EL ARTE UNA PUERTA HACIA LO INFINITO. LA ESTÉTICA TEOLÓGICA DE HANS URS von BALTHASAR. Lección inaugural del curso: Guías del Patrimonio de la diócesis II. Instituto Teológico Diocesano de Albacete. Albacete 29 Noviembre 2012. La obra de Hans Urs von Balthasar (1905-1988) se presenta tan vasta en su temática (como un laberinto en cuyos meandros discurre la teología, de la filosofía, de la literatura y del arte), que es necesario un hilo conductor para aventurarse en la misma. El propio autor era consciente de esto, por lo que su actividad de escritor ofrecía a menudo una clave interpretativa de su itinerario teológico1. Es el único teólogo católico del siglo XX de quien se pudo decir que fue un “genio universal”, “el hombre más culto de nuestro tiempo”. Profundo conocedor de la música de Mozart. El “Barth católico”. Murió en Basilea el 26 de Junio de 1988 cuando se preparaba para acudir a Roma a recibir el capelo cardenalicio. Discípulo de de Lubac en Lyon y de Guardini en Berlín, Balthasar compartió con entusiasmo juvenil la renovación teológica promovida por la escuela de Lyon-Fourvière, de la que fue alumno de 1934-1938. En el Informe de 1965 escribe “Una cosa estaba para nosotros (porque éramos un grupo bello, decidido y arriesgado) clara desde el principio: se trataba de demoler los artificiosos muros de la angustia que la Iglesia había levantado alrededor de sí y contra el mundo, de liberar a la Iglesia de sí misma, redescubriendo y asumiendo de nuevo la misión de cara al mundo entero”2. La multiplicidad de encuentros y la intensa actividad cultural, teológico y espiritual le confirman en la intuición fundamental de su vida “Demostrar la realidad de Cristo como lo insuperable y máximo (id quo maius cogitari nequit) por ser, precisamente, la palabra humana de Dios para el mundo; la realidad de Cristo es el humilde servicio de Dios que cumple sin 1 GONZÁLEZ de CARDEDAL, O., “La obra teológica de H. U. von Balthasar” en: Communio (1988) 365-396; GIBELLINI, R., La teología del siglo XX, Sal Terrae, Santander 2004 (2ed.); ID., Antología teológica del siglo XX, Sal Terrae, Santander 2012; ID., Breve historia de la teología del siglo XX, Ppc, Madrid 2012; BUENO, E., “Hans Urs von Balthasar: una teología confesante” en: Sal Terrae 85 (1997) pp. 439-447; SERVAIS, J., “De Lubac e von Balthasar: due approcci a Gioacchino da Fiore? en: RdT 38 (1997) 149-167; B0SCH, J. Diccionario de teólogos/as del siglo XX, Monte Carmelo, Burgos 2004, pp. 89-102 (E. Bueno). 2 GIBELLINI, R., Breve historia de la teología del siglo XX, PPC, Madrid 2011, p. 122 la cita es de H. U. von BALTHASAR, “Resoconto 1965” en Il filo d´Arianna attraverso la mia opera, Jaca Book, Milano 1980, p. 6. 1 límite toda la finalidad humana; es el amor extremo de Dios en la gloria de su muerte, para que todos vivan por él”3. La intuición de fondo encuentra su explicación principalmente en el ensayo Solo el amor es digno de fe (1963) y su impresionante trilogía de quince volúmenes Gloria, Teodramática y Teologica, iniciada en 1961 y concluida en 1987. El sintético y pequeño volumen Solo el amor es digno de fe (1963) indica claramente la vía teológica que pretende recorrer. El camino era: 1) Del logos spermatikós al logos sarx; de la teocosmología de la antigüedad a la teocosmología del cristianismo. El cristianismo es creíble en cuanto se presenta como el principio unificador de todos los fragmentos de la sabiduría antigua. Este reduccionismo cosmológico sustituye lo absoluto de Dios por el mundo o el cosmos y las creaciones del hombre. 2) La teología de la época moderna –de Pascal a la teología existencial a Bultmann, pasando por Kant y Schleiermacher ha operado un desplazamiento y practica la via antropológica: el cristianismo se presenta como la más profunda interpretación del hombre pero para Balthasar, tanto la vía cosmológica como la vía antropológica son interpretaciones restrictivas, en cuanto que asumen el cosmos y la realidad humana como criterios de justificación del cristianismo que, por el contrario, posee en sí y exhibe en sí su propia justificación, “No existe otro texto que sea la clave del texto divino, que lo haga legible y comprensible o, digámoslo así, más legible y más comprensible. El texto divino debe y quiere explicarse por sí mismo. Si lo hace, una cosa está clara de entrada: en él no se encontrará nada de lo que el hombre hubiera sabido descubrir del mundo, de sí mismo y de Dios por su cuenta, a priori o a posteriori, con facilidad o dificultad, desde siempre o a través de una evolución histórica”4. El reduccionismo antropológico disolvía el cristianismo en los intereses y expectativas de los hombres. 