Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CARTAS CIENTÍFICAS Utilidad pronóstica de la concentración sérica de alfafetoproteína en el carcinoma hepatocelular: análisis retrospectivo de 230 pacientes Sr. Editor: Tras leer con particular interés la revisión de Gómez Senent et al1 acerca del diagnóstico, la estadificación y el tratamiento del carcinoma hepatocelular (CHC), recientemente publicada en su revista, quisiéramos hacer algunas matizaciones. Sus autores afirman que la concentración plasmática de alfafetoproteína, más allá de su limitado valor en el cribado de la enfermedad, no tiene relación con el tamaño tumoral del CHC, su estadio o su pronóstico. No obstante, son numerosos los trabajos que apuntan en sentido contrario2-6. De hecho, el valor sérico de alfafetoproteína (con distintos puntos de corte) queda integrado en varios sistemas de estadificación propuestos para el CHC, alguno de los cuales ha resultado ampliamente validado en nuestro medio –CLIP (Cancer of the Liver Italian Program)7, GRECHT (Groupe d’Etude et de Traitement du Carcinome Hépatocellulaire)8, CUPI (Chinese University Prognostic Index)9–. Deseamos aprovechar la oportunidad para comunicar nuestra experiencia al respecto analizando qué impacto pronóstico tiene la concentración sérica de alfafetoproteína en la evolución de una cohorte de pacientes con CHC atendidos en nuestro centro. Hemos realizado un estudio longitudinal y retrospectivo de los casos de CHC diagnosticados, tratados y sometidos a seguimiento en el Hospital Universitario 12 de Octubre durante el período 1999-2003, en los que se determinó la concentración sérica de alfafetoproteína (ng/ml). Empleamos los criterios diagnósticos de CHC propuestos por la Asociación Europea para el Estudio del Hígado en su Conferencia de Consenso de Barcelona-200010. De cara al análisis de la supervivencia estratificamos a la cohorte en 3 grupos según el valor de alfafetoproteína en el momento del diagnóstico –grupo 1: valor normal (< 20 ng/ml); grupo 2: valor elevado (20-399 ng/ml); grupo 3: valor diagnóstico (⭓ 400 ng/ml)–. Recurrimos a la prueba de la 2 para la comparación de variables cualitativas (análisis univariante), con posterior aplicación de la regresión logística condicional múltiple (análisis multivariante). La distribución de la supervivencia se estimó según el método de Kaplan-Meier y se comparó entre grupos a través del test de rangos logarítmicos. Los valores de p inferiores a 0,05 se consideraron estadísticamente significativos. Se incluyó en el estudio a 230 pacientes con CHC, de los que 167 (72,6%) fueron varones. La edad media (desviación estándar) en el momento del diagnóstico fue de 65,2 (11,2) años. Entre los factores etiológicos del CHC más frecuentes destacaron la infección por el virus de la hepatitis C (n = 128; 55,7%), el enolismo crónico (n = 42; 18,3%) y la infección por el virus de la hepatitis B (n = 21; 9,1%). En 200 casos (87%) había evidencia (histológica, clínica o mediante prueba de imagen) de cirrosis establecida (Child-Pugh: estadio A, 69 casos; estadio B, 91 casos; estadio C, 40 casos). La distribución de la cohorte según los valores de alfafetoproteína fue: 115 (50%), 54 (23,5%) y 61 (26,5%) pacientes en los grupos 1, 2, y 3, respectivamente. Se obtuvo significación estadística en el análisis univariante entre una concentración de alfafetoproteína mayor de 400 ng/ml y las siguientes variables: edad mayor de 65 años (p = 0,007), presencia de ascitis (p = 0,013), invasión venosa portal (p = 0,004), extensión bilobular (p = 0,049), carácter no localizado (más allá de los criterios de Milán; p = 0,003), albúmina inferior a 3,18 g/dl (p = 0,032), aspartatotransaminasa superior a 100 U/l (p = 0,008), fosfa- 196 Med Clin (Barc). 