54 ANALES DE HISTORIA NATURAL. ' (50> ingresarían en la comisura posterior. Por abajo, dicho haz se continuaría como indica Kolliker y Held, con el cordón a n t e ro-lateral de la médula. • Sin pretender resolver definitivamente esta ardua cuestión, nosotros expondremos aquí sumariamente el resultado de nuestras investigaciones, que han recaído, sobre todo, en c o r ­ tes sagitales seriados de embriones de ratón, en los cuales se mostraba casi exclusivamente impregnado el fascículo l o n g i ­ tudinal posterior. La comparación de los cortes sagitales, con buenas secciones transversales de la misma región, colorea­ das, ya por el método de Golgi, ya por el de Veigert-Pal, nos ha sido igualmente provechosa. Extremo superior del fascículo longitudinal posterior.—Desde luego, debemos declarar que no nos ha sido dable confirmar la opinión de Held sobre el origen de dicho manojo. Las fibras de éste, y precisamente aquellas que suministran colaterales para el núcleo del motor ocular común y patético, se adelga­ zan extraordinariamente al llegar encima del último grupo de células motrices y se terminan á favor de arborizaciones libres, ya en el núcleo del manojo longitudinal posterior de Edinger, ya mucho más allá en pleno tálamo óptico. No hemos logrado precisar la terminación de estas fibras más largas, que después de cruzar el fascículo de Meinert, se doblan hacia adelante y abajo; pero su extrema delgadez que contrasta con la notable robustez de las mismas antes de emitir las colaterales destina­ das á los núcleos óculo-motores, nos obliga á estimarlas como ramitas terminales, y no como cilindros-ejes nacidos en el c e ­ rebro intermedio. (Fig. 14, F.) Cuando las fibras del fascículo longitudinal pasan por deba­ jo de los núcleos motores del globo-ocular, suministran á estos u n gran número de colaterales, que han sido bien descritas por Kolliker, Held y Van Gehuchten. Este hecho aparece clarísimamente en los cortes sagitales, donde se advierte además que algunos tallos de origen envían su arborización final á dichos focos, y que otros, después de suministrar una robusta rama, ampliamente arborizada entre las células del núcleo del motor ocular común, quedan reducidos á débil filamento, verdadera colateral por el diámetro, que prosigue su camino hacia el tálamo óptico. (Fig. 14, B, C.) Las colaterales destinadas al núcleo del motor ocular exter—