algunas reflexiones sobre el graf spee

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ALGUNAS REFLEXIONES
SOBRE EL GRAF SPEE
IMAGEN:
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Roberto L. Pertusio
Q
uizá caería en la exageración si comenzara estas líneas expresando que han corrido ríos de tinta sobre lo que pasó a la
historia como “La batalla del Río de la Plata”.
Pero no se puede negar que mucho se ha escrito al respecto, así como también que el
poderío militar de lo que se dio en llamar el “acorazado de bolsillo Graf Spee” mereció
particular encomio por parte de quienes trataron el tema. Tampoco se puede negar
que se trató de un buque moderno. Sin duda revolucionario para su época, dotado
de notables adelantos y de un gran poder de fuego para su tonelaje, habida cuenta
de las limitaciones que debió aceptar la Armada Alemana como consecuencia de
las restricciones que le fueron impuestas por las potencias vencedoras, las que se
corporizaron en el Tratado de Versalles.
¿Pero era realmente el Graf Spee un formidable navío de combate, o fue más bien el magro
resultado de un buque capital que, si bien entraba en esa categoría tanto por su porte como
por el calibre de sus cañones, en rigor, tenía serias falencias? ¿Fue el Graf Spee un mito o
una nave temible al momento de un eventual duelo de artillería con cualquier rival de fuste
que se le llegara a oponer?
El Contraalmirante Roberto
Luis Pertusio es integrante de
la promoción 81 de la E.N.M.,
egresó como guardiamarina en
diciembre de 1954, pasando
a retiro a comienzos de 1987.
Sus últimos destinos en la
Armada fueron: Director de
la Escuela de Guerra Naval y
Director General de Instrucción
Naval. Ya retirado, durante diez
años se desempeñó como titular
de las cátedras de Geopolítica
en la Universidad de Belgrano,
en la carrera de Ciencias
Políticas y en la Facultad
de Posgrado; asimismo, fue
titular durante dos años de la
cátedra de Política internacional
Contemporánea en dicha
Universidad. Se desempeñó
como titular de la cátedra de
Estrategia Operacional en la
Escuela de Guerra Naval y
miembro del Centro de Estudios
Estratégicos de la Armada, al
que representó en diversos congresos y simposios con trabajos
de su autoría.
Es autor de varios libros
publicados por el Instituto de Publicaciones Navales y de artículos
aparecidos en diversas revistas.
Empecemos por definir qué eran para la época buques capitales. Se trataba de las máximas
expresiones navales: acorazados y cruceros de batalla. Todavía había cierta resistencia
en lo concerniente a los portaaviones. El Graf Spee respondía a un diseño de fines de la
década del veinte. El Tratado Naval de Washington de los años 1921-1922, establecía que
serían considerados buques capitales aquellos cuyo desplazamiento excediera las 10.000
toneladas (excepto los portaaviones) o su artillería fuera superior a las ocho pulgadas.
Pues bien, el Graf Spee rondaba las 12.000 toneladas y montaba cañones de once pulgadas,
entraba claramente en la categoría de buque capital, en lenguaje coloquial se podría decir
que estaba destinado a jugar en primera con los grandes de entonces.
Una vez más se nos plantea el interrogante, ¿era un buque capital concebido como tal o se
trataba de un engendro naval? El concepto puede parecer duro, pero se trató de una nave
Boletín del Centro Naval
Número 831
SEP / DIC 2011
266
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL GRAF SPEE
que no se ajustaba a lo que podríamos denominar diseño convencional, era el resultado de
lo posible en el marco de lo que le estaba permitido a la Marina Alemana.
Los buques capitales debían armonizar tres aspectos de naturaleza diferente que
fundamentaban su capacidad de combate: artillería principal, coraza y velocidad.
Al igual que su hermano
mayor, el acorazado,
el crucero acorazado
procuraba en su diseño
ajustar tres requisitos:
artillería principal,
coraza y velocidad.
Privilegiar alguno de ellos conducía a sacrificar al menos uno o los dos restantes. El peso de
la coraza equivalía al 35 o 40% del desplazamiento total de la nave.
