carta de identidad de la familia amigoniana

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CARTA DE IDENTIDAD DE LA FAMILIA AMIGONIANA
CARTA DE IDENTIDAD DE LA FAMILIA AMIGONIANA
EN LA IGLESIA COMUNIÓN
La sed de comunión que sienten fuertemente hoy las personas, el ambiente de comunión que el
Señor está suscitando en la Iglesia con la acción de su Espíritu y los signos de comunión que
sentimos en el ámbito Amigoniano nos están pidiendo caminar hacia la constitución de la Familia
Amigoniana.
La misión nos convoca y motiva también como Familia. Con la Iglesia queremos encarnar
testimonialmente la Buena Noticia del Evangelio y proponerlo a la sociedad como fuente de vida
nueva.
Existe un fecundo intercambio de dones entre los que integramos la Familia Amigoniana. La
complementariedad de vocaciones, carismas y ministerios que hay entre nosotros ofrece un signo de
la comunión eclesial y, al mismo tiempo, potencia las energías apostólicas. Los estados de vida,
laical, consagrado, clerical, son modalidades, diversas y complementarias, según las cuales vivimos
la universal vocación a la santidad en la perfección del amor.
EL CARISMA AMIGONIANO, EJE CENTRAL, IDENTIDAD COLECTIVA
El Venerable P. Luis Amigó nos transmitió el Carisma que recibió del Espíritu con esta
imagen bíblica: “vosotros, mis amados hijos e hijas, a quienes El ha constituido zagales de su
rebaño, sois los que habéis de ir en pos de la oveja descarriada hasta devolverla al aprisco del
Buen Pastor.” OC 1831 Y nos invitó a vivirlo en Familia: “Haya entre vosotros una íntima unión… sed
apoyo y sostén unos de otros… haceros todo para todos” OC 1833.
Nos sentimos convocados en torno al Carisma Amigoniano, don del Espíritu Santo para la
construcción y el enriquecimiento de la Iglesia en orden a la misión por el Reino. Es el dinamismo que
recorre e impulsa toda la vida de nuestra Familia. Es fuente de identidad y lugar de encuentro, el
campo de fuerza dentro del cual se tejen nuestras relaciones. Lo vivimos en diversos proyectos
existenciales que dan cauce a diversos carismas personales. En la Familia, laicos, religiosos,
sacerdotes entramos en una nueva relación por la común participación en el mismo Carisma. La
acción del Espíritu actualiza el Carisma y nos empuja a redescubrirlo a la luz del itinerario espiritual
del P. Fundador, Luis Amigó, y desde la reflexión y el diálogo entre todos los que vivimos el Carisma,
con nuestros grupos y comunidades.
La Familia Amigoniana se siente hoy invitada, convocada por Dios, al banquete de su amor y su
salvación y enviada por Él a llevar esta buena noticia, como testigos de su misericordia, a los alejados
y perdidos. Distintos grupos y comunidades, trabajando todos como Zagales, colaboradores de Cristo
Buen Pastor y su voluntad salvífica, y que tienen, en este banquete, la expresión cumbre de su ser de
Familia. Queremos ser un hogar que acoge con ternura, en especial, a los abatidos, cansados,
perdidos y que, acogiendo, integra, rehabilita, sana, libera y dignifica porque les lleva a descubrir su
dignidad como hijos de Dios, llamados a la plenitud de su amor, a la plenitud del banquete.
MODELOS ESPIRITUALES
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CRISTO, BUEN PASTOR: seguimos a Cristo Redentor y Buen Pastor que nos manifiesta al Padre
Misericordioso y ha venido a buscar y salvar a los alejados, expresándoles la misericordia del
Padre. Somos “Zagales de su Rebaño”, colaboradores en su obra redentora, llamados a ir en
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busca de la oveja perdida, los alejados del Señor, los que están en dificultad, niños, jóvenes y sus
familias, para devolverlos a su redil, a la amistad con Él.
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NUESTRA MADRE DOLOROSA EN LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH: junto a Jesús y su
esposo José, dando un signo del amor de Dios y haciendo posible sus designios de amor en
medio de ellos. Modelo de iglesia doméstica. María, al pie de la cruz, es la primera colaboradora
en la Redención de Cristo porque compartió su amor y su dolor por todos nosotros. Nos inspira la
Mística de la colaboración en la Redención de Cristo, la generosidad y misericordia, la fortaleza y
ternura que requiere la colaboración en la obra redentora.
