la confirmación - Diócesis de Chosica

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LA CONFIRMACIÓN
Colección Liturgia 6
COMISIÓN DIOCESANA DE LITURGIA
DIÓCESIS DE CHOSICA (LIMA-ESTE)
LA CONFIRMACIÓN
“Los bautizados avanzan por el camino de
la iniciación cristiana por medio del
sacramento de la confirmación, por el que
reciben la efusión del Espíritu Santo, que
fue enviado por el Señor sobre los
apóstoles el día de Pentecostés. Por esta
donación del Espíritu Santo los fieles se
configuran más perfectamente con Cristo y
se fortalecen con su poder, para dar
testimonio de Cristo y edificar su Cuerpo en
la fe y la caridad. El carácter o signo del
Señor queda impreso de tal modo que el
sacramento de la confirmación no puede
repetirse”
(Ritual de Confirmación, 1-2).
LA CONFIRMACIÓN
I. PRESENTACIÓN
La confirmación es la
reafirmación de la fe
recibida en el bautismo.
Hay en el libro de los
Hechos dos textos en que
el don del Espíritu aparece
separado del bautismo.
Los samaritanos,
bautizados en el nombre
del Señor Jesús, aún no
habían recibido el Espíritu
que reciben ahora por
manos de Pedro y Juan
(He 8, 14-17). Y los de
Efeso sólo habían recibido
el bautismo de Juan Bautista; Pablo los bautiza y luego les
impone las manos y reciben el Espíritu Santo (He 19, 1-6).
Las primeras fórmulas bautismales fueron cristológicas
(“en el nombre del Señor Jesús”); luego se usan las
trinitarias (“en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”). En los textos citados de los Hechos más que de
ceremonias de bautismo y confirmación diferenciadas,
pareciera que se trata de dos formas de bautismo: una
ordinaria en el contexto de la primera comunidad,
acompañada por la efusión del Espíritu (bautismos el día
de Pentecostés) y otra extraordinaria en un contexto
misionero y que necesita ser ratificada para la plena
incorporación a la comunidad y la recepción del Espíritu. Y
esto se hace con la imposición de manos de los apóstoles.
1
En el libro de los Hechos la comunicación del Espíritu a los
creyentes se realiza a veces antes, otras durante o
también después del bautismo. Pero no se observa un rito
especial que pudiéramos identificar con la donación del
Espíritu además del bautismo. Sí hay un gesto posterior de
imposición de manos que no tiene un sentido de
confirmación sino de integración a la comunión de la
Iglesia.
En todo caso, la confirmación tiene una estrecha relación
con el bautismo; es el segundo paso en el proceso de la
iniciación cristiana que alcanza su culminación en la
celebración de la eucaristía. En los adultos se deben dar
juntos los tres sacramentos. Aquí tenemos en cuenta el
caso más frecuente de adolescentes o jóvenes que ya han
sido bautizados de niños (o en una ceremonia anterior) y,
después de una adecuada preparación, acceden a los
sacramentos de la confirmación y la eucaristía.
2
II. HISTORIA DE LA CONFIRMACIÓN
El NT no habla de “iniciación cristiana” ni de
“confirmación”. Pero sí del don del Espíritu prometido por
Cristo. Este don está ligado a acciones sacramentales o
simbólicas: el bautismo y la imposición de manos (He 2,
38-39). El bautismo opera el nuevo nacimiento, el perdón
de los pecados, la participación en la muerte y resurrección
de Cristo y la incorporación a la comunidad. La imposición
de manos expresa la plenitud
del don del Espíritu y la
comunión con la Iglesia de los
apóstoles. Son dos ritos
distintos pero no separados.
La confirmación está asociada
desde sus orígenes a la
explicitación de la presencia del
Espíritu Santo en el que la
recibe. Quiere despertar la
conciencia de que la vida del
cristiano es una vida llena del Espíritu, una vida dócil a la
presencia de la vida divina en cada bautizado. Y recuerda
la presencia del Espíritu en Jesús después de su bautismo
(Mt 3, 16), la donación del Espíritu a los apóstoles por el
mismo Jesús el día de Pascua (Jn 20, 22) y la donación del
Espíritu por los apóstoles a los nuevos convertidos por
medio de la imposición de manos (He 8, 17).
