Diálogos entre marxistes y católicos Es evidente que vivimos una ¿poca de apertura, de deseo de comprensión, de enmendar rumbos y da corregir errares pasados y presentes. Una época que, en lo psicológico y sociológico, se sitúa casi en la.i antípodas de otras ¿pocas —no lun luidnos— en las que predominó un sectarismo estrecho y cernido, tanto en el campa religioso L,j>ni> en e! campo político o social. Las conversaciones entre marxistas y católicos realizadas en Salzburno a mediados del año pasado son tata supérenle manifestación de este "nuevo espíritu". Antes de presentarnos ulgunos de los aspectos más salientes de aquella reunión, el autor nos coloca en su contexto inmediato. Diálogos en Alemania: la Sociedad de San Pablo ExisLu en Alemania, desde 1956, una asociación de inspiración crisiiana, compuesta por científicos, filósufus y teólogos en su mayoría católicos. Esa asociación, bajo Ja advocaciún de San Pablo, se ha empeñado, desde 196-1, en un mejor conocimiento del pensamiento marinista por parte do los católicos y del pensamiento católico por parle de los marxislas. En este empeño la Pautusgesellsctiaft ha aduplado corno uno de sus principios metodológicas básicas el de no sustituir nunca la "opinión contraria" por conferencias sobre ella, sino hacer que ella sea presentada por uno de sus representan Le* rn.is fjlífk-idfx. Por lo cual, en tres reuniones sucesivas ha llamado a connotados pensadores niarxistas y a Lcólogos y filósofos católicos igualmente connotados para tratar de anudar un diálogo que ilumine a cada uno de estos dos grandes campos culturales sobre el pensar del otro. Así, en la primavera (mayo) de 1964, la Sociedad de San Pablo provoco en Munich un encuentro entre un filósofo marxista "disidente" —Ernst Bloch—, un gran teólogo católico —Karl Rahner— y un científico de fama —Konrad Lorenz—. En la maciza exposición de Bloch pudo apreciarse cuan lejos pueden llegar las posibilidades de evolución en el marxismo teórico. En efecto, este pensador pudo rechazar la "ley" marxista de que la infraestructura económica produce y mantiene la superestructura ideológica. ISO y lamentar la "pérdida de transcendencia" que conduce a un "nihilismo intelectual" absoluto. Y concluyó con un grito de esperanza: "El ser trascendente se ha debilitado, pero la esperanza no está muerta; y donde hay esperanza hay religión". Karl Rahner, por su parte, advirtió que no hay que confundir <;1 cristianismo con ciertas formas que éste puede tomar: "El cristianismo vulgar presupone y produce un materialismo vulgar", porque ignora la doctrina bíblica de la unidad básica de espíritu y materia, tanto en su origen en Dios como en su historia y en su destino final. "La materia es portadora de sentido, porque es necesaria para la existencia del sujeto espiritual; materia y espíritu no son sino dos aspectos de una única realidad creada". Finalmente quiso destacar Rahner el grave error que cometen los que menosprecian el "filo" de la argumentación filosófica del ateísmo marxista, ya que ella procede de una experiencia que no es extraña ni a los mismos cristianos: la experiencia de la ausencia de Dios; y de una intuición también certera: la de que este mundo material puede ser comprendido y dominado por e! hombre. Finalmente, Lorenz acentuó una vez más una idea que había ya expuesto en otras ocasiones: la Ciencia está ciertamente determinada demasiado unilateralmente, y necesita de una complcmentación filosófica; pero por otra parte puede servir de útil correctivo a la filosofía y la teología. En esta forma, el diálogo marxista-católico-científico mostró ricas posibilidades a lodos los participantes: a los católicos, la de valorizar la materia de un modo más positivo; a los marxistas, la de considerar el futuro no sólo en términos económicos sino con una apertura a la esperanza y a una especie de "religión"; a ambos, la de admitir un cierto "ateísmo metodológico" en las ciencias naturales, siempre que éstas se mantengan denlro de su esfera y métodos propios. La reunión de Munich indicó a sus organizadores la necesidad de mantener en el futuro