El valor del agua dulce en la supervivencia de la Humanidad

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Roberto Bloch
El valor del agua dulce en la supervivencia
de la Humanidad
Existen dos posiciones antagónicas respecto del agua: en tanto
bien económico y como derecho humano esencial
Por Roberto Bloch
Profesor de posgrado (FCE - UBA) e Investigador (Escuela de Defensa Nacional). Coordinador de la
Maestría en Derecho de la Integración Económica (Universidad del Salvador)
Agua dulce: la sed del futuro
Entre 300 y 400 millones de habitantes de la Tierra carecen en la actualidad de
agua potable. En 1950 esos carenciados eran tan solo 200 millones. Si continúa el
ritmo actual de consumo de agua potable y de crecimiento demográfico, en el año
2025 la existencia de entre 1.200 y 1.500 millones de personas se verá amenazada
por una grave escasez de agua, y dos terceras partes de la humanidad tendrán dificultades para acceder a ella.
En 50 años la disponibilidad de agua dulce ha disminuido unas tres cuartas partes
en África y unas dos terceras partes en Asia. África del Norte y Oriente Medio son
las zonas de más riesgo. En estas regiones hay 45 millones de personas sin agua potable y una disponibilidad por persona que, desde 1960, se ha reducido a la mitad.
Desde 1900, la población mundial se ha duplicado, pero la cantidad de agua dulce
utilizada se ha sextuplicado. La agricultura es la primera consumidora de agua
dulce debido, sobre todo, a la expansión del regadío.
Si no se modifica la tendencia, la cantidad de agua dulce disponible por habitante y año será de 4.800 metros cúbicos en el año 2025, cuando en la actualidad es
de 6.800 metros cúbicos. Este cálculo se basa en un volumen mundial de agua
disponible teórico: la totalidad del agua en los ríos, disminuida por efecto de la
evaporación y las infiltraciones, y no toma en cuenta las cantidades mínimas de
agua necesarias para mantener vivos los sistemas acuáticos, el agua con demasiadas dificultades de acceso ni, especialmente, las consecuencias de la distribución
extremadamente desigual de este recurso en el planeta1.
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El nivel de 1.700 metros cúbicos de agua disponible por habitante/año es el de
“presión hídrica”, por debajo del cual pueden producirse penurias frecuentes. Por
debajo del umbral de penuria, fijado en 1.000 metros cúbicos por habitante/año,
se plantean problemas graves de suministro de agua. Si no se hace nada para remediarlo, el número de personas sometidas a “presión hídrica” pasará de 2.300
millones a 3.500 millones en el año 2025. Para entonces sufrirán penurias 2.400
millones de personas frente a 1.700 millones en la actualidad.
Programa mundial de evaluación de recursos hidricos
El Programa Mundial de Evaluación de los Recurso Hídricos (WWAP), creado en
el año 2.000 y avalado por 23 organizaciones de las Naciones Unidas, forma parte
del interés general para encontrar enfoques integrados y soluciones sostenibles
para los problemas que plantea el desarrollo humano. Este programa, que tiene
su sede en UNESCO, responde a las inquietudes manifestadas por la comunidad
internacional en el Foro Mundial sobre el Agua (La Haya, 2000) y se basa en los
desafíos expuestos en la Declaración Ministerial a que dio lugar. Un elemento clave del proyecto es la inclusión del Informe Mundial sobre los Recursos Hídricos.
La aparición de este Informe relativo a la creciente escasez de agua dulce en el planeta, ha colocado el tema en diversos medios de comunicación y lo ha puesto bajo
análisis de instituciones especializadas. El documento fue publicado oficialmente
el 22 de marzo del 2003, en el día mundial del agua dulce. Fue preparado para el
“Tercer Foro Mundial del Agua”, realizado en Kyoto del 21 al 23 de marzo del
2003, y convocado por el Consejo Mundial del Agua (World Water Council).
El volumen de agua dulce en la tierra
La cantidad total de agua en la Tierra es de aproximadamente 1.400 millones de
kilómetros cúbicos. Sin embargo, la cantidad de agua dulce en la Tierra es de
aproximadamente unos 36 millones de kilómetros cúbicos, esto es un escaso 2,6%
del total. De éste, solamente 11 millones de kilómetros cúbicos, es decir, el 0,77%,
cuenta como parte del ciclo del agua, en el que circula de forma relativamente
rápida. No obstante, el agua dulce sólo es renovable con la caída de lluvia. Los
seres humanos pueden contar con los 34.000 kilómetros cúbicos de lluvia que
anualmente forman la escorrentía que vuelve a los océanos por los ríos y aguas
subterráneas.