2008;131(5):196-7 Tal como apuntan Gómez Senent et al1 en su revisión, la determinación de los valores séricos de alfafetoproteína, a pesar de su amplia aplicación desde hace décadas en el contexto de programas de cribado para el CHC, adolece a tal fin de escasa sensibilidad, especificidad y valor predicitivo2. En nuestra experiencia, la mitad de la cohorte analizada tuvo cifras consideradas normales (< 20 ng/ml) en el momento de presentación de la enfermedad, y sólo en una limitada proporción (26,5%) se demostraron concentraciones virtualmente diagnósticas de CHC en pacientes cirróticos10. Por otra parte, el impacto pronóstico de la alfafetoproteína en la historia natural CHC ha sido objeto de varios estudios, tanto en pacientes occidentales2,6 como asiáticos3-5, con resultados en ocasiones discordantes, probable reflejo de la heterogeneidad de las poblaciones analizadas. Algunas observaciones apuntan a que la alfafetoproteína se comportaría como factor de crecimiento de los hepatocitos neoplásicos, aunque no de las células sanas, en presencia de receptores de membrana específicos; de este modo desempeñaría un papel en la progresión del CHC4. Se ha invocado igualmente una relación entre la expresión de los genes Bcl2 2 y p53 4 y la titulación de alfafetoproteína. Un estudio reciente, realizado a partir de una amplia cohorte de pacientes italianos (n = 1.158), estableció una asociación independiente entre valores elevados de alfafetoproteína y diversos parámetros clínicos (sexo femenino, Child-Pugh) y morfológicos (tamaño tumoral, TNM) del CHC; no obstante, la capacidad pronóstica de la alfafetoproteína, tras determinar el área bajo la curva de eficacia diagnóstica para un punto de corte de 600 ng/ml, resultó relativamente limitada (0,59)2. Por otra parte, varios autores han demostrado el impacto pronóstico selectivo de la concentración de alfafetoproteína en pacientes sometidos tanto a resección quirúrgica5 como a quimioembolización transarterial6. De hecho, la detección de ARN mensajero de alfafetoproteína en el tejido hepático no tumoral de pacientes tratados mediante hepatectomía parcial parece predecir la recurrencia precoz del CHC tras la intervención4. Podemos concluir, por tanto, que la concentración sérica de alfafetoproteína en el CHC, al margen de su limitada capacidad diagnóstica, puede actuar como un marcador pronóstico aceptable; en nuestra experiencia, su elevación se asocia de forma independiente a factores clínicos desfavorables, como la edad avanzada y, particularmente, una estadificación adversa en el modelo BCLC, de probada utilidad en nuestro medio1. Mario Fernández-Ruiz a, Juan-Manuel Guerra-Vales a, Paloma Ferrando-Vivas b y Javier de la Cruz-Bertolo b a Servicio de Medicina Interna. bUnidad de Investigación y Epidemiología Clínica. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. España. 1. Gómez Senent S, Gómez Raposo C, Segura Cabral JM. Guía para el diagnóstico, estadificación y tratamiento del hepatocarcinoma. Med Clin (Barc). 2007;128:741-8. 2. Farinati F, Marino D, De Giorgio M, Baldan A, Cantarini M, Cursaro C, et al. Diagnostic and prog- 1,0 αFP < 20 ng/ml αFP 20-399 ng/ml αFP ≥ 400 ng/ml 0,8 Supervivencia 220.644 tasa alcalina por encima de 350 U/l (p = 0,011) y estadio avanzado en los sistemas de Okuda (p = 0,031), Japan Integrated System (JIS) (p < 0,005) y Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC) (p < 0,0005). En el análisis multivariante, por su parte, el estadio avanzado (C o D) en el modelo BCLC (p < 0,005; odds ratio ajustada = 3,96; intervalo de confianza del 95%, 2,1-7,5) y la edad mayor de 65 años (p = 0,013; odds ratio ajustada = 2,38; intervalo de confianza del 95%, 1,2-4,7) se revelaron como factores asociados de forma independiente a la presencia de concentraciones elevadas de alfafetoproteína. De forma global, la supervivencia media del grupo 1 –29,6 (2,5) meses– fue significativamente superior a la del grupo 2 –20,7 (3,1) meses– (p < 0,05), y ésta, a su vez, lo fue respecto a la del grupo 3 –10 (1,5) meses– (p < 0,005) (fig. 1). Entre los casos de CHC a los que se aplicó alguna modalidad terapéutica potencialmente curativa (resección quirúrgica, trasplante o ablación percutánea) se mantuvo esta relación entre alfafetoproteína y supervivencia (p = 0,009, para la comparación global entre los 3 grupos), así como entre los subsidiarios de tratamiento exclusivamente sintomático (p < 0,005); sin embargo, el impacto pronóstico de los valores séricos de alfafetoproteína desapareció en el subgrupo de pacientes que recibieron tratamiento mediante quimioembolización transarterial (p = 0,44). Fig. 1. Supervivencia de la cohorte (Kaplan-Meier) estratificada según los valores séricos de alfafetoproteína (␣FP) en el momento del diagnóstico del carcinoma hepatocelular (n = 230). Test de rangos logarítmicos, p < 0,05 para cualquier comparación entre curvas. 0,6 0,4 0,2 0,0 0 12 24 36 48 Meses 60 72 84 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CARTAS CIENTÍFÍCAS 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. nostic role of a-fetoprotein in hepatocellular carcinoma: both or neither? Am J Gastroenterol. 