Efecto Mariposa

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ENIGMAS
1
Carlos R. Cengarle
Efecto Mariposa
M
uchos son los que me miran y se alegran.
El amarillo hasta se pelea con el rojo y el celeste,
pues cada uno me busca vestir a su manera. No
hay nadie que se quede indiferente y todos
voltean su mirada ante mi fugaz presencia. Soy
frágil y vistosa mariposa, y eso me hace
demasiado fuerte.
Soy el rostro de una sombra muy sutil, que pasa
rauda y que les va como gritando a todos en sus mas íntimos recuerdos. Soy la que ahora se
transforma en un adiós eterno, en una despedida que nunca más se ha de terminar. ¡Si hasta los
vientos y las noches secuestraron a mi alma y se la llevaron con ellos, a sus lugares tan cambiantes,
siempre tan cambiantes!
Es que no todo es adquirir seguridad o libertad en esta vida. También existen las cosas importantes
como lo son las nubes, los amaneceres, las estrellas y la misma lluvia. Y además existe el silencio,
esa hermosura de música tan viva que nunca puede agregarse a los cantos ni expresarse en los
poemas.
Si no fuese lo que soy, hubiese querido ser un río. Un río que vuela hacia el mar o tan solo, hacia
una perdida laguna ¡Qué más da!. Qué más da, si basta con ser río, para ser capaz de cantar y cantar
de la alegría entre sus piedras. O qué más da, si se puede llegar a escribir los poemas y las prosas,
en ese tono que fluye como un río limpio, de profundo lecho suave, y sin las rudas asperezas de las
comas, del punto seguido o del punto y aparte.
Aunque a veces la soledad me acompaña, muchas otras me lo confunde a todo, pues mientras me
asaltan esos sueños que parecen realidades, otras veces me invaden realidades, que se parecen
demasiado a pesadillas.
No sé, no lo sé, no sé. No sé muy bien si lo que estoy escribiendo se lo estoy dedicando a alguien, o
si ese alguien me lo esta dedicando a mi. No sé si soy el lector de esto que ahora alguien esta
leyendo, o si tan solo soy el escritor de esto que ahora alguien esta escribiendo. No sé si soy quien
inspira a aquel que me describe, o si soy el que describe a aquel que yo lo inspiro. No sé, no sé si
hay alguien que me habita y si acaso escribo para él, o si solo escribo yo, para reencontrarme con
mi mismo.
Es que por delante de mi cara se pasean ejemplares de todas las especies de fantasmas. Son los
fantasmas del amor con sus mil caras, o es el tétrico fantasma indiferente del porvenir, que se torna
a cada instante en un pálido recuerdo. Fantasmas del miedo y de la angustia. Fantasmas de la
soledad y de la inevitable muerte. Fantasmas, fantasmas y fantasmas.
ENIGMAS
Carlos R. Cengarle
2
Armonías y conflictos, para poder ocupar un lugar en el lenguaje. Viviendo un huracán entre mis
dientes, mientras que un gato azul se pasea displicente en los tejados de aquel barrio. Imágenes de
una memoria atravesada, entre mil formas y colores, que me van rememorando el paso de la
historia que ya es mía para siempre. Hasta mis lagrimas se me llenan de colores del más puro arco
iris.
Se me torna indecible esta naturaleza intervenida que me destila el vino puro del humor y de la
música. Es que lo escucho a mi cuerpo pedirme sensaciones, mientras me gritan los músculos,
pidiéndome más y más la danza. Y me desplazo por el aire en un movimiento puro, en una razón de
ser en mi misma, aunque me siento cuarteada en la amargura.
Y posada entre las hojas más verdes de una verde madreselva, hoy me siento plena, más plena que
nunca. El sol reluce de soberbia y palpita de calor en el espacio azul del cielo. El viento se acostó a
dormir la siesta y las nubes inmóviles, también amenazan con dormirse. Solo me llegan los breves
trinos de algún pájaro que habla en frases cortas. Se alza lento y solemne el silencio majestuoso,
imponente, entre el calor y la quietud de las primeras horas de la tarde... Todo, todo es quietud,
serenidad.
