el plano real e imaginario en la dama duende

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Revista destiempos.com I Año 4 I Número 20 I
EL PLANO REAL E IMAGINARIO EN LA DAMA DUENDE
María del Carmen Vera López
Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa
L
a dama duende, de Calderón de la Barca, ha sido considerada una
comedia “ligera” en función de la trascendencia de otras obras
como La vida es sueño; tal vez se deba al
carácter de enredo
cómico que parece enviar un mensaje superfluo al espectador. Sin
embargo, “es evidente que el frívolo enredo de La dama duende disimula
un fondo serio de crítica. El jovial autor, a punto de madurar en aquel
clima propicio a los genios, se hallaba en un singular momento histórico,
cuando todas las artes concurrieron para prolongar el postrer fulgor de la
grandeza española.” 1 John E. Varey ha expuesto la cercanía entre
la
comedia y el drama:
En 1966 publicó Bruce Wardropper un artículo titulado
«Calderon’s Comedy and His Serious Sense of Life» donde ve
en el fondo de las comedias las mismas preocupaciones que
en
los
dramas,
aunque
en
aquéllas
las
situaciones
problemáticas con la cuales tienen que enfrentarse los
protagonistas llevan a risa más bien que a una reacción
patética de parte del público. Pero en el fondo, tanto
comedias como dramas se basan en la misma cosmovisión. 2
Ambos supuestos me hacen pensar cuál puede ser la crítica y
cosmovisión implícitas en la obra; partiendo de aquí hago mi lectura: el ser
Alyce de Kuehne, “Los planos de la realidad aparente y la realidad auténtica en La Dama Duende
de Calderón,” Pacific Coast Philology, 2 (1967), p. 40.
2 Bruce W. Wardropper, en Jhon E. Varey, Cosmovisión y escenografía: el teatro español en el Siglo
de Oro , Castalia, 1987 p. 319.
1
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humano como causa y efecto de ambos planos. Esta hipótesis la pretendo
mostrar a través del análisis textual en donde dichos planos convergen, o
mejor dicho, se superponen y desvanecen dentro del argumento. Me
parece pertinente señalar que el autor siempre deja la ventana del
conocimiento abierta a la mirada del espectador, de tal forma, que ante los
enredos y suposiciones ocurridas; éste siempre tiene superioridad. 3
La obra de Calderón ha sido estudiada tardíamente pese al gran éxito
obtenido en las representaciones y transmisión textual de su época, un
estudio hecho por Fernando Doménech sobre la representación en Europa
en los siglos XVII y XVIII de obras con la influencia de La dama duende
muestra la gran influencia que ésta tuvo:
La dama duende tuvo un éxito extraordinario fuera de
nuestras
fronteras
desde
el
mismo
instante
de
su
publicación en 1636. En Francia se produjo una imitación
casi inmediata, la comedia L’espirit follet, de Antoine Le
Metel d’Ouville representada durante la temporada 16381639. Mayor fue el éxito que consiguió una nueva versión
del texto calderoniano, L’espirit follet ou La dame invisible de
Noel de Hauteroche. No tardaron tampoco en aparecer
versiones de la dama duende en Italia, donde la influencia
de la «comedia nueva» fue enorme, especialmente a partir de
la década de 1620.La corriente de «espíritus foletos» no se
quedo allí, en el año de 1733 una compañía italiana que
actuaba en Rusia , en la corte de la emperatriz Anna
Joannovna, hizo una Smeraldina , spirito folletto . A lo largo
de todo este recorrido la tradición de La Dama duende fue
Lillian von der Walde Moheno, “De desorden y trasgos en la dama duende” en Calderón 16002000.Jornadas de Investigación Calderoniana, ed. de Aurelio González, México, Colegio de México,
Centro de Estudios lingüísticos y literarios: Fondo Eulalio Ferrer, 2002. pp. 169-186.