3) La tercera vía, la vía balthasariana, es la vía del amor. “Solo el amor es digno de fe”. En la revelación cristiana se trata del amor absoluto de Dios, que en Cristo sale al encuentro del hombre. Dios se autopresenta en Cristo en la gloria de su amor absoluto y no “como una especie de superior cumplimiento del principio cósmico y antropológico. El amor 3 GIBELLINI, R., Breve historia de la teología del siglo XX, pp. 122-123. GIBELLINI, R., Breve historia de la teología del siglo XX, pp. 123-124; ID., Solo l´amore è credibile (1963), Borla, Torino 1966, pp. 50-51 (ed. española, Solo el amor es digno de fe, Sígueme, Salamanca 1971. 4 2 absoluto de Dios es perceptible en sí y no necesita ser argumentado ni desde el cosmos ni desde el hombre: “se ve o no se ve”. El amor revelado engendra como respuesta el amor creyente de la Iglesia y, en la Iglesia, del individuo: “Cuando una madre ha sonreído a su niño por días y semanas enteras, llega el día en que el niño le responde con una sonrisa. (…) Así es como Dios se manifiesta al hombre como amor”5. La verdad del cristiano se puede argumentar sin partir del cosmos o del hombre, pues el cristianismo tiene en sí la verdad y la exhibe desde sí como amor absoluto de Dios en el signo de la cruz. Es el planteamiento que rige la teología de Balthasar, un pensamiento en el que trabajará más de veinte años (1961-1987) y representa una de las obras mayores del siglo XX6. El cristianismo es el guardián del ser. El creyente debe filosofar en razón precisamente de su fe. La filosofía no debe ser considerada ni como un estadio previo ni como una consecuencia suplementaria del acto de creer. El cristiano ha de actuar como guardián de la admiración metafísica con la que comienza la filosofía y que es en definitiva un acto teológico. Curiosamente von Balthasar no ejerció tareas académicas en el campo universitario o teológico. Ni siquiera obtuvo el doctorado en teología pero aún así. “Propone y elabora una “teología de rodillas” (adorante) frente a las tres brechas que en aras de la especulación científica “habían sido introducidas en la teología moderna: la separación entre exégesis y sistemática había convertido a aquella en filología y había sustraído a esta su dimensión contemplativa; la separación entre espiritualidad y dogma había superficializado al primera y diluido el componente existencial del segundo; la separación entre filosofía y teología había castrado aquella y había transformado esta en una abstracción atemporal o en un positivismo irrelevante”7. 5 ID., Solo l´amore è credibile (1963), Borla, Torino 1966, p. 78. (Citado por Gibellini, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 124). 6 La obra en total son más de 6000 páginas y un Epílogo, Encuentro, Madrid 1998, 117 pp. 7 BUENO, E., “Hans Urs von Balthasar: una teología confesante” p. 440. 3 La Estética Teológica de von Balthasar 1) Estética o Gloria Responde al trascendental de lo pulchrum. La primera parte de la trilogía se titula Gloria y, en el complejo recorrido de siete tomos (1961-1969)8 desarrolla su estética teológica. “Esta obra constituye el intento de desarrollar la teología cristiana a la luz del tercer trascendental, es decir, completar la consideración del verum y del bonum por medio del pulchrum”9. La figura arquetípica es Cristo, que se hace convincente por la hermosura y el resplandor que irradia (más que por ser respuesta a las preguntas o necesidades humanas). Jesucristo es digno de amor en sí mismo y por la trasparencia misma de la gloria de Dios en lo humano. Cristo atrae, seduce, fascina. Incluso en la “forma deforme” de la cruz, porque precisamente allí se revela en toda su gloria el amor de Dios en medio del rechazo humano”10. Jesucristo es digno de amor porque en su figura humana se hace trascendente la gloria misma de Dios en su ser más íntimo. La teología balthasariana se presenta, en sus inicios, como un intento de integración de la perspectiva lógica (de la perspectiva