Justicia y gratitud hacia el benemérito de la patria Jeneral Santiago

Anuncio
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•
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JUSTICIA
.
y
GRATITUD
HACIA EL BENEMERITO
DE LA PATRIA,
JENERAL
.
(r
.~autiaJro
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j}lar~itl•.. _~_~
CARACAS. ~
EN Lo\. IllPRENTA DE TOlUS 4NTERO.
llISI.
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•
•
--------------------------
Uso de los mas funestos productos del orgullo por la pereza eansine en dar asenso al mal .in haberle examinado suficientemente : los
orguUo905 y perezosos quieren sentir el placer intelectu.al de b.alJar d~
tincuentes 1_pero no quieren d~ la pena de examinar lo. delitos.
L.I. Rocauonu,tn.lI .
,
•
•
•
HACIA BL HENE,\(Elli'tO DE LA PATRIA,
JENERAL
.,.
SANTIAGO MARINO.
--~.'I9:e---
N·o
es esta la pluma de la humillacion quo se prosfur.
na ante el poder qu e teme, ni la del vil ¡nteres que
traza las línea. de la lisonja á lo, pill. del ídolo cuyo
favor implora. E..s la pluma rigorosamente imparcial, y
debidamente reco nocida que hace justicia á. la inocBo.
cia y tributa gratitud al
~be neficio.
Si en todos tiempos y en todas partes se han pro ..
fesado con particularidad la estimacion, la gratitud y e'l
af~cto
6. los hombres que distínguidamente se ban con-
sagrado al bienestar y felicidad de aquella porcion d~
sus semejantes que forma su patria, nada es mas justo que ocuparnos en esclarecer en el cuadro de la vi ~
da de un compatriota nuestro algunos lugares que fa.
laces apariencias hayan podido sombrear.
Al hablar del jeDeral Santiago
Mari~o,
eslá muy
distante de nosotros el prop6tito de ~numerar y descr{bir
108 hecho. de la dilatada vida p6bica de aqJlel veDezola·
no. Esto corresponde , la historia de Colom'bia, cuyos
teelimoDios mas irrefragables sao lo. veterano. d. 1810.
4-
que han sohrevivido :-tI lérmino de las lu chas de ¡ndcpeo- .
dencia y lib ertad & Solo y sucintam ente nos proponemos
h 3blar de la co ndu cla del jeneral l\1arlfio en la guerra intestina de Oriente que acaba de sofoca rse ; y cuando tomamos la pluma con el fin de consignar en estas lín eas
una espres ion de justicia y de gratitud, se ntimos una cier-
ta obligadon entre los motivos que nos determin an, por
cuanto pel'tenecemos al uóm ero de aquellos ríjidos republicanos que, zetosos defensores de la Constitucion y
d e la reputacion nacio nal , hemos juzgado á Mariño en ..algunos mo men tos tal vez con una inconsideracio n, que si
bien no nos causará. jamas el arrepentimiento del delito,
no podemos ya dejar de reconocer cuando los hechos se
han esclarecido y cuando
cierto á
~ue stras
~n
resultado fehz, superior por
esperanzas, ha
ues cifr~ do
esos mismos
hechos y los ha pr~sentado i nuestra vista por la faz ver~
dadera, por la faz de la pericia de un guerrero y de) es-
- público de UQ buerl ciudadano.
piritu
Todo It? que vamos ~ decir debe considerarse como
la espresion del juicio que con imparcialidad y justicia
bemo~
formado so bre el manif\esto que tenemos á. la vis-
ta del j eneral Mariño, en qu e de una manera satisfactoria
6 incontestable man,ifiesta á sus compatriotas con razo-
nes, con observaciones, con reflexion es y con documentQs, la rectitud de su conducta observada en la reciente
campaiIa de Oriente y sus sentimientos de patriotismo, Ji.
beralismo y filantropia, que siempre y constantemente ha
profesado.
Fu~
destinado el jeneral Marido por el gobien¡o con-
,
tu las tropas qu e' el jcncI'31 Mono~R levantó en el Ol'iente para sostener el pro nun ciam iento qu e desconocja á Ve.
S1 czue la como uno naciqn ind. e pe ndi e nt e de Colombia, y
por consig uiente su co nstilucio n y leyes. Marchó lVlari.
flo con la di\'i sion d e su man uo tí cumplir las voluntades
de l gob ierno, y solo él podia ser juez competente de sus
movimie ntos militaJ'es, porque solo ~ I sabia con exactitud
las circun stancias de sus soldados y las de los dél enemigo. Empero, la direccion de sus marchas, aSl como el
moti va, el carácter y el fin de todas sus operaciones, rué·
ron desde luego el
35UI"to
de la crítica de much as personas
que,juzgaban únicamente por las aparie ncias y por sus propios deseos.