2006;101:524-32. Tangkijvanich P, Anukulkarnkusol N, Suwangool P, Lertmaharit S, Hanvivatvong O, Kullavanijaya P, et al. Clinical characteristics and prognosis of hepatocellular carcinoma: analysis based on serum alpha-fetoprotein levels. J Clin Gastroenterol. 2000;31:302-8. Peng SY, Chen WJ, Lai PL, Jeng YM, Sheu JC, Hsu HC. High a-fetoprotein level correlates with high stage, early recurrence and poor prognosis of hepatocellular carcinoma: significance of hepatitis virus infection, age, p53 and b-catenin mutations. Int J Cancer. 2004;112:44-50. Huo TI, Huang YH, Lui WY, Wu JC, Lee PC, Chan FY, et al. Selective prognostic impact of serum alpha-fetoprotein level in patients with hepatocellular carcinoma: analysis of 543 patients in a single center. Oncol Rep. 2004;11:543-50. Reichmam TW, Bahramipour P, Barone A, Koneru B, Fisher A, Contractor D, et al. Hepatitis status, Child-Pugh classification, and serum AFP levels predict survival in patients treated with transarterial embolization for unresectable hepatocellular carcinoma. J Gastrointest Surg. 2005; 9:638-45. The Cancer of the Liver Italian Program (CLIP) investigators. A new prognostic system for hepatocellular carcinoma: a retrospective study of 435 patients. Hepatology. 1998;28:751-5. Chevret S, Trinchet JC, Mathieu D, Rached AA, Beaugrand M, Chastang C, for the Groupe d’Etude et de Traitement du Carcinome Hépatocellulaire. A new prognostic classification for predicting survival in patients with hepatocellular carcinoma. J Hepatol. 1999;31:133-41. Leung TW, Tang AM, Zee B, Lau WY, Lai PB, Leung KL, et al. Construction of the Chinese University Prognostic Index for hepatocellular carcinoma and comparison with TNM staging system, the Okuda staging system, and the Cancer of the Liver Italian Program staging system. Cancer. 2002;94:1760-9. Bruix J, Sherman M, Llovet JM, Beaugrand M, Lencioni R, Burroughs A, et al. Clinical management of hepatocellular carcinoma. Conclusions of the Barcelona-2000 EASL conference. European Association for the Study of the Liver. J Hepatol. 2001;35:421-30. 231.197 Inercia terapéutica: importancia de la percepción en el grado de control de la presión arterial Sr. Editor: Las recientes guías europeas de hipertensión arterial establecen claramente que en los hipertensos con un mayor riesgo cardiovascular, como aquéllos con cardiopatía isquémica crónica, el manejo debería ser más agresivo para lograr un control adecuado de las cifras de presión arterial (PA)1. A pesar de que en los últimos años este control ha mejorado, todavía dista mucho de ser ideal2. Se han postulado muchas razones para explicar esta falta de control y una de las que más se señalan es la inercia terapéutica, esto es, que a pesar de que el paciente no presenta un control adecuado de la PA, el médico no modifica el tratamiento3. Aunque son varios los motivos que se apuntan como causa de esta actitud, es posible que la incorrecta percepción, tanto por los médicos como por los pacientes, del adecuado control de la PA pudiera influir de manera significativa en este hecho. CINHTIA (Cardiopatía Isquémica cróNica e HiperTensIón Arterial en la práctica clínica en España) es un estudio diseñado para conocer el perfil clínico de los pacientes hipertensos con cardiopatía isquémica crónica atendidos en consultas de cardiología. Su método y diseño se han descrito en otra publicación4. Brevemente, para la realización del presente estudio se contó con la participación de 112 cardiólogos distribuidos por todo el territorio nacional. El estudio se realizó en el segundo trimestre de 2006. Cada investigador debía incluir por muestreo consecutivo a pacientes de ambos sexos de 18 años o más con diagnóstico establecido de hipertensión arterial y cardiopatía isquémica crónica. Se excluyó a aquéllos con síndrome coronario agudo en los 3 meses previos a la inclusión en el estudio. La medición de la PA se realizó siguiendo las recomendaciones de las guías internacionales, con un esfigmomanómetro de mercurio o aparato semiautomático validado según la disponibilidad5. Para la medida de la PA el paciente debía estar al menos 5 min en reposo; posteriormente se realizaban 2 determinaciones y se tomaba la media de ambas. Se consideró buen control de la PA cuando los valores eran menores de 