ese carácter tripartito: Ciencia - Teología - Humanismo no-cristiano, evitando el reducirlo a un diálogo entre dos "adversarios" tan Inertemente opuestos como el marxismo y el cristianismo, que deriva casi inevitablemente en dos monólogos paralelos. Se decidió igualmente ampliar ese foro académico, dándole un carácter más internacional e invitando a él a teóricos mancistas "ortodoxos" de ambos lados de la cortina (o del muro...). Fue esto la que se intentó en la próxima reunión de la Sociedad de San Pablo, celebrada en Colonia en el otoño siguiente (octubre di! 1964). Pero ese intento fracasó en gran parte: por querer abarcar demasiado, no se man(uvo la "trilogía" inaugurada en Munich, y así la excesiva diversidad de los participantes hizo que los unos no se interesaran suficientemente en las ideas de los otros. La "estrella" de esta reunión fue Adara Schaff, filósofo polaco, presidente de la Academia de Ciencias de Varsovia y principal ideólogo del Partido Comunista de Polonia : fue el único capaz de ubicar certeramente las preguntas que un cristiano debe plantear hoy dia al marxismo, y de responder a ellas con sus grandes dotes pedagógicas y psicológicas. Schaff —que en la primavera siguiente participaría en la Conferencia de Nueva York acerca de la encíclica Pacent in Terris— es, como hemos visto, una de los pilares de la "ortodoxia marxista" en Polonia. Sin embargo, en su intervención cíe Colonia se apartó de la "línea oficial" del partido en puntos importantes: el hombre, según él, Licne una estructura unitaria y un valor "único" e "irrepetible"; Schaff cree además poder encontrar en los escritos del joven Marx los rudimentos para una teoría de la personalidad (que él confunde con la individualidad), pero reconoce que esa teoría aun "no se ha constituido, y tardará bastante tiempo en constituirse", debido a que el pensamiento oficial marxista no le ha dado hasta hoy ¡a importancia debida, lo cual es muy de lamentar, según el dirige] \te comunista polaco. El marxismo puede legítimamente llamarse humamisino, en opinión del mismo destacado pensador, ya que "el hombre sigue siendo el objeto principal de nuestra preocupación". Y en esto cree Schaff que un filósofo marxista puede aprender mucho del personalismo cristiano; pero es evidenLe que se mantiene siempre la diferencia básica entre ambas doctrinas: para el cristianismo es imposible una antropología autónoma y antropocéntrica, y para el marxismo es imposible una antropología heterónoma y teocéntrica. El diálogo de Colonia tomó caracteres más dxamiti- cos cuando descendió al terreno de la praxis. Aunque no se había considerado entre los temas de esa reunión, la cuestión de la posibilidad concreta de coexistencia entre marxismo y cristianismo tuvo que ser respondida por Adam Schaff, ante la insistencia de varios de los interlocutores. El dirigente polaco concedió una tal posibilidad en el sentido de un rechazo de la coerciún y en el de una aceptación de cooperación concreta; pero rechazó la posibilidad de una "coexistencia ideológica" que concediera iguales derechos a dos verdades tan diamctralmente opuestas. Aun dentro de la sociedad comunista se dan necesariamente estas luchas ideológicas, inherentes al ser humano, ya que es imposible, indeseable e impensable —según Schaff— una uniformidad monolítica a! estilo de la que présenla Orwell en su "1984". El teórico polaco declaró que los países marxistas se hallan en la via de una democratización, lenta quizás, pero irrevocable; hay que tener paciencia: si el tránsito a las libertades democráticas ha necesitado 250 años en Inglaterra y 150 anos en Francia, no hay que extrañarse de que, después de 40 años, aún no se haya realizado plenamente en la URSS, que tuvo un punto de partida mucho mis desfavorable. Una intervención que llamó grandemente la atención en la reunión de Colonia fue la del joven filósofo español Alfonso Alvarez Bolado, S. J. Este resumió los resultados tangibles de dicha reunión diciendo que había que canceder al Marxismo que el hombre no es una "naturaleza" enteramcnLc acabada, sino un "ser del futuro", tendiendo siempre hacia un auto-desarrollo y una cierta autonomía. Respecto a las posibilidades de coexistencia y de diálogo, anotó el jesuíta español que, tanto de parte del comunismo como del cristianismo, se daba una tímida disposición hacia el diálogo, pero ninguna práctica del mismo. El "diálogo interconfe5¡onat" entre los cristianos no es sino un "aún más tímido comienzo". 