Los hombres circunspec tos, los que saben que igno-
ran 10 que no entienrlen, se absteniap de juzgar la conducta del j e ncral Mal'iño, y se limitab:m :1 aguardar los
resultados y A que el tiempo revelase oportunamente el
secreto de los efectos. Pero no procedian asi algunos o~ros
que, au n exentos del influjo de la malevolencia y de la
envidia, se espresaban en el idioma de la inconsideracioD,
6 de la impaciencia, b del temor de los males que amena.. '
zaban á la patria; y si hemos de decir francamente la
verdad, no raltaban enll'e l~s censores del jeneral Marino
algunos de aquellos que por su propio adeiantamiento
aventurarian la s.lvacipn de un ejército y la suerte de la
patria, y para quienes aun el bien p6blico ea un mal si no
se les atribuye.
L. eVAc\1acioQ de todo el terr~torio d. la provincia de
6
Cafacas," fc etu ada por
Jos~
ta. consi derable rlivi si on
del j eneral
Grega rio Managaa, la dispersion casi total de esa
misma divi sion, la ocupacio n de Riochico á fuego y san-
gre el 26. de Abr il, y la marcha progresiva del jeneral
M3 1'iño hasta el pueblo de Píritu, que fue ocupado el lo,
de Mayo bajo algunos ti ros de fusil, respon diéron bien
pronto de una ma nera decisiva y satisfactori a de su con·
ducta observada hasta enlónces.
l Q u6 mas podia pedirse á un j eneral de ejército en
el caso del jeneral lVIar ifio .'I ¡, No se triun fa del enemigo
sino cuando sobre un la go de sangre, cubi erto de tibios
y de destrozados cadá veres, se fecha y firma el boletin
de una batall a qu e ha produci do un pedazo de terreno
~
fav or del vencedor? ¿ Se adqui eren las ventajas de la
guerra por los esfuerzos del brazo vigoroso de un Ale~
jandro y de un Ri cardo, ó por la habilidad estratéj ica de
un l\Ilarlborough y de un Turena.'1 El jeneral Mariño sa·
bia apreciar todas las circunstancias. Eludió diestramente
él encuentro C'Qn el
enemigo cuando le fué tres veces su·
perior ántes de unirse al jeneral Macero; y un movi·
miento que reunía el ml:rito del tino y de la oportunidad
habia de producirle los efecto.s ventajosos que tal vez la
suerte habria concedido al enemigo en una batalla, y ' vió
que
el resultado correspondia á su propbsito: busc.aba d~
rectamente al enemigo cuando estaba seguro de obtener
la victoria; y el enemigo que no le aguardaba, le I:I.bandonaba los trofeos que no podia disputarle con suceso.
Acabamos d. decir quo el di. 1°, d. Moyo ocup6.1
•
7
jenara} Mariño co n
flU
div is ion el puehlo de r:¡ritu . Eu
l.lquella mi s ma noche e mprendió su marcha hácia B al'ce·
laDa, á fin de temp lar con la [¡"escurn de la hora 108 efec..tos de
UI') 50 1 3bl'3SaUOr
en un a. distan cia de cator.ce leguas
destituida del ind ispensab le refrijerio de l agu a. Pero á.
poco rato de cam ino rec ibi6 la noti cia que confirm aba la
que ya estaba en su conociminto de que e l j eDcral Gregario M on3gas se retiraba de Orituco para incorpora sse
8U
COQ
hermano el j e".ral J osé T adeo, y que para aquella fe-
cha debía estar ya ~obre Guanape.
Si
la ciencia del j cncral di cta algunas veces un mo~
á
prevenir aun la sospecha de parte del enemigo, haga apavimiento que, con el sij ilo y la rapidez que conv iene
r~cer un ejército
á su retaguardia sobre
6U
Hnea de comu~
nicacion y de retirada, sin duda que los efect.os han de
correspo nd er al designio y á la naturale"za del movimicn~
to; porque el enemigo debe ser
infaliblem~nte
una sorpresa en que no habia pensado, del arrojo
víctima de
imponen~
te de su adversario que habia concebido como iJnpo~3ible,
y_en fin de un mal que no habia temido ni previsto. Tal
fu~ la operacion ejecutada por el j eneral Mariño desde
Altagracia Mcia la cost.) y el
~xito
justific6 el designio.
Pero si la estralejia dicta el movimien~o de que acaba.mos de hablar, para alcanzar la victoria en una batalla, 6
para obtener á mimos costa los objetos que le di.putan y
obrar la impotencia en el enemigo, ~o establece la misma
regla, ni podJ'lia observara de ningun modo, -en el caso
ele vena un _jeneraL.~tre do. ejército. enemigo.
10_
8
una misma línea de opera cio nes. E ste cs el caso ~ n que
Be halló el jeneral M al'iño cuando emprendi6
!:IU
mnrcha
de Píritu hácia Barcelona ; pues el .jcncral J osé Grega rio
Monagas marc haba por
8U
espa lda en el m is mo sentido
con las reliquias de su di vision, que por ser las reliq uias
no eran desprec iables, á pe~ar de lo que qui eran cree~
los qu e fOl;'man un juicio sobr~ la comparacic;m de dos
objetos, uno de los cuales le s es desconocido.
