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INFORME FINAL DE INVESTIGACIÓN
LOS RASGOS DE PERVERSIÓN EN LA NEUROSIS A PARTIR DE LA TEORÍA
PSICOANALÍTICA DE LA SEXUALIDAD INFANTIL
JOHN EDWARD FRANCO HERNÁNDEZ
PSICÓLOGO PRACTICANTE
X SEMESTRE
UNIVERSIDAD CATÓLICA POPULAR DEL RISARALDA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
PEREIRA- RISARALDA.
2010
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INFORME FINAL DE INVESTIGACIÓN
LOS RASGOS DE PERVERSIÓN EN LA NEUROSIS A PARTIR DE LA TEORÍA
PSICOANALÍTICA DE LA SEXUALIDAD INFANTIL
JOHN EDWARD FRANCO HERNÁNDEZ
PSICÓLOGO PRACTICANTE
X SEMESTRE
MÓNICA MARÍA PALACIO COLORADO
DIRECTORA DE TESIS
PSICÓLOGA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
DEA PSICOANÁLISIS: CONCEPTOS Y CLÍNICA UNIVERSIDAD DE PARIS
VIII FRANCIA
UNIVERSIDAD CATÓLICA POPULAR DEL RISARALDA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
PEREIRA- RISARALDA.
2010
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Dedicatoria
Esfuerzo, tenacidad, dedicación, rigurosidad y responsabilidad, valores que
posibilitan la trasformación del profesional.
Dedicado a mi familia por su apoyo incondicional, gracias por darme la
fuerza durante mi formación.
A la memoria de mí querida madre.
4
Agradecimientos
A Mónica M. Palacio por sus enseñanzas, su compañerismo, su amabilidad y
compromiso con el presente proyecto de grado.
A los profesores del programa de Psicología de UCPR Carlos A. Hurtado,
Ana Lucía Sanín, Ana Lucía Arango y Wilman Antonio Rodríguez.
Mí infinita gratitud al programa de Psicología de la UCPR por permitirme
ser partícipe de una formación pluralista, rigurosa y responsable.
5
“Todos los psiconeuróticos son personas con inclinaciones perversas muy
marcadas, pero reprimidas y devenidas inconscientes en el curso del
desarrollo. (…) Las fuerzas impulsoras para la formación de síntomas
histéricos no provienen sólo de la sexualidad normal, sino también de las
mociones perversas inconscientes” (Sigmund Freud, 1905a).
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CONTENIDO
Dedicatoria
Pág. 3
Agradecimientos
Pág. 4
Introducción
Pág. 8
Resumen
Pág. 10
1. DESCRIPCIÓN DEL ÁREA PROBLEMÁTICA
1.1 Antecedentes de investigación
Pág. 11
1.2 Planteamiento de la pregunta
Pág. 43
1.3 Justificación
Pág. 44
1.4 Objetivos
Pág. 48
1.4.1 Objetivo General
Pág. 48
1.4.2 Objetivos Específicos
Pág. 48
2. MARCO TEÓRICO
Pág. 49
Pág. 11
2.1 La sexualidad infantil: fuente esencial del psicoanálisis
2.1.1 Autoerótismo: “His majestic the baby”
2.1.2 La pulsión parcial
Pág. 50
Pág. 60
Pág. 63
2.1.3 Principio de subjetivación: el paso de la necesidad a la demanda
2.1.4 La latencia: un olvido parcial
2.2 La Neurosis
Pág. 71
Pág. 78
2.2.1 La Neurosis como el negativo de las Perversiones
Pág. 82
Pág. 67
7
2.3 Fantasma: Rasgo de perversión
3. METODOLOGÍA
Pág. 95
4. DISCUSIÓN
Pág. 101
5. CONCLUSIONES
Pág. 116
6. RECOMENDACIONES Pág. 122
7. BIBLIOGRAFÍA
Pág. 125
Pág. 87
8
Introducción
A continuación se presenta un trabajo de investigación que parte de los presupuestos
teóricos del Psicoanálisis acerca de la sexualidad infantil, tratando de evidenciar
conceptualmente la función de los rasgos de perversión en la neurosis. Antes que nada es
preciso afirmar que un proceso de investigación introduce al sujeto-investigador en la
dimensión de la pregunta, del cuestionamiento personal, de la búsqueda del conocimiento y
de la puesta en acto del deseo particular por saber. La investigación a través del tiempo ha
permitido el avance del hombre en sus diversas disciplinas. En este sentido, interrogar en la
sexualidad humana por la existencia de rasgos de perversión ha representado para el
Psicoanálisis fuente de descubriendo y fascinación.
La presente investigación de tipo monográfico, se adscribe al marco general de la
investigación cualitativa, denominada “Los rasgos de perversión en la Neurosis a partir de
la teoría psicoanalítica de la sexualidad infantil”, se sumerge en el campo de la sexualidad
humana, tomando como referencia los postulados teóricos de Sigmund Freud y Jacques
Lacan, autores centrales de la presente propuesta, que toma al Psicoanálisis como enfoque
teórico que direcciona las búsquedas investigativas y fue a partir del cual se buscó el
análisis de las funciones y las particularidades de mencionados rasgos en el sujeto
neurótico, partiendo de los presupuestos de la sexualidad infantil. El desarrollo de la
presente investigación, supuso un recorrido por diversos textos psicoanalíticos que siguen
una secuencia lógica y toma como herramienta metodológica el comentario de texto y la
revisión documental, desde una perspectiva argumentativa. En este sentido, las categorías
centrales que se trabajan en el presente documento son: la Sexualidad Infantil, los Rasgos
de perversión y la Neurosis. Categorías que lograron ser articuladas y puestas en tensión
bajo los presupuestos implicados en la investigación con el Psicoanálisis teórico.
La importancia del estudio de la sexualidad humana, es un elemento esencial para
la presente investigación. La sexualidad es un tema que debe ser investigado hasta sus
9
últimos límites, es en esta vía que el Psicoanálisis ha logrado construir un acervo de
conceptos que parten de la investigación de los procesos psíquicos inconscientes y develan
las formas en las cuales los seres humanas apelan para la realización de su vida amorosa y
la posibilidad de establecer vínculos con las demás personas a partir de ligazones afectivas.
De ahí que desde dicho enfoque teórico resulte imprescindible interrogar los textos y
exponer sus interpretaciones acerca de la sexualidad. Interpretaciones que convocan al
análisis riguroso de los contenidos que allí se desarrollan, no presuponiendo respuestas
generalizables, sino entendiendo la importancia de la singularidad del sujeto en el
desarrollo de la dimensión sexual. Una dimensión que ha sido estudiada a través de los
años por el Psicoanálisis, dimensión que ha sido descuidada por muchos campos del
conocimiento, pero que el Psicoanálisis rescata y saca a la luz mediante la investigación
clínica.
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Resumen
El presente documento de investigación, se centra en el análisis de los Rasgos de Perversión en la
Neurosis a partir de los postulados psicoanalíticos de la sexualidad infantil. Las categorías centrales
de la presente investigación son las siguientes: Sexualidad infantil, Rasgos de perversión y
Neurosis. En un primer apartado, se incluye la Descripción del área problemática, en la cual se
identifican los siguientes puntos: Antecedentes de investigación, Planteamiento de la pregunta,
Justificación y los Objetivos de la investigación. En un segundo apartado se hace referencia al
Marco teórico en el cual se desarrollan y articulas las categorías conceptuales principales y otras
sub-categorías emergentes, tales como: el autoerotismo, la pulsión parcial, la disposición perversapolimorfa, la elección de objeto, la latencia entre otras. Un tercer apartado se delimita en la
metodología aclarando que la presente investigación se adscribe al marco general de la
investigación cualitativa del tipo monográfico. En un cuarto apartado se desarrolla la Discusión,
donde se establece la función de los rasgos de perversión en la neurosis y sus implicaciones en la
subjetividad. Finalmente se incluyen las Conclusiones y Recomendaciones de la presente
investigación.
Abstrac
This research document focuses on the analysis of Perversion traits in the Neurosis from the
psychoanalytic postulates of infantile sexuality. The central categories of this investigation are:
child sexual perversion and Neurosis traits. In the first section, includes a description of the
problem area, which identifies the following: Background Investigation, Raising the question,
rationale and objectives of the investigation. The second section refers to the theoretical framework
in which to develop and articulate the main conceptual categories and other emerging subcategories, such as auto-eroticism, the partial pultion, the provision polymorphous perverse ", the
choice of object, latency among others. A third section outlines the methodology clear that this
investigation is assigned to the general framework of qualitative research monograph. In a fourth
section develops the discussion, establishing the role of the traits of perversion in neurosis and its
implications for subjectivity. Finally we include the conclusions and recommendations of this
research.
Palabras clave: Sexualidad infantil, Rasgo de perversión, Neurosis, Pulsión parcial, Fantasma.
Key words: Infantile sexuality, Trait Perversion, Neurosis, Partial pultion, Ghost.
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TITULO DE INVESTIGACIÓN
“LOS RASGOS DE PERVERSIÓN EN LA NEUROSIS A PARTIR DE LA TEORÍA
PSICOANALÍTICA DE LA SEXUALIDAD INFANTIL”
1. DESCRIPCIÓN DEL ÁREA PROBLEMÁTICA
1.1 Antecedentes de investigación
El psicoanálisis es una teoría que desde su origen se ha circunscrito en el campo de la
investigación clínica, centrando sus estudios en los fundamentos de los procesos psíquicos
inconscientes. En este sentido, los planteamientos de Sigmund Freud, hicieron de la
investigación parte estructural del Psicoanálisis. Al respecto Freud (1912a) en el texto
denominado “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” señala: “La
coincidencia de investigación y tratamiento en el trabajo analítico es sin duda uno de los
títulos de gloria de éste ultimo” (p: 114). Campo del cual recoge experiencias particulares
que dan testimonio, de las implicaciones de la sexualidad infantil como traumática en los
seres humanos y permiten cuestionar sus manifestaciones, funciones y particulares modos
de realización, en los que se ve implicado el sujeto en una dimensión del acto en la relación
sexual.
De tal manera, la investigación llevada a cabo por el psicoanálisis ha puesto a la
sexualidad en un lugar privilegiado, conduciendo a la disciplina a ocuparse de un tema
cuya existencia no se pensaba. Fue así como la ciencia planteaba el comienzo de la vida
sexual con la pubertad, mientras que eventuales exteriorizaciones de sexualidad en la
infancia eran consideradas y calificadas como extraños síntomas de anticipación anormal
de la función sexual, de carácter psicopatológico que remitían a la degeneración.
12
A partir de la investigación psicoanalítica se evidenciaron una multiplicidad de
fenómenos de carácter sexual, completamente singulares, puestos en acto por sujetos
considerados con perturbaciones neuróticas, que hicieron preciso un análisis profundo de
las implicaciones de la sexualidad en la construcción del psiquismo de los seres humanos.
Sigmund Freud fue uno de los grandes pioneros en el entendimiento, de la relación del
inconsciente con la sexualidad, develó el deseo inconsciente marcado por el imperio de la
pulsión sexual. Así pues, por una parte se hizo necesario hacer coincidir en el niño el
comienzo de la función sexual; dado que en fases tempranas del desarrollo, se identificaron
exteriorizaciones de índole sexual que resultaban extrañas para la ciencia, y por otro lado
se requirió ampliar el concepto de sexualidad.
Sexualidad que a la vez le permite a Sigmund Freud, develar aquellos rasgos de
perversión en la neurosis, a partir de los hallazgos en el campo de la sexualidad humana;
los cuales fueron observados por Freud, en una variada forma de manifestaciones clínicas
que para la época victoriana, se consideraban como “desviaciones con respecto a la
norma”. Freud descubre que no hay norma alguna para la sexualidad. En este sentido, poco
a poco, y sólo a partir de la investigación psicoanalítica, ésta enseña cómo para el
psicoanálisis los rasgos de perversión poseen una articulación lógica que deviene del
inconsciente, de ahí que no se tomen dichos rasgos como elementos aislados, signos de
degeneración o cualquier tipo de psicopatología. En este sentido, la sexualidad infantil
mostró en muchos aspectos un cuadro diverso que la de los adultos, y sorprendió encontrar
en ella numerosos rasgos de perversión.
Bajo estas premisas iniciales, se da inicio al desarrollo del presente proyecto de
investigación llamado los Rasgos de Perversión en la Neurosis a partir de la teoría
Psicoanalítica de la Sexualidad infantil; como propuesta que surge de mi interés por el
Psicoanálisis, tanto en el dispositivo analítico, como en la práctica clínica. Rasgos de
perversión, que poseen diversas particularidades y que operan en una lógica que deviene de
los procesos psíquicos inconscientes.
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Dicho interés por los rasgos de perversión en la Neurosis, fue puesto en tensión, en
una dialéctica de investigación desde la perspectiva del psicoanálisis teórico, que se
inscribe en el marco general de la investigación cualitativa, donde se tuvo en consideración
la contextualización histórica de los textos, o bien, marcos interpretativos a tratar, y sobre
todo buscando las relaciones implicadas entre los rasgos de perversión y la neurosis, lo
cual supuso para la presente investigación el análisis de las encrucijadas teóricas y
categorías conceptuales que emergieron en el recorrido investigativo, buscando posibles
caminos de interpretación y de igual forma partiendo de los postulados de la teoría
Psicoanalítica de la Sexualidad Infantil.
En este sentido, resulta enriquecedor el panorama de antecedentes que a partir de
las teorías de Sigmund Freud y Jaques Lacan (Autores centrales en la presente propuesta),
se plantean en relación a los rasgos de perversión en la neurosis, posibilitando el análisis de
sus funciones a partir de la construcción de la sexualidad. Es así como desde la perspectiva
psicoanalítica, la sexualidad se delimita como una huella que perdura imborrable en el
sujeto, sexualidad que a su vez implica el encuentro con lo traumático, con lo real de la
pulsión; un exceso que se manifiesta retroactivamente, es decir, a posterior de forma
sintomática y angustiosa en la vida del adulto.
Como se mencionaba con antelación, es a partir de la investigación en el dispositivo
clínico, que el psicoanálisis ha contribuido al conocimiento sobre la génesis de las
perversiones sexuales, la causalidad psíquica de ciertas “desviaciones”, consideradas en su
momento por Freud y el análisis de las conductas de los invertidos, dando testimonio de
los efectos de la sexualidad en la construcción del sujeto a posteriori, de ahí que en
psicoanálisis opere desde cualquier perspectiva: una lógica en dos tiempos.
En este punto se debe considerar, antes de iniciar el recorrido por los antecedentes
teóricos de la presente propuesta, la importancia de reconocer que el sujeto del
14
inconsciente, supone una lógica que dilucida uno de sus fundamentos esenciales, en el cual
el psiquismo se constituye de manera central en los primeros años de infancia. Este sujeto
no se orienta o delimita por la cronología en términos del desarrollo, o si se quiere de la
evolución del Yo, más bien se inscribe en el registro de una realidad psíquica particular
que deviene del inconsciente y de la cual dependen sus elecciones. Este sujeto va más allá
de los límites del desarrollo, es un sujeto sexualmente activo en la infancia, en tanto
marcado por la fuerza imperante de la pulsión que se inscribe en la lógica del lenguaje.
Poco a poco Sigmund Freud en su investigación se introduce en el descubrimiento
de los denominados Rasgos de perversión, descubriendo como arqueólogo los rasgos
primitivos, originarios, de carácter inconsciente, que relacionan a las perversiones con la
vida sexual normal y que privilegian el estatuto de la sexualidad tanto en la infancia como
en todo el devenir del sujeto. Es así como en el texto sobre “la Etiología de la Histeria”
(1896a) las comunicaciones de Freud sobre ciertas vivencias sexuales infantiles, fueron
punto de análisis importante del origen de las psiconeurosis; estas vivencias de carácter
sexual, fueron encontradas en pacientes histéricas que sufrían de diversas sintomatologías.
Lo característico refiere Freud acerca del contenido de estos recuerdos, es que corresponde
a retoños de recuerdos de eficiencia inconsciente que comportan un contenido de
perversión, que posteriormente al caer bajo el efecto de la represión (Proceso primario)
deviene como formación sustitutiva en síntomas.
En esta lógica Freud (1896a) establece lo siguiente: “Tenemos razones para admitir
una represión originaria, una primera fase de la represión, consiste en que al representante
psíquico (representante de la representación) de la pulsión se le ve negado el acceso a lo
consciente” (p: 233). En este texto se hayan elementos que permiten relacionar los rasgos
de perversión en la histeria con la formación de síntomas, en tanto que éstos derivan su
determinismo de ciertas vivencias de eficacia traumática, que como refiere Freud
comportan en su ceno un contenido de perversión, los cuales se trasmudan en síntomas
reproducidos en la vida psíquica del adulto como un retorno de lo reprimido, aquello que
15
por su contenido sexual es rechazado de la consciencia por efecto de la represión,
mecanismo fundamental en la neurosis. Además este texto permite establecer la
importancia de la sexualidad infantil como productora de síntomas, al respecto Freud
(1896a) plantea: “No importa el caso o el síntoma del cual uno haya partido, infaliblemente
se termina por llegar al ámbito del vivenciar sexual. Así se habría descubierto, por primera
vez, una condición etiológica de los síntomas histéricos” (p: 198).
De este modo, la preexistencia de vivencias sexuales infantiles entra en conflicto
con mecanismos defensivos, este proceso es descrito por Freud, como condición
indispensable de la causación de la neurosis, para que luego del paso por la sexualidad
infantil, se enfrenten con las barreras que imponen un nuevo grupo de resistencias1. Sobre
estas resistencias Freud señala, en el texto “Las nuevas puntualizaciones sobre las
psiconeurosis de defensa” (1896b), que acontecen bajo tres fases lógicas de subjetivación;
la construcción de la defensa se organiza, así: en una primera fase determinada por la
inmoralidad infantil, en la cual ocurren sucesos que van a determinar elecciones
posteriores en el sujeto, la falta de inhibiciones procura el acceso a la satisfacción a través
de objetos de forma parcializada y autoerótica; una segunda fase de la defensa en la
neurosis, se establece un nexo de representación - operando por el mecanismo de la
represión-, entre un recuerdo de una vivencia placentera y el reproche que instauró el
principio de realidad, a esta operación se le denomina, el proceso defensivo primario, y del
cual como resultado se obtiene una sustitución del reproche por el síntoma, en el proceso
de sustitución se da la tercera fase, donde se trasmuta el reproche por el síntoma, como
forma de defensa del sujeto frente al exceso de satisfacción de la vivencia sexual (Freud,
1896b). En este sentido, la lógica misma del síntoma es articulada en Freud como
correlativa a un contenido de perversión inherente a las mociones pulsionales, pero al cual
en la neurosis, se le impone una defensa, desde esta perspectiva Freud considera la causa
de la neurosis, un modo de defensa frente a la angustia, esta tesis tendrá luego otras
particularidades.
1
Sobre este grupo de resistencias denominado por Freud “diques anímicos”: el sentimiento de asco,
vergüenza y el sentimiento de culpa, se encuentra mayor información en el apartado “Latencia: un olvido
parcial”.
16
Por el retorno de los recuerdos reprimidos y el fracaso de la defensa, puesto que
ésta siempre resulta insuficiente frente a la carencia del ser, se presenta la angustia
primordial, como una falta circunscrita en lo inconsciente, que engendra síntomas, los
cuales guardan relación con las perversiones y con la estructura neurótica, en tanto preexisten mociones perversas inconscientes determinantes y necesarias para lograr el
desarrollo de la sexualidad.
En otro texto de Freud (1905a) “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Caso
Dora)”, se evidencian elementos que relacionan los rasgos de perversión con la neurosis;
Freud lo afirma de manera contundente: “Todos los psiconeuróticos son personas con
inclinaciones perversas muy marcadas, pero reprimidas y devenidas inconscientes en el
curso del desarrollo. (…) Las fuerzas impulsoras para la formación de síntomas histéricos
no provienen sólo de la sexualidad normal, sino también de las mociones perversas
inconscientes” (p: 234). Estas características hacen presuponer que en la lógica misma de
la formación sintomática subyace una moción perversa de carácter inconsciente, totalmente
desconocida para el sujeto y que genera angustia.
Estas afirmaciones de Freud sobre las implicaciones de las mociones perversas,
demarcan límites de análisis en la presente propuesta, puesto que pareciese que los rasgos
de perversión fueran inherentes en la neurosis ¿hacia a donde apunta este planteamiento?
En este punto se debe resaltar, que entre las psiconeurosis, es en la histeria donde se
evidencia un grado de significación mayor de la influencia de las zonas erógenas de la
boca y el ano (Freud, 1905a). Dichas zonas erógenas, producen sensaciones de satisfacción
para el sujeto, que quedarán como marcas a nivel inconsciente, un rasgo que “al parecer”
perdura, esto en tanto lo que analiza Freud con respecto al rasgo de la pulsión oral en Dora,
donde el chupeteo, representando como un momento de erogenización previo en la zona de
la boca, cobraba significatividad en la relación al deseo inconsciente por acceder al padre.
17
También se debe considerar siguiendo a Freud, que la inclinación en apariencia
grande de los pisconeuróticos a la perversión puede estar condicionada colateralmente por
factores accidentales, es decir, que anudado al factor interno de la represión sexual, se
encuentren factores externos, como por ejemplo: la restricción de la libertad, la
inaccesibilidad al objeto sexual normal, la impotencia sexual, entre muchos otros, que
podrían ser elementos que generen perversión en un sujeto que de lo contrario habría
podido ser “normal” con respecto al objeto y a la meta sexual, pero ¿estas prácticas
sexuales perversas, qué diferencia guardan con los rasgos de perversión? Este asunto debe
tenerse en cuenta, puesto que el resultado de dicha diferenciación aportaría en gran
medida, a asilar los elementos centrales del rasgo perverso del neurótico en contraposición
con una práctica sexual perversamente orientada. También, lo que se destaca según Freud
es la “fuerza innata de la inclinación perversa”, como factor constitucional de los rasgos
de perversión, este factor innato correlativo a las mociones perversas es atribuido a la
pulsión parcial. En mencionado texto, Freud establece respecto de muchas actitudes
pulsionales psicopatológicas, por ejemplo todas las perversiones sexuales, que cabe
cuestionarse cuánto de su intensidad debe atribuirse a fijaciones de la primera infancia y
cuánto al influjo de vivencias o desarrollos posteriores, lo que aclara es que casi siempre se
trata de unas series complementarias como base etiológica de los rasgos perversos en la
neurosis.
Freud introduce un concepto fundamental (1905a) que hace referencia a la
“regresión”; concepto que en un primer momento es retomado como parte esencial de la
explicación del mecanismo del sueño y el funcionamiento regrediente de la psique en las
alucinaciones y en las formaciones sustitutivas. Al respecto Freud (1900a) señala: “Nos
hemos limitado a dar un nombre a un fenómeno cuya explicación no alcanzamos. Así
llamamos regresión al hecho de que en el sueño la representación vuelve a mudarse en la
imagen sensorial de la que alguna vez partió” (p: 537). Las regresiones fueron encontradas
por Freud en las alucinaciones en la histeria y en la paranoia, pudiendo explicitar de esta
manera, que las regresiones son pensamientos mudados en imágenes que experimentan una
trasformación por la fuerza de las representaciones inconscientes que mantienen una íntima
18
relación con recuerdos reprimidos que han permanecido reprimidos. También la regresión
desempeña un papel fundamental en el proceso de fijación traumática en los síntomas de
los neuróticos. Freud logró distinguir tres tipos de regresión: una regresión tópica en el
sentido del esquema del aparato anímico; una regresión temporal en la medida en que se
trata de una retrogresión a formaciones psíquicas más antiguas y una regresión formal,
cuando modos de expresión y de figuración primitivos sustituyen a los habituales (Freud,
1900a).
La regresión puede ocurrir cuando una influencia del factor accidental de la vida
posterior afecta de manera directa el despliegue de la sexualidad normal y además es una
modalidad que cumple un papel central tanto en las neurosis como en las perversiones la
consecuencia puede ser el retorno de la sexualidad indiferenciada del niño (Freud, 1905a).
Dicha regresión posee dos mecanismos diferentes, “un retorno a un objeto anterior de la
libido” o “un retorno de la libido misma a un modo anterior de operación” donde la libido
vuelve a puntos de fijación anteriores, delimitados como huellas mnémicas a nivel
inconsciente que perduran en el tiempo y operan retroactivamente, relacionando las
experiencias sexuales infantiles con la sexualidad perversa del adulto. Freud en el caso
Dora analiza el concepto de regresión, donde realiza un examen riguroso con respecto a los
rasgos de perversión de la paciente, rasgos que se asocian a las fantasías autoeróticas de ser
una ferviente “chupeteadora”; relacionando sus síntomas de afonía con el deseo
inconsciente de la succión del miembro viril del padre, lo cual se expresaba en su
sintomatología a través de estímulos en su garganta y problemas de tos. Esta regresión,
denominada por Freud como Rüchkläutig, es el resultado de un efecto retroactivo del
trauma psíquico que envuelve lo sexual, en el cual se da una explicación en la que existen
correlaciones entre representaciones inconscientes o imágenes mnémicas de la historia
pulsional, que operan bajo ciertas condiciones en la realidad fáctica del sujeto, que bajo las
coordenadas de la pulsión sexual, producen el efecto retroactivo del trauma.
19
Éste rasgo en la histeria Freud lo delimitará como elemento esencial del análisis de
las identificaciones neuróticas. Una satisfacción por el chupeteo en Dora, que rememoraba
de sus años de infancia, donde se presentó la costumbre de succionar los dedos de su mano,
además que dichas fantasías perversas de la succión del pene del padre, tienen el supuesto
más inocente origen, una impresión que puede llamarse prehistórica, de la succión del
pecho materno que satisfizo las necesidades primarias de alimentación, cuando aún la
pulsión se encontraba apuntalada hacia la auto-conservación, como forma de satisfacción
de las necesidades vitales primarias.
En este sentido, Freud establece una relación entre el rasgo perverso y la fijación de
libido en las zonas erógenas, una relación que acontece durante la parcialidad de la pulsión.
Esto se manifiesta con el retorno a un modo anterior de operación de la libido que deviene
de la sexualidad infantil, a operar en la sexualidad “perversa” del adulto. De tal manera en
el momento lógico de la sexualidad infantil donde se vivencian satisfacciones cargadas con
montos afectivos intensos, se fijan elementos de carácter sexual en el inconsciente, como si
fuera algo que para el sujeto es imposible separar de sus prácticas, fantasías y deseos
sexuales, de una satisfacción perversa anudada al resto de la experiencia sexual del sujeto.
En los “Tres Ensayos para una teoría sexual” (1905b) Freud hace referencia a los
factores constitucionales y los factores accidentales, planteando que entre éstos, se
evidencia una relación de exclusión, en tanto que los primeros tienen que aguardar a que
ciertas vivencias los pongan en vigor, los segundos necesariamente deben apuntalarse en la
constitución para volverse eficaces. Freud señala que en los factores constitucionales se
logra hallar el origen de los rasgos de perversión, en tanto dichos factores son correlativos
a la pulsión sexual, como formas particulares del sujeto satisfacer una exigencia que se le
impone desde el interior del psiquismo. De esto se evidencia que la moción perversa
retorna y en muchas ocasiones captura al sujeto en una sexualidad perversa. Mientras que
en la constitución, señala Freud, se inscriben escenas de la infancia que se reavivan bajo el
influjo de imágenes mnémicas, que guardan relación según él, con un rasgo del
20
polimorfismo infantil que perdura en el adulto. Con respecto a lo anterior Freud (1905b)
establece: “Es instructivo que bajo la influencia de la seducción el niño pueda convertirse
en un perverso polimorfo, siendo descaminado a practicar todas las trasgresiones posibles.
Esto demuestra que en su disposición trae consigo la aptitud para ello” (p: 173). En éste
texto, también se instituyen ciertas particularidades inherentes a los desvíos por los cuales
atraviesa la pulsión con respecto al objeto y a la meta sexual, planteando la importancia del
reconocimiento de las inversiones y conductas de los invertidos, que nada raro tienen para
Freud puesto que dichas desviaciones con respecto a la norma y al objeto sexual, se hallan
en individuos que no poseen algún otro tipo de desviación grave respecto de la norma;
personas además cuya capacidad de rendimiento no se encuentra deteriorada, sino que por
el contrario de lo que creería la opinión popular, dichos sujetos poseen una cultura ética
particularmente elevada (Freud, 1905b).
Siguiendo con el texto de Freud (1905b) con respecto a los rasgos de perversión en
la neurosis, Freud establece que dichos rasgos van más allá del principio del placer y tocan
con una cuestión de repetición; emergencia de la perversión-polimorfa que debe ser
comprendida, bajo los parámetros que Freud establece, en tanto que dichas perversiones
(1905b): “(…) no son bestialidades ni degeneraciones en el sentido patético de la palabra.
