones, presencializa sacramentalmente al único Sacerdote que es Jesucristo. Eso es lo que quieren expresar esas formulaciones, clásicas en teología, que hablan del ministerio ordenado como una representación de Cristo, y hablan de su actuación como una actuación “in persona Christi”. De esta fórmula ¿cuáles son los significados que pueden tener más interés para nosotros? El uso frecuente y más originario de esta expresión se refiere al ministerio eucarístico del sacerdote. Así, en el n. 10 de la Lumen Gentium, en una perspectiva determinada por la distinción entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial, el Vaticano II habla de una potestad sagrada para el sacerdocio ministerial, y emplea “in persona Christi” para precisar mejor la competencia del sacerdocio ministerial en la celebración de la Eucaristía. Se dice en ese texto: El sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad de que goza... efectúa in persona Christi el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo; los fieles, en virtud de su sacerdocio real asisten a la oblación de la Eucaristía. - 16 - En el n. 28 de la misma Constitución (síntesis de la doctrina conciliar sobre el presbiterado), la expresión se aplica directamente al ministerio eucarístico, en donde, representando la persona de Cristo, juntan con el sacrificio de su Cabeza, Cristo, las oraciones de los fieles. Hay además, otros textos del Concilio en los que no es solamente la presidencia y la celebración de la Eucaristía, sino que es el conjunto de toda la actividad ministerial de los presbíteros la que se engloba bajo la actuación “in persona Christi”. Así, por ejemplo, el n. 2 del Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros utiliza la expresión (“in persona Christi”) como algo que cualifica todo el ministerio presbiteral como una personificación sacramental de Cristo-Cabeza. Una cierta innovación la constituye la Exhortación de Pablo VI sobre la evangelización. El aplica directamente la fórmula “actuar en nombre de Cristo” al ministerio de la Palabra y de la Evangelización. Por su parte, Juan Pablo II usa la expresión para designar el ministerio específico de la reconciliación en el sacramento de la penitencia. Resumiendo: la expresión “in persona Christi”, aunque sea aplicada originaria y prevalentemente para designar el ministerio eucarístico del presbítero, sin embargo, se usa también para designar el conjunto global de toda su tarea y de todo su ministerio. Pero hay que decir inmediatamente que la presencialización de Cristo, que se opera en el ejercicio ministerial del presbítero, es de naturaleza sacramental: el presbítero es signo personal de Cristo-Cabeza en su condición (la de Cristo) de origen y fuente de la salvación. Pero el presbítero no es cabeza de la comunidad ni está al frente de ella exactamente en el mismo sentido en que Cristo lo es para con el cuerpo de la Iglesia. El presbítero es el signo sacramental del único mediador y del único Sacerdote, que es Cristo. El presbítero es un instrumento vivo de Cristo. Pero se trata de una instrumentalidad cuya eficacia salvífica no es propia ni es autónoma, sino que es recibida, otorgada, donada por Aquel que es la fuente y el principio: Cristo Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana clamarse, ni por ningún título personal. El ministerio es un don del espíritu, que la Iglesia necesita y el Espíritu le concede. El presbítero nada tiene suyo que justifique una conciencia de superioridad, ni de protagonismo salvífico; su cometido es el de ser un instrumento de la salvación. Es un servidor de la salvación y no un propietario de la misma. Por tanto, la llamada al ministerio no es un carisma que uno posee y que la Iglesia reconoce. La llamada al ministerio es una llamada externa. Con ello se quiere decir que no hay un derecho al ministerio ordenado. Y esto es así porque el ministerio ordenado no es la plenificación de la vida cristiana. Si lo fuera, todos los bautizados tendrían no sólo el derecho, sino el deber de acceder al él, puesto que todos los bautizados están llamados a la plenificación de la vida bautismal. 2.4. PERSPECTIVA PNEUMATOLÓGICA En los dos apartados anteriores, hemos reflexionado sobre el ministerio ordenado en relación con la Iglesia (perspectiva eclesiológica) y en relación con Cristo (perspectiva cristológica). Pero el ministerio no es la plenificación de la vida bautismal, sino la realización de ésta por un camino específico: el ministerio ordenado. Por eso, no es un derecho, sino una invitación que uno recibe a desarrollar su vida cristiana por ese camino específico. En este apartado nos proponemos reflexionar sobre el ministerio ordenado en relación con el Espíritu (dimensión pneumatológica). Si en los apartados anteriores decíamos que la dimensión o fundamentación eclesiológica y cristológica del ministerio ordenado, ahora hemos de decir que éste no se puede comprender si se prescinde de la perspectiva que viene del Espíritu. Y esto porque la Iglesia, en cuanto tal, es un acontecimiento del Espíritu, en la cual se halla Cristo Resucitado. En esta relación estrecha entre Espíritu y ministerio ordenado, puede decirse que éste tiene una naturaleza carismática. Así como el “acontecimiento de Cristo” es inseparable del Espíritu, así también en el ministerio van íntimamente unidos su origen cristológico y su dimensión pneumatológica. A) Origen pneumatológico del ministerio z El ministerio ordenado como diaconía (servicio) de Cristo se halla absolutamente vinculado con, en expresión de S. Pablo, el servicio también del Espíritu. z Esta dimensión pneumatológica ayuda a comprender el ministerio ordenado en la perspectiva de la misión. Es cierto que la misión, originariamente, es un concepto trinitario: Dios-Padre, que envía a su Hijo y a su Espíritu para salvar al mundo. El ministerio ordenado que, originariamente, procede de Cristo tiene una dimensión pneumatológica. ¿Qué significa esto? z z El ministerio no puede radicarse exclusivamente en Cristo. Es también un don del Espíritu: una gracia, es un carisma; esto aparece, por ejemplo, en la segunda carta a Timoteo (1, 6), en la que Pablo habla de don o gracia. Aparece también ya en los ritos más antiguos de ordenación, por ejemplo, en la Tradito Hipoliti, en la que aparece acentuada esta dimensión. Nos encontramos, pues, en el ámbito de los dones, de lo recibido, de la gratuidad. Sin embargo, la misión es también un concepto eclesiológico, constituye la razón de ser de la Iglesia. Fuera de la perspectiva de la misión no se entiende lo que es la Iglesia: la Iglesia es para la misión. Pues bien, al servicio de esta misión se halla ordenado el ministerio. No se accede al ministerio ni por una simple delegación de la comunidad (aunque se dé la participación de ésta, en mayor o menor grado, en la elección de sus ministros), ni por un derecho personal que pudiera re- Esto significa que el ministerio no constituye una finalidad en sí mismo, no tiene razón de ser como entidad autónoma, aislada. El mi- 17 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana nisterio se halla al servicio y en función de la misión: la salvación y la evangelización. decir que la Eucaristía desborda el marco puramente litúrgico, cultual, celebrativo. Más allá de falsear alternativas entre sacramentalización y evangelización, el servicio a la misión puede considerarse como: La Eucaristía es la predicación de la palabra, la comunidad de los bienes, la oblación de la vida y el compromiso, privado y organizado, que manan de la Eucaristía (“fuente”) y tienen su momento culminante (“culmen”) en la celebración litúrgica de la misma. - criterio de configuración