Características del espacio rural de Canarias

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Características del espacio rural de Canarias
Francisco J. García Rodríguez
Introducción
Uno de los temas de obligada referencia en un manual de desarrollo local es, sin
duda, las posibles especificidades que presentan las zonas de carácter rural y que
han de tenerse en cuenta a la hora de intervenir en un determinado territorio.
Lógicamente, esto ya introduce, como veremos más adelante con mayor detenimiento, una primera gran dificultad, que es determinar qué ámbitos territoriales
pueden ser considerados rurales y cuáles no. Así, la mayor complejidad socioeconómica hace que resulte cada vez más difícil realizar dicha distinción.
Por ello, adelantamos ya que nuestro objetivo con el presente trabajo no consiste en desarrollar, de manera sistemática y con un enfoque académico, las características de los espacios rurales de Canarias, separando inequívocamente lo
«rural» de lo «no rural». Por el contrario, nuestra principal motivación al abordar
el presente capítulo se inspira en los objetivos del conjunto de la obra, tal y como
nos fueron comunicados al trasladarnos la invitación a participar en la misma, en
el sentido de tratar de conectar con la práctica cotidiana del desarrollo local que
realizan los agentes o trabajadores de los diferentes centros, entidades o agencias
de desarrollo local de Canarias (…), sirviendo de guía práctica orientada a la resolución de los problemas y las dudas que se pueden presentar en el trabajo diario
de dichos profesionales.
Se tratará, por tanto, de reflexionar, desde un punto de vista metodológico,
respecto a la mejor forma de aproximarnos a la realidad en cada circunstancia o
133
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
espacio concreto, de hacernos preguntas, más que ofrecer respuestas únicas y
definitivas. Para ello, se apuntarán algunas variables que consideramos significativas a la hora de describir y diagnosticar un determinado territorio, comparando
sus valores para aquellos municipios canarios considerados rurales con respecto
a aquellos otros que no lo son, utilizando para ello una definición pragmática de
ruralidad basada en criterios demográficos.
En cuanto a la estructura del capítulo, se comenzará apuntando, de forma
breve, un cierto contexto teórico relativo a la delimitación de «lo rural», así como
los principales aspectos metodológicos para el subsiguiente desarrollo del mismo.
En los dos epígrafes siguientes se desarrollarán las principales variables objeto de
análisis y de comparación entre los municipios rurales y urbanos, tanto aquéllas de
carácter sociodemográfico como económicas. Finalmente se apuntarán, a modo
de reflexiones para el debate, las principales conclusiones.
Marco teórico y metodológico
Tradicionalmente, lo rural se ha concebido en oposición a lo urbano, determinándose los límites entre ambos espacios en función de factores demográficos y del
mayor o menor predominio de la actividad agraria, aunque también a tenor de
la presencia en los espacios rurales de modos de vida y de relaciones humanas
y familiares más permanentes, así como de modelos sociales tradicionales (Tió,
2005).
No obstante, la homogeneización de los modos de vida derivados del progresivo proceso de globalización, así como el conjunto de dinámicas aparejadas
(desarrollo de los medios de transporte, sistemas de información, etc.) han venido
a provocar la progresiva difuminación de las diferencias entre lo rural y lo urbano,
contrastando la multifuncionalidad socioeconómica actual del espacio rural con
la tradicional especialización económica en actividades del sector primario. Ello
hace que «las tipologías de las zonas rurales y sus características corran el riesgo
de gravitar hacia dos posiciones insostenibles: o son demasiado genéricas, vagas
y, por tanto, sin interés práctico, o bien son demasiado restrictivas, simplistas y
basadas en suposiciones implícitas« (OCDE, 1994).
En Canarias, lo anterior resulta, si cabe, aún más complejo, ya que el espacio
rural ha sido tradicionalmente explotado mediante una estrategia de aprovechamiento «vertical y múltiple», en la medida en que las franjas de territorio, dispues134
Francisco J. García Rodríguez
tas de manera vertical (de cumbre a costa) aportaban al campesino los recursos
necesarios para su subsistencia, extraídos de los diferentes estratos altitudinales.
Junto a ello, la progresiva fragmentación de la propiedad, provocada no sólo por
cuestiones orográficas, sino también por el objetivo de realizar una transmisión
hereditaria que incluyera parcelas en los diferentes ámbitos bioclimáticos, hace
que el medio rural canario pueda caracterizarse como vertical, reducido, fragmentado, diverso y multifuncional (Aguilera y otros, 1994).
Junto a ello, el medio rural de Canarias destaca por su heterogeneidad y dualidad agrícola, presentando un sector de agricultura de exportación situado en
zonas costeras, que registra una elevada capitalización y que convive con la agricultura de medianías, orientada al mercado interior, más diversificada, fragmentada y con problemas de productividad.
