TEMA 7: El Lazarillo de Tormes

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TEMA 7: El Lazarillo de Tormes
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades
Portada de la edición de Medina del Campo de 1554, impresa por Mateo y Francisco del Canto.
1. INTRODUCCIÓN.
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (más conocida como
Lazarillo de Tormes) es una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo
epistolar (como una sola y larga carta). En ella se cuenta de forma autobiográfica la vida de un niño,
Lázaro de Tormes, en el siglo XVI, desde su nacimiento y mísera infancia hasta su matrimonio, ya
en la edad adulta.
Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la
que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los clérigos y religiosos. Esto
motivó que la Inquisición la prohibiera.
2. PRIMERAS EDICIONES.
Se conservan cuatro primeras ediciones distintas de la obra, las cuatro del año 1554,
impresas respectivamente en Burgos, Amberes, Alcalá de Henares y Medina del Campo. Las más
antiguas parecen ser las de Burgos y Medina.
Ediciones príncipe de 1554 del Lazarillo de Tormes.
Burgos, Juan de Junta.
Medina, Hnos. Del Canto.
Alcalá, Salcedo.
Amberes, Martín Nucio.
3. GÉNERO.
Se trata de una novela de autoformación, es una carta destinada a vuestra merced,
tratamiento que implica alguien con superior condición social, y está motivada por "el caso", hecho
del cual éste ha oído hablar, y cuya versión personal pide a Lázaro, parte implicada en él, le
explique. Así que debe ser una especie de confesión y el personaje es un alto dignatario eclesiástico,
quizá el Arzobispo de Toledo que ha oído los extraños rumores que circulan sobre la extraña
conducta sexual del Arcipreste de San Salvador, como llegamos a saber al final del libro, según los
cuales éste estaría amancebado con la mujer de Lázaro.
La originalidad del libro crea un género literario específico realista, la novela picaresca.
4. TEMAS.
La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica del falso sentido del honor y de la
hipocresía. La vida es dura, cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que,
como se dice al principio de la obra, arrimándose a los buenos "se será uno de ellos": esto es, para
ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo. Sin duda alguna, se trata de la visión de un
humanista desencantado, acaso judeoconverso. Como consecuencia, resultó la inclusión de esta
obra en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, la cual permitió al cabo la circulación de
una versión expurgada de los pasajes anticlericales. El Lazarillo fue, además, una obra muy
traducida e imitada, y su influjo, profundo, marcó tanto la literatura española que podría decirse que
sin ella no habrían podido escribirse ni Don Quijote de la Mancha ni la treintena de novelas
picarescas españolas y extranjeras que se han conservado.
5. ARGUMENTO.
La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona la historia de Lázaro, un
niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de Salamanca, el Tormes; quedó
huérfano de su padre, un ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su
madre, Antona Pérez, una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito
hermanastro mulato.
TRATADO I
Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta
desarrollar un instinto de supervivencia. Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un
toro de piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; después rivaliza en astucia con él
en diversos célebres episodios como el de las uvas o el jarro de vino, hasta que se venga
devolviéndole la cornada de piedra con otro embuste, que le vale al cruel ciego descalabrarse contra
un pilar.
TRATADO II
Pasa luego a servir a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre, y al que roba algo de
pan de un arca que tiene; el clérigo lo confunde a oscuras (en su boca silba accidentalmente la llave
del arca, escondida mientras duerme) y, tomándolo por culebra, descubre el engaño, le da una
tremenda paliza y lo despide.
TRATADO III
Después entra a servir a un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de
hidalguía y de dignidad; Lazarillo simpatiza con él, ya que aunque no tiene nada que darle, por lo
menos le trata bien, si bien recurre a esa simpatía que despierta para conseguir que le dé parte de los
mendrugos que consigue el muchacho al pedir limosna, ya que él no posee la dignidad de la
hidalguía. El patético escudero termina por abandonar la ciudad y Lazarillo se encuentra de nuevo
solo en el mundo.
TRATADO IV
Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que
apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos.
TRATADO V
El tratado quinto es más extenso: narra una estafa realizada por parte de un vendedor de
bulas o buldero. Lazarillo sirve al buldero y asiste como espectador, sin opinar, al desarrollo del
timo, en el cual finge el buldero que alguien que piensa que las bulas no sirven para nada está
poseso por el diablo, cuando en realidad está compinchado o conchabado con él; esto se descubre a
posteriori, con una hábil técnica de suspensión. También este tratado sufrió la poda de la censura.
TRATADOS VI - VII
Los restantes y breves tratados narran cómo Lázaro se asienta con otros amos, un capellán, un
maestro de hacer panderos y un alguacil y se hace aguador. Por último consigue el cargo de
pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece una
casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los rumores que
se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con su criada. Sin embargo, tras la
boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo.
Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda una vida de ver qué es el honor y la
hipocresía que encubre la dignidad realmente, ya que eso al menos le permite vivir, y con ello
termina la carta, un cínico alegato autojustificativo que ridiculiza la literatura idealista del
momento. Lázaro afirma que ha alcanzado la felicidad, pero para ello ha debido perder su honra,
pues los rumores afirman que su mujer es la amante del arcipreste. Para mantener su posición,
Lázaro hace oídos sordos a dichos rumores.
