El carisma dominicano vivido por Madre Gerine (Charla dada en el encuentro de formadores – Albi 2013) Como yo, han podido escuchar ciertos comentarios de algunos frailes OP que cuestionan discretamente la pertenencia a la Orden dominicana de Congregaciones como la nuestra pues, dicen, no profesamos entre las manos del Maestro General o de uno de sus representantes. Sin embargo, en la Constitución fundamental de nuestras Constituciones leemos: Nº 4: “Contemplando a la Virgen de la Piedad, Madre Gerine acoge el carisma de manifestar el rostro materno de la misericordia del Padre y lo encarna, siguiendo las huellas de Sta Catalina de Siena, en el surco trazado por Sto Domingo”. Nº 5: “Dominicas de Sta Catalina de Siena, como ella participamos de la gracia de Sto Domingo que quiso una Familia totalmente entregada a la predicación de la Verdad por la salvación de los hermanos.” Nº 6: “Radicadas en la Iglesia e insertas en el mundo, como Domingo, Catalina y Madre Gerine, prolongamos en el hoy el deseo ardiente que tuvieron por contemplar y anunciar la misericordia del Padre”. Me parece que estos fundamentos así claramente expresados y oficialmente reconocidos por la Iglesia (el 31 de mayo del 2010), y por la Orden (el 24 de junio del 2009) están allí para permitirnos seguir con tranquilidad la ruta pero nos obliga, al mismo tiempo, a discernir cada vez más lo que es el meollo del carisma OP y las modalidades peculiares según las cuales M. Gerine lo encarnó. Esta búsqueda que me ha sido pedido y que traté de llevar a cabo con honestidad a pesar de mis límites, por cierto…me parece también muy importante en la dinámica de un encuentro de formadores/as. De hecho, en el servicio que nos ha sido confiado (y me permito señalarlo desde el inicio), no se nos pide transmitir primero conocimientos, ni invitar a reproducir gestos o fórmulas sino discernir antes que todo si las personas que se presentan llevan como en germen el soplo inspirador que funda toda familia OP, son habitadas por él y presentan las aptitudes suficientes para llevarlas paulatinamente a su madurez. De ninguna manera somos los arquitectos, sino sólo servidores vigilantes de un Don sembrado que necesita ser cultivado. Pero pongámonos de acuerdo sobre el término CARISMA. El sentido primero, lo sabemos todos, viene de San Pablo: Es un DON del Espíritu Santo hecho a una persona para la edificación del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia o para la sociedad. Esta noción ha sido retomada sólo y por vez primera en 1971 por Pablo VI para hablar del “carisma de la Vida Religiosa”, del “carisma de los fundadores” y “de los carismas de diferentes institutos”. Teniendo en mente esta función, podemos hoy en día hablar de carisma OP. Todos, sacamos nuestra origen de Santo Domingo (1170-1221). Es muy importante señalar desde el inicio, que no disponemos de ningún ESCRITO de este fundador y pasará lo mismo con M. Gerine. ¿Cómo descubrir entonces su carisma sino a través de la mirada de los y las que, compartiendo su vida y contemplando sus personalidades fascinantes, lograron identificar poco a poco el soplo inspirador que había tomado posesión de su ser? Esto explica seguramente la flexibilidad constatada en las diversas interpretaciones pero sin nunca cuestionar el fondo. 1 El carisma fundador de Sto Domingo puede ser definido por tres elementos principales que encontramos profundamente encarnados en la vida de nuestro Padre: Una espiritualidad Una misión Un modo de vivir 1 – Una espiritualidad Hablar de espiritualidad es hablar de un arte de vivir el Evangelio bajo una moción peculiar venida del Espíritu Santo. Toda figura fundadora es AGARRADA por un aspecto peculiar de la vida de Jesús y del mensaje del Evangelio. El carisma del fundador “representa una relectura de todo el misterio de Jesús, bajo la luz de uno de sus elementos esenciales (P. Tillard). En Sto Domingo, tres aspectos del misterio de Cristo tomaron un relieve peculiar: La figura de Cristo en oración. Jesús se retira en la montaña, en el desierto o en un jardín para orar al Padre. Marcado por sus años de estudio, de silencio y de oración pasados en Osma, esta dimensión contemplativa no abandonará nunca Sto Domingo: largas noches de oración, pero una oración volteada hacia los demás: “¿Qué será de los pecadores?” De allí se desprende la segunda escena evangélica: Jesús caminando por las rutas de Palestina y Jesús enviando a sus discípulos de dos en dos para anunciar el Evangelio del Reino. Llevado por su obispo por los caminos hasta Escandinavia en vista a una misión diplomática en nombre del Rey de Castilla, Domingo descubre y vive la vida peregrina de los apóstoles y toma la medida de la miseria de una Iglesia carente de testigos evangélicos, pobres pero bien formados y totalmente entregados a la predicación, a la evangelización por la Palabra. Nos encontramos ante la tercera escena evangélica que nutre la espiritualidad OP, Jesús predicando en las laderas del monte, en la sinagoga o en la intimidad de los hogares. 