ALIADOFILOS y GERMANOFILOS

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ALIADOFILOS y GERMANOFILOS
)J.r.
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ALIADOFILOS yGERMANOFILOS
FUNDAMENTOS DE SUS OPINIONES
POli.
IU.lfUEL PUGA Y ACAL
.
• ¡,,'OTECA DE MEXICO.
LIBRERÍA DE LA
VDA.
DE CH. BOURET
PARís
I
(S, AV. CINCO DE MAYO, 415
S8, BV. VISCON!rJ, t8
1916
MÉXICO
Cuatro mexicanos, yo entre ellos, y un espallo), departíamos
una noche del pasado agosto, amigablemente, sobre asuntos deaetualidad, cuando, de pronto, la amena charla estuvo a punto de
convertirse en disputa, con motivo de haber alguno de nosotros
hablado de la llegada del submarino alemán D6U'tschZa",tl al puerto americano de Baltimore. Contestes estuvieron mis cuatro interlocutores en declarar aquel acontecimiento prueba irrefutable
del invencible podedo germinico y augurio de su triunfo definitivo, y como yo sonriera, hiciera constar que fue inglés el primer submarino que cruzó el A~lántico, pusiera en duda que el
Deut8cAlantlhubiera'hecho su viaje como contaban sus tripulantes
y dijera que,'en todo. caso, el hecho de haber burlado UD submarino el bloqueo a que es~n sometidas las costas alemana y belga
del mar:del Norte, tendría menos importancia de la que habia querido dársele, las actitudes y exclamaciones con que fueron recibidas
mis palabras me demostraron ~que tenía enfrente a cuatro german6filos.
-Es usted, por lo visto, dijo uno de ellos, partidario de los
aliados; pero, como lo dijo en tono despectivo, me pareci6 conveniente contestarle:
-Creo ser imparcial; pero confieso que he admirado, como
expresi6n de una gran verdad, las siguientes frases de un articulo del gran poeta inglM Rudyard Kipling que acabo de leer' cEl
alemm no reconoce la existencia de ninguna ley, y mucho menos de aquellas a cuyo calce ha puesto su firma. Es execrable por
haber acumulado en Bélgica horror sobre horror, y mientras exis-
-8-
ta una Alemania no quebrantada,la vida en este planeta. ser4ln.
soportable, no s610 para los aliados, sino para toda. la humanidad.
Ahora, en el mundo, s610 hay dos categoríal: los seres humanos
y los alemanes~.
-Es extrafio que quiera usted comprobar su imparcialidad
con conceptos, más o menos graciosos, escritos por un inglés.
-No he tratado de comprobarla, aunque sí estimo que, para
declarar falsos o exagerados esos conceptos, hay que demostrar
que .0 es cierto que los alemanes han violado todas las convenciones que habían firmado y todas 1M leyes de la guerra, y que
tampoco lo es que hayan empleado y están empleando procedimientos atroces hasta el salvajismo.
-Así se ha hecho y se har4 siempre la guerra, que es y será forzosamente salvaje, exclamó el espafiol.
-Lo niego, contestá. No soy pacifista; creo que la guerra es
una función natural de las sociedatieshumanas; pero creo también
que, así como hay individuos que ejercen las funciones naturaleE
de manera repugnante y punible, hay agrupaciones de hombreE
que ejercen aquella función de manera que cau&a c61era yeXlgE
castigo.
-La frase de Kipling, insisti6 el que primeramente ha bía hablado, tiene además, puesto que divide a los habitantes de estE.
planeta en seres humanos y alemanes, el defecto de no contar con
nosotros los que, sin ser alemanes, deseamos que ~Itos triunfen.
A punto estuve de contestar citando otra frase de un escrito]
norteamericano, Ower Wister, que ha dicho: eMe basta saberc6,
mo piensa un ciudadano de un país neutral con respecto a las cau'
sas y procedimientos de la presente guerra, para darme cuents
completa de su fisonomía moral:t; pero no quise que los ánimos SE
exaltaran y preferí aprovechar aquella oportunidad para conoce]
a fondo la manera de pensar de los germa.nófilos, ya que la casualidad me ponía en contacto con cuatro de ellos, sinceros y cultos
sin duda alguna.
-Doblemos la hoja, dije. De las discusiones no brota la luz,
sino la discordia. Hablemos de cosas que nos causen placer y no
nos exalten. Pero como a mí me parece interesante conocer los
fundamentos de la opini6n de cada. uno de ustedes, y a ustedes puede interesarles conocer los de la mía, les propongo ql' .:ne dirijan
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cartas en que expongan dichos fundamentos y les ofrezco contestar dichas cartas, según mi leal saber y entender. Así pondremos
orden en nuestras ideas, y tanto ustedes como yo aquilataremos
nuestras opiniones.
Fue aceptada mi proposición y así logré reunir los razonamientos que, en favor de su opinión, pueden aducir los ~erman6filos, y
pude refutarlos. El lector dirá con qué éxito; yo sólo añado que
seflala~ con las mayúsculas A, B Y O a. mis interlocutores mexi·
canos y que la. primera carta. que recibí fue del español, probablemente porque la opini6n de éste es la más firme y definida.
OPINION DEL ESPAÑOL
Aunque el solo hecho de ser hijo de España basta y sobra para
j llstifica.r que mi opini6n sea favorable a quienes combaten para po-
ner t6rmino a la hegemonía que, desde los principios del siglo XVIII,
Inglaterra ejerce sobre el mundo, no creo superfiuo exponer los
fundamentos de esa oplDi6n, que no es s610 mía, sino de todos los
españoles que conocen la historia de su patria y tienen el coraz6n
bien puesto.
Debemos a Inglaterra todas nuestras desdichas, la pérdida de
nuestra antigua grandeza: el leopardo británico tiene aún entre
sus garras el peff6n de Gibraltar, y cachorros snyos son los que
nos han arrebatado Íos últimos restos de nuestro poderío colonial:
Ouba, Puerto Rico y las Filipinas. Y no s610 ese enemigo tradicional nuestro está en vía de ser aniquilado por la formidable máquina de guerra construida por el monarca. teut6n, sino que lo está igualmente Francia, que nos ha causado también grandes males.
Si, pues, como buen español, tengo que desear que sean aplastados los enemigos de mi patria, no habría, por cierto, de ser
6bice a ta.les deseos el necesa.rio aplastamiento de la semibárbara
Rusia y de la. traidora Italia. Apenas lamentaré la desaparici6n
de Bélgica, hecho ya consumado y merecido por la imprudencia
de su rey, sin dar importancia a la supresi6n de Servia y Montenegro. que no será. sino uno de tantos fen6menos geográfico-po Uticos como se han verificado en la regi6n balkánica, a merced de
las ambiciones e intereses de las potencias europeas.
-8-
Todo eso por lo que ve a mi deseo de que la guerra actual
termine con la derrota de los aliados. Cuanto a. mi esperanza correlativa de que triunfe Alemania, tengo otras razones para justificarla. La muerte del leopardo británico, el solo hecho de que
se le limaran las ufIas, daría por resultado que Gibraltar n08 fuera devuelto, y que, duefIos otra vez de la llave del Mediterráneo,
volvMramos a ocupar entre las potencias el lugar que la rapacidad de la p~rfida Albi6n nos ha arrebatado. Yeso sin contar con
que en la Alemania triunfante encontraríamos, además, el apoyo
necesario para reconstituir, aunque s610 fuese moralmente, aquella grandeza mundial que adquirimos cua.ndo nuestra. suerte estu
vo unida a la de la casa de Austria; porque, tácita u ostensivamente, formaríamos esa gran confederaci6n ib~rica que no hemos podido formar, con Portugal y con nuestras antiguas colonias de
Am~rica y Asia, por habérnoslo impedido los anglosajones. Volvería entonces a no ponerse el sol en nuestras posesione&, como en
los tiempos de Antonio de Leiva, de Gonzalo de Oórdova, del duque de Alba, de Rernando Cort~ y de Francisco Pizarro.
MI COItTESTACIOIt
Rechazo desde luego la afirmaci6n de usted referente a que el
solo becho de ser espafIol baste para justificar sus opiniones german66las. Españoles son, y muy pa~riotas y muy ilustrados, entre
los de ideas aTanzadas, D. Melquiades Álvarez y D. Vicente
Bla.sco Ibáfiez, y, entre los carlistas y cat6licos, D. Francisco Melgar y D. Ram6n del Valle Inclán, y ~sos y otros muchos son francamente partidarios de los aliados. Diré más, sin la menor intenci6n de ofender a usted: yo estimo que si la guerra actual no puede
decirse que haya sido la piedra de toque que revele la. ilustraci6n
y el patriotismo de un español, sí puede asegurarse que lo ha. sido
para aquilatar su amor a la justicia ya la verdad y su espíritu práctico (1). Gran orador es, por cierto, D. Juan Vúquez de Mella, y
(1) Estando en v1a de publleac16n este folleto, vino a
Dl18
mune¡ la BIJf lel r.h1
soltados
tJu ÜUIIl t'JIOf'ItIIf. dalll5 de julio y del 19 de agOllto de este a.iI
UIl iDteresute artioulo en que 11[. Etienne Lamy da cuenta de lo
'UW
-9-
en un admirable dISCurso suyo, que ha circulado profusamente por
el mundo entero, gracias a la actIva propaganda teutona, se encuentran las ideas que usted ha expresado; pero, en mi sentir,
Vázquez de Mella sólo ha convencido a aquellos cuyos prejuicios
se afianzan con la música de las palabras pronunciadas a impulsos
de la pasi6n.
Dirá usted, sin duda., que, si de justicia 8e trata, ninguna asiste
a Inglaterra para mantener el pefi6n de Gibraltar bajo su dommio;
pero eso s610 es verdad desde un pünto de vista puramente espa1101, y los que no tenemos que colocarnos en ese punto de VISta. y
conocemos un poco la. mstoria, tenemos forzosamente que tomar
en coDsideraci6n ouándo y por qué perdi6 Espafia. la llave del M editerráneo e Inglaterra se apoder6 de ella y la conserva.
Inglaterra, a quien la intromisión de los Austrias en BUS asuntos interiores, desde el matrimonio de Felipe n con Maria Tudor,
había. causado males sin cuento. y que hasta había estado a punto
de 1Ula T.l81ta heeha eD mayo a vanos oentros mtelectuales de Eapaila por
cuatro mwmbroa dellllstltu1;o de Francna: M1I:. Perrier, del Mnaeo; BergBOD,
del Colegio de Franota; Wldor, del CoDaern.tor1o, y el hl8torJ.ador Imbart de
la Toar. Estos dlstmgmdos peasadore& le hablaD, sin nmgfm caráoter 0:0.01&
y BID miras poUtlcas de ningún género, Impuesto la noble DU816n de ponerse
en contacto cbrecto con BUS congéne1'8'J de allende 10B PlrmeoB, para propa.gar, por medio de contereDOlaB, mBourBol y bnDdts pronuDmado'J en banquetee que 88 lea hablan of~do, los Ideales que de:ftenden lalJ na.otoD68 al1&das,
Franola espe01almente; porque Bi AlemanIa, pensa.ban, preteDde JU8b:O.oar su
predollllDlO en Europa. y en el mUDdo entero con lucubramoD68 de caráoter
fllo86:O.oo, O1entíftoo, hi'Jt6noo, evolutivo y h&sta a.rt1stloo, elJ neoesano combatirla en su IDl&mo campo de a.oOlón mte1eotual, para entar que UDa tmltJf'metJecl 41 Za, N.lcb. se propague en pueblos que, como el espailol, h&D repucJ1&do S16mpre 1& preponderanota de una ra.za oon men08O&bo de la mdependencia de 1&a demA.s, '1 que deben comprender que la meJor defensa contra.
el eatableotm1ento de esa preponderancia está en el reconoc1Dnento de las
V&chclonea del pasado oomÚD de Espa.fia y de PranOla. El resultado de esa
labor ha stdo el que debla esperarse: los inteleotuaJes franoeses se han conV8DOldo de que el a.lma e&paiIola, en sus m&DifestaciODes superiores, DO ha
atdo oontaminada por 1&s engdosas ambiolODes de pol1ttoa IntemaclonaJ Dl
por el &DaCr6DJoo faDatismo religIOSO, que arrastra a las masasinconaoientea
'1 falsea IU enterio. L& EspafIa pensadora, aunque celosa. de BU neutrahda.d,
es aliad6fila. Y de este hecho tenemos en MéxicoUDa. prueba: aliadófilo mUlta.Dte ea el e:dmio esorttor don Teleaforo G&rc1a '1 alt&dó:ftlos de pensa.mf.ento
., de corazón IOn ]0'1 miembroo¡ mAs oulto. de 1& 0010D1& espa.ftol&.
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de perder su indepenu.encia cuando aquel monarca. envi6 para Invadirla a la InvencibleArmada, apenas iniciada la Guerra de Sucesi6n de Espafia., promovida para. impedir que esta naci6n '1
Francia., unificadas bajo la hegemonía borb6nica, se fortaleciemn
o impusieran su ideal cat6lico, no siempre romano, se apodero de
Gibraltar mientras guerreaba contra Felipe V, y, liquidada aquella lucha en Utrecht. exigi6 que le fueran cedidos el Peft6n y Minorca, como obs~ulos, no s610 para que EspafIa recuperara el
Milanesado y el reino de N'poles, que habían sido dados al Austria, y la Sicilia., que se había dado al duque de Saboya, sino también para que el archiduque Carlos, que había alega.do derechos
al trono espafiol y había sido ya coronado emperador de Austria,
reconstituyera el imperio de Carlos V. Espafia, que, por un im
perdonable descuido, se había dejado arrebatar Gibraltar, y que,
obligada por la necesidad, firm6 aquella cesi6n, que formaba parte
de una convención encaminada a restablecer y mantener el equilibrio europeo, turbado por la ambici6n de Luis XIV y amenazado
por la del emperador Carlos VI, no dej6 ciertamente ni ha cesado
de protestar contra ese despojo, y tres veces en el transcurso del
siglo XVllI, en 1704-1105, durante la Guerra. de Sucesión y con
la ayuda material de Francia, en 1721, bajo el segundo reinado de
Felipe V, y en 1181-1182, bajo Carlos m y también con la cooperaci6n de las armas francesas, trat6 de recuperar el Pefión, pero
con tan mal éxito, que ha renunciado a toda tentativa bélica, y
que si algunas diplom'tica.s ha emprendido, no merecen ni ser
mencionadas. Tal es la historia. de la ocupaci6n de Gibraltar, hecho lamentabilfsimo, sin duda alguna, para. los espaftoles; pero
que, ante el criterio universal, no es m's que una de las consecuencias de las guerras entre naciones que tienen intereses antagónicos,
siendo esta vez tanto má.s lógica y persistente esa ocupaci6n,
cuanto que, al verificarse el choque que la produjo, Inglaterra,
que no fue la. agresora, iniciaba UDa preponderancia que tiene
todavía, y España agravaba una decadencia que parece irremediable.
Porque no hay que imaginarse que la pérdida de Gibraltar haya.
sido causa de esta. decadencia, ni mucho menos que Espafi deba
a Inglaterra. la pérdida de su grandeza. La. decadencia d(" ..... .:.paña,
qUien s610 fue verdaderamente grande bajo el reinado dews Reyes
-1l~
Católicos, !Se debI6 a los Austrias, precisamente a Carlos V, que
mató en Villalar las libertades del pueblo español y cegó las fuentes de su prosperidad; se debió a Felipe Il, cuyo sombrfo fanatismo impuls6 a ese pueblo a enemistarse con Inglaterra, con Francia., con Holanda, que eran dueñas del porvenir; se debi6 a
Felipe m, y a Felipe IV, y a Carlos JI el Hechizado, que, por
80stener UDa gloria exterior ficticia, porque pesaba demasiado sobre los dtSbiles hombros de la naci6n española, agravaron su ruina
interior, hasta el grado de que, al decir de un sesudo contemporá.
neo, España era cuna fuente de orgullo en un valle de miseria~. Y
en vano fue que, cuando Luis XIV vi6 que las conquistas de Ja
revolución inglesa se consolidaban con el advenimiento al trono
británico de Guillermo de Orange y de Ana Estuardo, quisiera
poner coto a la marejada democrá.tica. recogiendo en Espafia la
herencia de los Austrias y dando a 'u nieto, el duque de Anjou, el
cetro de la monarquía que habla sido la enemiga irreconCIliabJe
del primer Borb6n. Volvieron a coaligarse contra Francia. Inglaterra, Holanda y Austria, y fracas6 la empresa de Luis XIV y de
Felipe V. precisamente en los momentos en que el elector de
Brandeburgo, que habla formado parte de la coalici6n, se hacfa
reconocer como rey de Prusia.
Pero ha llegado el momento de hacer constar que, si poco conocedores de su propia historia se manifiestan ustedes Jos españoles que creen que E~paña fue grande bajo los Austrias y que por
ello se sienten obligados hacia la raza germánica y a desear CJU
triunfo en la contienda actual, malagradecidos se muestran cuando
niegan a Francia sus simpatías y anhelan su derrota. Bastante hizo
Felipe V para mantener el brillo de las armas españolas y mucho
hicieron él y BUS sucesores Fernando VI y Carlos nI para sacar
a su patria de la miseria en que la habían hundido los reyes de la
precedente diaa.stfa; y si el último de aqutSllos cometió el grave
error, que tambh~n cometi6 Luis XVI de Francia, de prestar, por
odio a Inglaterra, su apoyo material a sus colonias de Am'rica
insurrectas, porque tSstas, en pago de ese apoyo, habían de inocular en el seno de las dos monarquras borb6nicas el virus que prodajo la Revolución fra.noesa, el movimiento constituyente doceail'ista y la independencia de las colonias hispanoamericanas. lección es 'SR que deberían ustedes los eCJpafio)es gel'DlRD6filos apro-
vechar para. no inmiscuirse, arrastrados por el mismo odio, ni
siquiera. con la. intenci6n, en una. contienda en que Espafia no ha
debido ni podido tomar parte; porque bien pudiem ser que los
vehementes y maMvolos deseos de ustedes en contra de Inglaterra
y Francia, den por resultado, después de la solución del con1licto,
si éste se resuelve en favor de los aliados, que se establezcan en
Espalla la libertad de cultos, el matrimonio civil, la secularización
de los cementerios y la escuela neutra, que tanto escuecen a Vázquez de Mella!