3
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sufriendo una serie de modificaciones que transformaron la
comedia de Calderón en algo muy distinto. 4
Fausta Antonucci realiza una investigación sobre la transmisión
textual de la obra que hasta el día de hoy tiene ediciones con algunas
variantes entre sí; sin poderse afirmar fehacientemente la fecha de
composición del texto. El único dato certero es respecto de la impresión
príncipe (1636 ) , de la Primera parte de comedias de don Pedro Calderón
de la Barca, recogidas por don José Calderón de la Barca, su hermano y
publicadas por María de Quiñones en Madrid. 5
Como parte de los estudios hechos en la actualidad, la crítica ha
tratado de encontrar semejanzas estructurales entre las diversas obras de
nuestro autor. Con el riesgo que la generalidad puede traer, Domingo
Ynduráin sintetiza las diversas opiniones en la siguiente:
Cabe distinguir dos ejes. Por una parte el horizontal, esto es,
el encadenamiento de causas y efectos que constituye el
argumento de las obras, cuyo denominador común es el
racionalismo lógico y la responsabilidad moral, y el libre
albedrío solicitado por las pasiones y la gracia en cuanto
motor de la acción. Por otra parte tenemos el eje vertical, en
que se integran las unidades mayores (ideología o teología) y
menores (rasgos de estilo), de manera que el eje horizontal
sería también un corte en la organización vertical. 6
Estas
abstracciones
resultan
útiles
para
comprender
macroestructura del texto, las coordenadas: trama ―ideolog
ía,
la
trama
―
Fernando Doménech Rico, “sobre los orígenes italianos de la comedia de magia” Cuadernos
Dieciochistas: 6 (2005), pp. 284 - 285.
5 Fausta Antonucci, “Contribución al estudio de la historia textual de La dama duende” Criticón
:78(2000), p.109-136.
6 Domingo Ynduráin, “Calderón” en Francisco Rico (dir.), Historia y crítica de la literatura española,
t.III, Siglos de Oro: Barroco, Barcelona, Crítica, 1980, p.748.
4
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estilo literario; me parece que aún nos encontramos en la superficie
textual por lo cual no se resuelve el cruce de las dos perspectivas (real e
imaginaria); será entonces necesario conocer algo de la ideología y el estilo
característico de Calderón y su tiempo, es decir el Barroco.
Para Ciriaco Morón, la filosofía de Calderón está definida por la duda
del entendimiento: es enfrentarme yo conmigo mismo y no saber quién soy
ni qué soy. Es para Calderón la duda existencial, duda sobre la realidad y
sobre las posibilidades del conocimiento mismo del yo.” 7 No me atrevería a
aseverar que sea la única perspectiva sobre la filosofía de la obra, ya que
por la naturaleza del tema hay muchas aristas confluyendo en ello. Por
citar algunos datos que me parecen importantes, recordaré el amplio
conocimiento en teología y derecho que Calderón poseía; sus propias
experiencias de vida, los primeros pasos que hacia la ciencia daba
Europa, el espíritu que embargaba a los hombres de aquel tiempo y que
Descartes recogería en su Discurso del método posteriormente; dando al
entendimiento la solución a los problemas de los sentidos. Por tanto, todos
estos hechos pueden verse reflejados en la ideología del autor y en las
líneas del texto.
Domingo Ynduráin define la visión teológica de Calderón como “un
sistema
que,
desde
la
unidad
de
Dios,
se
manifiesta
en
capas
descendentes, hasta el hombre, hasta la realidad material”. 8
Los rasgos estilísticos son estudiados por Helmut Hatzfeld que define
el mundo poético del Calderón como el resultado de una serie de eventos
que comienzan con la imagen fragmentada, en perspectivas, como visto a
través de un prisma; la visión rota se corresponde con la paradoja de la
existencia según la consideración cristiana; esta paradoja se vuelve sobre
Ciriaco Morón Arroyo , Calderón :Pensamiento y teatro, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo,
1982, p.40
8 Domingo Ynduráin, op.cit. p. 748-749.
7
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los planos psicológico y moral que provocan la tensión entre dos actitudes
opuestas que dan origen al engaño –desengaño. 9
Todos los elementos expuestos han sido hasta ahora extradiegéticos
y la finalidad de presentarlos es sentar las bases del tema objeto de
estudio.