Las aguas subterráneas o freáticas son, en cambio, aquellas que se acumulan bajo la
superficie de la tierra, almacenadas en los poros que existen en sedimentos como la
arena y la grava, y en las fisuras que se encuentran en las rocas. Constituyen el 97%
del agua dulce del planeta, excluyendo el agua contenida en los casquetes polares.
Existen diversos tipos de aguas subterráneas, pero se considera la más importante
al “agua meteórica”, que es el agua en movimiento que circula como parte del ciclo
del agua, alimentando por encima del suelo a ríos y lagos.
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Dos habitantes del distrito rural de Majaneng (Sudáfrica) accionan una bomba manual de agua
Las reservas subterráneas de agua, conocidas como acuíferos, son relativamente
estables porque están encerradas en cuerpos rocosos. Los pozos y perforaciones
realizadas en acuíferos son fuentes relativamente seguras de agua, porque se alimentan de esas grandes reservas, pero para ser útiles durante mucho tiempo, los
acuíferos tienen que sustituir el agua extraída con agua nueva en aproximadamente
la misma proporción.
Aproximadamente 1.500 millones de habitantes en todo el mundo dependen de
ellas para su abastecimiento de agua potable. Casi el 60% de las ciudades europeas de más de 100.000 habitantes consume agua procedente de fuentes freáticas
sobreexplotadas.
Cada vez más agricultores utilizan aguas subterráneas para irrigar sus cultivos durante las épocas secas. En las zonas más áridas donde las precipitaciones son escasas y difícilmente pronosticables, el agua freática puede ser la única fuente de suministro para todos los tipos de actividad agrícola, incluso para abrevar el ganado.
Sin embargo, los recursos de aguas subterráneas se encuentran actualmente bajo
crecientes presiones a causa del rápido crecimiento de las poblaciones humanas,
tanto por la demanda en constante aumento como por la carga contaminante sobre
la superficie de la tierra. Se están extrayendo cantidades de agua a ritmos insostenibles en muchas áreas, disminuyendo seriamente las reservas. Además, el agua
freática está cada vez más contaminada. Los contaminantes más comunes son el
nitrato, las sales, los compuestos orgánicos solubles y los desechos humanos2.
Conflictos por el agua dulce
Existe una larga lista de conflictos motivados por los recursos hídricos, de en96
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frentamientos por el acceso a suministros adecuados o de ataques premeditados
de aprovisionamiento, en tiempos de guerra. Estos conflictos podrían continuar e
incluso agravarse en el futuro, según el incremento de desarrollo y el crecimiento
de la población entren en competencia por los recursos hídricos.
En general, los conflictos citados se corresponden con problemas ribereños: los ríos
atraviesan fronteras regionales y nacionales; casi ninguno de los ríos importantes
del planeta discurre en su totalidad por el interior de un país. En todo el mundo
hay 261 cuencas compartidas. Alrededor del 40% de la población mundial habita
en cuencas compartidas por más de dos países.
Diversas modalidades de disputas derivadas del agua han tenido lugar a lo largo
de la historia, a saber:
1) El agua como objetivo estratégico. Los factores más significativos que convierten al agua en fuente de conflictos estratégicos internacionales son: a) El grado de
escasez. b) El grado en que su abastecimiento se comparte entre más de un Estado.
c) El poder relativo de los Estados en la cuenca. d) La facilidad de acceso.
Medio Oriente es la región donde los recursos hídricos tienen un carácter estratégico más definido y contradictorio; esa zona, en la que los conflictos son frecuentes,
también es extremadamente árida y los valles con mayores recursos, como los
del Nilo, Tigris y Éufrates se encuentran bajo una creciente presión demográfica,
energética y de regadíos. Además, todos los ríos principales de la región atraviesan
fronteras internacionales. Un conflicto importante en Medio Oriente tuvo lugar en
la cuenca del río Jordán, en 1967; uno de los motivos del mismo fue precisamente la explotación de los recursos del Alto Jordán. La victoria de Israel supuso la
ocupación de varias cabeceras del Jordán. Actualmente, aproximadamente el 40%
del agua subterránea de la que depende Israel tiene su origen en los territorios ocupados; de hecho, gran parte del incremento del consumo de agua en Israel se ha
obtenido de Cisjordania y del Alto Jordán.
