No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano

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No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano
por Pedro Puigvert
NO TOMARÁS EL NOMBRE DE YAHVEH TU DIOS EN VANO/Éxodo 20:7
¿Cuándo se habla y se canta de Jesús de manera vana? Seguramente en los días de Navidad.
Muchos ponen en sus labios el nombre de Jesús por tradición, para vender más cosas, o para
atiborrarse de comida y bebida. Todo ello sin pensar en el significado de su nombre.
El tercer mandamiento trata de la forma en que hablamos de Dios. Muchos no quieren transgredir el
segundo mandamiento, pero tropiezan con el tercero. Su transgresión se ha convertido en un pecado
capital de nuestra sociedad moderna. El significado del mandamiento depende en parte de la frase
“tomar en vano”. Viene de una raíz que significa malgastar e implica la idea de algo vacío de sentido.
La palabra se encuentra en el Sal. 2:4, “el que no adora a ídolos ni hace juramentos falsos” donde
ídolos es la traducción de la misma palabra (vacío, malgastado) y la palabra falsos traduce el término
para engaño y fraude.
1. El nombre
En realidad, el significado del tercer mandamiento depende principalmente de la palabra
nombre. El uso del nombre nos recuerda el encuentro de Moisés con Dios en el desierto
cuando contempló la zarza que ardía y no se consumía.
Seguramente Moisés había visto más de una vez una zarza ardiendo, pero nunca había
contemplado una zarza que ardía y no se consumía. Dios le habló encomendándole la misión
de liberar a su pueblo de la esclavitud. Pero él necesitaba saber el nombre personal que tenía
el Dios del que había de ser su portavoz.
Dios le respondió con las palabras Yo soy el que soy que corresponde a cuatro consonantes
en hebreo: YHWH (Yod, He, Wau, He) que convenientemente vocalizada se lee Yahweh. Es
el nombre especial que los hebreos utilizan para describir a Dios y solamente ellos.
Así como Baal era un título de una deidad usado en diversas culturas, ninguna otra tribu o
nación utilizó jamás el nombre Yahweh para describir un dios de otra clase, era el nombre
exclusivo para Israel y de ahí su suma importancia. Con este nombre se quiere referir al Dios
eterno e inmutable que tiene existencia propia sin necesitar que nadie le añada nada.
1.1. El nombre expresa la naturaleza de Dios.
La referencia al nombre en este mandamiento no es un apelativo simple de Dios. Se
trata de todo un compendio de su naturaleza santa. Era una palabra tan sagrada para
los judíos que prefirieron no pronunciarla y en su lugar leían Adonai (Señor).
El nombre Yahweh era también la descripción del Dios que hizo un pacto con su
pueblo. Les recordaba el hecho de ser un pueblo elegido con el que Dios había
entrado en una relación especial con él.
1.2. El nombre no era nuevo.
Los patriarcas ya lo conocían (Gn. 12:8, 13:18, 15:2), pero es dudoso que
comprendieran el significado absoluto y quizás los israelitas lo habían perdido en su
larga estancia en Egipto.
El tercer mandamiento no trata simplemente del mal uso de una palabra de cuatro
letras, sino del abuso de lo que este nombre significa. Tomar su nombre en vano es
pisotear su pacto por el que ofrece salvación y despreciar su naturaleza santa.
Por tanto, se puede quebrantar este mandamiento sin siquiera mencionar su nombre,
como hicieron los escribas y fariseos cuando atribuyeron a Jesús el echar fuera los
demonios por Beelzebú (Mr. 3:20-30).
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2. Tomar en vano
¿Cómo podemos tomar en vano el nombre de Yahweh nuestro Dios en vano? Cada vez que
malgastamos su nombre o que carece de sentido, es una palabra vacía para el que la
pronuncia. Veamos cuatro situaciones en que esto ocurre:
2.1. Cuando la convertimos en una palabra común.
Muchos blasfeman el nombre de Dios utilizando las palabras “Cristo” y “Jesús”. Otros
son un poco más considerados y utilizan el “¡Dios mío!” o “¡santo Dios!” como una
costumbre social.