2 – Una misión Un carisma no es sólo espiritual. Está a la fuente de una misión, de un actuar que le corresponde. Conocemos de más esta hermosa actitud atribuida a Sto Domingo: “Hablaba con Dios o de Dios” que Sto Tomás ha resumido en “contemplar y entregar a los demás el fruto de su contemplación”. No entraré en los detalles (demasiados largos aquí), pero basta releer la vida apasionada y apasionante de Sto Domingo para descubrir cuanto el choque producido en él por su paso de la vida cuasi monacal de Osma al enfrentamiento y al descubrimiento de un mundo herido por los frutos amargos de la no creencia o de la mal creencia ha cuestionado profundamente su experiencia de un Dios que, en Jesús, libera y salva haciendo MISERICORDIA. La hambruna que va matando el pueblo de Palencia, la noche pasada conversando con el hotelero cátaro de Toulouse, el encuentro con los legados del Papa en Montpellier son de esto las ilustraciones más conocidas. Merecen ser tomadas en serio porque nos ayudan a comprender cuánto estos encuentros han sido el terruño indispensable que permitió a este incansable mendigo del pan de la Compasión y Misericordia reconocerlas ausentes o desfiguradas y dar paulatinamente cuerpo a gestos y palabras anunciadoras de la Salvación porque capaces, por la Verdad que los habitaba, de saciar estos hombres y mujeres sedientes de vida, de perdón y sobre todo de dignidad. 2 3 – Un modo de vivir Sto Domingo no ha dejado escritos pero ha dejado una Orden… De hecho no se puede ser fundador solo. Los discípulos deben entonces ser dotados del mismo carisma que su fundador. El carisma fundador de Sto Domingo es compartido por gracia del Espíritu Santo con los discípulos de todas las generaciones. Entre ellos y el fundador, una misma gracia, una misma sensibilidad evangélica, una misma lectura de las necesidades de la Iglesia y del mundo, más allá de los contextos y de la historia. De esta vocación, personal y común, nacen las instituciones, las obras, un modo de vida, que son todos juntos la expresión visible de una realidad interior. El hecho de apropiarse de la identidad carismática actúa como una brújula. El carisma, en un continuo movimiento de fidelidad creadora a la gracia de los orígenes, orienta y estimula la acción de los Predicadores llamados a servir la evangelización en los caminos de los hombres – sostenidos por un estar juntos vivido a la manera de los apóstoles y apoyados en medios pobres (pobreza voluntaria…) Sobre esta base, nos es posible ahora ver que encontramos estos mismos rasgos carismáticos en Madre Gerine. De M. Gerine, no disponemos de ningún escrito, sino sólo una VIDA entregada en la que el Espíritu pudo forjar con plena libertad las bases de una fundación no programada. Su vida es gracia, su vida es fundamentalmente carismática. Muy pocos años pasados en la escuela, (un sacerdote le reprochará incluso su mala ortografía y su modo de hablar bien limitado…) en cambio, desde muy temprano, descubre las grandes lecciones que da el realismo de la vida de los pobres; numerosas mudanzas ligadas a la necesidad de sobrevivencia de la familia, abandono de los estudios para dedicarse al cuidado de sus hermanitos y largas caminatas a pie entre San Marcial y Chaudes-Aigues durante las cuales debía enfrentar los rigores del rudo invierno del centro de Francia. Pero Catalina Fabre pudo gozar también del profundo silencio del campo y de la belleza silvestre de la naturaleza. Podemos imaginarla jugando con algunas compañeras o encargada de llevar la canasta de víveres a su familia, a algunos vecinos y más tarde también a los enfermos en la necesidad. Una adolescente como muchas otras con sus miedos y sus sueños ante un futuro para construir, una