No está claro que los debates vayan a modificar un panorama que

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FOTO: AFP
LATERCERA Domingo 2 de octubre de 2016
voto masculino es de Trump, el femenino es de Clinton; el de los blancos de menores ingresos es de
Trump, el de los hispanos y negros
es de Clinton; el de los mayores de
50 años es de Trump y el de los jóvenes es de Clinton.
La cuestión se centra ahora en los
pocos estados clave que deciden
toda elección y allí la ventaja de
Clinton sigue siendo demasiado tenue como para que nada esté dicho
del todo.
Para ganar, hay que llegar a 270 votos en el colegio electoral y ese cuerpo colegiado se elige en función del
resultado en cada estado. La mayoría de los estados votan al candidato o candidata del partido dominante allí, de modo que la verdadera
campaña se juega sólo en unos cuantos lugares. Por el momento, Trump
vence por un pelo en tres estados clave: Iowa, Carolina del Norte y Ohio,
No está claro que los
debates vayan a
modificar un
panorama que ya
tiene cosas definidas:
el voto masculino es
de Trump, el
femenino es de
Clinton; el de los
blancos de menores
ingresos es de Trump,
el de los hispanos y
negros es de Clinton;
el de los mayores de
50 años es de Trump
y el de los jóvenes es
de Clinton.
siendo Ohio un gran estado “predictor” en comicios pasados; Clinton
vence en Wisconsin, Pensilvania,
Michigan, Florida, Virginia y New
Hampshire. Mas la ventaja de Clinton en Pensilvania y Florida es muy
estrecha y en ciertos momentos
Trump ha estado por delante.
También sucede que estados que
en teoría deberían aupar una candidatura están inclinándose por la
otra, tal es la cualidad inasible y
sorprendente de esta campaña. Por
ejemplo, Trump está adelante en
Nevada y Colorado, donde hay muchos hispanos.
A estas alturas, Trump no necesita ni puede aumentar su voto significativamente, pues ya ha exprimido todo el voto duro de que es capaz. Lo que requiere es que un
porcentaje de votantes potenciales
de Clinton se quede en casa el 8 de
noviembre y para eso tiene que ha-
cer dos cosas difícilmente compatibles: evitar galvanizarlos con sus
ataques a Clinton y al mismo tiempo mellar a su contrincante con
una campaña negativa eficaz.
Lo que requiere Clinton, por su
parte, no es arrebatarle votos a
Trump, algo que no va a ocurrir ni
de milagro. Sólo necesita que ese
tercio del electorado que se compone de minorías (muy pronto ya no
podrán ser llamadas “minorías”)
sienta que el peligro de Trump justifica votar por ella a pesar del poco
entusiasmo a que a muchos despierta una mujer que, con tantas décadas de recorrido, no es, precisamente, la imagen del cambio, y menos en estos tiempos de la
“antipolítica”.
Que el excéntrico magnate inmobiliario esté dándole a Clinton la
pelea, dice mucho sobre los tiempos excéntricos que vivimos.R
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