Finalmente, fenómenos como la creciente presión residencial, turística y de
ocio, así como de infraestructuras, etc., hacen que, particularmente en el caso
de Canarias, resulte cada vez más complejo establecer de manera inequívoca la
separación, la línea divisoria, entre lo que es rural y lo que no lo es (Godenau,
Hernández y Febles, 2004).
Lo anterior entronca con la primera gran dificultad a afrontar en el presente
trabajo: definir el espacio rural por oposición o contraste con el urbano. Se es
consciente de la existencia de un importante debate en este ámbito, así como
del surgimiento de nuevos y rigurosos enfoques metodológicos, incluso aplicados
a nuestro entorno más próximo, que muestran la «gran diversidad del mundo
rural» e invitan a «superar las limitaciones de planteamientos meramente municipales, comarcales o de especialización productiva» (Godenau, Hernández y
Febles, 2004; 102).
No obstante, como ya se apuntaba en el epígrafe introductorio, no constituye
nuestro objetivo, en el breve espacio de esta aportación, abundar en dicho debate. Por ello, en el presente trabajo, de cara a distinguir lo rural de lo que no lo es,
se seguirá un enfoque convencional, adoptándose un criterio basado exclusivamente en factores demográficos. Más concretamente, siguiendo al MAPA (2003;
557), «se ha convenido que el límite urbano-rural sean los municipios con 10.000
habitantes», de tal manera que se considerarán rurales únicamente aquellos que
cuenten con un volumen de población inferior a dicha cifra.
No obstante, dadas las especificidades y especial complejidad de delimitación
del medio rural canario, tal y como se ha destacado con anterioridad, dicho crite135
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
rio se ha matizado, siguiendo la recomendación apuntada por la OCDE (1994b) de
exigir para la consideración de un determinado ámbito como rural la presencia de
una densidad de población inferior a cierta cifra límite. En nuestro caso, dicha cifra
se ha situado en 250 habitantes por km2, de manera que aquellos municipios que
no alcanzan los 10.000 habitantes pero cuentan con una densidad de población
superior a la indicada no han sido considerados rurales a los efectos del presente
trabajo.
Con respecto a estos últimos municipios, un total de ocho, se optó por no
incluirlos en el análisis, ya que, si bien pueden considerarse como «no rurales»,
en la medida en que presentan una elevada densidad de población, derivada en
la mayoría de los casos de su carácter residencial, el escaso número de habitantes
(inferior a 10.000) limita en cierta manera su consideración como «urbanos». En
cualquier caso, su eliminación supone, únicamente y en conjunto, la no consideración de un total de 54.721 habitantes en 2005.
Finalmente y en otro sentido, se ha extraído también del análisis el municipio
de Betancuria, único de Canarias que presentaba a fecha 1 de enero de 2005
una cifra de población inferior a los 1.000 habitantes (738 personas). Si bien no
hay duda de su carácter inequívocamente rural, presentaba el inconveniente de
no contarse con la información relativa a las variables de carácter económico utilizadas en el trabajo, únicamente disponibles para los municipios españoles que
superen el millar de habitantes (Servicio de Estudios de La Caixa, 2005).
Delimitados de la forma que acabamos de indicar, tanto los municipios rurales como los que no lo son, se han definido y recogido un conjunto de variables
de carácter municipal que, a nuestro juicio, son relevantes para aproximarnos al
análisis de la realidad cotidiana a la que ha de enfrentarse un agente de desarrollo
rural a la hora de diagnosticar y entender el espacio en el que ha de actuar. Al
cuantificar dichas variables, desde una perspectiva comparativa, tanto para los
municipios «rurales» como para los «urbanos», se tratarán de apuntar ciertas características diferenciales que presentan los primeros, aunque siempre resaltando
las dificultades para establecer diferencias significativas entre ambos, a la luz de
los procesos de cambio y homogeneización a los que acabamos de hacer referencia anteriormente.
En este sentido, las variables de comparación se han agrupado en dos grandes
ámbitos: el sociodemográfico y el económico. Dentro de la dimensión sociodemográfica se han seleccionado variables en el ámbito de la población (número de habitantes y densidad, edad y género) y el empleo y el mercado de trabajo (actividad,
136
Francisco J. García Rodríguez
ocupación, estructura sectorial de la ocupación, estabilidad en la contratación y
desempleo). En lo que se refiere a la dimensión económica, se aportan diferentes
variables relativas a la actividad y estructura económica, así como a la estructura
empresarial. Dentro del ámbito económico se apuntan, además, algunas reflexiones en torno a las posibles diferencias existentes en torno a la economía informal,
así como a los parámetros de inversión, consumo y financiación, aunque sin contar, como es lógico, con información de carácter cuantitativo para establecer las
comparaciones.