Por otra. pa.rte, los que, como este eximio orador, aconsejan a
los espafioles una neutra.lidad con manifiestas simpatfa.s hacia los
imperios centrales, quieren que sus compatriotas asuman una actitad poco airosa. Si el papel de ojala tero en las contiendas civiles es admisible, no lo es cuando se trata de guerras que sostienen
otras naciones y el ojalatero sa.be o cree que la suya tiene agravios
que vengar de aquella. cuya derrota desea. Dirá usted que esa actitud es natural. Es posible; peTO insisto en que es poco airosa y
afiado que es poco viril. Si Espalia. «lleva. clavada la espina de
Gibraltap, como decía Floridablanca. y recuerda Vúquez de Me"
lla, no en el cogote, puesto que no la impide respimr, sino en el
pie, ya. que se la clavó quien quiso poner coto a sus correrías agresivas; si no ha logrado sa~rsela empleando la propia fuerza, nI
que se la extraigan por benevolencia, ¿c6mo calificar la esperan¡a
que tienen ustedes los germanófilos de que sea el mÍ8ff1' victorioso
el cirujano que libre a.l organismo español de ese cuerpo extraflo?
De ilusoria, ciertamente, sobre todo si se tiene en cuenta que
no sólo abrigan ustedes la esperanza de recuperar Gibraltar como
resultado del triunfo de Alemania, sino también la de que, subs"
tra.rdo Portugal ala influencia inglesa, sesometería a la española,
a la caal quedarían sometidas igualmente, por haber conjurado el
peligro yanqui, la repúblicas la.tinoamericanas. Porque si bien es
posible, y hasta diré probable, que, vencida Ingla.terra, perdería
a Gibraltar y quedaría Portugal fuem de su influencia, y concediendo, aunque no veo ninguna razón para suponer tal cosa, que
con el triunfo de Alemania quedara derogada la doctrina Monroe, en su oculto y verdadero sentido de «América 1l1ra 108 yanquiP, nada de eso se verificana en provecho de E"'-afia 0 , si uf
se verificase, serfa sólo aparentemente, mientr.r 3uillermo n
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creyese necesitar de la desmedrada in:O.uenciay de lainsIgnificante ayuda material ibéricas para establecer el predominio alem'n.
y no me parece indispensable ser muy perspicaz para imaginarse
la sonrisa socarrona que se ha dibujado bajo el bigote puntiagudo
del soberano teut6n, cuando ha llegado a su conocimiento que hay
por el mundo espafioles que creen que él conmueve y ensangrien·
ta al mundo en beneficio de ellos; que la tenaz labor de sus predecesores yantepasados: la de Arminio, que aniquiló a las legIones
de Varo en la selva de Teutoburgo; la de Othón el Grande, que
cifi6 por primera vez en Aquisgrán, Mona y Roma, la triple corona del Santo Imperio Romano Germánico; la de Federico Barbarroja., que, «con semblante de piedra~, como decía un contemporáneo, presenció la destrucción de Milán; la de Federico el
Grande, que inici6 la preponderancia militar de la Prusia; la de
Federico Guillermo, que tom6 en Leipzig el desquite de lena; la
de Guillermo I yel Canciller de merro, que iniciaron en Sadowa
la hegemonía prusiana y consagraron la unidad alemana bajo los
artesonados del pa.lacio del Rey Sol, y ha.sta. la formidable la·
bor del mismo lcái88'1' que ha hecho de su raza un hipogrifo de
fuego en que cabalgan los cuatro j1Detes del Apocalipsis, que dijera Blasco lbáfiez, tendrían por resultado la resurrección de
aquel imperio germano-espafiol que en Westfalia patentiz6 su impotencia, que en Utrecht qued6 herido de muerte, precisamente
en los momentos en que comenz6 a brillar en su orto la estrella de
los Hohenzollern, y' cuya momIa yace insomne bajo la pesada y
enhiesta phimide del orgullo espafiol.
Debo afio.dir, para prevenir la objeci6n de que procedo inconsecuentemente al aprobar a los espafioles que se manifiestan favorables a los aliados y censurar a los que simpatizan con los
imperios centrales, que no es el hecho de opinar lo que en éstos
censuro, sino el de hacerlo ba.jo la in:o'uencia de un odio injustificado y de una esperanza engañosa. Más todavia: aun aceptando
como natural ese odio y como na.tural ta.mbién que los espafioles
que lo sienten sea.n incapaces de comprender su falta de justifica.ci6n. siempre será inconveniente manifestarlo de manera tan agresiva. Deberfan ustedes recordar la docilidad con que, allá por los
allos ochenta. del pasado siglo, escucharon los franceses las exhortaciones de algunos de sus publicistas mAs ilustres y patriotas que
-u_
les censuraban porque, no pudiendo ni queriendo olvidar la p~r­
dida de la Alsacia.-Lorena, hablaban constantemente de desquite.
No recuerdo cuál de esos intelectuales escribió entonces estas no.
bIes palabras: cPcmsOn8 11 t01/dfnwB, 1"en parZO'IUl iamaM»>. y por
más que ustedes los espafioles germanófilos aborrezcan a Francia,
no podmn negar que el cuidado con que el pueblo francés calló
desde entonces su resentimientQ. es una prueba de que, si Alemania se hubiera visto envuelta en una guerra ajena a los intereses
directos de Francia, ~sta. o habría aprovechado la ocasi6n para recuperar por medio de las armas la Alsacia.Lorena, o, si se hubiera. considerado impotente para ello, habría seguido callando su resentimiento, sin a.le~arlo como móvil de simpatía hacia el adversario de su enemiga.
Por lo demats, nunca tan inoportuna como en estos momentos
ha sido la manifestación del odio que ustedes los espafIoles germanófilos sienten hacia Inglaterra; porque si ésta. ha tomado parte en la contienda actual, lo ha hecho bajo el impulso, no sólo de
un clarividente instinto de conservaci6n, sino tambi~n de sentimientos eminentemente al trufstas y generosos. Alemania, en efecto, antes de acometer su loca empresa, había procurado que Inglaterra., que no estaba ligada a Francia y a Rusia m's que por una
mtente (J(}f'diak que le dejaba toda. su libertad de acci6n, permaneciese neutral, e Inglaterra., que se había rehusado a contraer
ningún compromiso a ese respecto, s610 se resolvi6 a entrar en la
lid cuando vi6 desechadas sus justísimas exigencias de que Alemania respetara la neutralidad de Bélgica y vioJada esa neutrahdad. Así, en los momentos en que Alemania comenz6 a escribir
las páginas más vergonzosas de su historia, Inglaterra escribi6 en
la suya las que más la honrarán ante el criterio de la posteridad,
al dejar en ellas grabadas estas nobles palabras que Sir W. E.
Goschen, embajador de la Gran Bretafia en Berlín, dijo el 4: de
agosto de 1914 al canciller del imperio alemán: cSi para Alema·
nia es cuesti6n de vida o muerte avanzar al través de BéJgica y
violar la neutralidad de este país, es cuesti6n de vida o muerte pa.9'4 el lumor de Inglaterra cumplir la palabra empefiada de defen·
der hasta lo último la neutralidad de Bélgica, si
atacada»>. Y
tan generosamente como hablaba Inglaterra ante el confiicto, ha
segllido expresándose después, aun en los mor \lS en que el po·
- 15-
derío de Alemania parecía incontrastable. «Inglaterra, decla
Mr. Asquith en 9 de noviembre del mismo afio, no envainará su espada, que no ha desenvainado sin madura rellexi6n, antes de que
BtSlgica haya recobrado todo lo que ha perdido y más de lo que ha.
perdido». Quien asl piensa. y habla, pues, y aphca. sus energías
todas a la realizaci6n de tan elevados prop6sitos, se ha colocado
a una altura. inaccesible para los rencores egolstas y los odios
tra.snochados.
No debo deja.r pa.sar inadvertidos los conceptos de usted referentes a BtSlgica, Rusia, Italia, Servia y Montenegro. Con respecto a B.slgica, me absten20 de juzgar las frases en que usted se
refiere a su tristlsima suerte, porqlle no quiero expresarme con
acritud. Pero me satisface la certeza que tengo de que, fuera de
los alemanes y sus aliados, muy pocos han de ser los seres racionales que piensen como usted. De mi s.s decir que no fue en el cerebro, sino en el coraz6n, donde sentí el golpe que recibi6 aquel
tan pequeño, cuanto laborioso, civilizado, simpático y noble pals.
En Francia y en B.slgica pas' los más hermosos afios de mi juven·
tud, y cuando el cable me trajo la noticia de qu~ B.slgica había sido incendiada, martirizada, asesinada., brotaron lágrimas de mis
ojos y record' que, cuando cantábamos en Bruselas 1& B'I'abansona il8 lo, E,tudi(J/fl,t68, la estrofa. que mlÍs me coDmoña era una que
empezaba. asr:
o ptIfI•• bel,tI, o g'1'tlAld pmpÑ ."tU htHntl,
9tn tmdI le. brtU 1JW. Ze. qtl.Gwe hon.t07ll'
y ese país Bin odiOB, que teniJÁ,o, lo, 'h1'tU08 hacia lo, C'Uatro ha'I'isontes, fue la primera. víctima de la ambici6n y de la brutalidad
alemanas. ¡Ni la idea de Dios ni la de justicia inmanente tendrían raz6n de ser si tal crimen quedara impunel Y a usted, en
represalia de su dureza de coraz6n, &610 le dir' que entre las estrofas de aquella B'I'dansona, hay una en que se maldice la. memoria
del duque de Alba y de Felipe II.. .. lcomo si la juventud belga
de hace ireinta y cinco afios no olvidara el pasado, porque presin·
tiera que habla de haber espafloles que aplaudieran la desdicha de
su patria!
Sea de eso lo que fuere, lo que es innegable el que Bélgica, lo
-16-
mismo que Servia '7 Montenegro, han dado al mundo un ejemplo
admirable: el de pueblos que no han perdido su nacionalidadann~
que se les ha despojado de todo su territorio o de parte de 'J,
porque oonservan su gobierno '7 su ej~roito para recuperarlo.
¿y Rusia? SemJbárbara la llama usted. ¡Semibárbara la patria de Gogol, de Dostoiewsky, de Tolsto'7, de Gorki, de Veretzaguín '7 de Tcha.'7kowskyl Semibárhara la naci6n civilizadora de
la Siberia y de la Oaueasia, del Amur, del Tllrkestán '7 el Pamir!
lSemibárbaro el pab cuyo gobernante ha dado el ejemplo,
.m 14 Ili8torúJ, de reprimir una revoluci6n con mano de hierro, pero satisfaciendo a la vez las justas exigencias popularesl lSemi~
bárbara la naci6n que entr6 en la lucha. actual para defender la
dignidad y la autonomía de Servia, su hermana menorl
elE Italia? ••. La llama usted traidora. IPues qu~!: ¿querría
usted que una alianza., puramente defensiva, formada con un enemigo tradicional y un amigo de ocasi6n, sólo con el objeto de
mantener la paz europea, la hubiera impedido ocupar, cuando ya
esa paz había sido turbada por ellos, el lugar que le sefialaban el
honor '7 los intereses de su raza '7 la defensa de la civilizaci6n
grecorromana y cristian&P
Para terminar, comentaré est&s palabras de usted: la, pétrfi,ila,
.Allnón.. Pero si .ssa es una fr(J,88 lUJlJha, vacfa de sentido, y no
porque no exprese una verdad, sino porque atribuye, a Inglaterra
exclusivamente, procedimientos que han aplicado todos los pueblos
dábiles que se ha.n hecho fuertes. todas las naciones pequefl'as que
se han hecho grandes, procedimientos que ellos han llamado anutos, mientras sus adversarios los han calificado de pérfidos. No s6lo la fuerza., sino tambi&n la astucia, emplearon Filipo y Alejandro de Macedonia para domioar primero a Grecia '7 despu~ conc¡uistar parte del Asia '7 del Áfric&; no s610 la fuerza, sino t&.mbián
la astucia, emple6 Roma para sojuzgar primero al Lacio, en seguida .. Italia y por tiltimo a todo el mundo conocido, para formar
e1 gran imperio de Augusto; '7 si muy astuta ha necesitado ser ]a
peql1efia naci6n insula.r, producto de la conquista de romanos, dane"
ses, sajones, anglos y normandos, para volverse a 8U vez conquistadora y llevar la. civilizaci6n europea a Am~rica, Ash, África '7
Australia, quienes menos tienen derecho de tildarla de p~rfidaJ
son los que, como usted y Vázqu8Z de Mella., se Ir mestan admi-
"'00
-11-
radores de los Hohenzollern, que han hecho del obscuro mar·
arBviato de Brandeburgo, primeramente.el batallador reino de Prusia, despu~s el poderoso imperio alemán, '7 sueft'an ahora con con·
quis1Br a Europa para conquistar después al mundo. Porque, si
de perfidia se trata, pequefla es la que se atribuye a Inglaterra
por haberse apoderado '7 conservar Gibraltar, comparada con las
que cometieron Federico el Grande al anexarse la. Silesia, Bism!l.rck al adulterar el telegrama. de Ems pa.ra hacer inevitable la
perra francoprnsiana, y Guillermo n al violar todos los tratados
para pasar sobre BtiJgica cubierta de cad'veres '7 rainaL
y sobre todo, amigo mío, piense usted en que producto de la
Pf!I':fiiJA,a inglesa han sido veinte naciones libres, fuertes '7 pr6speras, diseminadas por el mundo; piense usted en que Inglaterra no
habia establecido hasta hoy el servicio militar obliptorio yen
que. cuando la guerra estall6, no tenía más que ciento veinte mil
voluntarios para mantener el orden en su colosal Imperio, y puesta
la mano en el coraz6n, di,a si esa fJ~rliilio, no ba sido, para la huma·
nidad toda, mú benlSfica. que muchas ko,'ZtIuUa que se imponen por
la fllerza y producen pueblos serviles, dábiles y miserables.
OPIIIIOII DE A.
El motivo que tengo para simpatizar con Alemania, es la esperanza que abrigamos los hombrea de orden de que. si triunfa el
lcáiur, restablecerá en el mundo el principio de autoridad, que
las revoluciones inglesa y francesa han dejado muy maltrecho y
que es preciso recobre su antiguo prestigio, para que la humanidad vuelva a encontrar la tranquilidad y el bienestar. Hartos estamos ya de democracia y de socialismo, doctrinas embusteras '7
disolventes, y como es ind1!ldable que la transformaci6n que el
triunfo de Guillermo n realizará en el mundo, será favorable ala.
restauraci6n de la disciplina social y política, cuyo secreto hemos
perdido, es 16gico que veamos en el soberano teut6n, que tan ducho se ha mostrado para hacer la unidad, la coherencia, el poderfo
, la prosperidad de su pueblo, al futuro constructor del grandio'so y quiá inexpugnable asilo en que l. humanidad regenerada. descansará de 8U8 sobresaltos, de sus amarguras y de sus miserias.
I
-18-
MI CONTESTACION
Confieso que ha sido usted conciso y más en'rgico en la expresi6n de 8US aspiraciones, que el mismo Vázquez de Mella, cuyo
discurso ha leído usted sin duda; puesto que se redujo a afirmar
que, centre las muchas cosas que va a liquidar la guerra actual,
una de ellas es, y será. una de sus grandes ventajas, el parlamen'
tarismo:., aunque refirMndose al cque padece Espalla:., renegando
s6lo de la democracia ifltJ.aUtat'ia y aceptando y hasta preconi·
zando la .i6'l'Ólrg:uica¡ pero debo decir dos cosas: la., que ,hay cierta
incoherencia en las aspiraciones de Vúquez de Mella, porque no
dice si el triunfo de Alemania liquidad. el parlamentarismo espa6:01 porque liquidará el parlamentarismo en todo el mundo, o s610
lo liquidará. en Espalla. y omite hacer constar que los defootos del
parlamentarismo espallol 80n los mismos de que adolece ese r'gi.
men en las naciones latinas, como que son consecuencia de la 16·
gica radical con que procede siempre nuestra raza; 2", que las esperanzas de usted son irrealizables y anacr6nicas.
Son irrealizables, porque es imposible que la humanidad en·
cuentre el asilo en que descanse de sus sobresaltos, a,narguras y
miserias, y más imposible es que clo vuelva a encontrar:., puesto
que nunca lo ha. encontrado. Vázquez de Mella ha dicho con gracia que chabrá. partidos en el mundo mientras los hombres esUn
conformes en no estarlo:.; pero, antes que '1, lord Macaulay había
dicho que habrA siempre dos partidos, por decirlo am primordiales, porque cti~nen su origen en la diversidad de caracteres, de
inteligencias y de intereses que se hallan en todas las sociedades y
continuarán existiendo mientras el humano espíritu se dirija por
rumbos opuestos; atraído por el encanto del há.bito y por el no me·
nos irresistible de la novedad» (1); James Brice haMo. escrito: cLa
oposici6n entre la tendencia que hace que algunos consideren ]a
libertad del individuo Qomo el primero de los bienes sociales, y]a
que impele a otros a insistir para que se la reprima. y se dirijan los
impulsos del individuo, es decir, entre el amor a la libertad y el
'1
(1). Lord M&Oa.way. lhstorla de la. Revolución Inglesa.. Tomo 1°,
pA.,.184.
-19-
amor al orden, es permanente y necesaria, porque tiene su origen
en diferencias que se encuentran, en todoslos pueblos y en todas
las 'pocas, en la. inteligencia y en los sentimientos de todos los
hombres»; y el mismo Brice había afiadido: cHay siempre gentes
a. quienes se manifiesta la. debilidad, la. locura, la pasi6n, el e20ísmo de la especie huma.na, y esas gentes, desconfiando de los actos
de la. mayoría, desean que hombres prudentes ]a gufen y manos
fuertes la. repriman, para asegurar el progreso y garantizar la seQ'uridad, y gentes hay también que, teniendo mejor opini6n de la
naturaleza huma.na y mayor confianm en su fuerza de voluntad,
sostienen que los primeros movimientos de la mayoría. de los hombres tienden generalmente hacia la justicia y la paz, y tienen fe
ea el poder de la raz6n para vencer la ignoranoia y en el de la generosidad para domar el egofsmo» (1).
Ese antagonismo eterno hará., pues, que eterna sea la discordia en las esferas de la política, y ese antagonismo, que, en épocas normales y de salud social, se externa en controversias oratorias y literarias, en los períodos morbosos es y será la ca usa de
las lOerras civiles. Antes que Mirabeau y Robespierre, que Pymm
y Hampden discurrieran sobre libertad y democracia, habfan discurrido M.arco Talio y Catón, Dem6stenes y Lisias, Antes que
Rousseau y Milton, Arist6teles y Plat6n habran escrito lobre los
mismos temas, y en un papiro egipcio del museo de Leiden se ha
encontrado la prueba de que, tres mil af[os antes de nuestra era,
bajo la xna dinastflt, un escriba analizaba los efectos de las su blevaciones populares y describía los horrores de las luchas internas,
anunciando al fara6n reinante que cel Nilo rojo lo seria más, a
causa de la sangre que arra.strara»; que «las gentes de baja condici6n, ineptas y viciosas, se apoderarían de todas 18s cosas de valor,
adquiridas por otros con la inteltgencia yel trabajo»; que «los
templos serian saqueados y revelados sus misterios:., y que clos
archivos señan allanados y robados los tltulos de propiedad:. (2).
y antes que las calles de París y Londres, se ensangrentaron las
de Roma. Atenas y Tebas la africana, bajo el impulso de las mis(1). James Brioe. LalUpubhque AmerLaame. 2.'omo 19, pA,.. H Y lB.