Son desarrollos de gérmenes, contenidos todos ellos en la disposición sexual indiferenciada
del niño” (p:45), esto permite establecer aspectos que relacionan la perversión con la vida
sexual normal, en este sentido, se parte esencialmente de la premisa que la sexualidad es
perversa (independientemente de la estructura psíquica) e inherente a los procesos de
estructuración psíquica del sujeto.
De esto infiere Freud que los límites entre “la normalidad sexual y anormalidad
sexual”, son poco claros, puesto que en todos los sujetos la marca de los rasgos perversos
se muestra de múltiples maneras, evidenciando la marca originaria que implica la pulsión
sexual bajo la forma del rasgo perverso, de tal forma, por las averiguaciones que el
psicoanálisis ha registrado a través de la experiencia clínica, se permiten entrever aquellas
mociones sexuales perversas, que contradicen y rechazan de forma tajante la fabula
“macho-hembra”, donde se supone que la sexualidad sólo se instalaría de manera central
21
en la época de la pubertad, con el advenimiento de una suerte de maduración biológica y
hormonal, tanto del cuerpo como de los genitales, bajo este presupuesto el niño resulta
asexuado y el desarrollo de la sexualidad se rige por cuestiones de tipo biologicista, por lo
demás guiado por la cronología de los procesos evolutivos.
En efecto, el planteamiento de meta sexual de la biología, resumido en la
reproducción, es bastante cuestionable. Sin embargo, el valor de dichos planteamientos
reside en que para Freud a pesar de pensar en dicha meta como lo ideal, éste “ideal” o meta
de la sexualidad no se cumple, esto es lo que descubre, dando cuenta justamente de las
particularidades que implica el encuentro sexual-infantil, puesto que son evidentes los
límites tan indefinidos entre la “normalidad” y la “anormalidad”, y mucho más en el plano
sexual. Sobre estos asuntos, Freud investigó como contribución a la delimitación de las
particularidades de lo que podría denominarse como sexualidad perversa-polimorfa.
Así pues, es en el marco de la sexualidad infantil donde Freud (1905b) postula el
concepto de disposición perversa-polimorfa, como condición del desarrollo en todos los
seres humanos de las fases de la sexualidad infantil, donde se engendran todo tipo de
trasgresiones que tropiezan con escasas resistencias, en tanto aún no existen barreras de
censura fuertes que regulen los excesos de la pulsión parcial, a partir de ello el acceso a la
satisfacción para el niño resulta posibilitado hacia la meta autoerótica, es decir de placer
autónomo. En este punto el sujeto se satisface a sí mismo a través de la erogenización de
zonas específicas del cuerpo propio, bajo la forma del autoerotismo, donde la pulsión
parcial se satisface de forma fragmentada, totalmente desconectada entre sí. Un punto muy
interesante que señala Freud (1905b) con respecto a la disposición perversa polimorfa,
tanto en el niño y en la mujer “no cultivada” hace referencia a lo siguiente:
En esto el niño no se comporta diversamente de la mujer ordinaria, no cultivada, en
quien se conserva idéntica disposición perversa polimorfa. En condiciones corrientes,
22
ella puede permanecer normal en el aspecto sexual; guiada por un hábil seductor,
encontrará gusto con todas las perversiones y las retendrá en su práctica sexual. Esa
misma disposición polimorfa, y por tanto infantil, es la que explota la prostituta en su
oficio; y en el inmenso número de las mujeres prostitutas y de aquellas a quienes es
preciso atribuir la aptitud para la prostitución, aunque escaparon de ejercerla, es
imposible no reconocer al común a todos los seres humanos, algo que tiene sus
orígenes en la uniforme disposición a todas las perversiones (p: 174).
En esta referencia, Freud establece desde la generalidad, una disposición universal
a la sexualidad perversa en los seres humanos y además, subraya la relación de la
disposición perversa polimorfa con las prácticas sexuales, manifestadas en los
comportamientos excesivos del adulto, prácticas sexuales que desde el punto de vista de la
época victoriana se suponían fuera de la norma, como la prostitución; no obstante el interés
de Freud va mucho más allá de cuestionar algún tipo de práctica sexual desde la moral,
puesto que detrás de la práctica misma, prevalece un sujeto preso de las vicisitudes de la
pulsión parcial, sobre la cual Freud (1905a) señala algunas particularidades: “De esta
índole son las pulsiones del placer de ver y de exhibir; y de la crueldad” (p:174). Estas
aparecen independientemente de las zonas erógenas y sólo después, entrarán a ser parte de
la vida genital.
El placer de ver los genitales en el niño, tanto los propios como los de sus
compañeros de juego, es examinado por Freud como una inclinación primaria considerada
perversa. Estos niños refiere Freud (1905a): “se convierten en voyeurs, fervientes mirones
de la micción y defecación de otros” (p:174). Con estos hallazgos Freud logra identificar,
que luego de sobrevenida la represión sobre estas inclinaciones perversas, la curiosidad de
ver genitales de otras personas permanece como una presión martirizante, y agrega que en
muchos casos de neurosis presta la más pujante potencia a la formación de síntoma.
23
Esta disposición perversa polimorfa, se evidencia en la Sexualidad infantil, a la cual
Freud le atribuye ser la responsable de los rasgos de perversión, los cuales emergen en las
fantasías, síntomas y sueños de los neuróticos, dando admirable argumento de las múltiples
trasgresiones, develando aquellos rasgos perversos que el sujeto se ve abocado a practicar,
como parte esencial de su propia constitución sexual.
De esta manera, siguiendo a Freud (1905b): “la experiencia cotidiana ha mostrado
que la mayoría de estas trasgresiones, siquiera las menos enojosas de ellas, son un
ingrediente de la vida sexual que raramente falta en las personas sanas, quienes las juzgan
como a cualquier otra intimidad” (p: 146). Con este planteamiento se posibilita el análisis
del carácter universal de los rasgos de perversión tanto en las personas sanas como en las
personas con alteraciones neuróticas. Dicho proceso se explicita a partir del conflicto
psíquico por el que tiene que atravesar la pulsión sexual en su lucha contra los poderes que
se le imponen en calidad de resistencias, entre estos se destaca de forma importante los
diques anímicos que se imponen en la fase de latencia, éste concepto debe ser tenido en
consideración puesto que deviene como fase reguladora del exceso sexual implicado en el
polimorfismo infantil, sirviendo como fuente de una “suerte de olvido parcial” de la
sexualidad, donde se instaurarían los diques anímicos bajo la forma del sentimiento de
asco, el sentimiento de vergüenza y la culpa, un olvido arbitrario acompañado del proceso
de sublimación de la pulsión y la construcción de formaciones reactivas. Desde esta
perspectiva se podría plantear según Freud una represión secundaria, efecto de la cultura
con la instalación efectiva de los diques anímicos, cabe anotar que éste tipo de represión se
edifica sobre una primaria, la represión primordial.
En esta lógica de ideas, con Freud se abre el interrogante de poder diferenciar las
particularidades de los rasgos de perversión según la preponderancia innata del factor
constitucional o bien, de una u otra zona erógena, y de igual forma identificar el tipo de
pulsión parcial predominante, acerca de este asunto Freud señala que su investigación aún
resulta insuficiente (Freud, 1905b). Se infiere entonces, que en la base de los rasgos de
24
perversión existe en todos los casos un factor innato o constitucional, pero este factor es
inherente a todos los hombres y se relaciona de manera directa con la sexualidad perversapolimorfa. el rasgo de perversión ancla sus raíces, en el “innatismo ” de la pulsión sexual,
en la cual se desarrollan mociones de gérmenes contenidos en la disposición indiferenciada
del niño, quien posee en su disposición la capacidad para llegar a demostrar rasgos de
perversión, aquello que se manifiesta en las múltiples formas de satisfacción que
desembocan en prácticas sexuales iniciales, dentro de estas se encuentra, el chupeteo o el
mamar con fricción el seno materno, ésta como se mencionaba, nace apuntalándose en una
de las funciones más importantes para la vida: la nutrición, en este punto de
indiferenciación, el niño se satisface de forma directa a través de su propio cuerpo,
mostrando la meta sexual que se encuentra bajo el reinado de la zona erógena.
Freud (1905b) resalta que en “el caso de las inclinaciones perversas que reclaman
valor (Bedeutung) sexual, para la cavidad bucal y la apertura anal, el papel de la zona
erógena es visible sin más” (p: 153). En esta referencia el autor establece que las fijaciones
con respecto a la zona de la boca y el ano, son inclinaciones perversas evidentes que
devienen de la erogenización del cuerpo, durante las fases de la sexualidad infantil. Y se
debe agregar que mediante el uso y tramitación la pulsión oral, se produce un punto de
subjetivación inicial de importancia en la dialéctica de la humanización, el paso de la
necesidad (que remite a una función netamente biológica), a una demanda (determinante
del psiquismo inconsciente), un más allá de la nutrición que inscribe al sujeto en el registro
pulsional.
Siguiendo a Freud, dadas estas particularidades los psiconeuroticos poseerían una
inclinación bastante marcada hacia las perversiones, como parte esencial de su propia
constitución. En este punto Freud abre un panorama que permite cuestionar la distinción
entre una variada serie de constituciones, que dependerían de lo siguiente: la
preponderancia innata de cualquier zona erógena y la fuente de la pulsión parcial. En este
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punto Freud aduce que no se ha investigado aún si la disposición perversa, se relaciona de
manera directa con la forma de elección de la enfermedad.
Progresivamente se logra entrever que las mociones perversas perduran fijadas en
la realidad psíquica, Freud (1905b) refiere: “en la base de las perversiones hay en todos los
casos algo innato, pero algo que es innato en todos los hombres, por más que su intensidad
fluctué y pueda con el tiempo ser realzada por influencias vitales” (p: 156). Se evidencia
como Freud halla elementos donde se logran relacionar los rasgos de perversión en la
sexualidad humana con la neurosis, en el texto denominado “Presentación autobiográfica”
(1925a) plantea, que el desasimiento de la sexualidad respecto de los genitales tiene la
ventaja de permitirnos considerar el quehacer sexual de los niños y de los perversos bajo
los mismos puntos de vista que el del adulto normal:
(…) siendo que hasta entonces el primero (sexualidad infantil) había sido
enteramente descuidado, en tanto que el otro (sexualidad perversa) se había
admitido con indignación moral, pero sin inteligencia alguna. Para la concepción
psicoanalítica, aún las perversiones más raras y repelentes se explican como
exteriorizaciones de pulsiones parciales sexuales que se han sustraído del primado
genital y salen a la caza de la ganancia de placer como en las épocas primordiales
del desarrollo libidinal, vale decir, de manera autónoma (p: 36).
Esta autonomía que se desarrolla en momentos primordiales de la sexualidad
infantil, corresponde a las implicaciones del autoerotismo. También es en el marco de la
sexualidad infantil donde se debe tener en cuenta la constitución eminentemente bisexual
del niño. Con respecto a este hermafrodismo psíquico, como lo denominaba Freud
(1905b), señala: “En efecto, cierto grado de hermafrodismo anatómico es la norma: en
ningún individuo masculino o femenino de conformación normal se echan de menos las
huellas del aparato del otro sexo” (p: 129). La indiferenciación sexual para el niño es el
resultado de la disposición originariamente bisexual, que en el recorrido del desarrollo
26
biológico y la construcción psíquica, incurre en un proceso de trasformación hasta llegar a
la elección de objeto secundaria bajo la forma de una nueva reedición del objeto, esto
quiere decir que en un primer momento el sujeto no posee una diferencia clara de su
posición sexual, establece teorías que atribuyen el pene a todos los seres humanos y
vivencia un impulso investigador; pero luego del paso por el complejo de Edipo, entendido
este como un tiempo estructurante de la elección subjetiva, se verá forzado a optar por un
determinado objeto sexual, que deviene no como un elemento nuevo, sino bajo la forma de
una reedición de las figuras primordiales que representan los padres.
Al respecto del Edipo Freud (1905b) manifiesta: “En otros lugares he expuesto
cuán temprano se ejerce la atracción sexual entre padres e hijos, y he mostrado que la
fabula de Edipo debe entenderse probablemente como la elaboración literaria de lo que hay
de típico en esos vínculos” (p: 50). Y es por causa de esta inclinación tanto del niño hacia
la madre, como de la niña hacia al padre, como Freud devela que el complejo de Edipo, es
en suma el complejo nuclear de toda neurosis, dicho complejo guarda su significación
como el fenómeno central del período sexual de la primera infancia. En este sentido, el
psicoanálisis ha advertido que la primera elección de objeto sexual es incestuosa, recae
sobre objetos prohibidos como la madre, el padre, los hermanos, entre otros miembros del
grupo familiar. De tal forma se ha dicho con acierto que el complejo de Edipo es el
complejo nuclear de la neurosis, en él se da la culminación de la sexualidad infantil, y por
efecto de sus consecuencias influye decisivamente en la sexualidad del adulto. Freud
refiere que a todo ser humano que nace se le plantea la tarea de dominar el complejo de
Edipo y quien no logre resolverla caerá en la neurosis.
Para Freud los equivalentes de las representaciones de las figuras parentales a nivel
inconsciente son fundamentales en la constitución subjetiva, y específicamente en lo
concerniente a la elección de objeto, así lo refiere en el texto “La novela familiar del
neurótico” (1908a): “Para el niño pequeño, los padres son al comienzo la única autoridad y
la fuente de toda creencia. Llegar a parecerse a ellos - vale decir, al progenitor de igual
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sexo-, a ser grande como el padre y la madre: he ahí el deseo más intenso y más grávido en
consecuencias de esos años infantiles” (p: 217). De tal forma, en el tiempo lógico de la
sexualidad infantil de manera gradual, en el niño se provocan las más fuertes tensiones a
causa de rivalidades entre mociones sexuales dirigidas hacia los padres y hermanos, como
reclamo al sentirse relegados y echar de menos el amor total de sus padres, entre otras
frustraciones que producen envidia y angustian.
Siguiendo con lo anterior, Freud resalta que es el padre quien introduce al niño, en
la lógica de la regulación, es quien introduce la ley, una regulación del deseo incestuoso
hacia la madre que encaja la dimensión de la prohibición, y además pondrá al sujeto a
elegir una posición particular frente al falo. El complejo de Edipo es importante en tanto
que instaura según Freud, aludiendo al neurótico una forma particular de satisfacción a
través de la fantasía, este paso implica una pérdida, una separación en la cual se estructura
una realidad psíquica demarcada por la fantasía.
Además se establece una
regulación del exceso sexual del polimorfismo infantil, deslindada en gran medida por la
prohibición del incesto y por la unificación de las pulsiones parciales. Dicho complejo
tiene como efecto, una elección de objeto, junto a la correspondiente actitud de rivalidad y
hostilidad hacia el padre, que en todos los hombres posee el valor para la conformación
final de su vida amorosa. Es así como el complejo de Edipo resulta ser algo tan sustantivo
que no puede dejar de producir consecuencias, cualquiera que fuese la manera en la cual se
vivenció ó se salió de él. El complejo de Edipo, luego de su culminación “cae sepultado”
(Freud, 1924a), es decir sucumbe ante la represión y es seguido por el período de latencia,
un olvido parcial de la sexualidad.
En este punto entra en consideración el concepto de fantasía en relación con los
rasgos de perversión en la neurosis ¿Cuál es la relación de estas fantasías con dichos rasgos
de perversión? Con respecto a esto Freud realiza un trabajo importante en su texto “Pegan
a un niño” (1919a) en el cual, mediante el estudio de seis casos de neurosis, rastrea la
lógica de la construcción fantasmática y la función que ésta cumple en la dinámica
28
psíquica de los neuróticos. Si bien cada caso analizado posee manifestaciones diferentes, el
valor de dicho estudio reside en que Freud logó aislar un rasgo común, un elemento
esencial en la neurosis: la satisfacción mediante la fantasía, una fantasía de carácter
inconsciente que comporta un núcleo de masoquismo correlativo a la pulsión sexual;
además Freud logra aislar de estas fantasías lo que podría llamarse la dinámica que se
juega entre la demanda de amor y el sentimiento de desamor ó perdida puestos en las
figuras parentales, lo cual fundamenta de manera central la escena primordial totalmente
fantasmática en la construcción de la neurosis.
Dicho proceso de construcción fantasmática es explicado en tres fases, cada una de
ellas con una lógica particular. En la primera fase se produce la fantasía donde el padre
pega a otro niño, un niño extraño al propio sujeto, con la intensión de poner al propio hijo
en un lugar privilegiado, donde el sujeto se percibe como receptor total y único del
anhelado amor del padre, mientras que percibe todo el odio que asienta el padre en otro
niño, dicha fantasía tiene el carácter de ser consciente.
En la segunda fase de la fantasía, el propio niño es azotado por el padre, el se ubica
en la posición masoquista de ser pegado por el padre, esta fantasía se moviliza a nivel
inconsciente y representa el punto esencial del núcleo masoquista; en este punto debemos
detenernos un poco, puesto que se hayan relaciones significativas con los rasgos de
perversión, dicha relación está íntimamente instaurada por el concepto de masoquismo
primordial y su función remite esencialmente a la pulsión parcial de apoderamiento.
Finalmente, en la tercera fase de la construcción fantasmática, se da una sustitución del
padre por un representante psíquico que opera como suplente, Freud lo nombra como el
maestro y esto se logra entender a partir de las movilizaciones de las investiduras de
objeto. En todo el complejo de estas fantasías subyacen significaciones asociadas con el
perder el amor de los padres y resultar siendo humillado por los hermanos, entre otros
personajes movilizados en el nivel de la fantasía donde se reclama el amor absoluto de los
29
padres, pero también se incluye una dimensión ambivalente que implica tanto al sadismo
como al masoquismo.
En esta lógica de conceptos Freud (1919a) establece: “Una tal fantasía emergida en
temprana edad infantil, al estimulo quizá de impresiones casuales y conservadas luego para
la satisfacción autoerótica, habría de ser considerada luego, por el análisis, como un signo
primario de perversión” (p: 134). Estas fantasías poseen una función de vital importancia
en la neurosis, puesto que constituyen una defensa frente al desborde excesivo de la
pulsión sexual, y sirven de medio para la satisfacción de un deseo. En este sentido, de
acuerdo con las elucubraciones que el psicoanálisis ha develado a través de la clínica
freudiana, esta fantasía comporta “un rasgo primario de perversión” (p: 179). Esto quiere
decir, que uno de los componentes de la pulsión de carácter sexual es anticipatorio al
desarrollo. No obstante se debe aclarar, que las perversiones infantiles no persisten durante
toda la vida, ni en todos los sujetos.
Para Freud existe en la neurosis un mundo fantasmático, un mundo separado de la
realidad exterior donde el sujeto logra satisfacer libremente sus deseos, un mundo que se
aparta de las necesidades de la vida. Sin embargo, estas perversiones vivenciadas durante
el polimorfismo infantil, en un segundo tiempo de subjetivación, pueden caer bajo los
efectos de la represión, ser cambiadas, trasformadas o sustituidas por una formación
reactiva, o bien ser sublimadas, y advierte el mismo autor que si no se dan las condiciones
para que estos procesos funcionen, y en su opuesto fallen, se podría continuar con la
perversión en una etapa adulta, en lo que se denominaba para Freud (1905a) las
“aberraciones sexuales” con respecto a la norma.
Teniendo en cuenta el recorrido anterior se podría establecer que desde la
perspectiva freudiana, la anatomía es el destino, pero el valor de dichos planteamientos
reside en que a pesar de los intentos por tomar referencias de la medicina, Freud deja
30
entrever algo que va más allá del órgano, algo que alude a la sexualidad humana y su
significación reside fundamentalmente en el falo. Esta tesis freudiana se encuentra en el
texto “La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad),
(1923a) donde se evidencia la siguiente sentencia:
El carácter principal de esta organización genital infantil es, al mismo tiempo, su
diferencia respecto a la organización genital definitiva del adulto. Reside en que, para
ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto no hay
primado genital, sino un primado del falo (p: 146).
En este punto se debe señalar que Freud introduce en su teorización sobre la
sexualidad, el concepto de fase fálica y los cambios que en las pulsiones parciales se
hicieron evidentes en su camino hacia la nueva organización genital, regida por el falo.
Ésta fase es considerada por Freud, como el momento en el cual se da la unificación de las
pulsiones parciales y se edifica en el caso del “varoncito” el fundamento por la angustia de
castración, lo cual remite al interés narcisista por la posesión del pene. La fase fálica es la
precursora por así decir, a la plasmación última de la vida sexual. Es digno de señalarse
que no desempeña un papel aquí los genitales de ambos sexos, sino sólo el masculino
(falo). Los genitales femeninos permanecen por largo tiempo ignorados, el niño en su
intento por comprender los procesos sexuales, rinde tributo a la venerable teoría de la
cloaca, que tiene su justificación en la cual los seres humanos nacen por el ano. Con la fase
fálica la sexualidad de la primera infancia alcanza su apogeo y se aproxima al
sepultamiento (Freud, 1940a).
En este punto se debe considerar el concepto de castración, que constituye un
elemento esencial en la constitución subjetiva, implica ubicarse en falta con respeto a la
posesión fálica, éste resulta ser el punto final o la salida del complejo de Edipo; para el
varón envuelve una renuncia al deseo incestuoso hacia la madre, el percibir que, lo que
posee no le alcanza para satisfacer los requerimientos de la madre, es decir, se percibe
31
como insuficiente, el varoncito al entrar en la fase edípica inicia al quehacer manual del
pene (la masturbación) junto a unas fantasías simultaneas sobre algunas prácticas sexuales
de su propio pene con su madre, hasta que el efecto conjugado de una amenaza de
castración y la visión de la falta de pene en la mujer le hacen experimentar, el trauma
psíquico iniciador del periodo de latencia con todas sus consecuencias. Por otra parte en la
niña, tras el vano ensayo de aparearse al varón, vivencia el discernimiento de su falta de
pene, lo cual tiene consecuencias en la formación de su carácter. También para la niña
implica el ingreso a una renuncia del deseo incestuoso hacia el padre y su sustituto lo
hallará en un hijo, quien colme su carencia de ser. Antes de esto el niño pequeño atribuye
durante la sexualidad infantil, un pene universal tanto a los hombres como a las mujeres.
Solo después con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad
sexual coincide con masculino y femenino, este tiempo se denomina la elección secundaria
de objeto, en el cual, lo masculino reúne para el sujeto, la actividad y la posesión real del
pene, mientras que lo femenino remite al objeto y a la pasividad.
Con respecto a lo anterior, Freud (1925b) afirma: “En cuanto al nexo del complejo
de Edipo y complejo de castración, se establece una oposición fundamental entre los sexos.
Mientras que el complejo de Edipo del varón se va al fundamento debido al complejo de
castración, el de la niña es posibilitado e introducido por éste último” (p: 275). Siguiendo
con lo anterior, se debe afirmar que el carácter más notable de la vida sexual humana es su
acometida en dos tiempos. Un primer tiempo constituido por la bisexualidad innata, donde
se da una primera elección de objeto incestuosa: la madre como surtidora de amor; entra el
complejo de Edipo y deviene un sujeto dividido, para así entra en la fase de latencia. Luego
de esto se reaniman las aspiraciones sexuales y se produce una elección de objeto
secundaria, pero bajo el primado del falo, una reedición de la elección primaria que
acontece en el periodo de la pubertad.
Teniendo en cuenta el recorrido anterior, en este punto de la presente disertación de
antecedentes investigativos, se pretende introducir algunos aportes de la teoría de Jacques
32
Lacan, justamente en correspondencia a la fantasía y su relación con los rasgos de
perversión. En este sentido, mencionado autor es quien desarrolla grandes aportes al
psicoanálisis partiendo de los postulados freudianos, logra define la estructuración
subjetiva bajo la lógica del: “Inconsciente estructurado como un lenguaje”. Con Lacan la
cuestión de la sexualidad implica la “posición subjetiva”, como modo particular de la
elección del sujeto frente al falo en el complejo de Edipo, estableciendo la conclusión que
alude a que, ubicarse del “lado hombre” o “lado mujer” en lo anatómico, no es garantía de
serlo en cuanto tal en el psiquismo. En este sentido, se reconoce la dimensión de la realidad
psíquica, en tanto que el asunto aquí puesto en juego, trasciende la dimensión anatómica y
biológica de los sexos, es decir, el “ser hombre” y “ser mujer” es una construcción que
deviene de las elecciones del sujeto y no de los órganos del cuerpo.
Para Lacan el falo es el significante de aquello que falta, como algo que viene a
representar la no-existencia. Es así como Lacan enseña que el concepto de falo es
equivalente al significante del deseo, un deseo insondable, irreductible en la cadena de
significantes. En este sentido, Lacan en el “Seminario IV La Relación de Objeto” (1956a),
refiere: “Sea cual sea el valor de las aportaciones sobre la identificación con la madre y la
identificación con el objeto, etc., lo esencial es la relación con el falo” (p: 196). Además,
Lacan logra la introducción del concepto de “fantasma” en su teorización, un concepto que
deviene de Freud a partir de la caracterización de: “La Otra escena”. Con respecto al
fantasma, Lacan (1956a) hace referencia siguiendo el texto de Freud (1916a) “Pegan a un
niño”, a los elementos que constituyen la realidad psíquica del neurótico, en la cual la
fantasía ocupa un lugar privilegiado; y además analiza la construcción fantasmática del
sujeto en su trasegar por el periodo pre-edípico. Es así como manifiesta: “Con el fantasma
nos encontramos con algo semejante, que fija, reduce al estado de lo instantáneo el curso
de la memoria, detenido así en aquel punto llamado recuerdo pantalla” (p: 121). En esta
lógica de ideas, valdría cuestionarse ¿Qué relación guarda el fantasma con el rasgo de
perversión? Dicho fantasma compone un núcleo de goce que condensa y cifra, la vida del
sujeto mediante el efecto de un recuerdo encubridor, que lo sostiene y le sirve de pantalla.
Una defensa contra la realidad exterior que posibilita formas de satisfacción en la fantasía.
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Otra referencia de Lacan con relación al fantasma se halla en el “Seminario VI El
deseo y su interpretación” (1959a) donde plantea: “Es como una secuencia en una película,
una secuencia recortada del desarrollo del drama, algo como esas imágenes que en los
avances aparecen en el pantalla, esas imágenes alumbradas, hechas para darnos apetito de
volver al cine la semana siguiente para ver la película anunciada. Lo atractivo de esas
imágenes estriba en su desinserción de la cadena, su ruptura respecto al tema” (p: 122). A
partir de dichos planteamientos, Lacan construye una fórmula para explicar la lógica del
fantasma: ($ <> a), lo que dice la estructura del fantasma es que el sujeto no sabe cuando
goza ni con qué goza: eso es el ($ <> a), el sujeto obtura su propia falta que deviene del
orden de lo real, haciéndolo de forma imaginaria. De tal forma se podría afirmar que el
fantasma es el modo a través del cual el Otro se conserva actual en la estructura neurótica,
es por esto que Lacan afirma que el fantasma cumple la función de defensa frente al goce
del Otro.
En el “Seminario V Las Formaciones del Inconsciente” (1957a), Lacan en el
capitulo denominado “el obsesivo y su deseo” establece lo siguiente: “El fantasma lo
definiremos, si les parece, como lo imaginario capturado en cierto uso del significante” (p:
417), y en el mismo texto refiere: “Nos referiremos a escenas, a guiones, en suma –por lo
tanto, es algo profundamente articulado en el significante” (p: 417). Con estos elementos
se logra entrever que el fantasma es algo que el sujeto articula en una escenificación en
donde además se pone en juego él mismo. Es así como esta noción de fantasma, participa
sin lugar a dudas de una dimensión imaginaria, pero cualquiera que sea el punto de su
articulación, sólo logra adquirir su función en una dimensión simbólica, es decir, en S
barrado como efecto del significante fálico, el cual desde la posición lacaniana deviene
como el significante del Nombre del Padre. Dicho significante Lacan (1957b) lo ubica
como: “(…) el vértice, el punto de equilibrio, es el significante por excelencia de la
relación del hombre con el significado, y por esta razón se encuentra en una posición
privilegiada” (p: 414). Siguiendo con el texto anterior, se plantea lo siguiente: “¿Qué es un
fantasma inconsciente? – sino la latencia de algo que, como sabemos por lo que hemos
aprendido de la estructura del inconsciente, es totalmente concebible como cadena
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significante (…) El fantasma es esencialmente un imaginario capturado en una
determinada función significante” (p: 418).
Estas cadenas significantes, influyen según Lacan en lo que surge en el exterior
como síntomas, claro está, que dicha cadena es su estructura es un vacío, en tanto que un
significante siempre debe de remitir a otro para lograr su significación. Finalmente Lacan
(1957a) señala que la relación que establece el sujeto con su propio fantasma, es la de ser
una relación articulada al significante y siempre compleja, como un guión que puede
permanecer latente a nivel inconsciente durante mucho tiempo, no obstante dicho guión se
encuentra totalmente organizado, puesto que la estructura significante le proporciona su
soporte, su consistencia y de igual forma su insistencia.