La obra lleva por título La dama duende, vocablos que reflejan desde
su comienzo, las dos caras en una misma persona y un interesante juego
textual. Así, según el diccionario Academia de Autoridades de 1732 dama
y duende significan respectivamente:
DAMA. Muger hermosa y bizarra, que ostenta lozanía y
belleza. Covarr. dá muchas y varias etymologías a esta voz,
según sus varias significaciones; pero parece verisimil venga
de la voz Griega domar, que según Aldréte vale Doncella que
está para casarse […]
Comúnmente se significa por esta voz cualquier señora
noble, de calidad conocida, que no tenga mucha edád […]
Se llama en Palacio, y en las casas de las grandes Señoras,
la criada de estimación que nunca sirve en oficios baxos, ni
se ocupa en haciendas de la casa: siendo solo de su
obligación asistir inmediatamente a la persona Real, o a su
Señora […]
DUENDE. Espécie de trasgo ù demónio, que por infestar
ordinariamente las casas, se llama assi. Puede derivarse
este nombre de la palabra Duar, que en Arábigo vale lo
mismo que Casa. 10
Helmut Hatzfeld, “Lo que es Barroco en Calderón”en Hacia Calderón Segundo Coloquio
Anglogermano (Hamburgo 1970), Nueva York, Walter de Gruyter, 1973, pp. 35-48.
10 Diccionario de Autoridades, Tomo III, Real Academia Española, p. 3, 347, 2.
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De estos datos obtenemos una oposición semántica entre dama y duende;
la primera signo de belleza, juventud y virtuosidad vs. lo demoníaco,
desorden y otros aspectos negativos asociados en el segundo caso; es decir
se asocia lo femenino a lo diabólico en un solo personaje: la dama.
Hay otra definición de dama que se refiere a las criadas de grandes
señoras que gozaban de estimación, en el caso de la obra este sustantivo
aplicaría para Isabel y con ello, creo, apoyaría la tesis de la profesora
Lillian von der Walde que sostiene esencialmente que la verdadera duende
es Isabel, debido a que sus acciones se identifican con las de un duende:
hace travesuras, roba dinero, golpea, etc. y la correlación de esto con la
descodificación errónea de Cosme. 11
¡Buen inicio! para una obra en donde el autor va a utilizar como
recurso literario a lo largo de ella los juegos semánticos que enriquecen el
topos ser y parecer.
Para Valbuena Briones hablar de Calderón de la Barca significa
bordear una existencia que se apoya en la intersección de dos planos: el de
la realidad y el de la fantasía. Tanto la fantasía como la realidad son
experiencias vitales que se han encontrado. 12
Agregaría que esta dualidad no se limita al terreno de lo mágico o
sobrenatural que la presencia del duende puede representar, sino que la
encontramos desde el título y se va extendiendo por todo el texto
incluyendo espacio, tiempo, ambiente y por supuesto los personajes,
concepto en el que centraré mi análisis.
No creo que sólo Ángela oscile dentro de estos dos planos como lo ha
dicho la crítica relacionándola con el duende, me parece que cada
personaje tiene sus dos realidades, o sus dos planos como lo propongo, la
que parece ser y la que es ―el m
ágico y el real
― ; “a trav
és de la idea
aceptada o negada de la presencia del duende, indirectamente el autor
Véase Lillian von der Walde Moheno, op.cit.
Ángel Valbuena Briones “Prólogo” a Calderón de la Barca Comedias de capa y espada, Madrid,
Espasa-.Calpe, 1973, p. VII.