(11). Masparo. O&usenes d'Egypte, pisa. 188 y 118'1.
mu ambiciones, de las mismas avideces y de los mismos odios du. .
encadenados.
'Y grave error es imaginarse qlle Alemania ha escapado a esu
agitaciones. Tremendas revoluciones políticas y sociales, como la
gVet'f'Q, tÜ lo8 co.mptIBifl.08 y la de loa anabaptistas. fueron la conse.
cuencia 16gica de la Reforma, que, tendiendo a emancipar el espiritu humano de la tutela del poder absoluto en el orden espiritual,
eu el temporal tema tambi~n que despertar anhelos populares de
sacudir el yugo del absolutismo. Propag6se. lenta pero incesantemente, por la!Europa entera, aquel incendio, que, si pudo ser80fo·
cado o circunscrito, en unas partes por medidas brutalmente represivas, como en Espafla, yen otras por prudentes transacciones,
como en Francia, en Inglaterra habla de consolidar en el siglo xvn las viejas libertades arrancadas a Juan Sin Tierra y Enri
que ID y consignadas en la Carta Mapa y en los Estatatos de
Odord. DesPUM. aunque en la raza germwca no tuvo lnlluencia
decisiva la revoluci6n francesa de 1'189, porque la obra de Napole6n pareció nulificada en Leipzig. cuando estalló la de 1848, en
Alemania yen Austria los pueblos se sublevaron exigiendo de sus
monarC&8 una Constituci6n. y si bien es cierto que más tarde, en
Alemania. unificado y reconstituido el imperio en 1871. bajo la
hegemonra de Prusia, mejor dicho de los Hohenzollern, las aspiraciones democmticaa han sido, no ahogadas, Bino neutralizadas
dentro de 1& disciplina de hierro de un ~imen militar que ha
convertido a la nación en un inmenso cuartel, no es posible suponer que esa transformaci6n sea duradera, ni que el alma germánica, hipnotizada hoy por la idea de la conquista del mundo, siga
durmiendo, después de resuelto el con1licto actual, elsueflo servil
de otras edades. Vencedor o vencido, luego que )e pase 1& embriaguez del triunfo o el dolor de lJIo derrota, el¡ermano dejará deser
uW¡uina y querrá ser ciudadano, si no es que 1.. voluntad de serlo
precipite el desenlace de la terrible tragedia.
Porque anacrónica tambi~n, repito, es la esperanza de que el
triunfo de Alemania ponga fin a la democracia en el mundo y realice la tendencia conservadora del orden y restauradora de la autoridad absoluta. Jamú, como en la ~poca actual, ha sid tan numerosa la mayorfa de la humanidad, clarividente o en~ ada, que.
pempe la realización del ideal democrático, y ello .. reaultado
3
-21-
ineludible de una difusi6n de las luces y de un aumento en el bien
estar general que no conocieron los hombres de la anti¡1ledad,
de la Edad Media ni de la Moderna anterior al siglo XIX, en que
se iniciaron los incesantes progresos de las ciencias, de la industria
y de la instrucci6n pública. y a pesar de los trastornos sociales y
de los desengafIos que produce la persecuci6n de ese ideal, sobre
todo en 108 pueblos incapaces. por idiosincrasia, de comprender
la necesidad de aCflrcarse a ~l paulatinamente y sin atribuir a las
multitudes aptitudes que no poseen; si pequefIo relativamente es
el número de latinos deseosos de renunciar a dicha persecuci6n, insignificante es el de anglosajones que comparten tales deseos.
Satisfechos están ingleses, yanquis, canadienses, australianos,
sudafricanos y hasta indostánicos con el orden y la prosperidad
de que gozan y con las libertades que tienen o esperan adquirir
bajo el r'gimen democrático, y en las naciones latinas y eslavas,
en la misma Rusia, en donde la democracia es imperfecta o incipiente, ]as mayonas, en vez de desesperar, ven en los pueblos snglosajones un ejemplo que seguir y un desiderá.tum que realizar.
En vano Francia, que ha conservado la supremacía neoJatina y
de quien Vázquez de Mella dice, con mucha razón, queea eJa adua·
na del pensamiento humano, cuyo sello tienen que recibir todas
las ¡randes ideas para circular libremente por el mundo», da
muestras a veces de desaliento, diciendo por la pluma de uno de
sus pensadores má.s conspicuos, Emilio Faguet, que la democracia
ea eel culto de la incompetencia:»; en vano, otras veces, parodias
de la Revoluci6n francesa hechas por individuol que s610 aaben
lo que fue por las novelas de Alejandro Dumas, padre, y de Víctor Hugo, han producido dictaduns y anarqufas imb~ciles, sanguInarias y rapaces; a pesar de todo eso, entre las mismas víctimas de
aquel desaliento y de estos cnmenes, no habría quien tolerara que
alguien le impusiera. su voluntad dici~ndoJe, como Carlos nI dijo
lo los espafloles y el marquM de Croa repiti6 a los mexicanos, cuando S8 decret6 el e::drafIamiento de los jesuftas en 1777: eLos sábditoa nacieron para callar '7 obedecer y no para discutIr m opinar
en los altos asuntos del gobierno». Porque. cualesquiera que ha.
yan sido los abusos y crÚD.enes cometidos en nombre de la democracia. por 8US falsos apóstoles, por los tiranos disfral&dos de libertadores, el ideal está ahí, inextinguiblemente luminoso e irresisti-
-2,1_
blemente fascinador, ante los ojos ávidos y la conciencia vigilante
de las multitudes. cada día más celosas de la defensa de BUS derechos. si no ia-ualmente capaces de cumplir con sus deberes, '1 no
l)odr' detenerlas en su marcha hacia esa estrella redentora la
rrea mano del soberano teutón, como no las pudo detener, justamente hace un Siglo, la mano brutal de la Santa Alianza, guiada
por la irreducible intransigencia de Métternich.
Esto en cuanto a la democracia; por lo que ve al socialismo,
que sefiala usted tambhSn como enemigo del orden y de la tranquilidad universales, gravísimo es tambi~n el error que comete al esperar que el triunfo del klÍÍleI' le pondB coto deftnitivamente.
l06mo habrfa de pon~rselo si esa doctrina, consecuencia ineludible
del industrialismo moderno, profundamente justa. en sus principios y s610 perjudicial cuando se la quiere convertir en protectora
de la ineptitud, de la improbidad y de la pereza, ha encontrado
precisamente en Alemania el terreno más propicio para su desarrollo? Ya los Estados todos han celebrado una necesaria transacci6n con 18s eIigencias justas de las olases desheredadas, relegando a los archivos de la Historia la vieja doctrina econ6micaliberal
de 108 l1si6cratas y de Adam 8mitb y su bstituyéndola por la doctrina econ6mica. intervencionista, que da. 80108 gobiernos la facul·
tad, y hasta. les impone la obligación, de iDmiscuirse, para evitar
abusos ycon1Uctos, en las relaciones del capital y del trabajo; pero
esa transacci6n s610 puede ser eficaz para evitar conflictos, mientras el Estado intervenga eficazmente pára evitar abusos, yes pueril imaginarse que Guillermo n posee y aplicarA, en CBSO de triunfar, la fórmula mAgica para que la8 clases laboriosas sean aiempre
justas en sus exigencias y las capitalistas no cometan iniquidades.
Ni en lo polftico ni en lo social es, pues, cuerdo suponer que
el triunfo de Alemania haría la paz y la tranquilidad universales.
y fundar esa. suposici6n en ~l hecho de que el k41ael' ha dado unidad, coherencia, poderlo y prosperidad a su imperio, es mostrarse
ignorante de que todo eso 19 ha. hecho por la fuerza, militarizando,
repito. al pueblo alemán hasta deshumanizarlo, porque el constante
s8"ilismo de cuartel es contrario a la naturaleza y a la dignidad
humanas. Ese ha sido el procedimiento que han apUcado siempre
los pueblos conquistadores y no civilizadores, como 108 cartagineses. los espartanos y los hunos, sin que jamás hayan sido de lal' ;a
f'.
-23-
duraci6n lusconquistas; porque jamú han comenzado por saqueos,
incendios y matanzas 108 raros períodos de calma y bienestar verdaderos de que ha gozado el mundo. Esos períodos los ha hecho
un Pericles, que pudo decir antes de morir y después de haber hecho la paz y la grandeza. de Atenas: eLo que hay de mejor en mí,
es que jamás visti6 luto por culpa mía ningún ciudadano~; los ha
hecho un Augusto, que aleg6 en su testamento, como su mayor
m'rito, el haber sido cerrado tres veces. bajo su gobierno, el templo de Jano; los ha hecho un Tito, que fue justamente llamado
D61icitu iUl género humano, porque decía que era un día perdido
aquel en que no había hecho una buena acci6n (1). ¡y usted pre'ende que las edades futuras escriban alIado de esos nombres el de
Guillermo n de Alemania!
OPIIIOII DE B.
Soy cat6lico apost6Jico romano. Como taJ, estimo que todas
las desdichas actuales de la humanidad reconocen por causa la
guerra sin cuartel que, desde mediados del siglo xvm, se hace al
catolicismo; y como es indudable que el esntro de operaciones del
ej'rcito anticat6Jico es Parfs, Babilonia moderna y foco de todos
Jos vicios, y que los literatos, oradores y políticos franceses han
formado y forma.n, por decirlo asf, el Estado Mayor de ese ejárcito, es 16gico que yo, y los que como yo piensan, veamos en la
destrucci6ndeFranciacomopotenciamilitar e intelectual, la condici6n primordial e indispensa.ble del resta.blecimiento del orden
y del bienestar en el mundo entero.
Mas no s6lo por eso queremos que Alemania triunfe. Quer'moslo tambián porque Guillermo II no es un jacobino, como )0
demuestran 8US transacciones con el Centro, es decir, con el partido católico alemán, sus visitas a Roma "9 BU viaje a Tierra Santa,
actos todos que comprueban que no es enemigo sistemático del
(1) Un profesor de la UnlV8l'SlClad de Berlfn ha tem.do el ClDismo de deo1r 8D una carta. que fae pubUoada 8D Amsterda.m: -El 7«tuMo, d.kOlCU del
~ hmt.mo, ha IIdo lIempre el campeÓn de la PU, del derecbo y del
honorft
-24-
catolicismo y q ne alltorizan a esperar que. cuando domine al mundo,
iD&ugure una nueva era constantiniana. Y no objete usted que el
Mil",. es luterano. Basta. que no sea jacobino. repito, para que
los cat6lico8 cifremos en ~l nuestra esperanza. 8610 momentos
antes de morir fue bautizado Constantino; ¿por qu~ no habn de
serlo Guillermo TI luego que acabe de adquirir el convencimiento
de que el catolicismo es para la humanidad la mejor disciplina?
MI COITESTACIOI
Debo oonfesar a usted que su opini6n, que varias veces he
sentido, por decirlo así, latente en el ánimo de algunos cat6licos,
pero que jamás había. escuchado ni leido formulada con precisi6n,
me ha sorprendido siempre y hoy me llena de asomBro, porque la
estimo irreflexiva. e hija de la má.s absoluta ignorancia de 108
hec;hos.
Ante todo, permítame usted que le diga que grande ha sido
tambi~n mi asombro al leer la frase que dedica. a ParÍ8; porque
me ha parecido increíble que baya brotado de la pluma de un hombre culto (1). París, amigo mío, no es ese antro de vicios y de horrores que usted se imagina' es simplemente. y desde hace más de
puatro si¡los, la capital del mundo civilizado, y como todas las
grandes ciudades que lo han sido, como Babilonia en tiempo de
Semframis, como Alejandría. en tiempo de Cleopatra, como Constantinopla en tiempo de Teodora, como Roma en tiempo de Lu·
crecia Borgia, ofrece a los ricos desocupados que la visitan en
tropel, los plaéeres que buscan. Pero en París, como sucedía en lJa..
bilonia., en Alejandria, en Constantinopla y en Roma, se concentra y palpita el alma de la. civilizaci6n en el momento presente.
Ahí piensan los fil6sofos, trabajan 108 hombres de ciencia., can·
tan los poetas, dan vida a 80S obras inmortales los artistas, viven
los buenos en la paz del hogar, y los viajeros que buscan los goces
o la tranquilidad del espíritu ahí pueden satisfacer sus aspiraciones. La inmoralidad de Parts no es, pues, más que una patrafta
(1) Sm embargo, ya. en 1870 UD profesor rJemiD, Joeger, 4801..
ral h ..bl'l obtem40 UD. tr111Jlfo mAs cuando Pam sea 4estra1dot.
.. mo-
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propaaac!a por quienes no conocen esa ciudad, o, si la conocen, han
ido a buscar torpefo placeres y se escandalizan de haberlos encontrado, sin pensar siquiera en que podrían igualmente encontrarlos
en cualquiera otra ciudad: por ejemplo, en Berlín, en donde, al
decir de un publicista célebre, no francás. sino alemá.n, M aximiliana Harden, el mercado del vicio ofrece, sobre todo para las altas
clases sociales, más exquisitos refinamientos.
Pero esto no significa que yo niegoe que París haya sido, como usted dice, cel centro de operaciones del ejército anticatólico:..
No; convengo en que la labor demoledora de Voltaire (que fue,
dicho sea de paso, muy admirada y aun secundada por el gran Federico de Prusia) y de Rousseau y Diderot, fue el origen del san·
guinario deísmo de Robespierre, del disolvente atefsmo de Blanqui y del rabioso anticlericalismo de Combes; convengo en que
todo eso ha hecho que Francia aparezca como el foco del anticato'
licismo universal. Sin embargo, aunque convengo también en que
la llamada Orm8tit'UCÍÓn citln7, d8l clero fue uno de los mú QTandes
errores de la Revoluci6n francesa y causa de sus más repugnantes crimenes, espero que convendr' usted conmigo en que, de entonces acá., aquella actividad iconoclasta, al trav~ de SOl diver.
sas etapas, no ha violado la libertad de conciencia ni ha llegado a
asumir un carácter de verdadera persecuci6n religiosa, como el
qoe asumieron la Reforma. y su represi6n, en Bohemia, los Países
Bajos, Ginebra, Inglaterra y Espa!!.a, en donde perecieron cientos de millares de víqtimas que el hacha decapitó o consumi6 la
hoauera.
El anticlericalismo franchl actual, que no ha sido mú que
una de las fases de la eterna lucha entre la autoridad civil y la
eclesiástica. para la conquista o mantenimiento del poder tempo·
ral, se ha circunscripto a las esferas de la poUtica, y tan poco ha
trascendido a la. conciencia de las multitudes, que, 1iltimamente, a
pesar de los discursos y de los actos de Jos jacobinos, ha bastado que
el peligro comd.n a.bra un pat'énte&is en las disidencias de la opini6n política., para que el alma francesa, profundamente ca.t6lica,
ponga de manifiesto su tradicional religiosidad y su fe inquebrantable. Melgar ha. expresado la honda emoci6n que produjeron en
su alma de creyente los espectáculos de un rosario en Nuestra Se·
thra de 11\8 Victorias en Parrs, de una beudici6n 8a~efdow.1 d"
a
-26-
soldados apercibidos para entrar al combate y de una misa del
alba en las trincberas france'ias, y usted. como yo lo estoy, debe
na estar cierto de que, si el Pontffice romano pudiera manifestar lo que piensa y siente, olvidando recientes motivos de resen.
timiento y ejerciendo su misión de Pastor de las almas verdade·
ramente cat6licas. y no de los católicos políticos, como Vázquez
de M.ella y usted, se apresurana a reconocer en esa nación qUf'
lucha con noble serenidad y admirable heroísmo, a la hija primo·
g&nita de la Iglesia, a la antigua Francia de Clodoveo y de San
Luis, de Santa Genoveva y Juana de Arco.
Mocho podría decir, yo que tengo por Francia profunda de·
voci6n, para demostrar cómo la terrible crisis por que atraviesa
ha becho resaltar las virtudes altamente cristianas de ese pueblo
cuya existencia sola hace que los hombreE!. cultos se enorgullezcan
de habitar este planeta; pero prefiero dejar la palabra al eximio
escritor espaf[ol Ramiro de Maeztu. quien, en admirable artículo
publicado en AmbictJ Latina, revista ilustrada que ve la.luB en
Londres, bajo la direcci6n de nuestro distinguido compatriota
Benjamfn Barrios, ha. expresado bellfsimos pensamientos a. ese
respecto. "Lo que sorprende al mundo, dice Maeztu, es la. modestia con que combaten los franceses. Bon modestos en todo: en
sus comunicados oficiales, E'n las carias particulares de sus oficiales y solda.dos, en el sacrificio silencioso de las mujeres de Francia, que trabajan día y noc}¡e para que no falte alas 801d8do~ municiones y pan. Sólo cuando hablan de la causa por que combaten
se enorgullecen los franceses. Entonces dicen que es la más noble
de las causas; pelean por el derecho, por 1a civilización, por la
humanidad. . .. Este orgu 110 respecto de la causa y esta humildad
en punto a sus defensores, es lo que caracteriza. al cristianismo.
Es tan obligatorio para el buen cristiano afirmar que su Dios es el
único cierto, como reconocerse personalmente pecador ...• No .e
le ocurre nunca. a un franc~ alzar otro Dios en lugar del verdadero. Podr6. dudar del verdadero, pero no lo substituir' por un
dios falso. Hay momentos en la historia de Francia en que la nega.ci6n cobra ascendiente en las conciencias; bay otros en que Ja
duda pna 19a espiritus. Lo que jamú ocurre es que el Dios del
cristianismo se vea. substituido por otro .... Por eso los fr"lC81e8
no nepn a inourrir, sino muy raramente, en la forma m.á Jxalta-
- 27-
da. del peca.do de orgullo, que consiste en dogma.tizar la soberbia
y trocarla. en virtud. Francia ha conocido a menudo la satisfnc·
ci6n de la victoria, la pompa del lujo y ]a aureola del esplendor
intelectual, y muchas veces se ha envaneCIdo de sus triunfos.