Lacan demuestra que hablar de rasgos de perversión en la neurosis es la
consecuencia ineludible del “no hay relación sexual”, esta tesis se halla en el “Seminario
XX, Aún” (1972a), allí plantea Otra satisfacción, un goce Otro que responde al goce fálico,
la satisfacción de la palabra. En mencionado texto Lacan (1972a) señala: “El goce del
Otro, con A mayúscula, del cuerpo del Otro que lo simboliza no es el signo del amor” (p:
82).
Con este planteamiento, se podría pensar que hay perversión porque no hay
proporción sexual, puesto que según éste autor, para comprender la sexualidad infantil se
debe indagar en primera instancia en la sexualidad de la mujer y su relación con el niño.
De tal forma hablar de rasgo de perversión en la neurosis desde la perspectiva lacaniana, es
la consecuencia ineludible del “no hay relación sexual”, este rasgo es en lo esencial para el
sujeto con lo que podrá hacer una elección hacia un objeto de amor. En este sentido, el
rasgo de perversión, le permite al sujeto incluir el goce sexual autoerótico en una pulsión,
le permite organizar el polimorfismo de múltiples rasgos perversos, en uno sólo, de ahí el
fantasma como: rasgo perverso unificado. Así no podrá considerarse la perversión
polimorfa infantil como una nueva parcialidad, sino como un modo particular que el sujeto
posee para instalar la relación edípica y junto a ella la castración, procesos que además
implican las operaciones lógicas de la alienación y la separación.
35
Otro antecedente fundamental para la presente propuesta se articula en torno al
Seminario XIV: “La lógica del fantasma” (1966a), Lacan desarrolla ampliamente la
formula ($ <> a), logrando aislar sus elementos centrales. Al respecto señala: “Recuerdo
que la $ representa, tiene lugar en esta fórmula de lo que retorna, concerniente a la división
del sujeto se encuentra al principio de todo el descubrimiento freudiano y consiste en esto:
que el sujeto esta por una parte barrado de lo que lo constituye propiamente en tanto
función del significante” (p: 12). Este sujeto se encuentra marcado por una doble relación
indicada por los signos < (menor que), > (mayor que) que a su vez, forma las dos
operaciones básicas del sujeto: inclusión y exclusión (alienación-separación). Lacan se
pregunta ¿Qué es lo que lleva el fantasma? Y señala que esto que lleva el fantasma, opera
bajo la función de una lógica de superficie, el fantasma lleva consigo la repetición, y como
en toda repetición lo que está en juego es el goce, pero el goce del fantasma es en su ceno
goce perverso.
El goce como concepto remite a los postulados freudianos de la pulsión de muerte y
la tendencia a la autodestrucción, Lacan conecta el goce al registro de lo real y señala que
cuando hablamos del fantasma en la neurosis se trata al mismo tiempo, de gozar y de tratar
de manejar ese goce, intentando hacer con éste, una representación que lo borraría, como
un intento fallido de velar su propia falta.
También en este seminario Lacan hace referencia al objeto a, el cual deviene como
residuo, como resto que cae del surgimiento del sujeto, en la operación lógica de causación
subjetiva, en el fondo, el objeto a puede ser considerado desde el punto de vista formal
como el agujero en la estructura, una perdida fundande que deja la división subjetiva, y que
a su vez inaugura el no-ser, es decir, el ser hablante, el sujeto al-leguaje. El objeto puede
ser considerado también desde el punto de vista energético como el plus-de-goce. Dicho
objeto a que remite directamente con el goce y la pulsión.
36
En el “Seminario VIX La lógica del fantasma”, se halla una intervención del Dr.
Green con respecto a la lógica del fantasma, y éste plantea: “(…) los fantasmas originarios
según Freud son innatos, están como dice Lacan en posición de significantes llave
(seducción, castración, escena primaria) como organizadores del deseo humano (p:71). De
tal manera se debe considerar que desde la perspectiva lacaniana, el Otro como tesoro de
significantes, el Otro como estructura del lenguaje; determina la configuración del sujeto,
esto quiere decir que el sujeto es hablado antes de su propia existencia por el Otro, nace en
el lenguaje, pre-existe en la cadena simbólica. Siguiendo con la intervención del Dr.Green
en el texto mencionado, se señala un concepto fundamental implicado en la lógica del
fantasma, la repetición, al respecto señala:
Esto querría decir según Freud, que algo existe en el tiempo del sujeto que no es el
tiempo del individuo. La repetición, como esencia del funcionamiento, es la captura al
nivel del sujeto de un tiempo que llamare impersonal, perteneciente al genitor. Todo
pasaría entonces, como si en el momento sincrónico encontráramos la misma división
que para el sujeto, a saber, lo que Freud introduce en el sujeto como otro tiempo, lo
llamo enlazándolo al vocabulario lacaniano, el tiempo del Otro (p: 72).
En esta referencia se resalta la importancia del reconocimiento de dos tiempos
lógicos, por un lado el tiempo sincrónico de la realidad, delimitado por el tiempo
secuencial y cronológico del yo, y por otro un tiempo de construcción subjetiva delimitado
por el campo del Otro en la vertiente diacrónica, en la vertiente significante. De esta
manera, emergen elementos que permiten identificar un efecto retroactivo en la lógica del
fantasma, un fantasma que posee una relación importante con el rasgo perverso, rasgo del
cual el sujeto inscribirá una repetición que acompañará una forma determinada de goce
sexual. Lacan también demuestra que la palabra fantasma implica el deseo de ver al propio
fantasma, proyectarse como una escena sobre una pantalla, teniendo en el encuadre la
37
ventana en cuestión, en la siguiente referencia lo señala (1962a): “La palabra fantasma
implica ese deseo de verse proyectado en el fantasma” (p: 234).
Así pues, se debe tener en consideración que el concepto de rasgo perverso en la
neurosis, posee una relación de inclusión con el concepto de fantasma. Una relación
implícita en la lógica del goce perverso, como “signo primario de perversión”, aquello que
recubre el fantasma. Con Lacan este rasgo perverso, se ve articulado en la dialéctica del
Otro en la neurosis.
Colette Soler (2007a) una psicoanalista guiada por los planteamientos lacanianos,
desarrolla un texto denominado: ¿A qué se le llama perversión? En el cual establece:
“podemos ver después la construcción del síntoma, Freud descifrándolos descubre los
fantasmas, pero el corazón de los fantasmas es goce perverso” (p: 11). También esta
autora, señala que la diferencia entre lo que se denominó en psicoanálisis la genitalidad
adulta y el pequeño perverso polimorfo, se basa en que en la genitalidad del adulto, las
pulsiones no tienen su función de alcance al partenaire si no son construidas en un
conjunto, puesto que la genitalidad supone la co-presencia en acto de las diversas
pulsiones. Este texto sirve de insumo para la presente propuesta en tanto la autora establece
una diferenciación clara entre la sexualidad perversa o como lo denomina “la perversión
generalizada” y la perversión como estructura clínica, aclarando desde esta perspectiva que
la presente propuesta se orienta al análisis de los rasgos de perversión en la neurosis, y no
toma la perversión como estructura clínica.
Siguiendo a Soler (2007a) en mencionado texto plantea: “Cuando Lacan se refería
al fantasma, no sólo hablaba de las fantasías, de los sueños diurnos, estas fantasías son
generalmente fantasías narcisistico-fálicas, Lacan plantea la lógica del fantasma en
singular, es decir, la significación fundamental que ordena todas las relaciones del sujeto
neurótico a su mundo y a los demás, y, respecto a este fantasma fundamental como dice
38
Freud, los datos históricos, son solo pretextos; no quiere decir que los datos no existen,
existen, pero la causalidad no reside toda en estos” (p: 38).
En las ultimas teorizaciones lacanianas, se evidenciará un interés por analizar los
rasgos de perversión a partir la fórmula: “No hay proporción sexual”. ¿Qué relación guarda
dicha sentencia con los rasgos de perversión en la neurosis? Sobre esto se llegaron a
diversas conclusiones en el trabajo realizado, por un período de dos años, 48 grupos
analíticos de 18 países y recogidos en el texto denominado “Rasgos de perversión en las
estructuras clínicas” (1999a), texto que se toma como antecedente, puesto que permite
ampliar los horizontes de interpretación en la presente propuesta, y son importantes en
tanto corresponden a visiones actualizadas sobre el tema. En dicho texto se establecen las
relaciones implicadas entre los rasgos de perversión en las estructuras clínicas, partiendo
de las conceptualizaciones de Freud y Lacan, que complementan el andamiaje teórico.
Se tomarán algunos artículos que permitan evidenciar los rasgos de perversión en la
neurosis, entre estos se destacan: “Rasgos de perversión en la clínica freudiana” (1999a), el
cual se retoma en tanto que el Trobas (1999a) plantea una relación interesante a la luz de
los casos más significativos de la clínica freudiana y los rasgos de perversión. Con respecto
al caso del “Hombre de las ratas” logra articular un rasgo primario de perversión: el placer
de ver nalgas. Dicho rasgo emergido en la temprana infancia, conserva el placer autónomo
de la pulsión parcial como referente de la satisfacción autoerótica. Es así que por la vía de
este placer, un objeto se irá delineando desde la curiosidad infantil de “ver” el cuerpo
desnudo de una mujer, a la localización, es este cuerpo, de las “nalgas”, como una parte
privilegiada de esa totalidad. Es evidente a lo largo del desarrollo de la sexualidad de este
hombre, que lo que Freud llama rasgo primario de perversión y que se puede definir como
aquello que hace posible localizar el goce, es un rasgo interferido por el síntoma. De tal
forma en el lugar de la elección de objeto que no hay, el sujeto se las arregla con el
onanismo, testimonio de esto lo concluye la descripción de Freud sobre la vida pulsional
en la neurosis obsesiva, en la siguiente cita de Freud (1919a) se encuentra lo siguiente: “En
39
esta forma de la neurosis se llega, a actos de amor, pero solo con el auxilio de una nueva
regresión: ya no a actos dirigidos a una persona, al objeto de amor y odio, sino a acciones
autoeróticas como en la infancia” (p: 231).
En otro de los historiales de casos clínicos relevantes de Freud, el Caso Dora, la
autora plantea que se puede situar la tos de Dora como el rasgo primario de perversión,
rasgo que le permite incluir al goce sexual autoerótico –la pulsión estructuralmente
perversa, Dora “chupeteadora”-, en el Otro del significante. En este sentido la tos como
rasgo de perversión es ese significante sobre el que se soporta para maniobrar en el Otro
como Otro sexo, precisamente porque no hay formulación posible de la proporción sexual
en la sexualidad humana. De tal forma se podría afirmar que hay perversión porque no hay
relación sexual, y es la tos de Dora el rasgo que abre el camino para la relación con el Otro
sexo, el de La Mujer. Se hace evidente el enlace existente entre la tos y la fantasía de la
succión del miembro viril del padre, bajo el significante “chupeteadora”. Esta tos como
rasgo de perversión hay que situarla en el nivel de una identificación que reemplaza a la
elección de objeto, puesto que esta ha regresado hasta la identificación. Sobre esto Basz
(1999a) manifiesta: “En la medida en que se configura la perversión en el padre (en tanto
causa, en tanto objeto) Dora responde apoyándose en un rasgo por el que regresa del amor
al padre y por identificación con ese rasgo puede concebírselo como deseando a una
mujer” (p: 47).
Siguiendo con el antecedente anterior, teniendo en cuenta el análisis de los rasgos
de perversión en los casos más influyentes de Freud, se da paso al caso del “Hombre de los
lobos”, quien produce un rasgo que le hace imposible gozar en el lugar de, o como la
madre, aunque se vea emparejado a ese lugar. En este caso se logra evidenciar la
dimensión de la metonimia que permite la sustitución de una mujer por otra. Es ahí que ha
de situarse el rasgo perverso, configurando la condición de goce en la elección del objeto
de amor. De tal forma si el rasgo perverso es lo que el sujeto inventa en el lugar del
significante La Mujer que no existe, ese rasgo cumple también la función de crear una
40
esencia del objeto que estructuralmente no posee, pues su condición es de la no-existencia.
Finalmente se señala con respecto a los rasgos de perversión en la neurosis que: “Ya no se
trata de las fantasías perversas del neurótico, sino que el fantasma mismo tiene una
estructura perversa, el fantasma “hace”, así, rasgo de perversión, no polimorfa sino
singular” (p:40). De tal manera concluye mencionado Basz (1999a) que: “Si la ausencia de
un significante de La mujer plantea a la sexualidad humana un desequilibrio inaugural, las
estructuras clínicas habrán de responder con aquellos rasgos con los que trata este
desequilibrio” (p:40). Este antecedente resulta ser interesante en tanto la autora resalta,
desde una perspectiva lacaniana las implicaciones de la no proporción sexual en relación a
la neurosis y al rasgo de perversión, estableciendo que a nivel inconsciente no existe un
significante que nombre a La mujer, de tal manera La mujer como “una” como “toda” no
está, en contraposición con la función de la significación fálica.
Otro artículo denominado “Fantasma y rasgo perverso” (1999a) es de importancia
traerlo al marco de los siguientes antecedentes, en dicho texto desarrollado por Juan
Guillermo Uribe, se plantea lo siguiente: “El fantasma une y separa al sujeto y al objeto. Su
escritura designa esta doble relación como ($ <> a) que denota las dos operaciones en la
constitución del sujeto: la parte inferior de este símbolo da cuenta de la alienación y la
superior de la separación” (p: 92). Estas operaciones deben ser puestas en juego con
relación al fantasma y al rasgo de perversión, puesto que siguiendo a Lacan es a partir de la
salida del complejo de Edipo que se engendra una distinción fundamental entre la realidad
psíquica, determinada por la posición fantasmática y la realidad exterior, sobre esto
siguiendo a Uribe (1999ª) aclara: “La metáfora paterna permite una subjetivación de la
realidad que implica una pérdida según Freud, y en términos de Lacan una sustracción de
goce. En la neurosis la constitución de ese exterior que el fantasma enmarca, es sostenido
por la aparición de una constante que Freud denomina: “Das ding”, como el primer afuera
anterior a la diferencia entre un mundo interno y un mundo externo” (p: 92). Con esta
referencia se establece que es a partir de la realidad psíquica, es decir, la construcción
fantasmática del neurótico que se posibilita la relación de éste sujeto con el mundo exterior
y también la diferencia entre lo interno y lo externo.
41
En el articulo denominado: “Los rasgos de perversión en la neurosis obsesiva”,
tomado del texto “Los rasgos de perversión en las estructuras clínicas” (1999a), Coccoz,
Cuñat y Gallano establecen una relación entre los rasgos perversos y el fantasma, al
respecto señalan: “Si la función del fantasma en el neurótico va dirigida a negar la falta en
el Otro, constituye la respuesta a la castración del Otro, tratando de sostenerlo completo,
aquí entra a operar la función del fantasma como el uno del rasgo perverso originario del
que tanto nos hablaba Freud” (p: 89). De esto se logra identificar que la falta constitucional
del neurótico guarda relación con el fantasma primordial, el cual porta en su seno un
contenido de perversión, contenido que de igual forma se ve implicado en la formación de
síntomas, puesto que generan angustia y devienen del orden de lo real.
Se ha logrado realizar un recorrido de antecedentes que se encuentra y encontrará
siempre en construcción, una construcción que ha sido posible con los aportes que emergen
de la teoría de Sigmund Freud, Jaques Lacan, extrayendo algunas consideraciones de otros
psicoanalistas, en su mayoría propuestas en el texto Rasgos de perversión en las estructuras
clínicas (1999a). A partir de estos se pretende dar inicio a la construcción de caminos de
interpretación teórica que permitan establecer algunas elucidaciones sobre los Rasgos de
perversión en la neurosis.
Se debe considerar, que la búsqueda de antecedentes a nivel local y nacional,
evidencian pocos desarrollos acerca del tema: “los rasgo de perversión en la neurosis”. En
la mayoría de instituciones consultadas a nivel local y nacional, entre las cuales se destaca
la biblioteca de la Universidad de Antioquia y la biblioteca de la Universidad Católica
Popular del Risaralda, se hallan elementos en mayor grado relacionados con la “perversión
como estructura clínica, la fobia, el fetichismo, entre otros”, y aún no se han llevado a cabo
procesos de investigación sobre, “los rasgos de perversión en la neurosis”, esto da cuenta
de la importancia de poder formalizar a través de la investigación, conocimientos que
permitan aportar en la comprensión de dichos rasgos de perversión, permitiendo la
42
comprensión de las implicaciones de lo sexual-traumático como rasgo perverso en la
neurosis desde una perspectiva tan interesante como el psicoanálisis.
43
1.2 Planteamiento de la pregunta
Teniendo en cuenta el recorrido anterior surge la siguiente pregunta que orienta el proceso
de investigación: ¿Cuál es la función de los Rasgos de perversión en la Neurosis a partir
de la teoría Psicoanalítica de la Sexualidad Infantil? pregunta central que pretende ser
articulada en una dialéctica de investigación desde el psicoanálisis teórico, partiendo de las
teorizaciones de la sexualidad infantil como construcción subjetiva fundamental para el
sujeto.
44
1.3 Justificación
“… a pesar de la absoluta separación que se quiere establecer entre ellas (las perversiones
sexuales y la actividad sexual normal), no podemos menos de reconocer que la vida sexual de los
individuos más normales aparece casi siempre mezclada con algún rasgo perverso” (Freud, 1917,
p: 122).
Interrogar en la sexualidad humana la existencia de rasgos de perversión, ha representado
para el psicoanálisis fuente de descubrimiento e investigación clínica. Desde ésta
perspectiva, dichos rasgos dejan ver las circunstancias propias a las cuales los seres
humanos, apelan para la actuación de su vida erótica; rasgos que proporcionan un saber
inconsciente de las incidencias de la vida amorosa y de las relaciones que el sujeto
establece con el otro y con el Otro. En este sentido, el carácter sexual implicado en los
primeros años de infancia que poco a poco Sigmund Freud descubre en el marco de la
investigación psicoanalítica, le proporcionan evidencias clínicas de los efectos causados
del trasegar del sujeto por la sexualidad infantil, marcada por el encuentro y el
desencuentro con el objeto sexual, las vicisitudes de la pulsión parcial, entre otros
elementos que han enriquecido la comprensión de la importancia de la sexualidad como
dimensión indispensable y necesaria en la construcción del sujeto.
Así pues, lo interesante de la presente investigación se fundamenta en destacar la
función constitutiva de la sexualidad en los seres humanos, resaltar sus funciones y
reconocer sus implicaciones psíquicas. Ésta importancia no sólo debe cobrar valor para
posturas teóricas como el psicoanálisis, merece ser reconocida por otros campos. En este
sentido, se pude afirmar que son muchas las organizaciones que a nivel mundial
promueven el desarrollo de la sexualidad, entre estas se destaca la OMS (Organización
Mundial de la Salud) quien estableció en el acta 23 de 2006(a), lo siguiente:
45
La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida.
Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la
intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a
través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas,
prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas
estas dimensiones. La sexualidad está influida por la interacción de factores
biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos,
legales, históricos, religiosos y espirituales (OMS, 2006a).
De tal forma la presente propuesta, aporta y contribuye en el establecimiento de la
importancia de la sexualidad como un punto de referencia central en el desarrollo del
sujeto, a partir de los postulados de la teoría psicoanalítica de la sexualidad, propuesta por
Sigmund Freud, busca un nuevo panorama de comprensión de los rasgos de perversión y
sus implicaciones en la constitución subjetiva de la sexualidad.
En este sentido, esta investigación está orientada a formar una discusión abierta y
constructiva en cuanto a los rasgos de perversión en la estructura neurótica, siendo útil
puesto que permite ampliar el horizonte de posibilidades comprensivas desde la
perspectiva de la investigación con el psicoanálisis teórico, buscando dilucidar
teóricamente la visión que el psicoanálisis tiene acerca de los rasgos de perversión en la
neurosis, de tal suerte, dicha utilidad se evidencia al proporcionar herramientas y guías
conceptuales que le permitan al lector, establecer puntos de diferenciación claros, precisos
y específicos que demarquen los límites propuestos por Freud y Lacan en sus enseñanzas
con respecto a los rasgos de perversión en la neurosis, evidenciando la primacía de la
sexualidad en los primeros momentos de desarrollo del sujeto, aislando así, esta teoría de
otros presupuestos teóricos que no conciben en la primera infancia un carácter sexual, al
respecto Freud plantea (1917a): “(…) se desalentaron en el niño casi todas las prácticas
sexuales; se estableció como meta ideal conformar asexuada la vida del niño, y en el curso
de los tiempos se consiguió al fin que realmente se la tuviera por asexuada” (p: 285). Los
teóricos y educadores de la época victoriana, no legitimaban la importancia de las prácticas
46
sexuales en la edad infantil, sino que la consideraban como algo correlativo al desarrollo
en la pubertad, como puede notarse en la sociedad contemporánea esta cuestión no es del
todo lejana a las concepciones acerca de la sexualidad humana, puesto que es común que
no se acepte la sexualidad en la infancia, se niegue o tomen con asombro los componentes
perversos implicados en ésta, aspecto que se resaltará en la presente investigación, puesto
que permite aportar a otros campos del conocimiento sobre la sexualidad humana.
Se entiende entonces que la presente propuesta aporta, al ámbito social, al
introducir cuestionamientos sobre la sexualidad infantil, tan poco reconocida en otros
campos disciplinares, que podrían generar reflexiones en diversos contextos culturales, y
también en el campo educativo, al proporcionar herramientas que permitan el reconociendo
de la sexualidad humana y su relación con la vida cotidiana de los sujetos, sin pretender
una enseñanza de lo sexual, puesto por más que se quiera la pulsión escapa a cualquier
instrucción pedagógica.
La novedad de la presente investigación radica en poder lograr una diferenciación
rigurosa entre los rasgos de perversión y las prácticas sexuales perversas en el marco de la
neurosis, partiendo del modo de conceptualización que desde la teoría psicoanalítica se
plantean acerca de dichos conceptos. También se puede considerar que la presente
investigación posee un carácter de novedad, teniendo en cuenta los pocos avances a nivel
regional y nacional sobre las particularidades de los rasgos de perversión en la neurosis.
Conceptos que deben ser discutidos contando con la guía de los referentes teóricos y las
transformaciones conceptuales propias dentro de la teoría psicoanalítica, teniendo en
cuenta que desde el psicoanálisis no se buscan generalizaciones apresuradas, sino
experiencias particulares. En este sentido, se intentará desentrañar algo de lo
incomprensible y enigmático que emerge de los textos, posibilitando además introducir
puntos disimiles en cuanto a las concepciones que se desarrollan con respecto a los rasgos
de perversión en la neurosis.
47
También la presente propuesta se articula con la línea de investigación: “Trauma y
síntomas contemporáneos”, a cargo de la Docente Ana Lucía Sanín, del programa de
Piscología de la Universidad Católica Popular del Risaralda, enriqueciendo los
conocimientos a dicha línea de investigación, en tanto que una de las categorías
centrales, a saber la Sexualidad infantil, representa un punto clave para el estudio de los
traumas psíquicos, de tal manera, si se establece que el objetivo general de la Línea de
investigación es: “Ofrecer a los estudiantes de psicología un espacio de formación en
investigación del psicoanálisis y/o con el psicoanálisis, que permita estudiar el trauma
psíquico y los síntomas contemporáneos”; se debe considerar que la presente propuesta
pretende aportar, en la delimitación teórico conceptual, acerca de “los rasgos de
perversión en la neurosis”, de lo cual se podría establecer un punto de referencia
fundamental para el estudio de las formaciones sintomáticas en mencionada estructura.
Finalmente dicho estudio avoca por la construcción de un recorrido teórico delimitado a
partir de los postulados psicoanalíticos que permita dar cuenta a partir de la sexualidad
infantil, los rasgos de perversión en la neurosis.
Además, se debe tener en cuenta que el estudio de dichos rasgos de perversión,
permite el análisis del carácter predominante de la pulsión sexual, que impulsa al sujeto a
transfigurarlos en actos, como tentativas malogradas de conseguir el goce. Desde esta
perspectiva, la clínica psicoanalítica ofrece evidencia de sujetos neuróticos que han
decidido por la vía de acciones perversas, encontrar formas de solución del conflicto
psíquico ante la castración (Trobas, 1990a). En este sentido, se evidencia la importancia
de desarrollar un proyecto de investigación que permita establecer las particularidades de
los rasgos de perversión, y logre mediante la realización de un recorrido teóricoconceptual delimitar sus funciones en la neurosis.
48
1.4 Objetivos
1.4.1 Objetivo General
Establecer la función de los rasgos de perversión en la neurosis, a partir de la teoría
psicoanalítica de la sexualidad infantil.
1.4.2 Objetivos Específicos
Establecer la relación entre el fantasma y los rasgos de perversión en la neurosis.
Analizar las particularidades de la disposición perversa polimorfa en la sexualidad
infantil.
Identificar la relación entre la sexualidad infantil y el rasgo perverso.
Diferenciar los rasgos de perversión de las prácticas sexuales perversas en la
neurosis.
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2. MARCO TEÓRICO
El proyecto de investigación denominado Los rasgos de perversión en la neurosis a partir
de la teoría psicoanalítica de la Sexualidad infantil, aboca en este punto por la
construcción de un marco teórico-conceptual, fundamentado esencialmente en el dialogo
constante, abierto y complementario desde la perspectiva de la investigación con el
psicoanálisis teórico, a partir de la argumentación, con respecto a los postulados
psicoanalíticos de Sigmund Freud, Jaques Lacan y otros autores post-lacanianos, sobre los
rasgos de perversión. Este recorrido teórico, trata de establecer las referencias
fundamentales que se delimitan como categorías de análisis centrales, a saber los
conceptos de: Sexualidad infantil, Neurosis y Rasgo perverso, categorías de análisis que se
fueron configurando en la presente propuesta de forma constructiva, una construcción de
un discurso abierto a la de-construcción y reconstrucción, tratando de seguir una
coherencia rigurosa del discurso y estableciendo relaciones entre conceptos.
En primera instancia se analiza la sexualidad infantil, como marco de referencia
fundamental, explicitando sus contenidos, funciones, la forma particular como el sujeto se
construye a partir de ella y la importancia que para el psicoanálisis representa este
momento lógico de subjetivación, que tan frecuentemente es olvidado por el sujeto, bajo el
manto de la amnesia infantil. En esta categoría también se incluyen otras sub-categorías
como el autoerotismo, la pulsión parcial, la latencia y la disposición perversa polimorfa. En
un segundo apartado se establecen algunas consideraciones sobre la neurosis, aclarando
desde su generalidad, el principio de subjetivación: el paso de la necesidad a la demanda; y
finalmente se identifican algunos elementos en relación al rasgo perverso, en el cual se
desarrolla el concepto de fantasma, entre otros.
50
2.1 La sexualidad infantil: fuente esencial del psicoanálisis
La investigación psicoanalítica desde sus comienzos se interesó por el carácter sexual
implicado en los primeros años de infancia, dándole primacía al componente perverso que
experimenta el sujeto por su trasegar en ésta. Es así como Sigmund Freud (1913a) plantea:
El psicoanálisis se ve obligado a reconducir la vida anímica de los pacientes a
su primera infancia, y llegó a la conclusión de que las inhibiciones del
desarrollo anímico (“infantilismos”) establecen una predisposición a la
neurosis. En particular, nuestras investigaciones de la vida sexual nos han
enseñado que existe verdaderamente una sexualidad infantil (p: 213).
Descubrimiento que permitió entrever y desarrollar la teoría de la sexualidad
infantil, en tanto que antes de los postulados freudianos sobre la sexualidad se le
consideraba al niño asexuado, encarnación de la pureza y de la inocencia, solo posible en
este período de la vida, y relegando la función de la sexualidad exclusivamente a partir de
la etapa denominada pubertad. Así pues, el hecho de notar algún atisbo de sexualidad en el
niño, era explicado como una reacción netamente biológica del organismo en sus primeras
etapas de crecimiento o como algo anormal que debería ser prohibido y desarraigado, pues
representa las malas costumbres que se contraponen al “deber ser moral”, que impone la
cultura como operadora de lo represor, está asociación entre la sexualidad y la
degeneración, aun perdura en diversas culturas y se manifiesta a través de diferentes
practicas, no es difícil aceptar que en nuestra cultura aún predomine dicha asociación, pues
es evidente que la condena a las prácticas sexuales en la infancia, relegan la sexualidad a lo
prohibido, lo extraño y en cualquier momento fuera de lugar.
Sin embargo, la investigación etiológica llevo al psicoanálisis a hacerle caso a un
tema del que apenas se sospechaba, en tanto que las investigaciones científicas hasta el
51
momento, habían explicado el comienzo de la vida sexual en la etapa de la pubertad, y
habían dado razón de los inicios de ésta en la infancia como signos de degeneración.
