LA CONFIRMACIÓN Colección Liturgia 6 COMISIÓN DIOCESANA DE LITURGIA DIÓCESIS DE CHOSICA (LIMA-ESTE) LA CONFIRMACIÓN “Los bautizados avanzan por el camino de la iniciación cristiana por medio del sacramento de la confirmación, por el que reciben la efusión del Espíritu Santo, que fue enviado por el Señor sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Por esta donación del Espíritu Santo los fieles se configuran más perfectamente con Cristo y se fortalecen con su poder, para dar testimonio de Cristo y edificar su Cuerpo en la fe y la caridad. El carácter o signo del Señor queda impreso de tal modo que el sacramento de la confirmación no puede repetirse” (Ritual de Confirmación, 1-2). LA CONFIRMACIÓN I. PRESENTACIÓN La confirmación es la reafirmación de la fe recibida en el bautismo. Hay en el libro de los Hechos dos textos en que el don del Espíritu aparece separado del bautismo. Los samaritanos, bautizados en el nombre del Señor Jesús, aún no habían recibido el Espíritu que reciben ahora por manos de Pedro y Juan (He 8, 14-17). Y los de Efeso sólo habían recibido el bautismo de Juan Bautista; Pablo los bautiza y luego les impone las manos y reciben el Espíritu Santo (He 19, 1-6). Las primeras fórmulas bautismales fueron cristológicas (“en el nombre del Señor Jesús”); luego se usan las trinitarias (“en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”). En los textos citados de los Hechos más que de ceremonias de bautismo y confirmación diferenciadas, pareciera que se trata de dos formas de bautismo: una ordinaria en el contexto de la primera comunidad, acompañada por la efusión del Espíritu (bautismos el día de Pentecostés) y otra extraordinaria en un contexto misionero y que necesita ser ratificada para la plena incorporación a la comunidad y la recepción del Espíritu. Y esto se hace con la imposición de manos de los apóstoles. 1 En el libro de los Hechos la comunicación del Espíritu a los creyentes se realiza a veces antes, otras durante o también después del bautismo. Pero no se observa un rito especial que pudiéramos identificar con la donación del Espíritu además del bautismo. Sí hay un gesto posterior de imposición de manos que no tiene un sentido de confirmación sino de integración a la comunión de la Iglesia. En todo caso, la confirmación tiene una estrecha relación con el bautismo; es el segundo paso en el proceso de la iniciación cristiana que alcanza su culminación en la celebración de la eucaristía. En los adultos se deben dar juntos los tres sacramentos. Aquí tenemos en cuenta el caso más frecuente de adolescentes o jóvenes que ya han sido bautizados de niños (o en una ceremonia anterior) y, después de una adecuada preparación, acceden a los sacramentos de la confirmación y la eucaristía. 2 II. HISTORIA DE LA CONFIRMACIÓN El NT no habla de “iniciación cristiana” ni de “confirmación”. Pero sí del don del Espíritu prometido por Cristo. Este don está ligado a acciones sacramentales o simbólicas: el bautismo y la imposición de manos (He 2, 38-39). El bautismo opera el nuevo nacimiento, el perdón de los pecados, la participación en la muerte y resurrección de Cristo y la incorporación a la comunidad. La imposición de manos expresa la plenitud del don del Espíritu y la comunión con la Iglesia de los apóstoles. Son dos ritos distintos pero no separados. La confirmación está asociada desde sus orígenes a la explicitación de la presencia del Espíritu Santo en el que la recibe. Quiere despertar la conciencia de que la vida del cristiano es una vida llena del Espíritu, una vida dócil a la presencia de la vida divina en cada bautizado. Y recuerda la presencia del Espíritu en Jesús después de su bautismo (Mt 3, 16), la donación del Espíritu a los apóstoles por el mismo Jesús el día de Pascua (Jn 20, 22) y la donación del Espíritu por los apóstoles a los nuevos convertidos por medio de la imposición de manos (He 8, 17). Desde los primeros tiempos, el obispo presidía los ritos de iniciación cristiana y hacía un rito de bendición mediante la imposición de manos sobre la cabeza del recién bautizado, como hicieron los apóstoles. Y por lo menos desde el s. III 3 aparecen en conexión con el bautismo la imposición de manos, la unción (con óleo perfumado y consagrado antes por el obispo) y la signación. La unción tenía particular importancia porque a Jesús se le presenta como “ungido” (eso significa en griego “Cristo” y en hebreo “Mesías”) por el Espíritu Santo (Lc 4, 18; He 10, 38). Así siguió la ceremonia del bautismo con unos ritos postbautismales hasta el s. V, pero sin que existiera un sacramento independiente como la confirmación. Estos ritos los administraba el obispo. La confirmación nace históricamente del desarrollo y desmembración de los antiguos ritos postbautismales: imposición de manos, unción, signación con la cruz. En occidente esto sucede a partir del s. V. Se separaron esos ritos y quedaron reservados al obispo cuando visitaba las comunidades como signo de plenitud del Espíritu y de comunión eclesial. En ese tiempo se bautizaba masivamente a todos los niños y como el obispo no podía estar en todos los bautismos, los sacerdotes