Por último, conviene resaltar que es sobradamente conocida la escasez de información existente para cuantificar, con un carácter de actualidad aceptable, importantes indicadores socioeconómicos a nivel municipal. Por ello, algunas variables, singularmente las referidas a determinadas características estructurales de la
población (relación con la actividad, niveles educativos, etc.) se referirán al censo
de población del año 2001, última referencia disponible. Otras, como las referidas
a las características generales de la población (número y distribución por edades
y géneros) provendrán de los datos elaborados por parte del Instituto Canario de
Estadística (ISTAC) a partir de la última revisión del Padrón Municipal de fecha 1
de Enero de 2005 llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El
resto de variables provendrán de diversas fuentes, destacando las del Observatorio
Canario de Empleo (OBECAN) para las referidas al desempleo y el Servicio de Estudios de La Caixa (2005) para las estadísticas de carácter económico.
Las características de la población
No es necesario enfatizar la influencia de los recursos humanos que habitan un
determinado territorio en la delimitación de su nivel de desarrollo. Dicha importancia ha de enmarcarse en la tendencia general, que parte de la década de los
ochenta, de valorización de los recursos intangibles y de las capacidades basadas
en los recursos humanos.
Este hecho se ha entendido muy bien a partir de la perspectiva de la organización de empresas, desde la cual dichos recursos pueden entenderse como el
conjunto de «destrezas, conocimientos y habilidades de razonamiento y de toma
de decisiones» (Grant, 1995; 163) que las personas que integran la organización
ofrecen a la misma. Este recurso intangible resultaría crucial para la competitividad, en la medida en que, en última instancia, es el responsable último de la
generación de competencias distintivas (Hall, 1992), ya que, en el fondo, todo
recurso o capacidad potencialmente generador de ventajas competitivas en una
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5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
organización se construiría sobre la base de las contribuciones del Know How de
los miembros de la misma.
Si lo anterior es válido en el ámbito de la empresa, de igual forma lo sería para
el caso de los territorios, por lo que resultaría crucial conocer las características de
las personas que habitan el espacio sobre el que se pretende actuar. Desde este
punto de vista, la teoría del desarrollo local no ha sido ajena desde sus inicios
a la puesta en valor de las personas y, en general, a las cuestiones de carácter
inmaterial o «software», dada su incidencia en el potencial de desarrollo de una
comunidad local (Vázquez Barquero, 1987). Desde esa perspectiva, podríamos
preguntarnos las posibles diferencias que existirían entre los ámbitos rurales y
urbanos en cuanto al número de habitantes, edad, género, nivel educativo y procesos migratorios. Los principales resultados se resumen en los términos que pasamos a describir (ver Cuadro1).
Número de habitantes, territorio y densidad. Según datos del padrón municipal de habitantes, a fecha 1 de enero de 2005, más del 90 por ciento de la población de Canarias residía en los cuarenta municipios que presentaban el carácter
de urbanos, mientras que únicamente el 9,22 por ciento tenía fijada su residencia
en alguno de los treinta y ocho ámbitos municipales de carácter rural1. En cifras
absolutas, ello supone la existencia de 176.302 habitantes «rurales», frente a
1.736.519 considerados «urbanos». Este carácter mayoritariamente urbano de la
población se diría que es el reflejo de una tendencia que parece acentuarse en los
últimos años, puesto que si analizamos el porcentaje de crecimiento poblacional
en el quinquenio de 1999-2004, en sólo uno de los municipios considerados urbanos se registra un decrecimiento, mientras que en el caso de los municipios rurales
esta circunstancia se produce en doce términos municipales.
Por otra parte, teniendo en cuenta la extensión que representan en su conjunto dichos municipios, se deduce que la mayor parte del territorio canario, un
63 por ciento del mismo, tendría carácter urbano (4.332 km2), frente al 37 por
ciento que presentaría caracteres rurales (lo que supone un total de 2.535 km2 de
territorio).
La edad. La pirámide poblacional de los municipios rurales difiere claramente de
los urbanos, tanto en las edades correspondientes a la población más joven como
en la correspondiente a la de mayor edad. Sin embargo, en las edades intermedias
1 Hay
que recordar que fueron eliminados del análisis ocho municipios debido a que, si bien presentaban una cifra de población
inferior a los 10.000 habitantes, incumplían el requisito de una densidad poblacional inferior a 250 habitantes por km2 para ser
considerados rurales. Asimismo, se eliminó el municipio de Betancuria por carecer de datos estadísticos de carácter económico.
Estos 9 municipios junto a los 38 de carácter rural y 40 urbanos completarían los 87 municipios canarios.