181 EL "ESPÍRITU DEL DIALOGO" F.t Papa Juan XXIII fue el Pastor que "abrió ¡as puertas riel aprisco" a un diálogo fecundo can los cjtir no pertenecen al rebaño. No sólo en sus grandes cnciciicas: es toda la personalidad de "Juan el Bueno", su gran corazón, abiertu a "todos los hambres de buena voluntad", lo que dinamitó y aceleró esa disposición a comprender y apreciar los valores existentes en hombres e ideologías muy divergentes del cristianismo. "Si las católicos, a proposita de las cosas temporales, traban relación con aquellos que o no creen en Cristo o creen en £1, pero en jornia errada, pueden servirles de ocasión o de exhortación para que vengan a la verdad. Se lia de distinguir también cuidadosamente entre las teorías filosóficas .vibre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre, y las iniciativas de orden económico, social, cultural o político, por más que tales iniciativas hayan sido oríginadas e inspiradas en ¡ales teorías filosóficas . .. Puede a veces suceder que ciertos contactos de orden práctico que hasta aquí se consideraban como inútiles en absoluto, hoy por el contraria sean provechosos, o puedan llegar a serlo", a priori. la polémica ofensiva y pasada de moda. No busca la inmediata conversión del interlocutor, puesto que respeta su dignidad y su libertad; pero trata de ayudarlo a disponerse para irna mayor participación de sentimientos y convicciones. "Diálogo a prueba" en Italia A fines de 1964 aparec¡3 en las librerías italianas un grueso volumen de más de 403 páginas. Pese a su imponente extensión fue devorado por el público y suscitó grandes polémicas en toda la península. Editado por Mario Cuzzini, conocido católico italiano, el libro llevaba por título FA diálogo a prueba, y consistía esencialmente en diez ensayos, cinco de los cuales estaban firmados por destacados comunistas y los otros cinco por católicos igualmente destacados. Sin entrar a discutir el contenido del libro, queremos señalar sin embargo algunas de las "ponencias" comunistas, que ayudan a comprender mejor lu posición avanzada e independiente asumida en la reunión de Sal/.burgo seis meses después, por algunos de los mismos colaboradores marxistas del Dialoso alta prava. Así por ejemplo, Lucio Lombardo Radice, profesor de Geometría de la Universidad de Roma y miembro del Comité Federal del Partido Comunista Italiano, afirmará que la religión no es a priori ni por definición, ni conservadora ni revolucionaria: en el pasado ha sido ciertamente una fuerza reaccionaria, y como tal es considerada Pacem in Terris. A'1.' 61 aun en la URSS según el Informe Ilitchev (ver Mensaje, N'-' 128, mayo 1964); pero ese informe (con el cual se muestran en desacuerdo la mayoría de los dirigentes comunistas italianos y franceses) muestra sólo "una parte de la verdad, y de ahí que esté en el error"; hay que afirmar hoy día que la religión puede acoger una carga revoPaulo VI: "Eclesiam Suam" lucionaria, y que si bien puede ser "opio del pueblo", no En esfa brevísima "historia del diálogo" reciente endebe serlo necesariamente. E! profesor romano ve en la tre marxbtas y cristianos no podemos dejar de men- religión cristiana de hoy el ejercicio de valores que puecionar la labor dialogal de Paulo VI, sobre lodo en su den ser diversos de los que sostiene el marxismo; no encíclica Eccíesiam Simia. Fechada en 6 de agosto de 1964. son sin embargo antitéticos de estos. Y, si bien cree inese sitúa cronológicamente entre las dos reuniones ya vitable la desaparición y la superación de la religión, esto mencionadas de la Sociedad de San Pablo, y no dudamos debe ocurrir en un ambiente de plena libertad religiosa. que la voz del Papa, de franco apoyo a ese lipo di; dinOtro