LAS RABIETAS DESDE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

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PLAN LOCAL DE ACCIÓN EN MATERIA EDUCATIVA
PROYECTO DE MEJORA DE LA CONVIVENCIA EDUCATIVA
LAS RABIETAS DESDE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
MARÍA CASTEJÓN Y CARMEN MELERO (Educadoras
(Educadoras Sociales Proyecto de Mejora de la Convivencia
El control de la ira y las explosiones de rabia.
Es necesario saber expresar nuestros sentimientos de manera constructiva, a veces, estamos
demasiado nerviosos/as, cansados/as, o demasiado irritados/as para poder comunicarnos de forma
adecuada con nuestros hijos/as. Entonces se nos hace necesario aplicar técnicas de control de los
impulsos.
Saber controlar los sentimientos de cólera y sus manifestaciones es muy importante. Si no se sabe
controlar los impulsos, los conflictos familiares serán más frecuentes e intensos, y el clima familiar
empeorará.
Ahora bien, es importante no limitarse sólo a inhibir los impulsos. Si se hace eso, la rabia contenida
va creciendo y, tarde o temprano, sale; a menudo por una cosa sin importancia (será la gota que
colmará el vaso).. El disgusto, la rabia o la irritación que pueda generarnos la conducta de los hijos o
de la pareja tiene que poder expresarse a la otra persona. Sin embargo, a veces hay que aplazar la
expresión de estos sentimientos hasta haber reducido la tensión.
Así pues, siempre que sentimos mucha rabia o mucha tensión, hace falta aplicar alguna técnica de
autocontrol antes de continuar la discusión. El método que aprenderemos aquí, consta de 7 pasos.
MÉTODO DE AUTOCONTROL DE LA IRA
1. Identificar las señales personales de alarma.
Antes de “explotar” y dejarnos llevar por la rabia, las personas experimentamos una serie de
cambios que podemos utilizar como señales de alarma. Estas señales son parecidas para todo el
mundo, pero no iguales. Cada uno tiene las suyas.
Pueden ser pensamientos,
pensamientos ej: “se me están hinchando las narices”, “le daré una bofetada”, etc.
Pueden ser sensaciones ej: furia, ganas de golpear a algo o alguien, etc
Pueden ser conductas manifiestas, ej: gritar, morderse los labios, levantar el brazo, etc.
O pueden ser reacciones fisiológicas,
fisiológicas ej: taquicardia, tensión muscular, sofoco en cara y manos, etc
2. Reconocer la irritación y procurar reducirla
El objetivo es identificar las señales de alarma en el mismo momento que aparecen, y decirse a uno
mismo: “¡Cuidado,
“¡Cuidado, me estoy irritando!”.
irritando!”. Las señales de alarma están conectadas entre sí, cuando se
activa una, se inicia una reacción en cadena y se van activando otras. Entonces es fácil “explotar” de
rabia.
Sin embargo, si detenemos las señales en el momento en el que se presentan, detendremos
también el proceso y evitaremos perder el control.
3. Pensar en las consecuencias de perder el control
“SI PIERDO EL CONTROL...”.
4. Preguntarse si hay algún motivo añadido para sentirse irritado
Además de la conducta de la otra persona (hijo, pareja), y/o de la misma discusión, puede haber
también otros motivos que añadan más irritación a la situación, o que sean la causa principal.
Entonces, deberemos preguntarnos: “¿Por qué me siento tan irritado/a?”, ¿Hay alguna razón
añadida? ”
5. Intentar reducir el grado de irritación
Pueden probarse cosas como:
- respirar hondo, sintiendo cómo entra y sale el aire
- relajar la musculatura
- irse a dar un paseo
- sentarse e intentar relajarte.
6. Evaluar la situación y decidir cuál debe ser el siguiente paso
Es hora de valorar si se está en condiciones de hacer frente a la situación sin perder el control o, si al
contrario, tenemos bastantes probabilidades de perderlo.
Si la irritación proviene sólo de la discusión actual y además sentimos que podemos mantenerla
bajo control, entonces podemos seguir adelante para solucionar el conflicto.
En cambio, si la irritación proviene también o principalmente de otros motivos (ej: nos han
denegado una prestación económica y acaba de llegar una factura que no vamos a poder pagar), y
vemos que podemos perder el control, entonces hay que aplazar la discusión hasta que estemos
más calmados.
7. Recompensarse por haber mantenido el control
También es importante darse premios a uno mismo o entre la pareja cuando se ha manejado bien la
situación de un hijo.
¿CÓMO CONTENER AHORA LA IRA DE NUESTRO HIJO?