138
Francisco J. García Rodríguez
la estructura es similar. Así, frente a la existencia de algo más de un 48 por ciento
de población joven (edad inferior a los 35 años) en los municipios urbanos, en el
caso de los de carácter rural este porcentaje supone sólo el 43 por ciento de la
población total. Por el contrario, en lo que se refiere a las edades más avanzadas,
la situación es justo la inversa, de tal manera que el 17 por ciento de la población
rural tiene una edad de 65 y más años, mientras que este porcentaje es sólo de un
11 por ciento en el caso de la población residente en los municipios urbanos.
El crecimiento vegetativo. La tendencia anterior parece acentuarse en las últimas décadas si analizamos la evolución del crecimiento vegetativo (variable resultante de detraer de los nacimientos registrados las defunciones producidas) de
los municipios rurales y las comparamos con los municipios urbanos. A modo de
ejemplo, se aporta el cálculo de dicha variable para ambos grupos de municipios a
partir de los datos censales de 2001 y se recoge también, en términos porcentuales, el valor relativo de la misma respecto a la población.
El género. En los municipios de carácter rural existe mayor nivel de masculinización de la población, en la medida en que el 51 por ciento de los habitantes son
hombres frente al 49 por ciento de mujeres. Por el contrario, en los municipios
urbanos existe una distribución más compensada en función del género, hasta el
punto que resulta casi totalmente igualitaria.
Cuadro 1. Características de la población de los municipios rurales y urbanos
Variables
Municipios rurales
Municipios urbanos
Fuente y referencia
Población total (%)
9,22
90,78
Padrón 2005
Población <35 (%)
43,02
48,46
Padrón 2005
Población 36-64 (%)
39,85
39,99
Padrón 2005
Población 65 y + (%)
17,13
11,55
Padrón 2005
Número de municipios
38
40
Padrón 2005
2535
4332
IGN
Densidad (habitantes/km )
69,55
400,86
Padrón 2005
Hombres (%)
51,10
50,10
Padrón 2005
Mujeres (%)
49,90
49,90
Padrón 2005
Crecimiento Vegetativo
92
5861
Padrón 2005
Crecimiento Vegetativo (%)
5,2
34
Padrón 2005
2
Territorio (km )
2
Fuente: ISTAC e IGN. Elaboración propia.
139
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
Las características del empleo y del mercado de trabajo
La actividad. La tasa de actividad de un territorio puede definirse como el porcentaje de población activa (personas de 16 o más años que llevan a cabo una
actividad laboral reglada, o que están disponibles para ello pero no pueden
hacerlo por carecer de un puesto de trabajo) respecto del total de población de
dicho rango de edad (población potencialmente activa).
Como se observa en el Cuadro 2, existe una notable diferencia entre el valor
de la citada variable en el caso de los municipios rurales, comparativamente con
el registrado para los de carácter urbano, de tal manera que para los primeros
el valor es seis puntos porcentuales menor (53,99 por ciento frente a 59,55 por
ciento). Esto resultaría indicativo de una menor predisposición a desarrollar una
actividad laboral reglada por parte de la población residente en los municipios
de carácter rural, bien por existencia de expectativas negativas respecto a la
posibilidad de conseguirla, o bien porque no se considera necesaria en el marco
de sus planes vitales. Esta última razón podría estar asimismo relacionada con
la mayor importancia relativa de la economía informal, aspecto sobre el que
volveremos más adelante. Es especialmente llamativo el reducido valor de la tasa
de actividad femenina en el ámbito rural, de tal manera que apenas 40 de cada
100 mujeres residentes en dichos municipios desarrollan o están disponibles para
realizar una actividad laboral reglada.
La ocupación. La tasa de ocupación recogería, en términos porcentuales, aquella parte de la población activa que está desarrollando una actividad laboral y
que, por tanto, no se encuentra en situación de paro (porcentaje, este último,
que vendría recogido por la tasa de paro). Como se observa en el Cuadro 2, en
esta variable no existen diferencias significativas entre los municipios rurales y
urbanos. Por consiguiente, en términos generales, podríamos considerar que las
oportunidades para la obtención de un empleo no vendrían determinadas por la
residencia en un municipio rural o urbano, salvo que admitamos que una parte
de la población rural renuncia directamente a incorporarse a la población activa,
porque asume la existencia de esas menores oportunidades de empleo, hecho
que vendría expresado en las diferencias observadas en la tasa de actividad, tal
y como se indicaba anteriormente.