Símbolo de esta vanidad es el ¡-all0. Pero el hecho mismo de haber simbolizado su vanidad en un gallo, animalejo de corral,
muestra que los franceses saben reír de sus momentos de vanidad
y evitar con su risa que pase a ser orgullo y que el orgullo se
convierta en Borma. suprema de su a.cci6n. Yasr vemos que desde
el comienzo de la guerra no ha cesado de cacarear el 'guiJa vecina, en tanto que el gallo da sus picotazos en silencio."
Ma.s SI Francia no ha sido jamás un pehgro serio para el cato·
licismo; si ahora manifiesta pa.lma.rlamente su fe y si torpemente
apasionados se muestran los cat61icos politicos que desean su derrota, más desacertados y ha.~ta insensatos se manifiestan éstos
cuando anhelan el triunfo del kái8tJ1", porque se empefIan en ver
en '1 algo BS{ como otro Sim6n de Montfort que llevaría al cabo
una nueva Cruzada de los Albigenses; pues, aun aceptando que
tal cruzada fuese necesaria y posible, no por eso dejaría de ser
peregrina la ocurrencia de encomendarla al suberano de la nación
en cuyo seno naCl6 el protestantismo; a quien, para furtalecer su
autoridad temporal, se (Ieclara investido tambifn de la espiritual
con el CIlrácter de summ'U6 epl8tXJp'U8 de su iglesia; a quien, cnmo
8118 palabras y actos lo demuestran, se cumplacerla en que se le
reconociera como Papa .Alsmán y admitiría de veras ese título
que el mi~mo Lutero s610 se dcLbn en momentos de huen humor.
No a.lep:-'. cierto.¡mt>llt... en np,.yu de mí convicci61. de que el
actual monarca tudescu es uno dE' lo~ l,fAc,rt"s enemigu~ del catoli.
ci.,mo, quizá el peor .Ie todus, el XIIUlI't'knmpf, (J "ea el ccumbate por la civilizBci6n~. ya que eso sJgnlfiCll. la palabreja; p(,rqoe
esa locha, que ha sido la más ruda que se ha hbrado cunt.ra la Igh.~·
aia. católica en la 'poca contemporánfa y tuvo repercusi(lnes en
Austria, Suiz~ m1aics, Franci~ Itlllia, y hasta. en el Ecuador y
México, la. iniciaron Guillermo 1 y Bismarck e:z:pidiendo la8 'kgu
de '00110, con el fin eminentemente político :le consolidar la uni.
dad alemana; y no alegar' en favor de mi tesis esa lucha, porque
esas leyes fueron derogadas en los comienzos del remado de Gui.
llermo 11. Pero si no echo mano de ese ar¡-umento, que siempre
-28-
comprobaría el anticatolicismo delosHobenzollern, tampoco aCfl)'
to que se alegue dicha derogación, ni las transacclones celebra·
das con los católicos alemanes constituidos en poderoso partido
político, ni las visitas hechas a Su Santidad en Roma, ni el viaje a
Jerusalén, como actos de Guillermo II que demuestren benevolencia real y futura protecci6n hacia el catolicismo; porque esos
actos han sido también puramente polfticos, encaminados a con·
solidar la unidad del Imperio. S610 que, si el fundador de éste,
que sabía que el catolicismo alemán es una fuerza con la cual es
preciso contar, quiso realizar sus miras atacándolo, su nieto, alec·
cionado por la experiencia, persigui6 el mismo fin por medio de
halagos.
Bien sé que puede usted, y no dejará de hacerlo, argf1ir que
cualesquiera que hayan sido las razones de Guillermo 11 para
mostrarse benévolo hacia el catolicismo, el hecho es que asl se ha
mostrado y que es de esperarse que igual conducta siga observando en el porvenir. Nada más falso, en mi concepto. Paralela a la ac
ci6n política tendente a hacer de los católicos alemanes súbditos
tan sumisos como los protestantes, el leái8f"1' ha desarrollado otra
espiritual, de carácter interconfesional, visiblemente encaminada
a atenuar, para borrar más tarde, las divergencias que existen,
DO s610 entre las diversas sectas protestantes, sino también entre
el catolicismo y el protestantismo (1); y de tal manera ha logrado
lo primero, que, cuando lo último fue condenado t'f1J-cathedra por
Pío X, en dos célebres encfclicas, la palabra del supremo guia
de las conciencias cat6licas fue desoMa, no s610 por el Centro, sino por totlol los católicos alemanes, foe objeto de irrespetuosas
censuras, yen la conferencia de Falda los obispos católicos teu·
tonel acordaron, aunque sin provocar francamente un cisma, no
cumplir las indicaciones del Sumo Pontffice. De lo cual se desprende que si el catolicismo ha adquirido inlluencia polftica pre·
ponderante en Alemania, ello ha sido bajo la condición de descatolizarse.
La. benevolencia de Guillermo TI hacia el catolicismo no es,
pues, sino uno de los numerosos y hábiles procedimientos que ha
(1). Henrl Llchtemberger. L' Allemagne moderne. Son évolro
DaI 128 Y 229.
.:1,
pAgl-
-29-
aplicado paTa afianzar su predominio absoluto en Alemania; pe• ro la sumisi6n del monarca y de sus súbditos católicos hacia la có.
tedra de Pedro es condicional, está subordinada a losinteresesdt]
Imperio. Y como iguales procedimientos ha aplicado para fundor
su prestigio, mientras llega. el instante de establecer su predomInio sobre todos los cat6licos del mundo, preciso es hablar tambián de estos procedimientos siquier sea s610 para hacer resaltar
su hipocresfa.
Las visitas del kái86'J' o. Su Santidad no pueden ser tomadas
como sinceras manifestaciones de es1iima respetuosa y mucho me·
nos de sumisi6n hacia. el jeCe de ]a Iglesia cat6lica. Las ha hecho
siempre con miras políticas, con el deliberado prop6sito de patentizar que desaprueba la actitud hostil de otros gobiernos, especialmente el francás, contra la Santa Sede, para atraerse así las sim
patfas de todos los cat6licos. Pero con frecuencia las secretas intenciones del Papa .Alemán se han hecho visibles hasta para los
menos perspicaces. Asf, cuando, en 1900, los desmanes y crfmenes cometidos por los bhw, hiCIeron necesaria la intervenci6n colectiva de las potencias en China, y 'stas juzgaron conveniente,
en vista de que el barón Von Keteler habra sido la. vfctima más caracterizada. de aquel movimiento antiedranjero, confiare] mando
de la columna puní tiva al feIdmariscal Waldersee, amigo y pariente
dellcáiBtn', 'ste no dej6 esca.par la oC88i6n de dar, por medio de su
prensa, aaquellaexpedici6n, el carácter de cruzada, para que quedara consignado en l~ Historia el hecho de haber sido llevada al
cabo bajo 1" dirección de una potencia protestante.
Más patente se hizo todavía el fin que ha persl'pido siempre
Guillermo n con sus actos poUticos de apariencia religiosa., cuando
hizo BU viaje a Tierra Santa en 1898. Del'pl1'S de haber estrechado
en Constantinopla la mano de su grande y buen amigo AbdulHamid, tinta en la sangre reci~n vertida de los cristianos de
Armenia, vestido con traje medioeval, como si quisiera evocar el
recuerdo de Godofredo de Bullón, a pesar de no haber tenido que
librar ningún combate, se presentó en Jerusal~nJ consagr6 UD
templo protestante, oro en el jardín de Getsemanf, predicó en Be1~11 y en Damasco, y. mientras con sus sermones se atraía a los
musulm&nes. ofreoi~ndoles 8U amistad y la de BU pueblo, se bien·
quistaba con 108 cat6licos cediéndoles un pequeffo lote de tierra
-30-
que le habla proporcionado el sultán. Entretanto, la prensa ¡rermánica recordaba que Gllillermo n había entrado a Jerusal'n el
mismo dla en que. 881 afios antes, Lutero inició la Reforma en Witemberg, proclamaba que las puertas del Oriente quedaban abier.
tas de par en par para Alemania y el protestantismo, y que, pan,
'~tet el viaje dellcáÍ867' significaba una gran victoria.
Tales son los hechos en que ustedes, los cat6licos germlnó61os,
fundan sus edratIas esperanzas. Afortunadamente, más numero.
sos son los católicos que comprenden que a Guillermo II podía
antes aplicarse el epiteto de COfII4dianú y hoy puede aplicarse el
de tragedianttJ, con más justicia que Pío VII los aplicó a Napoleón;
porque saben que es tradicional en los emperadores teutones el
servirse del catolicismo pan. obtener el poder o consolidarlo, yel
combatirlo cuando dejan de necesitar su apoyo o no pueden 80me·
terlo a sus exigencias. Sin evocar el recuerdo de Enrique IV y de
Federico Barbarroja, unas veces sumisos y otn.s hostiles al PI.'
pado, la cruzada sainetesca de Federico 11 es, en el CISO presente,
la lecci6n m.ú instructiva.
Obligado el último de los Hohenstaufen por Gregorio IX, sali6 primero de Brindis, con competente námero de naves y de
hombres, para. ir a rescatar el sepulcro de Cristo; pero re~resó a
los tres días bajo pretexto de estar enfermo y fue excomulpdo.
por el PIlPa., qlie no creyó en 8U enfermedad. Allos despu&l, habiendo lo¡rado que 16 fuera levantada la excomunión y deseando
adquirir mayor prestigio en la cristiandad, volvi6 por su propia
voluntad a tomar E'l camino de Jerusal'n; pero como ya estaba en
buenas .relaciones con el sultán de Egipto, obtuvo de '1 que le fuera
entregada la Ciudad Santa, penetr6 en ella, se coron6 a si mismo
en la capilla del Santo Sepulcro, porque 108 miembros del alto
clero se rehusaron a hacer lo, y anunció al mundo que habla vuelto
a realizar la magna. empreasa que habla predicado Pedro el Ermitaflo y en que habían perecido a centenares los príncipes cristianos. Mas tampoco esto. vez se dej6 enpfiar el PontffiC8t y Federico
volvió a ser excomulgado y murió errante e impenitente.
Es, pues, repito, tradicional en los emperadores teutones el
seI'Tirse del catolicismo como un medio de coDSolidaci6~ deBD pre·
dominio, aunque sin lo~rar f'ngaf(ar a los que pían la nave de
Pedro, y puede asegurarse que si el lr4iHr, con r • eferido viaje
-31-
a Tierra Santa, no se hizo excomulgar como Federico n, porque
vivimos en otro. tiempos, tampoco ha merecido su conducta la
aprobación, ni macho menos el aplauso, de la Santa Sede. S610 al¡anos católicos ilasos. como usted, han podido ver en ese viaje un
aUI'llrio de que Guillermo 11 sea el futuro restaurador del catolicismo, labor que esperan sin duda realizará con la cooperaci6n
de su aliado el sultán de Tnrqufal
Es indudable, ademú, que si las anteriores consideraciones
hacen presumir, sin peligro de equivocarse, que Guillermo II e6
s610 en apariencia y por inter~s, ben'volo hacia el catolicismo,
actos positivos y más recientes comprueban que es, en el fondo,
BU enemigo. ¿De qu' otra manera, en efecto, interpretar el saqueo, la profanación y la destrucción sistemáticos de iglesias católicas, y los martirios y matanzas de curas. frailes y monjas, que las
hordas vand'licas de Von Kluck, de Von Bl111ow, de Von Rindenbu)"g y del Príncipe Imperial han ejecutado en Bálgica, en Fran
oia 7 en Polonia' El cardenal-arzobispo de Malinas, monseft'or
Mercier, y los obispos de Gante, Brujas, Namur, Lieja y Toul'llai,
no s610 hau revelado al mundo esos horrores, sino que tuvieron la
energía suficiente para pedir que los obispos cat6licos alemllneal
austriacos hicieraR investipciones pa ra com pruba r]o8, y como tal
petici6n ha sido desatendida., es claro que el káú8'I' no los ignora
ni quiere ponerles coto ni castigarlos.
Por último, si es usted, como dice, cat6lico apostólico romano, no debe ignorar que, aunque no puede afirmarse que Roma
lot:uta ut en lo referente a la guerra acto al , PUf'sto que su S. S. Benedicto XV no ha estimado «conveniente ni 6tH comprometer la
autoridad pontificia en los litigios de los beligerantes:., como dijo
en el Consistorio del 22 de enero de 19H5, y no ha dictado un fallo
terminante, sí se encuentran en el discurso pronunCiado en el citado Oonsistorio y en el LlMn.amiento del Papo ti 1m lJeligwan'kl,
publicado el 28 de julio del mismo afio, conceptos suficientemente
claros y que,. con ayuda. de la recta interpretaci6n de la doctrina
de la Iglesia, establecida y fijada hasta en sus menores detallu
descle hace sirIos, permiten percatarse del pensamiento pontifical
a aquel respecto. El Soberano Pontífice, en efecto, en dicho discano, despuÑ de declarar que ele corresponde, como que ha sido
CDDltitufdo por Dios en in~rprete supremo y en vengrdor de la
-32-
ley eterna, proclamar que no ea permitido a nadie inferir lelióD
a la justicip , dijo estas palabras: cque las regiones invadidas 110
sean devastadas más de lo estrictamente exigido por las neceo
sidades de la ocupaci6n militar; que no se hiera. gratuitamente I
los habitantes en lo que es para. ellos más caro, como los templos.
los ministros de DIOs, los derechos de la religI6n y de la. f~. Y si
esas palabras hs.n debido significar para los católicos una prohi.
bici6n, una orden significs.n estas otras con tenidas en el referido
IlMna,mimto: cque el imperio del Derecho sea restablecido, con
el respeto a los derechos y a las justaBs.spuaciones de los pueblos».
Roma., pues, ha habls.do hasta donde las circunstancias se lo han
permitido, y es induds.ble que en sus palabras está implícita ls.
condenaci6n de ls. conducta de AlemaDla. ¿C6mo se permiten,
despuás de eso, algunos católicos, apostólicos, romanos, desoyen·
do las insinuaciones de su Pastor, aprobar los actos de dicha po·
tencis. y desear su triunfo?
y lo peor del caso es que, al aprobar aquellos actos y abrigar
estos desee&, tienen ustedes forzoBllmente que admItir, cuando
menos, la necesIdad de la supresi6n de Bélgica y de la disminuci6n, material y moral, de Francia, Ing]aterra, Rosia e Italia, hechos todos que redunds.rfan en grave perjuicio del catolicismo;
puesto que Bélgica, antes y después de comenzar la guerra, era y
es objeto de la expresa y especial predileccI6n del Sumo Pontffice;
que Francia. a pesar de sus errores, era. todav~a, en el Consistorio
de 29 de noviembre de 1911, llamada por Pío X chijs. primogéDl.
ta de la Iglesia, nación predestinada y vaso de elecci6n:.; que In·
glaterra. antes de la guerra, no sólo toleraba, sinO que protegfa
al catolicismo, y que, desde que eUa estall6, tiene un reprt"sentante diplomático cerca del Vaticano; que Rusia, cuyos hijos son profandamente oristianos, está, según la t'xpresi6n de Soloviev, cen
via de adelantar la hora de laE. exphcacionl's conciliadoras entre
la ortodOXIa y el Papado~; que ItBlia, a pesar de la cuestión romana, cuya solución corre&ponde exclosivamente a la Santa Sede,
permanece, como Francia, socialmente católica, no obstante su 8n·
tielericalismo poUtico. Y eso sin tomar en cuenta (' ue la Santa
Sede ha manüestado su interés por Montenegro y Se la. que desaparecerfan también, celebrando con esas nacionp n 1888 y 191ft
- 33-
cODcordalios que ha estima.do favorables para la propagaci6n del
catolicismo en el Oriente europeo.
Vea usted, pues, amigo mío, los bienes engañosos y los males
efectivos que causaría al mundo cat6lico la realizaci6n de su deseo
de que triunfe el Mú6'l', y conv~nzase de que ese futuro y por usted deseado amo del mundo, en quien se le antoja ver a un nuevo Constantino, no lleva en su lábaro la cruz, sino la calavera y
las canillas del estandarte de los Húsares de la Muerte, cuyo lema
no es el In lwe ,igno VinOB6, smo el IJeutBcluand 'li~Bf' alles (Alemania sobre todos) que cantan los soldad.os en las trincheras y repite toda la raza germánica en este terrible momento hlSt6riCO.
OPIIIOI DE C.
Al llegar el io&tante de expresar a usted los motivos de mis
simpatías hacia Alemania y de mis deseos de que resulte vencedora en la contienda. actual, comprendo algo de que no me habia
dado cuenta: que aquellas simpatfas tienen mucho de impreciso y
de inconscien1if-, por más que estos deseos sean reales y vivos.
Antes de la guerra, yo 'B'II.tía a Alemania como a un sol que se
levantaba.. La grandeza de sus fil6sofos, la inspiraci6n de sus poe
tas, de sus mWrlcos, de sus pintores, de sus escultores, el m~rito
indiscutible de sus hombres de ciencia., me producían un encanto
y una admiraci6n inmensos; y cuando la guerra esta116, cuando ví
lo. perfecci6n y la. pót8ncia de la formidable máquina de predominio universal, construida por el kái8el' para satisfacer la 'Col'l.l.ntad
de 'Podsrío, que dijera Nietzsche, de la raza. germánica. no pude
menos de 8tmtir que aquel &01 iba furzosamente a llegar a su cenit
y que el mundo iba a presenciar la renovaci6n, hecha por la fuerza., de todo lo justo, de todo lo bello, de todo lo útil que han constituido, al través de las edades, la aspiraci6n de la humanidad.
Por lo demás, usted no podrá negar que esta guerra era necesaria. Pruébalo el hecho de haber ella obligado a los mismos adversarios de Alemania a mejorarse para sostener la lucha. Inarlaterra, que ya desde que 4ista pareci6 inminente, habfa salido de
su apUndido ai81amimto, ha concentrado sus inmensos recursos
intelectuales y materiales y hasta establecido el servicio militar
4
-34:-
oblieatorio; Francia, encenagada en sus disputas intestinas, ha.
vu.elto a encontrar el secreto del patriotismo y de la disciplina qua
la hicieron invencible en los tiempos de Luis XIV yde Napole6n¡
Rusia ha introducido en su organizaci6n interior reformu cUl.
necesidad había quedado demostrada con su reciente desastre en
el Extremo Oriente; Italia ha reclamado su lugar alIado de 18s
potencias que representan la civilizaci6n neo-latina y demostrado
que todavía circula en las venas de BUS hijos la heroica sangre de
los Escipiones. Y aunque usted PÚflR8 que esas transformaciones
son augarios del triunfo de los aliados, yo lumo que, a pesar de
ellas, la victoria será el premio de quien ha logrado renovar 'J mejorar Ir la humanidad, para qne ál y su raza recojan los beneficios
de tan magna obra.