profesor universitario y alto dirigente del Par. logo ha tenido efecto reconfortante en los organÍ7adores tido, Salvatore di Marco va aun más allá, y cree que la de dichas reuniones. Recordemos brevemente algunas de religiosidad es un factor tan hondamente arraigado en sus ideas. el hombre, que no desaparecerá nunca en la sociedad Las relaciones entre la Iglesia y el mundo podrían socialista del futuro, sino que se sublimará, perdiendo concebirse ¡Bóricamente de muchas maneras: aislamiento sus elementos más bajos (supersticiones y formas infedel mundo, reproche dirigido al mundo, influencia preriores de misticismo) y adquiriendo en cambio más claponderante sobre ese mundo. ramente una "conciencia de infinito". Según el profesor (El Papa reflexiona sin duda en ias diversas formas di Marco es necesario proceder a una revisión radical que históricamente ha tomado la relación Iglesia-mun- del concepto marxista de "alienación" aplicado a la relido). Pero a todas esas modalidades prefiere d Papa gión, ya que ésta, en sus formas más elevadas, no sólo la del diálogo: "no en un sentido unívoco, sino adap- no enajena al hombre, sino que lo interioriza más. Según tado a la naturaleza del interlocutor y a las circuns- este autor, hay que rechazar absolutamente, la tesis de tancias de hecho". Y las circunstancias de hoy día son Ililchcv, según el cual la realización final del socialismo las de un pluralismo cultural y religioso, y las de la ma- comporta b desaparición de ía religión, y consecuenteduración de la humanidad: el hombre de hoy se ha ha- mente hay uue rechazar la tesis de que el ateísmo es esenbituado, por su misma educación secular, "a pensar, ha- cial al marxismo. Los comunistas italianos no aceptan de blar y actuar a través de la dignidad del dialogo". ningún modo c] "monolitismo" comunista vigente en la Esta modalidad del diálogo excluye la condenación URSS y el consiguiente mito de la unidad disciplinar 182 dentro del partido, sino que se mueven dentro de la linea del pluralismo de las fuerzas políticas y ele la participación pluripartidista. No podernos entrar aquí en una discusión sobre el significado de esas afirmaciones y la posibilidad de un diálogo real entre comunistas y católicos en Italia. El P, Giuseppt; de Rusa lo ha hecho muy extensamente en dos densos artículos aparecidos en La Civiltá Cattolica (5 de junio y 3 de julio de 1965). Hcmus querido simplemente destacar esas posiciones de los dirigentes comunistas italianos, tan novedosas c independientes, para comprender mejor el ambiente en que iba a abrirse la reunión de Salzburgo, donde cabria una tan destacada participación a esos mismos dirigentes: Lombardo-Radice, elegido como Director de Debates, y su dirección nu fue de lo más feliz. Bruscamente pasó de la extremada permisividad del primer día a una igualmente extremada severidad en los días siguientes. Su actuación tue calificada de 'impuninente" (Stimmen der Zeit) y "temperamental" (Revista de Occidente). ¿Diálogo o "Triálogo"? Comunistas, católicos y "científicos" El propio jefe de debates afirmó con su voz autoritaria, que en esa reunión había no dos, sino tres facciones: Cristianos, comunistas y . . . "científicos", entendiendo por esta última palabra los especialistas en ciencias naturales. En todo ti proceso de la reunión se pudo ver que los científicos, aun los de proveniencia cristiana, no Salzburgo 1*65: un comienzo difícil pueden contribuir a un diálogo teorético si se aferran aJ y algunas panas primado absoluto de su propia ciencia. Asi por ejemplo Ya dijimos más arriba que una de las resoluciones Scliaefer pudo afirmar que "la Ciencia es el único poder tomadas por la Paulusgcseltcha.fi en su reunión de Mu- universalmente reconocido en este mundo", negándose a nich fue la de invitar a pensadores marxistas "ortodoxos" enfrentarse a la problemática planteada por el marxisde ambos lados de la cortina de hierro (o muro de la- mo de que también la ciencia es una función del desadrillos de Berlín). Ya se intentó algo de ese tipo en la rrollo social, o a la problemática planteada a los crisreunión