o diáconos administraban el bautismo con agua; la imposición de manos y la unción quedaron reservadas al obispo. Este hecho dio origen al rito independiente de la confirmación. Y a la vez acompañó una teología o explicación que justifica los dos sacramentos con la analogía de la vida corporal: el nacimiento y maduración del hombre tienen su correspondencia espiritual en el bautismo y la confirmación. Fue el Concilio de Trento (s. XVI) el que definió la Confirmación como sacramento distinto del bautismo, aunque complementario con él, doctrina ratificada y completada con un sentido más bíblico y litúrgico en el Vaticano II. Pero durante siglos la confirmación quedó 4 separada del bautismo y no tuvo relevancia. En 1910 el papa Pío X urgió que se diera la comunión a los pequeños en torno a los 7 años. Y en muchos sitios se comenzó a diferir la confirmación para después de la primera comunión y se convirtió en el punto final del proceso de iniciación. Así se invirtió el proceso de los sacramentos de iniciación cristiana en que la culminación era la eucaristía. El Vaticano II ha restablecido el proceso histórico de iniciación, ha decidido la renovación del rito, la necesaria evangelización y preparación, la participación de la comunidad y la clarificación de ministerios y responsabilidades (obispo, padres y padrinos, catequistas, comunidad). Se ha hecho un notable esfuerzo teológico, litúrgico y pastoral por potenciar este sacramento. La revalorización del papel del Espíritu en la vida cristiana, una catequesis renovada y el fortalecimiento del papel de los laicos en la vida de la Iglesia han contribuido a que los agentes de pastoral juvenil cuiden la preparación, celebración y seguimiento de este sacramento. Sin embargo en la actualidad nos encontramos en una situación extraña. La práctica actual de retrasar la confirmación para después de la primera comunión y hacerla coincidir con el comienzo de la juventud va contra la historia, contra los actuales libros litúrgicos, contra la ley canónica y los decretos conciliares. En esta práctica la culminación de la iniciación cristiana se pone en la confirmación y no en la eucaristía. 5 III. TEOLOGÍA DEL SACRAMENTO Hay una íntima relación entre los tres sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles se “hacen” cristianos en este proceso: se incorporan a Cristo en el bautismo, reciben la fuerza del Espíritu en la confirmación y alimentan la caridad sobre todo en la eucaristía para ser testigos del Señor en este mundo (Vat. II AA 3). Las dimensiones teológicas de la confirmación son las mismas del bautismo y de toda la iniciación cristiana. Pero la confirmación tiene acentos propios que la ligan en toda la tradición al don del Espíritu Santo. a) Sacramento de la iniciación cristiana: Los sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y eucaristía) forman una unidad y son como “un gran sacramento” de la iniciación que nos posibilita ser buenos cristianos. Después de siglos de separación, hoy la Iglesia vuelve a insistir en esa unidad. “Los tres sacramentos de la iniciación cristiana están íntimamente unidos entre sí, de tal modo que conducen a los fieles a aquella plena madurez cristiana por la que pueden cumplir en la Iglesia y en el mundo la misión propia del pueblo de Dios” (Ritual bautismo de niños, Nº 2). Ese es el orden clásico, pero para algunos autores, dada la práctica generalizada del bautismo de niños, se salva también la unidad retrasando la confirmación para después de la primera comunión. El hombre no se hace cristiano por sus obras sino por la acción de Dios en Cristo y en su Espíritu. Es puro don al que él debe corresponder con su vida. b) Perfeccionamiento de la vida en Cristo: 6 La confirmación perfecciona la vida bautismal, el crecimiento de la vida en Cristo. Este aspecto se cumple en la confirmación porque en ella el bautizado de pequeño puede ratificar consciente y personalmente los compromisos asumidos por medio de sus padres y padrinos. La confirmación “es la donación del Espíritu Santo, por la que los fieles se c o n f i g u r a n m á s perfectamente con Cristo y se fortalecen con su poder” (Ritual, 2). Este perfeccionamiento se manifiesta en la unión más plena con Cristo, aceptando su mensaje y su vida y además en la comunión con la Iglesia y su misión en el mundo. La relación entre Cristo y el Espíritu se expresa visiblemente en la confirmación en el gesto de la unción. Dios “ungió” (consagró) a Jesús con el Espíritu Santo y con poder para hacer el bien y luchar contra el mal, lo mataron, pero Dios lo resucitó porque estaba con él (He 10, 38). Ese Espíritu de Cristo es el que reciben los creyentes y el que actúa en la comunidad cristiana. Jesús es el “Cristo” (en hebreo “Mesías”) es la gran confesión primera de la fe cristiana expresada por boca de Pedro (Mc 8, 29 y paral.) y de la cual nace el nombre de Jesucristo. Y el Espíritu de Cristo hace nacer la Iglesia (He 2) y la constituye en continuadora de la misión de Cristo en la historia. El cristiano (“ungido”) participa de esa misión por su incorporación a Cristo en la Iglesia (bautismo) y por el don 7 del Espíritu de Cristo ya recibido en el bautismo y más plenamente en la unción de la confirmación. c) El sello del don del Espíritu: Es lo que expresa la fórmula del Ritual: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. La plenitud del Espíritu se relaciona sobre todo con el don del Espíritu Santo el día de Pentecostés. La confirmación se presenta así como un nuevo Pentecostés. Al renovar las promesas bautismales los confirmandos hacen profesión de fe en este sentido: “¿Creen en el Espíritu Santo... que hoy les será comunicado por el sacramento de la confirmación, como fue dado a los apóstoles el día de Pentecostés?”