del verum) y la perspectiva ética (la perspectiva del bonum), ampliamente frecuentadas en el curso de la historia de la teología, con una nueva perspectiva olvidada: la estética (la perspectiva del pulchrum). “Pero el autor acabará recorriendo todo el trayecto, desplazándose de la perspectiva estética de Gloria, a la perspectiva ética de la Teodramática, para concluir con la perspectiva lógica de la Teológica ”11. La “estética teológica” no es una teología estética, o teología de la estética. La teología estética propone un cristianismo estético o estetizante (Herder, Chateaubrian), en cuanto que muestra hasta qué punto el cristianismo favorece y promueve el sentimiento y la fuerza imaginativa, el sentido estético y las artes. El criterio estético es deducido aquí, en definitiva, del mundo de la cultura12. 8 BALTHASAR, H. U. von, 1. La percepción de la forma, Encuentro, Madrid 1985; 2. Estilos eclesiásticos, Encuentro, Madrid 1986; 3. Estilos laicales, Encuentro, Madrid 1986; 4. Metafísica. Edad Antigua, Encuentro Madrid 1986; 5. Metafísica. Edad Moderna, Encuentro, Madrid 1988; 6. Antiguo Testamento, Encuentro, Madrid 1988; 7. Nuevo Testamento, Encuentro, Madrid 1988. 9 ID., Gloria 1 (1961), Jaka Book, Milano 1971, p. 3 (citado por GIBELLINI, R.,Breve historia de la teología del siglo XX, p. 125. 10 BUENO, E., “Hans Urs von Balthaar: una teología confesante”, pp. 445-446. 11 GIBELLINI, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 125. 12 MELERO MARTÍNEZ, J. Mª., Maximus in minimis. El arte como expresión de lo religioso, Lección inaugural del curso Guías del patrimonio de la diócesis I, 14 Noviembre 2011 (ITDA). 4 “Las obras de arte perecen si son confundidas por demasiadas miradas sin espíritu, y también un cierto irradiarse de santidad puede obnubilarse si no encuentra más que la densidad de la indiferencia”13. La estética teológica, en cambio, asume el criterio estético de la propia revelación. Es la propia revelación, su propio objeto, la forma que la revelación exhibe lo que irradia una belleza que es en sí misma perceptible y cautivante. El criterio estético no es aquí cultural o extrateológico sino teológico. El protestantismo –que con Lutero, Kierkegaard y Bultmann han presentado el cristianismo focalizado sobre la doctrina de la justificación como religión de la pura interioridad de la fe- ha operado una auténtica desertización de la teología. Pero también la teología católica tiene sus responsabilidades, habiendo desplazado su interés al aspecto histórico de las cuestiones y habiendo abandonado la dimensión estética, que el teólogo suizo quiere recobrar. El punto de partida y objetivo final de una estética teológica es la percepción de la verdad de la revelación como forma. Antes de cualquier interpretación viene la percepción (Wahr-nehmung) y la percepción es la capacidad de captar lo verdadero; la percepción busca la totalidad, busca la forma como estructura estructurante de la totalidad. Por contrapartida: “Nuestro ojo, reducido ya a un conjunto de facetas como si fueran comportamiento estancos, está adaptado a lo cuantitativo, a la fragmentariedad operada por la división; nos hemos convertidos en analistas del mundo y del alma, y ya no somos capaces de captar la totalidad”14. La fe cristiana, en su polo objetivo, es percepción (Wahrnehmung) y visión (Schau) de la forma (Gestalt) tal y como aparece en la figura histórica de Cristo como verbo de Dios hecho hombre y revelación de la gloria de Dios. 13 BALTHASAR, H. U. von, Gloria. La percepción de la forma I, Encuentro, Madrid 1985, p. 15; CASTELFRANCHI, L-CRIPPA, M.A., Iconografía y arte cristiano, San Pablo, Madrid 2012. 14 GIBELLINI, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 126; ID., Gloria I, o. c. pp. 16-17. 