Historia de la Iglesia Unión Misionera Evángelica Colombiana

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Historia de la Iglesia Unión Misionera Evángelica
Colombiana "IUMEC"
Por Nehemías Salazar Ortíz
Era un día esplendoroso, radiante y soleado del mes de octubre de 1908; por una de las
calles empedradas de la ciudad de Cali que por el oeste daba entrada a los viajeros que
llegaban a ella desde el puerto de Buenaventura en la costa pacífica, se escuchaba el
rechinar pausado de las herraduras de varios caballos, uno de los cuales cabalgaba un
espigado y longilíneo joven de tez blanca cuyo corazón casi estallaba de la emoción al
saber que llegaba al hermoso y soñado Valle del Cauca en Colombia, sitio que Dios había
colocado en su vida como el derrotero preciso para ejecutar la tarea encomendada por el
Señor Jesús en la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Carlos Parsons Chapman, primer misionero cristiano
evangélico en pisar territorio colombiano por la costa del océano pacífico en el Valle del
Cauca, acababa de arribar al sitio al cual el Señor había ligado su corazón y al cual había
sido enviado como portador de las buenas nuevas de salvación por la asociación cristiana
denominada “GOSPEL MISSIONARY UNION” (Unión Misionera Evangélica) con sede en
el estado de Kansas en los Estados Unidos de Norte América.
Carlos P. Chapman.
Nació el 29 de agosto de 1869 en la pequeña ciudad de Amita en el estado de Louisiana
EE.UU. y, siendo muy joven aún se hizo miembro de la “Asociación de Jóvenes Cristianos”
en Kansas. Un día especial e inolvidable en 1889, uno de aquellos días que existen sólo
en los planes perfectos y eternos de nuestro Dios, los jóvenes miembros de la Asociación
en su retiro cerca de Ottawa, en ese mismo estado, fueron retados por el Señor a través
del mensaje Bíblico presentado por el predicador Inglés Dr. Guinness, para ofrecer sus
vidas e ir al África como misioneros portadores de la Gran Comisión, habiendo quedado
perfectamente grabado en la mente y corazón de todos la imperiosa e impostergable
necesidad de salir para ser testigos de Cristo, llevando su mensaje “hasta lo último de la
tierra”. Ese mismo día varios de los presentes ofrendaron sus vidas a su Señor y salvador
manifestando estar dispuestos a partir hacia el continente negro como evangelizadores;
entre ellos estaba Guillermo Mitchell quien conmovido y lleno de gozo insistía ante sus
compañeros sobre la necesidad de comunicar a las directivas de la asociación la firme
decisión de partir cuanto antes a cumplir el mandato divino. Aquella misma tarde,
Guillermo paseaba con uno de sus amigos en una pequeña canoa sobre las tranquilas
aguas de un pequeño lago en el campamento; sus ojos vivaces reflejaban el ardiente amor
que henchía su corazón a favor de los millones de almas que allá en lontananza, tras la
imperceptible línea que marcaba el horizonte lejano, vivían en total ignorancia del único
camino que lleva a una eternidad feliz en el reino de los cielos; de repente, un pequeño
rápido en la corriente hizo naufragar la pequeña embarcación y Guillermo Mitchell se
ahogó. Esa noche un silencio verdaderamente sepulcral reinaba en el grupo de jóvenes
que velaban el cadáver de su entrañable compañero. ¿Era, acaso, un claro mensaje de
Dios a la vida de quienes estaban dispuestos a ofrendarla en aras de cumplir la Gran
Comisión de Jesucristo?
Las directivas de la “Asociación de Jóvenes Cristianos de Kansas” no aprobaron el
‘descabellado plan’ de viajar a remotos países sin tener más garantías de sostenimiento
que las promesas de Dios; tampoco las denominaciones evangélicas tuvieron interés en
apoyar el naciente movimiento misionero. A pesar de este duro revés, en 1890 nueve
misioneros se embarcaron para el África para ubicarse en el Sudán donde millones de
almas vivían con un desconocimiento total de las buenas nuevas de salvación en Cristo
Jesús; apenas tres meses después de haberse ubicado en este inhóspito campo, cinco
de los misioneros habían muerto a causa de las terribles fiebres que derribaron su
resistencia física, sin embargo, los restantes persistieron en su invaluable tarea y pronto
recibieron el ánimo de otro contingente de doce misioneros que estaban dispuestos a
luchar contra toda oposición con tal de ganar al África para Cristo.