R etrograd 6, pu e!, el j eneral Marifto hácia el j eneral
Gregario Monagas, para encontrarle y atacarle; pero
este jeneral que ocup6 Jo posicion ventajosa de Clarines
que con vida i vencer en ella ti cualquiera que la dispute,
ó por lo ménos á burlor los esfuerzos de tropas muy supe.
r iores 6. las que 13 defienda n, la evacuó y no quiso aguardar allí aljenera l Marino el d ia 5 de Mayo. ¡; Por qué no
aguard6 e ljeneraJ J osé Gregario Monagas .'l ¿"Por qué un
j eneral, cuya intrepi dez no podemos desconocer en honor
de la verdad, no quiso combatir en una posicion que por
si misma •.1Uplia la falta del nlimero, y á donde 8U herma·
no podia llevarle
6 enviarle algunos auxilios en pocQ-
tiempo .'1
En esto nos parece que hay algun misterio, cuya re·
. .
velacion ta l vez honraria al jeneral Marifio y per8uadiria que por él h3 evitado muchos males Venezuela. Mariilo gU3rd3 si lencio en este punto, y nosotros creemos
que es el silencio de la modestia, al paso que quizá algunOIt
otros le tomarán por el silencio que nace del con ven ..
cinliento de una falta. Adviértase que para e15 de Mayo
9
no 'hauia te nido lugar ni el anuncio, ni la entrevista del
Unare, que se anunci6 el 9. y se celebró el 13. Nosotros
sufrimos de~asi3do por el te mor de faltar, en cualquier
se ntido que sea, á la imparcialidad y á laj usticia con que
de sca mos procede r, y por eso nos abstenemos de permitir.
nos la mas leve interpretacion, ni esplicacion: pero te~
nemas basta ntes da los po~ilivos para decir que, en la lu.
eha fratricida de Oriente que feli zmente se ha sofocado
e n su prin cipio, las opinio nes políticas, los odios y Jos deseos de vengan zas se han acallado fin gran manera á la
voz de la afeccion, la estimacion y la gratitud profesadas
al j eneral Mariño.
El 9. de Mayo se anuncib en el campo del jeoerai
Mariño la entrevista del Unare, por medio de llD .parlamentario e nviado al efecto por el jenel'al José Tadeo Monagas. lVtariiio reci"bió aquel anuncio, lleno de contento y
alborozo, y al momento su corazon y
BUS
deseos le hicie-
ron vislumbrar el restablecimiento de la concordia fratet'nal que conciliase la conservacion· de las vidas y la presel'v:tcion 9.e la.8 fortunas con el benéfico reinado de la
Constituclon, y el respeto y dignidad del gobierno. ¡; De••
bi6 observar otra conducta el jeDeraJ Marifio ,1 (,. No era
esO lo que le dictaba
Sil
deber, juntamente
COIl BU8
senti-
mientos de amor á. su patria y , la humanidad.1 Si J. m~
ledicencia, la mentira y la calumnia desaparecieraD de I~
tierra i cuanto! hombres
lB
consideraraio desgraciado! por
~star privado. de lo que eau ••b. tao_ placer•• Y ..tia'
e.eolones á su ..plritu 1
11
lO
E l articulo 2,0 de la l'csohrn ion del congreso de 17. de
Abril dice así: Que puesto 15: E . eljeneral en jefe José
.flntonjo Pue: á la caúez a det eJército; deúedt procurar
traer á Sil deber á los insurrectos por medio de las a1'~
m as; pero/que si pudiese evitar la guerra, p orque tos
,
jp[es de ellos y demas comp1'omelidos se sometan á la
constilucion'!J leyes de la rep/lblica, podrá ajustar la
paz definitivamente, garantizándoles sc!{ul'idad en sus
,
personas y propiedades. Véase ahí como el deseo del
congreso era el aj uste de la paz, siempre q ue los pueblos
de Oriente 8e someticl'an :l la Constituci on y Jeyes de Ve·
nezuel a, y ón1camentc autori zaba al preside nte para traerlos á su deber por medio de las al'mas en el caso de que
perseverase n en desco nocer la Constitucio n y leyes de la
nueva rep6blica.
Ahora pues : nosotros preguntamos á los uetractores
del j~neral Mariño: ¡; ~ebia este j efe desatender la en tre.
vista que le anunciaba el jeneral Monagas y marchar ciegamente contra este y atacarle en cuanto se Jo permitie_
ran sus fuerzas J i, Como podia tratarse de la paz y ajus• tarla, conforme al deseo del Congreso y al articulo 2. o de
la citada resolucion de 17 de Abril, si no se susp~ndian
las hostilidades para acercar&e.los jefes, conferen ciar, entenderse y acordarse ,'1 {; Como seria posible persuadir al
jeneral Monagas y demas comprometidos de que el Congreso deseaba lo. paz y la ofrecia, si se desantendian sus
comun~ca cianes
relativas á preparar y efectuar esa misma
paz por medio de entrevistas y convenios pacíficos oele-
11
bradoi personalmente.? ¿ Como
99
persuad iri a al mismo
Co ngreso y al E stad o de q'ue e l presidente se habia visto
e n la necesidad de trae r ti su deber á los insulTectos por
medio de las armas, si primera mente no se habian tomado
en vano las med idas co ndu centes á lograr su sometimiento
á. la Co nstitucion y leyes, sin la precision de obrar ]a rui.
na y el esterminio, que
SOn
las consecuencias de la l;uerra.?