MI CONTESTACION
Ha hecho usted una confesi6n cuya sinceridad estimo en todo
lo que vale, pues, aunque yo me vengo desde hace tiempo perca.tando de que la mayor parte de los german6filo8 lo son inconscientemente, no sá de ninguno que haya sido bastante probo pira decirlo o escribirlo; y como sá bien qne de g'U8tiJJv.1 d tk oolortlnu
flOft, d¡'puta.tuium, debería. corresponder a su ingenuidad abateniándome de analizar sus sentimientos.
Sin embargo, ¿c6mo dejar que pase inadvertida la afirma.oi6n
de usted referente a que la. gu.erra actual ha sido necesaria, en el
sentido de haber sido útil a. la huma.nidad? Que la guerra es un
mal, no me parece discutible, puesto que produce la muerte, que
ea contraria a los deseos de 108 individuos en la gran mayoria de los
casos, y la destrucci6n, que es siempre contraria a 108 intereses
individuales y sociales; pero tampoco me parece discutible que es
un mal necesario, como lo son la. muerte y la destrucci6n, pronta
o tardía, de todos los seres y de toda.s las cosas. Es uno de los medios que la humanidad emplea, acaso a pesar suyo, para cumpJir
esa gran ley de la. NatDra.leza.. Por eso a.firmo que la guerra, 7a
sea extranjera o intestina, es UDa funci6n natural de las sociedades, como las enfermedades son funciones naturales e 108 seres
vivientes, qu~ conducen al ejercicio de otra. función la.tural, que
- 33--
es la muerte. Por eso Lagorgette hIzo la pavorosa cuenta. de que
«de 14:96 antes de Jesucristo a 1861, había ha.bido en el mundo,
en el civilizado únicamente por supuesto, 22'1' aUos de paz por 3,130
atlos de guerra, y o sea un aUo de paz por cada 13 y pico de
perra».
Convengo, pues, en que las guerras son necesarias, como lo
IOn las enfermedades; pero no puedo convenir en queaquél1assesn
útiles a la humanidad, como no convengo en que, aunque lo cree
el vulgo, los seres vivientes que recobran la salud queden m's sanos que antes de enfermarse. Porque, aunque admito que hay casos
en que naciones e individuos se encuentran más prósperas y sanos
que antes de una guerra o de una enfermedad, creo que eso no
sucede a CfJ'U8a, sino (J puar de la guerra y de la enfermedad.
La opini6n contraria, en mi concepto, s610 pueden profesarla,
con respecto a las enfermedades, al tifo por ejemplo, los bacilos
ciertamente y acaso algunos mMicos, boticarios y enterradores sin
conciencia, y con respecto a la guerra, s610 la han profesado los que
viven de ella y algunos .fi16sofos. Spinosa ensefiaba que el mal es
condici6n del bien,y me parece sugestivo y oportuno hacer constar
que esa doctrina, eminentemente panteística, se encuentra en el fondo de la .filosofía alemana, inspir6 a Goethe la célebre frase que puso
en boca de Me6st6feles: cYo soy una parte de esa fuerza que quiere
siempre el mal :rsiempre produce el bien», e informa ahora. todos loa
razonamientos con que ellcáil61', BU canciller,sus ministros, sus generales. los sabios y los artistas y hasta los obispos alemanes pretenden justificar las matí.nzas, los saqueos, las destrucciones y demás
actos de barbarie que comete el ejército teut6n.
Desde el punto de vista de la eterna moral, la piedra de toque
para apreciar 1& necesidad y la utilidad de una guerra, no puede
ser otra que la. justicia de 108 fines que persiguen los beligerantes.
No solamente necesaria y útil, sino basta sagrada, es la guerra. que
se hace en defensa de la patria, y .. esa guerra no puede aplicarse
elbillo, matrwua detutata, puesto que las madres mismas ldmiten
el sacrificio de sua hijos. Pero la Historia, ese libro en que está
.consignada la experiencia de los pueblos, enseBa que las guerras
de conquista son, en la 8'ran ma.yoría de los casos, innecesarias e
inlitiles; porque bienes m's preoiosos y fecundos que la 8'loria de
las armas se obtienen 'Por otros medios; porque esa gloria. lo mi&~
-
38-
mo que la. revoluciones regeneradoras y los combates heroicos, Id
son cosas admirables cuando se les ve de lejos, de muy lejo~ cuan'
do nos son trasmitida& por la leyenda. que vela complaciente SUB
horrores. son abomino bIes cuando se palpa o se considera la san.
gre que cuestan y 108 bienes materiales que destruyen: porque
cuando la irUGl"ra es el resultado de la ambici6n de un hombre,
por más grande que sea. no es mú que barbarie, y los laureles que
éste y los que le siguen cosechan, no compensan ni los crimenes
que cometen ni los sacrificios que exigen. Bien vi6 el mundo todo
eso a fines del siglo XVIII y en los comienzos del XIX. Grande
fu' Francia en VaImy y en Jemmappes, porque defendfasu auto.
nomía y su integridad; pequefia fu' después, a pesar de la grandeza de Napole6n, y su pequefiez moral debía fatalmente precipitar.
la en el abismo de Waterloo. y no olvide Dsted que la situaci6n
actual de Europa y del mundo es muy semejante a la en que se en·
coatraban en 1813, con esta única diferencia: que GuJlJermo II no
tiene en su abono, como Napole6n. el haber comenzado por defender una causa justa ni la disculpa de no haber podido determinar el instante preciso en que sus guerras defensivas se convertian en guerras de conquista.
En consecuencia, tampoco debo admitir su peregrina preten.
si6n de que Alemania y el kái86f' obtengan el triunfo y sean mere·
cedoras de porque la guerra actual ha hecho que sus adversarios
modifiquen su organizaci6n interna. salgan de su entorpecimiento
y restablezcan su disciplina moral y militar, para defenderse y
atacar con suceso. Ese ra20'llamimto sólo es comparable al de un
joven ingeniero militar que me decla hace poco:
-Yo he curado a un paralítico.
-¿C6mo y cuándo?, le pregun~.
-Durante la Decena Trágica.. Dirigí con tanta precisi6n un
proyectil sobre un edifiCIO que ignoraba fuese hospital, que cay6
en una sala en donde se encontraba un paraHtico, y éste, por huir
de la. explosi6n. salt6 del lecho y abandon6 la sala.
Pero debo advertir que a aquel joven sofista nO"S8 le ha ocurrido solicitar de la Arademia. de Medicina. UII premio por]a inven·
ci6n de su procedimiento curativo de la pamIisis.
Por otra parte e insistiendo en el sfmil, si bien 'J cierto que
la terrible guerra desencadenada. por el WiB,r ha tlroducido en
'1
-:n las nacIones que usted ha citado, las plausibles transformaciones
indicadas, no lo es que ninguna de eJlas estuviese para1ftica, ni
mucho menos que lo estuviese hasta. merecer ser sojuzgada, como lo
sería si Alemania quedara. victoriosa.
Proudhon, el c~lebre pensador revolucionario y socialista, ha
dejado en una página inmortal, que creo 11tH reproducir, descritas
las circunstancias en que una naci6n se hace merecedora de tan
triste suerte. cToda naci6n, dice, incapaz de organizarse polfticamente y en la cual el poder es inestable, 8S una naci6n destinada a
ser devorada por sus vecinos. Como la que no sabrSa o no podrfa
hacer la guerra o fuese demasiado d~bil para defenderse, no t.iene
derecho de ocupar un lugar en el mapa de los Estados: estorba: es
necesario que caiga bajo el dominio de alguien. Ni la religi6n, ni
la lengua, ni la raza pueden ser obstáculo para eno: la preponderancia de los jntereses lo domina todo en ese caso y se convierte
en ley. Derecho de la fuerza, derecho de la guerra, derecho de gen
tes, derecho político, se vuelven entonces sin6nimos; donde falta
la fuerza, los gobiernos no se sostienen y mucho menos las nacionalidades. Derecho terrible, dIréis, en el cual no se puede reconocer una forma de la. justicia. Y bien, no. IFuera toda sensiblpría! Hay que recordar que la muerte de un Estado no implica la
de los ciadadanos, y que no hay para ~8tos peor condici6n que la
de formar parte de un Estado decrepito y desgarrado por las facciones. Cuando la patria es refractaria a la libertad; cuando la sobemnla pública está en contradicci6n con la del ciudadano. la nacionalidad se convierte en un oprobio y la re¡reneraci6n por medio
de fuerzas extraB:as es una necesidad» (1)
Ahora bien, ni Francia, ni Inglaterra, ni Italia, ni Rusia, se
encontraban en tan triste condici6n. Florecían en e)]as la libertad
y el derecho, aunque librando inevitables contienda&, yen cUlnto
& la fuerza, si bien la hablan descuidado, porque fueron bastante
honradas. ilusas si 8e quiere, para dudar de que alguien cometiera el
crimen de lesa humanidad de desencadenar al monstruo de la enena, que apa.recía, como nunca, ante todas las previsiones, tremen
- do y pavoroso, ese descuido era aparente y, sobre todo, fácil de
subsanar. Bien lo demostró Francia. desde los comienzos de la la
(1). Oltado por Emilio Fagaet en lIa obra L, pam.ftIm., piS. 129.
-38-
cha, cuando, atacando a su vez, obtuvo l. gran victoria del Mar
ne. salvando a Pan. y rechazando a 101 invasores; bien lo demoltr6 la misma naci6n, poderosamente a;rudada por Inglaterra, que
apenas tema entonces ej'rcitos de tierra, y por B~Jgica, reci'n
upul.ada de su territorio, cuando contuvo y derrot6 a lo. alemanea en la campaña del Iser, impidWldoles el paso hacia Calai4i:
bien lo ha demostrado Inglaterra, embotellando desde luego a ]a
escuadra alemana y paralizú.dola despds en el Skager-Baek¡ bien
lo han demostrado Rusia, vengaq,do en 1918 los desastres de 1915
'7 apoderlÚldose de Trebizonda l' Erzerún, e Italia tomando.
Goritz.
Si, pues, usted cree que AJemania merece el triunfo por la
potencia que despleg6 en el.taque, despu'. de cuarenta y cuatro
años de solapada preparaci6n militar y de emplear en fortalecer
se sus actividades y recursos todos, morales, políticos e industria"
les, mú raz6n teneo yo para. creer que obtendrin la palma de la
victoria las naciones que la combaten y que, sin haber tenido a 8US
ciudadanos, durante aquel lapso de tiempo. sujetos a l. f'rula
embrutecedora del militarismo, han podido. la ana, Francia, en
pocos días. la otra, Inglaterra, en pocos meses. y Rusia e Italia
en menos de dos aftos. adqairir la fuerza suficiente para contra"
rrestar la de sus adversarios y reducirlos a una defensiva que se
ri de la.rga duraci6n acaso, pero que no evitari ciertamente BU fi·
naJ. aplastamiento.
En cuanto a los otros sentimientos de usted, al que le pradu
cla, antes de la guerra, el espectáculo de lacivilizaci6n eermániCl,
'7 al que, después de que la guerra estl.ll6, le inspir6 la convicci6n
de queAlemauiatenfaquetriunfar, no me causanextrafleza. Eran
simples fen6menos de sugesti6n. Porque Alemania, que habla al·
canzado el 8UmmtIm de civiliza.ci6n. de /w,l,HJ,., como ellos dicen,
en el orden intelectual y material, no habla adelantado nada en el
orden moral. y sus grandes hombres, los :6.16sof08, los poetu, los
artistas, los cultivadores de las ciencias que tanto admira usted,
se han creído siemprelU1'erAomhru J, como tales, han abrigado la
convicci6n de que el mundo pertenece a su raza. Para. no dejarse
inluenciar por presunción tan desmedida, para. contrarrestar ela
8ugesti6n en los momentos en que la raza gel'ldnica asombraba.
la humanidad haciendo aJarde de una fllerza excepcionp lente foro
-39-
mido.ble, se necesitaban, quizá también en grado excepcional, independencia de criterio, conocimiento de la Historia y fe en la justicia inmanente, para darse cuenta de que hombreg igualmente y
más grandes han producido Francia, Inglaterra, Italia y hasta
Rusia, de que jamás ha. habido ni habrá, pese a. Nietzsche, una
casta de mpsrlwmJwa que domine al mundo, y de que nunca la
faena ha podido ni podri realizar las elevadas y nobles aspiraciones de la humanidad. Y no culpo a. ugted por no haberse dado
cuenta de todo eso; pero sí espero, ten¡o la certeza, de que los
acontecimientos lo sacarán de su error.
*••
Tal decían las cartas en que mis amigos expusieron los fundamentos de sus opiniones germanófilas y las en querefutáesas opiniones. Ahora s610 me resta. a guisn de conclusión, ampliar los
razonamientos en que fundo mis vehementes deseos de que triunfen y mi confianza. en que triunfarán los aJiados. Los referidos
amigos míos encontrarán en las sigaientes Hneas esa ampliaci6n,
que hago pública tambi~n porque estimo que todo sér pensante
tiene, en los momentos actuales, por humilde que sea su esfera de
acci6n, el deber de cooperar para que el conllicto europeo que
está conmoviendo al mundo se resuelva como lo exigen la justicia,
la razón y la libertad.
CONCLUSION
A dos se reducen, en resumen, los motivos por que los hombres de criterio sano de los países neutrales deben, en mi concepto,
desear la derrota de Alemania: 1°, el fin que ésta. persigue es eminentemente egoísta y contrario a los intereses comunes a todos los
pueblos y a los particulares de cada uno de ellos; 2°, los medios a
qae ha recurrido para alcanzar ese fin son igualmente contrarios a.
la. civilizaci6n y significan un retroceso en el desarrollo moral del
mando. Y de estos dos motivos se deduce el si¡uiente corolario:
el futuro bienestar yel progreso de la humanidad exigen el triunfo
de los aliados.
-40-
Con respecto al primer motivo, hay que hacer a un lado desde
luego las argucias con que Alemania pretendi6, al iniciarse la lucha, justificar su conducta, alegando haberse visto obligada a en..
trar en ella; porque seria pueril aceptar que el asesinato en Sarajevo de los príncipes herederos de la corona de Austria (hecho lamentable, pero que se explica si se tiene en cuenta que esa ciudad
pertenece a la Servía irretltm.ttJ, que fué dada a la Monarqufa
Daal conforme al tratado de Berlín, obra dlab6lica de Bísmarck
para hacer inestable la paz europea, yen donde es tradicional el
odio a los Hapsburgos) fuese causa suficiente para hacer estallar
una contlagraci6n general, si no hubiese habido quien esperara
un pretexto oualquiera para provocarla; y que Alemania esperaba
ese pretexto, ha quedado plenamente demostrado. no s610 con el
hecho de haber estado terminados SUB preparativos bélicos, con ..
tándose entre ellos hasta la construcoi6n subrepticia de posicio.
nes estratéa'ÍC&8 en territorio belga, francés y polace-ruso, sino
tambián con el estudio imparcial de la historia moderna de Alemania. desde que Guillermo I, en 1861, subi6 al trono de Prusia.
En efecto, sin sumer¡rirse en las profundidades del pasado,
sin recordar que la raza germá.nica fué siempre guerrera y conquistadora, que a partir del tratado de Verdún en 843, SU8 ambio.
ciones incendiaron a Europa y que 8US fechas aciagas, de 1250
(principio del (l'rtJ'l1, int6'l"f'8{/no), 1648 (tratado de Westfalia) y 1806
(batalla de Ieaa), no laeron sino principios de periodos relativamente cortos de retroceso, durante los cuales adquiri6 mayor
empuje para segair avanzando hacia el predominio, basta anali.
zar sus actos desde que Bísmarck asumi6 lB direcci6n de la poUti·
ca, primero en Prusia, después en Alemania, para comprender 10
que ésta, bajo la hegemonía de aquélla, quiere con voluntad tenaz, y adonde va sin desfallecimientos ni escrúpulos_
Bfsmarck, espíritu clarividente y pr'ctico, energía férrea.
conciencia elútica, habla lefdo a César y a T'cito, conoeta perfectamente a su raza. y sabía que aquellos romanos habían dicho una
gran verdad cuando afirmaron que 8610 la guerra unfa a los pro.
manos y los fortalecfa y que la palIos dividía y debilitaba; y due!lo de un admirable instrumento de dominaci6n, del poderoso ejército prusiano que habfa comenzado a formar el Rey- "rgento,
q ae había perfeccionado y glorificado el Gran Federico fUe, aUD-
fl-
que destruido en lena, había sido reorpnizado por Federico-GuiIlermo In antes de Leipzig y reforzado en 1862 por Von Roon y
Von Moltke, acometi61a empresa de conquistar a Alemania para
unificarla por la fuerza, ya que Federico-Gml1ermo IV no habla
querido hacerlo por la voluntad popular. como Victor Manuel n
y Cavour hablan hecho la unidad italiana. La llamada Guerra de
lo, Duoa,rJ,o, filé el principio de esa conquista. Prllsia y Austria,
coalipdas ., arrastrando tras ellas a la Confederación Germánica
de que formaban parte. despojaron a Dinamarca del SchIeswig,
del Holstein y del Lau8nboure que le hablan sido dados en 1815,
conforme al tratado de Viena; pero como dicha coalici6n no habia
tenido mAs objeto que envolver a Austria en un con:fticto posterior, no había transcurrido un año de la liquidaci6n, en Gastein,
de aquella perra, cuando Bísmarck, que sabia y decla que cen la
Alemania unificada no podían caber juntas Prusia y Austria~, se
volvi6 contra ésta. y contra la Confederación Germánica, que esta
vez la sostenla, y después de vencer a los hanoverianos en Lsngalsalza, a los bávaros en Kissingen ya los austriacos en Sadowa,
quedó. por el tratad.o de Praga. disuelta aquella confederaci6n y
Austria eliminada de la que se formara bajo el predominio de
Prusia, que se anexába el Schleswig. el Holstein. el Han6verJ el
Hesse electoral y Francfort.
La Confederaci6n de l~ Alemania del Norte. cuyo presidente
hereditario era el rey de Prusia y que comprendía veintid6s Estados alelll&nes, no .podía, sin embareo, satisfacer a Bísmarck,
porque quedaban fuen de ella los Estados de la Alemania del
Sur: los reiDOS de Baviera y Wllrtemberg y el gran ducado de
Baden. e ide6 Ilna nueva guerra. la guerra con Francia. no s610
para que esos tres Estados entraran a formar parte del Imperio
Alem'n. sino t8Dlbi~n para que el odio que la Prusia conquistadora inspiraba Ir los pueblos anexados. quedara neutralizado por
otro mayor: el que les producia el recuerdo de las invasiones na.pole6nicas.
Qued6 vencida. Francia en Sed'n y Guillermo 1 coronado en
Versalles emperador de Alemania; pero Iquedaba asl satisfecha
la. ambici6n germ'nica? Ciertamente que no. Prueba irrefutable
de ello y de que el tratado de Francfort no podía ser más que una
trel'ua, como
tarde lo fu' el tratado de BerlíD J es que COD.
m'.