Dios en su infinita e insuperable sabiduría y por su infinito e insuperable amor, había hecho
que se gestase un plan desafiante y arrollador para llevar el santo Evangelio allende los
mares a los millones de almas que en diferentes e ignotos países vivían en medio de la
más profunda y densa oscuridad espiritual. Hombres y mujeres, la mayoría de ellos muy
jóvenes, allí en medio de sus iglesias locales y sin tener en cuenta distingos
denominacionales, fueron tocados por el fuego del Espíritu Santo y sintieron la nítida voz
del Señor llamándoles a dedicar sus vidas, sin considerar para nada el precio que habían
de pagar, y, partir hacia derroteros desconocidos “llevando la preciosa semilla”. En la
mayoría de ellos había de cumplirse a cabalidad el mensaje divino: “Irá andando y llorando
el que lleva la preciosa simiente, más volverá a venir con regocijo trayendo sus gavillas”.
Ante la imperiosa necesidad de una organización que pudiese reclutar, orientar y
comisionar a tantos jóvenes que exclamaban delante de su Señor y Salvador: “Heme aquí,
envíame a mí”, nació en 1892 la sociedad misionera denominada “La Unión Evangélica
Mundial” que más tarde, en 1901, cambió su nombre por “Unión Misionera Evangélica”.
Desde el momento mismo de su creación, nuestra Misión ha realizado a cabalidad su
misión, visualizando con nitidez y procurando no apartarse de los pasos marcados por el
Maestro:
1. “POR TANTO…”
Todo está dado, el Señor tiene el control absoluto tanto “en el cielo como en la tierra”. El
Padre ha consumado perfectamente el plan; el Hijo ha permanecido por tres años en el
mundo para entregar un ejemplo dinámico y efectivo de amor, mostrando con absoluta
claridad en qué consiste el entregar al mundo el mensaje de salvación a través de las
buenas nuevas del evangelio; el Espíritu Santo es la provisión perfecta de Dios para todo
aquel que cree, pues se convierte en “ríos de agua viva que corren del interior” del
creyente con el fin de refrescar a otros. “Por tanto,” apunta hacia una consecuencia lógica
que necesariamente debe darse. No hay opción para escoger, es la introducción hacia el
mandato puro. Lo fue allá en Mateo 20: 28, y lo es hoy, de la misma manera.
2. “ID…”
Imperativo inconfundible. Ustedes no pueden quedarse allí esperando que las gentes
vengan; deben movilizarse hacia allá donde están los necesitados, donde están quienes
necesitan conocerme, dice el Señor. Cuán cómodo estimulante es hoy hacer alarde de
gran trabajo al usar todos los avances tecnológicos y herramientas atractivas, todos los
‘ganchos’ que atraen a las multitudes para que vengan y luego erigirnos en medio de ellas
como los grandes y efectivos mensajeros. Pero, ¿qué de aquellos que tal vez no alcanzan
a escuchar la propaganda, no pueden o no alcanzan a llegar o quizá tampoco quieren
venir? Aún retumba la voz de Jesucristo al decir: “ID”.
3. “Y HACED DISCÍPULOS A TODAS LAS NACIONES”
El Maestro está solicitando que su modelo se repita en la vida de muchos y por toda parte.
El Señor aquí no está buscando multitudes que vengan a demandar “señal” para luego
tratar de hacerle rey, sino hombres y mujeres que se comprometan con Él, le hagan rey
en sus vidas y estén dispuestas a reproducir el modelo por doquier. La UNIÓN
MISIONERA EVANGÉLICA lo ha hecho y de ello es testiga la Iglesia Colombiana a partir
de 1908 y las Iglesias que se han levantado en Sudán, hoy república de Malí, desde 1892,
en Marruecos desde 1894, en Ecuador a partir de 1896 y luego en Panamá, Canadá,
Honduras Británica, Alaska, las Islas Bahamas, Méjico, Grecia, Francia, Alemania,
España, Austria, Noruega, Holanda, Bélgica, Belice, Costa Rica, Argentina y Chile. Pero,
nos asalta la pregunta: ¿Cuántos son los países en que se divide el planeta tierra? Y, ¿En
cuántos lugares dentro de Colombia todavía no hay discípulos de Jesucristo?
4. “BAUTIZÁNDOLOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU
SANTO”
Es claro en este paso, que el Señor no está solicitando cantidad de bautizados, sino, que
por todos los países del mundo haya cantidad de discípulos obedientes, plenamente
identificados con Él “en su muerte” y, de manera resuelta y sin temores “andando en vida
nueva”. Queda claro además, que si no hay nuevos bautizados es porque no estamos
haciendo discípulos.