140/90 mmHg y menores de 130/80 mmHg en los diabéticos5. Se incluyó a un total de 2.024 pacientes (un 31,7% mujeres) con una edad media (desviación estándar) de 66,8 (10,1) años. La PA sistólica media fue de 142,7 (17,9) mmHg y la diastólica, de 81,8 (11,3) mmHg. El 99,7% de los pacientes estaba tomando al menos un antihipertensivo, siendo el más frecuente los bloqueadores beta (67,1%), seguido de los antagonistas del calcio (44,4%), los inhibidores de la enzima conversiva de la angiotenina (43,5%), los diuréticos (35,1%), los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (32,8%) y los bloqueadores alfa (4,3%). El 40,5% tenía la PA controlada. Sin embargo, al analizar la percepción que tenían los cardiólogos y los mismos pacientes del grado de control de la PA, los médicos consideraban que el 55,5% de sus pacientes tenía la PA bien controlada, cifra que aumentaba hasta el 75,5% cuando eran éstos los que valoraban su propio grado de control (fig. 1). La inercia terapéutica supone una de las principales causas de fracaso en el control de la hipertensión arterial. Los pacientes que no alcanzan los objetivos de PA se encuentran insuficientemente tratados y, sin embargo, un número significativo de médicos no realizan ningún cambio en su actitud terapéutica3. El estudio PRESENAP6, que analizó el grado de consecución de objetivos de control de los factores de riesgo en prevención secundaria de los pacientes que habían tenido un episodio coronario, señaló cómo los médicos cuyos objetivos planteados eran más adecuados y los que estaban satisfechos con los resultados obtenidos, se relacionaron con una mayor probabilidad de alcanzar un control óptimo de los factores de riesgo. Nuestros datos indican que los médicos, pero sobre todo los pacientes, tienen una percepción excesivamente positiva sobre el grado de control de PA de los segundos. Esto podría explicar en parte esta tendencia a no introducir cambios en el tratamiento. Pacientes 75,5% Médicos 55,8% Realidad 40,5% 0 20 40 60 Porcentaje 80 100 Fig. 1. Estimación del grado de control de presión arterial según los médicos y los pacientes y comparación con la tasa real de control. Sin embargo, una limitación importante a la que se enfrentan los médicos es la medición de la PA en la consulta, ya que una excesiva reacción de alerta en el paciente disminuiría la validez de la determinación. Para reducir esta limitación, en nuestro estudio se fue muy cuidadoso con la medida de la PA y se siguieron escrupulosamente las recomendaciones vigentes1,5. En consecuencia, son necesarios más esfuerzos encaminados a que tanto los médicos como los pacientes sean más conscientes de cuáles son los objetivos reales de control de PA a fin de efectuar un manejo más adecuado de la hipertensión arterial y conseguir que disminuyan actitudes tan negativas para el paciente, como es la inercia terapéutica. Vivencio Barrios y Carlos Escobar Instituto de Enfermedades del Corazón. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. España. 1. Mancia G, De Backer G, Dominiczak A, Cifkova R, Fagard R, Germano G, et al. 2007 guidelines for the management of arterial hypertension: the Task Force for the Management of Arterial Hypertension of the European Society of Hypertension (ESH) and of the European Society of Cardiology (ESC). J Hypertens. 2007;25:1105-87. 2. Barrios V, Banegas JR, Ruilope LM, Rodicio JL. Evolution of blood pressure control in Spain. J Hypertens. 2007;25:1975-7. 3. Basile J, Black HR, Flack JM, Izzo JL Jr. The role of therapeutic inertia and the use of fixed-dose combination therapy in the management of hypertension. J Clin Hypertens (Greenwich). 2007; 9:636-45. 4. Barrios V, Escobar C, Bertomeu V, Murga N, De Pablo C, Calderón A, et al. Control de los factores de riesgo en los pacientes hipertensos con cardiopatía isquémica crónica atendidos en las consultas de cardiología. Estudio CINHTIA. Eur Heart J. 2007;28:867. 5. European Society of Hypertension-European Society of Cardiology Guidelines Committee. 2003 European Society of Hypertension – European Society of Cardiology guidelines for the management of arterial hypertension. J Hypertens. 2003; 21:1011-53. 6. Tranche S, López I, Mostaza JM, Soler B, Mantilla MT, Taboada M, et al. Control de factores de riesgo coronario en prevención secundaria: estudio PRESENAP. Med Clin (Barc). 2006;127: 765-9. Med Clin (Barc). 2008;131(5):196-7 197