. Esta referencia a Pentecostés es lo que distingue la confirmación de otros sacramentos. El Espíritu se da en todos los sacramentos como don y gracia de Cristo. El Espíritu Santo actúa en el proceso de conversión y aceptación de Cristo en la fe, se bautiza en el Espíritu y en él se celebra la eucaristía y los demás sacramentos; el Espíritu es el alma de la Iglesia y el motor de la vida cristiana. Pero hay un sacramento específico para comunicar el “don” del Espíritu Santo: es la confirmación. Ella hace que el cristiano participe plena y activamente en la vida guiada por el Espíritu. El gran don del Espíritu se manifiesta en los llamados “siete dones del Espíritu Santo” que recoge la oración del obispo que acompaña a la imposición de manos: dones de “sabiduría e inteligencia, consejo y fortaleza, ciencia y piedad, y temor de Dios”. Estos son los dones que se anuncian en el Mesías ungido por el Espíritu (Is. 11, 2). La confirmación es la unión íntima con el Mesías lleno del Espíritu y la actualización del don del mismo Espíritu en Pentecostés. Y lo es como un “sello” indeleble 8 que marca al cristiano como portador del Espíritu creador. Por eso decimos que la confirmación imprime “carácter”, caracteriza al cristiano como el animado por el don del Espíritu de Dios. Bautismo y confirmación son así la expresión sacramental de dos misterios inseparablemente unidos, Pascua y Pentecostés. Jesús es resucitado en el Espíritu (Pascua) para que el Espíritu prometido anime y fortalezca su Cuerpo que es la Iglesia (Pentecostés). El Espíritu desciende sobre la Iglesia (Pentecostés) en virtud de la muerte y resurrección de Cristo (Pascua). De la misma manera nosotros somos bautizados (nuestra Pascua) para recibir en la confirmación la plenitud del Espíritu (nuestro Pentecostés). Somos bautizados para ser confirmados y somos confirmados para vivir el bautismo. La presencia del Espíritu es constante, pero tiene un momento sacramental de comunicación del Espíritu como Don perfecto, para el perfeccionamiento de la vida bautismal en Cristo, la participación activa en la edificación de la Iglesia y el testimonio firme y decidido en el mundo. d) Comunión con la Iglesia: En Pentecostés el Espíritu hace nacer la Iglesia con su misión evangelizadora (He 2). En la confirmación el gesto de la imposición de manos tiene este sentido de integración a la Iglesia. Los apóstoles imponen las manos a los ya bautizados en Samaría y Éfeso (He 8, 14-17; 19, 16) para hacerles participar del acontecimiento eclesial de 9 Pentecostés, para expresar la comunión con la Iglesia madre de Jerusalén. Y el obispo como pastor de la Iglesia es el ministro de este sacramento y con la imposición de manos expresa la integración de los confirmandos a la Iglesia local como en un nuevo Pentecostés. El don del Espíritu hará que se edifique la Iglesia en unidad dentro de la diversidad de carismas y ministerios y a la vez que cumpla su misión evangelizadora y testimonial en el mundo. e) Compromiso para el testimonio: La confirmación no mira sólo al crecimiento de la vida personal del confirmado ni a su comunión con la vida eclesial. Mira también a la tarea del cristiano en el mundo. Se da la fuerza del Espíritu para que opere hoy los mismos efectos que operó con los apóstoles en Pentecostés. Los hizo valientes testigos de Cristo y anunciadores de su persona y mensaje. Y esto es lo que se expresa al anunciar la venida del Espíritu sobre los apóstoles: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (He 1, 8). El testimonio es la verificación de la fe. El cristiano asume el compromiso en todos los sacramentos, pero en la confirmación lo hace de manera pública y explícita ante la comunidad. El Vaticano II dice: “Por el sacramento de la confirmación, los bautizados son unidos más perfectamente a la Iglesia; se enriquecen con una fortaleza especial del don del Espíritu Santo, y de esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe con sus palabras y sus obras como verdaderos testigos de Cristo” (LG 11). IV. ASPECTOS PASTORALES 10 a) Momento y edad de la confirmación: En la iniciación cristiana de adultos los tres sacramentos (bautismo, confirmación y eucaristía) se reciben juntos. En tiempos pasados la confirmación no tenía relevancia especial en la vida cristiana y quedaba condicionada a la presencia del obispo en la parroquia. Se daba en edad temprana, en torno a los 7 años. En las últimas décadas se ha discutido mucho la edad en que debe administrarse a los niños bautizados el