5. “ENSEÑÁNDOLES QUE GUARDEN TODAS LAS COSAS QUE OS HE MANDADO”
La tarea no termina. Se han hecho discípulos y ya han sido bautizados; ahora es
imperativo continuar el pastoreo, la enseñanza, porque es necesario que quienes se han
comprometido aprendan y “guarden todas las cosas que os he mandado”, dice el Señor.
‘Guarden’ aquí no significa esconder, almacenar, ocultar ni siquiera memorizar; significa
cumplir, hacer, practicar, repetir, poner por obra. Lo anterior tiene un pequeño agravante,
el Señor dice: “todas las cosas que os he mandado”, no, ‘algunas de las cosas que os he
mandado’.
Lo que continúa es promesa:
“Y HE AQUÍ YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN DEL
MUNDO”
¡Qué lindo es el Señor! Sus promesas son perfectas y fieles. ¡DIOS ES FIEL!. ¿No ha
sentido Usted acaso que el Señor permanece a su lado siempre? ¿No has sentido, incluso,
que cuando han llegado los momentos difíciles Él te ha levantado en sus brazos y te ha
permitido sentir su amor y ternura mientras cruzas trayectos escabrosos?
“Un hereje ha llegado a nuestra hermosa ciudad de Cali. No compren sus libros; no
conversen con él, ni le den entrada a la casa”. Esta fue la noticia central hecha por el
sacerdote, unos pocos días después de la llegada de Carlos P. Chapman, al iniciarse la
prédica del evangelio durante la celebración de la eucaristía en la Iglesia de San Nicolás.
Otro día, al atardecer, mientras el misionero descansaba sentado en una de las bancas
del parque, unos policías muy corteses se le acercaron y le comunicaron que a partir de
ese momento no podría volver a sentarse en ese lugar porque allí la juventud caleña podía
acercarse y charlar con él.
Quien tiene la certeza de vivir y actuar bajo el perfecto y sabio control de Dios teniendo la
convicción íntima de que Él es fiel, puede escribir en su diario, como suyas, las palabras
del salmista cuando en el Salmo 40, versículo 1, en la Sagrada Escritura, exclama:
“Pacientemente esperé a Jehová y Él se inclinó hacia mí y oyó mi clamor”. Pocos días
después, otro ‘hereje’, Juan Funk, llegó desde el Ecuador y Carlos tuvo el compañero que
ansiosamente esperaba para emprender la tarea que su Señor le había encomendado.
Ese hermoso tapete color esmeralda que había contemplado anonadado desde los cerros
que antecedieron su llegada a Cali, iba a ser cruzado por cuanta trocha existiese, para
llevar a todos sus habitantes el glorioso mensaje de salvación. El caudaloso pero manso
río Cauca, las distancias agotadoras, las empinadas y agrestes montañas, las inaccesibles
cordilleras coronadas de níveos techos cual penachos nacarinos, los abismos asombrosos
que arrancaban resoplidos de temor a los tres caballos de la caravana, otros ríos
turbulentos, los mosquitos portadores del paludismo, el calor, el frío, la sed, el hambre, las
incomodidades, los peligros diversos más la oposición del clero católico romano, no fueron
obstáculo mínimo para que estos paladines del evangelio de Jesucristo inundaran el Valle
del Cauca con las ‘buenas nuevas’ y regaran por el territorio colombiano la ‘preciosa
simiente’. Partiendo desde Cali realizaron tres viajes misioneros, cubriendo diversas rutas,
hasta llegar a la ciudad de Barranquilla, habiendo pasado por Medellín y por Bogotá, para
un total de 150 pueblos visitados en los cuales quedaron miles de hombres y mujeres
evangelizados y muchos discípulos al estilo del eunuco etíope de Hechos 8.
DIOS ES FIEL. Carlos P. Chapman después de esta primera larga etapa de apostolado,
regresó a los Estados Unidos para visitar a su familia, esposa e hijo, a quienes no había
visto por años. Nuevamente regresó a Colombia, se radicó en Cali e inició un fiel y tenaz
ministerio de discipulado para lo cual ideó, estructuró y desarrolló diversas estrategias:
1. REVISTA EL MENSAJERO EVANGÉLICO
Fundó un periódico o revista, “El Mensaje Evangélico”, el cual redactaba, publicaba y
enviaba mensualmente a unos 5.000 hogares regados por todo el territorio colombiano.