Según la opinión popular (Freud, 1905a) la sexualidad en tanto práctica, se
relacionaría con la maduración que sobreviene en la pubertad manifestado en la atracción
de un sexo hacia su opuesto, cuya única meta seria la unión sexual o las acciones en
relación a ésta, desde esta perspectiva lo sexual es aquello indecoroso de lo que
socialmente no se está permitido hablar. Freud (1905a) refiere: “la fábula poética de la
participación del ser humano en dos mitades – macho y hembra- que aspiran a reunirse de
nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la teoría popular de la pulsión sexual” (p:
124), una teoría donde se cree en la completud del ser humano en el acto sexual, donde
cada par contribuye a una meta sexual: la reproducción de la especie. Sin embargo, se
evidenció a partir de la investigación clínica que existía una necesidad de ampliar el
concepto de sexualidad, en tanto que la misma indagación mostraba que iba más allá de la
unión de los dos sexos en el acto sexual, mostraba su verdadera cara, una cara de
trasgresión y deseo sin freno.
A partir del examen que se realiza desde la teoría psicoanalítica en torno a la
sexualidad infantil, se hace coincidir el inicio de la función sexual casi con el principio de
la vida y existencia del ser humano (Freud, 1922a) entonces Freud se pregunta sorprendido
¿cómo había sido posible hasta ese entonces no haber advertido esto? En principio estos
hallazgos fueron obtenidos por la indagación psicoanalítica de los recuerdos de infancia en
sujetos adultos y por los efectos de ésta en el devenir posterior de la vida, bajo la forma de
un síntoma. Efectos duraderos e imborrables como huellas mnémicas que determinan la
vida anímica del sujeto, en tanto que se establece un vinculo constante entre: la
significatividad psíquica de una vivencia y su fijación en la memoria, donde lo que se
olvida es representado como “inescencial”, “superfluo”, “derivado de la impotencia e
inmadurez del desarrollo característico del niño”, a esto se le denominó la amnesia infantil,
sin embargo más allá de esto, se impone el deseo sexual como fuerza impulsora de la
pulsión.
52
Después de haber analizado estas cuestiones en sujetos adultos, Freud comprobó su
tesis en niños, mostrando que la sexualidad infantil tenía aspectos distintos a la de los
adultos, y además en la primera se resaltaban rasgos de lo que en los adultos se calificaba
como perversión.
En un primer momento la explicación teórico-conceptual realizada por Freud sobre
la sexualidad, hacía alusión a la seducción como punto de partida de las manifestaciones
sexuales infantiles y principio de la producción de síntomas neuróticos, basada en la tesis
de la seducción infantil (Freud y Breuer, 1894a), donde un padre opera desde el exterior
como agente real que posibilita la vivencia sexual, esto quiere decir, que la causa radical de
toda neurosis era la introducción precoz de la sexualidad en la experiencia del niño, este,
cuya natural inocencia no le permite tramitar la experiencia, retorna a ser víctima de la
misma cuando su propia sexualidad se despierta en la pubertad a partir de los intensos
deseos que se vivencian en dicho período, activando retroactivamente el evento traumático
que se vivió en la primera infancia (antes de los 6 años) y generando síntomas neuróticos.
En este sentido el sujeto a través de un mecanismo de defensa, configura su neurosis en
fases ulteriores del desarrollo, esta tesis es desarollada por Freud en el texto sobre “Las
nuevas puntualizaciones sobre las psiconeurosis de defensa” (1986b) además se sostenía
que el síntoma era un efecto directo de la vivencia sexual, así pues, la sexualidad infantil se
consideraba un “factor latente”, cuyo advenimiento sólo era posible a partir de la
intervención de un adulto, lo que conllevaba a resultados catastróficos.
Las observaciones clínicas de Freud acerca de la importancia de los factores
sexuales, en un primer momento se centraron en el análisis de la causación de la neurosis
de angustia y la neurastenia, para más tarde, re-plantearlo con respecto a las psiconeurosis.
La insistencia de Freud por lograr una explicación de la sexualidad desde la perspectiva
biológica-química, se hizo expresa en su teorización de 1890, donde partía de premisas
neurofisiológicas sobre los mecanismos de descarga y excitaciones sexuales. En una de
53
las Cartas a Fliess de 1896 se halla, siguiendo a Strachey (1920a, citado en Freud), la
primera mención de las zonas erógenas, en tanto que todo órgano posee características
particulares de erogenización y es susceptible de ésta, también se halla en dicha
publicación el nexo posible entre la sexualidad y las perversiones, desde esta perspectiva
Freud ofrecía una explicación completa de la histeria basado en los efectos traumáticos de
la seducción sexual en la primera infancia. En este punto Freud se cuestiona si las
seducciones realmente habían tenido lugar en la experiencia particular del sujeto, si la
terapia psicoanalítica no estaba descubriendo recuerdos de sucesos, sino de anhelos y
deseos que en el niño se instauraron y que contradecían su supuesta inocencia.
Es así como Freud (1897a) toma la decisión de abandonar su primera tesis sobre la
seducción, al considerarla errónea y al sobre-estimar la seducción como fuente de las
manifestaciones sexuales infantiles, y lo refiere en una de sus cartas a Fliess (1897a),
proponiendo en un segundo momento, el papel fundamental de la fantasía en la vida
psíquica de los neuróticos y del psiquismo del niño en cuanto tal, convenciéndose que
tanto en hombres como mujeres la sexualidad infantil está dominada por intensos
conflictos de carácter sexual. Desde esta perspectiva la investigación psicoanalítica de
Freud, cayó primero en el error de sobreestimar en mucho la seducción ejercida por un
adulto, como fuente de las manifestaciones sexuales infantiles y germen de la formación de
síntomas neuróticos. Este espejismo pudo superarse cuando se llegó a conocer la
extraordinaria importancia que la actitud fantaseadora tiene en la vida anímica de los
neuróticos, al respecto Freud (1922a) señala: “para la neurosis resulto evidente, era más
decisiva (la fantasía) que la realidad exterior” (p: 240).
En esta tesis la formación sintomática no era efecto directo de la vivencia sexual
(como en la anterior), sino que entre el síntoma y la vivencia se instauraría la fantasía de
seducción, cuya función es la defensa del sujeto contra las prácticas sexuales infantiles, en
este sentido en la fantasía se cumple un deseo de forma velada, valiéndose de sustituciones
y desplazamientos que establecen compromisos entre fuerzas dinámicamente opuestas
54
(instancias psíquicas), a esta teorización la denominó: “la causalidad psíquica”. En relación
con el concepto de fantasía, emerge el material o el contenido que permite la consideración
de la evolución de la función sexual en los seres humanos, y según Freud (1905a), estas
mociones de la vida sexual hacen parte de las actividades superiores del psiquismo menos
dominada por el sujeto, y menos dominada por el efecto de lo represor-cultural,
prohibición secundaria que imparte el deber social y moral, bajo la representación del “no
hagas esto”.
De todo el análisis que hace Freud sobre la sexualidad, se logró proponer que “la
reproducción” no es el núcleo de la sexualidad, en tanto que la sexualidad no está dada por
el aparato anatómico otorgado por la herencia biológica, no obedece exclusivamente a la
unión de los genitales masculino-femenino, pues en esta definición se dejan de lado
practicas que no apuntan a la reproducción y sin embargo poseen características sexuales,
entre estas, se podrían enunciar: la masturbación, el besar, el chupeteo, lo excrementicio,
entre otras. Estas desviaciones de meta y objeto sexual, Freud (1905a) las denominó las
aberraciones sexuales y aclara que puede darse de diferentes maneras: la persona puede
ser invertida absoluta, en tanto que la satisfacción sexual se logra con una persona de su
mismo sexo, mientras que el sexo opuesto es visto con indiferencia, y hasta repugnancia; la
persona puede ser invertida anfígeno (hermafrodismo psíquico) en la cual se da una
elección bisexual, puesto que hombre y mujer pueden ser objetos de satisfacción sexual
indiferenciadamente; y por ultimo refiere los invertidos ocasionales, quienes bajo ciertas
condiciones que se prestan exteriormente para satisfacer la pulsión, la realizan con
personas de su mismo sexo, exclusivamente en situaciones especialmente planeadas. La
inversión es pues, concebida como “un signo innato de degeneración nerviosa”. En este
punto es pertinente realizar una diferenciación entre “el carácter innato” y la
“degeneración”. El primero hace parte de la constitución psíquica de cada sujeto, para
Freud era correlativo a los procesos pulsionales y a los factores constitutivos, mientras que
el segundo, la degeneración era correlativa a la desviación de la meta sexual y su
experimentación puesta en acto. El carácter innato que refiere Freud, debe ser comprendido
como estructurante de la posición psíquica, este se encuentra principalmente en los
55
invertidos absolutos, dado que para estas personas nunca se presentó otro tipo de
orientación de la pulsión sexual.
En este sentido, los hallazgos de la clínica freudiana evidencian en primera
instancia una condición bisexual inherente a cada sujeto, en efecto, cierto grado de
hermafrodismo anatómico para Freud (1905a) es la norma: “en ningún individuo
masculino o femenino de conformación normal se echan de menos las huellas del aparato
del otro sexo” (p:129). Es decir, la concepción resultante de estas elucidaciones, se refiere
a la disposición originariamente bisexual del ser humano, que durante la infancia se va
alterando y modificando hasta llegar a la elección de objeto definitiva en la pubertad. A
esto se le denominó hermafrodismo psíquico, una evidencia inicial de cómo a nivel
inconsciente se construye la sexualidad, esto es, la disposición bisexual le brinda al sujeto
tanto huellas psíquicas masculinas y femeninas cuanto órganos sexuales somáticos (Freud,
1905a).
En este punto es indispensable aclarar que la vida sexual es de suma importancia
para todas las actividades humanas, por ende el cometido de ampliar el concepto de
sexualidad, ha constituido al interior del psicoanálisis el motivo más fuerte para la
investigación y una fuente de resistencia que no permite la aceptación por otras teorías de
las conceptualizaciones del psicoanálisis. Cabe aclarar, no debe pensarse esta teoría como
un “pansexualismo”, donde todo remite única y exclusivamente a las prácticas sexuales, se
debe comprender realmente lo qué es la sexualidad, (no solo desde la dimensión de la
genitalidad) sino vislumbra la sexualidad como constitutiva y necesaria para la
conformación del sujeto humano, es decir, inherente a la construcción psíquica del sujeto.
Es entonces la sexualidad un tema cuyo estudio se puede ampliar desde los
diferentes momentos de desarrollo del sujeto, a saber que, con relación a la instancia de la
sexualidad tanto el niño como el adulto están en igualdad de condiciones, pues ya se ha
56
mencionado que es la sexualidad un factor inherente a la construcción del sujeto y que
tanto en niños, como en adultos es posible entrever el carácter sexual en sus prácticas. Así
pues, lo que Jacques Lacan resalta es, que en el descubrimiento más importante de Freud:
el inconsciente, se revela que el funcionamiento del mismo no tiene su primacía en lo
biológico, sino que más bien la primacía de éste se encuentra en la sexualidad. Por dar un
ejemplo, se podría decir que no hay nada en el psiquismo que permita situar el ser “macho”
o el ser “hembra”, pues bien, lo que Lacan advierte a este respecto, es que la sexualidad
está representada en el psiquismo a favor de que ésta se instaura en el sujeto por vía de la
falta, la introducción del sujeto en la lógica del Otro del sexo; sobre esto también Freud
logra vislumbrar elementos de importancia con respecto a la organización genital infantil,
estableciendo el primado no de los genitales, sino del falo. De tal forma, cuando desde el
psicoanálisis se habla de lo sexual, se está haciendo alusión a la relación de un sujeto con
su modalidad de goce, es decir, su relación con la castración como relación regulatoria del
goce incestuoso.
En esta medida es el lenguaje, tomado como aquello que tiene que ver con lo
simbólico -con la articulación del significante y con la producción de sentido-, el que ha
permitido problematizar lo sexual en los seres que hablan, pues ha separado a los seres
humanos del instinto sexual, de un saber qué hacer con lo sexual, haciendo posible en lo
sexual lo que se conoce desde la perspectiva psicoanalítica como pulsión sexual, lo que
lleva a los sujetos a realizar prácticas sexuales que no están vinculadas al acto de la
reproducción, sino más bien que están en vía de la consecución de un goce, el cual siempre
va a estar del lado del exceso, desde donde se podría explicar, los actos de violencia
sexual, las practicas masoquistas y algunos actos sexuales que no están dados de por sí con
el fin de la reproducción de la especie, estos actos remiten de forma importante con los
rasgos de perversión, actos en los cuales la pulsión parcial se satisface de múltiples formas.
Ese “no saber” qué hacer con lo sexual, que introduce el lenguaje, a lo que ya se ha
hecho mención, se relaciona con un desconocimiento a nivel inconsciente de la fórmula
precisa que reposa sobre los principios de la indiferenciación sexual, a saber, que en el
inconsciente se encuentra un saber no dispuesto a la contradicción, y que se manifiesta
57
(aunque desfigurado) en las formaciones del inconsciente como los sueños, los síntomas,
los lapsus, etc., de las cuales se puede tener noticia en un análisis, pero aunque un análisis
se dé por terminado, no se tendrá la “formula” de la armonía perfecta entre los dos sexos,
que pueda dar crédito a la “teoría” de la media naranja. De tal manera en el inconsciente no
existe un saber acerca de la relación entre los sexos.
Con respecto a la organización sexual infantil, Freud en 1923 hace un agregado y
un recuento de los referentes teóricos con respecto a la sexualidad, antes planteados en los
“Tres ensayos de una teoría sexual” (1905a), estableciendo que al comienzo el acento
recayó sobre la fundamental diferencia entre la vida sexual del niño y la vida sexual del
adulto, luego pasaron a primer plano las organizaciones pre-genitales, bajo el reinado de
las zonas erógenas y la pulsión parcial, así como la arremetida en la comprensión de la
sexualidad en dos tiempos, a saber, la elección de objeto primaria y la elección de objeto
secundaria. Procesos que permitieron abrir caminos de comprensión con relación a la
investigación sexual infantil, y su correlato como desenlace en el complejo de Edipo. Este
texto es importante, en tanto establece el primado del falo, con lo cual se quiere decir que
no hay dos sexos, sino que frente a la inminencia del genial masculino, los dos sexos
asumen una posición frente a la sexualidad solo a partir del falo.
Freud establece en mencionado texto que el carácter principal de esta organización
genital infantil reside en que, para ambos sexos, sólo desempeña un papel un genital, el
masculino. Por tanto, no hay un primado genital, sino un primado del falo. El valor del
pene universal atribuido tanto a los niños como a las niñas, cobra su significatividad en un
momento posterior de la vida. Sin embargo como resultado de las investigaciones que
realiza el niño tratando de comprobar y verificando la posesión de pene, durante el paso del
complejo edípico, en el curso del devenir del sujeto, se descubre que el pene no es un
patrimonio común a todos los seres.
58
También Freud (1923a) señala lo siguiente: “Sólo con la culminación del desarrollo
en la época de la pubertad, la polaridad sexual coincide con la masculino y femenino. Lo
masculino reúne en el sujeto, la actividad y la posesión del pene; lo femenino, el objeto y
la pasividad. La vagina es apreciada ahora como albergue del pene, recibe la herencia del
vientre materno” (p: 149).
Por otra parte, es con la introducción del concepto de Otro de Jaques Lacan, como
se delimitará de forma clara las tesis freudianas con respecto a la posición, elección y
estructuración subjetiva, en tanto que es el lenguaje como Otro quien determina que no hay
entre los seres hablantes, “macho” y “hembra” una armonía sexual que venga dada por un
instinto, como tampoco un saber articulado del Otro sexo, se trata pues de un saber que
falta en el inconsciente, es entonces lo que se caracteriza como imposible, como lo
imposible de lo real -entiéndase real como lo que escapa a la articulación del significante,
de tal suerte lo que se escapa al sentido y que se relaciona con el goce-, en esta medida se
está haciendo referencia a lo que se presenta en el inconsciente como un agujero en el
saber.
En este sentido el psicoanálisis habla de la sexualidad, en relación a la pulsión, es
decir, este ser viviente nace siendo un organismo, pero su constitución como sujeto se
manifiesta en la dialéctica del significante, donde se constituye él como sujeto en un doble
tiempo: la alienación y la separación, mecanismos psíquicos de lógica del significante.
Entre estos dos significantes: alienación y separación, se pone de manifiesto el deseo que
yace en la localización del sujeto en el discurso del primer Otro con el que se relaciona (la
madre); un deseo que se encuentra más allá de lo que este Otro materno dice, de lo que ella
intima y hace surgir como sentido, esto es, en el paso de la necesidad del organismo a la
demanda del sujeto, hay algo más allá de esta última, queda algo allí, un residuo, o como lo
señala Lacan (1958a), al esbozar lo que es el deseo: “Lo que en el pequeño móvil, se
encuentra más allá de la demanda. ¿Por qué es preciso un más allá de la demanda? Es
preciso un más allá de la demanda, porque la demanda por sus necesidades articulatorias,
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desvía, cambia, traspone la necesidad. Así, existe la posibilidad de un residuo” (p: 389), de
tal suerte lo que se pierde se encuentra en un más allá de la demanda.
En este punto se debe establecer una relación entre los rasgos de perversión y la
sexualidad infantil, dicha relación la establece Freud cuando afirma que las perversiones
desde su generalidad, son desarrollos de gérmenes contenidos todos ellos en la disposición
indiferenciada de la constitución sexual del niño. Se podría afirmar entonces que la
sexualidad infantil por su particularidad especifica determina al perverso polimorfo que es
el niño, es la responsable principal de las tendencias perversas. De esto se logra entrever
que fue preciso ampliar el concepto de lo sexual para que abarcase algo más que la
aspiración a la unión de los sexos en el acto sexual o a la producción de determinadas
sensaciones placenteras en los genitales. En este sentido, el objeto y fin sexual no aparecen
como prefijados en la sexualidad humana. Puesto que son muchas las desviaciones que se
encuentran y para dar cuenta de ellas es pertinente establecer que la subjetivación del sexo
biológico sólo es posible en el atravesamiento edípico. Desde esta perspectiva se debe
considerar que en su fundamento la perversión polimorfa infantil no deberá considerarse
como una nueva parcialidad sino como un modo de instalar la relación edípica y junto a
ella la castración que operan en la construcción del sujeto.
Siguiendo a Uribe (1990a, citado en Trobas) “Nuestra idea en cuanto al concepto
de rasgo perverso será considerarlo como un heredero de este polimorfismo infantil a partir
de su articulación en el fantasma” (p: 52). Ya desde esta perspectiva entra a jugar un papel
central el concepto de fantasma, en el cual se logra identificar, que si el sujeto del deseo
implica la cesión del objeto donde se refugia el goce, el fantasma será el recurso estructural
como para que este objeto pueda ser recuperado.
Por otra parte es a partir de la sexualidad infantil corroborada por Freud, donde
emergen conceptos centrales, que deben ser tenidos en consideración y desarrollados de
60
manera amplia, entre estos se destacan el autoerotismo, las zonas erógenas, las pulsiones
parciales y el complejo de Edipo. Conceptos que serán desarrollados a continuación.
2.1.1 Autoerótismo: “His majestic the baby”
La vida sexual infantil es esencialmente autoerótica (su objeto se encuentra en el propio cuerpo) y
sus pulsiones parciales singulares apuntan a conseguir placer, cada una por su cuenta, enteramente
desconectadas entre sí (Freud, 1905a, p: 179).
Bajo el imperio de la parcialidad de la pulsión emerge en la estructuración subjetiva, la
fase del autoerotismo, una fase fundamental en la erogenización del cuerpo. En la cual la
libido se apuntala hacia diversos órganos, generando efecto de descarga en la zona
localmente focalizada.2 En este momento lógico el niño se vuelve presa de su propia
voracidad, y apuntala la libido de las pulsiones sexuales en pulsiones yoicas, primeras
satisfacciones autoeróticas que sirven a la auto-conservación, la nutrición por ejemplo, sin
embargo se da un divorcio entre la necesidad y el deseo (como se explica en el apartado El
paso de la necesidad al deseo: el límite entre el soma y la psique). Es en esta fase del
desarrollo sexual en la cual las pulsiones parciales que predominan son las anal-eróticas y
las sádicas, antes de instaurarse el primado del falo.
Cada una de las pulsiones se satisface de múltiples maneras, no se conjugan en una
unidad, puesto que persiguen por separado su meta sexual, que hace alusión a la ganancia
de placer, así pues en esta fase de la sexualidad, la pulsión sexual se encuentra apuntalada
en la satisfacción de las necesidades vitales, como la nutrición. La pulsión en este
2
Expresión retoma por Freud, de las designaciones de Havelock Ellis (1898) sobre el autoerótismo, la
homosexualidad y la bisexualidad.
61
momento, carece de objeto único lo que la hace autoerótica, en la medida en que el objeto
no está por fuera del cuerpo del niño. En esta vía, las pulsiones sexuales se comportan
primero de forma autoerótica, encuentran la satisfacción en el propio cuerpo, de esto que
no se llegue a la situación de la frustración, esa que obligó a instaurar el principio de
realidad (Freud, 1911a). Desde esta perspectiva antes del primado del falo (fase fálica
propiamente dicha), existe en el sujeto la pulsión sexual completamente desordenada, en la
cual la indiferenciación sexual predomina, en el reinado de la erogenización, que consiste
en una propiedad general de todos los órganos, en la cual la actividad pulsional
demandante de descarga, se delimita en un lugar especifico del cuerpo satisfacciones
parciales, que a su vez envía o trasfiere a la vida anímica estímulos de excitación de
carácter sexual.
Descarga de necesidad que se hace posible en la medida en que existe un Otro, que
en primera instancia es la madre, quien se convierte en aquel objeto del cual no se puede
prescindir, se convierte en la elección primaria de amor, proceso de alienación. En este
sentido, la efectividad continuada del autoerotismo hace posible que se mantenga por un
largo período, en el objeto sexual la satisfacción fantaseada y momentánea, de una forma
más asequible para el sujeto, en lugar de la satisfacción real.
Estas fantasías tanto conscientes como inconscientes, satisfacen deseos en la
dinámica particular de las formaciones del inconsciente, son estructurantes en la posición
psíquica, las fantasías inconscientes poseen un carácter ambivalente, tanto hacia el padre
como a la madre. Desde esta perspectiva no se debe olvidar que la oposición entre
masculino y femenino, introducida por la función de reproducción, no puede permanecer
presente en la fase pre-genital de la sexualidad infantil, lo que se encuentra en esta, se
relaciona con una posición que puede estar del lado de la meta activa (actividad) y de la
meta pasiva (pasividad), en la primera se inscribe la pulsión originaria de apoderamiento
(Freud, 1913a ) denominada sadismo, al hallarse al servicio de la función sexual. La
62
segunda es constitutiva del erotismo anal, cuya zona erógena corresponde a la antigua
cloaca indiferenciada.
En la Carta 125 (1895a) Freud hace referencia al concepto de autoerotismo en sus
primeros escritos y refiere: “entre los estratos de lo sexual, el inferior es el autoerotismo,
que renuncia a una meta psicosexual y sólo reclama la sensación localmente satisfactoria”
(p: 322). Con este planteamiento desarrollado desde una perspectiva descriptiva y
biológica, Freud se aparta de sus primeras premisas acerca de la “elección de neurosis”, al
cuestionarse ¿Cuándo y cómo es que un sujeto puede convertirse en histérico en lugar de
paranoico? Sobre esto él asumía que él factor determinante dependía de la edad de
ocurrencia de los traumas sexuales, la edad que se tenía al vivenciar los eventos
traumáticos. Sin embargo es a partir del planteamiento del autoerotismo como fundamento
de la sexualidad infantil como poco a poco iría descubriendo las funciones de la
satisfacción autoerótica, sin recurrir a la edad cronológica como forma de caracterización.
En esta lógica de ideas, Freud presentará al niño como el sustituto del falo en la
madre, entonces se convierte en captador de la libido objetal de ésta, de ahí que se le
nombre “His Magestic the baby” (su majestad el bebé). Siguiendo a Freud, en este punto se
logra identificar una relación entre los rasgos de perversión y el autoerotismo, en tanto que
es en la fase del autoerotismo donde para Freud, quedaran huellas imborrables de
satisfacción previa en el sujeto que determinarán elecciones posteriores. En el autoerotismo
se establece una desarticulación de la pulsión donde predomina el polimorfismo de la
sexualidad infantil, en la cual las teorías sexuales se sostienen, allí donde las pulsiones se
satisfacen anárquicamente al no haber caído bajo la primacía del falo. En este sentido, la
primacía del falo ordena retroactivamente la fijación al rasgo perverso originario y
particularmente en la neurosis participa en la inserción del sujeto en la lógica de la
regulación del polimorfismo infantil, dada por el complejo de Edipo.
63
2.1.2 La pulsión parcial
El concepto de pulsión parcial, remite en primera instancia a un modo inicial de la pulsión
que se engendra en la fase pre-genital de la sexualidad infantil. Es así como Freud (1905a)
en sus tres ensayos para una teoría sexual, señala lo siguiente: “de cualquier manera,
tenemos que admitir que también la vida sexual infantil, a pesar del imperio que ejerzan las
zonas erógenas, muestran componentes que desde el comienzo envuelven a otras personas
en calidad de objetos sexuales” (p: 174). Sobre este presupuesto, Freud describe cuatro
tipos de pulsiones parciales, a saber: la pulsión del placer de ver y de exhibir, la pulsión de
crueldad y la pulsión de saber. El paso de estas pulsiones en el sujeto, según Freud se hace
posible en la medida en que no existan barreras que impidan su realización, tales como los
diques anímicos, al respecto Freud (1905a) señala lo siguiente: “Sobre todo, el niño
pequeño carece de vergüenza, y en ciertos años tempranos muestra una inequívoca
complacencia de desnudar su cuerpo poniendo particular énfasis en sus genitales” (p: 174).
Esta inclinación de carácter perverso, también se relaciona con la curiosidad del niño por
ver los genitales de otras personas, y advierte Freud que este elemento puede convertirse
en un factor preponderante en la vida sexual del adulto.
En este sentido, la pulsión parcial implicada en el placer de ver, se pone en tensión
hasta en el acto del juego, tanto en el propio niño como en sus compañeros de juego, estos
niños se convierten, según Freud, en fervientes mirones de la micción y defecación de sus
semejantes. Luego de esto, sobrevenida la represión, estas prácticas en el niño cobran una
significación diferente, permaneciendo como una especie de presión martirizante que
según Freud, en muchos casos de neurosis cobra el valor de impulsar de forma directa la
formación de síntomas.
Otra de las pulsiones parciales a las que Freud (1905a) hace referencia, es la
pulsión de crueldad, al respecto afirma que la crueldad es cosa enteramente natural en el
64
carácter infantil; en efecto, la inhibición en virtud de la cual la pulsión de apoderamiento se
detiene ante el dolor del otro, la capacidad de compadecerse, se desarrolla relativamente
tarde. En este sentido, las mociones de crueldad, provienen de la pulsión de apoderamiento
y surgen en la vida sexual del niño, en un tiempo en el cual aún no se han unificado las
pulsiones en un objeto, esto es, en la fase pre-genital. En este punto se debe considerar un
aporte muy interesante que Freud (1905a) señala: “Niños que se distinguen por una
particular crueldad hacia los animales y los compañeros de juego despiertan la sospecha,
por lo común confirmada, de una práctica sexual prematura e intensa proveniente de las
zonas erógenas” (p: 174). Aquí Freud señala de forma contundente, que la ausencia de
barreras represoras que limiten el exceso de la pulsión parcial, puede tener como efecto, el
peligro de que este vinculo establecido en la niñez entre las pulsiones crueldad y las
erógenas trascienda inmutable en posteriores fases del desarrollo psíquico.
Con respecto a la pulsión de saber, la cual corresponde a una manera sublimada de
apoderamiento, que trabaja al mismo tiempo con la energía de la pulsión de ver, Freud
aclara que esta pulsión no se circunscribe únicamente al ámbito sexual, pero sus vínculos
con la vida sexual tienen gran importancia en tanto que el niño, en su indiferenciación
sexual busca darle respuesta a lo enigmático, introducido por el sexo. Bajo este momento
lógico, el niño se cuestiona la llegada al mundo de sus hermanos, y cuestiona a los padres
sobre la forma en la cual se engendran los niños. Es en esta fase de la sexualidad donde
emerge una concepción sádica del comercio sexual, donde el niño percibe el acto sexual
entre sus padres, como una forma de maltrato y no logra darle una explicación a lo que
entre ellos ocurre. Al respecto Freud (1905b) plantea: “Por el psicoanálisis nos enteramos
de que una impresión de esa clase recibida en la primera infancia contribuye en mucho a la
disposición para un ulterior desplazamiento (descentramiento) sádico de la meta sexual”
(p: 178).
