Guadalajara, sino también en las fronteras meridionales de las de

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Guadalajara, sino también en las
fronteras meridionales de las de
Segovia, Soria y Zaragoza. Los datos
revelan noticias acerca de pueblos como
Sigüenza, por supuesto, pero también
Atienza, Molina de Aragón, Cogolludo,
Jadraque, Ayllón, Medinaceli, etc.
En el primero de los tomos, dedicado al
estudio de los “maestros de obras” en la
diócesis seguntina, durante los siglos
XVII al XIX, con elementos artísticos
barrocos, el profesor Marco aporta una
primera parte dedicada a la estructura
arquitectónica,
los
aspectos
económicos, la funcionalidad litúrgica y
una serie de cuestiones generales, tras
las que pasa a estudiar los artistas, en
este caso un abultado número de
maestros de obras que producen
edificios en esa época.
El estudio de la segunda parte del
primer tomo se centra en los “maestros
montañeses”, sorprendiéndonos con una
gran cantidad de artífices venidos de la
Montaña Santanderina. La mayoría son
familias, muy nutridas, en las que las
artes constructivas, y sus secretos, pasan
de padres a hijos, de estos a nietos, etc.
Son espléndidos los estudios sobre la
saga de los De Villa, del Castillo, los
maestros de Noja y los Ylisastigui,
como familias con varios maestros en
cada una, más otros sueltos como los
maestros procedentes de las Juntas de
Siete Villas, Cesto, Ribamontán,
Cudeyo y otros lugares cántabros.
Creemos que el análisis de esos
numerosos y bien trabados grupos de
maestros de obras montañeses tiene en
este libro su expresión máxima.
También presenta la obra de otros
maestros que actúan en el territorio
seguntino, y que han adquirido su fama
en otros lugares, haciendo aquí obras
espléndidas, como son, entre otros,
Francisco de Quevedo, maestros mayor
de las obras de los duques del Infantado
en Guadalajara y su tierra, o Antonio
Sancha y sus hijos, sin olvidar las
aportaciones de la saga de los Armero, o
de Francisco Javier Delgado y sus hijos.
De cada uno de ellos aporta datos
biográficos, y descripciones de sus
obras, que fueron repartiéndose, a
cientos, por los pueblos grandes y
chicos del obispado. Sorprendente, sin
duda, digna de aplauso, la tarea ingente
de Juan Antonio Marco Martínez en
este estudio de arquitectura y
arquitectos barrocos.
El segundo de los tomos, más abultado
aún (entre los dos superan las 1.000
páginas) es el dedicado a la
reproducción de los documentos sobre
los que construye el estudio. Ordenados
alfabéticamente por pueblos, en cada
uno especifica el título del documento
(aunque normalmente suele ser una
serie que incluye todo el proceso
constructivo, desde el pedimento, las
condiciones, las trazas, la licencia y la
tasación), el lugar donde se encuentra el
documento (archivo, generalmente el
diocesano de Sigüenza), los costes, los
nombres de los maestros intervinientes,
y algunas notas. Además, muestra
numerosas trazas que se reproducen a
página entera. El total de documentos
supera el medio millar.
En definitiva, y sin entrar en detalles
porque sería una tarea excesiva, el libro
que ha escrito y publicado en Aache el
profesor
Juan
Antonio
Marco
Martínez viene a darnos la gran clave
de la arquitectura barroca en Sigüenza y
su obispado. Edificios analizados,
maestros descubiertos, documentos
inéditos… para los estudiosos del tema,
algo impresionante, fundamental, una
pieza básica. Y para todos los que
gustan tener bibliografía alcarreñista
bien
fundamentada,
una
obra
imprescindible.
Artistas
desconocidos
y
sorprendentes
En el ámbito de las autorías, el estudio
de Marco Martínez aporta novedades
sin cuento. Prácticamente todo lo que
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros y Nombres de Castilla-La Mancha. 30/12/2015.
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