ASPERSIÓN DEL AGUA BENDITA Cada domingo, antes de la misa mayor, se procede a la aspersión del agua bendita, para purificar el lugar sagrado y preparar a los fieles para que éstos puedan participar dignamente en el Santo Sacrificio de la Misa. Los fieles se unen durante la aspersión a las intenciones de la iglesia para pedir la pureza de su corazón y recuperar para sus almas el estado de gracia bautismal. Una vez se han concluido las oraciones preparatorias el sacerdote, los ministros y acólitos, se dirigen a la sacristía. I. EN LA SACRISTÍA Lo primero que debe hacer el sacerdote es asegurarse que las páginas del Misal han sido bien señaladas para la Misa que vaya a celebrar. Hecho lo cual dejará que el sacristán lo lleve hasta su lugar. 1. LAVATORIO DE MANOS El sacerdote se lavará las manos diciendo: Da, Dómine, virtútem mánibus meis ad abstergéndam omnem máculam; ut sine pollutióne mentis et córporis váleam tibi servíre. Da Señor fuerza a mis manos para lavar toda fealdad; y poder servirte sin mancha de cuerpo y de alma. 2. PREPARACIÓN DEL CÁLIZ El sacerdote dispone el Cáliz, coloca el purificador sobre el cáliz, y sobre él, la patena con la Hostia, que cubre con la hijuela, y a continuación con la palia. Entonces, el sacerdote cubre el cáliz así preparado con un velo, de forma que éste oculte enteramente el pie del cáliz visto de frente. Finalmente introduce el corporal adecuadamente doblado en su bolsa, y la coloca encima del cáliz ya cubierto con su velo. El sacristán o un acólito llevan el cáliz así preparado a la credencia. 3. EL CELEBRANTE Y LOS MINISTROS SE REVISTEN DE LOS ORNAMENTOS El sacerdote celebrante y los ministros se acercan para revestirse a la mesa donde han sido dispuestos previamente sus ornamentos. a) EL CELEBRANTE El celebrante aparta el bonete que se encuentra sobre el resto de los ornamentos. EL AMITO Seguidamente, toma el amito con ambas manos por sus extremos superiores, de los que parten las cintas, lo besa en la cruz central y se lo lleva sobre la cabeza haciéndolo reposar un instante sobre ella mientras dice: Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com Impóne, Dómine, cápiti meo gáleam salútis, ad expugnándos diabólicos incúrsus. Pon Señor, sobre mi cabeza el yelmo de salvación para rechazar los asaltos del enemigo. Entonces, lo hace descender hasta los hombros y lo ajusta en torno al cuello de modo que oculte el cuello de la sotana. Acto seguido, tomando las cintas, se las cruza por delante del pecho haciendo pasar la derecha sobre la izquierda, se las pasa hacia atrás por debajo de los brazos, y finalmente se las anuda delante ciñendo la cintura. EL ALBA A continuación se reviste el alba, pasando primero la cabeza, y dejándola caer hasta los pies, introduce sus brazos en las mangas, mientras dice: Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in sánguine Agni dealbátus, gáudiis pérfruar sempitérnis. Hazme puro, Señor y limpia mi corazón para que santificado con la sangre del cordero pueda gozar de las alegrías eternas. El sacerdote ajusta el alba convenientemente al cuello, por medio del fiador. EL CÍNGULO El sacerdote toma entonces el cíngulo, plegado en dos, sosteniendo con su mano derecha la punta donde están las borlas. Y mientras se lo ciñe a la cintura, anudándolo por delante de manera que las borlas cuelguen ante él hasta casi el suelo, dice: Præcínge me, Dómine, cíngulo puritátis, et exstíngue in lumbis meis humórem libídinis; ut máneat in me virtus continéntiæ et castitátis. Cíñeme señor con el cíngulo de la pureza y apaga en mis miembros el ardor de la concupiscencia para que permanezca siempre en mí la virtud de la continencia y castidad. A continuación, se acomoda el alba de modo que quede levantada uno o dos dedos del suelo. LA ESTOLA El celebrante toma la estola con las dos manos, la besa en la cruz que tiene bordada en medio y se la pone sobre el cuello dejándola caer por delante desde los hombros, mientras dice: Redde mihi, Dómine, stolam immortalitátis, quam pérdidi in prævaricatióne primi paréntis; et, quamvis indígnus accédo ad tuum sacrum mystérium, mérear tamen gáudium sempitérnum. Devuélveme Señor la estola de la inmortalidad, que perdí con la desobediencia de los primeros padres, y aun cuando me acerque sin ser digno a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca los gozos eternos. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com El sacerdote se cruza, entonces, la estola sobre el pecho haciendo pasar la parte derecha sobre la izquierda y la fija a cada lado con los extremos del cíngulo, de modo que éste ya no cuelgue por delante sino que las borlas caigan una a cada lado hasta aproximadamente la altura de las rodillas. LA CAPA PLUVIAL Por último, con ayuda del maestro de ceremonias se pone la capa pluvial. b) LOS MINISTROS SAGRADOS El diacono y el subdiácono se revisten de igual modo que el celebrante, con el amito, el alba, el cíngulo, la estola de diacono, y por último la dalmática o tunicela según corresponda. c) LOS ACOLITOS Los acólitos se revisten con sotanas y sobrepellices. d) EL MAESTRO DE CEREMONIAS Se reviste con sotana y sobrepelliz al igual que los acólitos. II. PROCESIÓN AL ALTAR Una vez revestidos, a un signo del maestro de ceremonias, todos los acólitos, el celebrante y los ministros sagrados, hacen, todos al mismo tiempo, una inclinación profunda a la cruz que preside la sacristía. Acto seguido el celebrante y los ministros sagrados, esto es, el diacono y el subdiácono, se cubren con el bonete y parten todos en procesión hacia el altar según el orden siguiente: 1) El porta acetre, es decir, el acólito que porta el acetre con el agua bendita y el hisopo, a la altura del pecho. Este acolito ejercerá de turiferario durante la misa. 2) El cruciferario, portando la cruz procesional con el crucifijo mirando hacia delante, rodeado a ambos lados por los dos ceroferarios, que llevan los ciriales encendidos. 3) Los clérigos si asisten a la misa marchando de dos en dos, con las manos juntas ante el pecho. 4) El maestro de ceremonias con las manos juntas ante el pecho. 5) El sacerdote celebrante, con las manos juntas ante el pecho, con el diacono a su derecha y el subdiácono a su izquierda. Estos sostienen con una mano los bordes de la capa pluvial del sacerdote y llevan la otra sobre el pecho. Al entrar en la nave principal, no es necesario que se santigüen con el agua bendita pues se va a proceder a la aspersión de la misma. Para el resto de las misas tendrán que hacer este gesto. A medida que la procesión va llegando al altar, se hace genuflexión completa si hay presencia Real en el Sagrario, y en caso contrario inclinación profunda. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com III. EN EL ALTAR El porta-acetre se coloca de pie ante la ínfima grada del altar, desplazado hacia el lado de la epístola. Los acólitos dejan los ciriales y la cruz procesional donde corresponda y se arrodillan cerca de la credencia, con las manos juntas y unidas ante el pecho, teniendo a sus espaldas el muro del lado de la Epístola y mirando hacia el muro del lado del evangelio. El maestro de ceremonias se desvía hacia el lado de la Epístola y se coloca de pie, ante la ínfima grada del altar y mirando hacia él, enfrente del atril con el misal. Allí espera al Celebrante y a los ministros sagrados. Una vez llegado el sacerdote celebrante ante las gradas del altar, se descubre con la mano derecha, pasando su bonete al diácono, que lo recibe besando primero la mano del celebrante y a continuación el bonete. Acto seguido el diácono se descubre a sí mismo, pasando su bonete y el del celebrante al maestro de ceremonias, el cual va a continuación a recibir el bonete del subdiácono pasando por detrás del celebrante. Todos hacen entonces a un signo del maestro de ceremonias la reverencia conveniente al altar. A continuación, el maestro de ceremonias va a dejar los bonetes sobre la banqueta. El sacerdote celebrante, el diácono y el subdiácono, se arrodillan sobre la ínfima grada