Con respecto al desarrollo de la organización sexual infantil, Freud (1905b)
establece: “Llamaremos pre-genitales a las organizaciones de la vida sexual en que las
65
zonas genitales todavía no han alcanzado su papel hegemónico” (p: 180). Esta primera
organización hace referencia a la fase oral, donde predomina la pulsión canibálica; desde
esta perspectiva no se ha dado una separación de la nutrición, la meta sexual de esta
pulsión es la incorporación del objeto, como rasgo perverso primario de carácter
identificatorio, en el cual la madre ocupa un lugar privilegiado para el niño. Sobre esto
Freud señala que el chupeteo puede interpretarse como un rezago de dicha fase, un resto
que determina una actividad sexual infantil que cumple múltiples funciones.
En un segundo momento se desarrolla la fase sádico-anal, en la cual desempeña un
papel fundamental la zona del ano. En dicha fase también se da una división entre los
opuestos: actividad y pasividad, estos opuestos son considerados por Freud, como
tendencias diferenciadas de lo masculino y lo femenino. A este respecto Freud plantea
(1905b): “La actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la
musculatura del cuerpo, y como órgano de meta sexual pasiva se constituye ante todo la
mucosa erógena del intestino” (p: 180). Con esto se infiere que el ano cobra relevancia
para el niño, como aquella cloaca indiferenciada, a la cual se le atribuyen en el marco de
las teorías sexuales infantiles, la función de la procreación y la vía del nacimiento de niño.
Es también en esta fase donde el sujeto logra diferenciar los objetos dentro del cuerpo y
fuera de éste, dando paso a una ambivalencia que podría permanecer de forma invariable
en el sujeto.
De tal manera, presentificando la instancia de la sexualidad infantil en forma
dividida, las pulsiones se manifiestan en orden inconexo, como pulsiones parciales. De tal
forma, se logra identificar una relación entre los rasgos de perversión y las pulsiones
parciales a partir de la mediación de otro concepto, la fijación. Freud establece que en la
neurosis el sujeto sufre de una serie de reminiscencias, de algo que es rememorado, de algo
que retorna, en muchas ocasiones bajo la envoltura del síntoma y que nunca podría ser
olvidado, porque no fue notado en ningún momento y nunca fue consciente. Esta fijación
produce de igual forma un efecto de desplazamiento, en tanto que el objeto de la pulsión es
eminentemente desplazable y sustituible, la fijación se instaura como un lazo
particularmente intimo entre la pulsión y su objeto, a través del cual obtiene la satisfacción.
66
Es así como, Freud establece una relación de retroactividad de la pulsión parcial en
los casos de homosexualidad, en la cual coexiste una fuerte fijación a una meta sexual
infantil, una marcada capacidad de sublimación y una identificación a la madre. Este
retorno, Freud lo establece con respecto a la teoría de la libido, donde éste puede retornar a
un objeto o meta sexual anterior o a un modo particular de satisfacción de la pulsión, y
también se hace referencia a la consecuencia irremediable de la sexualidad indiferenciada
del niño bajo la forma de un rasgo perverso en el adulto. Al respecto de la relación de los
rasgos de perversión y la homosexualidad, Freud (1910a) desarrolla un análisis interesante,
donde demuestra una relación del sujeto a una fijación materna, esto lo hace partiendo de
un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci, donde Freud habla de un fantasma en el que la
madre de Leonardo ocupa una posición de importancia, al respecto Freud señala: “En todos
los homosexuales hombres hemos vuelto a encontrar, en la primera infancia, periodo
olvidado después por el sujeto, un intensísimo apego erótico a una mujer, la madre
generalmente, apego provocado o favorecido por la ternura excesiva de la madre misma y
luego reforzado por un alejamiento del padre de la vida del niño” (p: 79).
Así pues, los puntos de fijación de la pulsión parcial, que constituyen un punto de
regresión. En este sentido, desde la perspectiva de Jacques Lacan dichas fijaciones, no son
más que puntos de fijación significante de la urgencia de la necesidad. En este punto entra
de nuevo en consideración la represión primaria, en tanto que dicho tiempo lógico de
subjetivación se especifica como fundador del inconsciente en el acto de la fijación del
representante a la pulsión.
Teniendo en cuenta el recorrido anterior, es indispensable retomar los elementos
antes planteados de la sexualidad infantil en relación con la neurosis. Al respecto de ello
Freud establece una dialéctica como principio de subjetivación que ocurre a partir de los
procesos psíquicos inconscientes, la humanización del sujeto, como paso de la necesidad a
la demanda. No se trata de cualquier paso, se podría afirmar que es el paso fundante,
67
originador de la subjetivación humana como “el encuentro con el Otro”, en términos
lacanianos, ó “la introducción del sujeto en el registro pulsional”, siguiendo a Freud.
2.1.3 Principio de subjetivación: el paso de la necesidad a la demanda
Procurando continuar la comprensión de la sexualidad infantil, debe considerarse
inicialmente el proceso implicado en la dialéctica de la humanización, dicho proceso desde
la perspectiva freudiana, comienza en el organismo, que en principio se rige por el
desorden pulsional, la pulsión se apuntala en la satisfacción de la necesidad netamente
biológica, como un mecanismo de supervivencia, dicho organismo viene dotado de un
sistema nervioso, aparato que le permite a éste librarse de los estímulos tanto internos
como externos y de mantenerlos al nivel mínimo posible, buscando conservarse libre de
todo estímulo. Freud establece que en un primer momento se da un apuntalamiento
anaclítico hacia la madre, encargada de responder a las necesidades del niño a través a
través de los diferentes objetos la mirada, la voz, la palabra y el pecho. En esta alienación
primordial, de encuentro-desencuentro, se establece el punto nodal que permite el paso de
la necesidad (lo biológico) al deseo (lo psíquico), en relación con lo mencionado Freud
(1907a) plantea que:
Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la
nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho
materno. Lo perdió solo mas tarde, quizá justo en la época en que el niño
pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el
órgano que le dispensaba satisfacción (p: 202).
Desde esta perspectiva, el paso de la necesidad a la demanda, esta dado por la
primera experiencia de satisfacción marcada por un monto afectivo excesivo, que inscribe
al sujeto en la lógica pulsional. Freud (1914a) define la pulsión: “como un concepto
68
fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos
que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia
de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.” (p:
108), es decir, la pulsión es endógena posee una fuente de estímulos intrasomáticos en
continuo fluir que siempre están en búsqueda de la satisfacción, inmediatamente se
satisfacen entran en un circuito de repetición anclado en el sistema inconsciente que
repercute en la vida anímica del sujeto.
La pulsión está compuesta por cuatro elementos: la fuente, que hace alusión a un
proceso somático al interior de un órgano o una parte del cuerpo, cuyo estimulo es
representado en la vida anímica por la pulsión; el esfuerzo, factor motor, representante de
la fuerza o la medida de la exigencia de trabajo de operación de la libido, siendo ésta la
esencia misma de la pulsión como un empuje hacia su realización; el objeto, aquello en lo
cual o por lo cual se alcanza la meta, momentáneamente, se manifiesta de múltiples formas
tanto en el cuerpo propio, como en objetos externos a él. También puede ocurrir que un
mismo objeto satisfaga a varias pulsiones simultáneamente; y finalmente la meta, que hace
alusión a la satisfacción que se logra a través del objeto como fin último y búsqueda
continua de la satisfacción, que se manifiesta en la conciencia.
Una pulsión, nunca puede pasar a ser objeto de conciencia, puesto que sólo lo
puede ser la agencia representante-representación de la pulsión, siendo la representación
inconsciente y lo que se manifiesta de ella su representante, en tanto que la agencia
representante-inconsciente, permanece inmutable ligada a la pulsión, la cual es en suma un
estímulo para lo psíquico, cabe aclarar que si bien existen estímulos endógenos
(pulsionales), estos no deben ser equiparables, con los estímulos exógenos es decir fuera
del cuerpo.
69
De tal manera, se infiere que la pulsión es una fuerza constante que acomete al
interior del organismo reclamando su satisfacción, e inmediatamente ésta logra su
cometido, se restablece buscando la cancelación del requerimiento de una necesidad por
medio de la satisfacción, toda satisfacción implica una modificación, un cambio adecuado
de la meta al interior del estímulo. Las múltiples formas de satisfacción de un sujeto, en
relación con el Otro, suponen una estructuración subjetiva que desde el psicoanálisis, se ha
representado en tres estructuras básicas, la neurosis, la psicosis y la perversión. Respuestas
frente al Otro que conjeturan una dimensión particular de la realidad psíquica.
Al inscribirse la lógica pulsional, se instaura la falta primordial, dejando una huella
perdida, que guarda gran significatividad psíquica para el sujeto. El primer momento de
esta lógica, se denomina siguiendo a Lacan, el proceso de alienación. Al sujeto en este
punto, no le falta nada, se encuentra alienado a la madre y suspendido en una relación dual
que se complementa a través de la imagen. Se menciona entonces que en el paso de la
necesidad a la demanda, se da una relación de alienación del niño hacia la madre que
produce efectos en la constitución subjetiva.
Al comienzo, claro está la satisfacción se asocia con la necesidad del niño por la
alimentación, es decir, la pulsión sexual se apuntala en la búsqueda de la nutrición, una de
las funciones relacionadas con la conservación de la vida, así pues, por ejemplo el llanto
del niño, es interpretado por la madre quien responde con su pecho según la significación
que le ha concedido, satisfaciendo la necesidad de nutrición, sin embargo, en esta relación
se instaura algo que va mas allá de la función nutriz, esto hace referencia a las huellas de
satisfacciones previas, que han logrado instaurar representaciones-representes de la
pulsión, como primeras experiencia de satisfacción que el niño querrá repetir. El núcleo de
la represión, definido como la angustia orientará el divorcio entre la necesidad y la
demanda, una necesidad de repetir mencionada satisfacción de carácter sexual, que sufre
una separación de la necesidad de buscar alimento, hacia la ganancia de placer, lo que será
determinante para la satisfacción sexual del sujeto en la vida posterior. La falta constitutiva
70
deja tras su paso en la experiencia subjetiva, un sentimiento de necesidad de búsqueda, el
encuentro con la satisfacción será el objetivo final de la pulsión, y a través de objetos,
logrará metas sexuales que proporcionan descarga.
¿Cómo entender el concepto de demanda? Lacan habla de demanda, éste es un
término que permite en sí mismo especificar el deseo como algo que está más allá de ésta y
que es preciso en el sentido en que en el paso de la necesidad a la demanda existe una
desviación, una transposición implicada en el divorcio de la necesidad y el deseo, que deja
tras de sí un residuo, la falta a la que con antelación se hacía referencia. En esta lógica de
ideas es justo mencionar que Lacan (1958a) aduce el deseo como: “lo que en el pequeño
móvil, se encuentra más allá de la demanda. ¿Por qué es preciso un más allá de la
demanda? Es preciso un más allá de la demanda porque la demanda, por sus necesidades
articulatorias, desvía, cambia, traspone la necesidad. Así existe la necesidad de un
residuo.” (p: 389). La inserción de la demanda permite hablar de una perdida en relación
con la necesidad, así, lo que se pierde se encuentra más allá de la demanda, haciendo
mención de la incidencia que le aporta la dimensión de demanda a la distorsión de la
necesidad, de tal suerte, existe un más allá que se presenta como deseo.
¿Qué es lo que se demanda, qué es en sí la demanda?, ésta por ser precisamente
demanda, por ser un pedido, incorpora de manera expresa al Otro, como estando allí o no
estando, en presencia o ausencia, como respondiendo a la demanda o no. En este sentido
Lacan señala que toda demanda es una demanda de amor, ésta es entonces tramitable por
lo simbólico, es algo que se puede nombrar, se puede decir, diferente al deseo que estando
más allá de la demanda, alude a una condición absoluta, en el sentido en que anula la
dimensión del Otro, de tal manera al hablar de deseo, no se está haciendo alusión a un
pedido al que el Otro deba responder con su presencia o ausencia, o con un sí o un no. Esto
es lo fundamental del deseo humano, la distancia que tiene con las necesidades y su
condición absoluta con respecto al Otro. En esta línea, el deseo es lo que escapa a ser
reducido a una necesidad.
71
Se hace pertinente recordar lo que se mencionaba en párrafos anteriores con
respecto a lo que sucede entre el niño y su primer objeto de amor, en el sentido en que es la
madre quien responde al llanto del niño, al tomar este llanto en calidad de mensaje, lo que
permite el divorcio entre la necesidad que es netamente biológica y el deseo que imprime
un componente psíquico. Es aquí donde queda un residuo, a este respecto Lacan (1958a)
menciona: “(…) sea cual sea la forma en que se formule la demanda, se perfila esto, que el
Otro entra en juego desde el momento en que el deseo sexual está en cuestión bajo la
forma del instrumento del deseo” (p: 131), es en esta medida que es posible decir que es a
nivel del deseo propiamente dicho, que se establece el deseo sexual en cuanto pregunta y
como tal no hay palabra que lo defina, pues el deseo como lo diría Lacan es algo que no
tiene nombre, ubicado en la dimensión de la palabra plena.
2.1.4 La latencia: un olvido parcial
Suelo asombrarme cuando olvido algo importante y todavía más cuando he retenido algo
supuestamente indiferente (Freud, p: 231,1899a)
Existen eventos en el trascurso de la existencia de los cuales el sujeto no tiene noticia, sin
embargo dichos eventos dejan huellas a nivel inconsciente en el aparato anímico que
repercuten en la vida psíquica, como marcas imborrables que permanecen y ejercen
influencia hasta la muerte, a este respecto Freud estableció el concepto de fijación. Freud
(1899a) es quien se interesa por el descubrimiento de dichos recuerdos perdidos, como un
arqueólogo del psiquismo, trataba intensamente de reconstruir el pasado, de esta forma lo
refiere: “a menudo he conseguido por el tratamiento psicoanalítico la pieza faltante de la
vivencia infantil” (p: 300). Reafirmando que la tarea del psicoanálisis consiste
esencialmente en la captura de esos pequeños fragmentos de recuerdos que al sujeto le han
quedado en la memoria desde los primeros años de vida, permitiéndole a éste la re-
72
construcción e historización de su pasado. Y se cuestionó ¿Cuál era el contenido propio de
esos recuerdos de infancia?
Un olvido de huellas dejadas por el significante, huellas mnémicas que proceden de
la primera infancia, de las cuales es imposible desligarse, en tanto que operan
retroactivamente en la realidad fáctica del sujeto, bajo la lógica del “aprés-coup”: el efecto
retroactivo del trauma; sin que el sujeto conscientemente pueda inferir algún nexo posible
entre lo que le acontece y lo que le ha acontecido en sus años de infancia. En esta lógica
Lacan (1954a) refiere “toda entrada del ser en su morada de palabras supone un margen de
olvido” (p: 321), conservando solo fragmentaciones, los pedazos de una historia
incompleta, imágenes mnémicas pre-fijadas por el principio de la selección mnémica, en
donde el factor constitucional debe aguardar a que ciertas vivencias accidentales activen lo
traumático.
Así pues, la integración en la memoria de la historicidad del sujeto implica
evidentemente el olvido del entramado de vivencias correlativas a lo traumático en la
infancia del sujeto, vivencias de las cuales quedan sólo aquellos Recuerdos encubridores,
como fragmentos insecuenciales, desasociados, de la cadena coherente de episodios de la
vida. Sin embargo dichos recuerdos guardan relación con lo señalado por Lacan, lo real,
entendiendo que la sexualidad infantil es traumática precisamente por el desborde y el
exceso de ese niño perverso polimorfo, aquello que cae por el efecto de la represión y que
será atemperado por la incursión del sujeto en el momento lógico de la latencia, fase
esencial de la sexualidad donde se edificarán las ulteriores barreras sexuales (sentimiento
de vergüenza, sentimiento de culpa y asco) como reclamos al “deber ser social” para el
cual se deben aminorar los excesos sexuales, en este sentido Freud (1907a) resalta: “la
latencia permite el desarrollo de la cultura superior y la proclividad a la neurosis” (p: 214),
aspecto que marca un punto nodal en la estructuración psíquica, en tanto que inaugura lo
que se denomina Amnesia Infantil, Freud (1899a) lo manifiesta de la siguiente manera:
“tan habituados estamos a esta falta de recuerdo para las impresiones infantiles que
solemos ignorar el problema que se oculta detrás de ellas” (p: 289).
73
El desconocimiento de la sexualidad, ese no querer saber de ella, la falta o poca
importancia por los aspectos que esta encubre, se puede considerar que fue uno de los
hallazgos más interesantes de Freud en su investigación sobre los procesos psíquicos.
Procesos que sin lugar a dudas le mostraban a Freud, ese olvido para el total o la mayor
parte de las experiencias vivenciadas en la sexualidad infantil en la clínica con pacientes
neuróticos. En la Carta a Fliess del 25 de mayo de 1899, establece lo que se constituye
como “Los recuerdos encubridores”, donde Freud se ocupa de los problemas concernientes
al funcionamiento de la memoria y sus distorsiones, la importancia de las fantasías en la
realidad psíquica de los neuróticos y su razón de ser, la amnesia total o parcial que encubre
los años de infancia y los efectos producidos por la represión en la sexualidad infantil,
además de establecer una relación entre el recuerdo encubridor y el contenido por él
encubierto, destacando la relación dialéctica que opera a nivel inconsciente entre estos. A
partir de ello, es como va concentrar el objetivo del psicoanálisis, como la posibilidad de
re-construcción de esos fragmentos de recuerdos, perdidos en la memoria consciente, en
relación con los primeros años de vida del sujeto, recuerdos para nada inapreciables, dado
su grado de relevancia en la estructuración subjetiva. Así pues Freud (1899a) se cuestiona:
“¿Cuál es el contenido de esos recuerdos?” y aclara que estos deben ser abstraídos de la
psicología del adulto, y dentro del material seleccionado como significativo y digno de
análisis, se tomarán aquellas impresiones que hayan provocado un afecto poderoso,
impresiones psíquicas que operan retroactivamente produciendo el estallido del síntoma,
consecuencia que sólo puede ser discernida a posteriori, es decir, la escena o impresión
psíquica solo se conserva incompleta, en este sentido cabe cuestionarse ¿Por qué se
conserva solo lo indiferente y superficial del recuerdo?
Dar respuesta a este interrogante, implica sumergirnos en la lógica implicada entre
las fuerzas psíquicas (carácter económico y topográfico) propuesto por Freud en su primera
tópica. Se hace alusión a la oposición constante e interminable entre dos tendencias
opuestas a nivel del psiquismo, a saber, lo reprimido como fuente de la pulsión y lo
represor por efecto de la cultura. Estas fuerzas psíquicas han participado en la producción
74
de estos recuerdos, por una parte, una de ellas (lo reprimido) toma de ellas como motivo la
significatividad de la vivencia para querer recordarla y por otra parte se le opone en su
camino una resistencia que opera por la defensa del Yo con el mecanismo de la represión.
Vale aclarar, dichas fuerzas psíquicas no se cancelan entre sí, esto quiere decir que
funcionan en una constante determinada por los factores constitucionales y el efecto que
causa los accidentales. Además tampoco sucede, que una de estas fuerzas avasalle a la otra,
sino como refiere Freud (1899a): “se sobreviene una suerte de compromiso”, de este
matrimonio de sustitución entre instancias dinámicamente opuestas, emerge como
resultado el conflicto psíquico y el proceso de desfiguración (a través de los mecanismos
del inconsciente la condensación y el desplazamiento), donde la imagen mnémica
“originarariamente justificada” produce otra totalmente opuesta, tanto en su contenido
como en su representación; que respecto de la primera, ésta se desplaza un tramo dentro de
la cadena asociativa de representaciones-representantes en lo inconsciente y de afectos
vinculados a dichas representaciones, este desplazamiento se da por contigüidad en la
cadena de asociaciones.
La clave para la comprensión de este proceso, se estructura en tres componentes, a
saber, el conflicto psíquico que establece compromisos entre representaciones y afectos,
efecto de la represión y los procesos de sustitución y desplazamiento que producen las
formaciones sustitutivas, formaciones eminentemente simbólicas. Es así como esta
producción de compromiso, despoja de la importancia e interés psíquico a la impresión
originaria, por la sustitución de la secundaria, esta es la característica fundamental de los
recuerdos encubridores, la sustitución de un contenido por otro en la cadena asociativa de
las representación de los pacientes, esto quiere decir, que los componentes inescenciales de
una vivencia, vienen a subrogar en la memoria a los componentes esenciales. Huellas
fijadas por los afectos que capturan la existencia del sujeto en los momentos lógicos de
subjetivación en donde las impresiones psíquicas dan cuenta de lo ominoso del paso por la
sexualidad, de ahí que siempre resulta traumática.
75
De esta manera, la afirmación de que una intensidad psíquica es desplazada de una
representación, que a partir de ese entonces permanecía abandonada sobre otra
representación psíquica, esta otra viene a suplir el papel psicológico de la primera. La
intensidad psíquica deviene importante en la explicación de las operaciones lógicas de las
huellas mnémicas del aparato anímico, esta posee puntos de contacto con la fantasía
inconsciente, puntos de enlace entre el recuerdo encubridor y lo encubierto. En esta lógica
de ideas, estos recuerdos son vivenciados por el sujeto y recordados por éste, por
situaciones de miedo, vergüenza, dolores corporales, enfermedades, sucesos de muerte,
nacimientos de hermanos, querellas familiares, entre otras que lo mortifican y como
consecuencia deviene en angustia para el sujeto que las vivencia. Es en este punto donde
entra en juego la importancia de la selección mnémica, entendida como el proceso
mediante el cual la significatividad de la impresión (de carácter traumático) es activada por
un evento o “factor accidental”, donde deviene particularmente operativo, correlación
inevitable entre el síntoma y el trauma infantil, es así como este recuerdo encubridor, no es
cualquier tipo de recuerdo, es un recuerdo cuyo valor consiste esencialmente en subrogar
en la memoria unas impresiones y unos pensamientos de un tiempo posterior, y cuyo
contenido se enlaza con el genuino, mediante vínculos simbólicos y otros semejantes.
Los recuerdos infantiles conservados atestiguaban sobre aquellas impresiones a las
cuales se dirigía el interés del niño a diferencia del interés del adulto, en este punto es
donde se ubica una diferencia fundamental entre las manifestaciones psíquicas del adulto y
las manifestaciones psíquicas de los niños, esto lo hace a la inversa, es decir, la
investigación partió del análisis en adultos, afectados por algún tipo de patología, de las
más recurrentes en su indagación: la neurosis histérica, evidenciando la imposibilidad de
dichos pacientes por reproducir la vida en la memoria de forma coherente como una
cadena organizada de episodios, haciendo hincapié en que de igual forma en estos
pacientes se encuentra un alto grado de amnesia, imposibilitándolos de recordar momentos
esenciales en su existencia.
76
Sin embargo, la mayor parte de los pacientes de Freud sólo recordaban escenas no
antes del sexto o séptimo año de vida, y en otras hasta después del décimo. Esta cuestión
poco a poco fue causando en Freud un interés particular que le permitió establecer, la
manera como existe un vinculo constante entre la significatividad psíquica de una vivencia
y su fijación en la memoria, resaltando que aquello que se olvida, para el sujeto siempre
representa algo “inescencial” algo correlativo a la “rudimentariedad del niño”.
Según Freud (1899a) la razón del descuido (amnesia infantil) “muy bien puede ser
que nuestra vida psíquica, en la medida en que deviene objeto de nuestra percepción
interna consciente, no deja discernir nada de esos procesos, salvo en los casos que
llamamos falacias o en algunas operaciones psíquicas que persiguen un efecto cómico” (p:
302). Esto quiere decir, que las fantasías sexuales inconscientes no se recuerdan porque
son altamente groseras, insoportables e indecibles para el Yo quien procurará una defensa
frente a los excesos sexuales.
La lógica implicada en la fase de Diferimiento o Latencia, es planteada por Freud
citando a Fliess, como el momento lógico donde se construyen fuertes poderes anímicos
que buscaran inhibir la pulsión sexual en su pleno trecho hacia la satisfacción. Como se
mencionaba con antelación, es en la fase de latencia donde se instituye un ideal social
inherente a la educación, como reclamo de lo moral y lo estético que se enmarcan en las
representaciones dadas en el plano Social.
Emergen en este punto de subjetivación, los diques anímicos: el asco, el
sentimiento de vergüenza y la culpa (Freud, 1905a). Vale aclarar que para el psicoanálisis
prima por excelencia la estructuración del sujeto condicionada por las fijaciones
traumáticas, experiencias con un “más” de satisfacción sexual. Desde esta perspectiva la
educación desempeña el papel del “deber ser sexual” y regular al perverso polimorfo que
vivenciaba con entusiasmo la condición sexual primitiva. Esta regulación es secundaria,
77
puesto que la primaria deviene con la instauración del complejo de Edipo, no obstante
Freud llega a afirmar que en muchos casos no se requiere de la educación para la
implantación efectiva de barreras frente a los excesos sexuales. En la fase de latencia según
Freud, la libido del sujeto establece una suerte de sublimación y una serie de formaciones
reactivas, en las cual se desvía la meta sexual, sin querer afirmar que lo sexual deje de
operar, dicha energía sigue operando, sin embargo se da un cambio de meta, que impulsa al
sujeto al desarrollo de la cultura y a la creación artística. Así lo refiere Freud (1907a): “en
el periodo de latencia el niño aprende a amar a otras personas que remedian su
desvalimiento y satisfacen sus necesidades” (p: 203). Gracias a la edificación de defensas,
se crean trasposiciones de la pulsión, como en el caso del paso del odio a la compasión. El
sujeto en este periodo se satisface con fantasías hasta llegar a la pubertad, donde sustituirá
la primera elección de objeto por la segunda.
De lo anterior se infiere que la relación entre el rasgo de perversión y la latencia, se
halla en la regulación del residuo de perversión que se ordena en las coordenadas del
momento lógico de la latencia. La latencia permite la regulación del polimorfismo infantil,
cuando esta operación psíquica maniobra, se instaura por la vía de una represión, la
regulación del rasgo perverso, ésta represión se caracteriza por ser secundaria, que opera
bajo las bases de la represión primaria. De tal manera la latencia permite pacificar las
mociones perversas inconscientes expresadas en la sexualidad infantil de forma directa y
darles salida por el destino de la sublimación. El rasgo perverso desde esta perspectiva
debe ser según Freud, reglamentado, por efecto de la represión, además si se tiene en
cuenta la inserción del sujeto en la lógica que implica el paso por el Edipo, deben prestarse
las condiciones para que el polimorfismo se trasmute en fantasía.
78
2.2 La Neurosis
Para Freud los seres humanos contraen una neurosis cuando se les quita la posibilidad de
satisfacer su libido, vale decir, por una frustración y sus síntomas son justamente el
sustituto de la satisfacción frustrada. Esto quiere decir que el factor de la frustración se ha
registrado en todos los casos de neurosis investigada. También dicha frustración tiene
como efecto un conflicto entre instancias psíquicas, específicamente el Yo y el Ello. Se
debe considerar que la neurosis como categoría conceptual ha fundamentado gran parte de
las bases del psicoanálisis, en este punto se debe delimitar la presente categoría, puesto que
no pretende ser tomada en su totalidad, de lo que se trata es de tomar algunos argumentos
que permitan establecer relaciones posibles con los rasgos de perversión, partiendo del
análisis de su contenido, su complejo nuclear y la disposición constitucional de esta, en
relación con la fantasía.
Freud consideraba que la causación de la neurosis se ordena en una serie de dos
factores, la constitución sexual y la vivencia, ó en otros términos la fijación libidinal y el
sentimiento de frustración. En los neuróticos se halla por regla general los indicios de una
lucha entre mociones de deseos inconscientes que tienen como efecto un conflicto
psíquico, en el cual un fragmento de la personalidad sustenta ciertos deseos, mientras que
otro se vuelve sobre ellos en su contra. El conflicto es engendrado por la frustración, la
cual instaurada por el principio de realidad hace que la libido pierda su satisfacción y se
vea obligada a buscar otros objetos y caminos de meta desviada, lo cual tiene como
consecuencia la producción de un síntoma, que se manifiesta mediante rodeos, sin embargo
las aspiraciones libidinosas rechazadas por el Yo logran imponerse, de ahí que los síntomas
son la satisfacción nueva o sustitutiva que se hizo necesaria por la frustración (Freud,
1917a).
79
En primera instancia Freud considera que el complejo nuclear de toda neurosis
radica en el complejo de Edipo, al respecto en el texto Cinco conferencias de introducción
sobre el psicoanálisis (1910a) señala: “El mito de Edipo rey, que mata a su padre y toma
por esposa a su madre, es una revelación, muy poco modificada todavía, del deseo infantil,
al que se le contrapone luego el rechazo de la barrera del incesto” (p:43). De esto se
infiere que por los avances de la investigación sobre la sexualidad infantil, el trauma sexual
conserva un valor determinante en la formación del carácter del niño, delimitada en la
elección de objeto y el contenido de su eventual neurosis posterior. Un contenido que es
sofocado por el efecto de la represión, mecanismo fundamental para la adquisición de la
neurosis, que consiste en el siguiente proceso como lo señala Freud (1925a) “En la
neurosis (…) el conflicto había hallado otro desenlace. El yo se retiró de la moción
pulsional chocante, por así decir tras el primer encontronazo, bloqueando el acceso a la
consciencia y a la descarga motriz directa; pero de esa manera, aquella conservó su plena
investidura energética” (p: 28). De lo cual se infiere que la represión es el mecanismo
primario de defensa en la neurosis, pero que al mismo tiempo se obtiene como producto un
síntoma, resultado de una suerte de compromiso entre instancias, que permite de forma
sustitutiva la tramitación del exceso pulsional.