Somos tan desgraciados y nu estra ~ociedaf1 está tan
corrompida en un a gran par te de sus mi e mbros, que las
pasiones dominan co n esclusion, y que es con tibieza que
observamos ya que la razo n es postergada y desoida. El
13. de lVIayo se preseo:ó el j e nera) Monagas con algunos
, de sus compalleros en el campo de,1 j eneral M ariño, á efecto de celebrar la en trevista anunciada el 9. M ariño hizo
á Monagas una manifestacion vel'd:rdera y circunstancia-
da del estado político de las COias, tanto en Venezuela
como en la Nueva Granada; le instruy6 de
108
deseos y
. miras paternales del Congreso, y le aseguró de la djspos~­
cion benévol a y pacifica de S. E. el presidente que estaba
autorizado para njustar la paz definiti vamente si los comprometidos de Ol'iente se sometian á la Constitucion y leyes de Venezuela.
Ent6';ces el j e neral Monagas, que desde luego se ha·
bia manifestado dispuesto á. un aveDimient~ pacífico, ~
puso que el verdadero fin del pronunciamiento de Oriente era el de erijirse en cstado federal dependiente de un
lazo eomun, como lo habia indicado al gobierno por medio
de sus comisionados los coroneles Hurtado y Morales que
12
dos meses á nies ha.bia enviado á Valencia, y como los
mismos pueblos de Orie nte JQ había n man ifestado e n mu·
eh as y .rep c lid~ ocasiones, así como los demas de V enezuela, y para cuyo logro interesa ba la mediacion def j c neral M ariño.
A esto respondi6 1\fIariño, con la sencillez y fl'anqu eza
de su cameler, q ue se depusie ran las arm as y se reconocieran el gobie rn o .y leyes de Ve nezuel a, e n e'uy o caso
ofrecia ej ercer legalme nte s u medi ado n ante S. E. el preside nte, y ante la sobe ri\nía nacio nal en favol' de las peti ciones
qu e se hi cieran y que In misma Constitucion garanti za ba.
¿" Como
de be cali fica rse esw conducta deljeneral M ariño.1
i E s esto lo que se 1Iama" fa ltar á· sus debere s y traicionar
á su gobierno .1 t E s esto lo que ha servido de fundamento
para oJender en su r eputacion, en lo mas precioso y caro
de su existe ncia social á un ciud adano que ha envej ecido
en el servicio de su patria marchando siempre por entre
la, pureza y el deber.1 Con r azon dice PJutarco que el-
predominio de las pasiones sobre la razon es la rniz de
todos los errores y de todas las. desgracias. del j €nero
humano: y Plinio el historiador dice que todo el que .
asp ira á obtener un lugar en el templo de la celebridad, comienz<I.por atacar la reputacion de los hombres
mas r espetables de su tiempo.
De la entt>evista del U nare result6 que ,el jen~ral MoDagas se asegurase mas en su disposicion 11 tllansijir¡ que
concibiera confianza de la buena fe y miras ,pacíficas del
Congreso y del presidente; que concurriese, favorabl ....
•
13
mente determinado, á la entrevista del Valle de la Pascua,
donde habia de ajustarse la paz definitivamente, con arreglo á las condiciones de la resolucion del Congreso de 17.
de Abril, y que pOI' co nsecuencia de todo eso retirase desde luego á sus casas la mayor parte de sus tropas, cuyo
nClmero total no era por cierto el que j eneralmente se ha
calculado.
E s aquí el lugar en que nosolros debemos hacer unas
reflexiones que nos co nciernen dire ctamen te. En el tereer párrafo de este escrito dijimos que
le
enLre los moti-
vos qu e nos habian determinado á formarle sentiamos una
cierta obligacion, por cuanto pertenecemos al número de
aquellos ríjidos republicanos que, zelosos defensores de
la Constitucion y de la reputacion nacional, habíamos juzgado á Mariño en algunos mO!1lentos tal vez con una incODsideracion, que si bien no nos causaria Jamas el arre·
pentimiento del delito, no podiamos ya dejar de reconocer &c. &c." Con efecto: cuando ofmos decir que el je·
neral Mariño habia consentido en la ereccion de Oriente
desde luego en estado federal, como base del sometimien_
to á la Constitucion y leyes de Venezuela, enlbnces nosotros, en virtud de una iaterpretacion que juzgámos racional y ~erdadera, sentimos todo el dcsllflrado é indig_
nacien que nos suj eria nuestro zela y nuestro espiritu p(¡blico. Pero-en tónces mismo y á pesar de nueslra. vehementes emociones, nos abstuvimos de formar un juicio
que fuese rigorosamente cabal y definitivo.