Desde los primeros tiempos, el obispo presidía los ritos de
iniciación cristiana y hacía un rito de bendición mediante la
imposición de manos sobre la cabeza del recién bautizado,
como hicieron los apóstoles. Y por lo menos desde el s. III
3
aparecen en conexión con el bautismo la imposición de
manos, la unción (con óleo perfumado y consagrado antes
por el obispo) y la signación. La unción tenía particular
importancia porque a Jesús se le presenta como “ungido”
(eso significa en griego “Cristo” y en hebreo “Mesías”) por
el Espíritu Santo (Lc 4, 18; He 10, 38). Así siguió la
ceremonia del bautismo con unos ritos postbautismales
hasta el s. V, pero sin que existiera un sacramento
independiente como la confirmación. Estos ritos los
administraba el obispo.
La confirmación nace históricamente del desarrollo y
desmembración de los antiguos ritos postbautismales:
imposición de manos, unción, signación con la cruz. En
occidente esto sucede a partir del s. V. Se separaron esos
ritos y quedaron reservados al obispo cuando visitaba las
comunidades como signo de plenitud del Espíritu y de
comunión eclesial.
En ese tiempo se bautizaba masivamente a todos los niños
y como el obispo no podía estar en todos los bautismos, los
sacerdotes o diáconos administraban el bautismo con
agua; la imposición de manos y la unción quedaron
reservadas al obispo. Este hecho dio origen al rito
independiente de la confirmación. Y a la vez acompañó una
teología o explicación que justifica los dos sacramentos
con la analogía de la vida corporal: el nacimiento y
maduración del hombre tienen su correspondencia
espiritual en el bautismo y la confirmación.
Fue el Concilio de Trento (s. XVI) el que definió la
Confirmación como sacramento distinto del bautismo,
aunque complementario con él, doctrina ratificada y
completada con un sentido más bíblico y litúrgico en el
Vaticano II. Pero durante siglos la confirmación quedó
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separada del bautismo y no tuvo relevancia. En 1910 el
papa Pío X urgió que se diera la comunión a los pequeños
en torno a los 7 años. Y en muchos sitios se comenzó a
diferir la confirmación para después de la primera
comunión y se convirtió en el punto final del proceso de
iniciación. Así se invirtió el proceso de los sacramentos de
iniciación cristiana en que la culminación era la eucaristía.
El Vaticano II ha restablecido el proceso histórico de
iniciación, ha decidido la renovación del rito, la necesaria
evangelización y preparación, la participación de la
comunidad y la clarificación de ministerios y
responsabilidades (obispo, padres y padrinos, catequistas,
comunidad). Se ha hecho un notable esfuerzo teológico,
litúrgico y pastoral por potenciar este sacramento. La
revalorización del papel del Espíritu en la vida cristiana,
una catequesis renovada y el fortalecimiento del papel de
los laicos en la vida de la Iglesia han contribuido a que los
agentes de pastoral juvenil cuiden la preparación,
celebración y seguimiento de este sacramento. Sin
embargo en la actualidad nos encontramos en una
situación extraña. La práctica actual de retrasar la
confirmación para después de
la primera comunión y
hacerla coincidir con el
comienzo de la juventud va
contra la historia, contra los
actuales libros litúrgicos,
contra la ley canónica y los
decretos conciliares. En esta
práctica la culminación de la
iniciación cristiana se pone en
la confirmación y no en la
eucaristía.
5
III. TEOLOGÍA DEL SACRAMENTO
Hay una íntima relación entre los tres sacramentos de la
iniciación cristiana. Los fieles se “hacen” cristianos en este
proceso: se incorporan a Cristo en el bautismo, reciben la
fuerza del Espíritu en la confirmación y alimentan la
caridad sobre todo en la eucaristía para ser testigos del
Señor en este mundo (Vat. II AA 3).