concreta al ministerio; - criterio para establecer prioridades; - valoración de formas históricas que, a lo largo del tiempo, ha adoptado el ministerio; - valoración para mantener, sustituir o innovar organizaciones o estructuras pastorales. B) Características de este carisma Una vez que hemos visto que el ministerio ordenado es un carisma, una gracia, un don del Espíritu, veamos ahora cuáles son las características de este carisma: Carisma de presidencia eucarística Al ministerio ordenado, que es un carisma que se concede mediante un sacramento, corresponde la presidencia de la Eucaristía y, por tanto, corresponde también la presidencia de la comunidad eclesial. El que el ministerio ordenado le corresponda la presidencia de la Eucaristía es algo admitido desde la teología medieval hasta el concilio de Trento, que unió el ministerio a la transubstanciación: esto (consagrar) era lo específico del ministerio ordenado. El concilio Vaticano II, admitiendo esto, dio un paso más con el siguiente razonamiento: si queremos un ministerio que no sea sólo cultual (y el ministerio ordenado no es sólo cultual), no podemos centrarlo exclusivamente en la Eucaristía. Por eso el concilio habla de tres “munera” o tareas específicas del ministerio ordenado: la palabra, el gobierno, y el compromiso. Debajo de esta enseñanza del Vaticano II lo que hay es lo siguiente: la Eucaristía es el centro (“fuente y culmen” la denomina el concilio) de toda la vida de la Iglesia. Esto quiere - 18 - Así entendida, la Eucaristía no es sólo un momento celebrativo, sino que es toda la vida cristiana, todo el Evangelio, vivido y anunciado, que mana de la primera Eucaristía Apostólica. Por eso, independientemente de los problemas prácticos que ello origine, quien preside la Eucaristía, preside la comunidad, y quien preside la comunidad preside la Eucaristía. Carisma identificador de la persona El ministerio ordenado es un carisma que identifica a la persona, que se apodera de la totalidad de su existencia. El ministerio caracteriza a la persona como ministro, y toda su vida queda unificada por la caridad pastoral. Lo que caracteriza al ministro ordenado no son sus tareas, las comunes a cualquier bautizado o las específicas de su ministerio. Lo que le caracteriza es que él es forma de la comunidad. Nos ayuda a entender esto el ejemplo paulino: Efesios (4, 12) o de primera Corintios (12, 1-30): el ministro no es músculo, ni es hueso, sino que es articulación, engranaje del cuerpo. El ministerio como carisma permanente Esto es lo que, en la teología tradicional, se ha denominado como el “carácter sacerdotal”. Podría enunciarse diciendo que la imposición de manos imprime al que la recibe una huella indeleble, como la imprime el bautismo a quien lo recibe, o la confirmación a quien recibe este sacramento. El fondo que sustenta el que este carisma sea permanente es la fidelidad inquebrantable de Dios a sus palabras y a sus promesas. Por la imposición de manos se establece una relación nueva del presbítero con Cristo, que le capacita para actuar “in persona Christi”. Así como esta relación no puede ser instaurada ni por el sujeto que se Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana ritu. Y esto es lo que pretendemos desarrollar en este apartado. ordena ni por la comunidad en su conjunto, tampoco puede ser eliminada por ellos. Desde el momento de la imposición de manos, hay en la persona y en la vida del presbítero como una dinámica permanente, que configura su estilo de existencia. Ya no es algo intercambiable o sustituible, ni se pertenece a sí mismo. Su ser nuclear radicalmente ministerial (=de servicio); su existencia es una proexistencia (existencia en favor de...) A) La referencia al Padre Toda la vida cristiana, así como toda acción divina, se derivan de Dios-Origen, de DiosPadre, de la paternidad divina. Toda acción de Cristo y toda actuación del Espíritu son misión del Padre: “En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (Heb 1, 1ss). “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre...” (Jn 14, 26). Carisma permanente significa disponibilidad sin reservas, dinamismo pastoral y servicio ministerial para toda la vida, pues el mismo Cristo no desempeñó su ministerio de una manera ocasional o episódica, sino permanente. Y el ministerio ordenado no es más que un signo personal de Cristo, un instrumento vivo de Cristo-Sacerdote. De esta forma, la Iglesia también es la obra de Dios, de Dios-Padre. Es la obra de Dios, Padre de Jesús. Es la obra de la paternidad de Dios, permanente en Jesús. Por tanto, podemos decir que la Iglesia es la fraternidad de los hijos de Dios, nacidos por la mediación de Jesús en la comunión del Espíritu. Una fraternidad, nacida de la filiación, confesada y realizada en una porción de la humanidad. Esa fraternidad es la Iglesia. 2.5. PERSPECTIVA DESDE LA PATERNIDAD DE DIOS En los apartados anteriores hemos visto, por una parte, cómo el ministerio ordenado está entroncado en la eclesiología del Nuevo Testamento; es decir, hemos visto que el ministerio como un sacramento que se recibe y se ejercita en la Iglesia. Por otra parte, hemos visto que el ministerio como sacramento es un empalme existencial con la persona de Jesús. Concebir de este modo el ministerio ordenado no sólo es correcto, sino que es esencial. Y lo es porque, en la economía de la salvación, Cristo es el único mediador, y, por tanto, todo hay que referirlo a El, también el ministerio ordenado. Llegados a este momento, hay que decir lo siguiente: la fraternidad es efecto de la filiación. La fraternidad, en cristiano, no es un sentimiento prioritariamente ético: queremos, decidimos ser hermanos. La fraternidad no equivale a solidaridad, sino que es efecto de una común filiación. Y no decidimos ser hijos, sino que recibimos la filiación. Y, desde nuestra libertad, la acogemos y la desarrollamos. Somos, pues, hermanos porque somos hijos. La filiación, por tanto, es prioritaria sobre la fraternidad. En definitiva, la paternidad de Dios está en el origen de toda acción salvífica. Por tanto, también de la Iglesia y también del ministerio ordenado. Finalmente hemos visto el ministerio ordenado en su perspectiva pneumatológica. Es decir, hemos analizado la relación del ministerio con el Espíritu, y hemos estudiado el ministerio como un carisma permanente, creado, concedido y sostenido por el Espíritu, dentro de esa unidad carismática que es la Iglesia. Pero, tanto la derivación cristológica del ministerio, como la pneumatológica, que son correctas y necesarias, tienen que tener un punto de partida más allá de ellas mismas. Y este punto de partida, la fuente de donde dimana, no puede ser otra que esa fuente de donde mana toda la salvación y toda la eclesialidad: el Padre, que envía a su Hijo y al Espí- B) Representación de Cristo, Cabeza y Pastor El concilio Vaticano II define el ministerio ordenado como la representación de Cristo, Cabeza y Pastor. Según esto, el ministerio ordenado es empalme existencial con Cristo en la misión de éste de: - 19 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana z hacer presente a la Iglesia no sólo su filiación (la de Cristo), sino también hacerle presente la voluntad salvífica de Dios, cuyo origen está en el Padre; z expresar el “prius”, el “antes” del Padre: expresar el origen permanente del Padre en todo; exclusiva de esta representación pensando que es un poder autónomo, está traicionando toda la dinámica del sacramento del orden. Paternidad en el servicio fraterno z hacer que la fraternidad no se cierre sobre sí misma, sino que esté referida permanentemente a una voluntad (la de Dios-Padre) que es anterior, posterior y permanente