sacramento de la confirmación y su relación con la eucaristía. (Unos optan porque se administre después del bautismo en torno a los 7 años (edad del “uso de razón”) (canon 891) y antes de la primera comunión. Así se salvaguarda el íntimo nexo entre bautismo y confirmación y el carácter de la eucaristía como culmen del proceso de iniciación. Esta opción se basa en una razón teológica e histórica. ( Otros prefieren retrasar la confirmación hasta la adolescencia o hasta la juventud, aunque esto suponga que hayan hecho antes la primera comunión. La razón principal de este retraso es de tipo psicológico y pastoral. En esas edades pueden comprender y asumir mejor el significado de la confirmación. Pero el verdadero compromiso de vivir según Cristo debe venir sobre todo de la celebración frecuente de la eucaristía. 11 ( En el fondo se trata de dos teologías diferentes: una que ve la confirmación dentro del “proceso de iniciación” y la otra que la ve “como sacramento de la madurez y el compromiso” y que lo celebra como una especie de graduación, como el final de una educación religiosa . Sin embargo todos los sacramentos celebran la presencia de Dios que dará sus frutos. Los últimos documentos de la Santa Sede (Ritual de la Confirmación 1971 y Canon 891) avalan la postura primera, pero han dejado la decisión última a las Conferencias Episcopales. b) Preparación a la confirmación: En tiempos nos muy lejanos no existía una verdadera pastoral de confirmación ni preparación para recibir este sacramento. Se administraba en la visita del obispo y lo único que se requería era que el niño estuviera bautizado. Hoy hay una tendencia y práctica generalizada que la retrasa hasta la adolescencia o juventud. Con ello se desea hacer madurar la vida cristiana, superar el sacramentalismo e insistir en la evangelización, comprometer a los jóvenes, contar con nuevos agentes pastorales y renovar la comunidad. Para ello se dispone de una etapa larga de preparación que suele ir de uno a tres años. No todos necesitan el mismo tiempo de preparación. Dependerá de su práctica de vida cristiana. No será difícil formar grupos diversos y tener fechas distintas para cada grupo. En esta preparación deben tenerse en cuenta varios aspectos: ( Una reflexión de tipo antropológico y bíblico sobre la problemática concreta de los adolescentes y jóvenes, concretada luego en los Mandamientos. 12 ( Una formación en los aspectos claves de la fe cristiana, concretada en el Credo. ( Una exposición amplia y vivencial sobre los sacramentos de iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía), desarrollando la mutua conexión entre ellos y profundizando la función del Espíritu en la vida cristiana y el sentido de los ritos de la confirmación. ( Iniciación a la oración como expresión fundamental de la fe y a las celebraciones litúrgicas de la comunidad. Aunque ya estén bautizados, se pueden poner en práctica algunos ritos previstos en el “Ritual de la iniciación cristiana de adultos”. ( Encuentros con los padres, padrinos, relación con la comunidad y grupos comunitarios. ( La preparación puede culminar con un retiro espiritual que les permita reconciliarse con el Señor y con su Iglesia (Confesión), recordar temas y preparar los ritos de la celebración y reproducir la preparación de los apóstoles para el día de Pentecostés. ( En toda la temática desarrollar una metodología dinámica y apropiada a la edad de los confirmandos. Un problema práctico es que muchos de los candidatos están sin bautizar y otros ya han recibido el bautismo. Pero en su formación y práctica de vida cristiana podrá haber muchas semejanzas. Por eso no es difícil adaptar el proceso previsto en el Catecumenado de adultos. Es un proceso en etapas, señalado por algunos ritos y que 13 pretende ir integrando a estos jóvenes en la vida comunitaria. Algunos ritos habrá que hacerlos con los que no están bautizados, pero en el conjunto pueden participar todos. Este proceso tiene cuatro etapas: ( Una que podemos llamar Precatecumenado o evangelización, que trata de purificar las motivaciones de los participantes y crear una actitud de acogida, de fe, de participación y de fidelidad al proceso. Esta etapa puede durar más o menos según la situación de cada uno. ( La segunda es el Catecumenado propiamente dicho. Se inicia con el rito de “entrada al catecumenado”. Es un tiempo largo, al menos de seis meses, que se propone una verdadera conversión, la maduración en la fe, la acogida del misterio y la explicación de la doctrina básica. Al final debe haber un rito especial ante la comunidad, el rito de la “elección” que señala el paso a una preparación más inmediata al sacramento. ( La tercera se llama Iluminación que trata de intensificar la vida de fe y de oración, profundizar en el misterio pascual, comprender los símbolos de la confirmación y preparar su celebración. El tiempo más adecuado para esta etapa es la Cuaresma y está marcado por ritos especiales que buscan una experiencia espiritual y una integración comunitaria más que una transmisión de conocimientos. Al final de esta etapa se tiene la celebración de la CONFIRMACIÓN, que