El río Nilo es también un río conflictivo. Es vital para la agricultura de Egipto y
Sudán. El 97% del agua de Egipto procede del Nilo y más del 95% de su escorrentía se produce en los restantes Estados de la cuenca: Sudán, Etiopía, Kenia, Ruanda, Burundi, Uganda, Tanzania y la República Democrática del Congo.
2) La infraestructura hidráulica como objetivo militar. Cuando los conflictos devienen en enfrentamientos armados, las infraestructuras hídricas de regulación y
distribución se convierten frecuentemente en objetivos militares. Durante la guerra
del Golfo, las plantas desalinizadoras fueron destruidas por ambos bandos.
3) Los recursos hídricos como armas de agresión. La construcción de la presa de
Ataturk en 1990 sobre el río Éufrates, la mayor de las 21 presas previstas en el Proyecto Gran Anatolia, permite a Turquía reducir drásticamente el caudal fluyente
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por el río, afectando a los países aguas abajo, esto es, a Siria e Irak. Esta circunstancia llevó a Turquía a negociar agua por petróleo con Irak y a amenazar con
limitar el caudal afluente si Siria no retiraba su apoyo al pueblo kurdo.
4) Desigualdad de recursos. Los recursos hídricos están desigualmente distribuidos y esto puede dar lugar a problemas sociales en el futuro al producirse grandes
migraciones humanas en busca del agua. En muchos casos, la desigualdad de recursos ocasionará mayor pobreza y enfermedades, que darán lugar a una menor
esperanza de vida.
Asimismo, pueden evaluarse dos escenarios posibles para el futuro: 1) La apropiación territorial. Esto podría realizarse mediante la compra de tierras con recursos
naturales, entre ellos, el agua dulce. Tampoco se descarta un conflicto militar. 2)
La privatización del agua. Algunas grandes empresas multinacionales, en los últimos años, intentan controlar el agua en gran parte del planeta y se especula que
si esto no se detiene, en los próximos años unas pocas empresas multinacionales
poseerán el control de casi el 75% del agua dulce en la Tierra. Entre 1970 y 2000, la
venta de agua creció más de ochenta veces. En 1970 se vendieron en el mundo mil
millones de litros; en 2000, se vendieron ochenta y cuatro mil millones de litros.
Sin embargo, autores como Tony Allan (“Il Medio Oriente. La pretestuosa guerra
dell’acqua”, en “Equilibri”), no creen en eventuales guerras por el agua; piensan,
en cambio, que la escasez de este recurso puede favorecer a la concertación de
acuerdos políticos3.
El agua dulce ¿derecho o mercancía?
Dos posiciones antagónicas quedaron de manifiesto en abril del año 2003 durante
la realización paralela del Foro Mundial del Agua en Kyoto, Japón, y la convocatoria alternativa de Florencia, Italia.
Para las empresas multinacionales y las instituciones financieras internacionales, el
agua es un bien económico – comercial y, por lo tanto, puede ser vendido, comprado o intercambiado. El acceso al agua es una necesidad vital, pero no un derecho
humano esencial y los seres humanos son consumidores/clientes de un bien/servicio al que se puede acceder a través de los mecanismos de mercado. Según este enfoque, se impone la liberalización de los servicios hídricos, la que se debe aplicar
según las condiciones impuestas por el Banco Mundial, la Organización Mundial
del Comercio, y el Fondo Monetario Internacional, es decir, un país puede obtener
créditos a condición que liberalice y privatice los sectores de actividad para los
cuales ha solicitado se apoyo externo, dándole prioridad a la inversión privada.
La visión opuesta, expresada por algunas organizaciones de la sociedad civil internacional en el “Foro Alternativo” de Florencia, e inspirada en el Manifiesto del
Agua, así como en las reflexiones del “Foro Social Mundial” de Porto Alegre, apoya otra política mundial y local del agua y busca asegurar el derecho al agua a los
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ocho mil millones de personas que habitarían la Tierra en el año 2020.
Esto se basa en cuatro principio fundamentales: 1) El acceso al agua en cantidad
y calidad suficientes debe ser reconocido como un derecho constitucional humano
y social universal, indivisible e imprescindible. 2) El agua debe ser considerada
como un bien común que pertenece a todos los seres humanos y a todas las especies vivientes del planeta. 3) Es a la colectividad pública a quien le corresponde
asegurar el financiamiento de las inversiones necesarias para concretar el lema
“agua potable para todos”. 4) Los ciudadanos deben participar, sobre bases representativas y directas, en la definición y en la realización de la política del agua,
desde el nivel local al mundial.