en la fraternidad. Por tanto, el ministerio ordenado es la representación, en la fraternidad, de la paternidad de Dios; representación que ha recibido por la imposición de manos. Esta representación, en Cristo-Jesús, del origen, de la voluntad de la salvación que procede del Padre, no es de ninguno de los que la ostentan. No es propiedad, es “comisión” recibida. No hace que el ordenado deje de ser hijo y hermano y empiece a ser padre. Nadie puede ser padre más que el Padre, ni siquiera Jesús. Esta representación tiene una serie de características que describimos a continuación: Paternidad colegial El sacramento del orden concede al ministro ordenado una representación colegial de la paternidad. Como nadie es padre, nadie se puede arrogar en exclusiva la representación de la paternidad. Por eso, el ministerio ordenado es vinculación colegial a esa paternidad. Dicho de otra forma: el sacramento del orden es esto: el colegio (formado por el presbítero), que ejerce esa representación paterna, legítimamente llama a alguien -bien consultando al pueblo de Dios, bien aceptando un candidato propuesto por éste- y lo integra a esa fundación colegial. Es decir, lo invita, mediante una imposición de manos (un gesto y una oración) a presidir la Eucaristía, con todo lo que ello significa. De esta forma, el sacramento del orden vincula al ordenado a Cristo y a todos los que, por la ordenación, están vinculados a El. Así, ya no hay apóstoles, sino co-apóstoles; no hay obispos, sino co-epíscopos; no hay presbíteros, sino co-presbíteros. Y quien se apropie en - 20 - La comunidad no puede apropiarse de esta representación de la paternidad, apropiándose del obispo o del presbítero. Esto tiene unas consecuencias que enumeramos a continuación: z El presbítero pertenece a la sacramentalidad de la Iglesia particular. Es decir, el presbítero es de la Iglesia particular, de un presbiterio, para la Iglesia universal, en el servicio de una pequeña comunidad. Cuando la comunidad eclesial ofrece un candidato al presbiterado, lo ofrece a la Iglesia particular. Y, cuando la pequeña comunidad recibe un ministro ordenado, lo recibe de la Iglesia particular como miembro del presbiterio: recibe al obispo y a su presbiterio, representados en aquel ministro concreto. Los hijos lo son del Padre y no del ministro, ni siquiera espiritualmente: no se bautizan en el nombre del ministro, sino en el nombre de la Trinidad; y no reciben el pequeño espíritu del ministro, sino el Espíritu del Padre y del Hijo. Por tanto, esta paternidad representada se tiene que vivir y se tiene que ejercitar como servicio, para promover la filiación bautismal y el sacerdocio común de todos los bautizados. Función del ministro ordenado es promover, potenciar, posibilitar, desde su presidencia eucarística, todo lo que en el bautismo está latente. Porque el ministro ordenado no funda la Iglesia (eso es función del apóstol), sino que la sirve ya constituida. La paternidad representada (que no altera la situación bautismal) obliga al que recibe el ministerio a desarrollar, desde el ministerio y mediante el ministerio, su vida bautismal al máximo. El ministro ordenado está obligado a oír, él el primero, la palabra, a cambiar el corazón, a comprometerse con la suerte de su comunidad, a sentirse pecador... Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana Debido a esta paternidad representada, el ministro ordenado llega a la comunidad en la veneración a los ministros procedentes y en la apertura a sus sucesores. Y esto porque “su” comunidad no es suya, y sus celos son producto únicamente del amor, pero nunca de la posesión. En este sentido, es un bautizado que va desarrollando su vida bautismal mediante el ministerio e integrado en el ministerio. z La autoridad del ministro no puede entenderse como la autoridad humana. Su autoridad es una autoridad de representante, no original. Y eso le da, permanentemente, una cierta inseguridad, que forma parte del ministerio, y que la lleva a preguntarse constantemente: “¿Qué debo hacer ahora?” Sugerencias para la reflexión: Y le obliga a escuchar permanentemente a la comunidad por la que el Espíritu también sugiere. La suya es una autoridad de moderación, no de creación. Es autoridad sobre hijos y no sobre esclavos (Gal 4, 7). Es autoridad en el servicio fraterno. z ¿Qué destacas del texto propuesto? De todo lo indicado, ¿qué concreciones y qué carencias detectas en la realidad del presbiterio diocesano? z Paternidad incompleta Tanto las concreciones como las carencias, ¿a qué crees que se deben? ¿Qué consecuencias conllevan? z Una última característica de esta paternidad representada es que es una paternidad incompleta. Es decir, ningún ministro ordenado es el señor de su comunidad. Ningún ministro ordenado llega a su comunidad como si los anteriores a él hubieran sido ladrones o salteadores o como si los que vayan a sucederle interrumpieran “su” obra personal o “su” línea. ¿Qué aspectos vives mejor o te resultan más fáciles, y cuáles te gustaría reforzar en el ejercicio de tu ministerio sacerdotal? z - 21 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana JUZGAR: SIGNIFICADO Y SENTIDO DEL MINISTERIO ORDENADO EN LA ACCIÓN CATÓLICA comunitaria sobre el fundamento que pusieron los “Apóstoles y Profetas”, y que quiere reproducir en su estilo de vida y en su organización los rasgos esenciales de las comunidades apostólicas del Nuevo Testamento. El ministerio ordenado en la Acción Católica hay que entenderlo como “una forma de vivir la vocación sacerdotal como lo es vivirla en la parroquia y en otros campos específicos... al servicio de todos para que todos sean uno en Jesucristo” (La Acción Católica Española, hoy). Por tanto, en la Acción Católica, el consiliario es el presbítero que presta un servicio específico a la comunidad. De ahí que es coherente que sus militantes sientan, vivan y reciban el ministerio ordenado. z 1. EL MINISTERIO ORDENADO COMO UN DON DE JESUCRISTO A LA IGLESIA 3. EL MINISTERIO ORDENADO COMO CARISMA ESPECÍFICO Cristo ha querido que, en su Iglesia haya algunas personas que le representen sacramentalmente como Cabeza de su Cuerpo y que hagan transparente el servicio que El continúa prestando a su Iglesia dándole vida, potenciando la unidad y colaboración entre todos sus miembros y ayudándole a crecer hasta su plenitud. Como hemos visto anteriormente, el ministerio ordenado se fundamenta en un carisma: z que capacita para un servicio específico: cuidar de que la comunidad y sus miembros se mantengan fieles a la fe apostólica, de que vayan construyendo su existencia sobre esa fe y de que, en esa fidelidad y esa construcción, se mantengan unidos. Se trata de una responsabilidad y un servicio que se le ha encomendado específicamente al consiliario. Esta responsabilidad y este servicio no pueden diluirse en la comunidad; ni él puede convertirse en un simple portavoz de la comunidad; z que compromete a una dedicación especialmente intensa a la comunidad, liberando para ello las energías necesarias para cumplir satisfactoriamente este servicio tan importante y vital para la Acción Católica; z que exige que dicho servicio sea ejercido en corresponsabilidad y armonía con los otros servicios, funciones y tareas, también necesarias para la vida y misión de la Acción Católica. Esto viene exigido por ser la Acción Católica una comunión de carismas, que da origen a una comunión de servicios. El consiliario “preside en nombre de Jesucristo la celebración de la Eucaristía, y acompaña con los sacramentos, alimenta con la Palabra y sirve con la entrega de su vida. Uno, en nombre del Obispo, al servicio de todos para que todos sean uno en Jesucristo.” (La Acción Católica Española, hoy). 