Las dimensiones teológicas de la confirmación son las
mismas del bautismo y de toda la iniciación cristiana. Pero
la confirmación tiene acentos propios que la ligan en toda
la tradición al don del Espíritu Santo.
a) Sacramento de la iniciación cristiana:
Los sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación y
eucaristía) forman una unidad y son como “un gran
sacramento” de la iniciación que nos posibilita ser buenos
cristianos. Después de siglos de separación, hoy la Iglesia
vuelve a insistir en esa unidad. “Los tres sacramentos de la
iniciación cristiana están íntimamente unidos entre sí, de
tal modo que conducen a los fieles a aquella plena madurez
cristiana por la que pueden cumplir en la Iglesia y en el
mundo la misión propia del pueblo de Dios” (Ritual
bautismo de niños, Nº 2). Ese es el orden clásico, pero para
algunos autores, dada la práctica generalizada del
bautismo de niños, se salva también la unidad retrasando
la confirmación para después de la primera comunión. El
hombre no se hace cristiano por sus obras sino por la
acción de Dios en Cristo y en su Espíritu. Es puro don al que
él debe corresponder con su vida.
b) Perfeccionamiento de la vida en Cristo:
6
La
confirmación
perfecciona la vida bautismal, el
crecimiento de la vida en
Cristo. Este aspecto se
cumple en la confirmación
porque en ella el bautizado
de pequeño puede ratificar
consciente y personalmente
los compromisos asumidos
por medio de sus padres y
padrinos. La confirmación
“es la donación del Espíritu
Santo, por la que los fieles se
c o n f i g u r a n
m á s
perfectamente con Cristo y
se fortalecen con su poder”
(Ritual, 2). Este
perfeccionamiento se manifiesta en la unión más plena con
Cristo, aceptando su mensaje y su vida y además en la
comunión con la Iglesia y su misión en el mundo.
La relación entre Cristo y el Espíritu se expresa
visiblemente en la confirmación en el gesto de la unción.
Dios “ungió” (consagró) a Jesús con el Espíritu Santo y con
poder para hacer el bien y luchar contra el mal, lo mataron,
pero Dios lo resucitó porque estaba con él (He 10, 38). Ese
Espíritu de Cristo es el que reciben los creyentes y el que
actúa en la comunidad cristiana. Jesús es el “Cristo” (en
hebreo “Mesías”) es la gran confesión primera de la fe
cristiana expresada por boca de Pedro (Mc 8, 29 y paral.) y
de la cual nace el nombre de Jesucristo. Y el Espíritu de
Cristo hace nacer la Iglesia (He 2) y la constituye en
continuadora de la misión de Cristo en la historia. El
cristiano (“ungido”) participa de esa misión por su
incorporación a Cristo en la Iglesia (bautismo) y por el don
7
del Espíritu de Cristo ya recibido en el bautismo y más
plenamente en la unción de la confirmación.
c) El sello del don del Espíritu:
Es lo que expresa la fórmula del Ritual: “Recibe por esta
señal el don del Espíritu Santo”. La plenitud del Espíritu se
relaciona sobre todo con el don del Espíritu Santo el día de
Pentecostés. La confirmación se presenta así como un
nuevo Pentecostés. Al renovar las promesas bautismales
los confirmandos hacen profesión de fe en este sentido:
“¿Creen en el Espíritu Santo... que hoy les será
comunicado por el sacramento de la confirmación, como
fue dado a los apóstoles el día de Pentecostés?”. Esta
referencia a Pentecostés es lo que distingue la
confirmación de otros sacramentos. El Espíritu se da en
todos los sacramentos como don y gracia de Cristo. El
Espíritu Santo actúa en el proceso de conversión y
aceptación de Cristo en la fe, se bautiza en el Espíritu y en
él se celebra la eucaristía y los demás sacramentos; el
Espíritu es el alma de la Iglesia y el motor de la vida
cristiana.