El negocio del agua dulce para las empresas multinacionales
Un número cada vez mayor de grandes empresas multinacionales plasman en los
tratados internacionales sus estrategias de inversión a través de los lineamientos
básicos de desregulación, privatización o concesión y libre comercio, buscando
destrabar la protección que, en la búsqueda
de sus objetivos nacionales, reflejan algunas Las dos principales
legislaciones nacionales.
La creciente expansión mediante la cual las empresas dedicadas a
empresas multinacionales del agua, en todas la comercialización del
sus formas (servicios, agua embotellada, tratamiento, infraestructura, etc.), codifican sus agua controlan el 70% del
metas en los tratados internacionales, como el mercado mundial
NAFTA y el proyecto ALCA es, en realidad,
la profundización de las políticas que se desarrollaron en el GATT y que desembocaron en la Organización Mundial del Comercio
(OMC), después de la conclusión de la Ronda Uruguay en 1995, y ya en 1994 el Acuerdo General sobre Comercio y Servicios (GATS).
Además, en los últimos veinte años, se han suscripto más de 2.000 Acuerdos Bilaterales sobre Inversión entre más de cien países, y un alto número de Tratados de Libre
Comercio.
Maude Barlow y Tony Clarke, en su obra “Oro Azul” (Editorial Paidós, 2004), expresan que la industria global del agua está dominada actualmente por diez grandes empresas, las que se dividen en tres categorías o niveles.
El primer nivel está formado por los dos mayores gigantes del mundo: Vivendi
Universal y Suez, ambas con sede en Francia. Juntas ejercen el control sobre el
70% del actual mercado mundial del agua. Suez opera en unos 130 países y Vivendi en unos 90 países. De los treinta contratos para el suministro de agua firmados
por grandes ciudades a mediados de la década de 1990, veinte fueron para Suez.
El segundo nivel está integrado por cuatro corporaciones con actividades de suministro de agua:1) Bouyagues – Saur. 2) RWE – Thames Water. 3) Bechtel – United
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Utilities. 4) Nerón – Azurix.
El tercer nivel está formado por un pequeño número de empresas de tamaño más
reducido que, a pesar de haber desarrollado considerablemente su capacidad y pericia técnicas, por el momento no están en condiciones de convertirse por sí mismas en la vanguardia de la industria mundial del agua.
Las empresas que integran los grupos primero y segundo poseen importantes ramificaciones industriales que operan en campos que van desde la electricidad y el
gas hasta la construcción y los espectáculos. Sólo las empresas del tercer grupo se
centran casi exclusivamente en los servicios del agua, aunque todas ellas pretenden
ofrecer una amplia gama de servicios técnicos.
GATT/OMC y agua dulce
Según las reglas del GATT, el agua es una mercancía comerciable. El GATT prohíbe que bajo ningún pretexto se pretenda controlar las exportaciones y elimina
las restricciones cuantitativas sobre importaciones y exportaciones. Esta norma
se podría aplicar a cualquier Estado que tratase de restringir las importaciones de
agua como un “bien” por razones medioambientales.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) es el organismo encargado de
aplicar el GATT. La OMC no reconoce la autoridad de los Acuerdos Medioambientales Multilaterales (MEA) en asuntos comerciales.
Asimismo, el General Agreement on Trade Services (GATS), acuerdo aprobado
en la Ronda Uruguay del GATT, considera al agua como un servicio. Por ello, los
gobiernos no pueden restringir o suprimir el derecho del suministrador de agua
para vender el servicio. Esto se reafirma en la versión GATS 2000.
ALCA y agua dulce
Si el ALCA se aprobara como lo pretende Estados Unidos, se limitará sustancialmente el derecho de los diversos gobiernos del continente americano a la regulación
del agua dulce según sus respectivos intereses nacionales. En efecto, el derecho de
regular los servicios, entre ellos el agua, solamente podrán realizarlo de tal forma
que resulte compatible con las normas y las “disciplinas establecidas en el contexto
del acuerdo ALCA”. De tal manera, las empresas con sedes en el extranjero podrán
competir en igualdad de derechos en todo el ámbito de los servicios públicos del
agua en cualquiera de los países firmantes del ALCA, y además estarán en condiciones de exigir compensaciones financieras a cualquier gobierno que se oponga.
En tal sentido, si los gobiernos de los países americanos quisieran establecer regulaciones gubernamentales que exigen determinados niveles de calidad del agua,
tarifas por el agua más reducidas para los más pobres, exigencias de protección
ambiental o mejoras en las infraestructuras de las canalizaciones, ellas podrían
eventualmente ser declaradas “innecesarias” por un tribunal que juzgue las relaciones entre el Estado y los inversores de acuerdo con las normas del ALCA.