Con anterioridad, en las últimas décadas del siglo XIX y primera del XX, recibieron la
designación de buques capitales los acorazados y cruceros acorazados, estos últimos
eran a veces denominados acorazados de las armadas de bolsillos flacos. Pero como
quiera que sea, ambos tipos de naves constituían la línea de combate de una flota. En
oportunidad de la batalla de Tsushima (1905), la fuerza naval japonesa, comandada
por el vicealmirante Togo, presentó su línea de combate integrada por dos divisiones de
buques capitales. La primera, al mando del propio Togo, alineaba cuatro acorazados y dos
cruceros acorazados; la segunda, comandada por el contraalmirante Kamimura constaba
de seis cruceros acorazados. Vale la pena señalar que los dos cruceros acorazados de
la división de Togo eran los más modernos de los ocho disponibles, se trataba del Nishin
y Kasuga, originalmente conocidos como Rivadavia y Moreno y que fueron vendidos a
Japón a raíz de los “Pactos de Mayo”, tratado de desarme o limitación de armamento
naval que fuera acordado entre Argentina y Chile en el año 1902 y ratificado dos años
más tarde.
El crucero acorazado tuvo corta vida, al menos como nave de combate o navío de línea, fue
dejado de lado cuando hizo su aparición en el escenario naval el crucero de batalla, buque
al que trataremos más adelante y que guarda íntima relación con el tema aquí planteado.
Al igual que su hermano mayor, el acorazado, el crucero acorazado procuraba en su diseño
ajustar los tres requisitos ya mencionados: artillería principal, coraza y velocidad. En tal
sentido, disponía de cañones de menor calibre que los que montaban los acorazados y de
una protección compatible con su propia artillería. La velocidad, por cierto, era similar a la
de los acorazados, de otro modo no le hubiera sido posible armonizar en la formación de la
línea de combate.
Nuestro país, cuando decidió contar con una verdadera marina oceánica, privilegió el crucero
acorazado; de allí las adquisiciones que se sucedieron en Italia: San Martín, Garibaldi,
Pueyrredón, Belgrano y los mencionados Rivadavia y Moreno.
Los buques capitales de esos años, que fueron la expresión del poder naval de lo que se
conoció como la belle époque, fueron concebidos, diseñados y construidos respetando una
solución de compromiso entre las tres variables determinantes: poder de fuego, protección
y velocidad. El espesor de la coraza en las partes más sensibles de la nave debía ser capaz
de resistir granadas perforantes equivalentes a las que él mismo disparaba.
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En 1906 Gran Bretaña comenzó, dentro del mayor secreto, con la
construcción de tres buques de un tipo hasta entonces desconocido,
se los denominó cruceros de batalla. Se trató de buques surgidos de la
mente del afamado Almirante lord John Fisher, a la sazón primer Lord
del mar. Aunque en realidad, la idea original correspondió al marino e
ingeniero naval italiano Vittorio Cuniberti, Fisher se habría apropiado
de ella concretándola. Además de Gran Bretaña, otras armadas como
Alemania, Japón y Francia adhirieron a este nuevo tipo de navío de línea
o buque capital.
El crucero de batalla parecía destinado a las potencias coloniales.
Se trataba de un buque de gran poder de fuego, a punto tal que
disponía de una batería principal equivalente a la de los acorazados,
pero se caracterizaba por superar a éstos en velocidad. Luego, la ecuación de equilibrio,
indefectiblemente, resultaba sustancialmente alterada en detrimento de la protección.
El pensamiento de lord Fisher estaba guiado por disponer de buques poderosos que ejercieran
una fuerte y amedrentadora presencia en los territorios coloniales. Su armamento principal,
consistente en torres de doce pulgadas o más, superaba con creces al de cualquier crucero,
nave por entonces destinada a la protección tanto de las colonias como del tráfico marítimo.