de Colonia. Ahora, para la de Salzburgo, se tuvo tianos por las nuevas teorías espaciales presentadas por cuidado de invitar oficialmente a las Academias de- Cien- el búlgaro Poliakov. cias de la Unión Soviética y de sus principales "satélites". Los científicos, rehuyendo el "diálogo", sea con crisLa primera no contestó a la invitación; las restantes tianos sea con marxistas, postulaban más bien un "triar prometieron enviar delegados. También se invitó a algu- logo" entre esas dos facciones y ellos mismos. Según la nos marxístas "disidentes" o "revisionistas" de esos mis- afortunada frase de la Revista de Occidente, en la reumos países, y les fue concedido el permiso de sus respec- nión lie Salzburgo se constituyó una "especie de triántivos gobiernos. gulo, con sus lados disciplinadamente trazados, pero sin Pero... un pequeño incidente va a atascar el motor que llegaran a tocarse realmente en los ángulos". de partida de esa reunión. En efecto, unas semanas anLa misma Revista concluye, sin embargo, que "esa IL'S de la fecha fijada para e¡la, el Vaticano creaba ci falta de conexión ,, . tenía que resultar favorecedora para SL-L-rctariado para los no-creyentes. La dirección de la (el lado religioso). La aulúníica ingenuidad de la ciencia Sociedad dií San Pablo creyó conveniente invitar al Pre- actual, consciciue de sus limitaciones, fronte a la mucho sidente del recién creado Secretariado, Cardería! Konig más pretenciosa de tiempos de Marx, acabaría apare(Arzobispo de Viena), a tomar parte en la reunión de ciendo en labios de sus mejores intérpretes, que dedujeSalzburgo. Este aceptó, y unos días después aparecía en ron de su propio confinamiento el más decisivo argula prensa una información en la que se decía que el Se- mento, no contra el marxismo como creencia y mito, cretariado veía con agrado esa ocasión de tomar contacto sino contra su atuendo cicnlífista de que el cristianismo por primera vez con pensadores marxistas. Eso bastó no puede presumir. Por eso, expresamente, algunos de para que la mayoría de los gobiernos comunistas retira- los Naturwissenschafter afirmaron que, en cuanto cientíran los permisos y las visas concedidas. Fue en vano que ficos, podían ser con más facilidad cristianos que marlos dirigentes de la PauliisgeseUscftaft insistieran en que xistas, ya que el marxismo pretendí: derivarse de leyes el dicho comunicado de prensa no se había originado de naturales mientras que el Cristianismo renuncia a toda ningún modo en la dirección de la Sociedad. Los gobier- explicación científica de sí mismo". nos socialistas mantuvieron su negativa sin dar expücaciones; parece ser que vieron en la reunión de Salzburgo un asunto manejado par el Vaticano, y se negaron Aporte marxista: una "afinación de perspectivas" a participar en él o a permitir la participación de sus Tres eran los temas principales de la reunión de Salzsubditos. buigo: "el hombre y la religión", "el futuro de la huEste incidente quitó a la reunión una buena parte de manidad" y "la posibilidad de una coexistencia ideolóÍU "ecumenicidad". Con todo, el sector marxista estuvo gica". Según el P. Donald MacLean, S. J.. en su artículo ampliamente representado por algunas de sus principales de la revista América, la "pregunta clave" en todos esos figuras dentro de los países occidentales, e incluso de problemas era la de si el ateísmo es o na esencial al unos pocos países comunistas (Berlín Occidental, Bulga- marxismo. ria, Yugoslavia). Ya vimos que, según algunos teóricos marxistas iiaPor fin pudo comenzar la reunión. Pero ahí no ter- lianos, IÍI respuesta a tal pregunta h;i de ser negativa. Ellos explican el ateísmo de Marx: coma una respuesta minaron las dificultades. El fisiólogo Hans SctiLiuCcr fue 183 a las condiciones históricas prevalentes en su tiempo. Mucho se discutió en esa reunión, y es tema favorito de muchas discusiones actuales, sobro la diferencia entre las ideas del "joven Marx" y las del Marx de épocas posteriores. No es posible entrar aquí en esa complicada problemática, pero, sea lo que sea de la posición de Karl Marx, la cierlo es