2. EL MINISTERIO ORDENADO Y LA IDENTIDAD CRISTIANA La existencia del ministerio ordenado en la Acción Católica, como elemento esencial, pone de manifiesto la preocupación y el interés de toda la comunidad eclesial por: z Que todos y cada uno de sus militantes continúen edificando su existencia personal sobre la fe apostólica, tengan clara conciencia de su identidad cristiana y eclesial, y la vivan con todas sus implicaciones y dimensiones, sin mutilarla. Ser toda ella auténticamente comunidad de Jesús, que continua edificando su existencia - 22 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana cunstancias históricas cambiantes por la que van atravesando; El servicio del consiliario en la Acción Católica encuentra aquí su razón de ser y su inspiración fundamental. Se le elige para que preste a la Acción Católica y a sus militantes el servicio de animarles y ayudarles para que vivan y se organicen como auténtica Iglesia de Jesús en el Mundo, en comunión con el resto de la Iglesia, al mismo tiempo que anima a sus militantes “en la triple función sacerdotal, real y profética de Cristo” (La Acción Católica Española, hoy). z que ejercite su ministerio colegialmente en comunión con el presbiterio diocesano, para que su tarea, desarrollada en una parcela concreta de la Iglesia, se abra a los horizontes amplios de la Iglesia toda. En torno a estas cuatro responsabilidades podría aglutinarse y concretarse el quehacer del consiliario en la Acción Católica. Por tanto, sin suplantar a nadie y en corresponsabilidad con las otras responsabilidades, al consiliario se le ha encomendado especialmente: z que la Acción Católica permanezca unida en la confesión, en la vivencia, en la celebración y en la proclamación al mundo de la fe de los apóstoles; z que la Acción Católica viva y se organice como verdadera y auténtica comunidad de Jesús, reproduciendo en las actuales circunstancias del mundo los rasgos comunes que definen a las comunidades neotestamentarias; z Sugerencias para la reflexión: z ¿Qué destacas del texto propuesto? ¿Qué aporta, y a qué compromete al sacerdote el quehacer como consiliario en la Acción Católica? Pon ejemplos concretos de tu propia experiencia. z que la Acción Católica conserve íntegra y viva fielmente esa fe apostólica y que la transmita en los distintos ambientes y cir- - 23 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana ACTUAR EL CONSILIARIO EN EL MOVIMIENTO DE ACG 1. EL PÁRROCO, “CONSILIARIO HABITUAL” DE LA ACG El documento “A vino nuevo, odres nuevos”, aprobado en las Asambleas Generales de Huesca en diciembre de 2007, es el Proyecto de la nueva configuración de la Acción Católica General. Y en este Proyecto encontramos esta referencia al Ser y tarea del consiliario de la ACG: “Puesto que la ACG tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de “los laicos de la diócesis”, con razón podemos decir que la espiritualidad y misión del consiliario en la ACG no es otra que la espiritualidad y misión del sacerdote dentro de la Iglesia, espiritualidad que emana del Sacramento del Orden. Puesto que la ACG se define como la colaboración fraterna, estable y organizada entre el Ministerio Pastoral y el laicado, ambos insertos en la pastoral general de la Iglesia, con razón los obispos animan a los sacerdotes a apoyar y acompañar la promoción de la ACG en orden a alentar el dinamismo misionero de la comunidad parroquial. gracia, la iniciativa de Dios, la oferta de Dios, así el compromiso surge de forma como espontánea, la respuesta nace de dentro, cuando se ha acogido el don y se lo valora. Si un sacerdote comprendiera qué es la Acción Católica en la Diócesis, la respuesta normal sería: «A esta asociación yo la sirvo de corazón». Éste es mi argumento y entiendo que nace del engarce hondo del sacerdote diocesano, de su ser y de su ministerio con el ser y el servicio de la Acción Católica. ¿Qué aporta la Acción Católica? Su aportación no es, sobre todo, una vinculación a la persona del sacerdote, sino una colaboración en la misión común, percibida desde la misma perspectiva diocesana. La misión de la Iglesia diocesana es asumida responsable y necesariamente por las dos vocaciones singulares: el servicio ministerial del sacerdote diocesano y el laico de Acción Católica, que es igualmente un laico simplemente diocesano. Enumero un breve elenco de aportaciones. z A la Iglesia Diocesana y al sacerdote y párroco ofrece la Acción Católica un grupo de seglares. La Acción Católica es obra de laicos, colaboradores con la Iglesia diocesana en su fin general y en los objetivos concretos. Son, por tanto, también colaboradores convencidos de la parroquia, que está considerada como célula necesaria y primera concreción de la Iglesia diocesana. z Estos laicos están seriamente preparados, han seguido un proceso de formación fundamental y específica. Sienten como necesidad la preparación integral, que abarca su fe, su seguimiento de Jesús, su responsabilidad apostólica, cívica y social. Son seglares organizados, como propuesta recomendada y avalada por el mismo Concilio. Y puesto que la comunidad parroquial es la matriz y el centro de gravedad de la ACG, con razón el párroco está llamado a ser ‘el consiliario habitual’ de la ACG.” (A vino nuevo, odres nuevos, Nueva configuración de la Acción Católica General - Proyecto, págs. 17 y 18) ¿Por qué el párroco está llamado a ser el ‘consiliario habitual’ de la ACG? Además de lo que ya hemos reflexionado en los puntos anteriores, pueden ayudarnos las palabras que D. Victorio Oliver, obispo emérito de la diócesis de Orihuela-Alicante, pronunció en el XII Encuentro “Sacerdocio y Acción Católica”, en El Escorial, el 18 de abril de 2006: “En las cosas de Dios, lo primero es considerar y reconocer el don, no es correcto empezar por la exigencia. Primero es siempre la - 24 - Así lo vivieron desde su nacimiento. Dentro de su organización reclaman el ser responsables y protagonistas, como exigencias de Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana haciendo en ella y con ella. Esta vida la pone al servicio del momento actual. Es una historia muy cercana a la historia de la Iglesia. su bautismo y de su confirmación, reconocidas y pedidas por la Iglesia, porque ellos son también la Iglesia. z Estos seglares ponen al servicio de la Diócesis y de la comunidad parroquial su organización apostólica, y con ella una metodología de formación y de acción, ampliamente contrastada en la historia del movimiento, y reconocida también por la Iglesia. (Mater et Magistra, 236). z La Acción Católica ha de llevar a la comunidad, al presbítero, al párroco, la vida concreta de la gente, sus dolores y sus esperanzas de hoy, la carencia de valores o de sentido religioso y, al mismo tiempo, tienen el compromiso admitido de llevar al barrio, al mundo obrero, a los jóvenes y a los niños el mensaje fresco y liberador de Jesucristo. z z Estos laicos de la Iglesia diocesana van a enmarcar el servicio pastoral del sacerdote diocesano, le van a definir los ámbitos más específicos de su ministerio y le acotarán los campos de su dedicación necesaria e insustituible. Lo hemos afirmado en otros momentos y, tal vez, es bueno repetirnos que la hora de los laicos es la hora de los sacerdotes. ¿No lo veis así? Junto a esto, romperán la soledad temida del sacerdote, comparten con él el testimonio de su seguimiento de Cristo en un mundo áspero y duro y proporcionan motivos para el esfuerzo y para la esperanza. Ellos contribuyen a crear con el sacerdote un clima de fe, reclaman los sacramentos y necesitan la oración. Ofrecen una larga historia de servicio a la Iglesia. Es casi centenaria