-d-
forme al primero se despoj6 a Francia de la Alsacia-Lorena, dejando abierta su frontera y su territorio incesantemente amena.ado por una agresi6n, y que con el segundo se dej6 mal resuelta,
mejor dicho irresoluta, la cuesti6n de Oriente. Así 10 comprendi6
el mundo entero, y desde entonces las grandes potencias europeal,
sabiendo que aquella ambici6n constitula para todas un peligro,
vivieron bajo el régimen de la psI! armada, haciendo y deshaciendo alianzas y tratados en previsi6n del inevitable con:llicto.
Alemania, entretanto, bajo la direcci6n de su nuevo emperador, canciller de si mismo, pero menos previsor, Igualmente falto
de escmpulos y mú impulsivo que Bísmarck, continu6 su labor
de fortalecerse más aH' de lo visto en las ~pocas pasadas, mú aU'
de lo imaginado para las ~pocas futuras. Los descubrimientos prodigiosos que las demás naciones y ella misma haclan en las regiones de la ciencia, sus maravillosas aplicaciones a la industria, todo lo empleaba con rapidez y eficacia extraordinarias, ostensivamente para aumentar su bienestar y hacer participe de ~l al mun·
do entero, subrepticiamente para acrecer BU poder guerrero y cen·
fiupHcar sus medios de destrucci6n y de defensa.. Y así Guillermo JI segula dando su &sentimiento a las opiniones de CMar y de
T~ito y aprovechando las lecciones de Bísmarck, para mantener
la unidad y el poderlo alemanes por medio de la guerra; porque
la paz armada no es la paz: es la guerra misma.
I Que las demú naciones estaban en la misma situaci6n y, por
lo tanto, pudieron adquirir igual poderlo? Sin duda alguna; pero
hay entre una y otra situaciones una diferencia que parece pe.
quefta y que a la postre resulta muy grande. Francia, Ing]aterra,
Rusia. aplicaban el si .,¡, pacMn fUIN iJlm,m del latino, y quien se
prepara para la guerra 5610 porque quiere la paz, se prepara siempre con menos cuidado y eficacia que quien quiere la enerra y s6·
lo espera el momento oportuno para hacerla. He ahf el porqu' de
la superioridad de Alemania al estallar el con:flicto y en sus comienzos.
Pero Alemania no s610 había preparado la guerra porque a
ella la arrastran.n siempre su temperamento y su ambioi6n, SiDO
también porque. en los cuarenta y cuatro alfos en que no l. había
practicado, se habfa convencido de 8U incapacidad para consolidarse sin ella. Se había anexado una parte de la Po1 nia entre
-u1'171 y 1795, el Schleswia en 18M, la A1saoia-Lorena en 1871, y
sabia que era odiada por los pueblos que habitan esas comarcal,
polacos, daneses 7 franceses, mú que en eliDstante de su anexi6n.
Aunque tarde 7 a pesar de la oposici6n de Bísmarck,habfa,como las
demás grandes potencias, adoptado una política colonial i pero sus
posesiones de África, Asia y Oceanía, por la brutalidad de sus m'.
todO! de colonizaci6n y su tendencia a sojuzgar, y no a civilizar,
lejos de proporcionarle mercados para su exceso de producci6n
industrial, le ocasionaban sacrificios de dinero y de &angre, para.
tener a raya a sus nuevos súbditos y para sofocar insurrecciones
irreducibles, como la de los herreros. He aquí por qu' forj6 Alemania en 1914 el proyecto de conquistar a la Europa civilizada,
como Prusia, entre 1864 7 1870, habla realizado el de conquistar
a Alemania.
y ese proyecto, cuyos pormenores se comprenden hoy por
declaraciones hechas en el Reíchstag, cuando se ha tratado de las
condiciones con que Alemania. haria la paz, 7 por memoriales en
que asociaciones universitarias, agrícolas, industriales indican al
canciller imperial c6mo debe hacerl., es digno de ser conocido.
Alemania, cuyas tierras no son bastante feraces y cuyas cosechas
son insuficientes para alimentar a sus habitantes, necesita campos
extensos y fértiles para aumentar su producci6n aerícola. Pues a
quitárselos a Rusia, rechazando a esta naci6n hacia el Oriente y
haoia el Norte. Alemania, para mayor desarrollo de su industria,
necesita mayores cantidades de hierro y carb6n. Pues a anexarse
a B'leica y 101 depártamentos franceses de Meurthe y Mosela,
del Norte y del Paso de Cala1s, que poseen esos minerales en abundancia! Alemania, que ha construído nna :flota mercante qne no
el~ en relaci6n con sus costas y SUI puertos, necesita aumentar
Mtos y aqu'llas. Pues la anexi6n de B'lgica y de todo ellítora.l
fran. contiguo, hasta la embocadura del Somme, se los proporcionará y le permitirá, ademú, arrebatar a Inglaterra el dominio
del oo'&no, adquirido con una labor constante de mú de dos sial08 y con la civilizaci6n de medio mundol Y esto s610 por lo que
ve al desarrollo agricola, industrial 7 naval de .Alemania; qne en
cuanto al mantenimiento del poder militar, por lo poco que se sabe
hasta hoy, como la fortificaciones de Tonl, Verdún y Belfon las
oonaidera como una amenaza (!), quiere aneIarse la tierra franceaa
-44-
que la separa del Masa, es decir, totalmente o en pa~ loa departamentos de 108 Ardennes., del Mosa, de los Vosgas y el territorio
de Belfortl
¿C6mo dudar, despu~s de conocer eS8sambiciones, que son sin.
duda las que hicieron elJtallar el conflicto, aunque hasta ahora se
formulan con precisión, de que 1& guerra actual es uno de los actos mú brutalmente injustos que registra la Historia, ni de que,
si su resultado fuera la satisfacci6n de tales ambiciones, la paz del
mundo volverla a ser excesivamente preraria, porque otras ambiciones mayores la torb&rian tarde o tempranoP
y no hay que imaginarse que Alemania estuviese fatalmente
obligada. a provocar la actual conllagraai6n, porque necesitara forzosamente tierras pal'8o su exceso de poblaci6n, mercados para su
superávit de producci6n industrial y mares para su tráfico marítimo. Tenia esas tierras en las comarcas abiertas a la colonizaci6n
europea y sus emigrantelJ eran bien acogidos en todos los parses
del mundo, en donde encontraban el bie.nestar y hasta la riqueza¡
pero no había sabido oolonizar, repito, ni esos emigrantes se satisfacen cuando no son amos y setíores. Tenía. mereados suficientes para sus productos; pero le molestaba la competencia. Sus buques surcaban libremente los mares, pero &itos no eran exclusivamente suyos y en los puertos a que arribaban aquéllos tenían que
saludar a pabellones extranjeros. Y as{ como prusia.o se satisfizo
mientras no tuvo bajo su férula a toda la Alemania, el Imperio
Alemán no podía satisfacerse mientras no sojuzgara a toda la Europa, como ésta. germanIzada, no se satisfaría mientras no fuese
dueila del mundo.
No faltará quien diga que exagero, y sin embargo, quien se
imagine que extremo consecuencias rebuscadas en los actos politicos, nacionales e internacionales, de la Alemania actual, puede
encontrar la justüleaei6n de mi manera de Interpretarlos, estu
diando el cerebro germánico, analizando las teorfas de los grandes pensadores alemanes, ya que el pangermanismo universal es
una doctrina bien definida y coherente, cuyos principios filos6ficos concuerdan con los hechos y 108 han preparado.
Fichte y Hegel, que nacieron pocos lustros desptft§s de que el
Gran Federico se anex6la Silesia y q.e Aorecieron en los tiempos
en que se verific6 y se comentaba el reparto de Polonia. sintie-
-
46-
ron la necesidad de justificar ante la posteridad esas iniquidades
con que se inici6la expansi6n prusiana y forjaron la doctrina del
derecho absoluto del Estado, de que.ssteseaadorado como un dios
yla:fuerzaconsiderada como la lÍnica norma de los acontecimientos
his~ricos. A los fi16sofos, dice Le Bon, se debe que cel prestigio
del Estado en Alemania sea inmenso; que su culto estA grabado
en las almas y 1& autoridad no encuentre obstáculo para serobedeclda ciegamente; que, mientras el francés y el ingMs están áVIdos
de libertad, el alemán prefiera obedecer y tenga tal pasión por la
tiranía, que, apenas cae en sus manos la menor parte de autoridad, tiraniza a 8U vez». El mismo psic61ogo francés afl'ade que
cen una arenga a los reclutas de Postdam, en 18~1, el emperador
les dijo: eVosotros me pertenec.sis en cuerpo y alma, y si os mandae ra disparar sobre vuestro padre y vuestra madre, tendríais que
cobedecer mis 6rdenes sin chistar»; y pregunta: eEn quá pueblo
civilizado, fuera del pueblo alemán, se atrevería un jefe de Estado a proferir tales pala brasP» (1).
eLos grandes clásicos alemanes, Goethe, Schiller. Guillermo
de Humboldt. dice Lichtemberger, tienen una concepci6n idealista del helenismo, que crea. una verdadera religión de la Belleza.
La. civilizaci6n heMnica representa, para ellos, el período de sfntesis que sigue al aorecimiento de las civilizaciones asiática y egipcia. . . . .. Lo que caracteriza, en efecto, a los griegos, es que son
un compendio de la. humanidad toda y realizan, como individuos,
(1). Gustavo Le BoÍl. Las enaeiJanzaa pawol6groas de la guerra europea.
P'Bs. 49 Y 61. No resisto al deseo de corroborar can un recuerdoperaonall08
datos de Le Bcm. referentes a la anfD.humanamll1tanuci6n de Alema.:nia. En.
oontr6bame en Berlln en la primavera de 1890, Y una ma.iJ&na, paaeandopor
una de las callea más c6ntnoaa, en oompafI1a de un fraDcés amigo mio y redactior de un d1a.r10 pa.naten88, quedé gr&Ddemente &orprend1Clo al tTopeaar
con un sargento alemb, lnm6Vll en la mitad de la acera, cuadrado, en aotl.
tnd de aaJudar mihtalmente y con la oabella vuelta y la vi'Jta ftJa haCIa el
rumbo que segnlamos.-'&Qué hace ahl e88 aoldado'h, pregunté a mI campa·
IIaro. "El de oame y hue'Jo o de cera., oomo las ftgura.'J del Mu'J8o GréviD'.
-tEa un loldado auténtioo», me oontestó el trancés &onnendo. tAcaba de pasar un jefe y estA obligado a permanecer en esa po81ci6n hasta perde.rlo de
vtst&». Pero, por mAs que hice, DO me fué poatble diV18ar alldolo a qtllen el
aolcJado renma aquel homenaJe de v8D.8ram6n, semelante a. 108 que rfDden
loa odeatalee a las imAgenes de Buda.
-48-
ese ideal de plenitud armoniosa., de 'Iotalidad que totaba ante el
espíritu de Goethe. Tienen el privilegio de condensar en nna síntesis perfecta todas las energías humanas. . .. . El a.lma griep e8,
en cierto modo. el tipo primordial y superior de la humanidad».
Pero el propio Lichtemberger af[ade: cEsas mismos peusado.
res están persuadidos de que los alemanes está.n predestinados.
entre todos los pueblos, a alcanzar aquel ideal, porque Alemania
es la más hUmaDa de todas las naciones, la mejor hecha para realizar un día esa mntesis armoniosa. de todos los elementos de la naturaleza. humana. d~ que los grie8'Os dieron el ejemplo y que es el
fin que persigue la ~poca moderna.» (1). Así pensaban, para justificar la pretensi6n de Alemania a dominar al mundo. aquellos
grandes idealistas; pero Lichtemberger, que esoribi6 esas líneas
en 19M. ouando creía y dema que los germanos querían sinceramente la. paz, olvidaba. que Goethe, justificando de antemano el
predominio de la fuerza, habia dicho «que quiere siempre el mal
y produce siempre el bien», y que Kant, el má.s grande de 108
pensadores alemanes, había. escrito: «Gracias sean dadas a. la nllturaleza por la repugnancia a la conciliaci6n, por el deseo insaciable de posesi6n y de dominio de que ha dotado al alma humana.. El hombre quiere la ooncordia., pero la naturaleza sabe mejor
lo que es bueno para ~l y quiere la discordia» (2).
Con estos antecedentes ideol6gicos, iqu~ mucho que Schwerin dijera.: «La fuerza
BOlJ'I'fJ1JOfU1l'IB al derecho», lo cual mú
tarde se quiso suavizar diciendo: «La fuerza C'l'eo. el derecho», y
despu~: «La fuerza. a60lo!riJ el derecho», tres sentencias que en
el fondo significan lo mismo? c1qu' mucho que Griesebrecht haya
dicho: «Alemania tiene derecho a dominar, porque es una naci6n
selec~ de noble raza. y le corresponde mandar a sus vecinop;
que Woltmann dijera: «El germano es el tipo superior del Aomo
8o,pÍlm8», y que Treitsohke. para indicar los medios de realizar
aquella dominaci6n y de demostrar esta superioridad, parafraseara a Kant afirmando que «Dios ha querido siempre la guerra,
ese medicamento drá.stico de la humanidad?»
De ahí provino que Lasson, catedrAtico de la universidad de
aso,
(1). L' Allemasne moderne. Son évolu11on, piga. BH ., BU.
PiI. ü.
(2). Xanf¡. Idea de UDa hláorla UDivenal,
-4'7-
Berlín. pablicara hace qainC8 aIJos un libro famoso qae, entre
otros muchos, contiene 108 siguientes conceptos: «El con:flicto es
la esencia y la. norma. de las relaciones entre los Estados; la amistad es cosa de azar 7 de 8xcepci6n .•.. Un Estado pequerIo no tiene derecho a la existencia mú que en la medida de su fuerza de reaistencia: entre EstadosDohaymú Que un derecho: eldel múmerte .•.• La. guerra de conquista es tan legítima como la de defensa: es absardo indianarse por una perra de conquista •... La intervea.ci6n en los negocios de otro. ea un derecho que 8610 está Jimitado por la fuerza del otro:. (1).
y si asi pensaban y hablaban los pr6ceres del pensamiento y
de la acci6n, ¿qu.s mucho que el pueblo alemán cantara desde 1Ml
esa canci6n qae entonan hoy los soldados en las trincheras teutonas: .D~l&lMla, illJ",. a'llM (Alemania sobre todos), y qae estos
mismo. soldados canten abora. también, haciendo funcionar 101
aparatos que lanzan gases asfixiantes: 'Wir BÍnd dú K~i8tw alZer
W~t (Somos los maestros del universo)?
Afortlluadamente, para contrarresta.r la preteosi6n de los
cl'6icos alemanes, «que es la negación de toda virtud, toda potencia, toda excelencia individuales y la concentraci6n de eUss en el
Todo como realidad superior y substancial, y reducir a las personas humanas a la condición de simples partículas inertes que reciben de ese Todo, que enaa componen. toda su actividad, todo
su valor, toda su realidad:., est' vivo todavfa en las nacionalidades nacidas al calor del patriotismo y fortalecidas con el trabajo
intelectaal y material de sus hijos, el verdadero ideal greco-Iatino, que enserIa que «el hombre posee virtud y valor propios y
es sasceptible de aumentar esa. virtud y ese valor para aproximarse al arquetipo de Verdad, de Belleza, de Justicia y de Bondad que concibe la humana raz6n:. (2). Y para contrarrestar la
nefanda. labor de los que quieren realizar aquella pretensi6n, proclamando que el derecho debe someterse a la. fuerza o que la.
fuerza es el derecho mismo. ahí está la faena paesta al servicio
(1). O1ta40B en la obra de Le Bon, pAga. 61 y 82.
(1). Em1le BoutlDax. L' Allemape et la guene. Revue des Den JIondea. Jlat de 1918, pAg. 149.
-4-8_
de la raz6n y de la justicia, que aniquilad a la fuerza puesta al
servicio del orgullo y de le. Iniquidad.
Alemania, pues, ha violado el principio base del derecho de
la guerra; porque «el uso de la fuerza s610 es legítimo cuando se
emplea en defensa de la mdependenciR, de la autonomía, de la se.
guridad o del honor de un Estad~ (1), Y ni la independencia, ni
la autonomía, ni la seguridad, ni el honor de Alemania peligraban
cuando provoc6 la euerra actual
El sepndo motivo por que, dije, debe desearse la denoia de
Alemania, es su ma.nera de hacer la guerra.. Es indudable, en
efecto, que si la. raza germéica ha dado en la actualidad pruebas
palmaria.s de que no en balde la palabra gtll'fnQ,ftO significa Mm·
H~ ils g'U6f"r(J, Y de que tampoco en vano elf(J,'U8tfo~o}"t (derecho del
pufio) fuá, durante la Edad Media y mM exclusivamente que en
el resto de Europa., su norma de conducta, más palmarias las ha
dado de que so civilización, sorprendente desde los puntos de vis
tI. intelectual y material, es nula desde el punto de vista moral.
Históricamente, el hecho se explica. En tres grandes aconteci·
mientos históricos se encuentran los orígenes de la civilizaci6n eu'
ropea u occidental: 1°, la helenizaci6n de la mayor parte del litoral
mediternmeo; 2°, la romanización de casi toda Europa y parte del
Asia y del Africa¡ 3°, la difusi6n del oristlanismo por el mundo.
Ahora bien, de esos tres ongenes, Alemania, como lo han dicho sus
grandes pensadores, reconoce el primero s610 en lo que al arte se
refiere, desconoce el segu.ndo y ahora est' dando p1'1lebas de que
el último ha echado en ella., como dijo Heine, rafces superficiales.
Con respecto al primero de esos orígenes, Alemania hacE'
bien en reconocerlo s610 en las esferas del arte, porque sabe que
en las delllÚ esferas de la actividad humana el helenismo le impondrla obligaciones que no está dispuesta a cumplir. Y para
quien no se sa.tisfaga con la cita. que hice de elevados y exactos
oonceptos de Boutroux, ahí está el mito de Epim8teo y p,.om~teo,
como nos lo ha trasmitido Platón. Autorizado por los dioses, Epimeteo había dado a los seres animados los atributos y facultades
necesarios para que pudieran existir: fuerza a los unos, rapidfZ a
(1). BODftls. Mu.uel de Dl'01t InternauoDal Pubho, pará¡,lafo 1,001.