que, al menos algunos de sus comentadores más destacados, comienzan a poner en duda algunas de las tesis consideradas hasta ahora como "inamovibles", lanto por marxistas como por cristianos. Nuestro ya conocido Lombardu-Radice pudo afirmar en Sal/hurgo: "Cuando uno aplica el marxismo al marxismo se llega a la conclusión de que también el marxi.s mo tiene necesariamente sus vacíos, sus inevitables unilateralidades; que, por tanto, el marxismo puede y debe también completarse y desplegarse con la ayuda de otras verdades ..." Asi por ejemplo, Roger Garaudy pudo rein vindicar una vez más en Salzburgo los grandes valores que constituyen el "fondo humano" del Cristianismo —y esto tuj constituye sorpresa para los que habíamos leído ese interesante y "alusivo" libro que es La Moral Marxista— y afirmar que "con el cristianismo apareció por primera vez cí llamado a una comunidad humana sin límites, a una totalidad que engloba todas las totalidades"; y, con humildad y respeto: "Los grandes místicos, como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, nos aportan todavía a los marxistas la expresión más alta de un amor humano que se dice en el mismo lenguaje que el divino". Con todo, el mismo Garaudy sigue firme en su rechazo de un "Dios por encima de nosotros", aceptando solamente un "futuro por delante de nosotros". La contribución católica: Karl Rahner y el "futuro absoluto" Marxistas y católicos estuvieron de acuerdo en considerar que !a actuación del P. Karl Rahner, S. J.. había sido el climax de la reunión de Salzburgo. Vale la pena, por tanto, que, dejando de lado otras contribuciones católicas de importancia, nos detengamos brevemente en algunos de los puntos tocados por el magistral discurso de Rahner sobre El juturo cristiano del hombre. "Los cristianos —dice Rahner— pueden coincidir con los marxistas en aceptar al hombre como punto de partida, asi como su proyección en el futuro, que le dará su pleno sentido". El destacado teólogo alemán acepta, pues, el desafio marxista. y se esforzará en mostrar que su falla principal está en haberse quedado cortos en su legítimo afán por el futuro: "Nadie puede impedir por largo tiempo el que el hombre se tome en serio a si mismo", afirmó Rahner; y él tomará en serio este afán. "Nosotros, marxistas —había dicho Garaudy— no pensamos que el término (de la búsqueda humana) pueda estar en un más allá; como ateos, nada nos está prometido y nadie nos espera, ya que el movimiento "hacia adelante" del marxismo no está inspirado por una fe religiosa y repudia al Dios "de allá arriba". A este desafía responderá Rahner con sus cinco tesis densísimas: 184 1. El Cristianismo, lejos de ser una sacralízación de un presente histórico, es una religión del futuro. Es decir, es la religión de la autolrascendencia de! hombre sobre sí mismo, religión del devenir que promueve la historia hacia Dios, religión del desbordamiento del hombre por el futuro trascendente de Dios. Hasta el punto de que el cristianismo entiende todo a partir de lo que está por venir. 2. El Cristianismo es la religión del ¡aturo abíoluio. Todo hombre, quiéralo o no, esté o no consciente de ello, se refiere, al realizar su propio futuro empírico, a este futuro absoluto qtic viene inexorablemente sobre él y que es el que sostiene en vilo el poder creativo del hombre. Este futuro absoluto no puede ser una dimensión puramente formal y proyectada por L-1 hombre, sino que es en si mismo "la real plenitud de la realidad". Es este futuro absoluto al que llamamos Dios. Pero el hombre puede volver las espaldas a esu futuro absoluto —que excede cuanto el hombre pueda planificar— y enfrentarse a los futuros concretos: de ahí nace la posibilidad del ateísmo. 3. La religión cristiana, con sus dogmas fundamentales de la visión beatifica, la gracia y la Encarnación, se produce como el reconocimiento radical de ese señorío del futuro-Dios sobre nuestra historia. Pero por lo mismo, no confunde el futuro absoluto con ninguna "utopía intramundana" de la realización de la ciudad terrestre. Pero tampoco puede entrar —de suyo— en conflicto con esos ideales históricos o utopías de la construcción humana de la ciudad terrestre, siempre que éstas sean auténticamente humanas. 