Ningún crucero podía ni siquiera pensar en desafiarlo, y en caso de tener eventualmente que
enfrentarse con un acorazado, su andar más rápido le permitiría romper contacto y evitar
así el fuego de cañones de calibre equivalente, dado que su debilidad en términos de coraza
le significaba una seria vulnerabilidad. Se trataba, en síntesis, de un buque fuertemente
artillado, bastante veloz, pero débilmente protegido. Fue motivo de serios cuestionamientos
y aceptado sólo por algunas armadas, las que lo hicieron, sin duda, fue bajo el influjo del
prestigio y respeto que infundía la Armada Británica.
Volvamos ahora al Graf Spee, ¿era un acorazado, un crucero de batalla o un crucero pesado?
Los tratados navales internacionales catalogaban bajo la denominación de crucero pesado
a las naves que montaban cañones de un calibre superior a las seis pulgadas y que no
superaban las ocho. Los acorazados de la década del ‘30 habían dejado atrás las 12
pulgadas y contaban, en general, con torres de 14, 15 y hasta 16 pulgadas. De cualquier
manera, unos y otros armonizaban el calibre de su artillería principal con el espesor de
coraza en las zonas más sensibles. En una primera aproximación se podría inferir que
el Graf Spee, con sus dos torres triples de once pulgadas, era una especie de crucero
de batalla. No está de más señalar que los alemanes lo llamaban Panzerschiff (buque
blindado), designación no convencional e inexistente en otras armadas, asimismo debemos
consignar que el mote de “acorazado de bolsillo” fue puesto por los británicos.
El Graf Spee y sus gemelos: Deutschland y Admiral Scheer, eran lo mejor que los astilleros
alemanes pudieron entregar a su marina sin vulnerar en demasía el Tratado de Versalles,
ya que si bien superaba las 10.000 toneladas autorizadas, no lo hacía de manera
escandalosa.
Se puede decir que este tipo de buque estaba dotado de una batería principal parecida,
aunque algo menor, a la que montaban los cruceros de batalla. Al igual que éstos contaba
con un débil blindaje que lo hacía vulnerable a la artillería de seis pulgadas de cualquier
crucero ligero: la coraza vertical apenas superaba las tres pulgadas (80 mm), en tanto que
la horizontal no alcanzaba las dos pulgadas (45 mm).
Pero carecía de la ventaja de todo crucero de batalla: la velocidad.
La velocidad máxima del Graff Spee estaba entre los 25/26 nudos, es decir, unos 5/7
nudos por debajo de cualquier crucero moderno de entonces. En síntesis, a las carencias
El Graf Spee y sus
gemelos, Deutschland y
Admiral Scheer, eran lo
mejor que los astilleros
alemanes pudieron
entregar a su marina sin
vulnerar en demasía el
Tratado de Versalles.
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL GRAF SPEE
de diseño propias del crucero de batalla le agregaba el no contar con sus ventajas. Es
cierto que el disponer de una planta propulsora compuesta por motores diesel le permitía
rápidamente pasar de velocidad de crucero a desarrollar su máxima potencia, pero eso no
le aseguraba el poder romper contacto en caso de necesitar hacerlo.
El Graf Spee era sin
duda un buque capital,
pero llamaba más la
atención por sus adelantos técnicos y reducción
en peso y volumen,
a los efectos de poder
satisfacer las limitaciones que le imponía el
Tratado de Versalles,
que por su real
capacidad de combate.
El Graf Spee era el tercero y último de la serie y fue el primer buque alemán dotado de
radar. Estos buques incorporaron una serie de técnicas y sistemas modernos que resultaron
novedosos para entonces, entre ellos, la planta propulsora, que a lo ya señalado, adicionaba
un menor peso y volumen que el que demandaba un sistema de turbinas y calderas, así
como también el requerimiento de un menor número de maquinistas para su servicio y
mantenimiento. Otro importante logro del astillero constructor fue el sistema empleado
para la construcción del casco, la soldadura de arco sustituyó al tradicional remachado en
el ensamble de las chapas. Esto permitió un gran ahorro en el desplazamiento; por un lado,
se descartó el peso de los remaches y por otro, se evitaba la superposición de una chapa
con otra con el consabido aumento de peso. Fue así que, con un desplazamiento original de
diseño de apenas 10.000 toneladas, se llegó a las 12.000 o poco más a plena carga.