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Si el ALCA se aprobase con tales condiciones, que incluyen un particular sistema
de solución de controversias, las empresas multinacionales del agua podrán demandar directamente a cualquier gobierno americano que suponga una amenaza
para su actividad, manifestando que el gobierno en cuestión ha violado determinadas normas específicas del comercio y la inversión especificadas en el acuerdo.
Las medidas del ALCA se verán reforzadas, además, por las reglas de acceso al
mercado fijadas en el acuerdo y, en consecuencia, los gobiernos deberán eliminar
las barreras arancelarias y extra – arancelarias al “libre comercio” (las barreras extra – arancelarias son ambiguas en su interpretación, porque bajo tal rótulo pueden
catalogarse medidas de protección ambiental y de salud pública)4.
Argentina y su agua dulce
Aproximadamente el 82% del caudal de los ríos de Argentina se localiza en la
cuenca del Plata; Noroeste, Cuyo y las Sierras Pampeanas concentran el 5%, mientras que la Patagonia cuenta con el 13% de los recursos hídricos superficiales.
Las dos terceras partes de la superficie de la Argentina sufren acentuados problemas de aridez. Solamente el 9% de la superficie del país recibe precipitaciones
de 1.000 milímetros anuales, el 52% menos de 500 milímetros anuales y el 30%
menos de 200 milímetros anuales, situación que se agrava por el alto nivel de irregularidad de la distribución anual. Sin embargo, la función de tales áreas es bien
importante ya que ellas poseen un tercio del ganado bovino y dos tercios del ovino;
además, son importantes proveedores de frutos, hortalizas y cultivos industriales.
Argentina posee, no obstante, una gran diagonal árida que abarca una superficie
aproximada de dos tercios de su territorio, en la que se localizan como puntos dispersos los oasis de regadío.
La erosión es un gran problema en la Argentina. La desertización está presente
como un grave problema ecológico, muy especialmente en la Patagonia.
La causa principal de la contaminación de los recursos hídricos en la Argentina es
la descarga directa (sin tratamiento o con tratamiento inadecuado) de aguas servidas de origen doméstico e industrial.
Entre los temas urgentes que están pendientes de solución por la Argentina, se
encuentran las inundaciones recurrentes en el centro y en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, las inundaciones del río Paraná, la descontaminación
de los ríos Matanza, Riachuelo y Reconquista; y la limpieza del río Bermejo
(que aliviaría la concentración de sedimentos en el Paraná inferior y en el Río
de la Plata).
Con respecto al agua dulce en la República Argentina, se requiere una Política Hídrica adecuadamente diseñada, con participación de las provincias; el desarrollo
de proyectos regionales preservando los ecosistemas naturales; la capacitación en
materia ambiental y el intercambio de información; el financiamiento de proyectos para la limpieza del agua; una extendida conciencia sobre la necesidad del uso
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racional del agua; una legislación madura que asegure el abastecimiento; no sobreexplotar las aguas subterráneas, ni contaminarlas; un Programa Especial para las
Emergencias Hídricas (inundaciones); la prevención y recuperación de aguas contaminadas; la evaluación sistemática de los recursos hídricos y una cooperación
internacional en lo atinente a cuestiones hídricas5.
El agua en la República Argentina debe ser considerada un bien nacional y como tal
protegida y defendida, sujeta a la cooperación internacional6. Para esto habrá que
tener en cuenta, en primer lugar, las necesidades presentes y futuras de la Argentina
a partir de la explotación actual, la oferta y la demanda con sus respectivas tendencias, y las reservas disponibles. Asimismo, por sus especiales características, el
agua es un bien y un recurso que también deberá ser considerado en forma especial
en las negociaciones internacionales, sin caer necesariamente en la aplicación de
criterios exclusivamente mercantilistas que intentan difundir algunos sectores. En
tal sentido, los criterios sociales y ambientales tendrían que ocupar un ámbito en tales negociaciones internacionales y en la visión de los organismos internacionales.
Por último, el Estado argentino, con funcionarios y técnicos capacitados, tiene una
función primordial para cumplir en la adecuada planificación, abastecimiento y
reserva del agua en el país ■
Bibliografía
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2001.
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Notas
• Este trabajo fue presentado en el Seminario “La cuestión del agua dulce en el mundo”, realizado en la Escuela de Defensa Nacional, en
Buenos Aires, el 6 de octubre del 2004. La presente versión amplía el trabajo original citado antes.