5 2) Teodramática. Es el segundo trascendental “bonum”. En la introducción a la segunda parte de la trilogía, que se titula Teodramática15 dice: “La revelación cristiana no es un objeto para contemplar, sino el actuar de Dios en el mundo; solo actuando se puede “comprender”16, narra la teo-praxis, la acción de Dios cuando interviene como protagonista en el escenario del mundo y de los pueblos. La cristología dramática presenta al Hijo insertándole en la historia para asumir un papel y una misión que son universales, porque engloban, asumen y dan sentido a los papeles y misiones de todos los hombres. El drama del mundo es lugar de conversión o de condena17. Dios ofrece la gracia de su gloria como un bien para el hombre. Ello no es posible más que en el ámbito personal de la libertad, don regalado a las libertades finitas por la libertad infinita. Así surge la historia como lucha entre luz y tinieblas, entre el bien y el mal, se hace evidente la gravedad del pecado, que disuelve la identidad del hombre (vive la incertidumbre ante la dificultad de responder a la pregunta “¿quién soy yo?”) y por ello coloca la hombre en situación de irredención. Por eso se hace necesaria la donación al hombre del nombre propio que le asegura su identidad y el envío del mediador que se confronte con el mal y restablezca la redención. Dentro del drama quedan cualificados los protagonismos del Dios trinitario, del Padre, del Hijo y del Espíritu. El drama del mundo refleja el drama originario en el seno de Dios mismo. El amor revelado es un amor kenótico: a) ya que las Personas divinas existen como entrega y desprendimiento de sí; en el don absoluto del Padre al Hijo, del Hijo al Padre, de uno a otro en el Espíritu está implicado el “riesgo absoluto de la libertad”, b) con la creación Dios se abaja hasta el nivel inaudito que el pecado (como lo antidivino) llega a ser real, lo que provoca un encuentro de Dios con el pecado a fin de superarlo con un amor más grande, c) la encarnación radicaliza la kénosis como entrega hasta la cruz, donde se confrontan el abismo insondable del amor divino y el abismo insondable del pecado humano. El Hijo experimenta el abandono de Dios y hasta los pecados del infierno (sábado santo). 15 BALTHASAR, H. U. von., 1. Prolegómenos, Encuentro, Madrid 1990; 2. Las personas del drama: en hombre en Dios, Encuentro, Madrid 1992; 3. Las personas del drama: el hombre en Cristo, Encuentro, Madrid 1993; 4. La acción, Encuentro, Madrid 1995; 5. El último acto, Encuentro, Madrid 1997. 16 ID., Teodramática I. Jaca Book, Milano 1973, p. 19 (ed. española: TeoDramática, 5 volúmenes, Encuentro, Madrid 1990-1996. (Citado por Gibellini, R, Breve historia de la teología del siglo XX, p. 126). 17 BUENO, E., “Hans Urs von Balthasar: una teología confesante”, p. 446. 6 Se opera así un paso de la estética a la dramática, de la revelación en sí a la revelación para nosotros, de lo bello que hay que percibir a lo bueno que hay que actuar, de la visión a la acción, de la Estética teológica a la Teodramática (5 vol. 1973-1983). “De una estética de la forma-luz a la dramática de la libertad dialógica”18. Si el secularismo hace imposible una teodramática al difuminar a Dios, también los manuales y el sistema teológico pueden llevar a desdramatizar la revelación del Antiguo y del Nuevo pacto. “Pero esta revelación, tanto en lo grande como en lo pequeño, es dramática. Se trata de la historia de un compromiso por parte de Dios con el mundo, de la historia de la promoción de su criatura por parte de Dios en vistas a su salvación”19. Si el contenido de la revelación es dramático, la teología debe hacerse dramática y no manualística. “La estética permanece en el plano de la luz, de la imagen y de la visión. Esta es solo una de las dimensiones de la teología. La siguiente dimensión se llama acción, acontecimiento, drama, Dios actúa a favor del hombre y el hombre responde con la decisión y la acción” Informe 196520. Si en el AT Dios está por encima del drama, sin comprometerse con la persona, y si en el mito clásico los dioses co-actúan en el drama reciclándose continuamente a partir del mismo, para la teología cristiana Dios está en su trascendencia por encima del drama, pero al mismo tiempo entra en él y se compromete desde dentro del drama. Entra en Jesucristo, el Hijo del Padre que posee el Espíritu “sin medida”, en cuanto “la revelación del Padre” y en cuanto “el dador del don del Espíritu”. “El (…) Dios puede comprometerse con el mundo y se comprometerá con él, pero sin ser implicado en su extravío. El drama que se desarrolla ante él, con el que entra libremente en contacto, no es su propio proceso”21. El Dios cristiano no es un Dios que se limita a explicar el mundo como el pensamiento del pensamiento (noésis noéseos) de Aristóteles o como el Uno de Plotino (hen), sino que se compromete con el mundo, sin que sin embargo se pierda en él, como sucede tanto en el mito y en las filosofías dialécticas (Hegel) y la filosofía del progreso (Bloch). 