El Graf Spee era sin duda un buque capital, su artillería y porte eran determinantes, pero
llamaba más la atención por sus adelantos técnicos y reducción en peso y volumen, a los
efectos de poder satisfacer las limitaciones que le imponía el Tratado de Versalles, que
por su real capacidad de combate. No estaba en condiciones de enfrentar a ningún navío
capital de otra armada, y corría serios riesgos en caso de tener que vérselas con una
división de cruceros bien conducida, como ocurrió el 13 de diciembre de 1939 frente a
las costas uruguayas.
Por cierto, el almirantazgo alemán no ignoraba las limitaciones de estos buques, lo que
motivó que los destinara a hostigar las líneas de comunicaciones enemigas en calidad de
corsarios de superficie y con expresas órdenes de evitar el aferramiento con naves de guerra
enemigas. Sus torres triples de once pulgadas causarían estragos en el tráfico mercante, en
particular, serían la pesadilla de cualquier convoy y su escolta de destructores.
Pero el Graf Spee y sus gemelos, el Admiral Scheer y el Deutschland, cumplirían
simultáneamente otra importante tarea: la de flota en potencia o fleet in being.
El concepto de flota en potencia se lo suele vincular, casi siempre, con la existencia de
una fuerza naval inferior a la oponente pero que, por su capacidad de combate, amerita
particular cuidado. En tal sentido, la flota más poderosa deberá destinar toda o gran parte
de sus unidades de combate a la vigilancia y neutralización de esa flota en potencia, que de
no encontrarse controlada, estaría en condiciones de causar trastornos al enemigo.
De no existir tal flota en potencia, las fuerzas destinadas a su vigilancia, neutralización o
destrucción podrían ser consignadas al cumplimiento de otras tareas. El concepto de flota
en potencia o flota existente (fleet in being) consiste en el aferramiento de importantes
fuerzas enemigas impidiendo su empleo en otras misiones. Pero no necesariamente deberá
ser una flota, puede tratarse de algunas unidades o hasta de una sola, suficientemente
poderosa como para merecer la atención enemiga. En el primer caso tenemos la división
de cruceros rusos con base en Vladivostock en oportunidad de la guerra ruso-japonesa, así
como la división de Cruceros de Oriente al mando del almirante Maximiliano Graf Spee en
los comienzos de la Primera Guerra Mundial. En el segundo, el blindado peruano Huascar
en la guerra del Pacífico (Chile contra Perú y Bolivia), el acorazado Tirpitz estacionado en los
fiordos noruegos en la Segunda Guerra Mundial y los Panzerschiff en esta misma guerra.
Cuando la flota en potencia se corporiza en toda una fuerza naval suele permanecer
inactiva, cumple su objetivo a través de su sola presencia, de allí la expresión inglesa (fleet
in being): la Flota de Alta Mar (alemana) después de Jutlandia en la Primera Guerra Mundial
y la Flota Italiana en el Mediterráneo en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. En
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En pocos días se
formaron ocho grupos aliados de caza,
compuestos mayormente
por cruceros, pero que
incluían el crucero de
batalla Renown, los
portaaviones británicos
Eagle, Ark Royal y
Hermes, el acorazado
francés Dunkerque y uno
de sus portaaviones.
cambio, cuando se trata de unidades independientes, en general, no siempre, la actividad
que despliegan es lo que le otorga el carácter de flota en potencia. Pues bien, ese fue el
caso de las unidades pesadas de la marina alemana en la Segunda Guerra Mundial.
Al inicio de las hostilidades Alemania disponía de unas pocas unidades capitales: dos
cruceros de batalla de reciente construcción (1), los tres Panzerschiff y el crucero pesado
Hipper. El alto mando naval dispuso emplear estas unidades con un doble propósito: hostigar
las líneas de comunicaciones aliadas y que cada unidad, de manera independiente, actuara
en calidad de flota en potencia. Fue así que Gran Bretaña, para impedir los estragos que
los corsarios de superficie del Reich podían ocasionarle, con la participación de algunas
unidades capitales francesas constituyó ocho grupos pesados de caza, algunos de los
cuales incluían un portaaviones. Estas unidades fueron retiradas del bloqueo declarado a
Alemania, anunciado por Chamberlain el 27 de setiembre.