4. Si bien la religión cristiana rehusa identificarse con ninguna "utopía" política concreta, esto no significa que les sea indiferente. En el pasado, el cristianismo ha podido "identificarse ingenuamente" con determinados sistemas de la construcción humana del futuro, y esto ha podido ser parcialmente nocivo al progreso. Eslo es innegable históricamente. Pero estos errores del pasado no deben impedir proclamar una vez más la doctrina cristiana básica: "la construcción racional y activamente planeada det futuro intramundano; la mayor liberación posible del hombre del dominio de la Naturaleza; la progresiva socialización del hombre a fin de que todos y cada uno puedan lograr al máxima la ampliación de su campo de libertad, han de ser consideradas por el cristiano como una tarea encomendada al hombre junto con su esencia recibida de Dios". (Uno no puede dejar de pensar en las ideas de Teilhard de Chardin al leer estas expresiones del Karl Rahner). Al mismo tiempo, esa esencial diferencia entre "utopía intramundana" y "futuro absoluto" es el mejor correctivo aportado por el cristianismo a la fácil tentación de "sacrificar brutalmente cada generación en favor de la siguiente, y convertir asi :il futuro en un Moloch ante el cual es inmolado el hombre real en favor del nunca real y siempre por venir". 5. El cristianismo, cerno religión del futuro absoluto, permanecerá a través de todos los estadios de la promoción humana. Y permanecerá como institución, es decir, como Iglesia. Pues la afirmación cristiana, por su misma nvctgadura y como sucede con toda gran afirmación histórica, sólo es soportable por una comunidad. Es muy pusible que en la sociedad pluralista que nos espera, la Lumunidad de los creyentes sea una comunidad minoritaria. Por esto mismo le interesa tan decisivamente a ia Iglesia que se respeten los derechos de las minorías. Este macizo discurso de Rahner [lo hemos extractado casi literalmente de la síntesis que nos ofrece el ya mendonado P. Alvarez Bolado en Razón, y Fe, intercacalando algunas citaciones literales tomadas de Stimmen der ZeiÜ. provocó, como dijimos, gran interés y favorable reacción en los interlocutores marxistas. Así Garoudy pudú decir: "Este lenguaje lo entendemos; nos planteamos las mismas preguntas y las mismas exigencias, aunque no les demos las mismas respuestas. El futuro es la única trascendencia que reconocemos". Por supuesto que eso no significa un "estar de acuerdo", Garaudy sintetizó !a diferencia fundamental: "Para los cristianos, la trascendencia da sentido a la historia: para nosotros es justamente lo contrario". Y Mury, la otra gran figura del marxismo francés: "El futuro humano no es absoluto: el hombre debe crearlo; el mundo del futuro es un mundo utópico; el comunismo no es el fin de la historia sino su comienzo". La difícil "convivencia" El tercer tema de la reunión del Salzburgo era el de "la posibilidad de la convivencia ideológica" enire marxistas y católicos. Ya dijimos más arriba cómo, en la reunión de Colonia, aunque no figuraba explícitamente en el temario, este problema tuvo que ser abordado. Con mucho mayor razón lo fue ahora, cuando aparecía expresamente en el programa. A primera vista, la cosa tío parecía imposible de resolver. En efecto, en el terreno de la teoría, ios pensadores marxistas más avanzados —sobre todo los italianos— se mostraron "revolucionariamente" innovadores con respecto a las hasta ahora aparentemente inamovibles tesis del Partido. Así el yugoslavo Pavicevic se mostró abiertamente partidario de un "Estado noideológico", el italiano Gruppi firmó que "Los comunistas italianos no queremos una sociedad marxista. sino una sociedad socialista; y esa sociedad no podremos construirla solos, sino con la colaboración de los cristianos". Lombardo-Radice, que ya había locado el tema del "Pluralismo en una sociedad socialista" en su trabajo del Dialogo alia prava, continuó en Salzburgo en la misma linea, insistiendo en que había que "recuperar" algunas de las ideas del ideario liberal, demasiadu simplistamente rechazadas. Entre esos valores se cuentan los <\c libertad y de a-confesionalidad del Estado. Havemann, uno de los marxistas disidentes forzadamente ausentes de Salzburgo, pudo sin embargo enviar una comunicación que fue leída en su lugar; en ella abundaba en los mismos conceptos de Lombardo-Radice: "Los actuales sistemas socialistas han tirado por la borda muchas for- mas de democracia burguesa, a pesar de ser logros imperecederos de la historia social. Se las despreció porque habían servido en la organización jurídica de los explotadores; mas por la misma razón debería haberse prescindido de su ciencia". Y entre esas formas se cuentan las de la no-coerción ideológica y de la pacifica convivencia. Pero al pasar de ese terreno teórico al de la praxis concreía e histórica de los países socialistas, esos mismos pensadores eran presa de un malestar que se puede casi palpar aun en los escuetos resúmenes de las revistas. El fantasma de la URSS, con su implacable persecución religiosa, era una espina clavada en el costado de los marsistas "avanzados" {algo parecido a lo que nos pasa a los católicos con ciertos hechos concretos de la historia pasada y presente, que el Concilio Vaticano II ha declarado ser "contrarios al Evangelio"). Y, puestos en esa difícil coyuntura, no vacilaron algunos de ellos en condenar abiertamente el régimen persecutorio soviético, con palabras muy duras; "En el futuro —dijo LombardoRadice— ios comunistas no deben tratar nunca más de desarraigar las ideas por vía administrativa, aun cuando esas ideas propaguen concepciones reaccionarias: no se matan las ideas". "Sobradamente conocidos son los resultados de esa represión: la cultura soviética —que es la cultura del "Campo socialista"— no se ha curado todavía completamente de ellos; pues en el dominio de la cultura las heridas curan muy poco a poco". Una vez más los comunistas italianos condenaron el rnonolittsmo soviético y las atrocidades cometidas en su nombre. Con tales afirmaciones se podía pensar que en una sociedad socialista del futuro serían impensables tales atrocidades, y se podría garantizar una convivencia de todos los credos. Pero esos mismos marxistas italianos, cuando se vieron urgidos —por Rahner, Calvez y otros— a declarar si podían ellos ofrecer tales garantías en un estado socialista concreto del futuro, tuvieron que reconocer —y esto habla muy alto de su honradez intelectual— que no lo veían posible así en general. "Los cristianos deben tener paciencia con los comunistas", tuvo que reconocer el propio Lombardo-Radice. Resultados de la reunión "Nada de sensacional en lo que se refiere a propuestas concretas de cooperación entre comunistas y cristianos", según el sesudo artículo de Stimmen dar Zeit. Pero sí un comienza de diálogo, lo que ya es mucho. Se consiguió, en palabra de la revista española Cuadernos para el diálogo "un sincero esfuerzo de comprensión y un eficaz trabajo de acercamiento. A pesar de que los obstáculos siguen siendo grandes, más vale trabajar para encontrar lo que une que para envenenar lo que separa". Tanto marxisias como católicos se mantuvieron perfectamente firmes en sus posiciones básicas durante todo el desarrollo del diálogo salzburguiano, creyendo cada uno tener la respuesta más plena a las legitimas preguntas del otro, pero al menos ahora se trata de entender lealmenle el sentido de esas preguntas, sin caricaturizarlas. 185 (Los comunistas chilenos en su XIU Congreso —ver El Siglo (le 16 y 19 de Octubre de 1965— parecen estar en gran parte en una etapa "prü-sabhurguiana". asi como I' • i:-•-•:i h:iy católicos que están en una etapa prc-enneiIk.rj. Rogcr Garaudy a^aba de publicar un libro intitulado Del anatema al diálogo en el que dice tratar de "responder 186 de una manera fraternal al llamado dirigido a todos por los católicos", y Karl Rahner ha ofrecido escribir un comentario al respecto en fa edición alemana de esa obra. Son otros tantos índices del "espíritu de diálogo" que creemos muy fructuoso para todos, Raimundo Barros B si