18 ID., Teodramática, II, Jaca Book, Milano 1982, p. 127. ID., Teodramática I, o. c. pp. 117-118. 20 ID., Resoconto 1965, o. c. p. 41 (citado por Gibellini, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 128). 21 ID., Teodramática III, Jaca Book, Milano 1983, p. 487 (citado por Gibellini, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 128). 19 7 La historia debe ser desarrollada “en la dureza de un combate entre la vida y la muerte”. Un compromiso de Dios con el mundo que evoca una oposición cada vez más fuerte, como se deduce del Apocalipsis. La Teodramática no puede derivar en “tragedia escatológica”. El volumen conclusivo, Teodramática V afronta el tema escatológico como acto final del drama del mundo. El teólogo se mueve entre las tesis “infernalistas” y la tesis de la apocatástasis como reconciliación universal. a) Infernalista, Agustín, Tomás de Aquino, Calvino y llega hasta nuestros días en “una historia hecha de angustias y desesperación”, subordina los textos universalistas a los textos de amenaza y afirma con certeza la existencia de los condenados en el infierno. b) La tesis de la apocatástasis (Barth, Rahner, Teresa de Lisieux, Adrienn von Speyr), por el contrario, subordina los textos de amenaza a los textos universalistas y afirma con certeza la tesis de la reconciliación universal. Von Balthasar mantiene la tensión de ambas series de textos y sostiene “el deber de esperar para todos”. Balthasar no separa justicia y misericordia en Dios y abre un horizonte a una “esperanza universal” o “al deber de esperar para todos” 3) Teologica22. Teología de los trascendentales. Presenta la teo-logía, es decir, la reflexión sobre la verdad de lo que se ha manifestado como bello y se ha entregado como bien. Por eso ahora, a la luz del acontecimiento del envío del Hijo y de la efusión del Espíritu, se puede mostrar la verdad de Dios: la originariedad del Padre que se desvela en el misterio de Cristo en virtud de la acción del Espíritu, de modo que se pueda comprender la estructura trinitaria del Amor que es Dios. La teología balthasariana se articula sobre las propiedades trascendentales del ser: lo bello, lo bueno y lo verdadero. “No es posible hacer teología más que en forma de repeticiones circulares globales de un todo, que es lo que es desde siempre. Parcelar tal todo en tratados singulares y no relacionados entre si es tanto como un muerte segura para la teología”23. 22 BALTHASAR, H. U. von., 1. La verdad del mundo, Encuentro, Madrid 1997; 2. Verdad de Dios, Encuentro, Madrid 1997; 3. El espíritu de la verdad, Encuentro, Madrid 1998 8 El ángulo de Gloria es la estética de lo bello, que irradia de la forma de Cristo y arranca el asentimiento de la fe. La Teodramática narra la acción de Dios cuando interviene como protagonista en el escenario del mundo. Es el segundo trascendental el bonum. La perspectiva de la Teologica (3 vol. 1985-1987) es desarrollar la función de la teología dogmática. Se trata de la lógica de lo verdadero, que el Padre revela en el Logos hecho carne y a cuya comprensión guía el Espíritu a través de los siglos. La Teológica desarrolla la función de síntesis conclusiva y de reflexión metodológica de todo el recorrido teórico. Así como el motivo bíblico conductor de Gloria es el prólogo de Juan (“Nosotros vimos su gloria” Jn 1, 14) el de la Teodramática está tomado del libro del Apocalipsis –del que von Balthasar hace una lectura teológica integral-, el motivo bíblico conductor de la Teológica es la afirmación del Cristo joaneo “Yo soy la verdad” (Jn 14, 6). Jesús no solo testimonio la verdad, sino que es la verdad. El testimonia lo que ha experimentado y lo que ha visto; todavía más: de manera radical e irrepetible él es la verdad como Palabra del Padre hecha carne en la concreta existencia histórica. Es el intérprete y el interpretado. “Interpretación infinita” “De este modo la verdad –la interpretación del Padre dada por el Hijo, Hijo que a su vez es interpretado por el Espíritu- es en definitiva una verdad trinitaria”24. La verdad –que es Cristo como intérprete y como interpretado por el Espíritu- es al mismo tiempo “gloria” y “bondad”. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos contemplado su gloria; gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” Jn 1, 14. La concentración cristológica, que el teólogo suizo obra en su reflexión, remite en última instancia a un teocentrismo trinitario, como por otra parte reconoce el propio autor: “Es así como esta trilogía, a pesar de y precisamente por causa de su cristocentrismo, podría presentarse como una teología estructurada trinitariamente en todas sus partes”25. 23 ID., Teologica I, Jaca Book, Milano 1984, p. 14 (ed. española Teológica, 3 volúmenes, Encuentro, Madrid 1998. 24 ID., Teologica II, Jaca Book, Milano 1990, p. 6 (citad por Gibellini, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 131). 25 ID., Teologica II, Jaca Book, Milano 1999, p. 6 (citado por Gibellini, R., Breve historia de la teología del siglo XX, p. 131). 9 Recientemente otro teólogo ha realizado su teología desde la estética por las huellas de modelos ilustres como la Kirchliche Dogmatik (Dogmática Eclesial) de K. Barth y Gloria de Hans Urs von Balthasar, pero absolutamente sin precedentes en la comunidad teológica italiana, está la Simbolica ecclesiale26 de Bruno Forte que presenta una exposición global y orgánica del completo mensaje cristiano. “Articulada en ocho volúmenes, una obra admirable al mismo tiempo por la profundidad y amplitud del pensamiento y por la belleza del lenguaje poético, como también por la orgánica construcción filosófica y teológica, nunca alejada de la riqueza del plano espiritual” (Walter Kasper). Se pueden leer frases como estas: “Dios pradera de las bellezas”, “Dios belleza eterna”, “La belleza un signo visible del Dios invisible”27. CONCLUSIÓN La gloria de Dios y la gloria del hombre se han identificado en el rostro de Cristo; la gloria de Dios se ha abajado a nuestra tierra, humus y humanidad; la gloria del hombre elevada a la altura de Dios. La cruz de Cristo, como lugar supremo del dolor y del amor, se ha convertido en el símbolo intrascendible del don y del perdón, en el icono revelador de la Trinidad (O. González de Cardedal)28. “Esta el la razón de su fascinación, la que explica por qué tantos hombres hemos llorado, rezado, espirado y hemos vuelto gloriosamente perdonados a una existencia, humilde y gloriosa al mismo tiempo. Hemos llorado y amado ante el hombre en quien Dios estaba reconciliando al mundo y dándosenos como hermano y amigo hasta la muerte para superarla, y así asociarnos a su triunfo”29 26 FORTE, B., Simbolica ecclesiale, VIII, San Paolo, Cinisello Balsano 1981-1996: FORTE, B., La puerta de la fe, Sal Terrae, Santander 2012. 28 GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., El rostro de Cristo, Fundación las Edades del Hombre, Monasterio de Santa María Valvaneda-Valladolid 2011. 29 Ibid., p. 84. 27 10 Antología de textos para una aproximación rápida a la ingente obra de H. U. von Balthasar. BALTHASAR, H. U. von, Solo el amor es digno de fe El propósito de la presenta obra es desarrollar la teología cristiana a la luz del tercer trascendental, es decir, completar la visión del verum y del bonum mediante el pulchrum. (p. 211). Con ello no queremos afirmar en modo alguno que, en la teología, el punto de vista estética haya de sustituir en lo sucesivo al lógico y al ético. Los trascendentales son inseparables entre sí, y el descuido de uno de ellos repercute catastróficamente en los otros dos (pp. 211-212). Par encontrar el justo equilibrio, la “estética teológica” debería ir seguida de una “dramática teológica” y de una “lógica teológica”. Si la primera tiene ante todo por objeto la percepción de la verdad (Wahrnenmung) de la manifestación divina, la “dramática” teológica debería tratar preferentemente del contenido de esta percepción, es decir, del obrar de Dios con el hombre, en tanto que la “lógica” debería centrarse en los modos de expresión divinos (o mejor, humano-divinos y, por consiguiente, desde un principio teológicos) de este obrar. Solo así quedaría el pulchrum en su debido lugar dentro de la estructura del conjunto: será el modo en que el bonum Dei se otorga y en el que Dios lo expresa como verum y como tal es comprendido por el hombre (p. 212) BALTHASAR, H. U. von, La verdad es sinfónica Toda esta breve obra puede servir como una síntesis breve de su pensamiento. Es una “sinfonía” que no se puede resumir. 11 12