“Debe recordarse que los acorazados de bolsillo Deutschland y Admiral Graf Spee, con el
apoyo de buques de reaprovisionamiento, fueron destacados, antes de que estallara la
guerra al Norte y al Atlántico Sur respectivamente, donde permanecieron indetectados
hasta que se les ordenó iniciar operaciones. Estas órdenes fueron impartidas el 26 de
setiembre, y cuatro días después el Graf Spee se cobró su primera víctima, el Clement,
hecho que fue conocido por el Almirantazgo recién el 1.° de octubre. En pocos días
se formaron ocho grupos aliados de caza, compuestos mayormente por cruceros, pero
que incluían el crucero de batalla Renown, los portaaviones británicos Eagle, Ark Royal y
Hermes, el acorazado francés Dunkerque y uno de sus portaaviones.” (2)
En rigor, era lo único que Alemania podía hacer con el puñado de buques capitales de
que disponía. Además, el almirante Raeder, comandante en jefe de la Armada Alemana,
sentía cierto celo de los éxitos iniciales logrados por los submarinos, no quería que las
unidades de superficie permanecieran inactivas, en tal caso, la moral de las dotaciones
se vería afectada.
Entre los grupos destinados a dar caza a los corsarios alemanes de superficie se encontraba
la División Sudamericana de Cruceros, al mando del Comodoro Harwood. Estaba integrada
por dos cruceros pesados armados con una batería principal de ocho pulgadas (ocho
cañones en cuatro torres dobles en el caso del Cumberland y seis montados en tres torres
(1)
Scharnhorst y Gneisenau,
ambos dotados también con cañones de 11”, posiblemente la
artillería de estos buques no fue
de mayor calibre por razones
logísticas; para entonces Hitler
había denunciado el Tratado de
Versalles y alcanzado un acuerdo naval con Gran Bretaña.
(2)
History of the Royal Navy, página
235, Editado por Peter Kemp,
Londres, 1969.
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL GRAF SPEE
Los tres cruceros
británicos, por diseño,
superaban a su oponente
en unos seis o siete
nudos, a eso habría que
agregar uno o dos nudos
más por las incrustaciones del casco, habida
cuenta del largo período
que el navío alemán
llevaba operando.
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en el Exeter) y dos cruceros ligeros o livianos, gemelos, armados con ocho cañones de seis
pulgadas dispuestos en cuatro torres dobles. Estos últimos eran el Ajax y el Achilles, buques
que presentaban la particularidad de contar con una sola chimenea, a diferencia del resto
de los cruceros británicos que disponían de dos.
El encuentro artillero del 13 de diciembre de 1939, que pasó a la historia como La batalla
del Río de la Plata, está precedido por algunos hechos fortuitos que favorecen o perjudican
a cada uno de los contendientes. Por el lado británico, el comodoro Harwood se encontró
privado de la nave con mayor poder de fuego, el crucero pesado Cumberland, que por
razones de mantenimiento tuvo que ser destacado a Malvinas. Los informes irradiados por
los barcos que resultaron víctimas del Graf Spee, le posibilitaron al Almirantazgo, así como
a Harwood, hacer una apreciación de la derrota seguida por el navío alemán, aquel infiere,
acertadamente, que éste se encaminaba al área focal del Río de la Plata.
Pocos días antes del encuentro, el Graf Spee se vio privado de contar con su avión de
exploración por haber sufrido daños irreparables en su motor. Como ya dijimos, los tres
cruceros británicos, por diseño, superaban a su oponente en unos seis o siete nudos, a eso
habría que agregar uno o dos nudos más por las incrustaciones del casco, habida cuenta
del largo período que el navío alemán llevaba operando.