1 Se debe destacar, además, el impacto del cambio global, producido principalmente por la actividad humana, que está alterando el clima
en forma progresiva. Una de las consecuencias de esto es la acción sobre los glaciares de diversas partes del mundo y sobre las masas de los
hielos de los polos, que se reducen y por lo tanto disminuyen las reservas de agua dulce. Este fenómeno trae aparejada, entre otras consecuencias, la elevación del nivel de los mares y de los océanos y puede mañana poner en riesgo la supervivencia de las poblaciones que viven en las
zonas costeras y, asimismo, el peligro de la penetración del agua de mar hacia el interior de los continentes, a través de las desembocaduras
de los ríos. (Michniuk)
2 Hay informes preocupantes con respecto a la escasez de agua que provienen de China. En ese país, que alberga casi la cuarta parte de la
población mundial, solamente el 6% de ella dispone de agua dulce. La mitad occidental de China está constituida predominantemente por
desiertos y montañas y sus pobladores sufren ya la escasez del agua al ritmo de la extracción de los grandes pozos industriales que tratan de
alcanzar niveles subterráneos cada vez más profundos. Se estima que el uso industrial del agua en China puede pasar anualmente de 52.000
millones de toneladas a 269.000 millones de toneladas en los próximos veinte años, en momentos en que el nivel de vida está permitiendo que
millones de chinos puedan instalar en sus viviendas agua corriente. Asimismo, la oferta agrícola de China se ve afectada por el desvío del
agua de las fuentes rurales para consolidar el fortalecimiento de su intenso desarrollo industrial. Con especial referencia a Pekín, la crisis del
agua futura para la capital puede ser tan grave que algunos analistas han comenzado a evaluar la posibilidad de trasladar la sede del gobierno
a otra ciudad. (Barlow, Maude y Clarke, Tony, 2004: 49 y 50).
3 Para Jerome Delli Priscoli “es preciso que los dirigentes redescubran y aprovechen la capacidad del agua de generar riqueza, sus múltiples
posibilidades de utilización y reutilización, su poder de unificación, a su capacidad de ofrecer fundamentos indispensables de aprendizaje
para la constitución de una cultura cívica. Porque el agua encierra, a la vez, posibilidades de conflicto y de cooperación. Y tenemos que
elegir”. (Delli Priscoli, Jerome, 2001: 17).
4 La concepción del ALCA se edifica en una visión estratégica de los Estados Unidos de Norteamérica para tratar de apoyar la venta de
sus productos nacionales hacia el resto de América y, subsidiariamente, impedir esquemas de integración más profundos entre los restantes
Estados, que supondrían una creciente complejidad en las negociaciones con ellos. Más allá de posibles pero todavía inciertas preferencias
que otorgue Estados Unidos a los restantes países americanos en ámbitos no económicos para estimularlos a conformar el ALCA, parece
evidente que la colocación de bienes y servicios en el mercado nacional de los Estados Unidos es de tal dificultad que bien se puede aplicar el
término “neoproteccionismo” a las barreras no arancelarias que protegen al citado mercado, las que deberían eliminarse. Tanto los derechos
antidumping y compensatorios como la estructura de normas técnicas a cumplir para ingresar en territorio aduanero de los Estados Unidos
son complejos y, además, para trasladar mercaderías entre diferentes estados de ese país, hay que superar escollos sumamente difíciles de
eliminar en el corto plazo (año 2005 y siguientes).(Bloch, Roberto, 2001).
5 La Antártida es un importante reservorio de agua (almacena nada menos que el 90,6% del hielo de la Tierra y el 70% del agua dulce) que,
sin perjuicio de la existencia del Tratado Antártico, aún no dispone de un régimen jurídico integral y definitivo.
6 El Mercosur debiera ser el primer nivel internacional de cooperación e integración para el agua. La cuenca del Plata, segunda cuenca más
importante de Sudamérica luego de la cuenca del Amazonas, vincula a la Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay a través de los ríos
que la integran y también a través de los acuíferos subterráneos, destacándose el “Acuífero Guaraní”, uno de los reservorios de agua dulce
más grandes del mundo, cuyo estudio, protección y marco legislativo debe realizarse por un grupo de especialistas del Mercosur, que esta
región posee en grado de excelencia a nivel internacional, destacándose en tal sentido la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la
Universidad Nacional del Litoral, en la provincia de Santa Fe, Argentina.
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