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FRANCISCO DE ASÍS Y LUIS AMIGÓ: son fuente de autenticidad evangélica, escuela de
fraternidad, testigos de la misericordia del Padre con los alejados. Dos vidas que, desde la
minoridad, sencillez y pobreza, el servicio y la hospitalidad, la mansedumbre y el sentido
providencial, la alegría, paz y amor a la creación nos hablan de la grandeza de Dios. Inspiran
nuestra forma de presencia y nuestra vida fraterna.
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MÁRTIRES DE LA FAMILIA AMIGONIANA: Son para nosotros un testimonio de fidelidad
inquebrantable al Señor, de entrega incondicional a los más necesitados y un exponente de
autenticidad del ideal amigoniano.
VALORES
Trascendencia. Seguimiento de Jesucristo, Buen Pastor: escuchar, compartir los sentimientos, el
proyecto y el destino de Cristo. Fidelidad al Señor.
Amor misericordioso, compasivo y encarnado: amor a la medida de cada uno y amor a los últimos
y despreciados, ternura, generosidad, entrega, sacrificio. Inserción en la realidad del ambiente
educativo y social que nos toca vivir.
Fraternidad – Espíritu de familia: cultivo de las relaciones interpersonales, solidaridad,
corresponsabilidad en la construcción de la comunidad desde una integridad de vida, relación de
amistad y confianza, de aceptación y adaptación con la propia comunidad, con nuestros niños y
jóvenes, con la Familia Amigoniana y con la gente del entorno.
Tolerancia, equidad, inclusión: acoger a los distintos, a los que son rechazados y marginados y
empeñarse en la restitución de sus derechos, en su integración como personas y miembros de un
grupo humano, en su dignificación como hijos de Dios. Preferencia por los más necesitados.
Hospitalidad – Presencia: actitud de acogida y de solidaridad con las personas que se relacionan
con nosotros. De cercanía, compartiendo penas y alegrías. Dedicación constante. Competencia
para llevar adelante nuestra misión.
Providencia – esperanza – fortaleza: confianza en la acción de Dios que guía los acontecimientos,
esperanza en su acción transformadora, implicación real en ella.
Ecología: amor a la naturaleza y a todo lo creado.
MISIÓN
Participamos en la misión de la Iglesia de extender el Reino de Dios, con una misión particular que
nos transmitió Luis Amigó: expresar la misericordia de Dios con las personas necesitadas, alejadas,
perdidas, en especial los niños y jóvenes en dificultad y sus familias.
La acción Amigoniana es una propuesta educativo – evangelizadora, dos dimensiones
imprescindibles en el actuar amigoniano. Un estilo educativo que:
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parte de una visión cristiana de la persona y confía ciegamente en sus posibilidades de plenitud a
la medida de Dios, en su recuperación cuando está en dificultad;
desde la acogida y la aceptación incondicional por parte de los educadores y de la comunidad
educativa, siempre con una presencia cercana, encarnada y testimonial que va delante con el
ejemplo;
atención personalizada que conoce a la persona, al joven, por vía del corazón, atiende a su
individualidad y le trata a su medida, actúa en función de sus necesidades, y lo más cercano
posible a su medio, que opta por aquellos que tienen mayor dificultad;
en un clima de afecto, de familia, aprovechando la dinámica educativa del grupo e integrando a la
familia del educando en su proceso;
realiza una propuesta integral que mira a todas las dimensiones del educando, dosificada y
progresiva, una propuesta de acción y experiencias que le lleve a expresar sus potencialidades;
preventiva, pero también terapéutica, dirigida a curar traumas, subsanar deficiencias, compensar
carencias;
hace del educando el artífice principal de su crecimiento, respeta su libertad y su propio ritmo y le
acompaña en la búsqueda de su autonomía, en su integración social como adulto;
le lleva a tomar conciencia de su dignidad como persona y como hijo de Dios.