la Acción Católica, mereció dejar su nombre escrito en los documentos del Concilio (Cf. CD, 17; AA, 20 entero; AG, 15) y en ChL, 31. Hago notar, como ya dije, que es la única asociación de fieles que se cita por su nombre en todo el documento del Papa. Es una historia de cercanía a la Iglesia y de fidelidad. z Ha sufrido también el desconcierto, el desmantelamiento de sus movimientos, la tentación del secularismo, en momentos no acertó a mantener el equilibrio de su doble y nada fácil fidelidad. La prueba fue muy dura. Siguiendo la imagen bíblica, quedó el ‘resto’, aguantó la tormenta, entendió su purificación. La Acción Católica ha servido al cultivo de la vocación sacerdotal, la ha mantenido como respuesta viva y consciente, la Acción Católica toca el ser del sacerdote. Y de esto es importante dejar constancia. No es un suplemento o adhesivo para su hacer, sino que lo confirma en su ser. Es cierto que la Acción Católica aporta sentido al ser del sacerdote diocesano y lo centra, por eso, en su mismo ser y en su misión en la Iglesia. La conclusión de mi reflexión es que ser consiliario en la Acción Católica es un modo extraordinario de servir a la Iglesia diocesana. Hoy necesita respirar hondo, ponerse a ser ella misma, necesita coraje. Para el vino nuevo se la ha dotado de odres nuevos. Se puede presentar confiada. Ha de dejar salir su buena esencia. Recoger esta historia, también en su época muy dolorosa, le lleva a sentir y aceptar su pobreza actual, que en modo alguno es comparable al complejo o a la victimación. Sólo pide el privilegio de servir a Jesucristo y al Evangelio. Ser párroco o vicario no agota las posibilidades de ser sacerdote y de ejercer el ministerio sacerdotal en la Diócesis o en la parroquia. Así está recogido en documentos de la Iglesia. Es más, ser consiliario anuda al ser diocesano, aporta a la parroquia esperanza, refuerza el compromiso evangelizador, es respuesta adecuada y actual a la responsabilidad misionera. Es necesario acoger y tomar en serio a la Acción Católica. Muchas veces hemos recordado que hubo un momento en que la Iglesia en España pidió para las parroquias la ayuda de los Movimientos y, por supuesto, de la Acción Católica para realizar y cumplir En su seno hay vida, debe seguir engendrando hijos e hijas y deberá ofrecerlos a la Iglesia. Quiero decir que su historia de triunfos y de fracasos contiene la experiencia, también de cruz, que el Señor ha ido - 25 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana unidos los obispos y los movimientos de Acción Católica, que sancionó la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, y tienen todo el vigor de esta aprobación. su misión evangelizadora. Se hablaba de la Parroquia evangelizadora. Esta voz se escuchó hace años. ¿Qué ha hecho, desde entonces, la parroquia?, ¿qué ha hecho la Acción Católica? Si esto es así, no dejo de preguntarme, por qué sigue existiendo el recelo en tantos sacerdotes o el desinterés. ¿Qué razones se dan? ¿Qué está haciendo por responder adecuadamente la Acción Católica? En estos años, además, nuestra sociedad está sufriendo un vuelco impresionante, que afecta de lleno a la misión de la Iglesia. Crece el desierto. Fuentes fecundas en otros tiempos hoy están secas. Han sido demolidos muchos valores. ¿Quién se acerca con esperanza y con dolor también a las familias, a los jóvenes, al mundo obrero, a los mismos niños? La tentación de replegarse es permanente o la declaración de impotencia. La parroquia necesita esta inyección de valor y coraje, que han de llevar a hombros sobre todo los seglares. Me atrevo a afirmar que es la hora de la Acción Católica y a decirlo con voz clara, una vez más. Esta situación, que ha colocado en muchas partes a la Iglesia en situación de pobreza, reclama fe, mucho ardor, horas de oración. Invocar el Nombre del Señor y en ese mismo Nombre salir a la ciudad, a los pueblos, por los caminos de los hombres, decía Jesús. Reclama lucidez de visión teológica del ser y la misión de la Iglesia. Lo primero, acaba de decir el Papa, es amar, amar con la mirada de Cristo. Es la respuesta de Dios a un mundo indiferente, desafiante, hostil, constructor de nuevas babeles y de imponentes becerros de oro. Es hora de amar intensamente a la Iglesia diocesana y quien bien la ama no se encierra en cómodas mesas camilla, sino que le urge la pasión por evangelizar. Está reclamando, ¿no lo veis?, sacerdotes y laicos unidos en la misma misión, con un testimonio contrastado, capaces con la gracia de cargar también con la cruz. Os estoy hablando de algo enormemente serio y en nada os es desconocido. Os estoy hablando de la Iglesia que ama. Os estoy describiendo de nuevo a la Acción Católica. No os hablo de teorías. Ahí están los Estatutos de la Acción Católica, que redactamos - 26 - Le pido fuertemente al Señor que despertemos todos. El sacerdote diocesano, el párroco y los vicarios han de ver la mano amiga de la Acción Católica y tener la experiencia de que es una unión fecunda. Es una responsabilidad no asumir el proyecto y la experiencia que tiene en su vida evangelizadora la Acción Católica.” Sugerencias para la reflexión: Piensa en grupos que conozcas, en los que el párroco es el consiliario del grupo, y grupos en los que el párroco no se implica. ¿Cómo afecta eso a la vida de cada tipo de grupo? Pon ejemplos concretos de uno y otro caso. z ¿A qué crees que se debe la reticencia de algunos párrocos a ser “consiliarios habituales” de esos grupos y de los grupos de ACG? Si has hablado de esto con alguno, pon las razones concretas que te han dado. z ¿Qué destacarías de las palabras de D. Victorio? z Confronta las palabras de D. Victorio con la realidad que conoces en tu diócesis: ¿Qué puntos entran o entrarían en conflicto con esa realidad? ¿Por qué? z ¿Qué pistas de acción surgen de cara a lograr que el párroco sea “el consiliario habitual” de la ACG? z Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana ACTUAR EL CONSILIARIO EN EL MOVIMIENTO DE ACG (cont.) 2. TAREAS CONCRETAS DEL CONSILIARIO autenticidad y fidelidad. Esta tarea se puede fijar en dos aspectos: Para situarnos ante la tarea del consiliario del Movimiento Acción Católica General, como ante cualquier otra tarea, hay que tener en cuenta que éste forma parte de la Federación de Movimientos de Acción Católica que, desarrollando el método “Acción-ReflexiónAcción-Celebración” con la dinámica de Revisión de Vida, parten siempre de la realidad, que viven y pisan diariamente, la iluminan desde el Evangelio y vuelven a esta realidad para evangelizarla mediante el compromiso y el anuncio explícito de la Buena Noticia de Jesús a los pobres. A) Partiendo de la vida de las personas, de los hechos y de los acontecimientos. Para promover la madurez cristiana “sirvan de ayuda los presbíteros a fin de que en los mismos acontecimientos, grandes o pequeños, puedan ver claramente qué exige la realidad y cuál es la voluntad de Dios” (Presbyterorum Ordinis, 6) Es en la vida, y en la vida cotidiana, donde Dios está presente, está actuando, tanto en los aspectos positivos y de plenitud, como donde se le oculta o se le ofrecen resistencias. Dentro de esta mística, el objetivo del Movimiento Acción Católica General es impulsar en las parroquias un laicado (niños, jóvenes y adultos) maduro y consciente, evangelizador, misionero y militante, para impulsar la evangelización de los ámbitos en los que está inmersa la parroquia y contribuir a la unidad de la comunidad parroquial en la misión y a la corresponsabilidad de todos sus miembros. El consiliario tratará de ayudar a descubrir y desvelar el rostro y la acción de Dios en estos acontecimientos y en las personas para