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ANALES DE HISTORIA NATURAL.
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ingresarían en la comisura posterior. Por abajo, dicho haz se
continuaría como indica Kolliker y Held, con el cordón a n t e ro-lateral de la médula.
• Sin pretender resolver definitivamente esta ardua cuestión,
nosotros expondremos aquí sumariamente el resultado de
nuestras investigaciones, que han recaído, sobre todo, en c o r ­
tes sagitales seriados de embriones de ratón, en los cuales se
mostraba casi exclusivamente impregnado el fascículo l o n g i ­
tudinal posterior. La comparación de los cortes sagitales, con
buenas secciones transversales de la misma región, colorea­
das, ya por el método de Golgi, ya por el de Veigert-Pal, nos
ha sido igualmente provechosa.
Extremo superior del fascículo longitudinal
posterior.—Desde
luego, debemos declarar que no nos ha sido dable confirmar
la opinión de Held sobre el origen de dicho manojo. Las fibras
de éste, y precisamente aquellas que suministran colaterales
para el núcleo del motor ocular común y patético, se adelga­
zan extraordinariamente al llegar encima del último grupo de
células motrices y se terminan á favor de arborizaciones libres,
ya en el núcleo del manojo longitudinal posterior de Edinger,
ya mucho más allá en pleno tálamo óptico. No hemos logrado
precisar la terminación de estas fibras más largas, que después
de cruzar el fascículo de Meinert, se doblan hacia adelante y
abajo; pero su extrema delgadez que contrasta con la notable
robustez de las mismas antes de emitir las colaterales destina­
das á los núcleos óculo-motores, nos obliga á estimarlas como
ramitas terminales, y no como cilindros-ejes nacidos en el c e ­
rebro intermedio. (Fig. 14, F.)
Cuando las fibras del fascículo longitudinal pasan por deba­
jo de los núcleos motores del globo-ocular, suministran á estos
u n gran número de colaterales, que han sido bien descritas por
Kolliker, Held y Van Gehuchten. Este hecho aparece clarísimamente en los cortes sagitales, donde se advierte además que
algunos tallos de origen envían su arborización final á dichos
focos, y que otros, después de suministrar una robusta rama,
ampliamente arborizada entre las células del núcleo del motor
ocular común, quedan reducidos á débil filamento, verdadera
colateral por el diámetro, que prosigue su camino hacia el
tálamo óptico. (Fig. 14, B, C.)
Las colaterales destinadas al núcleo del motor ocular exter—
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