sed de amor que pedía ser colmada. Modelada por una fe robusta recibida de la familia, depositaba este futuro bien naturalmente a los pies de María, cuando se detenía para orar en el pequeño santuario consagrado a la Virgen de la Piedad. Allí, a través de una larga mirada silenciosa y contemplativa llevada sobre María con su Hijo sin vida entre sus brazos, M. Gerine acogerá el don del carisma que dará sentido y color a toda su aventura humana y a su manera de ser dominica que caracteriza también la nuestra. La espiritualidad Burilada, formada a la escuela de la vida, confrontada e interrogada también por el sufrimiento y la soledad de los enfermos que, con las terciarias OP, encontraba y atendía durante los largos tratamientos termales, he aquí que la contemplación del ícono de la Piedad introduce Catalina Gerine en el profundo e insondable misterio de la Salvación. En el incógnito de esta humilde capilla sintió estremecerse su corazón frente 3 a los torrentes de amor infinito revelado en Jesús, ofrecido gratuitamente a todos y sin embargo tan desconocido. Aquí está la raíz de la espiritualidad que inspirará en adelante su vida y su obra. Volverá constantemente a esta “fuente” viva para renovar sus energías, penetrar cada vez más el Amor de ese Dios que le ha amado y ha amado al mundo hasta el extremo. Fascinada y a la vez desarmada ante el abismo que le ofrece la contemplación de la “Misericordia”, su vida itinerante y ya totalmente entregada al encuentro y al servicio de los demás, encuentra en ella su verdadero punto de sujeción (anclaje), su inspiración profunda. Fuera de esta “fuente” es imposible comprender la vida tan asombrosa de esta mujer, casi analfabeta. Cautivada (en admiración, deslumbrada) por un Amor, es una mendicante y anunciadora infatigable. ¿Qué nos cautiva hoy a nosotras? ¿Hacia que “admiración” educamos y nos educamos nosotras? La misión Hemos visto que un carisma jamás se recibe en beneficio personal, sino para ponerlo al servicio de la Iglesia o de la sociedad. Es por lo que la contemplación de Jesús muerto y desfigurado “atraerá a Madre Gérine hacia toda forma de debilidad y de miseria. Da su vida hasta el extremo a fin de que todos conozcan que son amados por Dios, Verdad que libera y salva” La fuerza del Amor que le ha cautivado, también le ha llevado a vivir con una mayor intensidad el Misterio de la Fraternidad. Descubre, a pesar de su juventud, el profundo significado de la sangre vertida y del cuerpo entregado. Ella, que tantas veces había escuchado resonar en sus oídos las palabras: “Dios nos ama” se da cuenta hasta qué extremo este Amor ha conducido a Jesús, Hijo Bien amado y hermano de todos. Contemplando con María ese cuerpo desfigurado y rechazado por los hombres, capta la penosa realidad del pecado que nos cierra al amor y al sufrimiento de los hombres maltratados, humillados, atormentados. Comprende desde el interior, de qué manera en el Hombre- Dios, Jesús se encuentra unido y también mal conocido e ignorado todavía hoy, el Misterio de Dios rechazado y el del hombre herido. Movida por la gracia, su decisión es firme: responderá al amor por el amor. En adelante gastará todas sus energías cerca de los que, como su Redentor, son abandonados y rechazados, a fin de que descubran todo lo que son amados también ellos. El contacto cotidiano con las heridas de la humanidad, se transforma para ella en un lugar de acogida privilegiado de la Misericordia, venida del Padre y del compartir ese mismo don con el hermano. Unida constantemente en la oración y en la acción, a la “fuente” de la Misericordia, ningún obstáculo, ningún cansancio, ninguna frontera, podrán parar su voluntad de saciar la sed de amor, de compasión, que habita en tantos corazones, cuerpos heridos, o en inteligencias, en búsqueda de verdad. Colmada y prisionera de la Misericordia, se hace humilde embajadora de la Pasión del Padre por la humanidad. Es cierto que María, Madre Dolorosa, que también ella ha participado hasta el fin en los sufrimientos de su Hijo, ha marcado profundamente la experiencia de la Madre Gérine. Su anuncio, hoy se podría decir su predicación, hecha de gestos de ternura, de atenta escucha, de proximidad, de atenciones al dolor físico y espiritual, es vivido verdaderamente en femenino. Aún cuando está silenciosa, da a conocer el rostro maternal y lleno de compasión de la Misericordia