Pero sin duda, dos hechos son los que jugaron un papel determinante en el resultado de la
acción. En primer lugar, la simple y clara disposición táctica que había previsto Harwood:
dividir sus fuerzas de modo de atacar al blindado alemán simultáneamente por ambas
bandas, obligándolo así a dividir el fuego de su batería. El Exeter actuaría de manera
independiente y los dos cruceros ligeros, constituyendo una división, lo harían con fuego
concentrado por la otra banda del Graf Spee. El otro hecho determinante fue la incorrecta
apreciación del comandante del buque alemán, Capitán de Navío Langsdorff, y de sus
oficiales: si bien el Exeter fue rápidamente identificado, no ocurrió lo mismo con el Ajax
y el Achilles, que fueron tomados por dos destructores, su única chimenea aportó a la
confusión. La convergencia de estos dos acontecimientos tuvo un efecto decisivo en el
resultado de la acción.
Langsdorff pensó en un primer momento que se encontraba ante la presencia de un convoy
que tenía por escolta un crucero pesado de la clase Exeter y dos destructores, composición
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esta que le resultaba ampliamente ventajosa, no fue así, y el resultado fue muy distinto
al que imaginó. De cualquier manera, Langsdorff acepta entablar un duelo de artillería
con al menos tres barcos de guerra británicos, uno de los cuales era, sin duda, un crucero
pesado. Las reglas de empeñamiento que le habían sido impuestas establecían evitar entrar
en contacto con buques de guerra enemigos. ¿Pudo evitarlo? El avistaje de los buques
británicos tiene lugar a las seis de la mañana, 14 minutos antes de que éstos se percaten
de la presencia del Graf Spee, eso se debe a la mayor altura de cofa del buque alemán. El
alcance del radar era sensiblemente menor.
A las 06:14, cuando los británicos avistan un humo en el horizonte, el Exeter es destacado
a investigar, pero el Graf Spee hacía 14 minutos que había establecido contacto. No
resulta posible determinar en qué preciso instante, dentro de ese intervalo de preaviso
de 14 minutos, sabe Langsdorff que se encuentra ante la presencia de un crucero pesado
británico, independientemente de que otros buques de guerra lo acompañaban, aunque sí
se conoce que el Exeter fue identificado rápidamente. De igual modo, dentro de ese lapso
tiene que haber advertido, ante la ausencia de otros humos y palos, que no se trataba de
la escolta de un convoy, único blanco que debía ser objeto de su atención. El conocimiento
del preciso instante señalado, permitiría especular sobre la posibilidad que hubiera tenido
de evitar el encuentro. De todas maneras, no se puede dejar de considerar que, si bien los
cruceros británicos superaban al barco alemán en varios nudos, ninguno de los actores
presentes se encontraba navegando a su máxima velocidad, la fuerza de cruceros británicos
lo hacía a 14 nudos. Luego, habida cuenta de la diferencia en las plantas propulsoras, el
Graf Spee podía alcanzarla en un plazo mucho más breve.
El excelente libro de Joseph Gilbey, Langsdorff del Graf Spee príncipe de honor, que
fuera publicado por el Instituto de Publicaciones Navales, da cuenta de un diálogo entre
Langsdorff y su jefe de navegación, Capitán de Corbeta Wattenberg, que revelaría que el
comandante del barco alemán, antes de ser detectado por la división de Harwood, sabía
que estaba ante la presencia de una fuerza naval británica, aún cuando no conociera con
exactitud como estaba compuesta. (3)
De igual modo, el libro de Millington Drake, El drama del Graf Spee y la batalla del Río
de la Plata, publicado también por el Instituto de Publicaciones Navales, revela una clara
intención de Langsdorff de entablar combate con las unidades navales británicas, surge
del relato, que cuatro minutos antes de ser descubierto sabe que se encuentra ante una
división de tres cruceros enemigos y que uno es de la clase Exeter. (4)
Todo mueve a pensar que Langsdorff no resistió la tentación, antes de emprender el regreso
a casa, de probar sus cañones de once pulgadas contra buques de guerra; hasta entonces
las víctimas habían sido mercantes desarmados. Lo que resulta más difícil de determinar
es que si al tomar tal decisión sabía que se trataba de tres cruceros o seguía pensando
que enfrentaría a un crucero pesado y dos destructores. De cualquier manera, vulnera a
sabiendas sus reglas de empeñamiento, el objetivo eran las líneas de comunicaciones
enemigas, no las unidades navales. De habérselo propuesto, muy posiblemente hubiera
evitado la detección y con ello, entrar en combate.