De tal manera Freud (1925a) plantea: “La doctrina de la represión se convirtió en el
pilar fundamental para el entendimiento de las neurosis” (p: 29). Desde esta perspectiva se
logra entrever la represión como un concepto que pone en conexión muchas de las piezas
de la teoría psicoanalítica. Es así como se debe considerar que en el texto de “Tres ensayos
para una teoría sexual” (1905b), Freud señala o da una explicación de la aparente
preponderancia de la sexualidad perversa en el caso de las psiconeurosis, planteando que
dicha sexualidad en los psiconeuróticos se aproxima mucho a la de los perversos por su
conducta sexual. Indica además la fuerza en virtud de la constitución perversamente
originaria, que se trasmuta en rasgos de perversión. En los casos más leves se muestra que
es indispensable un factor externo, que se anude al factor interno producto de la represión,
al respecto Freud (1905a) manifiesta: “El hecho es, justamente, que es preciso alinear la
represión sexual, en calidad de factor interno, junto con los factores externos que, como la
80
restricción de la libertad, la inaccesibilidad al objeto sexual normal, etc., generan
perversiones en individuos que de lo contrario acaso habrían seguido siendo normales” (p:
155).
En diversos casos de neurosis Freud encuentra las proporciones que pueden variar
en la constitución de un rasgo perverso, pero aclara que lo decisivo estará determinado por
la fuerza innata de la inclinación perversa o su incremento adyacente por retracción de la
libido de la meta y objeto sexuales normales. De esto se subraya que la neurosis logrará sus
máximos logros cuando la constitución y el vivenciar se favorezcan entre sí.
Se entiende entonces, que la hipótesis de una inclinación particularmente marcada a
las perversiones es una de las peculiaridades de la misma constitución de la neurosis, es lo
que propone Freud, en este punto se abre la perspectiva de poder diferenciar una serie de
complexiones según la preeminencia innata de esta u otra zona erógena, o de esta o otra
pulsión parcial. Con la indagación de las mociones perversas como productoras de
síntomas en los neuróticos, se llegó a la asombrosa conclusión que posibilita la extensión
de las perversiones en las personas neuróticas, lo cual se puede juzgar inherente, normal y
esperado cuando se trata de casos de neurosis. Se trata de unas raíces innatas de la pulsión
sexual, dadas en la constitución misma, que en una serie de casos denominados ,
perversiones se desarrollan hasta llegar a convertirse en actividades reales para la
realización del acto sexual. Al respecto Freud establece lo siguiente:
(…) otras veces (la inclinación perversa) experimenta una sofocación (represión)
insuficiente, a raíz de lo cual pueden atraer a sí mediante un rodeo, en calidad de
síntomas patológicos, una parte considerable de la energía sexual, mientras que en
los casos más favorecidos, situados entre ambos extremos, permiten, gracias a una
restricción eficaz y a algún otro procesamiento, la génesis de la vida sexual normal
(p: 156).
81
Esta referencia resulta fundamental en tanto aclara que el rasgo de perversión
experimenta un proceso de represión que resulta insuficiente. Peor además dicho rasgo de
perversión le permite al neurótico llevar a cabo el acto sexual, también se establecen otras
vías por las cuales una persona puede devenir en la construcción subjetiva perversa, pero
no se debe olvidar que la presente propuesta de investigación no se cuestiona por la
perversión como estructura, más bien toma como referente la sexualidad perversa del
neurótico desde su generalidad. Lo anterior se relaciona con lo que sustenta Freud cuando
dice que los neuróticos han conservado el estado infantil de su sexualidad o han sido
remitidos a él. Esto infantil es traumático, lo cual genera angustia en el sujeto.
Otro elemento a considerar tiene que ver con la angustia en la neurosis, y en
especial guarda relación con la génesis misma de la formación de síntomas, los cuales le
sirven al sujeto para hacerse de algún modo a la falta en ser, la relación de la angustia con
la neurosis es que encubre una pregunta por el deseo, es decir una pregunta por eso que
falta en el Otro. Lacan indica que todo aquello que está reprimido en el inconsciente del
neurótico, en la perversión se encuentra en un sin límites, se expresa en un goce excesivo
que desmiente la realidad, de igual forma señala que el neurótico (1954a) “el que identifica
la falta en el Otro con su demanda” (p: 234). De tal manera el neurótico sufre la castración
imaginaria en el punto en que se apoya su yo fuerte. Al respecto de la estructuración de la
neurosis, Soler (2007a) señala:
El neurótico no puede tener acceso al deseo si no es según su ley, la verdadera naturaleza
de su deseo implica hablar de ley moral positiva, a saber, lo que se anhela del objeto
perdido ya no continua ahí y únicamente se encuentra el objeto. El neurótico siempre se
relaciona con el otro a partir de relacionarse con el deseo del Otro. El histérico se crea el
deseo insatisfecho. El obsesivo busca la muerte del deseo. El fóbico se previene contra el
deseo. Por el contrario el perverso no tiene tanta relación con el deseo y con el otro en
tanto sujeto, sino que mantiene la relación del goce con un falo (p: 154).
82
De esto se infiere que aquello que se pierde en la neurosis emerge del lado del
fantasma determinante en cierta medida en la producción de síntoma en los sujetos
neuróticos. La característica de dicho fantasma en la neurosis se cataloga es su
caracterización como perverso. Un resto que permanece, fijado a la escena primaria, del
que paulatinamente se van anulando elementos de la situación, por lo que surge de algo:
“no asimilado para el sujeto”, pero que opera con la función de atarlo al campo del Otro.
En el Seminario X “la angustia”, Lacan (1962a) menciona: “el fantasma perverso le sirve
al neurótico para defenderse de la angustia” (p: 213). Es importante considerar que en la
neurosis el fantasma cumple una función de defensa contra el real de la castración, falta a
la cual se enfrenta el neurótico como su propia carencia (falta) en ser.
2.2.1 La Neurosis como el negativo de las perversiones
Las psiconeurosis son por así decir, el negativo de las perversiones. La constitución sexual, en la
que va contenida también la expresión de la herencia, cooperan en los neuróticos con influencias
accidentales que sufrieron en su vida y perturbaron el despliegue de la sexualidad normal (Freud,
1905a, p: 45).
Freud logra establecer que las psiconeurosis son el negativo de la perversión, esta sentencia
se halla en el caso Dora. No obstante se encuentra en escritos anteriores de Freud acerca de
las psiconeurosis de defensa. Para dar un ejemplo, la afirmación de Freud en el sentido de
que las psiconeurosis son el negativo de las perversiones, figura casi con idénticas palabras
en una carta a Fliess del 24 de enero de 1897 (carta 52), donde introducía también la
noción de zonas erógenas y esbozaba la teoría de las pulsiones parciales. En dicha carta
Freud señala que los efectos de las vivencias sexuales infantiles producen perversión, cuya
condición parece ser que la defensa no sobreviene antes que el aparato psíquico se haya
completado, o que no se produzca defensa alguna frente al exceso de la pulsión. También
83
Freud afirma que para elucidar la diferencia entre perversión y neurosis, se requiere
recurrir al elemento de la bisexualidad de todos los seres humanos, en tanto que en un
sujeto ubicado como masculino, habrá sin duda un excedente de sexo opuesto y de igual
forma pasaría en una ubicación femenina, donde no se echaría de menos un restante de la
parte masculina.
En otra carta a Fliess del 12 de diciembre de 1896 (carta 57), Freud (1896a) señala
lo siguiente: “Se me insinúa una idea: como si en las perversiones, cuyo negativo es la
histeria, uno estuviera frente a un resto de antiquísimo culto sexual que antaño quizá fue
elemental para la configuración sexual. Las acciones perversas son, por lo demás, siempre
las mismas, provistas de sentido y construidas según algún paradigma que será preciso
aprehender” (p: 284).
Para Freud era necesario hablar sin indignación de las perversiones sexuales, esas
trasgresiones de la función sexual tanto en el ámbito del cuerpo cuanto en el objeto sexual.
Las perversiones sexuales para Freud hacían parte esencial de la constitución de la
neurosis, dichas perversiones no eran consideradas bestialidades, sino inherentes al
desarrollo del sujeto y necesarias para la erogenización del cuerpo. Por tanto para Freud
una persona que ha devenido perversa, puede decirse que personifica un estado
denominado inhibición del desarrollo. Este rasgo de carácter en la neurosis, no rara vez se
oculta a la observación superficial por la presencia del segundo factor constitucional: el
despliegue hiperpotente de la pulsión sexual y al mismo tiempo y de forma contradictoria,
una desautorización de lo sexual llevada demasiado lejos.
Los síntomas en la neurosis nacen de modo alguno a expensas de la pulsión sexual,
la cual se sustituye en pulsiones designadas perversas. Con respecto a lo anterior Freud
(1905b) inquiere lo siguiente: “Fue la indagación psicoanalítica la que nos procuró esa
intelección. Hallamos, pues, que en esas personas (neuróticos) las inclinaciones a todas las
perversiones eran pesquisables como unos poderes inconscientes que se traslucían como
formadores de síntomas. Pudimos afirmar que la neurosis es, en cierto modo, un negativo
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de la perversión” (p: 211). Con esta referencia se establece que el reconocimiento de las
inclinaciones perversas en los neuróticos son bastante difundidas y dado ese hecho, se
impuso la siguiente conclusión: la disposición a las perversiones es la disposición
originaria y universal de la pulsión sexual de los seres humanos, y a partir de ella, a
consecuencia de las alteraciones orgánicas e
inhibiciones del desarrollo psíquico, se
desarrollan hasta llegar a una elección de objeto definitiva.
Para Freud los síntomas neuróticos son satisfacciones sexuales sustitutivas. Como es
bien sabido la neurosis histérica puede hacer sus síntomas en todos los sistemas de órgano
y, por esa vía, perturbar todas sus funciones. El análisis muestra que en ello encuentran
exteriorización todas las mociones llamadas perversas que quieren sustituir los genitales
por otros órganos; y justamente la sintomatología de la histeria posibilitó la comprensión
que a los órganos del cuerpo ha de reconocérseles, además de su papel funcional, una
significación sexual, de carácter erógeno, los cuales pueden ser perturbados en el
cumplimiento de aquella primera misión cuando la última los reclama con exceso. Es así
como innumerables sensaciones e inervaciones que se encuentran como síntomas en
órganos que nada tienen que ver, en apariencia, con la sexualidad se revela así su
naturaleza, en tanto son cumplimientos de mociones sexuales perversas, con relación a las
cuales otros órganos han atraído sobre sí el significado de las partes genitales (Freud,
1917a).
La significación de los síntomas posee un valor importante en la teoría freudiana, de
ahí su interés por develar el sentido oculto y enigmático de dichos padecimientos. En este
punto se logra entrever la relación que Freud establece entre la neurosis y la perversión, en
tanto aclara que, también los síntomas de las personas neuróticas son muy similares a los
síntomas de las personas perversas. Al respecto Freud (1917a) plantea:
85
Entonces advertimos también que en gran medida los órganos de la recepción de los
alimentos y de la excreción pueden convertirse en portadores de excitación sexual.
Es, por tanto, lo mismo que nos han mostrado las perversiones, salvo que en estas
se lo veía sin trabajo y de manera evidente, mientras que en la histeria tenemos que
dar primero el rodeo por la interpretación de los síntomas y, después, no atribuir las
mociones sexuales perversas en cuestión a la consciencia de los individuos, sino
situarlas en el inconsciente de ellos (p: 282).
Desde la enseñanza de Jaques Lacan se puede pensar que todo aquello que esta
reprimido en el inconsciente del neurótico, en la perversión como estructura, es decir, como
respuesta frente al Otro se encuentra de alguna forma más libre, sin embargo esto no quiere
decir, que en la perversión no se dé un proceso de represión, ó que se trate de una psicosis.
El neurótico sufre la castración imaginaria en el punto en que se apoya su yo fuerte.
Mediante la actuación de ese yo fuerte el neurótico niega la castración, pues se imagina que
eso es lo que le demanda el Otro, negándose rotundamente a la posibilidad del goce del
Otro. Para Lacan el deseo y la ley son correlativos, por lo que ambos tienen su objeto en
común. De tal forma si el deseo es la ley, el núcleo central de la ley es el deseo por la madre
y por lo tanto lo que lo centra como deseo es la ley de la prohibición del incesto. En la
perversión el deseo se presenta como todo aquello que constituye la ley como una
subversión de la ley. El perverso se ve inmerso en un circuito de satisfacción sin límites que
guarda en su seno una defensa, en tanto la utiliza como ganancia para frenar el camino del
goce. Esta voluntad de goce perverso tiene su límite en la práctica misma de la perversión.
El neurótico no puede tener acceso al deseo si no es según la ley, la verdadera
naturaleza de su deseo implica hablar de ley moral positiva, a saber, lo que se anhela del
objeto perdido ya no continúa ahí y únicamente se encuentra el objeto. De tal forma el
neurótico siempre tiende a relacionarse con el otro a partir de relacionarse con el deseo del
otro (Trobas, 1999a). El histérico se crea el deseo insatisfecho. El obsesivo busca la muerte
86
del deseo. El fóbico se previene contra el deseo (Roudinesco, 2008a). Por el contrario el
perverso de estructura no posee tanta relación con el deseo y con el otro en tanto sujeto,
sino que mantiene la relación de goce con el falo. No obstante lo que en la neurosis no
aparece a simple vista es el fantasma, cuyas actuaciones repercutirán en aquellos síntomas
formadores de dicha estructura. Este tipo de fantasma se caracteriza por tener muy visibles
los significantes que llevan al Otro. Los neuróticos, tienen fantasmas perversos, ahora bien,
no cumplen la misma función, pues su papel es calmar la angustia, puesto que el neurótico
se convierte en el a de la fórmula y como consecuencia no lo realiza, pero si consigue
aplacar su angustia.
El núcleo central del fantasma, la historia del sujeto con relación a la perversión, se
mantiene bajo la forma de un signo. El perverso de estructura posee la virtud de
ensimismarse ante un recuerdo encubridor, como quien detiene una película en un
momento concreto. No sólo hay una reducción de la escena plena, que será investida con
toda la carga libidinal, sino que además se da un gran privilegio a la imagen, una ultravalorización desde el momento en que elimina el valor a algo en el inconsciente que sólo,
mediante la trasferencia podría surgir en un dispositivo clínico. Es así como el síntoma en
el perverso, como en el neurótico ayuda a la descarga de elementos reprimidos y así se
acepta mejor la parte restante.
Para tratar de neurosis o de perversión hay que tomar otra referencia que no sea
solamente el síntoma. Como es bien sabido, en la cadena significante hay siempre una
incompletud, puesto que ningún significante puede definirse por sí mismo, sino que se
requiere de otro para lograr su significación, este vacío en la cadena significante es una
carencia radical. Ante el Otro del lenguaje y sus demandas el sujeto responde con una
determinada forma de gozar. El no al goce del Otro es la manera de plantearse el sujeto su
propio goce, el sujeto, pues se estructurará en una de las tres respuestas posibles a la falta
en el Otro, a saber, la neurosis, la psicosis y la perversión.
87
El fantasma concepto central en la teoría de Lacan permite evidenciar las fórmulas
por las cuales se dan los virajes entre el sujeto y el objeto tanto en la neurosis como en la
perversión. ¿Cómo se presenta este fantasma? ¿Qué relación guarda con el rasgo de
perversión? Siguiendo con el recorrido anterior, se hace indispensable detenernos un poco
en dicho concepto y lograr articularlo con los rasgos de perversión. En el siguiente
apartado se plantean algunas consideraciones al respecto.
2.3 Fantasma: Rasgo de perversión
Este fantasma, ¿cómo se presenta? Contiene el testimonio, todavía muy visible, de los elementos
significantes de la palabra articulada en el plano de este trans-objeto, si así podemos llamarlo, que
es el Otro con mayúscula, el lugar donde se articula la palabra inconsciente, el S como palabra que
es, como historia, memoria, estructura articulada (Lacan, 1956a p:121).
El término fantasma es introducido por Jaques Lacan a partir de los postulados freudianos
acerca de la fantasía en el neurótico como función de cumplimiento del deseo sexual,
Freud lo denominó la Otra escena. En este sentido dicha fantasía se convierte en el marco a
través del cual el niño interpreta la realidad, mostrando lo parcial y fantasmático, que
constituye la realidad psíquica, la cual tiene una función de aseguramiento; este referente le
permite al sujeto hacerse a unas coordenadas, que acallan en cierta medida al mundo
exterior y en la neurosis cumplen el papel de calmar la angustia. Como se mencionaba en
los antecedentes de investigación, según Lacan “Con el fantasma nos encontramos con
algo semejante, que fija, reduce al estado de lo instantáneo el curso de la memoria,
detenido así en aquel punto llamado recuerdo pantalla” (p: 121). La característica del
fantasma perverso es la existencia de un resto que permanece, del cual paulatinamente se
van quitando elementos de la situación, lo que produce algo no asimilado por el sujeto,
pero que lo mantiene atado en el Otro. Lo que ocurre es que se mantiene la estructura
88
subjetiva de la situación, pero se pierden los significantes de la relación intersubjetiva, algo
que se podría denominar según Lacan como una objetivación de significantes.
Estas fantasías inconscientes que se pueden delimitar bajo tres formas básicas
desde la perspectiva freudiana: la escena primaria, la seducción por el padre y el déficit en
relación al acto sexual, son escenas que devienen angustiosas para el sujeto y que poseen
un contenido sexual, de esto también deriva el síntoma, como forma de sustitución, a la
falta en ser del sujeto, que podríamos decir remiten al desamparo primordial, a la angustia
como significante de la falta en el Otro en el campo de la neurosis. Los neuróticos poseen
fantasmas perversos que determinan la existencia de un resto que permanece, frente al cual
fracasa la represión. De tal manera se podría decir que el núcleo del fantasma, como
historia pulsional del sujeto con la perversión originaria, se mantiene bajo la forma de
signo. Al respecto del residuo como rasgo perverso, Lacan (1954a) señala:
Hay aquí como una reducción simbólica que ha eliminado progresivamente toda la
estructura subjetiva de la situación para dejar subsistir tan solo un residuo,
completamente desubjetivado y a fin de cuentas enigmático, porque conserva toda la
carga –pero una carga no revelada, sin construir, no asumida por el sujeto – de lo que en
el Otro constituye la estructura articulada en la cual el sujeto está implicado (p: 121).
Esto que se implica es en sí mismo el fantasma perverso, donde todos los elementos
están presentes, pero todo aquello que es significación, es decir, la relación intersubjetiva,
se ha perdido (Lacan, 1954a). En este sentido, retomando el texto de “Pegan a un niño”
(1919a) de Freud, es interesante destacar la importancia que este le otorga a la
construcción fantasmática del neurótico, en el sentido de la repetición de un goce, que
obedece a las coordenadas de la perversión polimorfa, el cual en términos freudianos
remite a un masoquismo primordial de la pulsión de apoderamiento. Según Freud (1905b)
el masoquismo es una forma en la cual el sujeto satisface una demanda pulsional de
carácter perverso, de tal forma Freud se ve llevado “(…) a admitir un masoquismo
89
primario, considerado erógeno, a partir del cual se desarrollan después, dos formas: el
masoquismo femenino y el moral. Por reversión a la persona propia del sadismo que no
encuentra aplicación en la vida, nace un masoquismo secundario que viene a añadirse al
primario” (p: 144).
El fantasma debe comprenderse en primera instancia, como una construcción
subjetiva, que fija un modo de goce particular, en donde el sujeto neurótico se piensa
amado u odiado, construye una realidad psíquica y satisface un deseo. El significante
“Pegan a un niño” (1917a), es un texto freudiano del cual se deduce una lógica general,
que encierra la función del masoquismo primordial en la neurosis. Este masoquismo es
correlativo a una pulsión parcial, que retorna bajo el efecto retroactivo del trauma. De tal
manera, el fantasma no se reduce a una representación asociada en el nivel imaginario,
trasciende la esfera simbólica y toca con lo real del goce perverso. Dicha representación en
la fantasía inconsciente, esta comandada por una satisfacción onanista, devenida por la
sensación placentera fijada por las zonas erógenas en los genitales. Una sensación
autoerótica, con un elevado contenido de placer, donde se recrean escenas de paliza donde
el Padre, el Maestro, entre otros, producen en los espectadores emociones con carácter
sexual.
Al respecto Freud aclara: “De acuerdo con nuestras intelecciones, una fantasía así,
que emerge en la temprana infancia quizás a raíz de ocasiones causales y que se retiene
para la satisfacción autoerótica, sólo admite ser concebida como una rasgo primario de
perversión” (p: 179). Esto quiere decir que existe una anticipación, bajo la forma de una
fijación que opera de manera prematura; es en el período de la infancia que según Freud
(1919a) acontecen entre los dos y los cinco años cuando “los factores libidinales
congénitos son despertados por las vivencias y ligados a ciertos complejos” (p: 181).
Despertar que introduce en el sujeto deseos sexuales que se asocian con el momento lógico
de la sexualidad infantil.
90
En este sentido, la conceptualización del fantasma se puede hallar, en los mismos
inicios de la clínica psicoanalítica de Sigmund Freud, quien enseña con esto la forma como
el síntoma expresa un fantasma sexual inconsciente. El fantasma es una forma en la cual el
sujeto emerge en una escenificación sin sentido, totalmente desconectada de la cadena que
une los hilos de la secuencia en un todo completo. El sujeto desaparece de la experiencia,
se borra, y bajo este efecto prospera una defensa, defensa que cumple una función de
pantalla, como una forma de espejo falso de la posición del sujeto frente a la falta, de la
posición del sujeto frente a la realidad, es decir, el fantasma protege al neurótico de su
propia falta y a su vez dicho fantasma deviene como rasgo de perversión. El fantasma le
procura al sujeto, los anteojos a través de los cuales captura la realidad, ordenada en el
instante del trasegar del sujeto por el conflicto edípico.
En este punto se debe considerar que Freud al renunciar a su primera hipótesis
traumática de las neurosis, se percató que el elemento traumático en juego en el rasgo
perverso se trataba de una fantasía, de un fantasma fundamental, “Se dio cuenta que la
estructura de los fantasmas inconscientes se parecía al tipo de relación que se desarrollaba
en las perversiones. Así, planteó la noción de “tendencia perversa polimorfa” en el
inconsciente (Nominé, 2007a). Este fantasma se presenta como una escena, una imagen
que tapona la verdad, como una función de defensa de la relación del sujeto con el padre.
Lacan (1956a) señala que un fantasma comporta una escena, personajes, una
acción, un acto dominante y la presencia en esencia de una parte definida del cuerpo. El
fantasma no sólo se expresa a través del relato del sujeto, sino también, en ocasiones, en
sus acciones, sus sueños y sus ensoñaciones. Esta acción que realiza el fantasma posee el
carácter de ser repetida por el sujeto, se repite y es inolvidable en tanto fija una marca a
nivel inconsciente. Cuando hablamos de fantasma, se entiende un argumento que comporta
un carácter enigmático, dicho fantasma se organiza recubierto por una frase organizadora
en torno a un verbo, esto remite a la gramática de la pulsión. Dicho verbo en la frase del
fantasma representa, en efecto, el corte entre el sujeto y el objeto, operando como el
91
significante separador y reunificador del sujeto y el objeto. Se debe afirmar que el
fantasma comporta un afecto, un plus-de-goce como el motor inconsciente de la formación
fantasmática, además se que el fantasma posee una trama de la acción que se desarrolla
como un argumento perverso (Nasio, 1993a).
La concepción lacaniana del fantasma, se relaciona con lo descrito por Freud sobre
los recuerdos encubridores, en los cuales se da una sustitución del contenido sexual del
recuerdo, por un contenido aceptable para el yo. Desde esta perspectiva se podría pensar
que el fantasma le permite al sujeto defenderse frente a la realidad, que según Lacan posee
el estatuto de paranoica, ante esta paranoia el sujeto deberá construir una defensa que le
permita ciertas coordenadas como referentes de la propia realidad psíquica.
De tal manera, se logra identificar que la función de mencionado fantasma en la
neurosis, se anuda a un efecto de repetición, esto fue lo que encontró Freud y le permitió
analizar las implicaciones de la seducción infantil inscrita en la sexualidad humana, lo
interesante de esto, radica en un movimiento que da Freud, luego de rechazar la teoría de
“la seducción por el adulto”. Freud afirmaba que independientemente que haya tenido o no
lugar una seducción por el padre, lo que prima es la construcción fantasmática que realiza
el sujeto sobre el enigma de lo sexual. Es así como este fantasma opera, bajo la forma de
una pantalla en la cual el sujeto se desprende del Otro. Dicho de otro modo, el fantasma
compone un núcleo de goce que condensa y cifra la vida del sujeto mediante el efecto de
un recuerdo encubridor. En el origen de este fantasma se halla el contenido sexual, un
contenido que cae bajo el efecto de la represión e impulsa la constitución del hablante-ser.
Lacan (1959a) con relación al fantasma también afirma lo siguiente: “Es como una
secuencia en una película, una secuencia recortada del desarrollo del drama, algo como
esas imágenes que en los avances aparecen en la pantalla, esas imágenes alumbradas,
hechas para darnos apetito de volver al cine la semana siguiente para ver la película
92
anunciada. Lo atractivo de esas imágenes estriba en su desinserción de la cadena, su
ruptura respecto al tema” (p: 122). De esto Lacan articula una fórmula para explicar la
lógica del fantasma ($ <> a), lo que dice la estructura del fantasma es que el sujeto no sabe
cuando goza ni con qué goza: eso es el $ <> a, el sujeto tapa su propia falta que deviene
del orden de lo real, haciéndolo de forma imaginaria. Los operadores lógicos de la
disyunción y conjunción, son tomados por Lacan para indicar que estos le permiten al
sujeto atisbar el objeto, es decir, hacerlo alcanzable, de tal forma que el sujeto sabe que el
objeto a lo lleva en el horizonte, pero aunque avance en su búsqueda jamás logrará un
encuentro con éste, y además dicho encuentro con el objeto que implica un ser de muerte,
aniquilaría la propia existencia del sujeto, de esto es de lo cual se resguarda con la puesta
en escena del fantasma.
En este sentido Lacan señala (1956a): “Lo que queda es en efecto una
desubjetivación radical de toda la estructura, en la cual el sujeto esta reducido únicamente
al estado de espectador o tan sólo de ojo, es decir lo que caracteriza siempre, en el límite al
llegar a la última reducción, a toda clase de objeto” (p:120).
En este punto se debe considerar que Lacan (1956a) establece una relación entre el
fantasma perverso y los objetos implicados en la sexualidad infantil, este argumento se
halla en la siguiente referencia:“Ya que estos objetos, (…) el pecho, el excremento, el falo,
el sujeto los gana y los pierde, sin duda, es destruido por ellos o los preserva, pero, sobre
todo, él es estos objetos, según el lugar donde funcionen en su fantasma fundamental” (p:
68). Para Lacan la matriz formal de un fantasma está compuesta, por cuatro elementos: el
sujeto, el objeto, un significante e imágenes. El principal mecanismo organizador de la
estructura fantasmática es la identificación del sujeto vuelto sobre el objeto, es decir, el
sujeto se convierte él mismo en el objeto. Pero dicho objeto lo pierde, se escinde y
condicionará una búsqueda constante para el sujeto, es así como desde el punto de vista
psicoanalítico, los seres humanos somos, en el fantasma, lo que perdemos (Nasio, 1993a).
93
Lacan formaliza el momento en el cual el sujeto se funde con el objeto, de tal forma
afirma que el sujeto es el objeto, quiere decir que el funcionamiento del fantasma, es decir,
su elemento organizador no es el propio sujeto, sino el objeto a. Al respecto Nassio
(1993a) manifiesta: “El fantasma no es la obra de alguien sino el resultado a un tiempo de
la acción del objeto y corte del significante” (p: 134). Esto quiere decir que el núcleo del
fantasma es el goce en torno al cual se estructura la representación fantasmática del objeto
petit a. Con estos argumentos se puede establecer que el núcleo del fantasma está
representado en la pulsión.
Los restos de dicho objeto, son los encargados de la producción de los rasgos de
perversión. De tal forma el rasgo de perversión en la neurosis le da forma al síntoma, en
tanto éste se escapa desde la infancia a los efectos de la represión, es decir, perdura desde
la infancia y se constituye como forma de relación del acto sexual.