11
12
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subraya el descontrol que surge en la vida ordenada, y la dificultad que
existe para ponerla en su lugar mediante el ejercicio racional o con algún
tipo de acción humana, puesto que las apariencias engañan.” 13 Este
desengaño constante dota a los personajes de una profunda psicología que
no se limita tampoco a la honra, como lo han señalado.
En la primera jornada tenemos bastantes elementos de análisis que
lo muestran y se repetirán en las siguientes jornadas. Como ejemplo
tenemos: con la llegada de Don Manuel a la ciudad de Madrid inferimos la
decepción de éste por no haber llegado a tiempo “por una hora” a las
fiestas del bautizo de Baltasar, después la confusión por el encuentro con
la “tapada” y posteriormente la tristeza por haber tenido que pelear a su
llegada. Estas situaciones en las que se involucran el lugar, el tiempo y los
otros personajes, tienen en común el ser y el parecer; por lo tanto, el plano
real y el imaginario. Don Manuel imagina o desea llegar a la fiesta en
tiempo, imagina en qué situación se hallará la mujer que le pidió ayuda,
desea que la ciudad lo reciba bien, al ser él un forastero. Lo que el autor
determina como realidad y va mostrando al espectador es diferente: Don
Manuel llegó tarde, no conoce a la mujer ni el por qué
pide ayuda, la
ciudad lo recibe con una pelea en la que sale herido. Según mi lectura, el
ser y el parecer, lo real y lo imaginario no coinciden al exterior sólo en el
propio
Don Manuel que va de un plano al otro con cierto conflicto.
Considero que los siguientes versos pronunciados por Don Manuel
ejemplifican lo que como público percibimos como realidad:
Yendo hacia donde me dice
vi las galas y libreas,
e informado de la causa,
quise, aunque de paso, verlas.
Llegamos tarde en efeto,
13
Lillian von der Walde Moheno, op cit, p. 181.
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porque...
(Vv. 95-99) 14
En tanto que en los siguientes, si observamos con cuidado veremos el
verdadero yo de Don Manuel, sus deseos:
(Aparte)
¡Qué tristeza
me ha dado que me reciba
con sangre Madrid!
(V. 247)
En la primera jornada también se aprecia la convención y la realidad
en el criado Cosme y en Don Luis. Éste quiere conocer a la mujer
misteriosa pero en la realidad ella se escapa de él; quisiera desquitar su
coraje con el hombre que se interpuso en su camino, la realidad se lo niega
porque es el mejor amigo de su hermano; quisiera también enamorar a
Beatriz, la realidad: ella está enamorada de su hermano; quisiera que no
conociera o se acercara a su hermana hombre alguno, pero en la realidad
es que se conocen y se encuentran tan cerca que solo los separa una
alacena de cristal.
Nuevamente la técnica del aparte es clave para conocer el verdadero
sentir y pensar del personaje, en este caso de Don Luis:
(Aparte)
¡Qué pena
tengo de no haber podido
saber qué dama era aquélla!
(V. 250)
Pedro Calderón de la Barca Comedias de capa y espada, Madrid, Espasa-.Calpe, 1973. Las citas
de la obra las haré en delante de esta edición, por lo que sólo señalaré el número de verso
correspondiente.
14
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Cosme, además de oponerse a las características racionales de Don
Manuel, representa la otra perspectiva del honor, la de la vida cotidiana; la
del hombre que no es noble ni rico, que tiene que buscar su alimento y
seguridad, cayendo en la cobardía o socarronería; representa el papel
cómico por sus creencias e irracionalidad frente a lo que no comprende.
Aquí un punto importante a tratar es el recurso de la imaginación frente a
lo desconocido o las limitaciones “convencionales” –dentro de la propia
ficción- que no es exclusivo de Cosme. Para concluir con este personaje,
agregaré que su parecer es la explicación de las acciones mediante la
aparición de seres mágicos, la realidad es que éstos no existen.