Nos propoBimos aguarda r el esclarecimiento de )u in-
•
14
lenciones y de los hechos qu e dcbian ser los resultados,
produ cto de los efectos por el ti em po, y hemos sido sntisfechos en nuestra espectativa de una ma nel'a que nos coIma de gozo, y no mlSnos favorece la repulacion del j enero.l Marino como guerrero y como ciudíldano. ~s ahora
que estamos en estado de co noce r que e l Congreso, ofus ·
cado en un momento pOI' su zelo hác ia la nacion, y escande cido tal vez por l o~ males que amenazaba n á. la paü'ja, ofcndi6 co n moti vo, pero sin raZo n y si n j,usticia al
jenera l M ariiio cuando dijo al ej ecu tivo con fecha S.
de Junio, que hahia visto con acerho dolo1' que uni ene-
,'al encargado de conducir las armas que debian restablecer la constilucioll y [as leyes en tas provincias de
Orien te, hubiese manifestado al caudillo de los disi.dentes su aqu iescencia á condiciones que las violarian
con escándalo ~·c . ~·c.
E s sum:unen te difícil aCértar en todo lo que es ohjeto
del juicio y de la intelijencia; porque parece que el enLendimi ento humano está deslinado á vagar eternamente en
un piélago inmenso <le errores y de probabilidades sin hallar la verdad y la certeza de otra suerte que al favor ile
raras casualidades. Si se espresa lIna idea, si se manifiesta
un deseo, una intencion, un pensamiento, no está todo en
luchar contra las ci rcunstancias y las ap¡¡rienc:as que casi
siempre consPiran á desfigurar y alterar lasjenuinas emanaciones del espiritu: es necesario adema~ vencer ]a inexactitud de las palabras y la imperfeccion de los idiomas,
que 80n una fuente fecunda é inagotable de diverjencias,
contradicciones, dudas y obscuridades.
Ténganse presentes las palabras del Congreso que aea-
16
bam os de cop!ar, y co,';p61'<:: nse con las de.' jeneral ,Mariiio que las motivál'on, y Son las sigu i ente s~ entre otras,
consignadas e n su comunicacion de 17. de l\Jayo a l poder
ej ecutivo : Cnn esta f eelta digo al E xcmo. Sr. presidente del E stado,jeneud el/jefe del l'J'ériito de V en ezuela
lo siuu iente.-Confer/w 13. del actual dije ú V.E. que
en Los p uestos avanzados de mi c'Ull1'ü:J jeneral habia
tenido luga?' 'm i ent revista con el Jenerlll José Tadea
Manag(ls y la disposicion en que este jefe se h.alllthlt
de deponer las u'J'mas reconociendo el gobierno de Venez uela en la p ersOlla de V. E. Tal resultado se ha debidu, si no 1ne equivoco, á la acojidu que di á la idea
que munifest{¡ron de pedir la organi:acion del Oriente
en estado fede,""l, y á 1" esperanza que tes dí de que la
apoya'r ía con V. E. !J en. la soherQ,nía nac~·on{ll. Mi 80la oferta /w sido bastan te para que el j eneral Monagas ILaya reNTado á sus casas el grueso de su tjércilo 4·c. <S·c. (a)
¿ Es posible que las ideas consigna.das en esas palabras,
y las paltlbras mismas con que se han redactado esas idea!
hayan podido entenderse ó interpretarse en- un sentido
ofensivo al jeneral Marino? ¿ Qué es, pues, lo que él deb~ó
haber hecho, en el caso en que se hallaba? ¿ Por qué
se ha censurado que el jencral Mariño acojiese la idea de
fe~eracion é inspirase la esperanza de que la apoyaria ante el presidente y ante la l:Ioberanía nacional, siempre que
' (o) Entre los documentos del mnnifiesto d el jeneral Mariño ~o se
halla este oficio de 17 de Moyo al ejecllti"o, :\ pesar de que está. CltadU
en el testo con el número 18. Sin dudo. ha habido en esto una omi.ion
ror
involuntaria; pero el citado oficio es eonocido de todos,
hllbcrse
publicado Integra y fielmente en la Gcala ContlilwcUma tU CQI'rUM
del13 de Junio námero 3.
16
el Oriente depusiese .las ormos y se sometiese /ni gobierno
y leyes. de Venezuela? ¿ Por qu6 se ha hecho tanta cst ra~
Haza de que el j ene ral Mariño acojie.e tambien la disposicion del j ene ra! Monagos á deponer la s armas, recono·
cien do el gobierno de Venezuela en la perso na d e S. E .
el jencJ101 Paez? ¿ Qui en es, pues, el leji'tl mo jefe actual,
y quien lo era el 13. de Mayo del gobierno de Ven ezuela? ¿ No lo es ahora el jenerol P aez, y no 10 era lambien
•
ent6ncca? ¿ Cu al es y cual era en aqu el dia el gohierno
de Venezuela, cuyo j efe es el jeneral P aez, sino el gobierno establ ecido y sosten ido por 1; Constitucion del 22 de
Setiembre del año d e 30?
j
O cuno fá cil es la crítica, y
cuan dificil es el arte! i cuan fáci l enm en dar y cuan d ificil producir! ¡,cua ntos Aristarcos para un Salan!
