CUARESMA: ORA, AYUNA Y COMPARTE - Diócesis Coria

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CUARESMA: ORA, AYUNA Y COMPARTE
Presentación: ¿Por qué este material y esta hucha?
En el primer artículo de su estatuto Cáritas Diocesana se define como “el organismo oficial
de la Iglesia para promover, orientar y coordinar la acción caritativa y social y la comunicación
cristiana de bienes en la Diócesis de Coria-Cáceres” y en una de las acciones del objetivo específico
3º del actual Plan Pastoral Diocesano se pide también esta comunicación cristiana de bienes
cuando se refiere a la necesaria comunión entre los distintos niveles de Cáritas y las asociaciones de
Caridad que actúan en la diócesis.
Como decimos en nuestro plan estratégico el fomento de la comunicación cristiana de
bienes es una de las funciones permanentes de Cáritas: “debe movilizar la comunidad en la
perspectiva de compartir fraternalmente los bienes de todo tipo y no sólo económicos”. La
comunicación de bienes es expresión de la comunión eclesial. “La caridad proveniente de Dios
exige de las comunidades cristianas compartir sus bienes, tanto materiales como espirituales, con
ellos; darles un puesto de honor en su vida” (C.E.E.: La Caridad de Cristo nos apremia. n. 21).
Pero ¿cómo hacer para que todos los cristianos vivamos profundamente la comunicación de
bienes? ¿Cómo educar y educarnos en este valor tan evangélico?
El plan estratégico de Cáritas, aprobado en octubre de 2005, ya hablaba de relacionar los
gestos de solidaridad con el año litúrgico y con determinadas celebraciones significativas. Decía:
“Fomentar otros gestos de solidaridad a lo largo del año litúrgico y en otros momentos:
Navidad, Cuaresma, Primeras Comuniones, Confirmaciones. . . (4.5.4).
Con esta finalidad ponemos a tu disposición este material y la hucha que lo acompaña. Es
sólo eso, un instrumento educativo y sensibilizador que nos puede servir para reflexionar
personalmente y en grupo sobre el significado de la Cuaresma y situar en ella la obligación de
compartir nuestros bienes con los más necesitados.
En la cara superior de la hucha se indican las tres prácticas cuaresmales por excelencia:
oración, ayuno y limosna (compartir), y en las cuatro caras laterales se agrupan los distintos
programas que Cáritas está desarrollando en parroquias, arciprestazgos y diócesis. Más detalles
sobre ellos se pueden ver en la memoria que edita Cáritas Diocesana
cada año, donde se indican con detalle objetivos de cada programa,
acciones, voluntarios, recursos, personas atendidas en ellos, etc.
El uso de la hucha
La hucha puede recoger fondos individuales o de todo el
grupo que hace la reflexión cuaresmal. Con la necesaria adaptación y
selección por parte de quien anima los grupos, puede servir a niños,
jóvenes o adultos... Como quiera que fuere es importante que la
distribución de las huchas se haga en este contexto: la limosna debe
ser consecuencia de nuestro encuentro con Dios (oración) y de la
renuncia a lo superfluo (ayuno). No se trata, por lo tanto, de pedir
dinero como una colecta más… No es eso.
Cabría que todas las huchas de una parroquia, colegio o
asociación fueran recogidas y presentadas el mismo día en una de las celebraciones eucarísticas
significativas, como pueden ser la Misa del Jueves Santo, el Domingo de Pascua, el día de las
Primeras Comuniones, el día del Corpus,…También podría conservarse la hucha durante todo el
año.
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CUARESMA: TIEMPO DE CONVERSIÓN
Cuaresma significa “cuarentena”. Son los cuarenta días que preceden a la
Pascua. Comienza el Miércoles de Ceniza y toda ella es un camino de conversión
que desemboca en la Pascua, tiempo festivo por excelencia. Queremos cambiar
nuestra mente y nuestro corazón para morir al pecado y llenarnos de la vida nueva de
Cristo. Convertirse es volver la mirada a nuestro Padre Dios, arrancar vicios y
sembrar virtudes. Dejar a un lado la maldad y abrazar el bien.