Pero hay un sacramento específico para comunicar el
“don” del Espíritu Santo: es la confirmación. Ella hace que
el cristiano participe plena y activamente en la vida guiada
por el Espíritu. El gran don del Espíritu se manifiesta en los
llamados “siete dones del Espíritu Santo” que recoge la
oración del obispo que acompaña a la imposición de
manos: dones de “sabiduría e inteligencia, consejo y
fortaleza, ciencia y piedad, y temor de Dios”. Estos son los
dones que se anuncian en el Mesías ungido por el Espíritu
(Is. 11, 2). La confirmación es la unión íntima con el Mesías
lleno del Espíritu y la actualización del don del mismo
Espíritu en Pentecostés. Y lo es como un “sello” indeleble
8
que marca al cristiano como portador del Espíritu creador.
Por eso decimos que la confirmación imprime “carácter”,
caracteriza al cristiano como el animado por el don del
Espíritu de Dios.
Bautismo y confirmación son así la expresión sacramental
de dos misterios inseparablemente unidos, Pascua y
Pentecostés. Jesús es resucitado en el Espíritu (Pascua)
para que el Espíritu prometido anime y fortalezca su
Cuerpo que es la Iglesia (Pentecostés). El Espíritu
desciende sobre la Iglesia (Pentecostés) en virtud de la
muerte y resurrección de Cristo (Pascua). De la misma
manera nosotros somos
bautizados (nuestra Pascua)
para recibir en la confirmación
la plenitud del Espíritu (nuestro
Pentecostés). Somos
bautizados para ser
confirmados y somos
confirmados para vivir el
bautismo. La presencia del
Espíritu es constante, pero tiene
un momento sacramental de
comunicación del Espíritu como
Don perfecto, para el
perfeccionamiento de la vida
bautismal en Cristo, la participación activa en la edificación
de la Iglesia y el testimonio firme y decidido en el mundo.
d) Comunión con la Iglesia:
En Pentecostés el Espíritu hace nacer la Iglesia con su
misión evangelizadora (He 2). En la confirmación el gesto
de la imposición de manos tiene este sentido de
integración a la Iglesia. Los apóstoles imponen las manos a
los ya bautizados en Samaría y Éfeso (He 8, 14-17; 19, 16) para hacerles participar del acontecimiento eclesial de
9
Pentecostés, para expresar la comunión con la Iglesia
madre de Jerusalén. Y el obispo como pastor de la Iglesia
es el ministro de este sacramento y con la imposición de
manos expresa la integración de los confirmandos a la
Iglesia local como en un nuevo Pentecostés. El don del
Espíritu hará que se edifique la Iglesia en unidad dentro de
la diversidad de carismas y ministerios y a la vez que
cumpla su misión evangelizadora y testimonial en el
mundo.
e) Compromiso para el testimonio:
La confirmación no mira sólo al crecimiento de la vida
personal del confirmado ni a su comunión con la vida
eclesial. Mira también a la tarea del cristiano en el mundo.
Se da la fuerza del Espíritu para que opere hoy los mismos
efectos que operó con los apóstoles en Pentecostés. Los
hizo valientes testigos de Cristo y anunciadores de su
persona y mensaje. Y esto es lo que se expresa al anunciar
la venida del Espíritu sobre los apóstoles: “Recibirán la
fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y
serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría
y hasta los confines de la tierra” (He 1, 8).
El testimonio es la verificación de la fe. El cristiano asume
el compromiso en todos los sacramentos, pero en la
confirmación lo hace de manera pública y explícita ante la
comunidad. El Vaticano II dice: “Por el sacramento de la
confirmación, los bautizados son unidos más
perfectamente a la Iglesia; se enriquecen con una
fortaleza especial del don del Espíritu Santo, y de esta
forma se obligan con mayor compromiso a difundir y
defender la fe con sus palabras y sus obras como
verdaderos testigos de Cristo” (LG 11).
IV. ASPECTOS PASTORALES
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a) Momento y edad de la confirmación:
En la iniciación cristiana de adultos los tres sacramentos
(bautismo, confirmación y eucaristía) se reciben juntos.
