VENCEDORES Y VENCIDOS Judgement at Nuremberg. País: EE.UU. Dirección: Stanley Kramer Guión: Abby Mann Fotografía: Ernest Lazlo Montaje: Frederic Knudtson Música: Ernest Gold Intérpretes: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark,Maximilian Schell, Judy Garland Distribuidora DVD: Fox 186 min. +16 años Candidata a 11 Oscar, ganó dos: al actor principal, Maximilian Schell, y al guión adaptado de Abby Mann. La película recoge el desarrollo del juicio que en 1948 se sigue contra cuatro jueces alemanes por aprobar leyes de esterilización y eutanasia durante el III Reich. Con un reparto excepcional, Stanley Kramer (1913-2001) rodó una de las películas más sustanciosas de la historia, una lección de Filosofía del Derecho, que ha hecho pensar a muchas generaciones de juristas sobre las consecuencias de prescindir del Derecho Natural y fiarlo todo al llamado Derecho Positivo. El drama no es que juristas juzguen a juristas, sino que el juez norteamericano que preside tiene delante a uno de los juristas más admirados antes de la guerra, cuyos libros todos habían leído. En una época en que la TV tomaba muchísima fuerza, Kramer sabe contar una historia pensando en espectadores que ya tenían muchos esquemas asumidos de sus horas delante de la pequeña pantalla. Su película tiene la enorme fuerza que le proporcionan unos actores soberbios y ciertamente se ve mejor con descansos, teniendo en cuenta su dilatado metraje. El trabajo en pequeños papeles de Montgomery Clift, Judy Garland y Marlene Dietrich realza el tono de un drama presidido por las poderosas presencias de Tracy y Lancaster, que dan a sus personajes un peso enorme. Con un presupuesto de 3 millones de dólares se rodó en los estudios de la Universal, con insertos de Berlín y de Nuremberg. La premiere se celebró en Berlín, el 14 de diciembre de 1961. La decisión de rodar en blanco y negro es muy acertada porque el color no le habría sentado bien a esta historia. Después de la Segunda Guerra Mundial se llevaron a cabo varios procesos contra los líderes alemanes acusados de cometer crímenes contra la humanidad, ya que el régimen nazi arremetió contra la vida de millones de judíos que habitaban en Alemania. Nuremberg fue una de las muchas ciudades donde se celebraron juicios contra esos crímenes. La película comienza cuando el juez americano, Dan Haywood, llega a la ciudad de Nuremberg completamente destruida y en ruinas. En estas imágenes, el director Stanley Kramer quiere transmitir la sensación de destrucción y pobreza que provoca una guerra. El juicio comienza con la presentación de los acusados, en una sala pequeña abarrotada de espectadores, el tribunal compuesto por tres magistrados, traductores, fiscales y abogados defensores. En el proceso, aunque comienza hablándose en alemán y en inglés, con las traducciones simultáneas correspondientes, el guión se adapta a la lengua principal que es el inglés, facilitando el seguimiento de los diálogos. Esto se lleva a cabo a través de planos cortos fijándose en el abogado para cambiar de lengua. A partir de este momento comienza la exposición de la defensa y la acusación de los imputados: jueces alemanes que durante el III Reich condenaron a judíos, retrasados, o a personas que aún siendo inocentes eran contrarios a las ideas nazis del momento. Pero la película va más allá de condenar a los cuatro jueces sobre los que se realiza el juicio, sino que pone en cuestión la culpabilidad de la nación entera. Cabe destacar la actuación tanto del fiscal como del abogado defensor. La exposición de los hechos es impresionante. Está cargada de razones tanto de una parte como de otra. Por una parte Richard Widmark, el fiscal americano Ted Lawson, culpa a los imputados por “los crímenes, brutalidades, torturas y atrocidades contra la humanidad”. A lo largo del juicio nos muestra en una serie de pruebas las atrocidades cometidas por los nazis, como las prácticas de esterilización y de exterminación. La intención del director Stanley Kramer, a través del fiscal, es que el espectador tome conciencia de los horrores cometidos por los acusados y nos lo muestra a través de la proyección de imágenes reales de los campos de concentración donde estaban recluidos los judíos. Imágenes impactantes y muy duras de cadáveres de hombres, mujeres y niños. Por la otra parte, la defensa representada por Maximiliam Schell (Rolfe) que intenta convencer al Tribunal de la inocencia de los acusados, basándose en que al ser magistrados del III Reich tenían que someterse a las leyes que regían en ese momento, por lo que tenían que someterse a las leyes del Estado, ya que “un juez no es quién promulga leyes, sino quien hace cumplir las de su país”, “mi patria ante todo, con razón o sin ella”. Impresionante el discurso en el que nos muestra las declaraciones de los aliados que estaban a favor de Hitler y sus políticas porque era lo que les convenía en ese momento. La actuación de Spencer Tracy como juez no convencido de por qué se le ha elegido a él para este juicio puesto que es viejo y desconocido, es impresionante. Intenta ser imparcial y entender el momento en que se producen los hechos, pero le resulta cruel que hayan existido personas capaces de llevar a cabo semejantes brutalidades. No entiende la actuación de los jueces procesados como tampoco la del pueblo alemán que dice desconocer lo ocurrido (sirvientes de la casa, viuda del militar nazi, interpretada por Marlene Drietrich ). Ernst Janning (Burt Lancaster) es uno de los personajes principales: doctor en Derecho, ministro de justicia y juez durante la república de Weimar (1918-1933) y el III Reich (1935-1945). Sobre él recae prácticamente la justificación de los actos cometidos por los jueces en el nazismo. Sabe que lo que han hecho es atroz, sin embargo, lo justifica como necesario para el bien del pueblo alemán. Es un hombre que sufre por las contradicciones en las que ha incurrido y se siente culpable por todo lo que ha hecho, pero lo justifica ya que lo creía necesario para que el pueblo alemán saliera adelante. Los testigos aportan toda la tragedia de lo que han soportado los que son diferentes o rechazados por el III Reich, como el supuesto retrasado Rudolf Petersen (Montgomery Clift) al que habían sometido a esterilización. Es una película realizada en los años sesenta y, por lo tanto, para mi muy antigua por lo que me resulta muy curioso ver a todos los personajes con unos enormes auriculares. Me llama la atención la tecnología que se usaba en aquella época: los micrófonos, los auriculares, las bombillas que indicaban a los que hablaban si iban demasiado deprisa para los traductores. Una película que no tiene desperdicio. Compleja e intensa por los temas de los que trata. Queda clara la culpabilidad del régimen nazi y también la de aquellos que contribuyeron a llevar a cabo muchas atrocidades. En el juicio se pone de manifiesto la culpabilidad de los imputados, pero también la de toda una nación que toleró que se hicieran barbaridades sin ser denunciadas y, por lo tanto, consentidas.