La conversión cristiana implica un cambio profundo de mentalidad y de vida
según los criterios evangélicos, un acercamiento cordial y sincero a los valores
fundamentales del Reino de Dios. Convertirse es dejarnos interpelar y transformar
por Jesucristo, profundizar en su mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida
cotidiana.
En su mensaje para la Cuaresma de 2006 Benedicto XVI ha dicho que “ante los
terribles desafíos de la pobreza de gran parte de la humanidad, la indiferencia y el
encerrarse en el propio egoísmo aparecen como un contraste intolerable frente a la
“mirada” (compasiva) de Cristo. El ayuno y la limosna que, junto con la oración, la
Iglesia propone de modo especial en el periodo de Cuaresma, son ocasión propicia
para conformarnos con esa „mirada‟ ”.
Así pues, la Cuaresma viene acompañada de tres medios al alcance de todos: la
oración, el ayuno y la limosna (el compartir), o si se quiere “la oración, la
austeridad y la misericordia”1.
“La solidaridad dispone a la oración; la oración fortalece para dominar el
egoísmo; el ayuno hace más sincera la oración y más fluida la generosidad y el
desprendimiento”.
1.- REVISEMOS
VIDA DE ORACIÓN
NUESTRA
“Orar es dejarse mirar por Dios el
corazón y las entrañas, examinar nuestra
vida a su luz, escuchar su palabra que
anuncia y denuncia, que saja y cauteriza. Es
revisar nuestra vida a la luz del proyecto
divino. Es pedir su ayuda para romper la
coraza tras la que nos escondemos.
El hombre, olvidando a Dios, adquiere
una visión plana de la realidad, se hace
autosuficiente y desagradecido, único dueño
1
Los textos en letra cursiva pertenecen a D. Ciriaco Benavente Mateos: Iglesia en Coria-Cáceres. 22-2-2004 y 26-22006
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de sí mismo y del mundo, a nadie debe nada. Orar es volver a Dios el corazón para
agradecer sus dones, para proclamar su misericordia y alabar su bondad y belleza
infinita”. Necesitamos redescubrir que Dios nos ama con todas las consecuencias.
Santa Teresa de Jesús decía que orar es tratar de amistad con quien sabemos que nos
ama
La oración no impide el compromiso, al contrario en ella encontramos luz y
fuerza para la acción social y caritativa. Recientemente Benedicto XVI decía acerca
de esto:
“Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver
siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la
imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al
otro, queriendo ser sólo “piadoso” y cumplir con mis “deberes religiosos”, se
marchita también la relación con Dios” (Deus Caritas est, 18).
“La oración se convierte en estos momentos en una exigencia muy
concreta, como medio para recibir constantemente fuerzas de Cristo. Quien
reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de
emergencia y parezca impulsar sólo a la acción. La piedad no escatima la
lucha contra la pobreza o la miseria del prójimo”. Y recordaba las palabras de
la Madre Teresa de Calcuta: „nosotros necesitamos esta unión íntima con
Dios en nuestra vida cotidiana. Y ¿cómo podemos conseguirla? A través de la
oración‟”( Deus Caritas est, 36).
Podemos participar en la oración litúrgica, en las diversas formas de oración
comunitaria y también rezar en solitario.
Pero ¿cómo rezar individualmente hoy? ¿Recitando simplemente fórmulas
hechas de modo rutinario?. No. Palabras dichas sin pensar son palabras sin sentido.
Todo depende de cómo se recen las oraciones que hemos aprendido de memoria. Si
se hace de una manera rutinaria y anodina no será auténtica oración, en cambio, si
uno sabe profundizar en lo que dice puede ser una auténtica plegaria.