En tiempos pasados la confirmación no tenía relevancia
especial en la vida cristiana y quedaba condicionada a la
presencia del obispo en la parroquia. Se daba en edad
temprana, en torno a los 7 años. En las últimas décadas se
ha discutido mucho la edad en que debe administrarse a
los niños bautizados el sacramento de la confirmación y su
relación con la eucaristía.
(Unos optan porque se administre después del bautismo
en torno a los 7 años (edad del “uso de razón”) (canon
891) y antes de la primera comunión. Así se
salvaguarda el
íntimo nexo
entre bautismo
y confirmación y
el carácter de la
eucaristía como
culmen del
proceso de
iniciación. Esta
opción se basa
en una razón
teológica e histórica.
( Otros prefieren retrasar la confirmación hasta la
adolescencia o hasta la juventud, aunque esto suponga
que hayan hecho antes la primera comunión. La razón
principal de este retraso es de tipo psicológico y
pastoral. En esas edades pueden comprender y asumir
mejor el significado de la confirmación. Pero el
verdadero compromiso de vivir según Cristo debe venir
sobre todo de la celebración frecuente de la eucaristía.
11
( En el fondo se trata de dos teologías diferentes: una que
ve la confirmación dentro del “proceso de iniciación” y la
otra que la ve “como sacramento de la madurez y el
compromiso” y que lo celebra como una especie de
graduación, como el final de una educación religiosa .
Sin embargo todos los sacramentos celebran la
presencia de Dios que dará sus frutos. Los últimos
documentos de la Santa Sede (Ritual de la Confirmación
1971 y Canon 891) avalan la postura primera, pero han
dejado la decisión última a las Conferencias
Episcopales.
b) Preparación a la confirmación:
En tiempos nos muy lejanos no existía una verdadera
pastoral de confirmación ni preparación para recibir este
sacramento. Se administraba en la visita del obispo y lo
único que se requería era que el niño estuviera bautizado.
Hoy hay una tendencia y práctica generalizada que la
retrasa hasta la adolescencia o juventud. Con ello se desea
hacer madurar la vida cristiana, superar el
sacramentalismo e insistir en la evangelización,
comprometer a los jóvenes, contar con nuevos agentes
pastorales y renovar la comunidad. Para ello se dispone de
una etapa larga de preparación que suele ir de uno a tres
años. No todos necesitan el mismo tiempo de preparación.
Dependerá de su práctica de vida cristiana. No será difícil
formar grupos diversos y tener fechas distintas para cada
grupo. En esta preparación deben tenerse en cuenta varios
aspectos:
( Una reflexión de tipo antropológico y bíblico sobre la
problemática concreta de los adolescentes y jóvenes,
concretada luego en los Mandamientos.
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( Una formación en los
aspectos claves de la fe
cristiana, concretada en el
Credo.
( Una exposición amplia y
vivencial sobre los
sacramentos de iniciación
cristiana (bautismo,
confirmación y eucaristía),
desarrollando la mutua
conexión entre ellos y
profundizando la función del
Espíritu en la vida cristiana y el sentido de los ritos de la
confirmación.
( Iniciación a la oración como expresión fundamental de
la fe y a las celebraciones litúrgicas de la comunidad.
Aunque ya estén bautizados, se pueden poner en
práctica algunos ritos previstos en el “Ritual de la
iniciación cristiana de adultos”.
( Encuentros con los padres, padrinos, relación con la
comunidad y grupos comunitarios.
( La preparación puede culminar con un retiro espiritual
que les permita reconciliarse con el Señor y con su
Iglesia (Confesión), recordar temas y preparar los ritos
de la celebración y reproducir la preparación de los
apóstoles para el día de Pentecostés.
( En toda la temática desarrollar una metodología
dinámica y apropiada a la edad de los confirmandos.