Regresando
al
punto
de
la
imaginación,
no
sólo
elaborada
mentalmente sino llevada a la práctica, se convierte en una especie de
ficción “real” que comienza desde que Cosme literaliza el retraso de Don
Manuel, posteriormente con la quijotesca salvación de la dama en apuros y
la escena caballeresca del final entre Ángela y Beatriz representado ser
quienes no son en realidad.
Aprovecho para dar mi opinión sobre el personaje de Ángela y sus dos
realidades; algunos estudiosos del teatro han señalado repetidas veces el
papel de Ángela como mujer y duende, siendo este último la consecuencia
de la opresión que como viuda tenía .Es mediante el disfraz que se pude
dejar el luto de un año, entretenerse en “llorar toda la tarde”, en una
palabra: ser libre. (v.529 -530)
Si partimos de que Ángela no es el duende sino la personificación de
lo que la confusión creó y que este papel corresponde a Isabel; Ángela por
lo tanto no busca rebelarse contra la estricta guarda del honor, qué desea
entonces y quién es o quién parece ser. Citaré los versos dichos por Don
Luis para esclarecer esta situación:
A un corro me fui
de amigos, a donde vi
que alegres y lisonjeros
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los tenía una tapada,
a quien todos celebraron
lo que dijo, y alabaron
de entendida y sazonada.
(Vv. 474 - 480)
Con la ventaja que el autor nos da como lectores, sabemos que es a
Ángela a quien se refiere; entonces ¿en verdad Ángela estaba tan oprimida
para buscar liberarse tras un disfraz? Tal vez sí, pero no el de duende sino
tras el de viuda. Ángela no quería transformase en un ser mágico sino
actuar, representar una realidad imaginaria, divertirse haciendo teatro:
“busca que se la vea como « misteriosa » mujer; es mas, le agrada que se
la relacione con aventura caballeresca” 15.
De esto concluyo que es un personaje que aparentaba comportarse
como la convención social lo señalaba para las viudas, pero su realidad es
que se divertía, imaginaba, actuaba, jugaba, sentía curiosidad por el
hombre forastero - además de ser la iniciadora del desorden social que
origina toda la confusión-. Me parece que al contrario de otros personajes
el plano real y el mágico están invertidos en ella: es lo que nadie ve y
parece ser lo que en realidad no es.
Finalmente como conclusión e interpretación de la lectura, apuntaría
que la obra está construida en dos planos, el primero de ellos: un
macrocosmos textual que agrupa el universo mágico y el real, lo femenino
y lo masculino, el desorden y el orden; en el segundo subyace el
microcosmos textual en el que está la sociedad que juega al ser y al
parecer, el hombre que parece tener una realidad (yo externo) y es otra
distinta (yo interno).
Retomo la visión teológica de Calderón según Ynduráin para situar
al hombre en el último peldaño en la escalera divina, en él converge la
15
Lillian von der Walde Moheno, op cit. p.176.
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dualidad: ser / parecer asociada con un yo real (interno) y un yo ficticio
(externo) respectivamente .En donde el yo real está aprisionado y necesita
de la imaginación para liberarse, mientras que el yo ficticio necesita de la
teatralización para reafirmarse.
Al exteriorizarse son captados por la perspectiva del espectador que
determina como real la representación limitada por convencionalismos
sociales y como ficticio el yo imaginario, que paradójicamente es el más
real por estar más cercano a los deseos del hombre.
Esto marca una profunda psicología de los personajes, los humaniza
al dejar ambos planos en la misma esencia: la humana. Desde la
perspectiva autorial creo que tratar de diferenciarlos es un juego de
prismas que siempre ofrecerán una visión engañosa y fragmentada de la
realidad.
BIBLIOGRAFÍA
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Criticón, 78 (2000):109 -136.
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de la comedia de magia)” Cuadernos Dieciochistas, 6 (2005): 279-297.
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