provocar un encuentro con el Dios vivo de la Historia. Tratará de ayudar a descubrir el dinamismo de la muerte y resurrección de Cristo en los acontecimientos, para descubrirle en el pecado, dolor, injusticia, desamor, muerte... y sentirse animados por la esperanza que destella su resurrección en cada momento por la fuerza de su Espíritu. Para animar esta misión, es necesario el servicio de los acompañantes, y también el acompañamiento del consiliario, que ponga al servicio de niños, jóvenes y adultos la responsabilidad y el quehacer del ministerio ordenado, concretados en sus tareas, que enumeramos y desarrollamos a continuación. “Solamente con la luz de la fe y con la meditación de la palabra divina es posible reconocer siempre y en todo lugar a Dios, ‘en quien vivimos, nos movemos y existimos’ (Hech 17, 2-8); buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales.” 2.1. TAREA DE SUSCITAR EL ENCUENTRO CON DIOS A TRAVÉS DE SU PALABRA Desde esta experiencia de encuentro con el Padre, Jesucristo y su Espíritu, en la realidad, el consiliario ayudará a verificar y discernir si esta presencia que niños, jóvenes y adultos descubren, y el modo cómo Dios y sus llamadas se les presentan, son legítimas, presentando y ofreciendo la Palabra de Dios Escrita, que es la revelación misma de Dios en la His- El consiliario tiene como tarea animar, provocar, impulsar un encuentro continuo de niños, jóvenes y adultos con la Palabra de Dios (con Dios en su Palabra) como encuentro con Dios mismo. Una palabra que no es la suya y, por tanto, la tiene que ofrecer con todas las garantías de - 27 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana toria de Salvación por medio de sus obras y palabras, especialmente en Jesucristo, tal como la fue experimentando en pueblo de Israel, en su historia, y las primeras comunidades cristianas. Ver si la experiencia que tienen de encuentro y escucha de Dios en la vida tienen las características de la experiencia de encuentro de Dios con los hombres en la Historia de la Salvación, y ayudar a que la experiencia de hoy tenga esas características. De esta manera se pueden evitar toda la clase de subjetivismos y de imágenes falsas de Dios, y se ofrece a Dios tal como se ha revelado y quiere revelarse. B) Partiendo de la misma Palabra de Dios El consiliario tiene como tarea el presentar y ofrecer la Palabra de Dios en un clima de escucha y acogida profunda, serena y confiada, de manera que se pueda convertir y desembocar en oración. Cristo es la Palabra actuante de Dios, que la comunidad acoge cuando es anunciado en la palabra del presbítero. Por eso, cuando el grupo, escucha, se encuentra con Cristo en su Espíritu que entrega al grupo en su Palabra, ofrecida por el consiliario. Una palabra que ilumina la vida, los acontecimientos, las acciones, y les da un sentido nuevo y profundo desde la acción de Dios que contemplamos en esa parcela de la Historia de la Salvación. Una palabra que provoca, por el encuentro con Dios, una necesidad de conversión personal y de los otros y una esperanza que da razón de su fidelidad a Cristo y a su seguimiento. Una Palabra que hace engendrar, germinar y crecer a niños, jóvenes y adultos como Iglesia. “El pueblo de Dios se congrega primeramente por la Palabra de Dios vivo, que con toda razón es buscada en la boca de los sacerdotes...” que “tienen por deber primero anunciar a todos el Evangelio de Dios”... “A todos, pues, se deben los presbíteros para anunciarles la verdad del Evangelio, de que gozan en el Señor”... “Su misión es siempre no enseñar su propia sabiduría, sino la Palabra de Dios e - 28 - invitar a todos insistentemente a la conversión y santidad”... “No debe exponer la Palabra de Dios de modo general y abstracto, sino aplicar a las circunstancias concretas de la vida la verdad perenne del Evangelio”... Así, el ministerio de la Palabra se ejerce de forma múltiple según las varias necesidades de los oyentes y los carismas de los predicadores” (Presbyterorum Ordinis, 4) C) Ofrecer directamente a los niños, jóvenes y adultos la Palabra de Dios y ayudar a los acompañantes para que la presenten de forma inteligible. Esto, a través de una buena traducción, y si procede con palabras y gestos adecuados a cada etapa del proceso formativo, cuidando de no mermar ni aumentar a su capricho el contenido y la finalidad con que fue escrito el mensaje. 2.2. TAREA DE ANIMAR LA DIMENSIÓN MISIONERA El consiliario tiene como tarea acompañar e impulsar la tarea misionera-evangelizadora en los niños, jóvenes y adultos, animando en los fieles laicos “la vocación y misión de ser anunciadores del evangelio” (Christifideles laici, 33). “Es deber de la jerarquía fomentar el apostolado seglar” (Apostolicam Actuositatem, 24). “Asistan con sus sabios consejos al dinamismo apostólico de los seglares y fomenten sus iniciativas. En diálogo continuo con los seglares, busquen con todo cuidado las formas que den mayor eficacia a la acción apostólica” (Apostolicam Actuositatem, 25). “Alentar a nuestros hermanos en la tarea de evangelizadores a fin de que en estos tiempos de incertidumbre y malestar la cumplan con creciente amor, celo y alegría” (Evangelii Nuntiandi, 1). EN CONSECUENCIA, EL CONSILIARIO AYUDARÁ A: z Procurar que niños, jóvenes y adultos sean testigos y anunciadores de Jesucristo y su Reino, de sus obras, sus palabras, sus gestos y sus proyectos, de manera que puedan ser Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde” (Mt 10, 7-8) Buena Noticia, tal como se nos manifiesta en el Evangelio, en las experiencias evangelizadoras de los apóstoles y en la Iglesia en su historia, “para abrir a los hombres el camino hacia Cristo” (Presbyterorum Ordinis, n° 6). z “La comunidad local no debe fomentar sólo el cuidado de sus propios fieles, sino preparar también, imbuida de celo misional, el camino hacia Cristo para todos los hombres” (Presbyterorum Ordinis, 6). Animar la vivencia y experiencia del seguimiento de Jesús y de configurarse con El. Sólo así se podrá ser testigos y profetas. “Cristo, enviado del Padre, es la fuente y el origen de todo apostolado de la Iglesia. Es por ello evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de la unión vital de los seglares con Cristo... Al cumplir como es debido las obligaciones del mundo, no separen la unión con Cristo con su vida personal, sino que crezca interiormente en ellos, realizando sus tareas según la voluntad de Dios” (Apostolicam Actuositatem, 4). La función del consiliario será, además de impulsar la tarea evangelizadora, cuidar que los laicos, con sus acciones, actitudes, gestos, palabras... no anuncien sus ideologías personales, sus ideas, sus intereses particulares, o a ellos mismos, sino el Evangelio del que son depositarios pero no dueños para disponer de él a su capricho, sino para que te conozcan a ti, Padre, y a tu enviado, Jesucristo (Jn 17, 3). El consiliario, pues, ha de procurar, para niños, jóvenes y adultos, un encuentro permanente con la persona de Jesús, muerto y resucitado, que les mueva a seguirle y a vivir su mismo estilo y espíritu en sus relaciones con el Padre y con los hermanos. Se trata de asegurar que niños, jóvenes y adultos testifiquen al mismo Jesucristo del que fueron testigos los Apóstoles. “Como misión continua y desarrollada en el decurso de la historia la misión del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres, la Iglesia a impulsos del Espíritu Santo debe caminar por el mismo sendero de Cristo”... “Porque así caminaron en la esperanza todos los apóstoles que múltiples tribulaciones y sufrimientos completaron lo que faltaba a la pasión de Cristo en provecho de su cuerpo que es la Iglesia” (Ad Gentes, 