Un problema práctico es que muchos de los candidatos
están sin bautizar y otros ya han recibido el bautismo. Pero
en su formación y práctica de vida cristiana podrá haber
muchas semejanzas. Por eso no es difícil adaptar el
proceso previsto en el Catecumenado de adultos. Es un
proceso en etapas, señalado por algunos ritos y que
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pretende ir integrando a estos jóvenes en la vida
comunitaria. Algunos ritos habrá que hacerlos con los que
no están bautizados, pero en el conjunto pueden participar
todos. Este proceso tiene cuatro etapas:
( Una que podemos llamar Precatecumenado o
evangelización, que trata de purificar las motivaciones
de los participantes y crear una actitud de acogida, de
fe, de participación y de fidelidad al proceso. Esta etapa
puede durar más o menos según la situación de cada
uno.
( La segunda es el Catecumenado propiamente dicho.
Se inicia con el rito de “entrada al catecumenado”. Es un
tiempo largo, al menos de seis meses, que se propone
una verdadera conversión, la maduración en la fe, la
acogida del misterio y la explicación de la doctrina
básica. Al final debe haber un rito especial ante la
comunidad, el rito de la “elección” que señala el paso a
una preparación más inmediata al sacramento.
( La tercera se llama Iluminación que trata de
intensificar la vida de fe y de oración, profundizar en el
misterio pascual, comprender los símbolos de la
confirmación y preparar su celebración. El tiempo más
adecuado para esta etapa es la Cuaresma y está
marcado por ritos especiales que buscan una
experiencia espiritual y una integración comunitaria
más que una transmisión de conocimientos. Al final de
esta etapa se tiene la celebración de la CONFIRMACIÓN,
que es bueno que se haga en el tiempo pascual por su
cercanía a Pentecostés.
( Por último la cuarta etapa se llama Mistagogía y en ella
los confirmados participan plenamente en la eucaristía
dominical, tienen un contacto más directo con la
comunidad, asumen algunas tareas en la misma
(catequesis, liturgia, caridad) y forman nuevos grupos
14
de profundización y perseverancia en su vida cristiana.
Esta etapa se puede desarrollar en el tiempo pascual.
( Es importante guardar el sentido de los tiempos
litúrgicos. Por eso no es muy adecuado celebrar la
confirmación en Adviento o Cuaresma. Lo propio es
celebrarla los domingos o Solemnidades especiales o
los sábados por la tarde.
c) Ministro de la confirmación:
“El ministro ordinario de la
confirmación es el obispo; también
administra válidamente este
sacramento el sacerdote dotado de
facultad por el derecho común o por
concesión particular de la autoridad
competente” (c. 882). La
administración por parte del obispo
expresa más claramente el vínculo
que une a los confirmados con la
Iglesia. Si son muchos los
confirmandos, el obispo puede pedir
la ayuda de otros sacerdotes. Aparte
de otros previstos en el Derecho,
también puede y debe bautizar el sacerdote que ha
recibido legítimamente la misión de bautizar a un adulto o
a un niño en edad catequética. Debe darles entonces los
tres sacramentos de la iniciación cristiana (c. 866 y Ritual,
11). Por este motivo se pide que se ofrezca al obispo el
bautismo de los adultos. En peligro de muerte puede
confirmar cualquier sacerdote (c. 883, 3). En esta caso lo
prepara, le impone las manos, dice la correspondiente
invocación al Espíritu y lo unge en la frente con la fórmula
del sacramento.
d) Los padres y padrinos:
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Todo el pueblo de Dios colabora en la confirmación con la
preparación de los confirmandos y con su testimonio de
vida. Pero esta colaboración se exige sobre todo a los
padres y padrinos. Los padres deben preocuparse por la
iniciación de sus hijos a la vida sacramental en los
sacramentos de iniciación cristiana, desarrollar en ellos un
sentido de fe y darles ejemplo de vida cristiana, familiar y
social. Y también deben participar activamente en la
preparación de sus hijos a la confirmación (jornadas,
encuentros...) y en la celebración del sacramento.
