MIOPÍA TARDÍA COMO PRIMERA MANIFESTACIÓN DE UN ESTADO HIPEROSMOLAR DIABÉTICO Luis Fernández De Castro, MD* Giovanni Castaño R., MD** Palabras clave: miopia, emergencia regractiva, diabetes. INTRODUCCIÓN La pérdida visual es una complicación reconocida en los pacientes con diabetes mellitus, siendo la retinopatía y la catarata las causas más frecuentes. Sin embargo, muchos pacientes diabéticos presentan alteraciones visuales secundarias a cambios en su estado refractivo directamente relacionados con los niveles de glicemia, aún en ausencia de retinopatía o catarata. Las primeras observaciones sobre cambios de refracción en la diabetes fueron descritas por Mielhe en 1849 y por Bouchardat en 1852. Posteriormente en los trabajos de Horner (1873) y de Hirshberg (1890) se demostró la presencia de estados hipermetrópicos y también miópicos en la diabetes. Fue Duke Elder, en 1925, quien logró definir que la hipermetropía se hacía evidente al comienzo del tratamiento y se asociaba con la mejoría del sujeto diabético, mientras que la miopía aparecía en los momentos de descompensación metabólica. A continuación se presenta el caso de un paciente previamente emétrope, quien desarrolló miopía en un período relativamente corto de tiempo, como primera manifestación de su diabetes mellitus. CASO CLÍNICO Paciente de 52 años, sexo masculino, quien comenzó a presentar disminución significativa de la visión lejana con mejoría simultánea de la visión próxima. La fórmula de anteojos que utilizaba antes del inicio de los síntomas demostró que no había defecto refractivo previo para lejos y evidenció la presencia de presbicia, requiriendo una adición óptica de +2.00 sph para visión cercana. Con el desarrollo del cuadro clínico actual, el paciente se había visto obligado a prescindir de los anteojos ya que su visión cercana había mejorado de manera muy importante. Los síntomas persistieron por tres semanas al cabo de las cuales el paciente comenzó a presentar polidispsia y poliuria. La evaluación clínica y paraclínica por parte de medicina interna llevó al diagnóstico de un estado hiperosmolar secundario a diabetes mellitus. El paciente desconocía hasta ese momento su condición de diabético. Por la persistencia de los síntomas oculares fue valorado por oftalmología encontrando una visión lejana sin corrección de 20/100 en cada ojo, la cual mejoraba a 20/20 al anteponer un lente de –1.25 sph en ambos ojos. La visión cercana sin corrección era completa (J1). El resto del * Residente tercer año, Unidad de Oftalmología. Médico oftalmólogo, oftalmólogo pediátrico, especialista en Oncología Oftalmológica. Profesor asistente, Dpto. Ciencias Fisiológicas y Unidad de Oftalmología. Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Hospital Universitario de San Ignacio, Bogotá, D.C. ** examen era normal y particularmente no había retinopatía diabética ni opacidad del cristalino. El paciente fue instruido sobre la naturaleza del problema y luego de una semana de tratamiento hipoglicemiante comenzó a notar mejoría de la visión lejana y disminución de la cercana para tres semanas después, retornar subjetivamente al estado previo al desarrollo del cuadro actual. Una vez normalizada la glicemia el examen oftalmológico mostró una visión lejana de 20/20 en ambos ojos sin corrección y el retorno de la presbicia de base de +2.00 sph. DISCUSIÓN Las causas de la modificación de la refracción en la diabetes han sido clasificadas en dos grupos: intracristalinianas y extracristalinianas. Diversos autores han tratado de explicar estos cambios refractivos por espasmo en la acomodación, paresia de la misma, estrés, o cambios en la concentración de glucosa en los líquidos intraoculares. El contenido de glucosa en la cámara anterior es paralelo al de la sangre, lo que significa que un cambio en la concentración de glucosa plasmática producirá un cambio inmediato en la concentración a nivel del humor acuoso, mientras que en el vítreo los cambios del contenido de glucosa se realizan de manera lenta. Estas alteraciones podrían explicar un trastorno refractivo fugaz y no son suficientes para justificar cambios más duraderos como los presentados en este caso. Las teorías que tratan de explicar los trastornos de la refracción en diabetes desde el punto de vista intracristaliniano fueron introducidas por Elschning (1922), al observar un sujeto con afaquia unilateral que, padeciendo de diabetes, presentó una alteración refractiva que sólo afectaba al ojo con cristalino. Se han descrito y se han hecho estudios, demostrando que durante los cambios relacionados con la diabetes se producen también cambios transitorios por aumento en el espesor del cristalino. La ecografía ocular ha confirmado estos hallazgos, evidenciando que los cristalinos de paciente diabéticos tienen usualmente un espesor mayor (0,2 mm promedio) que en los pacientes no diabéticos, mientras que otros elementos que también influyen en el estado refractivo del ojo como la curvatura corneal, la profundidad de la cámara anterior y la longitud axial no se modifican. Aunque la presencia de un cristalino grueso no necesariamente implica un aumento en el poder del mismo, ésta es hoy la explicación más aceptada para la miopización en los pacientes diabéticos. El cambio cristaliniano parece ser secundario a un acúmulo de líquido dentro del lente, principalmente en su corteza, lo cual llevaría a la aparición de un poder refractivo mayor y por lo tanto a una miopización. Un fenómeno opuesto se puede presentar en pacientes diabéticos crónicos no controlados, quienes siendo hipermétropes de base, compensan dicho defecto con la miopización secundaria a la hiperglicemia. Estos pacientes suelen tener buena visión lejana por mucho tiempo pero al descubrirse y tratarse la diabetes, la normalización de la glicemia permite que el cristalino retome su forma original haciéndose entonces evidente la hipermetropía previamente enmascarada. Los sujetos con frecuencia culpan al tratamiento de la reducción de la visión y es muy importante poder convencerlos de que existe un mayor riesgo visual y sistémico si no se ciñen a la terapia. Aunque la miopización diabética es un fenómeno claramente reconocido por los oftalmólogos y en general se pospone la formulación de anteojos en casos de pacientes descompensados hasta que la glicemia no se normaliza, el caso presentado aquí es excepcional porque la miopización fue la primera manifestación de una diabetes mellitus oculta. Indudablemente ante un motivo de consulta como el mencionado, el paso a seguir debe ser la solicitud de una glicemia preprandial. El paciente en cuestión no consultó al oftalmólogo sino que fue atendido por los síntomas sistémicos que aparecieron posteriormente. Resulta determinante para la tranquilidad del paciente y para garantizar su confianza en el médico, una explicación racional del problema. Es claro que la normalización de la glicemia devuelve el estado refractivo previo en cuestión de dos a tres semanas y por lo tanto la visión inicial retorna. Igualmente debe aclararse que ante una reducción de la visión en un paciente diabético se deben descartar en principio la retinopatía y la catarata, pero una refracción con lentes de prueba puede evidenciar que la sintomatología sea responsabilidad de un estado refractivo alterado sin mayores consecuencias. BIBLIOGRAFIA 1. Gil del Río E. Miopía. 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