5). “Los sacerdotes, en cuanto educadores en la fe, han de procurar, por sí mismos o por otros, que cada uno de los fieles sea llevado, en el Espíritu Santo, a cultivar su propia vocación de conformidad con el Evangelio a una caridad sincera y activa y a la libertad con que Cristo nos libertó” (Presbyterorum Ordinis, 6). Ha de asegurar que esta experiencia, tanto de relación personal con Cristo, como de seguimiento, se configure tal como se dieron los verdaderos encuentros de las personas con Cristo y cómo la tuvieron los primeros cristianos a través del anuncio que de Cristo hicieron los Apóstoles, en los que se descubre la experiencia que Cristo quería provocar en ellos por medio de su Espíritu. De esta manera, a través del testimonio de los laicos, mediante acciones, tomas de postura y palabras, se anunciará la Buena Noticia de Jesús especialmente en los ámbitos en que está inmersa la comunidad parroquial para “transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad” (Evangelii Nuntiandi, 18). Se trata de animar a vivir la experiencia ejemplar de Pedro y Pablo: ¿A quién vamos a ir, Señor? Sólo tu tienes palabras de vida eterna (Jn 6, 68). ¿Quien eres, Señor? (Hch 9, 5) Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20). El consiliario habrá de procurar que evangelizar suponga liberar-liberarnos del entramado muerte-pecado, de modo que con las palabras, gestos y acciones de niños, jóvenes y adultos se vaya desvelando al Dios de la Vida, especialmente en favor de los más pobres y desfavorecidos. “Id a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que el Reino de Dios está cerca, curad enfermos, resucitad muertos, limpiad Ayudar a que esta experiencia de encuentro con Cristo conduzca a niños, jóvenes y adultos a compartir con él una nueva relación con el Padre, en cuanto Padre de Jesús y - 29 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana Procurará y animará la comunión de vida, de bienes y de acción. Animará a que niños, jóvenes y adultos se sientan Iglesia encabezada por Jesús, el único Maestro y Señor, en la que las tareas y conflictos se resuelven siempre en referencia a la Palabra de Dios y desde un clima de diálogo fraterno y respeto a la persona, motivado por el amor que nos infunde y en el que nos une el Espíritu de Jesús. nuestro; con el Espíritu que impulsa toda esta experiencia; con la Iglesia, en cuanto experiencia comunitaria que nos une a todos los que, hoy y en la historia, han vivido la fe en Cristo, Cabeza de la Iglesia; y a una nueva relación con la sociedad, especialmente con los más pobres, para llevar adelante en ellos la causa de Jesús: liberar a todos del pecado, la injusticia, la opresión y la muerte. z Ayudar a los laicos a descubrir la necesidad y la importancia que tiene el compromiso evangelizador del y en el mundo. Asimismo, procurará que todos los proyectos, a cualquier nivel, estén motivados por la misma fe (que no es hacer homogéneas las expresiones de fe, ni reproducir doctrinas iguales) en Jesucristo tal como se nos ha dado a conocer en el Evangelio. 2.3. TAREA DE ANIMADOR DE LA UNIDAD Y DE LA COMUNIÓN “Los presbíteros, que ejercen el oficio de Cristo, Cabeza y Pastor, según su parte de autoridad reúnen en nombre del Obispo la familia de Dios como una fraternidad de un solo ánimo y por Cristo en el Espíritu la conducen a Dios Padre” (Presbyterorum Ordinis, n° 6). El consiliario tiene la tarea de animar y promover el espíritu de la unidad y comunión en la fe y el amor tal como lo animaron los Apóstoles y se manifiesta en la Iglesia del Nuevo Testamento. “Los presbíteros están puestos en medio de los laicos para llevarlos a todos a la unidad de la caridad, amándose unos a otros con caridad fraternal” (Presbyterorum Ordinis, 9). El consiliario ha de alentar la corresponsabilidad de niños, jóvenes y adultos en la tarea evangelizadora, su protagonismo y servicio mutuo en comunión, discernimiento y puesta en servicio, ayudando a descubrir las responsabilidades y tareas de cada uno como carismas, recibidos del Espíritu y acogidos por el grupo, Movimiento e Iglesia, para ponerlos al servicio de ésta y de su proyecto evangelizador. Procurar que el crecer en Cristo y seguirle sea y signifique un crecer y seguirle en y desde la Iglesia y como miembros de la Iglesia, con esta Iglesia. Procurar que sea una experiencia de con-creer con todos los que creen en Cristo. Animar la experiencia de que la fe cristiana es constitutivamente eclesial, para lo cual el consiliario ha de impulsar que niños, jóvenes y adultos consigan una experiencia profunda de: z Vivir y sentirse comunidad eclesial que, por un lado, se configura a nivel de grupo, centros, diócesis, general... al estilo de las primeras comunidades cristianas (Hech 2, 1-4), y, por otro, se siente reconocida y enviada por la Iglesia para evangelizar el mundo. “El deber del pastor no se limita a cuidar sólo individualmente de los fieles, sino que se extiende también propiamente a formar una genuina comunidad cristiana” (Presbyterorum Ordinis, 9). - 30 - “Instrúyase a los fieles para que no vivan sólo para sí mismos, sino de acuerdo con la nueva ley de la caridad, cada uno, cual recibió la gracia, adminístrela en favor del prójimo” (Presbyterorum Ordinis, 6). z Vivir y sentirse comunidad eclesial en la Iglesia. “Ahora bien, para cultivar debidamente el espíritu de la comunidad, ha de abarcar no sólo a la Iglesia local, sino también al la Iglesia universal” (Presbyterorum Ordinis, 6). El consiliario, por tanto, ha de animar la experiencia de que la Iglesia no se agota en el Movimiento de Acción Católica General, ni en los demás Movimientos Apostólicos, sino que es la universalidad de todos los que se Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana proyectos, sus preocupaciones, su quehacer en el Movimiento y la situación de los laicos en la Sociedad y en la Iglesia. sienten el nuevo Pueblo de Dios, que tiene a Cristo como Cabeza, sienten la libertad y la dignidad de los Hijos de Dios, tienen como ley el mandamiento del amor y como proyecto la realización y expansión del Reino de Dios. Animará a reflexionar, trabajar y poner en común las prioridades pastorales del Obispo y la diócesis y fomentará la cooperación y colaboración mutua. Por eso tratará de ayudar a niños, jóvenes y adultos a descubrir la importancia que tiene lo que hacen y viven para toda la Iglesia, pero a la vez procurará que otras experiencias, acciones, celebraciones de la Iglesia, sean conocidas, reconocidas e incluso, vividas por los demás laicos, entrando en relación y diálogo con las personas que las viven y organizan. Procurará que todo ello se haga en un clima de acogida, diálogo fraterno, de pastor que sirve y de servidores agradecidos, que ayudan a desempeñar el servicio pastoral, dejándose todos conducir por el Espíritu y, por tanto, en un clima de discernimiento y conversión. Por lo tanto, será tarea del consiliario impulsar la participación y colaboración de la Acción Católica General con el resto de los cristianos e instituciones y el sentirse en comunión con ellos en la vivencia y realización de la misión de la Iglesia. 