No es objeto de estas reflexiones tratar la acción en sí misma, la que por otra parte ha
sido relatada con lujo de detalle en muchos libros y artículos, solamente haré mención de
aquellos aspectos que interesan particularmente a la idoneidad del Graf Spee como buque
de guerra.
Como quedó dicho, el Comodoro Harwood al dividir sus fuerzas y atacar al buque alemán
por ambas bandas, lo obligó a dividir el fuego de su batería principal. Al mismo tiempo que,
superándolo en velocidad en el orden de los siete nudos facilitó la aproximación de los dos
cruceros ligeros, los que llegaron a colocarse a 9.000 yardas de su blanco, eso hizo posible
que una lluvia de fuego cayera sobre el navío alemán.
Todo mueve a pensar que
Langsdorff no resistió
la tentación, antes de
emprender el regreso
a casa, de probar sus
cañones de once pulgadas
contra buques de guerra;
hasta entonces las víctimas habían sido mercantes
desarmados.
(3)
Gilbey Joseph, Langsdorff
del Graf Spee príncipe de
honor, página 106, Instituto de
Publicaciones Navales, Buenos
Aires, 1999.
(4)
Drake sir Eugen Millington, El
drama del Graf Spee y la batalla
del Río de la Plata, página
114, Instituto de Publicaciones
Navales, Buenos Aires, 1966.
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL GRAF SPEE
Los cruceros ligeros, al unísono, descargaron toda su capacidad de seis y cuatro pulgadas
de su artillería principal y secundaria.
No obstante, los daños más serios fueron los causados por las granadas perforantes
de ocho pulgadas del Exeter; el casco del Graf Spee, al entrar al puerto de Montevideo
lucía 15 agujeros sobre la banda de estribor y 12 a babor. El buque había recibido 17
impactos directos de seis pulgadas, que en general no le causaron daños serios. Los
proyectiles perforantes británicos de seis pulgadas fueron resistidos por la coraza vertical
de acero especial de apenas 80 mm, que tenía una ligera inclinación hacia adentro con
el propósito de otorgar una mayor resistencia a los impactos. De haber empleado los
británicos granadas de alta capacidad, es probable que los impactos logrados hubieran
causado un mayor daño.
Los daños más serios
fueron los causados por
las granadas perforantes
de ocho pulgadas del
Exeter; el casco del Graf
Spee, al entrar al puerto
de Montevideo lucía 15
agujeros sobre la banda
de estribor y 12 a babor.
El buque blindado Graf Spee, al igual que sus gemelos Deutschland y Admiral Scheer,
era el resultado de las limitaciones que los vencedores de la Primera Guerra Mundial le
habían impuesto a la Marina Alemana. Ésta podía contar hasta con seis buques de ese
tipo, no obstante los tres restantes nunca fueron construidos. El paso siguiente, ya en
plena violación del Tratado de Versalles, consistió en la construcción de los cruceros
de batalla Scharnhorst y Gneisenau, buques que alcanzaban un desplazamiento de
26.000 toneladas.
El Capitán de Navío Langsdorff, más allá de su hombría de bien, caballerosidad y arrojo,
atributos por todos reconocidos, no cumplió las órdenes que el alto mando naval le había
impartido: atacar el tráfico mercante enemigo y no entrar en combate con fuerzas navales,
aceptar el aferramiento sólo en el caso de resultar imposible evitarlo.
Al no hacerlo, cargó con la pesada responsabilidad de haber perdido su buque en una
misión que no era la suya, sin duda, esta pesada carga lo llevó a tomar la trágica decisión
de quitarse la vida. n
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