del altar. El porta-acetre se arrodilla in plano, es decir, en el suelo, a la derecha del diacono. El maestro de ceremonias entrega al diacono el libro donde está la entonación de la antífona y a continuación va a ponerse de rodillas in plano en el suelo a la izquierda del subdiácono. Durante todo el rito de la aspersión se mantendrán en esta disposición. El sacerdote celebrante tendrá siempre a su derecha al diacono y al porta-acetre, y a su izquierda al subdiácono y al maestro de ceremonias. IV. RITO DE LA ASPERSIÓN El diacono y subdiácono sostienen entre los dos el libro abierto ante el celebrante. El porta-acetre presenta el hisopo al diácono, el cual lo toma por el medio y lo entrega al celebrante, besando primero el hisopo y después la mano derecha del celebrante. Entonces, el sacerdote celebrante, con el hisopo en su mano derecha, mientras rocía con el agua bendita tres veces el altar, en el centro, a la izquierda y a la derecha, entona la antífona conocida como Asperges me, que continuará cantando la Schola, tal y como estamos escuchando en la melodía de fondo. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com Se comienza con la siguiente antífona: Asperges me, Domine, hyssopo et mundabor; Lavabis me, et super nivem de albabor. Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam Me rociarás con hisopo, Señor, y quedaré limpio; me lavarás y seré más blanco que la nieve. Ten piedad de mí Señor, según tu gran misericordia. En el tiempo Pascual se dice la siguiente antífona en lugar de la anterior: Vidi aquam egredientem de templo a latere dextro, alleluja; et omnes, ad quos pervenit aqua ista, salvi facti sunt, et dicent, aleluja, alleluja. Confitemini Domino, quoniam bonus: quoniam in saeculum misericordia ejus. Vi salir el agua del lado derecho del templo, aleluya; y a todos aquellos a quienes llegó esta agua fueron salvados y cantarán diciendo: Aleluya, aleluya. Alabad al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. El celebrante, que continúa de rodillas, se asperge a sí mismo, haciéndose con el hisopo la señal de la cruz sobre la frente. Acto seguido se levanta y asperge al diácono y después al subdiácono, los cuales permanecen arrodillados y se santiguan al recibir el agua. Tras lo cual los ministros sagrados (y todos los demás) se levantan. El celebrante entrega el hisopo al diácono que lo recibe con los ósculos habituales (primero al hisopo y luego a la mano derecha del celebrante) y lo pasa al acólito del acetre. Seguidamente todos hacen una genuflexión al Santísimo o inclinación profunda si no hay presencia Real: el celebrante, el diácono y el subdiácono sobre la ínfima grada, y el portaacetre y el maestro de ceremonias, in plano. En seguida si hay clérigos que asisten en el coro, el celebrante y su séquito, se trasladan hasta allí. El celebrante marcha entre sus dos ministros, (que le sostienen la capa pluvial), el portaacetre marcha cerca del diácono y a la altura del maestro de ceremonias, que los precede y los conduce. Llegados al coro se dirigen primero a su lado más digno. El diácono entrega al celebrante el hisopo (con los ósculos de rigor) y asperge a los clérigos, si no son numerosos con un golpe de hisopo a cada uno pero con inclinación común antes y después, si son muy numerosos los asperge en grupo con tres golpes de hisopo, en el centro, a su izquierda y a su derecha (con inclinación común a todos, antes y después). Acto seguido, el celebrante y sus ministros pasan al otro lado del coro, haciendo la reverencia conveniente si cruzan ante el altar, y una vez allí, proceden del mismo modo. A continuación el celebrante y sus ministros se dirigen a asperger a los acólitos que están cerca de la credencia. Tras lo cual, van a asperger a los fieles, recorriendo la nave de la iglesia de arriba a abajo, o bien poniéndose en el centro del presbiterio, (de cara a la nave), y lanzando desde allí tres golpes de hisopo, al centro, a su izquierda y a su derecha. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com En el momento en el que se termina el canto de la antífona, dondequiera que se encuentren, el celebrante y los ministros, éstos interrumpen la aspersión, y se inclinan profundamente hacia el altar cantando con la Schola: Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. V/ Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo. Terminado el Gloria al Padre prosiguen con la aspersión, mientras se canta de nuevo la antífona. Asperges me, Domine, hyssopo et Me rociarás con hisopo, Señor, y quedaré mundabor; Lavabis me, et super nivem de limpio; me lavarás y seré más blanco que la albabor. nieve. En el Tiempo Pascual: Vidi aquam egredientem de templo a latere dextro, alleluja; et omnes, ad quos pervenit aqua ista, salvi facti sunt, et dicent, aleluja, alleluja. Vi salir el agua del lado derecho del templo, aleluya; y a todos aquellos a quienes llegó esta agua fueron salvados y cantarán diciendo: Aleluya, aleluya. Terminada la aspersión de los fieles, el celebrante y sus ministros vuelven ante el altar, hacen la reverencia conveniente (como hicieron al principio de la aspersión) y se colocan de pié, ante la ínfima grada del altar del modo anteriormente indicado. Por último el celebrante asperge al Maestro de Ceremonias y al Porta-Acetre. El diacono y el subdiácono toman entonces el libro que contiene el asperges y lo sostienen ante el celebrante. Una vez que la schola termina el canto de la antífona, el celebrante canta los siguientes versículos y es respondido por la schola. V/ Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam. R/ Et salutare tuum da nobis. V/ Domine, exaudi orationem meam. R/ Et clamor meus ad te veniat. V/ Dominus vobiscum. R/ Et cum spiritu tuo. V/ Muéstranos, Señor, tu misericordia. V/ Oremus. Exaudi nos, Domine Sancte, Pater Omnipotents, Aeterne Deus: et mittere digneris sanctum Angelum tuum de Caelis; qui custodiat, foveat, protegat, visitet, atque defendat omnes habitantes in hoc habitáculo. Per Christum Dominum nostrum. R/ Amen. V/Oremos Escúchanos, Señor Santo, Padre omnipotente, Dios eterno; y dígnate enviar del cielo a tu santo Ángel para que guarde, sostenga, proteja, visite y defienda a todos los que están reunidos en este templo. Por Cristo Nuestro Señor. R/ Amen. R/ Y danos tu Salvador. V/Escucha, Señor, mi oración. R/ Y llegue hasta ti mi clamor. V/ El Señor sea con vosotros R/ Y con tu espíritu. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com V. CONCLUSIÓN DEL RITO Terminado el canto de la oración final, el porta-acetre lleva el acetre a la credencia. El maestro de ceremonias pasa al lado del diacono, el cual, le entrega el libro cerrado que acaban de emplear, y lo lleva también a la credencia. El sacerdote celebrante y los dos ministros hacen al altar la reverencia conveniente y se trasladan a la banqueta. 1. SE REVISTEN LOS ORNAMENTOS PARA LA SANTA MISA a) EL CELEBRANTE En la banqueta, el celebrante, vuelto hacia ella y ayudado por el maestro de ceremonias, se quita la capa pluvial. MANIPULO Con la mano derecha toma el manípulo y tras besarlo en la cruz que tiene en medio, lo coloca en el antebrazo izquierdo, mientras dice: Merear, Domine, portare manipulum fletus et doloris; ut cum exultatione recipiam mercedem laboris. Merezca, Señor llevar el manipulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos. El maestro de ceremonias le ayuda a ajustarlo con las cintas. CASULLA Por último se reviste la casulla diciendo: Dómine, qui dixísti: Iugum meum suáve est, et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod cónsequar tuam grátiam. Amen Señor, que dijiste: mi yugo es ligero y fácil de sobrellevar, dame que lo lleve de tal modo que consiga los auxilios de tu gracia. Amen b) LOS MINISTROS SAGRADOS Los ministros sagrados, de igual modo, se ponen sus respectivos manípulos ayudados por los acólitos. 2. PREPARACIÓN PARA LA SANTA MISA Una vez revestidos, se preparan para comenzar la Celebración de la Santa Misa. Sanguis et Aqua sanguisetaqua.wordpress.com