Nosotl'os no hallamos culpábles á los hombres de los
males que causan á sus semejantes por los hechos qtfe los
producen inm ediatamente, sino por la disposicion, ¡nten.
cion, y resolucion maléficas del espíritu que han producido los hechos. As~, si el Congreso no ha ofendido de inlencion al jeneral Marifio, el Congreso no es culpable en
n';Jestro juicio; pero no porque en este caso el Congreso
no sea culpable en nuestro juicio, el jeneral Mari60 deja
de haber sido ofendido en 10 mas delicado de su reputa-cion. E sta ofensa consiste en las palabras del Congreso
que dejamos estampadas de la cornunicacion de S. de Junio al ejecutivo; palabrlts para 13.9 cuales no podia haJJarse
otro fundamento que el supuesto gratuito consignado 811
eatos términos que se leen en un peribdico. "El gobier..
( l no J'~cibib y pub al Congreso UDa comunicaciOD deJJe.,
.
.
,
...
17
" neral M ariño, en que di ce hflber inicia do ne{Jociaeio~
nes con el Jene1'at Jttlonagas, las cuales l l ene:n por
4' base le" el'eccion del Oriente en un estado, "
H
L os resullados han esplicad o mejor qu~ los raciocinios
cual ha sido 01 se ntido y la efi cacia de la cond octa obser-
vada por el j eneral l\!(ariiio en la campaña de Oriente. El
jeneral Monagas se sen tia dispu esto á transijjr cuando se
present6 en el cam po de Unare; y por virtud de la entreVista que celebl'ó allí co n e l jeneral Mariño, se aseguró
perfecta mente en aquella disp osicion, y se dirijió al Valle
de la Pasc ua en donde el presidente aj ust6 la paz definitivame nte bajo la co~dicio n y términos del articul o 2.° de
la resolucioD del Congreso de 17. de Abril. I H a podido
esperarse 6 cOllcebir!c otro resultado mas feliz, que hu.
hiera conciliado la salvacion de las vidas y fortunas de
108
venezolanos con el rei nado de la Cons.titueion y leyes del
Estado, con la dignidad y cr~'d~ del gobierno, y con lo.
deseos y la reso lucion escrita de la representacion nacio·
nall I Qué es, pues, lo que habria sido mejor 1
Sabemos muy bien que algunos ci ud adanos han sido
perjudicados en sus propiedades, y que este mal no e ha
reparado, y que probablemente no se reparará: esto es
una verdad: lo sabemos y lo lamentamos casi con tanta
pena (fOmo ]08 inocentes que h&n sido perjudicados. l P.
ro qué deberá hacerse? l No podrá sufrirse una desgracia
COD
resigoacion cuando se está persuadido de la impo--
aibilidad de remediarla, y cuando"" eifi igualmente p .....
suad,[do ole que loo "Cllel'2o.<¡ae lié empleuall pan ....i
18
a iarl a pl'odu ci rian desgrnc ia s mas num erosas, ma s graves
y mas lam enta bl es? ¿ No es prudente y racio nal conrormarse con el sacrifi cio de una parcion de propi edad para
conserv ar la vicia que es la 8u ma de lodas las propiedad es ?
No es pos ible que puedan sentir y pensar del mis mo modo los que gozan de la tranqu ilidad y las deli cias .del hogar doméstico, y
lo~
que se hallan en los desiertos y en
los bosques, espu estos ti la pl aga, á las privaciones de todo jéncl'o, á. la inclemen cia de los ele mentos y de las el!- _ ,
tacioncs, y á la pérdida de la vida: no es posible tampoco q-uc sientan y piense n del mismo modo los ¡que con
propiedade96 sin ellas están fu era der alran ce del influjo
de la guerra, y los que, habie ndo ya,perdido irre parable.
mente una porcio n de sus propiedades, temen perder por
el mismo efecto de la guerra la porc¡on que les queda y
su propia exi stencia.
Si no se hubiera aj us tado la paz con 109 insurrectos de
Oriente en los términos en que felizmente se ha conse·
guido l cual soria la suerte de una gran parte de Yenezuela.? i,; Se ignora ·por ventura cuales so~ . los eCecios de
la obstinacion,
la venganza y la desesperacjon..? El .go-
bierno contaba con la fuerza de la ley y c0!l la mayor
parte de la· fuerza real del Estado, es " muy c!erto; ¿ pero
qu~ , so
infiere de esto] Se ir;¡fiere por ,supuesto
,
qu~)as
tropas del gobierno habrian sido inconlra:l,lablcs y que habrian ocupado las poblacjo_nes de Oriente. l Pero se d:du
•
w
ce de ag,uÍ que se ~abria termina~o la guerra? ¿ Se ded';!_
ce que se habria ' impedido reducir á desiertos y á. pave-
.