6. LA NOVELA PICARESCA.
La novela picaresca nació como parodia de las narraciones del Renacimiento: epopeyas,
libros de caballerías, novela sentimental, novela pastoril... El fuerte contraste con la realidad social
generó como respuesta irónica las llamadas "antinovelas", de carácter antiheróico, protagonizadas
por anticaballeros que amaban a damas, mostrando lo sórdido de la realidad social: los hidalgos
empobrecidos, los conversos marginados frente a caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en
otra realidad observada por encima de sus cuellos engolados.
Las características de este género son las siguientes:
1. El protagonista es un pícaro, de muy bajo rango social y descendiente de padres sin honor o
abiertamente marginados o delincuentes.
2. Estructura de falsa autobiografía. La novela de humor está narrada en primera persona como si el
protagonista, fuera el autor y narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar,
empezando por su genealogía, antagónica a lo que se supone es la estirpe de un caballero. El pícaro
aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en
un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción cuyo desenlace conoce de
antemano.
3. Determinismo: aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y siempre
será un pícaro.
4. Ideología moralizante y pesimista. Cada novela picaresca está narrada desde una perspectiva final
de desengaño.
5. Intención satírica. La sociedad es criticada en todas sus capas.
6. Realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más desagradables de la
realidad, que nunca se presentará como idealizada sino como burla o desengaño.
7. TEXTOS.
Prólogo
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de
muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle
algo que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio que no
hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son
todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de
algunos, que de otros no lo son. Y esto, para ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy
detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo
sacar della algún fruto; porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace
sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean
sus obras, y si hay de qué, se las alaben; y a este propósito dice Tulio: "La honra cría las artes."
¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala, tiene más aborrecido el vivir? No, por
cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse en peligro; y así, en las artes y letras es lo mesmo.
Predica muy bien el presentado, y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas
pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: "¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra
reverencia!" Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le
loaba de haber llevado muy buenas lanzas. ¿Qué hiciera si fuera verdad?
Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis vecinos, desta nonada, que en
este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en
ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.
Suplico a vuestra M. reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y
deseo se conformaran. Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso por muy extenso,
parecióme no tomalle por el medio, sino por el principio, porque se tenga entera noticia de mi
persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues
Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña
remando,salieron a buen puerto.
Tratado Primero. Cuenta Lázaro su vida, y de cuyo hijo fue.
Pues sepa V.M. ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de
Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes,
por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera. Mi padre, que Dios perdone, tenía cargo
de proveer una molienda de una aceña, que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de
quince años; y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme
allí: de manera que con verdad puedo decir nacido en el río. Pues siendo yo niño de ocho años,
achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por
lo que fue preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en
la Gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra
moros, entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con
cargo de acemilero de un caballero que allá fue, y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser
uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos
estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del Comendador de la Magdalena, de
manera que fue frecuentando las caballerizas. Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias
curaban, vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa, y se iba a la mañana;
otras veces de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo al
principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía;
mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan,
pedazos de carne, y en el invierno leños, a que nos calentábamos. De manera que, continuando con
la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y
ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padre trebejando con el mozuelo,
como el niño vía a mi madre y a mí blancos, y a él no, huía dél con miedo para mi madre, y
señalando con el dedo decía: "¡Madre, coco!".
Respondió él riendo: "¡Hideputa!"
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí:
"¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mesmos!"
Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del
mayordomo, y hecha pesquisa, hallóse que la mitad por medio de la cebada, que para las bestias le
daban, hurtaba, y salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los caballos hacía
perdidas, y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para
criar a mi hermanico. No nos maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno hurta de los pobres
y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le
animaba a esto. Y probósele cuanto digo y aun más, porque a mí con amenazas me preguntaban, y
como niño respondía, y descubría cuanto sabía con miedo, hasta ciertas herraduras que por
mandado de mi madre a un herrero vendí. Al triste de mi padrastro azotaron y pringaron, y a mi
madre pusieron pena por justicia, sobre el acostumbrado centenario, que en casa del sobredicho
Comendador no entrase, ni al lastimado Zaide en la suya acogiese.
Por no echar la soga tras el caldero, la triste se esforzó y cumplió la sentencia; y por evitar peligro y
quitarse de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y
allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a mí
hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me
mandaban.
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestralle,
me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole como era hijo de un buen hombre, el
cual por ensalzar la fe había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor
hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él le
respondió que así lo haría, y que me recibía no por mozo sino por hijo. Y así le comencé a servir y
adestrar a mi nuevo y viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su
contento, determinó irse de allí; y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y ambos
llorando, me dio su bendición y dijo:
"Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te
he puesto. Válete por ti."
Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca, y llegando a la puente,
está a la entrada della un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que
llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo:
"Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro dél."
Yo simplemente llegué, creyendo ser ansí; y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó
recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el
dolor de la cornada, y díjome:
"Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo", y rió mucho la
burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. Dije
entre mí: "Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me
sepa valer."
Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza, y como me viese de buen
ingenio, holgábase mucho, y decía: "Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir
muchos te mostraré."
Y fue ansí, que después de Dios éste me dio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la
carrera de vivir. Huelgo de contar a V.M. estas niñerías para mostrar cuánta virtud sea saber los
hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cuánto vicio.
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