-ü-
108 otroa. a 4stos pelo, a aqo~Uos piel resistente. para atacar '1 defenderse y preservarse de la intemperie. Su hermano Prometeo,
que tenia ieual autorizaci6n, observ6 que el hombre era el mú
miserable de aquellos seres, y robó a Minerva. el secreto de las
artes ya Vulcano el foego, y se los dió, y los hombres hicieron
habitacIones. vestidos y sacaron de la tierra IU alimento. FaJt'·
bales, sin embargo, la poUtiea., cde la cual el arte de la I'uena el
UDa parte» y que Júpiter tenia en su palacio, y aunque se reunieron y construyeron ciudades, se da!laban sin raz6n unos a
otros y acabaron por dispersarse de nuevo 3' quedar e%puestos a
los anteriores peligros. Entonces, Júpiter. temeroso de qDe la especie huma.na desapareciera. encarg6 a Mercurio que llevara a los
hombres la justicia "1 el Pudor, para establecer el orden en las ciudades y estrechar los lazos de la unión social. Y como Mercurio
preguntara si esos dones deberían ser para todos o s610 para alI'onos. -cPara todos»-, contest6 Jlipiter, porque si no. no babri.
lociedad humana. He aqui por qu" seeún los griegos y pese al
pseudo-helenismo de los clúicos eermanos, Alemania no podrá
ensef[orearse del mundo, y por qu' los hombres todos poseen las
facultades necesarias para juzgar de las intenciones y de la conducta dellt.áiB". y su raza.
En cuanto al segundo origen de nuestra civilización, que, sin
duda, desconoce Alemania porque Roma fu' la madre del Derecho, sabido es que la Germania DO fu' nunca realmente romanizada. No pudieron hacerlo ni Druso ni Tiberio en tiempo de Au·
psto, aunque el primero había penetrado hasta el coraz6n del
p •.fs y el lepndo obtenido su sumisi6n aparente; no pudo hacerlo
Germ'nico en tiempo de Tiberio, porque, cuando estaba pr6%imo
a lograrlo, fu' obligado, a pesar de SUI protestas, a reogresar a
Roma¡ y mú tarde. cuando Carlomal'Do forz6 a los pueblo. germánicos a tOfmar parte de su imperio de Occidente. lo hicieron des.
pu's de la eran ruina y sin haber sido tocados por el espirita romano. De ahí que Alemania ehaya conservado hasta en 108 tiempos modernos su rudeza nativa y 8U cultura particular. el
f&MItlum, (que decía Tácito), tan diterente de la civilizaci6n de las
raMl latinas:. (1).
,,,,mll-
(1). Dnn)'. BlBtona de 108 rom&l108. Tomo U. pág. 87.
-&1-
y por lo que hace al cristianismo. saldrfa. sobrando cualtldi
eonsideraci6n con que se intentara demostrar que Alemani
oomo Nietzsche. su mejor represen1iante en la 'poca contempo~
Dea, es incapaz de comprender esa. doctrina de paz, de concilil
ci6n y de piedad. l1nicamente le ha servido para aparecer. dentr
de la clasificaci6n de los pueblos hecha por el int8rnacionalis
Lorimer, en cristianos o civilizados, b'rbaros y salvajes, coml
formando parte de los primeros, aunque su mentalidad y sus pro
oedimientos la colocan siempre entre los aegundos t a veces entn
los áltimos y mú abajo todavía.
Mas hay que precisar los cargos que la humanidad civilizada
tiene derecho de formular contra Alemania. El primero es habel
violado la ley del honor que rige a la.s naciones cultas, dejando de
oamplir obligaciones que había contraído en convenciones a cuy"
calce había puesto su firma. Y' causá.ndoles a todas grave perjul·
oio¡ porque «suprimido el respeto a los tratados, todo el Dereche
Internacional se desploma en medio del choque de la tormenta dt
los intereses contradictorios (1)>>. El segundo es haber violado 101
dos principios primordiales del derecho de la guerra: la necesidaG
'7 la humanidad.
.
Alemania viol6 aquella ley, al violar la neutralidad de Bálgica, garantizada por ella Y' por Inglaterra, Francia, Austria Y' Rusia en el tratado de 26 de junio de 1831, ratificado en 15 de noviembre del mismo año yen 19 da abril de 1839; y viol6 los do.
citados principios del derecho de la luerra, empleando la fuena
injustificadamente y con un rigor Innecesario, '7 no teniendo en
cuenta el armn apote¡m.a de Rousseau que dice que «la perra ea
una relación de Estado a Estado» e impone a lo. beligerantes la
obligaci6n de no hacer extensivos sas horrores hasta a los par..
ticulares, a los no combatientes.
'
Estos son 108 cargos que pueden formularse contra Alemania
y que, en último an'lisis. pueden reducirse al primero; puesto que
si, concretando mú, pueden hac~rsela liambi'n otros muchos, como bombardear ciudades abiertas, no considerar como beligerantes a los francotir,dores. que son milicia.s voluntarias, imponer a
tu poblaciones ocupa.da.s multas injustificadas '7 exorbitBtntes, eJ:lB
(1). BluntsohU- Le c1rolt Intemaolcmal oodW6. Ar
10.
-01 ~ner a 109
no combatientes en las trincheras y hacerlos viajar en
loa Venel militares para evitar los ataques del enemigo, mutilar
, martirizar a los vencidos y asesinar a 108 heridos, destruir sin
necesidad monumentos arquitect6nicos y edificios destinados a la
eiencia, al culto y a la caridad, atentar contra la vida e intereses
de los neutrales, especialmente a bordo de loe buques mercantes y
4. pasajeros, saquear las propiedades privadas en los territorios
_opad08, hacer uso de gases asfixiantes, etc.. etc., como la prohi·
bici6n de hacer todo eso está explícitamente formulada en los ar·
ticulos de las convenciones lobre perra terrestre y marítima que
f1I.eron resultado de la Conferencia de La Haya en 1899 y que Ale·
mani&. firm6, todos esos careos, repito, S8 condensan en el primero.
Bien H que. con negativas y argucias oficiales y oficiosas, Alemania ha procurado desvirtuar tales cargol, habIendo, por supuesto, el /eó,istn', personalmente, para conservar el primer puesto entre
Joa IUyos. 6atitlO _ retXlt'fl de Ja mentira (1). Hace mú de un afio,
aoventa y tres sabios, artistas y literatos germanos publicaron
ana ..A.p~ (m:I, tJl, mUfldo ci'IJilisatlo en que negaban terminantemente que AlellÚUlia hubiese provocado la guerra, que hubiese
'riolado la neutralidad de B'lgica, que hubiese asesinado belgas
indefensos. que hubiese destruido la ciudad de Lovaina, que hubiese cometido crueldades y que estuviese militarizada, y despu~s
..arios obispos católicos alemanes, el de Friburgo, el de Rottem·
burgo l' el de Osnabrt1k, reforzaron con la evan.r'lica. autoridad
de BU palabra tales nepciones, yendo el selfUndo hasta aseprar
que los alemanes cson' 108 soldados de Dios, que, en nombre de
Dlol y con la gracia de Dios, han aceptado la pesada faena de la
guerra». Pero el efec~ que esas defensas han producido en los
(1). Beou6rdeae el cablegrama del emperador de AlemloDia al presicleD·
belgas (1). Ese calIlegrama ., loa hechoa atrocea que 10 mouvaron demuestran, ademú, que la
na germ6.Dlca DO 18 ha mejorado desde que 101 historiadores OOJD8DDl'OIl a
hablar de ella. El historiador latiDo O. Valeyo Patéroulo, que vi'ri6 en tiempo de Tiberio, c'Ieofa: ,El canl.~ del germano 88 11D& muela terrible eJe fe·
.oo1da4 ., de fingimiento. Es UD pueblo ucIdopara la m8DtiraJ, ., c1Doo Idgl08
mú tarde. San Gregorlo de TOU1'8 escdbla: .r..oe germanos DO tienen reapeto
plIr la palabra jura4a, Dl'pie4a4 para el Y8D01do. DI para la mujer, Di el Di·
110, 111 el déblb.
te WDsoD, deDUDcfando las atroc1c1&dee comet1daa por 108
-uespíritos cultos e imparcialcas. pUf"dt' apreciarse por el que prod.~
jeron en el oolabre e'lcritor dantis y ca.t6lico Jounnes JoergeDIeIl.
Joergensen, el admirado autor de 8o.n Francüco tU .Am '7 de
otras obralJl geniales tradllcidas lo todas las lenguas europeas, ht,.
bfa querido e/,vdi,. la guerra, es decir, no pensar en ella ni hablar
de ella; pero, cuando, por la carta de un amigo, supo 108 horrorea
cometidoI;J en Bt11gica por los alemanes y cuando después ley6 la
famosa A"elaci6n. de 108 noventa y tres y las dE'cJaraciones de loa
OblSPO'l preCltadofl, Sp propuso averiguar la verdad. Reuni6 do·
cumentos, inc.errog6 tesLigos, pes6 responsablJidBdfS. 'J' el resultado de esa encuesta ha sIdo un libro tltu)lldo La OlocAs llolaftd,
en que declara que los noventa y tres faltaron a la verdad Io __
biendas y que el Betior podría decir del pueblo aJemán y de SUI
obispos: «Ese pueblo me honra de palabra, pero su coraz6n está
lejos de mí», Y profundizando las causas y los proccadlmientos de
la contienda actual. Joergensen rt'Fume así sus oonvict'Jones: «L.
Germanía contra Roma: _ es la esencia de esta gncarra. Una cul·
tura (la cultura de Alemania), fondado. en el sentimjento, en l.
pasión, la arbitrariedad y el egoísmo, contra Ulla cultura fundad ..
en la raz6n, en la reflexi6n, en la voluntad consciepte y en el al·
'ruismo. Una cultura pagana, para decir la última palabra. con~ra la cultura cristiana».
Los germllD6ftlos, por su parte, tampoco han permanecido
inactivos, 'J' como la raza germAnica ha derrochado dinet"o en todp
el mundo, para propagar por el cable, el teMgralo y la prensil noacias falsas y pa1'& comprar conciencias y plumas, densa es la a~
mósfe1'& de mentira y de falacia que envuelve a nuestro planeta ,
numerosos 108 folletos en que se defiende la causa alemana. Yen..
tre ~8tos mereoe especial mención el de D. Eduardo L. Llorena.
dootor en Derecho de la facultad de MadrJd, que Jleva por tftulo
.LtJ (/wnfJ yll D8f'MJM, que fu' publicado en Hamburl'o a pril!cipios de este atio y que s6lo ha demostrado que In armu litea.
rias de los aliados intelectuales de Alemania Ion de tan __ . .
como las materiales que ella esgrime.
Basta. para convencerse de la torpeza e ineficaoia de ... ..,...
de engatlo y corrupci6n, recordar el razonamiento deLlorq justificar la violación brutal de la neutralidad belp. ~
individuo que B~lgica tenia Il tUr(J(JAo 11 fI() ltJ olJUvaoiM'"
-
;;'i-
nerae al paso del ejárcito alem'n por BU territorio; cita, en apoJO
de sa hsis, a Woeste. que dijo: cel gobierno belga. 'lime del'ecM
de recbaza.r todas 18.8 agresiones:.; a Wheaton, que afirma que cel
paso de beligerantes puede ser concedIdo o negado, a discreci6n
del Estado neutral:.; a Flore, que asevera que ctodo Estado que
ha declarado su neutralidad puede emplear todas sus fuerzlls para
del8nderlp; y concluye asegurando queB~lgica. cometi6 un error
y no lucb6 por su integridad, porq ue Alemania se la habta garantizado al pedirle que permitiera el paso de sus fuerzas. ¡Donosa
araumentaci6n! Plira llamar imprudente al que ejerci6 un dere·
cho, porque de ejercerlo le result6 un perjuicio, se necesita comul~
gar con la opini6n de Scbwerin, que Bísmarck hizo célebre: L4
jmw ""im8 k droit,. pero en este caso Llorens olvida que. cuando la guerra comenzaba, con fines que toda la gente sensata
comprendía, quien pedía a Bélgica que le permitiera violar su neu·
tralidad era precisamente una de las potencias que la ha.bían
garantizado, y que, por lo tanto, tenía BéJgica raz6n para no fiar
en una promesa de respetar su integridad, hecha por quien as!
faltaba a la fe jllrada.
Si, pues, B~lgica, haciendo uso de su derecho de oponerse con
todll8 sus fuerzas a que el ejárcito alemán pasara sobre ella para
Ir a atacar a Francia, se mostró perspicaz y previsora y se .delant6 al ejercicio de otro derecho que conserva a pesar de todo,
-el de defenderse de quien era tambi~n su enemigo, para comprendersu conducta hay que considerar el caso de quien, por no tener
obligaci6n de impedirlo, abriera la puerta de su casa para que por
ella pasaran los bandidO'J a Baquear e incendiar la del vecino. No
tendrfa el tal despu's derecho de ql1ejarse si fllera saqueada y quemada la suya. Lo habría merecido, y con ello ha.bría perjudicado
.. ~dollos habitautes de la ciudad. Por eso la humanidad califica
de sublime 7' no de imprudente la conducta de Bélgica, y por ello
. . pequella naci6n y su heroico rey, que, con su espartana defensa
de diez y nueve dias, hicieron posible la derrota de 101 alemanes
en el Mame, 8e han hecho acreedo~ a la gratitud y a la admi.
nai6n unlvetsalea.
y COIDO por el estilo de en argumentaci6n de Llorenl, IOn
1iOdu 1u de los alemaDeB 7108 Rel'llWl6ftlos que se refieren al hun·
dimlenflo del LmilaAt. y deIDÚ buq uel en que han perecido neu-
-M-
....
trales. 7 al bombardeo, por 108 . .p,zi". 7 las IatIHI, de Londnt
7 de Pal'Íl, en donde han muerto t&mbi'n centenares de aentel
inermes 7 paoíficas, sin producir el terror deseado por el k4iMrr,
sino 8610 el desprecio de los londinenses y la burla de los parilinos; lo d.nieo que ha logrado Alemania ea dar al mundo el espectáculo asombro80 y repugnante de la re.rreai6n de todo un puebla.
de toda una raza, hacia el salvajismo y la perfidia animales y que
parecfan prehist6rico8. Si el hombre ha hecho algunos progreso.
desde la edad de piedra, ésos han sido cumplir la palabra dad .. .,
luchar, cuando la lucha ea inevitable, con la menor crueldad posible, 7 si olvida ambas cosas, retrooede inst&ntÚleamente ala concllci6n de pitecantropo. sin que la olentffica perfecci6n de los medios de oombate pueda demostrar lo contrario; puesto que el use
de la lidita., del aereoplano y del.ubmarino no SOD lufioienta para
diferenciar al hombre del gorila., y el gorila que conociera aquella
substancia 7 estos aparatos e hiciera uso de ellos pan mejor dutruir y matar, sería, desde el punto de vista moral, mú aorila que
los demás. Y porque todo eso está en la conciencia universal, hu
sido tan admiradas dos recÍenta caricaturas: una delAttcla, de
Melbourne, en que se ve el rapto de una hermosa mujer, que representa ala civilizaci6D. por un mono de 108 tiempos prehi8tóricos que porta casco prusiano; y otra de Sullivan, titulada .l{alri·
monto tU CO'NV6ftUmtJia, en que le ve al káilw, de bracero con ••
novia. la Muerte, precedido por un soldado alemán que lleva un
nUfo ensartado en 811 bayoneta, mientras varios cinoc'fal08 arrojan ftores a su paso.
Así pues. si 1& justicia, la raz6n y 1.. libertad, repito. 81lfrirfan gravísimo y acaso irreparable menoscabo con el triunfo de
Alemania. bien hicieron :MIglca y Servir., que fueron atacada.
primeramente. bien hicieron Francia, Rusia e Inglaterra, que entraron inmediatamente deapuÑ en la contienda,. en DO eontar el
nlimero ni medir la fuerza de loa agresores y en aceptarla como
una necesidad vital; y nosotros, los neutrales que ciframos toda
nuestra esperanza en los aliados, hacemos bien igualmente en no
tomar en consideraci6n, como causa para modificar nuestra opini6n o callarla, 1& posibilidad de un fracaso definitivo. Cuando se •
cumple con un deber que las circunstancial imponen, no le debe
-66-
obrar Di pensar siDo eD vista del cumplimieDto de ese deber. Mu
no es. ciertamente, indebido ni superAuo analizar los acontecimientos que se han verificado, para prever el desarrollo de loa
subsecu.entes 7 arranCAr al porvenir IU. secreto.
Entrando en aquel análisis para lJepr a esta previsi6n, encontl'lJJlO8 que Alemania debi6 su fuerza inicial a una larea, ~
DU 7 solapada preparaciÓD militar 7 política que le dió la superioridad del número, del material de perra, del m'todo estraU,leo 7 del ascendiente moral, uDiflcaDdo al Imperio Alemán denb.
ele la misma ambici6D de poderlo 7 de despojo 7 sometiendo . . .
voluDtad a Austria, que le rió obligada a seguirla para DO cU&,regarse, a Turqula, que la sigui6 para no ser expulsada de lhrepa, como cien veces 10 ha merecido, y. Bulgaria, que lo lüso
por odio a Berna y olvidando 108 favores que debfa a Rusia; pero
no podemos menos de darnos cuenta de que esos aliados, m" que
aliados, IOD instrumentos del i4úer, que 108 maneja a su antojo,
7 de que esa unión, hecha por la fuerza y tomaDdo eD considera.
ci6n únicamente los intereses de loa gobiernos y no los de los pueblos, tan firme como ha aparecido en los mumentos del triunh,
sem precaria cuando áste sea. dudoso y queda" rota. después '7
precipitan. el desastre fiDal.
Vemos, en cambio, del otro lado, gobiernos que :forman lilU
alianza esponUnea y conservan su autonomfa y su libertad eJe 80ci6n, pueblos librea que persiguen la realización de sus propias
aapiraciones; gobiernos y pueblos cuya uni6n, por haber tenido
ellos antes, a veces, intereses coDtradictorios y por haber sido huta enemigos, tiene que ser inquebrantable mientras no se realice
el anhelo com'6n, inspirado por una com11n Decesidad. Y los hecho. demuestran que si bien es cierto que la autonomfa y la libertad que estos aliados han conservado, di6 margen a cierta. incohereDcia en ¡as operaciones '7 origiD6 fracasos de relativa imporfancla, es indudable que en la actualidad ya no hay tal incoherencia, porque, sin menoscabo de la libertad, se ha logrado la unidael
acci6n.
Resultado de todo eso, y esPecialmente de que el ascendiente
moral haya puado de A1emaDia '7 8US aliados a SUB advel'lluios.
la. sido: 19 , que a la convención de Londre. de 5 de septiembre d.
l'l~ en que Francia, Inglaterra y Rasia se comprometieron a DO
.e
-11_
firmar la paz separadamente ni Iln el común acuerdo. 16 baJ.
adherido, despu'- de l. necesaria deolaraci6n de perra, el Jap6a,
Montenegro, Italia. Portugal 'T Rumania. que han convertido _
6ctuple la primitiva triple alianza; JO. que la 8upremacla del D«.
mero, del material da guerra 'T de la estrategia haYaD pesado del
grupo qua forman los imperios centrales de Europa, Turqula ,
Blllgaria, al que forman sus ocho enemigos.