es bueno que se haga en el tiempo pascual por su cercanía a Pentecostés. ( Por último la cuarta etapa se llama Mistagogía y en ella los confirmados participan plenamente en la eucaristía dominical, tienen un contacto más directo con la comunidad, asumen algunas tareas en la misma (catequesis, liturgia, caridad) y forman nuevos grupos 14 de profundización y perseverancia en su vida cristiana. Esta etapa se puede desarrollar en el tiempo pascual. ( Es importante guardar el sentido de los tiempos litúrgicos. Por eso no es muy adecuado celebrar la confirmación en Adviento o Cuaresma. Lo propio es celebrarla los domingos o Solemnidades especiales o los sábados por la tarde. c) Ministro de la confirmación: “El ministro ordinario de la confirmación es el obispo; también administra válidamente este sacramento el sacerdote dotado de facultad por el derecho común o por concesión particular de la autoridad competente” (c. 882). La administración por parte del obispo expresa más claramente el vínculo que une a los confirmados con la Iglesia. Si son muchos los confirmandos, el obispo puede pedir la ayuda de otros sacerdotes. Aparte de otros previstos en el Derecho, también puede y debe bautizar el sacerdote que ha recibido legítimamente la misión de bautizar a un adulto o a un niño en edad catequética. Debe darles entonces los tres sacramentos de la iniciación cristiana (c. 866 y Ritual, 11). Por este motivo se pide que se ofrezca al obispo el bautismo de los adultos. En peligro de muerte puede confirmar cualquier sacerdote (c. 883, 3). En esta caso lo prepara, le impone las manos, dice la correspondiente invocación al Espíritu y lo unge en la frente con la fórmula del sacramento. d) Los padres y padrinos: 15 Todo el pueblo de Dios colabora en la confirmación con la preparación de los confirmandos y con su testimonio de vida. Pero esta colaboración se exige sobre todo a los padres y padrinos. Los padres deben preocuparse por la iniciación de sus hijos a la vida sacramental en los sacramentos de iniciación cristiana, desarrollar en ellos un sentido de fe y darles ejemplo de vida cristiana, familiar y social. Y también deben participar activamente en la preparación de sus hijos a la confirmación (jornadas, encuentros...) y en la celebración del sacramento. Cada confirmando tiene un padrino “que lo lleva a recibir el sacramento, lo presenta al ministro de la confirmación para la unción sagrada y lo ayuda después a cumplir fielmente las promesas del bautismo, según el Espíritu Santo que ha recibido” (Ritual Confirmación, 5). Es conveniente, si se puede, que el padrino de la confirmación sea el mismo del bautismo por la unión íntima entre ambos sacramentos y para poder cumplir más eficazmente su misión de padrino. El padrino debe ser espiritualmente idóneo para este oficio. Por eso debe cumplir las siguientes exigencias: ( tener madurez suficiente para cumplir esta función; el código pide tener al menos 16 años (c. 874, 2); ( ser católico y haber r e c i b i d o l o s sacramentos del 16 bautismo, confirmación y eucaristía; ( no estar impedido por el derecho de ejercer la función de padrino (ib. 6). En algunos lugares existe la costumbre de elegir un padrino y madrina para todos los confirmandos. En estos casos ellos mismos eligen estos padrinos comunitarios. Se trata de que sean personas significadas en la comunidad por su relación con los candidatos y por su testimonio de vida (catequistas, personas de grupos parroquiales...). V.LOS SÍMBOLOS DE LA CONFIRMACIÓN 17 a) Estructura de la celebración: La confirmación se confiere normalmente dentro de la Misa. Toda Misa tiene dos partes bien diferenciadas: Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía. Cuando dentro de la Misa se administra otro sacramento (bautismo, confirmación, matrimonio...) el rito de este sacramento se incluye entre las dos partes normales de la Misa y entonces esa Eucaristía tiene tres partes: Liturgia de la Palabra en relación con el tiempo litúrgico o el sacramento que se administra, Rito del sacramento y Liturgia de la Eucaristía. Después del evangelio tiene lugar la presentación de los confirmandos al obispo y el testimonio de su idónea preparación. El rito propio de la confirmación comienza después de la homilía del obispo y tiene los siguientes momentos: (Renovación de las promesas bautismales que expresa la unidad entre la confirmación y el bautismo. ( Invitación del obispo a la oración e imposición de manos del obispo (y sacerdotes) a los candidatos. ( Unción con el santo crisma en la frente de cada uno diciendo la fórmula y haciendo la señal de la cruz. ( Saludo al confirmado deseándole la paz, es decir, que el Espíritu lo acompañe siempre. ( Oración de los fieles. b) Los símbolos: 18 ( El obispo: Cristo es el único jefe y cabeza de la Iglesia. Su presencia espiritual se hizo visible en la Iglesia por medio de los apóstoles a los que encomendó la misión de enseñar, apacentar y santificar. Los obispos son los sucesores de los apóstoles y, unidos al Papa, “son el principio y fundamento visible de la unidad en su iglesia particular (diócesis)” (LG 20). La presidencia del obispo