LA CUESTIÓN FORAL

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LA CUESTIÓN FORAL
El carlismo levantó en los países forales la bandera del fin de los fueros,
pero para entender la cuestión, hay que entender lo que los fueros
significaban en realidad, y que podía resumirse en los siguientes cuatro
puntos para las provincias vascas:
a) Un modo peculiar de gobierno autonómico de cada una de las
provincias y del señorío de Vizcaya, compartido con el Corregidor y
demás representantes de la autoridad del Rey, a título de Señor en
el caso de Vizcaya.
b) La aplicación de la justicia con jueces propios, con una instancia
superior privativa en la Chancillería de Valladolid
c) La exención también del régimen fiscal ordinario de las provincias
con respecto a la Corona de Castilla
d) Exención de Quintas para el servicio militar
1. El gobierno foral en el País Vasco residía en las Juntas Generales,
que en cada provincia vasca se reunían cada dos años en Guernica las
de Vizcaya, una vez al año las de Guipúzcoa en Tolosa, Azpeitia,
Azcoitia o San Sebastián, y dos veces al año las de Álava, en Vitoria y
otra villa de la provincia. Las Juntas Generales, integradas por miembros
de cada una de las entidades municipales, tomaban acuerdos de
carácter general y designaban a los representantes de la Diputación
provincial en cada uno de los territorios.
Este régimen, que teóricamente era “igualitario”, Danak Jainkoak egiñak
gera, zuek eta bai gu bere ( A todos Dios nos hizo iguales, a vosotros y
también a nosotros), escondía en realidad la supremacía de los señores,
que controlaban las Juntas y eran elegidos para la Diputación, sobre el
resto de la población.
2. La aplicación de la justicia corría a cargo del Corregidor junto con la
Diputación, salvo en los casos más graves, que eran remitidos a
Valladolid.
3. La exención tributaria, significaba que eran las Juntas las que ponían
los impuestos que consideraban oportunos y que eran siempre menores
que en la Corona de Castilla, además, las aduanas eran menores, por lo
que la importación de productos extranjeros resultaba mucho más barata.
4. En cuanto a la exención de ir al ejército, los vascos sólo tenían la
obligación de, en caso de guerra, tomar las armas, formando milicias
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forales, que sólo defendían los territorios de cada una de las provincias,
lo que no quiere decir que muchos vascos no se alistaran en el ejército,
sobre todo en la Marina Real.
Esto significaban, en líneas generales, los fueros de cada una de las
entidades histórico-jurídicas del País Vasco, cada una con su fuero
particular y su gobierno propio, sin estar jamás integradas en alguna
forma de unidad entre ellas.
El Reino de Navarra había conservado todas las peculiaridades
administrativas y de gobierno, que desde 1515 le hacían diferente del
resto de los territorios peninsulares, incluidas las Cortes, que se
reunieron numerosas veces en el siglo XVIII y lo hicieron todavía entre
1828 y 1829. La plenitud de gobierno de Navarra era, por consiguiente,
mayor que en las provincias vascas
Finalizada la primera guerra carlista surge la cuestión foral.
El Convenio de Vergara incluía una ambigua promesa de mantenimiento
de los privilegios forales específicos de vascos y navarros, partidarios de
Don Carlos durante la guerra. Sin embargo, poco después, en 1841, se
aprobaron varias leyes según las cuales Navarra perdía sus aduanas,
sus privilegios fiscales, sus exenciones militares y sus instituciones
propias de gobierno, por ejemplo las Cortes. Pero a cambio, los navarros
consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso, consistente en le pago
de un cupo contributivo único anual –de reducida cuantía- a la Hacienda
Estatal.
En 1841, las provincias vascas también perdieron algunos de sus
antiguos privilegios forales, como las aduanas y las Juntas; así mismo
fue derogado el llamado “pase foral”, un antiguo privilegio de las
instituciones jurídicas y municipales vascas a “obedecer pero no cumplir”
y “retrasar pero no suspender” las disposiciones y órdenes del gobierno
estatal. No obstante la población vasca conservó su exclusión
privilegiada y excepcional del servicio militar obligatorio. Algunos años
después, en 1846, se produjo un nuevo recorte de los fueros vascos con
la introducción de los llamados “conciertos económicos”, por medio de
los cuales se calculaba la contribución anual de los ciudadanos vascos a
los gastos generales del Estado. La cantidad total de esta aportación era
fijada, de manera pactada, entre los representantes de las diputaciones
forales de las tres provincias vascas y el gobierno estatal (este modelo
fiscal especial resultó bastante ventajoso para la población vasca).
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