2.4. TAREA DE CELEBRAR LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA El consiliario tiene la tarea de fomentar, procurar, realizar y presidir la experiencia del amor y la gracia de Dios en los sacramentos, tal y como Cristo lo ha querido y se ha ido experimentando en la Iglesia, y animar a que niños, jóvenes y adultos consagren toda su vida al Señor. Y, desde esta actitud, animar a asumir todo lo que la Iglesia tiene de evangélico y transformar todo lo que hay de pecado, con espíritu fraterno y decidido de llegar a la verdad en la fe y el testimonio, tal como se nos manifiesta en las prácticas de Jesús y los Apóstoles. z “La vida de unión íntima con Cristo se nutre con los auxilios espirituales, que son comunes a todos los fieles, sobre todo por la participación activa en la Sagrada Liturgia” (Apostolicam Vivir y sentirse en comunión con el Obispo El consiliario, de acuerdo con la cuarta Nota definitoria de la Acción Católica, procurará e impulsará el conocimiento y la comunión en la fe y el amor entre el Movimiento y el Obispo, promoviendo el acercamiento mutuo. Actuositatem, 4) Este ministerio lleva consigo: z “Los que se dedican a este ministerio, en virtud de la misión recibida de la jerarquía, representan a ésta en su misión pastoral; fomentan las debidas relaciones entre los seglares con la jerarquía, adhiéranse siempre con toda fidelidad al espíritu y a la doctrina de la Iglesia” (Presbyterorum Ordinis, 25). Presidir y animar la celebración de la Eucaristía y de la Reconciliación El consiliario animará la experiencia de la celebración de estos sacramentos como signos en que se realiza la entrega del amor y del perdón de Dios y la acogida gozosa y agradecida de los que la celebran, que les impulsa a vivir unidos en el amor y la reconciliación mutua en el interior del Movimiento y en la sociedad. Fomentará que los niños, jóvenes y adultos tengan relaciones amistosas, constructivas y, cuando sea necesario, críticas con el Obispo e instituciones pastorales diocesanas, para que el Obispo y sus delegaciones les den a conocer sus proyectos, sus preocupaciones, sus iniciativas, y los laicos den a conocer sus Ayudará a experimentar este amor y perdón de Dios, que se ofrece en los sacramentos como alimento y estímulo continuo para nuestro crecimiento y regeneración como hijos de Dios y hermanos en Cristo, y para la tarea evangelizadora y transformadora de la - 31 - Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana sociedad, ya que en el sacramento se anticipa y vive la utopía del Reino. píritu, que actúa, muere y resucita continuamente en nosotros en favor del pueblo. “Los presbíteros enseñen a fondo a los fieles a ofrecer a Dios Padre la víctima divina en el sacrificio de la Misa y a hacer juntamente con ella la oblación de su propia vida... En la santísima Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo, nuestra Pascua, Pan vivo por su carne, que da la vida a los hombres. Así son ellos invitados y conducidos a ofrecerse, sus trabajos y todas sus cosas en unión con El mismo” (Presbyterorum Ordinis, 5). Se trata de procurar que toda la vida, de cada laico, de cada grupo, en la medida en que la fundamenten y traten de configurarla con Cristo y la sientan animada por el Espíritu, la experimenten como una gran liturgia, ofrecida a Padre por medio de Jesucristo. Acercaos al Señor como piedras vivas entrando en la construcción del templo espiritual, formando un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales que acepta Dios por Jesucristo (1Pe 2, 4-5). Animar la experiencia de que la intervención salvadora de Cristo en los sacramentos nos introduce en una novedad de vida, no sólo en lo referente a nuestras relaciones con Dios y de la comunidad entre sí, sino que abarca a un nuevo modo de actuar y de comprometerse con los demás para llevar, vivir e invitar a vivir la Buena Nueva hasta que todos seamos todo en Cristo. Por eso, el consiliario habrá de procurar que los sacramentos sean el punto de llegada de una vida vivida desde la fe y el punto de partida de una nueva experiencia de fe, que es necesario concretar en actitudes, hechos, acciones, de manera que especialmente la Eucaristía sea para ellos “fuente y culmen de la vida cristiana” (Presbyterorum Ordinis, 5). z Procurar que toda la vida, acciones, experiencias, tomas de postura de niños, jóvenes y adultos las consagren (sacrificio espiritual) como ofrenda al Padre (unión fe-vida). “Los bautizados... ofrezcan sacrificios espirituales... ofrézcanse a sí mismo como hostia viva, santa, grata a Dios (Rom 12, 1) y den testimonio por doquier de Cristo; y a quienes lo pidan, den también razón de la esperanza de vida eterna que hay en ellos” (Lumen Gentium, 10). “Todas sus obras, sus acciones, iniciativas apostólicas, vida conyugal y familiar, trabajo... si son hechos en el Espíritu se convierten en sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo” (Lumen Gentium, 34). Se trata de animar a vivir la existencia como culto a Dios, en cuanto que nos sentimos unidos e identificados con Cristo por su Es- 32 - 2.5. TAREA DE ACOMPAÑAMIENTO El consiliario tiene la tarea de acompañamiento personal a niños, jóvenes y adultos para ayudarles a crecer y madurar como personas y como creyentes. Sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria (1Tes 2, 1112. Ver en la misma línea 1Cor 4, 14-16). La tarea del consiliario no termina en la animación en la fe en los grupos de niños, jóvenes y adultos; se prolonga en una atención y acompañamiento de cada uno de sus miembros. Una atención y acompañamiento personal, que descubrimos en Cristo en su relación y diálogos con Pedro, Marta, María, Lázaro, Nicodemo, Samaritana, Zaqueo, discípulos de Emaús, Tomás y tantos otros. Una atención que se hace servicio a cada uno y al mayor número posible, especialmente a los más necesitados en cualquier aspecto, animando también a los acompañantes a hacerlo con cada uno de los miembros de su grupo. “Aunque se deban a todos, los presbíteros tienen encomendados a sí de una manera especial a los pobres y a los más débiles, a quienes el Señor se presenta asociado, y cuya evangelización se da como prueba de la obra mesiánica” (Presbyterorum Ordinis, 6). Equipo de Consiliarios El ministerio ordenado y la comunidad cristiana acción pastoral, sin que esto signifique que excluya a otras. Un servicio que se hace encuentro profundo con la vida del otro para animarle a caminar por los senderos del Padre, darle la mano para elevar su dignidad de persona, infundirle esperanza para seguir creciendo y dejarse conducir por el Espíritu de Dios. Un servicio que le llevará a una disponibilidad especial, que se hace sacramento de la actitud de Cristo en favor de los pobres, los humildes y los sencillos. CONCLUSIÓN Sugerencias para la reflexión: La actitud, por tanto, que debe impregnar y conducir la tarea del consiliario del Movimiento de Acción Católica General es el servicio. Tras la lectura del texto, ¿qué dificultades encuentras a la hora de compaginar el acompañamiento a grupos con el resto de tareas propias del ministerio? Descríbelas del modo más completo posible. z Si el carisma, que se concede por la imposición de manos, pone al ministro ordenado en el corazón de su comunidad para asegurar la unidad a través de la apelación perenne a la raíz apostólica, lo consagra al servicio de la comunidad y de su comunión (ver Severino Dianich, Teología del Ministerio Ordenado). ¿Qué crees que puede aportar al resto de la comunidad parroquial el acompañamiento que hace el párroco, como “consiliario habitual”, al grupo de ACG? z ¿Cuál o cuáles de las tareas indicadas presentan mayor dificultad a la hora de acompañar grupos de ACG? ¿Por qué? z Se trata de un servicio que no busca ningún tipo de satisfacción personal, no exclusivizar el protagonismo, el “hacerlo todo”, sino que se traduce en un amor “primario y total” a la comunidad que forma el Movimiento en sus distintos sectores, y que, por tanto, no considera a la Acción Católica General como un peso en su pastoral, o como un hobby de tiempo libre y perdido, o como “una cosa más”, sino como una parte fundamental en su ¿Qué tarea te comprometes a potenciar de cara al próximo curso? z - 33 -