Por otra parte, en los fundamentos de los rasgos de perversión, que son condición
de la elección de objeto, Lacan ubica un equívoco entre el padre y la perversión, que en
francés se denomina la père-version, planteando en la constitución del sujeto una
perversión (una versión del padre, o una versión hacia el padre) fundamental la cual abre la
alternativa de un padre, para el cual hay una Mujer, de ahí la tesis lacaniana en la cual el
padre toma a la mujer como objeto de causa de su deseo, como una versión del padre que
hace posible el acceso al rasgo perverso (Trobas, 1990a). De tal manera se logra entrever
la manera en la cual, ya no se trata de las fantasías perversas del neurótico, sino de la
acepción de que el fantasma mismo posee una estructura perversa. En este sentido, dicho
fantasma hace así rasgo de perversión, “no polimorfa sino singular”.
Lacan (1956a) afirma que: “Todo el problema de las perversiones consiste en
concebir cómo el niño, en su relación con su madre, relación constituida en el análisis no
por su dependencia vital, sino por su dependencia de amor, es decir por el deseo de su
94
deseo, se identifica con el objeto imaginario de este deseo en cuanto que la madre misma
lo simboliza en el falo” (p: 124).
En este sentido, se logra entrever como desde la conceptualización freudiana
(1919a) sobre la fantasía, se supone un fantasma de castigo masoquista como rasgo
primario de perversión. De tal fantasma reconoce que permanece, por lo general, ajeno al
contenido de la neurosis, es decir, oculto y devenido inconsciente. Se infiere entonces, que
el fantasma y los rasgos primarios de perversión quedan entrelazados en una dialéctica
particular que toca con el goce perverso de la sexualidad indiferenciada del niño.
Hasta el momento se ha logrado realizar el anterior recorrido teórico, como
construcción que muestra un panorama general de las implicaciones de los rasgos de
perversión en la neurosis partiendo de los postulados psicoanalíticos de la sexualidad
infantil, reconociendo la importancia de los planteamientos de Sigmund Freud y Jaques
Lacan. Autores que han fundamentado de manera central el psicoanálisis y han permitido
su avance, como herramienta fundamental en los caminos de comprensión del psiquismo
del sujeto. Un psiquismo fascinante que nos apasiona por su complejidad y bella
configuración.
95
3. METODOLOGÍA
Desde un punto de vista metodológico, Dilthey define la hermenéutica en el sentido de que para
interpretar expresiones de la vida humana: una ley, un trabajo literario, o una sagrada escritura, se
necesita un acto de entendimiento histórico, distinto de la metodología cuantitativa basada en las
ciencias naturales. En este acto de entendimiento histórico, lo que es puesto en juego es un
conocimiento personal de lo que los seres humanos quieren decir o significar
(p: 65 citado en Mella, 1998a).
Alejarse del sentido objetivista y positivo que domina en la obsesión cientifísista, significa
un punto de quiebre, critico, donde se deben observar otros caminos de interpretación,
caminos que apunten en la vía de las ciencias sociales, en las cuales se requiere la
comprensión de elementos históricos particulares que han determinado el contexto, más
allá de la realidad fáctica, en este sentido Lopera (1995a) establece que: “Se podría decir
que la ciencia es la manera que se ha inventado el ser humano para mordisquear con el
número, el hueso imposible de lo real, pero también que ella es la forma de intervenir lo
real con lo simbólico (…)” (p: 232). De tal manera la pretensión de las ciencias naturales
de “agarrar” lo real del objeto a partir de concepciones positivistas que se valen de un
método científico algorítmico, no son en sí, más que un discurso realizado obviamente
desde un constructo simbólico, trabajando con redes estructurales de significantes que
operan entre sí según reglas precisas, es decir, las explicaciones de la ciencia lejos de estar
referidas a lo real del objeto, tiene como sustancia la red de significantes que las han
construido a partir del lenguaje.
Antes que nada, es pertinente resaltar que bajo los parámetros lógicos que implica
la
investigación
cualitativa,
específicamente
monográfica,
se
debe
dar
pie
fundamentalmente, al establecimiento de cierto grado de trasferencia con los textos, y
entiéndase bien, como una relación en la cual se pone al texto bajo sus condiciones
96
históricas propias, procurando encontrar las respuestas ocultas aún no reveladas, y así
deteniéndose en sus detalles que permitan encontrar caminos de interpretación.
En esta lógica de ideas se debe considerar que, para abrir caminos de interpretación
en el marco de la investigación teórica, se hace necesario un proceso de descubrimiento de
aquellos argumentos ocultos y alcanzar a inquirir lo que el escritor realmente deseaba
decir, demostrando que un pasaje posee algo posiblemente diferente a lo que en un primer
momento contenía, se trata entonces de encontrar algo que la estructura misma del lenguaje
no logra expresar (Mella, 1998).
En este sentido el presente informe final de investigación se fundamentó en el
análisis teórico-conceptual de los rasgos de perversión en la Neurosis a partir de los
postulados de la teoría psicoanalítica de la sexualidad infantil; dadas las características de
la investigación, esta se inscribió en la investigación cualitativa, en el cual se tiene como
técnica de referencia la revisión documental, centrando el análisis de la información desde
la perspectiva argumentativa. Para ello se llevarón a cabo los siguientes pasos:
1. La organización bibliográfica: en la cual se establecieron las referencias fundamentales
tanto en la obra freudiana como lacaniana, valorando los textos de mayor relevancia para la
presente propuesta.
2. Desarrollo de la estructura de análisis: en la cual se pretendió, a partir de la información
analizada, establecer los puntos claves en cada uno de los textos y se delimitó los
contenidos con respecto a las categorías fundamentales de análisis.
97
3. Análisis de las categorías: luego de la realización de las búsquedas respectivas fue
pertinente, establecer los puntos de análisis clave con respecto a las categorías de
investigación, esto es, se establecieron las relaciones comprendidas entre la los rasgos de
perversión y la neurosis a partir de la sexualidad infantil.
4. Discusión y conclusiones: las cuales se realizaron con el objetivo de evidenciar el
cumplimiento de los objetivos trazados en la presente investigación, en esta fase se
lograron establecer los principales hallazgos, poniéndolos en discusión constante con las
relaciones encontradas.
La revisión documental se presentó como una herramienta esencial para la presente
investigación, como técnica en cuanto al marco lógico de la comprensión de textos escritos
- como los que se abordaron en la presente monografía-, y así se logró reconocer las
múltiples interpretaciones sobre las categorías. Se trató entonces de descifrar la estructura
de la obra, para lo cual fue indispensable retomar la disciplina del comentario de texto
propuesta por Lacan, en tanto que de lo que se trata es de mantener el ánimo de
transferencia al texto, desde esta perspectiva el comentario de texto es una disciplina en el
campo psicoanalítico que contribuye a la formación del psicoanalista tanto en su práctica
cotidiana, como en el campo de la investigación. Dicha disciplina del comentario admite
un constante cuestionamiento al texto. En este sentido como lo establece López (1999a):
Por consiguiente, el texto pregunta y responde. Las respuestas no son las nuestras.
Están en el texto mismo. Y allí es donde se han de buscar. No es hacerle decir al texto
lo que queremos escuchar. Con ello se entiende que el texto, más que leído, ha de ser
releído observativamente en su contextura propia, sin ahorcarlo, sin hacerle decir lo
que no dice, sin disecarlo (p: 3).
98
De tal manera se buscó la comprensión de aquellos significados que van más allá de
lo manifiesto. Es así como, la comprensión desde la perspectiva de la argumentación,
consiste en el proceso de desciframiento que parte del contenido manifiesto al contenido
latente de los símbolos, conceptos y abstracciones que dejan huellas en la histórica, gracias
a grandes pensadores que deben ser estudiados en tanto paradigmáticos e interesantes para
el devenir histórico del conocimiento. Siguiendo en línea con lo anterior, al respecto del
comentario de texto Michel Foucault (citado en López, 1999a) en “El nacimiento de la
clínica” realiza importantes consideraciones acerca del comentario de texto: “interrogar al
discurso sobre lo que éste dice y ha querido decir, trata de hacer surgir ese doble fondo de
la palabra, donde ella se encuentra en una identidad consigo misma, que se supone más
próxima a su verdad; se trata, al enunciar lo que ha sido dicho, de volver a decir lo que
jamás ha sido pronunciado” (p: 4).
Bajo estas premisas esenciales se presenta el lenguaje como mecanismo fundante
de la subjetividad, en tanto que la reconstrucción del significado de textos, implica: “la
restauración del significado que se desarrolla en el postulado que el lenguaje, el cual
implica símbolos, no es tanto hablado por los hombres como hablado a los hombres”
(Ricoeur citado en Mella, 1998). Esto se relaciona con que, el que sabe lo que dice es el
lenguaje en su gran dimensión y no es el sujeto. En este sentido, Wolfgang (2005a), hace
referencia a que el sistema del lenguaje no concibe en sí mismo una manera de ser
interpretado que sea prefigurada, que sea una oportunidad para que el receptor establezca
la manera en que va a entender el discurso ajeno o extraño.
“Siempre el significado del texto va más allá del escritor, por ello el proceso de
entendimiento no solamente es una conducta reproductiva sino también productiva”
(Mella, p: 67). Sobre estos presupuestos se puede inferir que el presente proyecto de
investigación implicó un abordaje práctico de algunos textos de Freud y Lacan, pero
también una reflexión de esta teoría con relación a los rasgos de perversión en la neurosis,
lo que establece un ejercicio de producción de conocimiento, entendiendo que lo que se
99
quiere no es un copiado o reproducción teórica, sino una construcción analítica y dialógica
de donde emergen múltiples interpretaciones, que no obedecen a una única verdad figurada
de forma estática, se rectifica en la multiplicidad de posturas y mundos posibles en las
abstracciones humanas.
Para el caso particular del método monográfico, éste permite resaltar que el
discurso escrito pretende producir un significado, pero este no se comprende de forma
directa. La presente investigación se inscribió en el marco de la investigación en
psicoanálisis teórico, con respecto a esto, Freud consideraba que el psicoanálisis también
busca una serie de intelecciones sobre lo inconsciente, captadas a partir de la indagación
clínica que poco a poco se ha ido fortaleciendo como una ciencia. En este punto se debe
tener en cuenta algunas consideraciones siguiendo a Maya (2003a):
Psicoanálisis teórico serían los avances que el corpus puede obtener a partir del
psicoanálisis aplicado en lo que el dispositivo del pase ideado por Lacan puede
enseñarnos. Además los aportes que otras disciplinas le puedan entregar al
psicoanálisis a condición de haber empleado el método de desciframiento.
Igualmente, estarían aquí los aportes que haría un psicoanalista al descifrar la
obra de un autor, por ejemplo Lacan con Freud, como los trabajos que pudieran
hacer los no analistas en el mismo sentido (p: 5).
Con esta referencia se aclara que, es “la estructura del deseo como elemento
general” y su aproximación a lo que un autor desarrolló, lo que se puede denominar
“psicoanálisis teórico”. Dentro de esta perspectiva se evidencia la importancia del método
del desciframiento, en el cual de lo que se trata, es de situar los significantes sin acoplarlos
a algún sentido pre-fijado, puesto que éste surge del desciframiento mismo, además es
claro que ya se está preguntando por las relaciones del significante más allá del sentido
para instalarnos en el terreno de la de letra (Maya, 2003a).
100
Se debe considerar que es la lectura del inconsciente la que funda en el
psicoanálisis un método de investigación propio, es decir, el inconsciente mismo. No
obstante dicho método, se reduce exclusivamente al dispositivo clínico. En relación a esto
Lacan (citado en Bernal, 2001a) subraya lo siguiente: “Si algo puede introducirnos en la
dimensión de lo escrito como tal, es el percatarnos de que el significado no tiene nada que
ver con los oídos, sino sólo con la lectura, la lectura de lo que uno escucha de significante.
El significado no es lo que se escucha. Lo que se escucha es el significante. El significado
es el efecto del significante” (p: 17).
Bajo estos parámetros metodológicos, basados en el lenguaje y el análisis
comprensivo de textos y el análisis documental, se inscribió la presente investigación como
un acercamiento teórico a través de la revisión documental de las obras de Sigmund Freud
y Jaques Lacan, comprendiendo de ante mano que cada una de las categorías propuestas,
representan unidades de análisis lingüístico en un sistema determinado de significados (la
teoría psicoanalítica), de los cuales se pretende obtener conclusiones nuevas que posibiliten
la dialectización constante del conocimiento implicado, un conocimiento que permita la
comprensión de la función de los rasgos de perversión en la Neurosis. Este proceso por sí
solo debe facilitarse mediante la rigurosidad que plantea la investigación desde la
perspectiva del psicoanálisis, tratando de establecer relaciones trasferenciales con los
textos donde sea el mismo autor quien responda las preguntas que se plantean sin agregar u
omitir algo que envuelva la lógica implicada en los textos.
101
4. DISCUSIÓN
En primera instancia, la sexualidad infantil es una construcción, es un pasaje fundamental
como momento lógico en la constitución subjetiva, es un tiempo lógico donde se ve
implicado el encuentro y desencuentro con lo sexual, en otras palabras con el carácter
traumático de la pulsión sexual. De allí partió la presente investigación como marco de
referencia para lograr establecer la función de los rasgos de perversión en la neurosis. De
tal forma se infiere que la vida y las relaciones de los seres humanos se encuentra
altamente fundadas en dicha sexualidad, la cual cumple un papel necesario en la
construcción del psiquismo en el sujeto, entendiendo que éste se constituye de manera
determinante en los primeros años de infancia. Una infancia marcada por los excesos de la
pulsión parcial y satisfacciones que configuran la erogenización del cuerpo.
Se logró establecer que la sexualidad humana no tiene norma, es decir, querer
enmarcarla, ya sea en la vía de la reproducción de la especie ó los parámetros morales y
educativos; resulta inaceptable, puesto que no hay norma alguna para la sexualidad, este
“sin-norma”, quiere decir que la sexualidad no está sujeta a la naturaleza, se entiende
entonces que la sexualidad humana no es tan natural como se piensa popularmente, puesto
que no está ordenada con arreglo a las leyes biológicas, sino a las leyes del lenguaje, es
decir, adherida a leyes simbólicas; pero tampoco el análisis de la sexualidad se consolida
con ajustes a la moralidad ó parámetros de normalidad u anormalidad.
A partir de una de las categorías centrales de la presente investigación, la
Sexualidad Infantil, se logró establecer con relación a los rasgos de perversión, que estos se
convierte en fuente esencial de la constitución sexual, están determinados por el efecto de
huellas inconscientes de satisfacciones parciales, que a su vez operan de manera directa en
la formación de síntomas en la neurosis. Los rasgos de perversión, denotan un
polimorfismo del cual ninguna estructura se escapa y que remite a la multiplicidad de
satisfacciones desconectadas entre sí, como formas de la pulsión parcial que retornan bajo
102
la forma de un rasgo perverso. De tal forma se podría afirmar que la sexualidad en su
naturaleza misma posee un carácter perverso, lo cual es ya una conclusión psicoanalítica.
Es así como se logró inquirir que los rasgos de perversión se justificaron desde la
perspectiva freudiana como inhibiciones del desarrollo psíquico de la sexualidad, por una
parte, y por otra como disociaciones del desarrollo de la pulsión sexual; la cual en el
neurótico engendra una aspiración con una única meta sexual, una meta autónoma, que
mediante la composición de múltiples mociones de la vida infantil, retornan baja la forma
de un rasgo perverso.
El proceso de investigación permitió aislar una definición de rasgo perverso, se
llama rasgo perverso a un acto de carácter sexual cuando ha renunciado a la meta de la
reproducción, y persigue la ganancia de placer como meta autónoma. De esto se logra
entrever que la ruptura y el punto de viraje en el desarrollo de la vida sexual se halla en
subordinación a los propósitos de la reproducción. En este sentido, al abordar el
pensamiento freudiano sobre la teoría de la sexualidad infantil, se logra constatar que los
rasgos de perversión en la neurosis, están articulados a una lógica particular que sobreviene
de los procesos psíquicos inconscientes. Esta lógica es correlativa a la pulsión parcial y al
retorno de la sexualidad indiferenciada del pequeño perverso polimorfo.
Los rasgos perversos además poseen un carácter de repetición, articulada en el
circuito de la pulsión parcial, y bajo la lógica que opera con la retroacción del trauma. Se
logró entrever que, de la sexualidad perversa queda un residuo de perversión, el cual hasta
en la sexualidad más normalmente aceptada se revela como absoluto, de lo cual se infiere
que los rasgos de perversión se mantienen en el tiempo, fijados a representacionesrepresentantes de la pulsión sexual a nivel inconsciente y acompañan las puestas en acto de
cualquier sujeto frente al partenaire sexual. De tal forma, los rasgos perversos en el
neurótico no son en manera alguna signos de degeneración, si así se considerara, gran parte
de los seres humanos serían un gran grupo de degenerados. En este sentido, un aspecto
muy interesante de la teoría psicoanalítica, radica en el hecho universal de considerar al
103
hablante-ser como causación del deseo, y no cualquier deseo, sino un deseo completamente
articulado a lo sexual, una condición fundamentalmente humana. El deseo es la condición
esencial que funda las relaciones del sujeto con el Otro.
La presente investigación condujo a plantear que en la sexualidad humana se hallan
mociones sexuales que acompañan al sujeto durante toda su existencia, son mociones de
las cuales nadie se desbanda. Los rasgos de perversión provienen de las mociones sexuales
perversas, de retoños de eficacia inconsciente que portan un contenido de perversión, el
cual es relacionado por Freud con la pulsión parcial. Los rasgos de perversión son
exteriorizaciones de la pulsión parcial, están fijados a nivel inconsciente a las
representaciones-representantes de las zonas erógenas y en la neurosis se resalta la
influencia de las zonas de la boca y ano, como formas en las cuales retorna la pulsión, ya
sea a un modo anterior de satisfacción ó de operación, ó a un objeto donde se puso la
libido. De tal forma, los rasgos de perversión están antecedidos por el efecto de la
inmoralidad infantil, entendida como el tiempo lógico de la no-inhibición; poseen un
efecto retroacción, en tanto que éstos pueden conservase en la adultez, sin sucumbir ante
la represión y permanecer idénticos tanto en la representación como en el modo de
operación previo.
Este efecto retroactivo del rasgo perverso en la neurosis, Freud lo relaciona con el
mecanismo de la regresión cuando logra descifrar, el efecto del trauma en el campo de la
histeria como formador de síntomas. Síntomas que poseen un sentido oculto relacionado
con la sexualidad infantil. Es así como, la regresión del rasgo perverso puede suceder
cuando una influencia del factor accidental de la vida posterior, afecta de manera directa la
expansión de la sexualidad en el sujeto, reactivando las satisfacciones previas y como
consecuencia se da un retorno de la sexualidad indiferenciada del niño.
Desde esta perspectiva los rasgos de perversión comportan un carácter primitivo,
repetitivo y constitucional en la neurosis. Esta repetición, ocurre en el sujeto durante el
trascurso de la vida y genera un retorno a la satisfacción de la pulsión parcial, dichos
104
rasgos en el sentido de la repetición, se relacionan con la compulsión inscrita en la pulsión
sexual, o bien con el retorno a un estado anterior, que podría estar del lado de la pulsión de
muerte como tendencia compulsiva a la autodestrucción, claro está que para darse este
viraje, la pulsión debe operar de forma autónoma, produciendo un placer perversamente
orientado.
Se consiguió fundar la hipótesis basada en que la pulsión parcial enmarcada en el
autoerotismo, desempeña un papel central como productora de rasgos de perversión. Esto
debido a las fijaciones que se engendran en la infancia a partir de las huellas mnémicas
que permanecen en el psiquismo y además determinan las elecciones posteriores del sujeto,
en este sentido siguiendo a Freud, los rasgos de perversión son constitutivos en la
sexualidad del neurótico, no podrían asilarse del quehacer sexual de éste, sin ellos
posiblemente no tendría acceso a la relación sexual, al acto sexual como tal, en tanto son
estos los que permiten su realización, de ahí que en cualquier constitución psíquica estén
presentes.
Freud muestra de modo singular como el mundo de la sexualidad infantil, guarda
un sentido que queda oculto para el sujeto, completamente desconocido y sólo fantaseado.
En este sentido, la relación entre el rasgo de perversión y el fantasma, se halla a partir del
residuo de perversión, un resto exceptuado de la represión, se podría denominar un fiel
heredero del polimorfismo infantil, autónomo por el placer indiferenciado de la pulsión
parcial y a su vez pieza clave del corazón del goce perverso en el neurótico, rasgos que
posibilitan vía libre hacia la ganancia del goce perverso, corazón del fantasma.
Los rasgos de perversión eran considerados por Freud, formas en las cuales la
pulsión sexual no lograba tramitarse vía la construcción de diques anímicos, erigidos en la
fase de latencia, las defensas no soportaban el exceso sexual producto de una fijación en el
105
inconsciente de una experiencia de índole sexual y de carácter traumático, ocurrida ó
fantaseada por el neurótico en la infancia.
En el retorno de lo infantil, subyace el efecto retroactivo del rasgo perverso. Por
otra parte, uno de los principales en la presente investigación, a saber Jacques Lacan
amplia el concepto de perversión freudiano, al considerar la perversión generalizada como
correlativa al núcleo del goce perverso del fantasma, y al establecer la sentencia de la “no
proporción sexual”, donde concibe que el sujeto deberá responder con los rasgos de
perversión a falta del significante de La Mujer. La perversión generalizada es una
expresión realizada para distinguir la base clínica de la fórmula lacaniana “no hay
proporción sexual”, no hay proporción sexual a pesar de que, como es bien sabido hay
relaciones sexuales ó mejor actos sexuales. La perversión generalizada confiere a un hecho
de estructura, es decir, algo que vale para todos los sujetos.
El concepto de fantasma, fue necesario introducirlo en la presente investigación en
la medida en que se iba profundizando en la relación entre los rasgos de perversión y la
neurosis. Dicho concepto lacaniano, se concibe como la escena fundante de la posición
subjetiva, la cual se sostiene a partir de la fuerza innata de la constitución perversa, una
constitución perversa que remite al masoquismo primordial. De tal forma el rasgo perverso
posee un carácter masoquista que deviene de la pulsión parcial de apoderamiento. Dicho
innatismo, podría pensarse como universal siguiendo los postulados freudianos, es decir,
valedero para cualquier constitución psíquica, y se corrobora en el presupuesto de la
disposición perversa-polimorfa y la tendencia universal de bisexualidad en los seres
humanos. Una disposición que resulta universal, tanto para hombres como para mujeres, es
decir, independiente de la respuesta subjetiva de un sujeto frente al Otro. De esto se llegó a
la conclusión, que dichos rasgos se hallan en cualquier sujeto y cualquier sujeto puede ser
proclive a ejecutarlos.
106
Bien se advierte que el psicoanálisis produjo escándalo y contradicción, cuando
logró sacar a la luz un tema hasta antes desconocido: “la sexualidad humana”, la cual para
el momento en que Freud se encontraba, todavía se le examinaba con intereses moralistas,
biológicos y éticos, sin embargo en la actualidad ¿esto ha cambiado? En la sociedad
contemporánea se da un boom de la sexualidad, donde cada vez se le muestra, se le exhibe
y se incita a su práctica al sujeto, como si se tratase de incitar a la realización de rasgos
perversos, a esto Colette Soler (2007a) lo denomina la perversión generalizada siguiendo
los postulados lacanianos. No obstante sobre la sexualidad, las instituciones públicas
proclaman políticas en pro de su enseñanza, pero ante esto siempre quedará un vacío, un
residuo indomable de perversión. Aún la sociedad no comprende que, por más que se trate
de domeñar a la pulsión sexual, de inscribir lo sexual en cátedras magistrales, ésta resulta
sin freno, inneducable, se escapa y queda fuera de la comprensión, de la prevención y del
orden que busca que las personas tengan por ejemplo, “sexo responsable”. El “sexo” así
como los rasgos de perversión, no se apuntalan hacia la responsabilidad, no obedecen a un
límite, y mucho menos cuando el exceso se vuelve autónomo, como se evidenció en el
análisis de los rasgos de perversión en la neurosis. Y se debe aclarar que a pesar de este
boom de la sexualidad, aún prevalecen muchos tabúes que critican y prohíben diversas
prácticas sexuales, condenan sus manifestaciones y le adjudican el declive de la sociedad, a
una suerte de “libertinaje sexual”.
La presente investigación logró asilar los siguientes puntos de análisis: el primero
tiene que ver con que la vida sexual no comienza con la pubertad, sino que se inicia
enseguida del nacimiento con evidentes exteriorizaciones. El segundo guarda relación con
que es necesario distinguir de manera tajante, los conceptos de “sexual” y de “genital”, lo
sexual más extenso, e incluye muchas actividades que nada tienen que ver con los
genitales, lo genital remite directamente a los órganos ó aparatos del cuerpo encargados de
la reproducción. El tercer punto se explicita en que la vida sexual incluye la función de
ganancia de placer a partir de las zonas del cuerpo, función que es puesta con posterioridad
al servicio de la reproducción. Sin embargo Freud aclara que ambas funciones, en la mayor
parte de los casos no llegan a apurarse por completo hacia los fines de la procreación, es
107
decir, se rigen por el fin de meta denominado desviado. Se ha demostrado que, a temprana
edad, el niño da señales de una actividad corporal sexual, y a la cual se enlazan fenómenos
psíquicos que se encuentran en la vida del adulto, esto posibilitado por la tendencia a la
fijación del traumatismo.
En las fases tempranas, las diversas pulsiones parciales con recíproca
independencia en la consecución de placer coexisten en el desorden, por consiguiente en la
niñez la pulsión sexual no está centrada y al principio carece de objeto, vale decir es,
autoerótica; en la fase fálica se tienen los comienzos de una organización que subordina las
demás aspiraciones al primado del falo, y personifica la iniciación del ordenamiento de la
aspiración general de placer dentro de la función sexual, de lo cual se podría afirmar que es
el falo el encargado de la regulación de la sexualidad tanto para hombres como para
mujeres, una regulación que remite al complejo de Edipo.
Así queda establecido que: el sujeto conserva muchas investiduras libidinales
tempranas, otras son acogidas dentro de la función sexual como unos actos preparatorios,
de apoyo, cuya satisfacción da por resultado el llamado “placer-previo”, mientras que otras
aspiraciones son excluidas de la organización y son por completo reprimidas o pueden
experimentar una sublimación, también Freud nos dice que pueden convertirse en rasgos
de carácter en el sujeto. Sin embargo este proceso no siempre se efectúa de manera
acabada, es así como las inhibiciones del desarrollo se presentan como múltiples
trasposiciones de la pulsión sexual, denominados como rasgos de perversión, en tales casos
han preexistido fijaciones de la libido a estados de fases más tempranas, cuya aspiración,
independiente de la meta sexual “normal”, es designada como perversa por su autonomía.
Ese debilitamiento de la libido se muestra en su inclinación a retroceder hasta las
investiduras pre-genitales anteriores (regresión) en caso de no satisfacción genital o de
dificultades objetivas.
108
Las vivencias sexuales infantiles son determinantes para comprender los rasgos de
perversión en la neurosis, para Freud resultaba fácil comprobar cuán grande era la
extensión de la sensibilidad sexual del niño, la cual al ser despertada por vivencias
sexuales ó fantasía, es forzada a un querer-alcanzar sexual por unas vías diferentes que el
sujeto ya no podría abandonar. Estas vías diferentes de alcanzar la meta sexual se
relacionan con los rasgos de perversión, son modos divergentes de lograr la relación
sexual.
La presente investigación supuso plantear algunas precisiones en cuanto a la
utilización de términos y conceptos, de igual forma la categoría Neurosis condujo al
análisis de la estructura perversa, algo que no se pensó desde el principio pero que en la
medida del recorrido por los textos, se hizo necesario introducir. La primera diferenciación
se refiere a la perversión como estructura y los rasgos de perversión. Sabemos que la
estructura perversa se instaura a partir del mecanismo de la desmentida (Verleugnung),
para señalar que el sujeto niega la realidad de la falta de pene en las mujeres; Freud
sostiene esta teoría a partir del estudio del fetichismo, y pasa de hablar de las perversiones
sexuales, a la perversión en singular. Esta perversión estructural, se sostiene en el sujeto a
partir de la coexistencia de dos realidades: la desmentida y el reconocimiento de la
ausencia de pene en la mujer. De allí un clivaje del yo característico no sólo de las psicosis,
sino también de la perversión. La desmentida de la castración, como respuesta frente al
Otro se adscribe a la estructura perversa, esta desmentida se inscribe en el inconsciente y
determina la posición psíquica del sujeto.
Freud logró llegar a una descripción de las perversiones sexuales y de igual forma a
una teorización del mecanismo general de la perversión, que ya no era sólo resultado de
una disposición polimorfa de la sexualidad infantil, sino la consecuencia de una actitud del
sujeto humano enfrentado a la diferencia de los sexos. En este sentido, la perversión existe
tanto en el hombre como en la mujer, pero no se distribuye de la misma manera en ambos
sexos cuando se trata del fetichismo y la homosexualidad.