Una opción por la evangelización de los más pobres y necesitados, un estilo evangelizador que:
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parte de una comunidad de fe al estilo amigoniano que apadrina un proceso de iniciación y
transmisión de la fe;
un proyecto educativo iluminado desde la fe y abierto a la evangelización;
se busca proponer a los jóvenes la plenitud humana desde Dios, el reconocimiento de su dignidad
como hijos de Dios;
se ha desarrollado en un ámbito educativo y preocupándose primeramente por la promoción
humana a través de la educación, en un ambiente acogedor y rico en valores;
se busca que la fe sea asumida libremente, para ello se ayuda al joven a partir de su realidad,
analizarla y hacerse consciente de ella;
propuesta de la fe respondiendo a los interrogantes de la personas, del joven, y en el contexto de
su proceso educativo, de forma pedagógica y adaptada a él;
el grupo como el ambiente apropiado para la evangelización;
proponer, en esa realidad, la alternativa de un estilo de vida nuevo desde la fe utilizando
pedagógicamente todos sus dimensiones y elementos (Palabra de Dios, catequesis, sacramentos,
momentos fuertes);
toda la acción es dirigida a la conversión, al cambio de vida efectivo en la persona como indicador
claro de la educación y evangelización;
y favorecer la vivencia adulta de la fe en la comunidad cristiano-amigoniana que acoge, integra y
dignifica.
PARTICIPACIÓN EN LA IDENTIDAD COLECTIVA DE LA FAMILIA
La Formación Amigoniana es un proceso que facilita la interiorización de los elementos
constitutivos de la identidad Amigoniana y la pertenencia a la Familia que la vive. Un proceso, por
tanto, de iniciación a un estilo de vida.
Estimula la conversión y el crecimiento integral y gradual de las personas, ayudándoles a releer
su propio itinerario personal, humano y espiritual, a la luz del itinerario del P. Luis Amigó y de
los Amigonianos que nos han precedido.
Da prioridad al encuentro personal, la acogida gratuita y la relación, tanto a través del testimonio como del acompañamiento personal. Presenta mediadores, modelos, testigos, como el
mejor medio para la identificación.
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El grupo, la comunidad, es el espacio privilegiado para la identificación. En ellos, las personas
van asumiendo, por inmersión en ese ambiente, los valores amigonianos. Para que un itinerario
personal se llene de sentido debe ser releído en la comunión con las personas que hacen el
mismo camino.
Descubrir como propia la misión amigoniana que brota de un proceso de compromiso en
comunión viviéndola en actitud vocacional y con sentido de ministerialidad.
Una propuesta inclusiva y flexible, con itinerarios abiertos y diversificados, con diversos ritmos
y modalidades para favorecer la participación en el Carisma y la inserción en la comunidad.
En clave vocacional, conduce a identificarse con la voluntad y el designio de Dios, favorece
respuestas de radicalidad en el seguimiento del Señor, nuevas formas comunitarias, nuevas
experiencias de espiritualidad, nuevas estructuras de integración en la Familia Carismática.
MODALIDADES DE PARTICIPACIÓN
Conocer: personas que, al menos a nivel intelectual, van conociendo el Carisma Amigoniano y
desarrollan una simpatía en la relación con alguna comunidad amigoniana. Puede articularse su
participación en el colectivo “Amigos de los Amigonianos”.
Colaborar: personas que mantienen una relación cordial y amistosa con los Amigonianos, responden
ocasionalmente a las invitaciones para compartir ciertos espacios fraternos, celebrativos y se ofrecen
puntualmente a diversas colaboraciones: los educadores que se inspiran en nuestro sistema
pedagógico, los voluntarios, bienhechores, colaboradores en general…
Participar: aquellos que quieren vincularse a la Familia Amigoniana participando en su misión según
sus posibilidades. Un cauce para articular a los que participen en esta modalidad es una asociación
civil amigoniana. Entre todos los que se asocien a ella pueden articularse encuentros y emprender
acciones conjuntas en el ámbito de su finalidad.
Compartir: las personas que viven íntegramente el Carisma Amigoniano, espiritualidad y misión,
desde su vocación consagrada, religiosos/as, o desde la vocación laical, según el Proyecto o Forma
de Vida de los Cooperadores o del Movimiento Laical Amigoniano en alguna de sus comunidades.
Compartir en radicalidad: consiste en una experiencia intensa de vida en común, oración,
apostolado, experiencia misionera… Tanto por parte de religiosos como de laicos. Los laicos pueden
compartir la vida y misión en una comunidad religiosa o en una comunidad similar formada por laicos.
Se realiza a nivel personalizado y con un acompañamiento espiritual adecuado.
ORGANIZACIÓN
Queremos servir a los designios amorosos de nuestro Dios promoviendo el primado de la comunión
entre todas las personas, grupos, comunidades e instituciones en torno al Carisma Amigoniano.