Rezar significa dialogar amistosamente con Dios y para activar ese diálogo
disponemos de unos medios muy concretos: la lectura reposada de la Palabra
revelada contenida en la Biblia, la contemplación de las maravillas de la naturaleza,
la profundización en los signos de los tiempos y de los acontecimientos de la historia,
a través de los cuales Dios también se manifiesta…
Nuestra oración ha de ser humilde, llena de confianza filial y perseverante; una
oración en la que la petición vaya después de la alabanza y de la acción de gracias. Y
una cosa muy importante es que nuestra vida cotidiana no puede entrar en
contradicción con nuestra oración, de lo contrario ésta no sería sincera. El Dios de
nuestra oración no puede ser distinto del Dios de nuestra conducta.
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Cinco consejos sobre la oración personal
(No son originales, pero pueden ser útiles)
1º.- Comienza por saber escuchar, por mitigar los ruidos que haya alrededor y
dentro de ti... El cielo emite noche y día. Hay que estar atentos.
2º.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tú interpretes y
sigas los planes de Dios.
3º.-No conviertas tu oración en monólogo, harías a Dios autor de tus propios
pensamientos.
4º.- Cuando ores no seas engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen
trucos. Sé como eres, como ya Él te conoce.
5º.-Si alguna vez piensas que, cuando hablas a Dios, Él no te responde…, lee la
Biblia.
2.- EL AYUNO NECESARIO
El ayuno es un acto de
penitencia que consiste en privarse de
alimentos, de todos o de algunos de
ellos. Nos es conocido lo de
abstenerse de comer carne los viernes
de Cuaresma y el ayuno del Miércoles
de Ceniza y el Viernes Santo, pero el
ayuno
no
es
exclusivo
del
cristianismo sino que también se
practica
en
otras
religiones;
pensemos, por ejemplo, en el
Ramadán de los musulmanes.
En el Antiguo Testamento se ve que quien ayuna lo hace en una actitud de
humildad para acoger la acción de Dios y ponerse en su presencia. Esta intención
profunda descubre el sentido de las cuarentenas pasadas sin alimento por Moisés
(Ex.34,28) y Elías (1 Re.19,8). El mismo Jesús ayunando durante cuarenta días en el
desierto expresa su abandono confiado a su Padre (Mt.4, 1-4).
Antiguamente, antes de que se instituyera la Cuaresma, la preparación para la
Pascua se centraba en la Semana Santa. Según el testimonio de la Didascalia
Apostolorum (V,19), durante los cuatro primeros días de la semana se ayunaba a pan
y agua; el viernes y el sábado el ayuno era total. De este modo en la noche de Pascua
quedaba fuertemente enfatizado el paso del ayuno a la alegría de la fiesta, al celebrar
el encuentro con el Señor en el banquete eucarístico.
Ayunar no es privarse de alimentos porque sí, “nos introduce en el difícil
aprendizaje de la austeridad y, en un mundo en el que tantos medran a base de
crearnos necesidades, nos hace descubrir que la llave de la felicidad no está en
tener cada vez más cosas, sino en saber contentarse con lo necesario…”
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“Ayunar sirve para tomar conciencia de nuestra fragilidad y despertar
nuestra hambre de Dios, para ablandar nuestro corazón y vencer nuestro afán
consumista, para dominar " la carne" y liberar el espíritu. El ayuno es un acto de
amor, es como cargar sobre nuestros hombros las astillas de la cruz de Cristo y de
las cruces de todos los crucificados. Es un buen modo de experimentar el drama de
los que ayunan diariamente a la fuerza, para abrirnos a la misericordia y a la
solidaridad con ellos. No en vano el ayuno que proclama el Evangelio es
inseparable de la oración y la limosna”.
Pero ¿cómo ayunar hoy? ¿Tiene sentido en nuestro tiempo el valor de la
austeridad?
Nuestra sociedad está envenenada por el afán de tener más, gastar y consumir.
El consumo es bueno y humano; el consumismo en el que estamos cayendo, ese afán
de gastar, de comprar más y más, es anticristiano. Es una provocación para los
pobres y excluidos y deshumaniza el corazón.
Se oye y decimos con frecuencia: “Con mi dinero hago lo que quiero” o
“¿Cómo no disfrutar de lo que es mío?”. Este pensamiento no es cristiano ni
auténticamente humano cuando tantas personas carecen de lo necesario.