Erguida y tiesa en mis patas de vanidosa mariposa, aleteo con todas las fuerzas de mis alas,
pintadas en colores muy brillantes, en señal de humilde gratitud por toda la belleza de este mundo...
y aleteo, aleteo, aleteo.
Pero... ¡Oh, sorpresa! mi aleteo asusta a otra mariposa que estaba dormitando a mi lado, la cual
levanta vuelo en su terror. Y ésta es seguida por las otras, y por otras y por otras muchas, muchas
más... lo cual sumadas en todo su temblor, sacuden a diminutas ramas, y estas ramas a otras ramas
más grandes todavía, despertándolo así a un pobre pájaro asustado, que por las dudas, también
remonta desesperado en un vuelo a cualquier parte.
Y a él se le suman otros pájaros más, y más, y más, en la loca carrera del escapar sin saber adonde
ni por qué. El cielo, de golpe, se cubre todo de aves espantadas. El bosque, que reposaba en el
mayor de los silencios, ahora se le llenó de trinos que se han tornado cantos, de un peligro que no
se ve pero que en alguna parte acecha.
Un leopardo muy alerta levanta su cabeza desafiante, luego lo siguen las asustadizas hienas que
babean y hasta los más pesados elefantes, que se levantan de su obligada siesta... y se agregan y
agregan animales de todos los pelajes y colores, sumándose a la monumental estampida que surge
de la nada. Unos corren y otros corren, porque aquellos muchos corren, y ninguno sabe bien
porqué. Y se van sumando más y más...y más.
El polvo que se levanta de tantas y tantas corridas de ida y vuelta, oculta al ofendido sol, que
apenas se lo adivina como a un circulo naranja. El polvo no los deja respirar a los asustados
animales, pero ha bajado la temperatura a lo largo y a lo ancho de lo que esa nube cubre. Y baja y
seguirá bajando, hasta que la diferencia de temperatura se hace consistente, y comienzan a soplar
los vientos, movidos por la diferencias de presión y de temperaturas. Primero son muy lentos,
suaves, pero se van haciendo fuertes...
Un frente frío que aguardaba a la distancia de muchos, muchos kilómetros, termino atraído por el
vaivén de esas temperaturas alcanzadas. Igual sucede con otro frente más caliente... Y al final el
choque de los frentes, del frío y del calor, del calor y de los fríos, que se hace cada vez más y más
intenso, impetuoso, majestuoso.
ENIGMAS
Carlos R. Cengarle
3
Soplan y más soplan, entre silbidos y rugientes, bramando, como buscando imponerse el uno sobre
el otro ... hasta que se abrazan y giran, danzando en un infernal abrazo que busca al cielo en un
espiral infinito, que va buscando a los cielos pero sin perder el contacto con el suelo...
Es un endiablado remolino, es una tromba que camina, sembrando a su paso la muerte y
destrucción. Es un mensaje de terror, un aborto de la naturaleza misma, un accidente cósmico, una
muerte que silba y que brama y que llega girando entre silbantes vorticelas...
Y avanza el huracán sembrando su terror, con su ojo que va siendo el testigo de la destrucción que
el mismo hace. Se siente más que fuerte, se siente más que imparable, se siente que lo domina a
todo. Y sopla, brama y ruge... más y más.
Cortazar se queda callado, enciende un cigarrillo y mira. Solo Borges, con su voz cancina, comenta
con una sonrisa - pero mira vos, una mariposa tan pequeña y el lío mayúsculo que desencadenó.
Nada hay como la realidad para sorprendernos...
Ahora no hay nadie que se quede indiferente y todos voltean su mirada ante mi fugaz presencia.
Soy frágil y vistosa mariposa, y eso me hace demasiado fuerte.
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