La estructura sectorial de la ocupación. Donde sí que existen apreciables diferencias desde la perspectiva de la ocupación es en aspectos como la estructura sectorial de los empleos, lo cual se evidencia claramente en la media anual
140
Francisco J. García Rodríguez
de empleos registrados, variable que recogería los puestos de trabajo que, por
término medio, están registrados y cubiertos legalmente en cada ámbito territorial. Así, en el Cuadro 1 se aprecia que, a pesar del carácter mayoritario de
los servicios en cuanto a su capacidad para generar empleo en los dos ámbitos
analizados, en las zonas rurales dicha importancia es mucho más equilibrada,
en la medida en que la industria y, sobre todo, la agricultura y la construcción,
presentan un dinamismo mucho más importante que en los municipios urbanos. Ello hace que, frente a la realidad urbana en la que casi un 80 por ciento
de los empleos registrados lo son en el ámbito de los servicios, en el caso de los
municipios rurales este sector no alcanza al 65 por ciento del total. A similares
conclusiones se llega si analizamos las estadísticas correspondientes al número
de contratos registrados en las oficinas públicas de empleo, variable que recogería los valores acumulados, en este caso, para el año 2005.
La estabilidad en la contratación. Tomando asimismo como base las estadísticas de contratos registrados, no se aprecian diferencias significativas entre los
municipios de ámbito rural y urbano en lo que se refiere al grado de temporalidad de los nuevos contratos, de tal forma que para el año 2005 alrededor de
tan sólo el 10 por ciento de los realizados fueron de carácter indefinido, tanto
en los municipios rurales como en los urbanos.
El desempleo. Como ya se indicó con anterioridad al analizar la tasa de ocupación, no existen diferencias significativas en cuanto a los niveles de desempleo
entre los municipios rurales y urbanos. Asimismo, las divergencias en la distribución del desempleo por rangos de edad se limitan a una muy ligera diferencia en
el caso de las edades centrales, de tal manera que las mismas suponen un mayor
peso del desempleo total en los municipios de carácter rural. Ello posiblemente
se explique en función del menor peso de la población joven, tal y como quedó
reflejado con anterioridad.
Finalmente, en lo que se refiere a la tasa de paro por géneros, las importantes diferencias registradas entre hombres y mujeres en detrimento de estas
últimas (alrededor de seis puntos porcentuales), son prácticamente idénticas en
el caso de los municipios rurales y urbanos.
141
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
Cuadro 2. Características del empleo y mercado de trabajo en los municipios
rurales y urbanos
Municipios
rurales (%)
Municipios
urbanos (%)
Fecha de
referencia
Tasa de actividad hombres
66,94
71,95
Censo 2001
Tasa de actividad mujeres
40,79
47,48
Censo 2001
Tasa de actividad total
53,99
59,55
Censo 2001
Tasa de ocupación hombres
85,25
85,73
Censo 2001
Tasa de ocupación mujeres
79,78
79,54
Censo 2001
Tasa de ocupación total
83,20
83,23
Censo 2001
Empleos registrados agricultura
12,90
2,91
Padrón 2005
Empleos registrados industria
6,05
5,40
Padrón 2005
Empleos registrados construcción
16,95
12,74
Padrón 2005
Empleos registrados servicios
64,10
78,96
Padrón 2005
Contratos registrados agricultura
5,18
1,59
Padrón 2005
Contratos registrados industria
3,86
2,87
Padrón 2005
Contratos registrados construcción
26,82
19,23
Padrón 2005
Contratos registrados servicios
64,14
76,31
Padrón 2005
Contratos registrados temporales
89,96
89,90
Padrón 2005
Contratos registrados indefinidos
10,04
10,10
Padrón 2005
Parados menos 25
11,05
12,96
Febrero de 2006
Parados 25 a 45
57,65
55,76
Febrero de 2006
Parados más 45
31,29
31,28
Febrero de 2006
Tasa paro hombres
14,75
14,27
Censo 2001
Tasa paro mujeres
20,22
1,59
Censo 2001
Variables
Fuente: INE, ISTAC y OBECAN. Elaboración propia.
Características de la actividad económica
Para realizar una aproximación a la importancia de la actividad económica en los
municipios urbanos y rurales de Canarias se han seleccionado un conjunto de
variables a partir, fundamentalmente, de la información de carácter municipal
142
Francisco J. García Rodríguez
aportada por el Servicio de Estudios de La Caixa (2005). Veamos a continuación
las principales particularidades que pueden extraerse de su análisis.
El índice de actividad económica reflejaría la importancia relativa del conjunto de la actividad económica de un municipio respecto al total nacional, la cual
viene dada por las cuotas de tarifa tributarias (IAE) correspondientes al total de
las actividades económico-empresariales (industriales, comerciales y de servicios)
y profesionales. El valor del índice expresaría la importancia de la actividad económica sobre una base nacional de 100.000 unidades, equivalente al total de
dichas cuotas tributarias empresariales y profesionales. En el Cuadro 3 se recoge
la suma de dicho índice para los dos grupos de municipios, lo cual nos indicaría la
importancia del conjunto de cada uno de ellos frente al total del Estado. Asimismo, dicho valor se relativiza dividiéndolo por el total de la población considerada
residente en el medio rural y urbano, multiplicado por mil. Como se aprecia en la
estadística, resulta evidente la menor actividad económica del medio rural frente
al urbano, tanto en términos absolutos como relativos.