en el rito de la confirmación no es para darle solemnidad y menos aún para expresar un poder o grado jerárquico. Es más bien la expresión de la unidad de la Iglesia. ( Las renuncias y profesión de fe: En continuidad con los compromisos bautismales, el que va a recibir el don del Espíritu en la confirmación, actualiza y hace suyas las renuncias y profesión de fe bautismales que hicieron en su nombre los padres, padrinos y la Iglesia entera. Es el momento de interiorizar y asumir en serio esos compromisos que son todo un programa de vida cristiana. ( La imposición de manos: Es uno de los signos más importantes de la confirmación. Los apóstoles emplean este gesto para transmitir el don del Espíritu Santo y para integrar en la comunidad (He 8, 17; 19, 6). Lo mismo hacen el obispo y los sacerdotes que le ayudarán en la unción: imponen la mano a cada confirmando e invocan la venida del Espíritu con las manos extendidas. Pero este gesto tan significativo no es necesario para la validez del sacramento. ( La unción con el crisma: Es el rito esencial de la confirmación. El “crisma” es óleo mezclado con perfumes y quiere expresar la gracia y los efectos que produce el Espíritu para hacernos “buen olor de Cristo” (2 Cor 2. 15), personas que huelen a Cristo. La palabra 19 “crisma” viene de “Cristo” que es el ungido por el Espíritu Santo (Lc 4, 18) para realizar su misión. El crisma debe usarse en abundancia para que se perciba su olor. El obispo coloca la mano sobre la cabeza del candidato, traza en su frente la señal de la cruz con el dedo pulgar impregnado de crisma y dice la fórmula: “N., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. Y le saluda con el gesto de la paz. Esta unción significa que recibimos el Espíritu como un don indeleble que nos marca como con un sello. Dios “nos ungió y nos marcó con su sello y nos dio en garantía el Espíritu en nuestros corazones” (2 Cor 1, 21-22). VI. RITO DE LA CONFIRMACIÓN 20 Nota: La Misa se celebra con vestiduras blancas o rojas. Los textos de las lecturas se pueden tomar del domingo o Solemnidad correspondiente o de la Misa de confirmación. No es práctico que sea muy numeroso el número de confirmandos. En el rito de entrada pueden acompañar en procesión solemne: el turiferario, la cruz con los ciriales, los lectores (uno con el Evangeliario o Leccionario) y el salmista; los confirmandos, acólitos y celebrantes. Ritos iniciales Monición de entrada.- Canto. Saludo del obispo.- Acto penitencial.- Gloria.- Oración colecta. I/ LITURGIA DE LA PALABRA (Las lecturas y salmo responsorial se pueden tomar o de la Misa del día o bien del Leccionario de las Misas de confirmación. En este caso, entre otras, se pueden usar las siguientes). a) Lecturas Primera Lectura: Is. 61, 1-3ª. 6ª. 8b-9. Salmo Responsorial: Sal 103, 1ab y 24. 27-28. 30-31, con el estribillo: “Envías tu Espíritu, Señor, y renuevas la faz de la tierra”. Segunda Lectura: He 8, 1. 4. 14-17 Aleluya. Verso: El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí, y también ustedes darán testimonio. Evangelio: Juan 14, 23-26 b) Presentación de los confirmandos 21 (Después del Evangelio el obispo se sienta y el párroco o un catequista presenta a los confirmandos según las costumbres del lugar. Si no son muchos, cada uno es llamado por su nombre y sube al presbiterio; si los confirmandos son niños, los acompaña uno de los padrinos o de los padres. Después de presentar a los candidatos y decir sus nombres (si es el caso), el responsable termina): Párroco: Estos niños fueron bautizados con la promesa de que serían educados en la fe y de que un día recibirían por la confirmación la plenitud del Espíritu Santo. Ese fue el compromiso de sus padres y padrinos en el bautismo. Como responsable de la catequesis tengo la satisfacción de decir a la comunidad reunida y a su pastor nuestro obispo N. que estos jóvenes (niños) han recibido la catequesis adecuada a su edad. Todos: Demos gracias a Dios (se puede cantar). c) Homilía CONFIRMACIÓN II/. LITURGIA DE LA a) Renovación de las promesas bautismales (Durante este acto los confirmandos encienden una vela en el cirio pascual). Obispo: Y ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renueven ante mí, pastor de la Iglesia, y ante los fieles aquí reunidos, testigos de su compromiso, la fe que sus padres y padrinos, en unión de toda la Iglesia, 22 profesaron el día de su bautismo. O/. ¿Renuncian al demonio y a todas sus obras y seducciones? T/. Sí, renuncio. (Hay otros formularios alternativos. Proponemos éste) O/. ¿Están dispuestos a luchar contra el pecado que se manifiesta, entre otras cosas, en el egoísmo, la envidia, la venganza, la mentira...?(se pueden agregar otros) T/. Sí, estoy dispuesto. O/. ¿Están dispuestos a perdonar cuando los injurien, a amar incluso a los que no los quieren bien, a ayudar a los que necesiten de ustedes aunque no sean sus amigos? T/. Sí, estoy dispuesto. (Se pueden añadir otras exigencias cristianas según el grupo) O/. ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra? T/. Sí, creo. O/. ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre? T/. Sí, creo. O/. ¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy les será comunicado de un modo singular por el sacramento de la confirmación, como fue dado a los apóstoles el día de Pentecostés? 23 T/. Sí, creo. O/. Creen en la santa Iglesia católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? T/. Sí, creo. O/. Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús nuestro Señor. T/. Amén. (Se puede cantar un canto en que la comunidad exprese su fe). (La fe de la Iglesia también se puede expresar en forma dialogada como sigue) O/. Y ustedes, confirmandos, padres, padrinos y fieles de esta comunidad ¿reconocen que ésta es nuestra fe? T/. Sí, ésta es nuestra fe. O/. ¿Reconocen que es la fe de la Iglesia? T/. Sí, ésta es la fe de la Iglesia. O/. Se glorían de profesar esta fe en Cristo Jesús, Señor nuestro. T/. Sí, nos gloriamos de profesar esta fe en Cristo Jesús, Señor nuestro. b) Imposición de manos Monición: Después de la profesión de fe de los confirmandos, el obispo, repitiendo el mismo gesto que 24 usaban los apóstoles, va a imponer sus manos sobre ellos pidiendo al Espíritu Santo que los consagre como piedras vivas de la Iglesia. Unámonos a su plegaria y oremos en silencio al Señor. (El obispo de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, dice): Obispo: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos de adopción, que renacieron ya a la vida eterna en el bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo. (Todos oran en silencio unos momentos. Luego el obispo y los sacerdotes que le ayudan en la confirmación imponen las manos sobre todos los confirmandos. Si el número es muy grande se puede suprimir esta imposición de manos. Con las manos extendidas el obispo dice): Obispo: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste por el agua y el Espíritu Santo a estos siervos tuyos y los libraste del pecado; escucha nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén. c) Unción con el crisma: Monición: Hemos llegado al momento culminante de la celebración. El obispo les impondrá la mano y los marcará 25 con la cruz gloriosa de Cristo para significar que son propiedad del Señor. Los ungirá con óleo perfumado. Ser cristiano es lo mismo que ser Cristo, ser mesías, ser ungido y comporta la misma misión del Señor: dar testimonio de la verdad y ser fermento de santidad en el mundo por el buen olor de las buenas obras. (Los confirmandos se van acercando al obispo en el presbiterio o ante el altar o bien el obispo pasa ante cada uno de ellos. El padrino o madrina coloca su mano derecha sobre el hombro de su ahijado y dice el nombre de él o bien el mismo confirmando dice su nombre; también lo puede llevar escrito en un papel en el pecho. El obispo al ungirlos dice): Obispo: Confirmando: Obispo: Confirmando: N . , RECI B E P O R E S TA SEÑA L EL DON DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN. LA PAZ SEA CONTIGO. Y CON TU ESPÍRITU. (Durante la unción se puede cantar algún canto apropiado. Terminada la unción, el obispo (y sacerdotes) se lava(n) las manos. Se omite el Credo y sigue la Oración de los fieles) d) Oración de los fieles 26 Obispo: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, y ya que es una misma la fe, la esperanza y el amor que el Espíritu Santo ha infundido en todos nosotros, que nuestra oración sea también unánime ante la presencia de nuestro Padre común. (Es oportuno que las peticiones las haga alguno de los confirmados. Hay otros formularios) (Por los confirmados, para que el sacramento que hemos recibido sea en nosotros fuente de santidad, roguemos al Señor. Todos: Te lo pedimos, Señor (u otra respuesta; se puede cantar). (Por nuestros padres, padrinos y catequistas, para que nos sirvan de ejemplo, consejo y aliento en nuestra vida cristiana, roguemos al Señor. (Por nuestra parroquia (o comunidad N.) para que el Espíritu Santo sea realmente su corazón, su fuerza y su guía, roguemos al Señor. (Por la Iglesia extendida por toda la tierra, para que el Espíritu Santo sea en ella lazo de unión y de caridad, y así pueda ofrecer al mundo la luz y el testimonio de Cristo, roguemos al Señor. (Por el mundo entero, para que el Espíritu Santo mueva los corazones de los hombres que no lo conocen y aliente a los que quieren actuar en la vida con buena voluntad, roguemos al Señor. (Por todos los hombres que viven bajo el poder del pecado, para que el Espíritu Santo les haga comprender sus errores y se conviertan y vuelvan al buen camino, roguemos al Señor. Obispo: Señor Dios nuestro que diste a los apóstoles el Espíritu Santo y quisiste que por ellos y sus sucesores 27 fuera transmitido a todos los fieles, atiende nuestras súplicas y concédenos que lo que tu amor realizó en los comienzos de la Iglesia se realice también hoy en el corazón de los creyentes. Por Jesucristo nuestro Señor. Todos: Amén. III/. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA (Sigue la Misa normal. Algunos confirmados pueden presentar las ofrendas. Conviene cantar el Prefacio, la aclamación después de la consagración y la doxología final de la Plegaria eucarística. En ésta tiene lugar una invocación especial por los confirmados. Estos pueden recibir la comunión bajo las dos especies). Bendición final solemne Obispo: Dios Padre todopoderoso, que los adoptó como hijos, haciéndolos renacer del agua y del Espíritu Santo, los bendiga y los haga siempre dignos de su amor. Todos: Amén. Obispo: El Hijo unigénito de Dios, que prometió que el Espíritu de verdad estaría siempre en la Iglesia, los bendiga y los fortalezca en la confesión de la fe verdadera. Todos: Amén. Obispo: El Espíritu Santo, que encendió en el corazón de los discípulos el fuego del amor, los bendiga y 28 congregándolos en la unidad, los conduzca a los gozos del reino eterno. Todos: Amén. Obispo: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Todos: Amén. Diácono (u obispo): Pueden ir en paz. Todos: Amén. Nota: En algunos lugares es costumbre entregar una cruz como recuerdo de la Confirmación. El obispo bendice ahora las cruces y las coloca a cada confirmado. Si son muchos, las entrega a los catequistas para que las distribuyan). V I I . LARIO DE VOCABU L A 29 CONFIRMACIÓN PENTECOSTÉS: La palabra significa “día cincuenta”. Es la fiesta del don del Espíritu Santo que se celebra cincuenta días después de la Pascua. CONFIRMACIÓN: Del latín “confirmare” (= reafirmar). Sacramento del Espíritu Santo que nos hace reafirmar la fe del bautismo. PRECATECUMENADO: Período anterior al ingreso en el catecumenado. En él se fundamenta la fe del aspirante. CATECUMENADO: Tiempo de preparación al bautismo de adultos mediante catequesis, práctica de vida cristiana, celebración de ciertos ritos litúrgicos e incorporación progresiva a la comunidad. CATECÚMENOS: Son los que se preparan al bautismo. El término se aplica sobre todo a los adultos que desarrollan diversas etapas y ritos de preparación. NEÓFITOS: La palabra en griego significa “plantas nuevas” y se aplica a los recién bautizados. MISTAGOGIA: La palabra significa “iniciación a los misterios”. Es el tiempo posterior a la recepción de los sacramentos de iniciación cristiana en que se profundiza la vida cristiana mediante la meditación del Evangelio, la participación en la eucaristía dominical y el ejercicio de la caridad. UNCIÓN: Frotar con óleo o aceite consagrado alguna parte del cuerpo. Cristo es por excelencia el “ungido” o lleno del Espíritu Santo. 30 SANTOS OLEOS: Aceite que consagra el obispo en la Misa crismal el Jueves Santo y que se usan en diversos sacramentos. Son tres: “ Ó l e o d e l o s catecúmenos” para antes del bautismo; “Santo Crisma” (ver más abajo); “Óleo de los enfermos” para los ancianos y enfermos de gravedad. CRISMA: Óleo mezclado con perfumes que consagra el obispo el Jueves Santo y que quiere expresar el buen olor de Cristo en los que lo reciben. Se usa en los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sagrado. El nombre de “crisma” viene de Cristo el ungido por el Espíritu Santo y expresa la identidad con Cristo sacerdote, profeta y rey. CRISMACIÓN: Acto de ungir con el Santo Crisma en los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sagrado. CRISMERAS: Vasitos para conservar los santos óleos. COLECTA: Del latín “colligere” (= recoger, reunir) es la primera oración presidencial del sacerdote o del obispo en la Misa antes de la Liturgia de la Palabra. El presidente invita a la oración con “Oremos”. Sigue un momento de silencio y luego “recoge” la oración de la asamblea en una oración.- La misma palabra designa también el óbolo que 31 se da en el momento de la presentación de las ofrendas (ofertorio). LECCIONARIO: Libro litúrgico que contiene las lecturas bíblicas para las celebraciones litúrgicas. EVANGELIARIO: Libro que contiene los Evangelios para la Liturgia de la Palabra. SIGNO: Es una realidad sensible que remite a otra realidad y evoca esa realidad en un plano diferente. Así la cruz que remite a la muerte de Cristo es el signo del cristiano. SIGNACIÓN: Gesto de marcar con el signo de la cruz. SÍMBOLO: Realidad sensible que remite a otra realidad en otro plano por convención o por analogía entre ambas y nos da un mensaje sin palabras. Así la bandera es el símbolo de la patria. RITO: Acción simbólica de gesto o palabra que expresa un mensaje que interpreta lo que realiza. Así son todos los ritos litúrgicos, que también se llaman ceremonias, por ejemplo prender la vela en el cirio, ungir con el crisma... ASPERSIÓN: Acto de derramar agua bendita sobre los fieles u objetos para bendecirlos o purificarlos. 32 COLECCIÓN LITURGIA 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. La Liturgia El año litúrgico Los Sacramentos Catecumenado de adultos El Bautismo La Confirmación La Eucaristía Los Acólitos Lectores y Monitores Ministerios Musicales Ministros Extraordinarios de la Eucaristía La Confesión La Unción de los enfermos El Matrimonio Oración por los difuntos OBISPADO DE CHOSICA Calle Fray Martín de Porres s/n Urbanización El Descanso (Huaycán) Ate - Vitarte Telf. 359-4141 Fax 359-4074 37 INDICE Pág. I.- PRESENTACIÓN 1 II.- HISTORIA DE LA CONFIRMACIÓN 3 III.- TEOLOGÍA DEL SACRAMENTO 6 IV. ASPECTOS PASTORALES 11 V.- LOS SÍMBOLOS DE LA CONFIRMACIÓN 18 VI.- RITO DE LA CONFIRMACIÓN 21 VII.- VOCABULARIO DE LA CONFIRMACIÓN 30