. '
zas una gr-an parte del territorio del Elltado] ¿Se igno-
19
Ta que los mismog rvl oll:lgas, Sotill os, B eli zarios &c. &c.
son del nú mero de aqu ell os qu e vivi endo y vaga ndo por
las selv a ~ y soledades des ll'uy~r o n el poder es pañol en toda la cstension que hoy com prende el E stado de Vene'-
zue la?
Seamos mas circunspectos, mas reflexivos, mas benl!val os y mns j ustos. E. ntre los qu e han crit icado ama rgamente la co ndu cla derj e neral M ariño, hay algun os qu e lo
h an hecho mov idos (lIlica mc nle por el patri otismo y por
los fe rvorosos deseos de ver el término de las calam idades
que por tantos años han ail ijido á esta tierra, prí v i1ej iad a pot'
la natura leza é infortun ada pi)! las pas iones de sus propios
h ijos. Nosotros no se ntimos di fic ult ad en deci r qu é somos
de aquel núm ero, bien qu e hemos procedido sin embargo
Con la modcl'ac ion y h mplanza que hace n del prop6sito
de ser imparciales, ju stos y equ itati vos; pero sa bemos
qu e algu nos otros 11 0 han te nido los mismos m6viles qu e
nosotros, y que mas bie n han censurado al jenenl Mariño por maledi cencia, por ca lumnia y por animosidad hácía él, qu e por lI n ¡nteres patl'ióli co e n los resultados de
su conducta.
Es necesario conocer qu e el j e neral Mariñ o es desgraciado; pero l'cflexi6nese atentamente, reflexi ónese en especial por los que le han conocido y tratado de cerca, y
11 0
podri dej ar de conocerse igualmente qu e su desgtacia
no procede de él, sino que proviene del sentido en que !le
toman su camcler y sus sentimientos, y de la apreciaeioD.
que se hace de ellos, particularmente por algunos á. quie-a
ne, ha colmado de atenciones y beneficios, Y que le han
20
pag3(] O co n negl'as illgrntitudes, hasta tornac3e 8US malque.t iontas crueles de lrnelo lles y e ne migos. Diré mos so lamente
..en este punto que cua lquier homb,'e j usto y que sepa apreciar co n rigor el méri to y la vi rtud, despues de haber pene lrado e l corazo n y el en te nd i miento d el jeneral .Marii'1o(
DO podrá dejar de' escl amar á la mall eTa que lo hizo JU ~li ­
niano cuando lenia ti la vi sta la mas ilustre é inoce nte d e
,sus vícti mas: ¡ 1'odo el delito de este hombre consiste en
haóer sido demasiado )'Oj JUün- .'
N ac id o e l j cnc ra1. M a,l'iI10 e n med io oe las riquezas y
la fortulla, y fa vorecido por la naturaleza con un ca r-á cter
y ,sentimientos populal'es y . j e n ~ ro s o sJ jamas ha se ntid!)
los estímulos de la a mbicion y la codici a. Elevado desde
muy tcm praQo hasta el últi mo grado de la mil icia por la
sob e r~n a
voluntad
del pueb lo e n mél'ito de su consagra-
cion ~ la causa de la libertad y del
m3S
.puro desinteres
que le caracteriza y .que certificaba que jamas podría ser
fu nesto ni temib le á los republicanos, nunca se ha des~ment.ido
á sí mismo, ni ha desmentido la opinion que
:desde,el
¡pr:iD(~Jpio
debib' á sus compat.riotas. Su sencil1ez,
su llaneza y su popularidad que son cal'actéres distintivos
de un verdadero IIC)1ublic81l0,
e,¡;¡
lo que talnz ha perju-
_dicado á los derechos que tiene á la gratitud., estimadon
1f arecto de todos sus conciudadanos; y
e30
por efecto de
,hó.bitoB' Y preocupaciones ;env,ejecidas" que ni el tiempo,
ni las lI'ansformacion es políucas han podido destruir, y
"'por comparaciones de que mas bien debieran r~ultar juicios q.ue le -fuesen ju&ta.m~Dte ·favorAbles.si
-ÍOrm.ase •.
la j'8Zon 108
21
Impresionado. todavía muchos de nuestros .compatriQtas d.1 fausto y gravedad de los españoles, que se notabar
nasta en los (¡Itimos subalteNl os de cualquier ramo de la
admillislracion: impresionados tambien del
espec~~culo
que ofreci6 luego B olivar de un americano, de un vene-
zolano que al paso que se adornaba con las sencillas denominaciones de jeneral, presidente, libertador, se le vei,a
siempre distinguido del pueblo, aislado en medio de 89"
propios compañeros y conciudadanos, y objeto de una
atencion particular, y de acceso dificil; impresionados d,e
todo eso, decimos, hay todavía muchos de nuestros coIp.patriotas que no juzgan posible conciliar la ed!1cacion, la
cultura, el rango y los méritos del jeneral Marido con l.
