21 de mayo combate naval de iquique

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21 DE MAYO COMBATE NAVAL DE IQUIQUE
“Prat guiado al sacrificio por el genio de la Patria” 1883 Óleo de Cosme San Martín
Colección Museo Histórico Nacional. Actualmente en préstamo al Palacio de la Moneda.
Departamento Educativo
Museo Histórico Nacional
Los antecedentes previos:
En el año 1873, Perú se encontraba en extremo endeudado con algunas naciones
europeas y veía con preocupación que el salitre producido en el departamento de Tarapacá
comenzaba a competir con el guano que había sido su principal fuente de riquezas; para
evitar el decaimiento de este importante producto, decidió nacionalizar el salitre, como paso
previo para crear un monopolio que controlara la producción y el precio de este recurso.
Dicha nacionalización perjudicó gravemente a capitales chilenos y extranjeros, establecidos
en Tarapacá. Sin embargo esta nacionalización no lograba entregarle a este país el
monopolio mundial que deseaba, puesto que la producción salitrera obtenida en el litoral
boliviano lo impedía.
Con la intención de establecer tan anhelado monopolio, el Gobierno del Perú se
acercó al de Bolivia proponiéndole un tratado secreto de Alianza defensiva, que se celebró
en el año 1873.
Confiado Bolivia en la ayuda que pudiera prestarle Perú, conforme a este pacto
secreto; aprobó una ley que aumentaba el valor del impuesto al salitre, ascendente a 10
centavos por cada quintal exportado, lo que constituía una abierta violación al acuerdo
pactado entre Chile y Bolivia en el año 1874.
La protesta chilena se manifestó con la ocupación de Antofagasta el 14 de febrero
de 1879, evitando así el remate de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta.
El 5 de abril de 1879 Chile le declara la guerra a Perú y Bolivia.
Las Fuerzas Militares y Navales:
Ninguno de los tres países beligerantes estaba en 1879 en condiciones
para
emprender una guerra larga y costosa como la que iba a comenzar. Como no tenían servicio
militar obligatorio, sino el sistema de guardias nacionales, debieron engrosar sus pequeños
ejércitos de línea por medio de reclutamiento. Las tropas de línea se reducían en Bolivia a
2.000 hombres, en el Perú a 6.000 y en Chile a 2.400, los que dieron origen al ejército,
enteramente voluntario con el que Chile combatió.
Bolivia carecía de escuadra; pero el Perú disponía de cuatro blindados: “Huáscar”,
“Independencia”, “Manco Copac” y Atahualpa”. Estos dos últimos, más que unidades de
escuadra, eran fortalezas flotantes, poderosamente artilladas y blindadas, pero de escaso
andar. Además de ellos, poseía las corbetas de madera “Unión” y “Pilcomayo”, lo
suficientemente rápidas.
La escuadra chilena comprendía los blindados “Cochrane” y “Blanco Encalada” y
cinco barcos de madera, las corbetas “Chacabuco”, “O`Higgins”, “Esmeralda” y
“Magallanes” y la goleta “Covadonga”.
21 de Mayo de 1879:
En la tarde del día 20 el Huáscar y la Independencia zarpaban de Arica con rumbo
al sur; a la mañana del 21 de Mayo de 1879 aparecían ante las atónitas miradas de los
tripulantes de la Esmeralda y la Covadonga, que se encontraban realizando el bloqueo de
Iquique. Estas dos naves, que por su debilidad y mal estado no estacaban en condiciones de
enfrentar una batalla tan desigual.
La Esmeralda, vieja corbeta de madera, comandada por el capitán Arturo Prat
Chacón, y la goleta Covadonga, comandada por el capitán Carlos Condell de la Haza.
Ambas debieron enfrentar a las dos más poderosas naves peruanas, la fragata acorazada
Independencia y el monitor Huáscar, comandados por el capitán Juan Guillermo Moore, la
primera, y por el contralmirante y jefe de la flotilla don Miguel Grau Seminario, el
segundo.
Antes de iniciado el combate y ante la adversidad que se les presentaba, el capitán
Prat hizo tocar atención para arengar a sus marinos, en los siguientes términos: “Muchachos
la contienda es desigual, pero como sabéis, nuestro pabellón nunca ha sido arriado ante el
enemigo y espero que ésta no sea la ocasión de hacerlo. Mientras yo viva, os aseguro que
esa bandera flameará en su lugar; y si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber.”
La Esmeralda en su afán por alcanzar una posición estratégica, averío sus calderas,
inutilizando por completas a dos de ellas, reduciendo así su movilidad. A pesar de esto el
Huáscar no se atrevía a acercarse a la nave chilena, pues había recibido información que
esta transportaba torpedos. Ya había transcurrido cerca de una hora y media de combate y
ninguno de las naves recibía daño alguno. Pero la suerte de la Esmeralda iba a cambiar
drásticamente. El general Juan Buendía hizo transportar hasta la playa cuatro cañones, con
los que comenzó a abrir fuego contra la Esmeralda. La situación se torno insostenible por lo
que Prat decidió cambiar su posición. Grau, al observar el movimiento de la Esmeralda, se
percató que la información de los torpedos era errónea, por lo que decidió atacar usando su
espolón. El capitán Grau enderezó la proa de su buque hacia la Esmeralda y dió así el
primer espolonazo. La esmeralda se recostó sobre estribor recibiendo además el fuego de
los cañones a quemarropa. El capitán Prat tomó la heroica decisión de abordar al enemigo y
gritó ¡al abordaje!, pero lamentablemente y debido al estruendo de la artillería disparada a
boca de jarro, que impidió oír la orden del capitán, sólo el sargento Aldea pudo
acompañarlo en su temerario y audaz acto.
En la cubierta del Huáscar, el capitán Prat y el sargento Aldea, sucumbirían,
víctimas de su valiente arrojo.
En un segundo espolonazo, el teniente Ignacio Serrano, siguió el ejemplo de su
capitán e intentó abordar el Huáscar, encontrando también la muerte.
El tercer espolonazo fue certero y mortífero, pues provocó el hundimiento de la Esmeralda.
De los 200 hombres con los que contaba Prat, 143 encontraron la muerte y 57 fueron
rescatados de las aguas por Grau, quien también entregó a la viuda de Prat, una carta que
honraba al heroico Arturo Prat. Debido a esta acción Grau se ganó el apodo del “Caballero
del Mar”.
Al mismo tiempo, más al sur, la Independencia y la Covadonga, libraban desigual
combate, conocido con el nombre de Punta Gruesa. En el que el acorazado peruano encalló
sobre los arrecifes.
“Hundimiento de la Esmeralda con sus tripulantes en el Combate Naval de Iquique”
1882 Óleo de Nicolás Guzmán Bustamante. Colección Museo Nacional de Bellas Artes.
Actualmente en exhibición en el Museo Histórico Nacional.
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