del Padre. ¿Cuál es la fuente de nuestra acción, de nuestras palabras? ¿Dónde se sitúa aquella? El estilo de Vida: Cuando se mira atentamente la vida de la Madre Gérine, me parece que podría resumirse en estas sencillas palabras que repetía tan a menudo: “Dios proveerá” Lo que a primera vista podría parecer ingenuidad o descuido, ha sido la fuerza secreta que resume el dinamismo de su persona y de su obra. ¿Cómo explicar si no las numerosas fundaciones en Francia, en Italia, después en América latina? Convencida de su “menos que nada” ella es todo apertura, acogida y respuesta a los signos y a los llamados que vienen de los más diversos horizontes. (Párroco de Gramond, Obispo de California, Alcalde de Albi, llamada del Emperador Napoleón III, Italia, etc) Jamás ha olvidado las palabras pronunciadas para ella por el Papa Pío IX: “No 4 repare en obstáculos y haga todo para que este Instituto se extienda lo más posible…” Poco después de llegar a Albí, la pequeña comunidad dominica, vive en un lugar insalubre y apenas tiene nada para comer, su alegría de vivir llama la atención de todos los visitantes. Sí, el Amor descubierto, cultivado y experimentado cada día por los verdaderos pobres, es ese tesoro que merece que sea vendido todo lo superfluo, aunque se exponga a veces a arriesgarse mucho. En el recorrido de la Madre Gérine, otro rasgo asombroso es su función de Fundadora, cosa en la que jamás había pensado. Leemos en el nº 2 de las Constituciones:“Conmovidas por la misma pasión de vida…varias jóvenes se han unido a ella para compartir su misión de Misericordia”. No es en absoluto una estrategia personal, sino sencillamente una apertura a la vida y a la alegría de sembrar juntas la Vida en un contexto francés envuelto en una sangrienta revolución, y duramente sacudido por las tendencias políticas que se enfrentan. Esta pequeña armada de generosas mujeres no tendrá más preocupación que la de estar con las víctimas, compartir sus preocupaciones, sus deseos, sus sufrimientos, con el objeto de que se reconozca su dignidad, sean amadas, y recobren así el gusto de vivir. Pero, qué audacia, qué creatividad en sus proyectos y en sus decisiones. A tal punto que el P. Lacordaire OP. al que encontraron en Toulouse en plena restauración de la Orden en Francia, reconoció en la M. Gérine “El Espíritu de Santo Domingo y el deseo de seguir sus pasos en la propagación del Evangelio” Es interesante indicar que el P. Lacordaire señala el Espíritu que anima la obra de la M. Gérine en plena gestación, pero respetando por entero su originalidad. En efecto, éste es el período en que florece en Francia la Vida religiosa apostólica con el apoyo masivo de los clérigos. Como casi todas las fundaciones nuevas y teniendo en cuenta la riqueza carismática, quizá insuficientemente organizadora de la Madre Gérine, una tal vitalidad capaz de cruzar las fronteras, habrá conocido, se comprende fácilmente, algunas consecuencias indeseables a los ojos de ciertos Responsables eclesiásticos. La dimisión de su servicio de General de por vida, ciertamente impuesta, el silencio durante los últimos ocho años de su vida, pasados en la comunidad de Carcassonne, también ésta rechazada, la separación obligada de algunas de sus comunidades (Perpignan, Carcassonne…) y sobre todo, la separación con las hermanas de Italia, serán para la Madre Gérine, ese “crisol amargo”, donde sólo el amor podrá hacer la obra de purificación del corazón y del deseo. La hora de la tentación, de la rebelión, de la duda unida por un sentimiento de inutilidad, de fracaso total de una vida, no obstante totalmente entregada. Esta es la hora de la plena configuración con la Piéta, amorosamente contemplada, reconocida en sus caminos, y ahora acogida en su propia carne. La hora en que, abandonada a su vez en las rodillas de la Madre Dolorosa, su “SI” al Padre, habrá sellado con el sello de la Verdad, una vida entregada y humildemente ofrecida, todavía hoy, para nuestra libertad… Un deseo: Inspiradas e interrogadas por el Hoy que nos toca vivir, que como la Madre Gérine, cautivada por un Amor, llegó a ser la Fundadora de nuestra familia dominicana, la “admiración” por el Amor sea cada vez más, el fundamento que nos reúne y nos prepara para sembrar con y en medio de nuestros hermanos, esos humildes gestos y palabras que devuelven el gusto por la Vida ____________________________ 5