El nivel económico. Esta variable se plantea a partir de un índice de la renta
familiar disponible por habitante estimada a nivel municipal para el año 2003
(Servicio de Estudios de La Caixa, 2005). Este indicador define diez tramos, que se
corresponden con diferentes intervalos de renta que van desde el nivel 1 (Hasta
7.200 euros) al nivel 10 (más de 14.500 euros). En el Cuadro 3 se aprecian los
valores medios para el conjunto de municipios rurales y urbanos, alcanzando los
primeros un valor cercano al tramo 4 (9.300 - 10.200 euros) mientras que los
segundos se hallan mucho más próximos al 5 (10.200 - 11.300 euros). Por tanto,
en términos de renta disponible parece que la situación también es mucho más
positiva en los municipios urbanos. Lógicamente, este indicador no nos ofrece
información de un importante aspecto relacionado con la renta disponible, como
es el nivel de equidad (carácter más o menos igualitario de la distribución de la
renta entre la población).
Vehículos a motor y automóviles. A través de dicha variable se recoge el parque
de vehículos matriculados a 1 de enero de 2004, tanto de manera absoluta, como
relativizando dicha cifra a través del cálculo de la media de vehículos por cada mil
habitantes. Como puede observarse en el Cuadro 3, tanto los datos relativos a
vehículos de motor, en general, como los que se refieren a automóviles, recogen
valores claramente más elevados para los municipios urbanos que para los rurales,
lo cual reforzaría las conclusiones apuntadas anteriormente, tanto para el nivel de
actividad económica como para la renta disponible.
143
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
Cuadro 3. Características económicas de los municipios rurales y urbanos
Municipios rurales
Municipios urbanos
Fecha
Índice actividad económica
153
3.392
2003
Índice actividad económica relativo
0,87
1,95
2003
Nivel económico medio
4,03
4,70
2003
Vehículos de motor
102.369
1.050.237
Enero 2004
Vehículos de motor por 1000 habitantes
580,65
604,79
Enero 2004
Automóviles
62.825
736.681
Enero 2004
Automóviles por 1000 habitantes
356,35
424,23
Enero 2004
Variables
Fuente: Servicio de Estudios de La Caixa. Elaboración propia.
Estructura económica. La estructura económica diferencial de los municipios rurales y urbanos puede fácilmente deducirse a partir de la desigual distribución del
empleo por sectores económicos. Así, como puede apreciarse en el Cuadro 2, en
los municipios rurales existe una presencia mucho más importante de los sectores
agrario e industrial que en el caso de los urbanos, mucho más polarizados hacia
actividades económicas del sector servicios.
La estructura empresarial
Las diferencias en la actividad económica, que acabamos de analizar, encuentran
también su reflejo en estructuras empresariales también diferentes. Veamos algunos rasgos diferenciales, recogidos en el Cuadro 4, valiéndonos también para ello
de la información aportada por el Servicio de Estudios de La Caixa (2005).
Número de actividades industriales. En el Cuadro 4 se recogen las actividades
de dicho sector sujetas al impuesto de actividades económicas (IAE) en la fecha
de referencia (1 de enero de 2004). El número de actividades industriales equivale
prácticamente al número de establecimientos de dicho sector existentes en cada
municipio. Además, se ha incluido una relativización poblacional de dicha cifra al
recoger el número de establecimientos por cada mil habitantes. Esta última variable indicaría que, de media, existiría una diferencia de 1,32 entre los municipios
rurales y urbanos (12,66 frente a 11,34 actividades por cada mil habitantes), lo
cual sería indicativo de una mayor importancia relativa del sector secundario en
144
Francisco J. García Rodríguez
los municipios rurales frente a los urbanos, elemento que por otra parte viene a
confirmar la distribución sectorial del empleo apuntada con anterioridad.
El índice industrial. Dicho índice constituye una herramienta para comparar la
importancia económica de las actividades industriales (incluida la construcción),
para el año de referencia, en este caso 2003. Este índice se elabora en función del
impuesto de actividades económicas (IAE), correspondiente a las actividades industriales. Su valor, al igual que se indicó en el apartado anterior para el índice de
actividad económica, refleja el peso relativo (en tanto por cien mil) de la industria
de un municipio respecto al total español, sobre una base nacional de 100.000
unidades. En el Cuadro 4 se recoge la suma de dicho índice para los dos grupos
de municipios y, además, se relativiza calculando su valor para cada 1.000 habitantes. Los resultados relativos muestran una mayor importancia recaudadora de
las actividades industriales del medio urbano frente a las de los municipios rurales
(valor del índice de 1,18 en los primeros, frente a 0,84 en los segundos), lo que
estaría indicándonos, con toda probabilidad, una mayor escala de actividad y, por
consiguiente, mayores niveles de producción en los municipios urbanos, a pesar
de contar, en términos relativos, con un número menor de actividades.