Entendemos la Familia Amigoniana como una comunión de comunidades unidas por el carisma
Amigoniano al servicio de la misión. La organización tiene como finalidad asegurar el primado de la
comunión entre todos los grupos e instituciones amigonianas en torno al Carisma. Buscamos nuevos
paradigmas para la comunión, nuevos criterios de organización desde la originalidad de nuestro
Carisma.
Objetivos
1. Favorecer la comunión y comunicación entre los grupos y comunidades de la Familia,
enriquecernos con los distintos acentos en la vivencia del Carisma, compartir los recursos,
adoptar iniciativas conjuntas.
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2. Desarrollar un proceso de formación inicial y permanente que alcance a todos sus miembros en
diferentes niveles, y favorezca un común sentir en lo esencial del Carisma. Preparar formadores
cualificados, tanto religiosos como laicos, expertos en el Carisma, pero también con buena base
teológica y pedagógica.
3. Promover el discernimiento colectivo y la coordinación de respuestas en vistas a una mayor
efectividad para la misión.
4. Fomentar la construcción de una cultura común en el interior de la Familia (vocabulario, símbolos,
expresiones…) que convive con las particularidades de los diversos grupos y zonas geográficas.
5. Representar ante la Iglesia y transmitir la unidad del Carisma fundacional junto a la diversidad de
sus acentuaciones o proyectos existenciales. Ser signo para la Iglesia y para la sociedad de esa
parcela de la misión que se le ha encomendado.
Las dos Congregaciones Religiosas de Terciarias y Terciarios Capuchinos, por su referencia
histórica directa al P. Luis Amigó, tienen la primera responsabilidad en la salvaguarda del Carisma
Amigoniano en la Iglesia, en cuanto a su continuidad y al reconocimiento de sus elementos
fundamentales. Les incumbe iniciar la puesta en marcha de la Familia Amigoniana, desde un
liderazgo sin paternalismo con las demás instituciones amigonianas.
El núcleo estable de la Familia Amigoniana está constituido por comunidades identificadas
plenamente con el Carisma y comprometidos solidariamente con la misión. Constituye el rostro
oficial de la Familia y la representa ante la Iglesia. Está, además, el entorno de grupos e
individuos que participan en aspectos parciales de la Familia y se reconocen dentro de su campo
de influencia.
La incorporación y pertenencia a la Familia Amigoniana se establece a través de las dos
Congregaciones, las dos Asociaciones laicales, Movimiento Laical y Cooperadores Amigonianos y
otros grupos y comunidades reconocidas oficialmente en la Familia. Se realiza por medio de un
vínculo: profesión, compromiso, promesa… después de un periodo de iniciación en la vivencia del
Carisma y el espíritu de Familia. Puede darse de un modo formal, pero también por la aceptación
implícita de la mutua pertenencia y del espíritu común que nos anima.
Promovemos la formación de comunidades como lugares de experiencia cristiana y amigoniana,
ámbitos propicios para vivir la fe y emprender la evangelización. Favorecemos opciones de mayor
radicalidad. Surgen así comunidades mixtas donde están representados diversos proyectos de
vida, laical, religiosa y/o sacerdotal.
Para la animación de este proceso de Familia están los hermanos/as animadores y los Consejos
de Familia en los niveles local, nacional e internacional, junto con la presente Carta de Identidad.
La Familia Amigoniana se empeña en la tarea de transmisión del Carisma con una pastoral
vocacional en función de la misión compartida. Alimenta el sentimiento de pertenencia a la misma
Familia. Desarrolla programas de identidad amigoniana en todas sus presencias
El reconocimiento e integración de un nuevo grupo o comunidad en la Familia se realiza, bien por
medio de las Congregaciones o Asociaciones o por el Consejo de la Familia Amigoniana en el
nivel respectivo. Pueden obtener también el reconocimiento eclesial explícito a través de la
aprobación de los estatutos por parte de la autoridad eclesiástica.
En definitiva, la Familia Amigoniana quiere ser una comunión de comunidades evangélicas y
evangelizadoras unidas por el carisma Amigoniano y comprometidas en hacer realidad el sueño de
nuestro Dios de construir un mundo nuevo que se parezca cada vez más al gran Banquete en el que
quiere sentarnos a todos sus hijos en torno a Él y hacernos gozar plenamente de su Amor.
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