Tu ya has hecho tu parte, has empleado el método de los siete pasos de autocontrol y estás en
condiciones de abordar la situación.
Pero supongamos que la reacción de tu hijo/a sigue siendo muy agresiva y te vas dando cuenta de
que está a punto de “explotar”...
¿Qué podemos hacer ahora ante esta situación?
Estas son algunas estrategias que proponemos para contener la ira de los hijos/as:
1. Comunicación: No intentes razonar con tu hijo cuando las emociones están desbordadas.
desbordadas Los
adultos usamos la lógica y la razón para explicar las cosas. Pero si tu hijo está en pleno ataque, o
muy exaltado, la lógica no te servirá de nada. Y la frustración de la falta de entendimiento solamente
empeorará las cosas y quizás se intercambien palabras de las que luego se arrepentirán. Es
preferible que lo dejes retirarse a su habitación y esperes a otro momento más adecuado para
explicar tus puntos.
Puedes decirle palabras cortas y claras para que se vaya relajando, como por ejemplo: “luego lo
hablamos”, “respira”, “vale” , etc. en un tono suave y controlado, hasta que veamos que se va
calmando y pudiéramos iniciar una conversación.
2. Control físico: No le pegues, bajo ninguna circunstancia.
circunstancia. Ante una falta enorme de respeto o
consideración, algunos padres pierden todo el control y llegan al plano físico y ésa es una enseñanza
terrible. Evita hacer lo mismo, no importa lo que hayas escuchado de otros padres o de la forma en
que te criaron a ti. El golpe físico solamente le enseña al hijo que los problemas se resuelven con
violencia.
Puedes intentar tocarle de una forma suave pero firme para que sienta que con tú cuerpo puedes
controlarlo pero sin someterlo. Lo mejor es poder abrazarlo si es posible, pero no es cuestión de
forcejear con él o ella si no quiere que se le abrace sino que lo sienta como un consuelo en su
estado de ofuscación.
3. Castigos: Evita amenazar con castigos exagerados. El apasionamiento puede llevarte a prometer
escarmientos que luego no podrás cumplir, y a la larga, eso te perjudica. Nunca prometas un castigo
o consecuencia que no sea realista o sea desproporcionada a la falta o que tú como padre o madre
no seas capaz de cumplir. En vez de eso, conversa con tu hijo y explícale cuáles comportamientos
son inaceptables y qué consecuencias habrá si te desobedece. En lugar de castigo, habla de retirar o
reducir sus privilegios (televisión, videojuegos, teléfono, computadora) o actividades (cine, visitas,
deportes). Se firme y mantén tu palabra para que tu hijo te respete y aprenda bien la lección.
4. Respeto: Refuerza la importancia de mantener el respeto mutuo.
mutuo En esto tienes que predicar con
el ejemplo. No es un signo de debilidad decirle a un hijo: “Estoy tan enfadado ahora que no puedo
hablar contigo”, o “Necesito dar una vuelta. Hablamos cuando me calme y te calmes tú también”. Al
contrario, hace falta mucha fuerza interior para dominar los impulsos, especialmente la ira. Evita
usar palabras vulgares, o insultos para que tu hijo aprenda a discutir, pero de manera limpia y
respetuosa.
5. Ayuda: Busca ayuda si tu hijo se muestra muy agresivo. Si el enojo del adolescente puede ponerlo
en peligro a él o a los demás, no pierdas tiempo y busca ayuda profesional. Es necesario que un(a)
terapeuta, un psicólogo(a), un educador social, descubra por qué está actuando de esa manera y le
enseñe tácticas para manejar sus frustraciones.
6. Diálogo: Mantén las vías de comunicación abiertas. Elige un momento oportuno y en privado para
tratar de averiguar si hay algo que está perturbando a tu hijo adolescente. Asegúrale que es normal
sentir sentimientos de enojo y enfado, pero que somos responsables de lo que hacemos cuando
estamos enfadados. Por ejemplo: tu hijo puede sentirse enojado por algo que le pasó en la escuela,
pero tirar la puerta, romper o tirar objetos, o decir groserías no son formas aceptables de ventilar su
enojo o su mal humor. Es posible que tengas que repetir esto muchas veces, pero es importante.
También es importante que aprenda a ser empático con los demás “ponerse en el lugar de otro”.
Por último, trata de ser paciente con tu hijo. La adolescencia es una época emocionalmente difícil
para cualquiera y tu hijo necesita tu apoyo y tu ejemplo. Una de las mejores enseñanzas que puedes
darle al adolescente es a aprender a manejar las emociones fuertes, como la ira. Si le enseñas respeto
y autocontrol le estarás dando las mejores armas para una vida emocional más saludable y armoniosa
con los demás.
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