En esta publicación había desafío evangelístico, orientación para los nuevos creyentes
sobre cómo estudiar la Biblia, orientación para encontrar solución a diversas
problemáticas tanto personales como para la familia y para la comunidad; se atendían
consultas que los lectores enviaban, se animaba a los creyentes e incluso se les advertía
sobre el peligro de las sectas falsas, se publicaban testimonios enviados por lectores, se
hacían denuncias y en muchos casos se hacía una vehemente defensa sobre los derechos
que las personas tenían especialmente frente a las actuaciones y el mal trato oficial. El
“Mensaje Evangélico” se publicó mensualmente durante 57 años a partir de 1917.
2. MISIONEROS FORÁNEOS
El pionero de la obra de la Unión Misionera Evangélica en Colombia reclamó
constantemente la ayuda de otros misioneros que apoyasen el trabajo de evangelización
y discipulado en Colombia. Muchos otros misioneros extranjeros dedicaron su vida al
Señor y vinieron a nuestro país para colaborar en la hermosa tarea de ganar a Colombia
para Cristo, trabajando en ministerios específicos como la predicación, la enseñanza, el
evangelismo, el pastorado, la publicidad, la enfermería, la medicina, la administración y
en general sirviendo en todos los campos en que podían ser útiles. Los misioneros
foráneos hicieron un notorio y hermoso trabajo, estableciendo las bases y luego
capacitando a muchos colombianos y colombianas para seguir adelante sosteniendo la
preciosa obra del Señor Jesucristo en nuestra nación; cumplieron su ciclo y hoy toda la
obra de la IUMEC. Es sostenida y está bajo la responsabilidad de los nacionales.
3. FORMACIÓN DE MAESTROS Y PASTORES
Desde el principio los primeros misioneros visualizaron la necesidad de comprometer y
preparar hombres y mujeres nacionales para hacerse responsables de la obra en el país.
Fueron duros y exigentes y como resultado hubo una gran cosecha de colombianos y
colombianas que aceptaron el reto del servicio y entregaron sus vidas para que el Señor
les utilizara en el ministerio cristiano. Con toda seguridad puede decirse que los misioneros
foráneos nos dieron ejemplo de dedicación y servicio, y, sobre todo, nos enseñaron a
depender completamente del Señor utilizando siempre nuestros propios recursos. Hoy la
IUMEC. Sigue adelante atendiendo todos los ministerios, busca la formación de líderes
pastores y maestros confirmando el llamamiento hecho por el Señor a hombres y mujeres
y mira con amor los campos misioneros sin olvidar el mandato claro del Maestro: POR
TANTO, ID. La creación de los colegios BEREANO para damas, EBENEZER para
caballeros y del INSTITUTO BIBLICO con educación teológica para grupos mixtos, apuntó
siempre al cumplimiento del objetivo aquí señalado.
4. ATENCIÓN INTEGRAL A LAS PERSONAS
La Unión Misionera Evangélica siempre tuvo en cuenta que lo primero que había qué
atender en el ser humano era su necesidad espiritual y que nada era más importante que
la salvación de las almas, pero, de igual manera a través de sus misioneros, se dio cuenta
desde el principio que había la necesidad de atender otros campos en la vida del ser
humano y que los colombianos necesitaban con urgencia educación, atención en salud y
fortalecimiento de una vida social en el ambiente que el Señor Jesucristo desea para
quienes le siguen. Para atender a estas necesidades hubo las siguientes realizaciones:
Fundación de Escuelas por las diversas regiones donde la misión había hecho la labor de
evangelización y existían grupos de creyentes. En Cali se estableció la primera en 1921 y
pronto hubo más de 40 escuelas evangélicas funcionando. Hoy aún existen y siguen
funcionando algunas de aquellas y varias iglesias han dado apertura a nuevas escuelas y
colegios. Fundación del hospital “Clínica Maranatha”. Fue a petición de los creyentes
colombianos que la idea de fundar un hospital evangélico comenzó a gestarse. Había gran
necesidad en el campo de la salud, pues toda persona que no profesara la religión oficial,
es decir, no fuese católico romano, era humillado, despreciado y excluido del servicio en
los hospitales existentes. Los directivos de la Misión foránea no apoyaron el proyecto
porque argumentaban que el objetivo de la misión era la evangelización y no la fundación
de clínicas u hospitales. Sin embargo, los misioneros que habían llegado a Colombia sí
apoyaron a la iglesia colombiana para seguir adelante y el pionero de la obra misionera
como redactor, editor y distribuidor de la revista “El Mensaje Evangélico”, motivó a las
iglesias para que orara al Señor y ofrendaran a favor de esa realización. Como resultado
el 15 de marzo de 1943 la Clínica Maranatha abrió sus puertas y puso al servicio de toda
la comunidad su atención en el campo de la salud. DIOS ES FIEL y, por lo tanto, había
provisto todo y allanado obstáculos y circunstancias difíciles para que el hospital
funcionara. Un médico dizque librepensador y ateo, dio gracias a Dios por la apertura de
la Clínica y dedicó su vida, su profesión y todas sus fuerzas a este noble servicio; una
enfermera de origen ruso llegó para servir en su campo y un misionero abnegado se
ofreció para ser director y administrador. Otros misioneros llegaron posteriormente para
servir como médicos, enfermeras, administradores y capellanes. Sólo la fidelidad de Dios
ha hecho que la Clínica continúe hoy siendo un testimonio vivo del evangelio y de la gracia
divina, al resistir y permanecer a pesar de los duros embates que contra ella ha presentado
en enemigo.