109
Al igual que Freud, para Lacan la perversión es una estructura que no escapa al
Edipo, es decir al lenguaje. En su enseñanza, la perversión como posición subjetiva supone
al Otro previo, además de los siguientes presupuestos: el perverso desmiente la castración,
el perverso hace existir a la mujer, busca un goce sin castración; el perverso busca hacerse
equivaler al objeto, con el fin de hacer gozar al Otro. Se podría decir que el perverso trata
de recuperar el goce Otro, el goce de la carne, excluyendo al Otro del amor, es decir, al
Otro de la palabra.
Los rasgos de perversión por el contrario, se encuentran en cualquier constitución
psíquica y pueden incluir al Otro de la palabra, su carácter primitivo, salvaje, polimorfo y
pulsional se halla inscrito en la sexualidad infantil: una sexualidad perversa donde la libido
se limita a la pulsión parcial, en estos términos los rasgos de perversión son los herederos
del polimorfismo infantil, su funcionamiento depende de la disposición perversa del sujeto
humano a practicar todo tipo de trasgresiones. La teoría de Freud en materia de perversión
extiende la disposición perversa polimorfa al hombre en general, y de tal modo rechaza
todas las definiciones diferencialistas de las caracterizaciones psiquiátricas acerca de las
perversiones.
Cuando hablamos de rasgos perversos, se trata entonces del desorden, la
desorganización y la descompaginación de la pulsión parcial, provenientes de las fases pregenitales del desarrollo psíquico, que retornan en etapas posteriores del desarrollo. Esta
perversión polimorfa no es preferencial en el periodo infantil, sino que constituye una
predisposición de la condición humana misma y su predisposición a realizar todas las
perversiones. Es así como los rasgos de perversión en la neurosis, no están ligados a la
edad, sino a las pulsiones, en tanto que la constitución misma de la pulsión es perversapolimorfa, polimorfismo que se adjudica por la pluralidad de los objetos a los que se dirige
la pulsión y la cantidad de formas en que se evidencian los actos sexuales. Si la sexualidad
110
perversa no posee límites, se debe a que está organizada como una desviación con relación
a un empuje, a una fuente (órgano), a un objeto y a un fin.
Durante el recorrido investigativo se hizo necesario indagar por la diferencia entre
las prácticas sexuales perversas y los rasgos de perversión. Freud descubrió un mundo
sexual bastante amplio que contenía las conductas de los invertidos y supuso una
caracterización de las aberraciones sexuales. Pero lo fascinante fue hallar dichas conductas
en personas con una ética particularmente elevada, en una época donde se establecían
parámetros para contener una sexualidad perversa y procurar su desasimiento.
Sobre estas prácticas sexuales perversas, Freud establece que cabe cuestionarse
cuánto de su intensidad debe atribuirse a fijaciones de la primera infancia y cuánto al
influjo de vivencias o desarrollos posteriores, lo que explica es que en la mayor parte de
los casos se trata de unas series complementarias como base constitucional de los rasgos
perversos en la neurosis. Se considera que la tendencia de los neuróticos a la perversión
puede estar convenida adyacentemente por factores accidentales, es decir, que ligado al
factor interno de la represión
sexual, el sujeto no es ajeno a factores externos: la
restricción de la libertad, la inaccesibilidad al objeto sexual normal, la impotencia sexual,
entre otros que podrían ser factores que generen rasgos de perversión en un sujeto que de
lo contrario habría podido ser “normal” con respecto al objeto y a la meta sexual.
Pero estos aspectos no son constitucionales, hacen parte del conjunto de
contingencias externas que rodean a cualquier sujeto, las prácticas sexuales perversas
depende de la cultura, del momento histórico que va con la época predominante; a
diferencia de los rasgos perversos que hacen parte inherente de la constitución subjetiva de
los procesos psíquicos inconscientes, es decir, los rasgos de perversión son factores
internos, constitucionales y pulsiones, mientras que las prácticas sexuales perversas
dependen de factores externos.
111
Se logra identificar que los rasgos de perversión poseen la función de erogenización
del cuerpo en la sexualidad infantil, son necesarios en la medida en que le posibilitaran al
sujeto un conocimiento previo de su cuerpo, dichos rasgos como se mencionaba devienen
de las pulsiones parciales por la tendencia a la fijación de libido en las zonas erógenas y en
los objetos externos o internos del cuerpo. Las prácticas perversas de un sujeto, están por
fuera del sujeto mismo. De tal forma las prácticas sexuales perversas, en muchos casos son
provocadas o activadas por el hecho de que unas circunstancias pasajeras opusieron
dificultades excesivas a una satisfacción normal de la pulsión sexual. En otros casos, sin
duda, las inclinaciones perversas son por completo independientes de tales condiciones
favorecedoras, por así decir, son el modo normal de la vida sexual para ese sujeto.
Siguiendo con lo anterior, se logra establecer respecto a los rasgos de perversión,
que cabe preguntar cuánto de su intensidad debe atribuirse a fijaciones de la primera
infancia y cuánto al influjo de vivencias o desarrollos posteriores, Freud señala que los
rasgos de perversión pueden ser tanto fijados en la infancia, como reactivados en la adultez
a partir de lo vivenciado en la infancia, de igual modo que se supone en la elucidación de
la etiología de las neurosis. Ambos factores participan con porciones alternadas en la
causación de los rasgos perversos, una disminución en uno de los lados es remediada por el
acrecentamiento del otro, esto se denominó series complementarias. No obstante, lo
infantil es en todos los casos lo que marca la dirección.
Freud en 1919 supone que el fantasma de flagelación, es un rasgo primario de
perversión. De tal fantasma reconoce que permanece fijado en el inconsciente, ajeno al
contenido de la consciencia, totalmente desconectado de la realidad del yo. Así el concepto
de fantasma propuesto por Lacan y rasgo primario de perversión propuesto por Freud
quedan entretejidos, como también lo están en la clínica, en tanto en el discurso del
paciente como en la fenomenología.
112
Las fantasías infantiles analizadas por Freud en “Pegan a un niño” (1919a)
coinciden con afirmar que en la neurosis se halla un rasgo primario de perversión a raíz de
que uno de los componentes de la función sexual se habría anticipado a los otros en el
desarrollo, vale decir, se habría vuelto autónomo de manera prematura, fijándose
prontamente y despojándose por esta vía de los posteriores procesos del desarrollo. La
perversión infantil en este sentido, no dura necesariamente toda la vida, dado que más tarde
puede caer bajo el efecto de la represión o bien ser sustituida por una formación reactiva o
ser cambiada por una sublimación. Sin embargo, si estos procesos faltan, el rasgo perverso
se conserva en la adultez, y siempre que en el adulto hallamos una aberración sexual se
esperaría descubrir en la infancia un suceso fijador de naturaleza perversa, es decir, una
vivencia ó una fantasía de carácter sexual. Así pues Freud advierte que si el componente
sexual que se separó temprano es el sádico, la posibilidad será que su posterior represión
forje una tendencia a la neurosis obsesiva.
Con Jaques Lacan las fantasías de Freud se sustituirán por el concepto de fantasma,
aclarando que si el sujeto del deseo implica la cesión del objeto donde se refugia el goce, el
fantasma será el recurso estructural como para que este objeto pueda ser recuperado. El
fantasma posee en su núcleo el goce perverso, goce del síntoma que asegura el retorno del
goce pulsional excluido por el sujeto, aquello que nunca renuncia de la perversión
polimorfa del pequeño hablante. Este objeto que nunca renuncia se ubica del lado de la
pulsión. El rasgo de perversión es una forma de gozar, pero el goce implicado en todo
síntoma, es un goce perverso, un goce que se descubre a partir del fantasma que se
relaciona con la posición psíquica del sujeto.
Por otro lado, la insistencia de Lacan sobre el “no hay relación sexual, está a la base
del descubrimiento freudiano que remite al hecho que sólo existe a nivel inconsciente un
sexo, sobre esto versa la primacía del falo, es decir, en el ser humano no hay dos sexos,
puesto que tanto la niña como el varón se ubican como tal frente al falo, uno teniéndolo,
con la angustia de perderlo y la otra como estando castrada de él y no como ostentando
113
otro sexo. Esto es fundamental para el planteamiento de la sexualidad humana como
perversa, porque no hay la armonía natural que supone la biología en el encuentro del
hombre y la mujer (que no existe) para copular. La meta biológica de la reproducción de la
especie sucumbe ante estas conclusiones.
Si la ausencia de un significante La Mujer, plantea a la sexualidad humana un
desequilibrio inaugural, las estructuras clínicas habrán de responder con aquellos rasgos
perversos con los que tratan este desequilibrio. Es así como se establece que los rasgos de
perversión son los rasgos inventados en el lugar del significante de La Mujer que no
existe. Los rasgos de perversión son actos sexuales que el sujeto inventa en el lugar del
significante La mujer. Por lo tanto dichos rasgos potencian el goce y logran obturar la
incompletud estructural de la diferenciación de los sexos. Dichos rasgos deben ubicarse en
el nivel de la identificación que reemplaza la elección de objeto.
El rasgo perverso no es la perversión y ese no querer saber del goce es cuestionado
por la existencia del síntoma donde, en mayor o menor medida, va a condensarse parte de
ese mismo goce. La clínica de la neurosis permite a los psicoanalistas enfrentar puntos de
coincidencia con la perversión bajo la forma de sus fantasmas en los que el neurótico
sostiene su deseo, en el pasaje al acto y en el acting-out, en los que los neuróticos parecen
perversos. En este punto se abre un interrogante nuevo ¿Qué relación existe entre el rasgo
de perversión y los pasajes al acto del sujeto neurótico? Más allá de estas coincidencias,
interrogar en la sexualidad humana la existencia de rasgos perversos necesarios para
acceder a la articulación entre los sexos, es fundamental puesto que dichos rasgos tienen
relación con la imposibilidad de la armonía entre los sexos.
La lógica del rasgo perverso se basa en la articulación del goce autoerótico al
campo del Otro. En los fundamentos de estos rasgos que son condición de la elección de
objeto amoroso, Lacan ubica un equívoco, entre el padre y la perversión, planteando en la
114
constitución del sujeto una perversión fundamental que abre la alternativa entre “Un
padre”, para el cual hay “La Mujer”, y una versión del padre que hace posible el acceso al
goce perverso. Desde la perspectiva lacaniana ya no se trata de las fantasías perversas del
neurótico sino que el fantasma mismo tiene una estructura perversa. De tal forma se logra
establecer que el fantasma hace así, rasgo de perversión, no polimorfa sino singular, con
este planteamiento se establece que los rasgos de perversión del pequeño perversopolimorfo, se hacen uno en el fantasma. De tal forma hablar de rasgo de perversión en la
neurosis es la consecuencia ineludible del “no hay relación sexual”.
Esta afirmación produjo en nuestro recorrido un cuestionamiento, sobre la
perversión como estructura y nos permite afirmar que si el neurótico inventa un rasgo para
poder hacer su elección de objeto, el perverso elige un objeto para poder hacer aparecer en
él, el goce sin rasgo. Así se podrá afirmar que en su seno la perversión polimorfa infantil
no deberá considerarse como una nueva parcialidad sino como un modo de instalar la
relación edípica y junto a ella la castración operando sobre el sujeto.
Finalmente, se logra establecer que el rasgo de perversión es considerado entonces
como el legatario del polimorfismo infantil a partir de su articulación en el fantasma.
Cuando aparece el rasgo de perversión, el sujeto se hace pura pulsión, momento de
excesivo placer por el cual se particulariza ese neurótico por fuera de la simbolización,
momento estructural que produce en el sujeto una certeza con lo cual desaparece la
angustia, y se produce una ganancia en ser, momento de sustitución del acto sexual. Este
rasgo como marca o sello intenta crear una identificación a los objetos tomados del cuerpo
del Otro. Objetos de los cuales hablaba Lacan: la mirada, la voz, las heces que de igual
forma hacen parte de los rasgos de perversión y producen una regresión a fijaciones
infantiles de metas sexuales perversas.
115
Uno de los resultados principales de la presente investigación, fue haber
encontrado y a su vez ratificado, que en la vida anímica inconsciente de todos los
neuróticos se hallan mociones sexuales perversas, mociones de inversión, de trasposición y
trasfiguración de la libido en diferentes objetos, así como modos de anteriores de
operación. De igual forma se pude afirmar que en el inconsciente de los neuróticos pueden
inquirirse, como formadoras de síntomas todas las inclinaciones a la trasgresión anatómica,
entre estas con particular frecuencia e intensidad, los rasgos de perversión que reclaman
una ganancia de placer por la vía autónoma de la satisfacción pulsional. Además se debe
considerar que entre los formadores de síntomas de la neurosis, desempeñan un papel
importante las pulsiones parciales, las cuales se presentan en pares opuestos (actividadpasividad) como promotoras de nuevas metas sexuales perversamente orientadas, es decir,
en la neurosis se encuentran muchas de estas pulsiones parciales, que podrían llamarse
pulsiones perversas con una fuerte intensidad y con huellas mnémicas profundamente
marcadas en el inconsciente.
116
5. CONCLUSIONES
Mediante el presente ejercicio de investigación se logró establecer que la función de los
rasgos de perversión en la neurosis, (objetivo general de la presente investigación) radica
en la disposición constitucional del neurótico a practicar toda clase de perversiones
sexuales. La sexualidad esta desviada por estructura, de ahí que la disposición a las
perversiones es la disposición originaria y universal de la pulsión sexual en los seres
humanos. De tal forma el psicoanálisis rompe la frontera entre la normalidad y la
perversión, estableciendo que los rasgos de perversión son las respuestas frente al engina
que introduce el sexo en el sujeto, quien realizará su relación sexual sólo a partir de su
rasgo primario de perversión, en la medida en que su propio rasgo es lo que busca en el
partenaire sexual, es decir, el otro que acompaña la relación sexual se acomoda a las
exigencias del sujeto; cabe anotar que cada rasgo de perversión es único y obedece a la
particularidad sexual en la elección inconsciente de cada sujeto, a pesar de que se
encuentren similitudes evidentes entre ellos.
El rasgo de perversión es la condición que posibilita hallar el goce sexual con el
objeto. En este sentido, se debe considerar que a la base de los rasgos de perversión se
hallan dos aspectos centrales un grado hipertrófico de represión y una hiperpotencia de la
pulsión sexual. También la pulsión participa de forma directa en el momento lógico de la
sexualidad infantil como impulsora de rasgos de perversión, los cuales se ubican al interior
del sujeto y pueden reactivarse a través de factores externos, pero en cualquier caso lo
infantil es lo que determina la constitución de dichos rasgos, o dicho en otros términos, lo
decisivo será la fuerza innata de la inclinación perversa, con esto se comprende que el
neurótico conserva el estado infantil de la sexualidad o ha sido remitido a ella. Además se
debe afirmar que en todos los neuróticos se encuentran rasgos de perversión como
formadores de síntomas. Es así como la inclinación particularmente marcada a las
perversiones es una de las peculiaridades de la constitución neurótica. Así la extraordinaria
difusión de las perversiones fuerza a suponer que tampoco la disposición para ellas es una
117
rara particularidad, sino que forman parte de cualquier constitución psíquica. Por lo tanto
se infiere que los rasgos de perversión pueden hallarse en todo acto sexual.
Se obtuvo como una de las conclusiones de la presente investigación, que desde la
teoría freudiana de la sexualidad infantil los rasgos de perversión son los herederos
directos del polimorfismo infantil, constitutivos del sujeto en sus primeros años de
infancia, no son en lo absoluto signos psicopatológicos. En este sentido, el carácter de las
exteriorizaciones sexuales se revela como predominante de la sexualidad infantil. De lo
cual se infiere que el sujeto trae consigo gérmenes de actividad sexual, y ya en el acto de
ingerir alimento goza también una satisfacción sexual que después busca crearse y
recrearse, una y otra vez, en la bien conocida actividad del chupeteo propio de la fase oral.
De tal forma, la sexualidad perversa no es otra cosa que la sexualidad infantil
aumentada y descompuesta en sus mociones singulares que devienen de la pulsión parcial
y pueden conservarse en la adultez como formas autónomas de satisfacción. Es en este
sentido que procesos como el autoerotismo, poseen una función necesaria en la
erogenización del cuerpo, en la cual se hallan las zonas erógenas que son estimuladas,
mediante la puesta en acto de rasgos de perversión. Desde esta perspectiva los rasgos de
perversión son unas raíces innatas de la pulsión sexual, dados en la constitución misma de
la sexualidad infantil, que en una serie de casos de desarrollan hasta convertirse en los
portadores reales de la actividad sexual, guiados por la meta autónoma de la satisfacción;
otras veces experimentan una represión insuficiente, lo cual produce un síntoma que
comportan un alto contenido sexual desconocido por el sujeto.
Los rasgos de perversión son entonces los residuos del contenido de perversión de
mociones de la pulsión sexual. Dichos rasgos acompañan las formaciones sintomáticas en
la neurosis y se relacionan con las fantasías inconscientes de carácter masoquista. El
polimorfismo al que Freud alude remite al masoquismo primordial, en tanto defensa
118
originaria que permite, bajo el manto de una apariencia de derrota, gozar de la derrota o de
la atención de otro. En este sentido, la concepción según la cual todos los rasgos de
perversión son signos de degeneración, no puede ser sostenida, en tanto que se
considerarían muchas culturas como perversas, es decir, para hablar de rasgos de
perversión no es necesario entrar a proponer algún tipo de juzgamiento respecto a la norma
y la moral particular de la cultura, en tanto los rasgos de perversión son constitucionales de
la condición humana.
Los rasgos de perversión como desviaciones autónomas de la meta sexual, han
ocurrido desde siempre, en todas las épocas conocidas y entre todos los pueblos, desde los
más primitivos hasta aquellos de civilización más alta, y en ocasiones dichos rasgos fueron
tolerados y alcanzaron vigencia general; para poner un ejemplo se podría pensar en la
homosexualidad ampliamente aceptada en la Grecia antigua.
Desde la perspectiva freudiana, se afirmaba que cuando las dos corrientes: tierna y
sensual no confluyen no se han ensamblando unidireccionalmente, se conservan metas
sexuales perversas cuyo incumplimiento es experimentado como pérdida de placer, el cual
sólo puede obtenerse a través de la degradación del objeto sexual. De tal forma, se puede
afirmar que es exclusividad del fin sexual, la característica de ser un fin desviado de la
meta, del objeto, mediante la puesta en acto de rasgos de perversión. De esto se infiere que
la pulsión sexual no posee un pre-determinismo de objeto ó meta sexual, el propio rasgo de
perversión implica una construcción que toca con lo real del goce. Un goce que produce
síntomas, los cuales revelan a través de la investigación psicoanalítica que, no son sino
manifestaciones de aquellas tendencias llamadas perversas de carácter autónomo, que
intentar sustituir los órganos genitales por otros de distinta función, para que éstos asuman
la función sexual, esta sustitución es particular de la neurosis.
119
El rasgo de perversión en la neurosis, recubre una constante significante inscrita en
el fantasma, que congela las relaciones del sujeto con el objeto de goce y determina la
realización de una satisfacción de carácter sexual. El rasgo perverso es de índole privado,
totalmente íntimo para cada sujeto en su dinámica fantasmática. Su enunciación podría
causar vergüenza y generar sentimientos de culpa, en tanto está conectado al ser del sujeto.
Con Lacan los rasgos de perversión son formas de responder a la falta en el Otro,
en la cadena significante, falta radica del lenguaje, puesto que ningún significante puede
definirse por sí mismo, sino que se requiere de otro para lograr su significación, este vacío
en la cadena significante, es una carencia que el sujeto neurótico obtura mediante la puesta
en acto de los rasgos de perversión. Ante el Otro del lenguaje y sus demandas el sujeto
responde con una determinada forma de gozar, este goce es atribuido a los rasgos
perversos.
El rasgo de perversión, le permite al sujeto incluir el goce sexual autoerótico en una
pulsión, le permite organizar el polimorfismo de múltiples rasgos perversos, en uno sólo,
de ahí el fantasma como: rasgo perverso unificado. Así no podrá considerarse la perversión
polimorfa infantil como una nueva parcialidad, sino como una nueva forma singular que el
sujeto posee para instaurar la relación edípica, y junto a ella la castración, procesos que
donde se ven implicadas las operaciones lógicas de la alienación y la separación.
Los rasgos de perversión en la neurosis, son intentos de obturación de la falta del
significante La mujer. El sujeto produce rasgos de perversión para lograr hacerse de algún
modo a la falla estructural que implica la diferenciación sexual. Finalmente con respecto al
síntoma se puede establecer que en la neurosis, el síntoma asegura el retorno del goce
pulsional excluido por el sujeto que localiza lo que nunca renuncia de la perversión
polimorfa del sujeto hablante. Este resto que nunca renuncia es el goce del síntoma, un
goce perverso en tanto el síntoma no es sólo una manera de hablar sino también una
120
manera de gozar. El rasgo de perversión tiene como efecto la autorización a un derecho al
goce sin límites.
A partir de todo el recorrido anterior se consiguió responder a la pregunta de
investigación en torno a la función de los rasgos de perversión en la neurosis. También se
lograron establecer las relaciones entre la sexualidad infantil y los rasgos de perversión en
la neurosis, elucidando la importante función de la sexualidad perversa polimorfa en la
constitución del sujeto. Corroborando de igual forma que dicha sexualidad no se inscribe
en el terreno de lo natural, sino en la configuración psíquica de cada sujeto orientada por
coordenadas simbólicas. Pero a pesar del simbolismo inmerso en la sexualidad humana,
por más que se quiera domeñar la pulsión sexual, todo intento de enseñanza de la
sexualidad resulta insuficiente. De ahí que la pulsión sexual no obedece a alguna norma en
particular. Por lo tanto las repercusiones de la presente investigación, indican de manera
tajante la importancia de la sexualidad en el desarrollo del sujeto y avocan por su
reconocimiento en otros campos disciplinares. Teniendo como base las implicaciones de lo
sexual en la constitución subjetiva y el entendimiento que su inscripción va más allá del
registro biológico. En este sentido, se han abierto perspectivas de análisis para la
comprensión de lo sexual en las relaciones que el sujeto establece con el Otro y con lo otro.
Para finalizar quisiera plantear que la presente investigación, así como las
categorías que en ésta se inscriben, se relacionaron con una elección particular del
investigador, un deseo íntimo que produjo una elección, elección no instituida o dada por
el azar, sino completamente articulada a mí deseo de saber. Un deseo de saber sobre los
rasgos de perversión, una construcción propia que pudo ser materializada y puesta en
tensión con las encrucijadas teóricas que se desarrollan desde el psicoanálisis, esto
posibilitado a partir de una responsabilidad personal, un compromiso con sí mismo que
exigió un alto grado de rigurosidad. Además se abrieron nuevos interrogantes que podrían
generar nuevas investigaciones, podríamos referenciar algunos, por ejemplo, lograr
establecer la relación entre los rasgos de perversión y los pasajes al acto, como se
121
mencionaba en la discusión y de igual forma interrogar por los rasgos de perversión en
otras estructuras clínicas, como en la psicosis. También resultaría muy interesante lograr
analizar las relaciones del discurso capitalista con los rasgos de perversión, teniendo en
cuenta los efectos que causa el goce individualizado, la producción de objetos como
formas que suplen la falta en el sujeto, en relación con la autonomía del rasgo perverso. Tal
vez así se lograría ampliar el marco de referencia acerca de un tema tan apasionante como
los rasgos de perversión en las estructuras clínicas que aportaría a diversos campos
disciplinares teniendo como marco de lógico destacar la sexualidad en los seres humanos.
Puede concluirse que los analistas se encuentran frente a la tarea urgente de dar
cuenta de las perversiones, y que a pesar del abismo con que se las quiere separar de la
sexualidad, incluso de la vida amorosa en general, no se está menos obligado a inclinarse
ante la observación que muestra como tal o cual rasgo perverso está incrustado en dicha
sexualidad. A decir verdad, los rasgos de perversión revelan ser las condiciones mismas a
las cuales los hombres y las mujeres recurren para realizar su vida erótica, en el sentido
más amplio del término. Ellos dan la razón inconsciente de las vicisitudes de la vida
amorosa, tan diversa en los seres humanos.
122
6. RECOMENDACIONES
La presente investigación de tipo monográfico, logró aportar en el reconocimiento de la
sexualidad infantil, resaltando sus funciones y particulares modos de realización en los
seres humanos, ratifico la importancia de la sexualidad en la construcción de la realidad
psíquica del sujeto e identificó las implicaciones de los rasgos de perversión en la neurosis.
En este sentido, se llegó a la conclusión central que plantea los rasgos de perversión como
parte constitutiva de la neurosis en tanto, procuran el acceso al partenaire sexual en la
relación del sujeto con el objeto. También se logró establecer que la sexualidad humana no
está dada por la naturaleza, sino por la constitución simbólica que cada sujeto asume como
posición subjetiva, una posición que se resume en la relación que se funde en el sujeto a
partir de la elección inconsciente frente al falo. De dichos planteamientos se lograron
identificar posible nuevas vías de investigación, sobre los siguientes puntos: el primero
tiene bastante interés en la sociedad contemporánea y consiste en lograr establecer ¿Qué
del rasgo de perversión puede relacionarse con los acting-out y pasajes al acto?
Resultaría interesante realizar dicha diferenciación desde la investigación teórica,
así como en el campo de la investigación clínica. Logrando ampliar los conocimientos
sobre mencionadas categorías y enriqueciendo las implicaciones subjetivas de cada uno.
En segundo lugar la presente investigación condujo a plantearse la pregunta por los rasgos
de perversión, en otras estructuras clínicas, como por ejemplo en la psicosis. Dicho estudio
representaría un valioso aporte en la investigación clínica de la sexualidad en los seres
humanos. Además, surgió el interrogante sobre la relación entre los rasgos de perversión y
los síntomas contemporáneos, entendidos estos como envolturas de la pulsión que
precipitan la presencia de la angustia, un malestar vivenciado en los avatares donde emerge
el goce en el sujeto.
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Finalmente, se generaron interrogantes en cuanto a la relación entre los rasgos de
perversión y el discurso capitalista, pensado dicha relación a partir de los modos de goce
individualizado y autista, que ofrecen los medios y los mercados, y que a su vez se
precipitan en el desarrollo de las sociedades contemporáneas. El rasgo perverso al ser una
marcada tendencia en los neuróticos a la ganancia de placer por la vía autónoma de la
pulsión parcial, se relaciona de manera importante con un goce autista que se circunscribe
a la posición fantasmática del sujeto.
Es indispensable darle continuidad a la investigación teórica con el psicoanálisis,
utilizando sus métodos, reconociendo sus límites, escudriñando los textos y logrando abrir
caminos posibles de interpretación y a su vez, obtener grandes aportes en la construcción
del corpus de conocimiento en un campo tan interesante como el Psicoanálisis. Debemos
otorgarle a la disciplina un sentido renovado y articulado a las trasformaciones que
acontecen en nuestra sociedad.
Una de las dificultades ó bien podrían llamarse limitaciones de la presente
investigación, radico en la falta de antecedentes a nivel regional y nacional sobre los rasgos
de perversión en la neurosis. Por otro lado, resultaría novedoso poder retomar los
planteamientos teóricos desarrollados sobre los rasgos de perversión en la neurosis y
analizarlos desde la perspectiva del dispositivo clínico, es decir, a partir de la lógica del
uno por uno. Campo del cual seguramente se lograrían recoger testimonios, experiencias
singulares de las formas en las cuales un sujeto puede escenificar su rasgo de perversión en
relación al Otro. De igual forma nuevas alternativas teóricas tanto en la disciplina del
Psicoanálisis, como en otras áreas del conocimiento, podrían trata de dar cuenta de lo que
significa los rasgos de perversión en un sujeto.
En una sociedad de cambios, es fundamental fomentar el desarrollo investigativo, el
cual se funda en tres principios generales básicos: la rigurosidad, la responsabilidad y la
124
coherencia lógica del discurso, proceso que solo funciona en la medida en que marcha el
motor del deseo del propio investigador. En este sentido, la elección de un tema de
investigación está orientada en función del enigma particular de quienes se aventuran a
explorar los textos y logran tomar de ellos, sus enseñanzas y articularlas en la búsqueda de
respuestas, pero más importante que las mismas respuestas, deben de ser las preguntas que
deja el proceso investigativo. Enigmas que irán construyéndose sólo a través de los
avatares que implica la realización de la presente construcción. Construcciones que pueden
ser situadas en coordenadas simbólicas, y una de las formas para rastrear dichas
coordenadas, consistió en el método del desciframiento, el cual aplicado a la investigación,
nos permite acércanos a situar, definir y asilar teóricamente las categorías conceptuales,
ocultas tantas de ellas en la riqueza de los textos.
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