sencillez y llaneza de su car<lcter natur;>l, con su afabilidad y JIU popularidad_ Se conocen entre nosot'os algunos
mombres de consideracion, amasados con orgullo, soberbia
y vanidad, y que tienen gue servirBe de Joda )a f!J,erza $le
la r.eflexion y ejelicer un ÍDlperio violento sobr,e
:Bi mis-
moS p.'. plegarse á las cO~lumbr,es, m~ner.s y rOTU¡as
republicanas, y no se aplTeeia debidamente .e l c.3I'ácte.1 del
jeneral M-ariño,
-SUB
sentimientos y sus costumb.res, qoe te
. dan á conocer como el modelo de un homb.e .que .ha 1\8cido para ser libre entre los li.bres, pal'a no sufrir la mas
lijerá desigualdad ci¡vil ni poJ(ticó, y p..a no pensar jalrus
en ~aspil'3'1' -á el la sdbre
.
sus semejantes. .
Sin embargo, el jeneral Marii'i.o ocupa un 1ugar distiñ·
.
g~lido el) los cora~ones de
~ue
SUB
compaViotas en'Jeneral. Los
sa!;>en apreciar .el mérito .y Ja vir\ud,
'Ios~ue
¡lao
~a-
Z2
~udi{ro el
yugo oe las preocupacio nes sociales, cuyo pábu+
lo se ha estinguido en c~ta tier ra, le hamo j ust icia y le
concederá n
8U
mas querid o y preci oso gala rdon, cua l es
la grllti tud, la estima cion y el afecto de
BU S
co nciud ada.
nos. L os simp les pa r tieu lares, 10 9 I ~ bori ?so s, los indus-tr iosos qu e so n el suste ntáculo del E ~ t.a do y los que le de'fie nden co n su s brazos en los momentos de pe ligro, todos
'~cl1 os sien,te n u na agradabl e
y pUl'a satisfaccion a l d ~irse
Jn utuA mente : "El j enera! Mariño, accesible á todos nos..
otros, no se dC!ldefin de penetrar y tomar asiento en
- nue stros paj izos y humildes techos, en nuestros talleres y
en nuestros ca mpos, y nos colma de placer y de con fian·
2a por su benevolencia, por 13 llaneza tl e su trato y por
sU afab ili dad, al poso que otros que le son
igu ~les y t ~ l
vez in fer iores en merecimien tos hácia la patria despliente n con sus costu mbres y
disimulo por
SIlS
8U
conducta lo 'lue pronuncia el
labios. "
P ero nada debe ser admirablp.: entre los hombres,
IItno el pod er todavía
~dmiraroo 8.
N o muy
rar~s
veces
la calumnia y la ingratitud aguardan al hombre de hico
al fin de su carrera ; mas la glori a está tam bien co n ellas;
y caso que
DO
esté, la. virtu d vale muy bie n la gloria, y
no debe temer que ell a le falte: en el centro mism o de la
miseria y del infortunio, alU le seguirá, y él esperimeotar1 cuanto mas interesante y satisfactor io es un solo son-
reir de la virtud que tod as las caricias de la fortuna.
En cuanto á nosotros, pod emos asegurar en esla
008-
cion que siempre, siempre perseveraremos en 13 resoJu·
cion de sostener los principio! republicanos y atacar el
pcspotismo y la tirnnín;. y
gU D
110
desespe ra mos de que al:.
di n nuestros compatri otas y todos los hombres libres
de ám bos mundos reco n ocer~n, cua l es de bido, la pureza
de nuestro COl'nzon y In rectitud de:: nuestra alma, á la
ma ne ra qu e hoy se reco noce la in tegridad ele tm Bruto
que inmoló sus propios hij os sobre las aras de la justicia,
y el p atriotis11w de otro Bruto que sacrific6 á la li bertad
y honra de su patria el poderoso lirano que le habi<l reconocido por hUo suy o. En cuanto al j eneral Mariño, sabe mos no sotros, y sa ben tod os los venezolanos, qu~
sir ve á la patria desde el principio de la revolucion;
que ha permanec ido en la vida privada y el retiro, cual
otro Cincinato, miénLl'as la necesidad p(¡blica no le h~
llamado; que jamas se ha desviado un 'punlo en su car~
rera de las sendas que conducian á la independencia y
libertad; y sobre to~lo que jamas consintió en participar
del infando é INDELEBLE crimen de erijir á Bolivnr monarca de Colombia, ó de los Andes y de establecer una dinastía. Tales títulos, tan virtuosos como heróicos, son los que empetlan nuestras plumas, así como
las de todos los verdaderos republicanos, :i sostener en to~
do evento y haflta la última estremidad la reputacion
yel buen nombre del Jeneral Mariño que tan caramente
/la .abido adquirir.
V.!lRIOS REPUBLIC.!lNOS.
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