//T09 TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 3 de mayo de 2014 ellos. ¿Por qué querría otra vida?”. La fama al servicio de la felicidad ajena Matthieu Ricard habla de todo y con todos. En esos momentos aprovecha de introducir su agenda en las conversaciones. Si bien es monje, también es científico y eso se nota: siempre hace referencia a estudios de punta de universidades prestigiosas, a través de los cuales impulsa los temas que se han convertido en su marca registrada: la importancia de la compasión y el altruismo para alcanzar una vida feliz. Sus intenciones son mucho más políticas y tangibles de lo que cualquiera podría pensar. El monje es el fundador de Karuna-Shechen, organización de caridad que busca transformar la compasión en obras concretas. Desde el año 2000, la institución desarrolla programas de salud primaria, educación y servicios de atención social para las pobla- ciones más pobres de India, Nepal y el Tibet. Algunos de los proyectos más recientes incluyen una clínica, construcción de colegios, instalación de electricidad solar y programas de educación no formal para las mujeres pobres en India. El dinero para todo esto proviene, en gran medida, del mismo Ricard, a través de las charlas que realiza por el mundo y las ventas de sus libros, entre los que están Bhutan; the land of serenity, The art of happiness y The art of meditation, que se han convertido en best sellers mundiales. Según el francés, la felicidad es algo que hay que desarrollar internamente, pero recalca que las condiciones materiales también son claves. “En el mundo tenemos más de un billón y medio de personas bajo la línea de la pobreza, y uno de nuestros principales desafíos debería ser reducir las inequidades. Pero cualquier situación de pobreza puede mejorar si mejora la forma en que fun- FOTO: RAÚL LORCA FOTO: RAÚL LORCA los pájaros, las montañas. Luego almuerzo algo muy simple. Después de comer estudio algunos libros tibetanos. Más tarde trabajo durante una o dos horas en mi último libro -un volumen de 200 páginas sobre la relación de los humanos con los animales, que está a punto de terminar. Entre las tres y las seis hago otra sesión de meditación y luego me tomo un descanso, en que aprovecho de mirar la naturaleza. Finalmente, me voy a la cama alrededor de las nueve de la noche”. ¿Algo de espacio para conectarse de alguna forma con lo que ocurre fuera del monasterio? Otra vez, se ríe: “Mi habitación es de dos metros por tres. Difícilmente ahí cabe una televisión y ciertamente no quiero eso. Tampoco tenemos conexión a internet”. Ricard además es célibe hace más de cuarenta años y dedica buena parte de su tiempo a obras sociales en Nepal y en el Tíbet e India: “Tengo más de veinte mil hijos. Claro, no son míos, pero soy igual de feliz con RR Matthieu Ricard les habló a más de 600 personas en un auditorio de la Universidad Adolfo Ibáñez. ciona tu mente. Yo he trabajado en áreas muy pobres de Delhi y he visto que hay muchas personas muy felices ahí. Sin embargo, quiero ser sumamente claro: no porque se sientan felices hay que dejar que se queden en esas condiciones. Sólo queremos que la gente entienda que la calidad de su experiencia interior siempre hará una diferencia y que a la vez, debemos trabajar en mejorar sus condiciones materiales”, concluye ahora serio, a punto de llegar a su próxima actividad del día, una publicitada charla en la Universidad Adolfo Ibáñez. “No me como a mis amigos” A los estudiantes en general cuesta llevarlos a clases, pero ese día, en el auditorio de la Universidad Adolfo Ibáñez, en Peñalolén, hay más de 600, una buena parte sentados en el suelo y las escaleras para poder escuchar al monje. “Nunca había venido tanta gente a una charla”, comenta una de las organizadoras del evento. Eso da cuenta del arrastre que tiene Ricard o quizás, de la impe“No riosa necesidad de alcantengo nada zar la felicidad a través que perder o de una receta. Al terminar la exposiganar con la fama, ción “En defensa de la feaunque así tengo la licidad”, salpicada de daposibilidad de tos sobre la importancia compartir ideas”. del altruismo para el desarrollo de las naciones e MATTHIEU intervenciones que provocan RICARD risa entre el público, el auditorio se abalanza sobre el monje, para hacerle preguntas. La más común: “¿Cuáles son las claves de la felicidad?”. Todas las respuestas tienen que ver con la compasión, el altruismo y la necesidad de enfocarse en el presente y no estar angustiado por lo que ya ocurrió o lo que puede pasar. Ricard logra escapar del tumulto, sonriendo. Va de vuelta al Hotel Marriott, donde podrá disfrutar de su primera tarde libre de la semana. Durante el almuerzo introduce otro de sus temas preferidos: el respeto por los animales. Ricard no come carne y para almorzar pide una ensalada de tomate, lechuga y quesillo, seguida de pastas rellenas con verduras. Todo eso acompañado de enormes vasos de jugo de chirimoya, una fruta que descubrió el día anterior y que parece haberse convertido en su favorita. No le incomodan los platos carnívoros de los otros expositores del encuentro que se sientan a la mesa, como el economista y sicólogo Wenceslao Unanue, Margarita Tarragona, Alejandro Adler, de la Universidad de Pennsylvania, o José de Jesús García, director del Centro de Estudios sobre el Bienestar en la Universidad de Monterrey. Los primeros días de su visita todos trataron de seguir su dieta vegetariana, pero ya al final de la semana perdieron los escrúpulos, aunque no dejan de sentirse ligeramente culpables al escuchar las palabras que repite Ricard cuando le preguntan por su vegetarianismo: “Es simple: yo no me como a mis amigos. ¿Tú sí?”. Antes de irse a su pieza a trabajar por un par de horas en su libro, comenta que ya no está tan seguro sobre su anonimato. “Bueno, sí, quizás soy un poco famoso, pero es por todo esto de ser llamada la persona más feliz del mundo. Pero cuando estoy en mi ermita, en Nepal, la vida no es así. No tengo nada que perder o ganar con la fama, excepto que así tengo la posibilidad de compartir ideas y encontrar ayuda para algunos proyectos humanitarios. Si esto se acaba mañana, no pasa nada, porque no voy a desfiles, no vendo discos, nada depende de si soy famoso o no. A pesar de que es extraño a veces, es agradable cuando la gente viene hacia ti con una sonrisa. Estoy seguro de que mucha gente me ve y piensa ‘ya viene este monje loco y calvo’, pero no te lo dicen porque son amables. Aun así, estoy seguro de que muchos piensan que soy la persona más estúpida del mundo”, dice y luego sonríe.T