ARTÍCULO DE PERIÓDICO Periódico Fecha En: La Nación Sección: Foros de La Nación 6 de octubre de 1985 N° de página 15 a Título SIDA, investigación e información Autor Macaya Trejos, Gabriel Ubicación física Colección personal del autor Descriptores Resumen INVESTIGACIONES % SIDA Hace conciencia sobre la situación que deben afrontar las sociedades en general, centrándose específicamente en la costarricense, al referirse a la enfermedad del SIDA, brindando tres requerimientos necesarios para lograrlo. SIDA, investigación e información Gabriel Macaya Tanto se ha dicho y tantos han escrito recientemente sobre el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) que puede parecer osado que un lego en el tema pretenda expresar algunos conceptos que, tal vez por su poco sistemática lectura de la nacional, no ha encontrado comentados. En sociedades más "permisivas" el SIDA llega casi como un mal esperado. Ya estas sociedades habían asimilado el golpe del herpes genital y de las reconsideraciones dé algunos de los efectos ligados a la liberalidad y hasta promiscuidad sexual, tanto homo como heterosexual. Además, en estas sociedades o grupos, la presencia de homosexuales, de ambos sexos, no es ya siquiera asunto curioso. El respeto a la libertad individual les hace aceptar el hecho y convivir con él. Los criterios de “contra natura” se vuelven relativos. Creo que la sociedad costarricense es aún lo suficientemente tradicional o ignorante para no haberse planteado explícita y abiertamente los problemas sociales, y ahora de salud, ligados a la liberalidad sexual en general y a la homosexualidad en particular. No hemos pasado por el "Síndrome del herpes genital" y ahora tenemos que enfrentarnos al SIDA. Hay algo en el SIDA como enfermedad viral, independientemente de su contexto epidemiológico, que la hace particularmente difícil de aceptar. Podría esto resumirse diciendo que es una enfermedad “quinta columna”, es decir, que ataca directamente células sanguíneas del grupo que debería defendernos de esta clase de ataques. Hay así en el SIDA un sentido de fatalidad que va más allá del pésimo pronóstico para quien la contrae. De esta manera nos encontramos ante un doble estigma: el contexto epidemiológico y el curso mismo de la enfermedad. Ya la prensa se está encargando de ponernos al tanto de verdaderas cacerías de brujas que en muchos lugares se están dando. Es evidente que en este clima, un acercamiento desapasionado a la enfermedad y sus problemas resulta difícil. Por otra parte, el tema fácilmente se presta para enfoques sensacionalistas y hasta podríamos decir morbosos. Las formas de transmisión de la enfermedad pueden convertirse en pretexto fácil para un montaje de la exposición de toda suerte de desviaciones y perversiones, no todas ellas ligadas a prácticas homosexuales, seamos claros, sino también heterosexuales y en las que el problema del SIDA poco tiene que ver. Para el científico con formación y capacidad para enfrentarse al SIDA como problema de salud y social en general, surge un compromiso de dar información adecuada, educando al lego, a los diferentes grupos de riesgo, hemofílicos, homosexuales, prostitutas, etc., desmitificando la enfermedad. Pareciera este un primer requerimiento para intentar el establecimiento de medidas de control que protejan la población. También a este compromiso de información adecuada debe unirse la prensa y los medios de comunicación en general, evitando el sensacionalismo y solicitando la ayuda de especialistas en el análisis objetivo de la información. Sin bien parece difícil que el SIDA pueda calificarse como un problema de salud prioritario en Costa Rica, los comentarios presentados anteriormente obligan a tomarlo seriamente en consideración. Un segundo requisito para la búsqueda de un verdadero enfrentamiento ante la enfermedad es la reunión de esfuerzos. Creo que todos los recursos nacionales que con competencia y seriedad puedan participar en el estudio del problema deben contribuir, donde quiera que estén. Una sola institución o instancia no puede arrogarse el “privilegio” de enfrentarse al SIDA. Ministerio de Salud, Caja Costarricense del Seguro Social, Universidad de Costa Rica y otras instituciones, cada una dentro de su esfera de competencia, deben unir y coordinar esfuerzos. Finalmente, creo que el tercer requisito para enfrentar esta enfermedad es el diálogo abierto y permanente de los diferentes especialistas requeridos: médicos, inmunólogos, virólogos, epidemiólogos, psicólogos, trabajadores sociales, etc. El sensacionalismo y alguna información mal comentada han creado miedos, en la mayoría de los casos infundados, al trabajo con pacientes atacados por el SIDA. Profesionales no ligados a las áreas médicas en muchos casos se niegan a participar en estudios que involucren a pacientes de SIDA por miedo a contaminarse. Al ser su participación indispensable, deberemos entrar en campañas de información serias que eliminen esos temores, discutiendo los riesgos reales e involucrando a estos profesionales en el conjunto de problemas ligados a la enfermedad. La falta de cualquiera de las tres condiciones apuntadas hará incompleto y poco eficaz el enfrentamiento al SIDA. Es necesario dar a los costarricenses la garantía que tenemos los recursos humanos y de infraestructura necesarios para este enfrentamiento y que éste revestirá las características de seriedad y respeto que el problema y sus afectados merecen. Sólo así podremos garantizarnos la colaboración indispensable de todos los grupos de riesgo ante la enfermedad.