Número de actividades del comercio mayorista y minorista. Los datos del
comercio mayorista que se aportan en el Cuadro 4 se refieren, en este caso, a 1 de
enero de 2004 y se derivan también del impuesto de actividades económicas (IAE),
constituyendo una buena aproximación del número de establecimientos comerciales mayoristas existentes en los dos grupos de municipios. De igual forma, se
recoge el número de actividades del comercio detallista sujetas a dicho impuesto.
En este último sentido, a efectos estadísticos, el número de actividades comerciales minoristas se puede considerar una aproximación al de establecimientos comerciales, de los que no existe información censal (un establecimiento comercial
puede tener una o varias actividades o licencias comerciales).
Como puede apreciarse en el Cuadro 4, tanto en lo que se refiere al comercio
al por mayor como al por menor y en términos absolutos y relativos, la importancia económica de los municipios urbanos supera ampliamente a la de los rurales,
lo cual es coherente con esa preponderancia del sector servicios apuntada con
anterioridad. Como también se aprecia en el Cuadro 4, dicha diferencia es más
tenue para el caso del comercio minorista que para el mayorista: en este último
caso, el valor del índice relativo de los municipios urbanos es el doble que el de
los rurales. En esa misma línea, en actividades como restauración y bares (que
comprenden fundamentalmente los bares, cafeterías y restaurantes, aunque tam145
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
bién incluye algunas otras, como heladerías, quioscos, etc.) se aprecia una mayor
cercanía en términos relativos entre los dos grupos de municipios.
Índice turístico. Dicho índice se calcula en función de la cuota tributaria (cuota
de tarifa) del impuesto de actividades económicas (IAE), que tiene en cuenta el
número de habitaciones, así como la ocupación anual (apertura durante parte o
todo el año) y categoría de los establecimientos turísticos. Se trata de un índice
simple, estimado para el ejercicio de 2003, que se obtiene dividiendo la cuota de
cada término municipal entre el total de cuotas del estado. En el Cuadro 4 se aprecia la suma de dichos índices para los dos grupos de municipios y la importante
diferencia entre ambos.
Cuadro 4. Actividad empresarial en los municipios rurales y urbanos
Municipios
rurales
Municipios urbanos
Fecha de
referencia
Actividades industriales
2.232
19.685
Enero 2004
Actividades industriales relativo
12,66
11,34
Enero 2004
Índice industrial
148
2048
2003
Índice industrial relativo
0,84
1,18
2003
Actividades comercio mayorista
373
8.735
Enero 2004
Actividades comercio mayorista relativo
2,12
5,03
Enero 2004
Actividades comercio detallista
2.929
39.610
Enero 2004
Actividades comercio detallista relativo
16,61
22,81
Enero 2004
Actividades restauración y bares
1.321
14.213
Enero 2004
Actividades restauración y bares relativo
7,49
8,18
Enero 2004
Índice turístico
900
15.267
2003
Índice turístico relativo
5,10
8,79
2003
Variables
Fuente: Servicio de Estudios de La Caixa. Elaboración propia.
La economía informal. Importancia de lo no mercantil como elemento distintivo.
Como ya se ha puesto de manifiesto con anterioridad, a diferencia de la estructura
productiva y empresarial general de Canarias, caracterizada por una terciarización
o polarización hacia el sector servicios, la economía de los ámbitos rurales, en
146
Francisco J. García Rodríguez
general, mantiene el sector primario, y en menor medida el secundario, como ejes
esenciales de su economía, registrando porcentajes muy relevantes de actividad
económica y de población activa en ambos sectores.
Junto a esta característica de relevancia de «lo agrario» y a pesar de la tendencia a la igualación u homogeneización de los patrones de comportamiento
económico rurales y urbanos (Tió, 2005), aún resulta fácilmente perceptible en el
medio rural de Canarias la importancia de las relaciones económicas «no formales», en el sentido de que no se producen a través de los mecanismos de mercado,
pudiendo distinguirse tanto producciones para el autoabastecimiento como para
intercambios no mercantiles.
En este último sentido, los cultivos de las zonas rurales de medianías presentan, en general, una baja rentabilidad mercantil, aunque mantienen una gran
importancia dentro de la economía familiar, ya que permiten un importante nivel
de autoabastecimiento de los hogares de cara a la cobertura de las necesidades
diarias de alimentación. Asimismo es de destacar la costumbre, fuertemente arraigada entre los agricultores y sus vecinos, del intercambio de estos productos en
un contexto no mercantil.