Aunque utilicemos el nombre de Dios como una exclamación espontánea, nunca es
algo inocente, porque reduce la naturaleza de un Dios santo y soberano a un nivel
vulgar. Los cristianos no estamos libres de este pecado, porque aún sin blasfemar su
nombre o hacer exclamaciones, podemos usarlo de manera banal. Hoy en día muchos
tienen la costumbre de decir “¡qué Dios te bendiga!” como aquel que dice “buenos
días” sin pensar en el significado de estas palabras, de la misma manera que lo hacía
Carmen Sevilla en su programa del “cuponcito”.
Otros tienen la costumbre de emplear el término “Señor” muy abundantemente sin
fijarse en lo que dicen, porque da un halo de espiritualidad. Incluso, hay muchos que lo
usan cuando oran en lugar de hacer una pausa, lo que en un escrito sería una coma.
Además se hacen referencias veladas a Dios o explícitas con dichos como “esto está
divino”, “divinamente”, “¡válgame Dios!”. Un análisis cuidadoso de estas expresiones
es fundamental si no queremos transgredir el tercer mandamiento.
2.2. Cuando se utiliza en la falsa adoración o de manera irreflexiva.
En el primer caso se trata del uso del nombre de Cristo que hacen algunas religiones y
cuando nosotros participamos del culto interreligioso y pensamos que todas las
religiones poseen una parte de verdad.
Una sociedad pluralista como la nuestra le gusta este tipo de espectáculos.
Pensemos, por ejemplo, en este gran supermercado de la oferta religiosa que han sido
los encuentros que empezaron en Asís y han seguido en otras partes. Incluso nos
habían preparado uno durante los Juegos Olímpicos de Barcelona y menos mal que
nos negamos radicalmente a montar un espectáculo de este tipo.
Más próximo a nosotros se halla el proyecto de Religions Unides auspiciado entre
nosotros por la Asociación Unesco para el Diálogo Interreligioso presentado por el
filósofo y teólogo Raimon Panikkar.
En el segundo caso, cuando estamos adorando al Señor y cantamos sobre sus
perfecciones con magníficas palabras y nuestra mente está a años luz del objeto de
nuestra alabanza. Cantamos sobre el compromiso cristiano y no estamos dispuestos a
que cambie nada en nuestra vida. hacemos promesas a Dios que luego no
guardamos.
Alguien ha dicho que los cristianos no dicen mentiras; ¡las cantan en sus himnos! Esto
también es quebrantar el tercer mandamiento.
2.3. Cuando se utiliza para apoyar una mentira (Lv. 19:12).
Hoy en día está de moda en algunos círculos decir que tal persona ha recibido una
“profecía” de parte de Dios, cuando en realidad se trata de una intuición propia. Si
alguien pretende haber recibido una revelación directa de Dios, cuando Dios no ha
hablado, está quebrantando el tercer mandamiento (Dt. 13:1-3).
2.4. Cuando se utiliza en los juramentos falsos.
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Los judíos, para evitar jurar por el nombre de Dios, juraban por el templo, por el pacto
o por la vida (Mt. 23:16-18). El Señor no prohíbe el juramento, pero sí quebrantarlo (Dt.
23:21-23). Por eso nuestro hablar deber ser sí, sí y no, no (Mt. 5:37).
Conclusión: ¿Cómo utilizar el nombre de Dios? Como en todos los mandamientos hay un aspecto
positivo. Se nos advierte a no usarlo erróneamente porque nos está invitando a utilizarlo
correctamente.
Es decir, el nombre de Cristo nos abre las puertas de la presencia de Dios por medio de la oración (
Jn. 14:14) y también de la sanidad con cuidado (Hch. 3:6) y sobre todo de la salvación (Hch. 4:12 ).
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