Mas no &61010 las aspiraciones absorbentes de Alemania, puestas en parang6n con las plenamente justificadas de Francia, Inglaterra y Busla, se deben esos resultados. D'bense tambi'n a
que el tiempo, que ha sido el más poderoso aliado de estas potenoias, ha hecho IUI acostumbrados milagros. aumentando SUI probabilidades de triunfo. Al tiempo. en efecto, a los diecinueve d(u
de que pudo disponer Francia mientras B~lgica se lacrificaba he
roieamente, le debi6 que aqu~lla se organizara, violenta pero
eficazmente, y obtuviese primero la victoria del Mame, y despuú.
oon la cooperaci6n de Inglaterra y Bélgica, la del lser. que hicie..
ron que la allerra se transformara en guerra de trincheras en el
frente occidental; al tiempo, a los tres meses en que Rusia 88 re·
tiro, ordenadamente '7 sin permitir la calda de Biga ni de DviDSk,
se debi6, en el frente oriental, la paralizaci6n del empuje austroalemin 7 tambi~n la oonversi6n de la guerra ahl en guerra de
trincheras; al tiempo, a los veinticinco meses de bloqueo y de forada Inactividad de las escuadras alemana y austriaca, se ha debíclo la ruina casi total del comercio austro-alem'n ,la ~rdida de
todas laa colonias de Alemania. que representan una extensi6n
territorial diez veces mayor que la que 'sta, Austria, Tarquia.,
Bulgaria ooupan en Francia, B~lgica, Rusia, Servil. '7 Montenegro.
RedD.cidas uf Alemania '7 Austria a la defensiva. mientru
Tllrqu(a, rechazando a los aliados en los Dardanelos, no compensaba sus desastres en Armenia ni mucho menos su manifiesta impotencia para emprender, con la cooperación de Alemania, la por
'sta lla.ma.da pomposa.mente «campa!a de Egipto-, '7 mientru
Balgaria perseguía penosamente los 88"i08, Francia, Inglaterra
.,. Balia han podido, como dije, adquirir la 8upremacfa del n1imero.
del ma.terial de guerra '7 de la estrategia, habi'ndoles Italia, que
habla entrado a la lllclla. perfecta.mente preparada, farilitado lila
P
a
-61 -
labor con el hecho de obligar a la mitad del ei'rcito austriaco ..
DOIIlbatir en el nuevo frente de los Alpea cad6rnioos, eárnicoa '7'
julianos. Y Jos resultados han sido sorprendentes, como Jo demuestran informaciones absolutamente fidedignas, entre ellal las
Contu G todoB 101 fraft~'e8, publicadas bajo la direcci6n de
M. Ernesto Lavisse, eminentehistori6grafoy estadista., y los estudios de oritica militar del General M'aJeterre.
De esos documentos, sin entrar en lus detalles referentes a la
disminuci6n inevitable, aunque desmentida, en las fuerzas humaJIU '7' econ&nicas de 108 imperios centrales y sos aliados. ni en los
referentes al indiscutible aumento de esas fuerzas en sos advernrios, 118 deduce que los primeros, en cifras redondas, tienen en
1.. aotualidad diez millones de combatientes, mientras 108 sepndos tienen el doble y pueden aumentar ese número en un 15 o 10
por oiento, aceptando la colaboraci6n efectiva de 108 japoneses en
Europa, Asia o África y pidiendo a las colonias inglesas y traneesaa Dlayor contingente de sangre. Con respecto al material de
,.uerra, cationes de grueso y pequello oalibre, ametralladoras, fasilea, proyectiles de todas clases, autom6vilel blindadoa, dirigibles. aereoplanos, ete., etc., es bien sabido que todos 101 establecimientos industriales ingleses, franceaes. rusos, canadieD88s y
australianos que ha sido posibJe aplicar a esa producoi6n, se dedican exclusivamente a ella, lin contar con que el Jap6n ha fabricado millones de lusiles para. los ruSOI y los Estados Unidos mUDiciones para todos. Francia, si en 1914 producfa, por ejemplo, 100
ametraJladoras, 100 fosiles y 100 callones de '15 mm., diariamente.
hoy prodoce 9,800 de las primeras, 23,'100 de los segundos y 1,530
de los 4ltimos. Inglaterra, por 8U parte, haciendo a un lado .11
enorme producci6n del mismo material anterior y refiri'nd068 al
aumento de 10 poder naval, ha .aamentado con 14: Dreadnoughta
los 10 que tenfa al comenzar la amerra y, en resumen, el tonelaje
de 111 esc11adra, q11e entonces era doble del de 1.. alemana, le ha
aumentado en on nlimero igual al total de este tonelaje" y de 108
aumentos de que Be tiene notioia. Y por lo que hace a la estrategia y alespiritu militar, si ya en 1914 se palp6la superioridad de
los aliados en el Mame y en el !ser, tqu' decir ahora que Francia
. sola ha rechazado victoriosamente durante varios meses los formidables ataqoes de la mayor parte del ej'rcito alamó concentra-
-58 -
dos contra Verdún? ¿qu' decir ahora que Inglaterra sola, en lf
batalla naval del Skager Rack, en donde Alemania. declar6 l'Uid_
e implidicamente haber triunfado, oblig6 a la escuadra teutona ..
regresar a su refogio y escondite de Kiel?
Porque, asf como Verd6n y el Skager Rack, y el bombardeo
ineficaz de Londres y de Parfs por aparatos aéreos, y la inátil
eam.pa.f[a de los submarinos contra buques indefensos, y hasta el
envfo del .DeutBcAlMul a Estados Unidos, demuestran que Alemania, en este terrible juego, recurre con predilección al 1J1Iuff. pan.
Ipaur leIlJourgtlOÜ (admirar a los burgaeses), como se dice en jerga parisiense, los aliados, en cambio, penetrados de la gravedad
de la situación, animados por la firme voluntad de vencer, con..eientes de que el derecho los asiste, se abstienen de super8.uos deI'ramamiento& tle sanare, desdelan vanos alardes de foerza ., de
ciencia, y reducen su programa a tres palabras sencillas. pero de
indefectible resultado: &~, Paoitwtoia, OOfljiaft24.
Por lo demás, a la poderosa ofensiva franco-inglesa en al
&mme, cuyos resultados son lentos pero seguros, se«nini, come
se ..nunci~ la ofensiya general en todos los frentes de batalla, tanto mú eficazmente decisiva cuanto que ya Rumania, a pesar de ser
su rey un Hohenzollern, se ha unide a los aliados y no tardará eD.
umrseles Grecia. que trabaja activamente por substraerse a laiDfluencia de la reina Bof1'~ hermana del ltáWw, nefanda para el pueblo ariega por haberse opuesto a que 'ste tome en la contienda
aetualla actitud que le impone el hecho de tratarse de la defensa
de la civilización, de origen heMnico. Y aese empuje simultáneo,
formidable, irresistible, que derribad anchos tramos de la maralla de hierro y fuego tras de la cual se ha refogiado la jadeante
ambición ge!'lÚnica, se deberá, ciertamente, que este horrible período de destrucción y de matanz, no concluya el tercer allo de
su duración; porque Alemania, Austria y BuJga.ria, a quienes loa
aUados rodean y oprimen como una enorme tenaza, se verán obligados, cuando queden derribados esos grandes tramos de 8US trincheras, a librar batallas campales en la próxima estación favorable, '7
solea tan esplendorosos como los del Marne y del Iser volverán a
iluminar las armas victoriosas de 108 defensores del Derecho, de
Josaampeones de la humanidad.
8f, dipn lo que quieran loa alemanes y los germanÓfiJ08.
-61-
aqu'llos por necesidad y presunción. Ñtos por ceguedad y toau·
el." el resultado de esta. lucha que ha. provocado no puede ser, no
será favorable a Alemania. No es posible que estA lejos el instante de la expiación. Ante la esperanza de los buenos ya surge aque·
lIa visi6n que apareci6 a Víctor Hugo cuando decfa:
par UD cbemlD qUl se pera. daDa 1& DUIt,
H1tant son lourd oheval dont le P&8 se lapproohe •
• uet, peDSIl, aveo des ordres dan B& poche,
Bo08 ce elel DOlI' qm dolt redevemr mel bIeu,
Arrive l'aveD1r, le gendarme de Dleu (1)
DehOl'8,
y cuaado el gmdaf'fIU tu .Dio. haya cumplido sus 6rdenes
1'eneadora&. los que hemos elevado la mirada hacia la cumbre del
Olimpo para empapar nuestros espíritus en el eterno esplendor
deJa Belleza; los que al pie del Capitolio hemos descansado de la.
1'erl'C)nzosas fatigas de la antigua barbarie; los que, aun no siendo
,reyentes. vemos en el cristianismo la má. elevada ley moral que
la humanidad ha conocido; los que amamos a Francia porque nos
JI. dado o por su conducto hemos recibido todo lo que puede haber de noble y pneroso en nuestro corazón y de luminoso en
nuestro intelecto; los que respetamos a Inglaterra porque nos ha
ensefiado la manera segura de realizarlo; los que admiramos a
Italia porque es 1" madre del Renacimiento; los que vemos en la
Basia de Dostoiewsky y de Tolstoi una de las naciones propaaadoras de nuestra cultura en el Asia ancestral;)os que creemos que
la humanidad va hacia la justicia, hacia la libertad y haCIa la paz,
lin la cual no puede haber libertad ni justicia; todos los hijos. en
8n, de la civilizaei6n grecorromana y cristiana, aaldremos de es.. espantosa pesadllla. Entonces veremos que la leyenda que forjó la credulidad prmánica en elsigloXm con motivo de la muerte de Federico n y que poetas de aiglos posteriores atribuyeron a
J'ederico Barbarroja, no se ha realizado; que el emperador teut6n,
. . IU arruinado castillo feudal, no ha podido con 8U creciente barb, dar tres vueltas. la mesa de piedra en que se acoda, y sine durmiendo su soeBo ocho veces secular; porque ni esa leyenda ha de
U)"
VJator Rugo. Lea ohAbmeDt•.
-10-
realizarse. ni a ese emperador se ha de deber el restablecimiento¡
por la fuerza, de la paz '7 del orden en la tierra, ni Gulllermo n el
ese pr6cer redi vi vo.
Mas el fracaso de las egotstas ambiciones germ'nicas, el cae:
tigo de quienes. por realiurlu, han cubierto de minas el Viejo"
Mando y llevado el luto a millones de hogares, no ser6.n los '6nioos resultados de esta lucha gigantesca. Sin aceptar que el uao
de la fuerza, por el solo hecho de ser la fuerza, produzca siempre
el bien, debemos admitir que cuando ~ta triunfa al servicio del
Derecho, siembra el germen de futuros bienes y que 1& S8nare de
101 h~roes 8S fecunda. Llorará mallana la humanidad sobre laa
tumbas de sus defensores caldos en el Mame. en ellser, en Verddn yen otros oien campos de batall., porque esos paladlnel SOD
inmortales y, como decía Pericle., ca. semejanza de los dioses,s61o
loa homenajes que se les tributen revelarán lo. ezistencia de los que
murieron por la salvaci6n común» (1); pero de aquellas tumbu
brotar'n espléndidas lores que perfumarán la nueva vida.
(1). Pn.nola, ouyo restablemm1ento moral y patrl.6üoo ha sido admira·
ble y serA un albo ejemplo para la polterlclad, ha. oomenu.c'lo ya a honrar la
memoria 4e aua héroes muertos en esta guerra. Le Don. a 1& obra preolti&.
da, dice de ellos: -Def8JUlOr&a clel sagrado solar de loa antep&lllUloa. om4el porvenir. que han torJado DDa Franola nueva &obre el yDIIque del de"BO. nueafJroa muertos Inmortales han atraclo ya a ese Panteón de 10188_
cJ1oseI!J reverenc1a4os por 108 pueblos '1 que el tiempo no 41fam& j8olllMo. Y a
las palabras han segmdo 108...moa. 1]11 oulto 4e 1011 muertos. dioe una reÑ
... parisiense. hora. estos tlempoa• ., eIda 108 muerfioa por la !)UrJa toma
ca.rs.otere. relfglO8Ol. De este oulto 1011 dOI 80D 101 le.-1taa. En muohaa
eaouelas el h1mDo de Viotor Hugo se ha oonftrt1do a oraotlm mat1D&l. BIt
varJaa olacl&dea Be han oe1ebrado ya leat&a OODIDemcmr.tiY88; la m&. ele
nuestras eaouela.s ha. tomado parte a eUa•• como sfmbolO de las eaperallBllB
que se mezcllloD al... afloran..... y OOD adamAn graoloao ., austero al mismo
tiempo, manos iDfa.Dtues han regado 1IoreB aob:re las tumb&a. O1lclalealDg1elJ8I que han aalatillo a ell&8 oeremcmJaa han a4m1ra4o la sra~edacl de 8IlOl
DUlos o1loJantes: la gravedad de los nUlos ele Franofa no 8Orpr81lde y • • loa
traD0888I. En Loreu 1aa tamba8de loa aoldadoaeatAn al ou1c1ado4e 101 alUlllllOII as laa esouelaB• ., 1IeDemoa notlciu de que en las reglones tnndl4aa 18
ha esfiableo1llo ena pi&cloaa costumbre, mientras que, mú aoi, los 11oeoa.,
los coleglol 88 han lmpaeBIIo el deber de poner 1lore1 en 1&8 fi1lmbu, doblemate trlatea, dE' los solcl&cloa muertos lejos de lID pafl natal ael campo 4a
-81-
cHermoso lem VIVir en vuestra patria, decia Mr. Lloyd
aeorp a los solde.dos franceses al iniciarse el tercer atlo de la
aaerra. actual, cuando hay'is expulsado al invasor y cuando vuesVas virtudes guerreras hayan asegurado a las generaciones que
08 sigan la paz y la libertad~. El Manistro de la Guerra de la Gran
BretBtla. en su justo deseo de rendir merecidisimo homenaje al
ej'rcito y a la naci6n que con mayor heroísmo ha lucbado y maJOres sacrificios ba. hecbo en beneficio de la humanidad, omitió
hacer extensiva. a toda ella. su profecfa. Pudo atladir que hermoso
será vivir en cualquier lugar de nuestro planeta, cuando los seres
bu manos de que ha hablado Radyard Klpling, hayan realizado las
aspiraciones por que han lucbado; cuando las grandes potencias
cumplan la palabra. empetlada. y los tratados no Bean para ellos
.MJfO'l&8 tU papÍlJr, seg6n la odiosa frase del canciller Betbmann
Hollweg; cuando las pequeft'as Daciones puedan, libres de invasiones brutales, de opresiones injustas y de intervenciones bip6arita&, vivir su vida &ut6noma, desarrollarse y :O.orecer al amparo
de sus propias leyes hist6ricas¡ y como, para realizar eS08 n(lbles
116u.ua. Pero para estos mueno. se ha hecho algo mu. Nada hay tan mste
eam.o el entierro de UD soldado en una oludad que le era deaCODoo1da. Loa
lIIly08 no 10 aoompa.Ban. Dnnnte el combate ., después da él, las mayores
melanoolfas tienen BU ¡raDel8ll&; pero, miB tarde, la agonla en el h08pltal, la
muerte y lo qua la aJgua toman aspectos ele mayor desolaCIón. Todo e&to ha
aldo oomprencUdo, ha causado remorchm1ento y ahora nuestros colegiales,
eapondD.eamente aaompaBan a su '6ltJma morada a loa hendos muertoa en
el oolegf.o OOD.Tert1do en hoapital. Antailo ae preguntaban los mf[oa cdl era
el alma de la esouela. La patria ha aparecido, viviente 7 hermosa como
DUDca en medio del peUgro que COlT8, ., el problema ha queclado re&ueltoa.
Oon la manltestacl6n de senfilm1entoa tan elevados, que bl'Otan del fondo del
aoru6n del pueblo francéa, Aste maJlttene, en medio de la ternble lucha que
lo desangra, su derecho a 881' OOD.slderado como el mis genUlDo repreB81ltante de nuestra olvlliAo16n, como la Blnteai8 de toc1as las CODqufatas qua, desde loe comienzos de la HistorIa, la moral ha realIsado sobre 101 balOB instiD&oa de la beat1& humana, '1 &610 ésta, re«Unft en el &lemAn OOD"mporA.JUlO, puede fieDer la pretens16n de auprimlr a aquel pueblO. Si U.1 aUoediese,
podrla deoIrae, como Perlolea deofa también al hablar da la Juventud ateJliense muerfia en )(arat6n y en BalamJna: '81 afto ha percUdo su prfmaveraa.
8eaD eataa palabru como llores colocadas por una mano extraDJera y amiaa sobre 1&1 tumbas de loe franceses muertos heroicamente en defeDsa eJe la
humanidad.
anhelos, los aliados no han cafdo en la tentaci6n de imitar, baJ
pretexto de jutas represa.lias. los procedimientos Sálvajes de .r
enemigos, «las espadas que han luchado en esta guerra contra ~
manla, no s610, como ha dioho Wells, habr'n combatido por 1&.'
paz-, que ser' duradera sin duda alguna, sino que habrán cora.batido tambi~n porque, si esa paz vuelve a turbarse, las futuril
eontiend8s sean mú humanu. porque un nuevo soplo de piedlcl,
oomo el que hace diecinueve siglos ore61a satlgre de los gladiadores y de los m'rtires en la arena de los circos romanos, oree 1&
que se vierta en loa campos de batalla del porvenir.
Bastará, pues, que se compare esa perspectiva de universal
renacimiento que ofrece el triunfo de los aliados, con la que ofreeenan, oomo resultado de la viotoria del káiBw, naciones supri.
midas o desmembradas, pueblos humillados,
sojuzgados, abyeoI
tos, en constante estado de rebeldía y esperando ansiosos la hora
del desquite y de la manumisi6n, para comprender que un alta
sentimiento de justicia me dict6la proposiei6n que antes escribf:
el futuro bienestar y el progreso de la humanidad exig:en el triUIlfo de los aliados. ¿Ser' cumplida esa exigencia? No lo s.s. La paTorosa in06gnita flamea todavía con caracteres de fuego en 11.
sombras del porvenir. Pero 1610 pueden desear para ese problema una 80luci6n contraria a la que pre'feo. los seres que ereen posible la preponderancia del mal sobre la tierra.
y la Historia toda oontradice eta posibilidad.
M_b:ico, noviembre de 1918.
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