Como es lógico, por su propia naturaleza resulta muy difícil cuantificar el grado de importancia, tanto del autoabastecimiento como de los intercambios «no
mercantiles», a pesar de la existencia de ciertas aproximaciones sugerentes (Castilla y García, 2004). En cualquier caso, es evidente la importancia cuantitativa
de un fenómeno que, no por su dificultad para ser cuantificado, ha de dejar de
destacarse como factor diferenciador.
Inversión, consumo y financiación: la importancia del capital local
Al igual que ocurre en el caso de la «economía informal», resulta difícil realizar
estimaciones cuantitativas de la procedencia de las inversiones y los medios de financiación, así como de los patrones de consumo en el medio rural. No obstante,
dado el tipo de actividades empresariales mayoritariamente existentes, según el
análisis realizado en los epígrafes anteriores, así como su elevado número y escaso
tamaño, puede deducirse el importante peso del capital local y de la empresa de
tipo familiar en la actividad económica.
En este sentido, el capital local tendería a reinvertirse en el propio municipio. Las escasas salidas de capital que se producen (inversiones inmobiliarias, etc.)
suponen una pérdida de potencialidades de reinversión local y, en muchas oca147
5. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO RURAL DE CANARIAS
siones, implican además un aumento de los incentivos para abandonar a medio
plazo el ámbito rural, sobre todo por parte de los miembros más jóvenes de las
familias, con la consiguiente pérdida de capital humano.
En lo que a los patrones de consumo se refiere, tal y como se indicaba de manera general al principio de este capítulo, quizás lo más destacable es que tiende a
producirse, también en este aspecto, una convergencia entre lo urbano y lo rural,
persistiendo diferencias sobre todo derivadas de los menores niveles relativos de
renta existentes en los municipios rurales, tal y como se recogía con anterioridad
(MAPA, 2003).
Conclusiones
Como se indicaba al principio del capítulo, el objetivo fundamental del presente
trabajo no se circunscribe a la elaboración de una comparativa sistemática entre
el medio rural y urbano de Canarias, sobre todo si partimos de la base de que la
propia definición y acotamiento de «lo rural» puede ser, en sí mismo, objeto de
controversia. Por ello se han tratado de apuntar algunas claves analíticas, destacar
ciertas variables de interés, que pudieran ser de utilidad a la hora de abordar el
análisis de un espacio rural concreto.
Todo ello, además, en el contexto de una importante problemática relativa
a la inexistencia de información estadística actualizada a nivel municipal para la
medición de determinadas variables de interés, lo que obliga incluso a utilizar
información con un retardo lustral. Además, se es consciente de que muchas de
las características relevantes para cada una de las dimensiones analizadas resultan
muy difícilmente cuantificables, por lo que el análisis aquí propuesto habría de
complementarse con otros de carácter cualitativo.
En cualquier caso, parece evidente que en el medio urbano se registra un
mayor nivel de actividad económica, tanto en términos absolutos como relativos,
siendo esa diferencia más acusada en el caso de las actividades de mayor tamaño,
lo cual no denotaría sino el reflejo de la dificultad para el aprovechamiento de
economías de escala en el ámbito rural. Sin embargo, este menor tamaño de las
actividades también parece asociarse a un carácter más familiar, así como a una
mayor intensidad en términos de generación de empleo. Esto resulta evidente en
el caso del sector industrial, donde los municipios urbanos presentan un nivel de
actividad económica mayor, pero un número de actividades y una capacidad de
generación de empleo menor, todo ello en términos relativos.
148
Francisco J. García Rodríguez
El mayor nivel de actividad económica del ámbito urbano se refleja en unos
niveles de renta también más elevados. Ello, con toda probabilidad, puede ser un
factor explicativo de la pérdida neta de población que ha venido sufriendo el medio rural, lo cual ha provocado la configuración de una pirámide de población más
envejecida. No obstante, también ha de resaltarse la existencia en el medio rural
de un importante nivel de actividad económica, probablemente bastante mayor
que en el caso del ámbito urbano, que no es recogida en las estadísticas oficiales
y que no se organiza a través de la «lógica de mercado». Las significativamente
menores tasas de actividad parecen constatar este hecho.
Por otra parte, la estructura económica del medio rural tiende a ser mucho
más equilibrada que en el caso de los municipios urbanos, lo cual se confirma en
términos de distribución intersectorial del empleo. Así, la estructura económica
rural refleja un peso mucho mayor de las actividades agrícolas e industriales que
en el caso de los municipios urbanos, mucho más polarizados hacia el sector
servicios.
Finalmente, no puede olvidarse el carácter estratégico de esta estructura económica rural que posibilita el mantenimiento de una agricultura de «baja intensidad» y que genera, además, múltiples beneficios añadidos, tales como cierta
reducción de la dependencia exterior, mantenimiento de las tierras en cultivo,
garantía de alimentos de calidad, reserva paisajística, conservación del patrimonio
cultural y etnográfico, etc.
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