Comentario Basílica de Majencio

Anuncio
Basílica de Majencio y Constantino
307 (Majencio)-313 d.C. (Constantino). Foro de Roma. Ladrillo, hormigón,
mármoles y estuco
El Emperador Majencio comenzó la construcción de esta famosa basílica, la Basílica
Nova, que fue terminada ya en tiempos de Constantino tras derrotar a Majencio en
Puente Milvio en el año 313. Por el momento en el que se produce su construcción,
ya en el Bajo Imperio, y por su grandiosidad y perfección técnicas, es el gran
testamento del arte romano que refleja hasta dónde pudo llegar en el manejo de
los materiales (la simbiosis de hormigón, ladrillo, mármoles y estucos es perfecta), en
la fusión de los elementos constructivos (arquitrabados y abovedados) y en la
capacidad de hacer una arquitectura funcional pero esencialmente al servicio del
poder político como aquí es el caso. Es, en fin, un verdadero compendio del arte
romano.
Análisis formal. En ella se mantiene el criterio tradicional de las construcciones
basilicales, aunque se renunció a la planta y al alzado de las basílicas tradicionales,
como las dos existentes en el Foro, a favor de la magnificencia de un grandioso y
alto salón, cubierto de bóvedas de crucería, como los frigidaria de las termas
imperiales. Pues en realidad toma como referencia el “frigidarium” de las termas de
Diocleciano que se acababan de inaugurar. Hasta sería posible que el autor de
ambas fuera el mismo arquitecto.
Consta de una planta de tres naves, divididas en tres tramos con una longitud total
de 102 m y una anchura de 80 m. La nave central presenta también tres tramos, que
se cubren con bóvedas de arista de unos 35 m. de altura. Gigantescas columnas
estriadas de mármol simulaban soportar el peso de las bóvedas centrales, aunque
su función era más de tipo ornamental pues realmente los empujes de las tres
bóvedas de crucería, siguiendo el ejemplo de las terma, fueron contrarrestados por
las propias naves laterales. A su vez, estas naves laterales se cubren con bóvedas de
cañón transversales al eje axial del edificio, sirviendo en realidad de contarresto al
empuje de las bóvedas centrales. De hecho se apoyan sobre unos enormes
contrafuertes, auténticos soportes de todo el sistema de cubiertas. Estos
contrafuertes estaban horadados en su parte central, permitiendo así el tránsito
entre unos tramos y otros de las dos naves extremas. Eran tan sumamente grandes
que sobresalían por encima de las naves laterales, sirviendo así de refuerzo a la
parte alta de la nave central, más alta que las laterales. Para aligerar esta parte de
los contrafuertes, el arquitecto perforó su grosor por medio de un arco de servicio
dando como resultado un antecedente del arbotante gótico. Para algunos autoes,
aunque los muros de separación de estas salas están perforados por grandes arcos,
no se puede considerar la basílica como un edificio de tres naves, sino de una,
compartimentada, y así era el efecto óptico que producía su interior.
El eje longitudinal de la nave central se subrayaba gracias a un ábside que
remataba el muro occidental, y del “nártex columnado” que daba acceso desde la
parte oriental. A lo que se unía el uso de la luz al abrise en la pared del fondo, sobre
el nártex, dos series superpuestas de tres ventanales que proyectaban su luz en el
ampliamente en el interior del recinto).
La derrota de Majencio en el Puente Milvio puso la basílica al servicio del vencedor,
introduciendo unos cambios muy interesantes, porque supusieron la creación de un
segundo eje. Para ello se construyó, en el lado norte, un ábside en la estancia
central, y en el lado sur una puerta precedida de un pórtico de seis columnas de
pórfido, material predilecto de la época. El ábside primitivo fue destinado entonces
a la colosal estatua de mármol y bronce dorado de Constantino, y la mesa del
tribunal de justicia pasó al ábside acabado de construir.
El edificio, a pesar de reflejar a grandes rasgos desde el exterior la estructura interna
presentaba un contraste muy acentuado. Pues el interior era de un lujo realmente
oriental, con todo lo que el ingenio humano había descubierto hasta entonces
como recurso suntuario de la arquitectura, destacando no solo la grandiosidad de
sus bóvedas y el espacio conseguido (35 m. de altura) sino que éstas se hallaban
decoradas con “lacunares octogonales”; el revestimiento de todo el conjunto era
muy lujoso a base de placas de mármol y estuco; y la luz acentuaba aún más la
sensación de amplitud, al abrirse en las paredes amplios ventanales que iluminaban
gozosa y generosamente todo el espacio interior. Por fuera, sin embargo, algo
nuevo: el ladrillo visto, monócromo y austero, revelando al fin que el ladrillo de
buena fábrica no necesitaba del revestimiento del mármol ni del revoco del estuco
pintado. En la actualidad sólo es visible el ala norte, con sus tres tramos abovedados
con bóvedas de cañón transversales que dan una idea de su grandiosidad a pesar
de no conservarse la nave principal.
Significado. La construcción de la basílica se enmarca en un periodo de crisis
política en el Imperio romano. A la abdicación de Diocleciano y Maximiliano siguió
un periodo de luchas políticas entre varios candidatos del que finalmente salió
vencedor Constantino tras derrotar a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el
312. Éste, durante su breve reinado (306-312), se vio obligado a realizar un amplio
programa de donativos y monumentales obras públicas para mostrar su
agradecimiento a la guardia pretoriana y a los plebeyos que le habían dado su
apoyo para ser elegido emperador. El origen pues de la basílica tiene un motivo
claramente propagandístico, de hecho, Majencio la concibió como sala de
recepción imperial y no solo como tribunal de justicia. Es evidente que la
intervención de Constantino sobre el mismo edificio tras su victoria no es sino reflejo
de querer imponer su poder también en este aspecto, reflejo de lo cual fue su
imponente estatua.
Tal fue el éxito del modelo diseñado que su estructura se convirtió en referencia
para las iglesias paleocristianas, sobre todo en lo que se refiere a su orientación
longitudinal con pórtico de entrada, nave principal y ábside en la cabecera. Su
influencia se dejaría ejercer también en el Renacimiento, donde causó enorme
fascinación, reflejada en la obra de Bramante y el fresco de La escuela de Atenas
de Rafael.
Descargar