En la vida hay cosas necesarias, cosas convenientes y hay cosas totalmente
superfluas. Todos debemos trabajar para conseguir las cosas necesarias, nos podemos
privar de algunas convenientes y, por supuesto, podemos dejar a un lado lo superfluo.
Se trata de fundamentar nuestra vida sobre la convicción personal que subordine el
“tener” al “ser”.
No es fácil vivir la austeridad en el mundo que nos rodea, sin embargo es una
exigencia de nuestra identificación con el proyecto de Dios (que haya una mesa
común para toda la humanidad) y con el estilo de vida de Jesús (“Padre que se
haga lo que Tú quieres”). Una vida austera nos facilita “descentrarnos” de nosotros
mismos y hacer del proyecto que Dios tiene para la humanidad nuestro propio
proyecto de vida y de acción.
Están claros los extremos, por un
lado, una vida sencilla y austera; por el otro,
consumir y derrochar el dinero en cosas
innecesarias. Entre uno y otro extremo hay
un espacio para situarnos. Lo propio de
quien quiere vivir la caridad evangélica es
decirse: “puedo prescindir de esto y de
aquello… ¿por qué no dar a los necesitados
el dinero que iba a gastar en ello?”. El
“ayuno y la abstinencia” va necesariamente
unido a la limosna, a la necesidad de
compartir.
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3.- COMPARTIR NUESTROS BIENES (LA LIMOSNA)
“Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario,
algunos, aun en los países menos desarrollados, viven en la opulencia o malgastan sin
consideración. El lujo pulula junto a la miseria. Y mientras unos pocos disponen de
un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda
responsabilidad, viviendo con frecuencia en condiciones de vida ay de trabajo
indignas de la persona humana” (Gaudium et spes, 63)
“Limosna” es la ayuda material que se proporciona al necesitado pero también
tiene un sentido más amplio: “significa piedad, misericordia y está íntimamente
relacionada, en consecuencia, con la compasión de Dios (Lc.6, 36). Traduce el hebreo
sedaká, que significa justicia, probablemente porque la limosna se entendía como
un medio para restablecer la justicia que Dios quiere en la tierra (que todos los
hombres y mujeres dispongan de lo necesario). En la Biblia se valora la limosna en
tanto que es expresión del amor (Mt.6, 1-4).
San Pablo se pregunta ¿Cómo compartir el sacramento de la comunión
eucarística sin compartir fraternalmente los propios bienes? Compartir la mesa de los
bienes es exigencia de la comida eucarística (1 Cor.11, 20 ss).
Limosna es compartir. La limosna verdadera, la que no es un puro simulacro de
solidaridad, nos hace signo de lo que debe ser el mundo cuando las relaciones se
definen en términos de comunión y de fraternidad. La limosna nos alienta a
configurar la vida desde la misericordia y la gratuidad, nos sensibiliza a favor del
cambio social y la justicia en la distribución de los bienes. Debemos buscar un orden
social más justo donde nadie deba vivir de la limosna, pero aún cuando desapareciera
todo tipo de injusticia, la caridad nos pedirá darnos unos a los otros lo que somos y
tenemos.
La solidaridad está de moda.
Hoy más que de fraternidad (palabra profundamente cristiana) se viene usando
el término solidaridad. Está de moda: tómbolas solidarias, galas solidarias, encuetros
deportivos solidarios, etc. Pero la solidaridad es una palabra que tiene mucha más
densidad: es un concepto jurídico que se
refiere a cuando varios deudores responden
indistintamente (in solidum) de una deuda
contraída y cada uno se hace responsable de
la misma. Así pues, ser solidarios lleva
consigo el convencimiento profundo de
que cada ser humano se ha de sentir
responsable de todos los demás.
Hoy día debemos ser conscientes de
que la sociedad del bienestar y nosotros
mismos, que gozamos de ese bienestar,
tenemos contraída una deuda con el
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mundo de la pobreza, cercana o lejana a donde estamos, y que debemos
responsabilizarnos de su situación y buscar las soluciones más oportunas.