CELEBRACIONES Y CAMPAMENTOS. Desde muy temprano en nuestra historia se
pensó en la gran necesidad de aportar a favor de la vida en sociedad de los creyentes.
Proveer momentos de regocijo espiritual en compañía de toda la familia cristiana. Así
nacieron las recordadas ‘Reuniones Especiales’ que más tarde se denominaron
‘convenciones’ y ´confraternidades’ en las cuales los creyentes de una, de varias o de
todas las regiones gozan de un tiempo de celebración en donde la alabanza, la adoración
y la edificación a través de la palabra motivan de manera muy especial a todos. Las
Escuelas Bíblicas vacacionales y los Campamentos han provisto, igualmente, de una
oportunidad para el esparcimiento sano y la edificación espiritual a niños, adolescentes y
jóvenes. Para dar apoyo a este propósito la Misión foránea aportó para la compra de una
finca o campamento en el Llanito, Florida, Valle, el cual ha sido sede de Campamentos,
Convenciones, Asambleas pastorales, Seminarios, Escuelas Bíblicas, Confraternidades y
celebraciones especiales no sólo a la IUMEC sino a otras iglesias y misiones.
5. ESTABLECIMIENTO DE IGLESIAS
A partir de la evangelización y del subsiguiente trabajo de discipulado, se comenzaron a
establecer iglesias por los campos y ciudades. Grupos de creyentes salvos por la obra
redentora del Señor Jesucristo en cuyas vidas habita el Espíritu Santo de Dios, es decir,
iglesias cristianas evangélicas, florecieron por doquier. En 1921 nuestro pionero Carlos P.
Chapman bautizó un buen número de discípulos en Cali y con ellos fundó la Primera
Iglesia de la Unión Misionera Evangélica Colombiana; en 1923 se estableció la Segunda
Iglesia en Palmira y de allí en adelante el número ha ido creciendo hasta contar hoy con
76 iglesias organizadas, más un gran número de campos de predicación atendidos por
éstas. Aunque los aciagos años de la violencia inquisitorial político-religiosa que vivió
Colombia a partir de 1946 causó grandes estragos porque templos y capillas fueron
quemadas o destruidas en varios lugares, cristianos evangélicos fueron asesinados,
iglesias fueron perseguidas y desplazadas, escuelas destruidas y cerradas y pastores,
maestros y misioneros encarcelados, DIOS que ‘edificó su iglesia’ ha permanecido FIEL
y ‘las puertas del infierno no han prevalecido contra ella’. La IUMEC pagó un precio alto,
pero, la semilla sembrada y muchas veces regada aún con sangre de varios mártires sigue
germinando en los campos y pueblos de Colombia. ¡GLORIA AL SEÑOR!
6. LA OBRA MISIONERA
La Iglesia Unión Misionera Evangélica Colombiana, IUMEC., aprendió de sus pioneros
que la evangelización y el discipulado son de urgente necesidad y que el mandato divino
es IR…; hoy, las iglesias en sus distritos trabajan para atender campos misioneros en el
Chocó, en Caquetá, Putumayo y Huila. Hoy, tenemos jóvenes, damas y caballeros y aún
creyentes mayores que están respondiendo al Señor: “Heme aquí, envíame a mí”.
Los misioneros foráneos ya no están con nosotros; vivimos otro momento histórico y la
obra ha quedado completamente en manos de la iglesia colombiana. DIOS ES FIEL y aquí
está su Palabra que es el tesoro para seguir llevando a los perdidos. Sólo se requiere
compromiso y fidelidad de nuestra parte.
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