En el prefacio III de Cuaresma que el sacerdote recita en la celebración
eucarística se dice: “Te damos gracias Padre… porque con nuestras privaciones
voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de
suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados, imitando así tu
generosidad”.
Para reflexionar individualmente y dialogar en grupo:
Cuestionario general:
CUARESMA: NECESIDAD DE CONVERSIÓN
1.- Pasar del exceso consumista a la austeridad. Una Cuaresma pobre y
solidaria. ¿En qué?
2.-Pasar de la extroversión a la interioridad. Una Cuaresma para la oración.
¿Cuándo, cómo orar individualmente, en grupo, en la comunicad eclesial…?
3.-Pasar del egoísmo a la caridad. ¿A quién amar? ¿Cómo amar? ¿Compartir en
qué, cómo, cuando…?
Cuestionarios sobre los diversos apartados del texto:
LA ORACIÓN
1.-¿Qué destacarías de todo lo que se dice sobre la importancia de la oración?
2.- Destaca aquellos consejos sobre la oración que te son más necesarios.
EL AYUNO
3.-Realiza una lista de bienes que compramos o consumimos y que no son
necesarios, ni siquiera convenientes, sino superfluos.
4.- Piensa de qué bienes superfluos puedes abstenerte (ayunar) en esta
Cuaresma y compartir su valor con los más necesitados.
LA LIMOSNA
5.-¿Qué significa compartir con sentido de responsabilidad y con espíritu de
austeridad?
6.- Lee y reflexiona con detenimiento esta frase: “No hay ninguna razón para
reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad cuando falta a los
demás lo necesario” (Populorum Progressio,23). ¿Crees que es de justicia compartir
lo superfluo? ¿Por qué?.
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TEXTOS PARA LA REFLEXIÓN:
-Sobre la oración: Mt.6,5-14; Lc.18,9-14
- La práctica del ayuno: Mt.6,16-18
-El apego a los bienes es un grave impedimento para seguir a Jesús:Mt. 6,24;
Mt.19,16 -28. El encuentro con el Maestro lleva a compartir lo que somos y tenemos:
Lc.19,1-10
-Una pobre mujer comparte lo que ella misma necesita: Mc.12,41-44; Lc.21,14
-Socorrer a los pobres con lo superfluo es una obligación de justicia: Solicitudo
Rei Socialis, 31.
-Sobre la verdadera solidaridad: Lc.10,25-17
¿QUÉ DOY Y QUÉ PUEDO DAR DE MI TIEMPO Y DE MI DINERO?
Dinámica: Las cuatro tartas de la generosidad
1.- LO QUE HAGO
En el uso del tiempo libre:
A lo largo del día, en el fin de semana... tengo
tiempo libre (ese que puedo dedicar a lo que me
apetezca: deporte, paseo, bares, etc.) ¿A qué lo dedico?
Cada miembro del grupo puede representar en un
gráfico similar al de la figura cómo distribuye su
tiempo libre, expresando la parte que le queda a su
actuación como voluntario, a ayudar a los vecinos o familiares necesitados? (1ª tarta)
En el uso del dinero superfluo:
No nos referimos a lo necesario (las dos monedas de la viuda) sino ese dinero
con el que caprichosamente puedo hacer lo que quiera: ¿A qué lo dedico? ¿Qué parte
tiene en el conjunto lo que doy a la comunidad (grupo, parroquia, etc.), a los más
pobres (proyectos de desarrollo en el tercer mundo, Cáritas, etc.). Se representa
también en un gráfico similar. (2ª tarta)
2.- LO QUE DEBO HACER
Honrada y sinceramente cómo debería ser el reparto de mi tiempo y de mi
dinero.
Expresarlo en otros dos gráficos (Tartas 3ª y 4ª).
-¿Qué pasos puedo ir dando para que los gráficos de lo que hago se vayan
pareciendo a lo que deberían ser?
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