Cada confirmando tiene un padrino “que lo lleva a recibir el
sacramento, lo presenta al ministro de la confirmación
para la unción sagrada y lo ayuda después a cumplir
fielmente las promesas del bautismo, según el Espíritu
Santo que ha recibido” (Ritual Confirmación, 5). Es
conveniente, si se puede, que el padrino de la confirmación
sea el mismo del bautismo por la unión íntima entre ambos
sacramentos y para poder cumplir más eficazmente su
misión de padrino. El
padrino debe ser
espiritualmente idóneo
para este oficio. Por eso
debe cumplir las
siguientes exigencias:
( tener madurez
suficiente para cumplir
esta función; el código
pide tener al menos 16
años (c. 874, 2);
( ser católico y haber
r e c i b i d o
l o s
sacramentos del
16
bautismo, confirmación y eucaristía;
( no estar impedido por el derecho de ejercer la función
de padrino (ib. 6).
En algunos lugares existe la costumbre de elegir un
padrino y madrina para todos los confirmandos. En estos
casos ellos mismos eligen estos padrinos comunitarios. Se
trata de que sean personas significadas en la comunidad
por su relación con los candidatos y por su testimonio de
vida (catequistas, personas de grupos parroquiales...).
V.LOS SÍMBOLOS DE LA CONFIRMACIÓN
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a) Estructura de la celebración:
La confirmación se confiere normalmente dentro de la
Misa. Toda Misa tiene dos
partes bien diferenciadas:
Liturgia de la Palabra y Liturgia
de la Eucaristía. Cuando dentro
de la Misa se administra otro
sacramento (bautismo,
confirmación, matrimonio...)
el rito de este sacramento se
incluye entre las dos partes
normales de la Misa y entonces
esa Eucaristía tiene tres
partes: Liturgia de la Palabra
en relación con el tiempo litúrgico o el sacramento que se
administra, Rito del sacramento y Liturgia de la Eucaristía.
Después del evangelio tiene lugar la presentación de los
confirmandos al obispo y el testimonio de su idónea
preparación. El rito propio de la confirmación comienza
después de la homilía del obispo y tiene los siguientes
momentos:
(Renovación de las promesas bautismales que expresa la
unidad entre la confirmación y el bautismo.
( Invitación del obispo a la oración e imposición de manos
del obispo (y sacerdotes) a los candidatos.
( Unción con el santo crisma en la frente de cada uno
diciendo la fórmula y haciendo la señal de la cruz.
( Saludo al confirmado deseándole la paz, es decir, que el
Espíritu lo acompañe siempre.
( Oración de los fieles.
b) Los símbolos:
18
( El obispo: Cristo es el único jefe y cabeza de la Iglesia.
Su presencia espiritual se hizo visible en la Iglesia por
medio de los apóstoles a los que encomendó la misión
de enseñar, apacentar y santificar. Los obispos son los
sucesores de los apóstoles y, unidos al Papa, “son el
principio y fundamento visible de la unidad en su iglesia
particular (diócesis)” (LG
20). La presidencia del
obispo en el rito de la confirmación no es para darle
solemnidad y menos aún para expresar un poder o
grado jerárquico. Es más bien la expresión de la unidad
de la Iglesia.
( Las renuncias y profesión de fe: En continuidad con
los compromisos bautismales, el que va a recibir el don
del Espíritu en la confirmación, actualiza y hace suyas
las renuncias y profesión de fe bautismales que hicieron
en su nombre los padres, padrinos y la Iglesia entera. Es
el momento de interiorizar y asumir en serio esos
compromisos que son todo un programa de vida
cristiana.
( La imposición de manos: Es uno de los signos más
importantes de la confirmación. Los apóstoles emplean
este gesto para transmitir el don del Espíritu Santo y
para integrar en la comunidad (He 8, 17; 19, 6). Lo
mismo hacen el obispo y los sacerdotes que le ayudarán
en la unción: imponen la mano a cada confirmando e
invocan la venida del Espíritu con las manos extendidas.
Pero este gesto tan significativo no es necesario para la
validez del sacramento.
( La unción con el crisma: Es el rito esencial de la
confirmación. El “crisma” es óleo mezclado con
perfumes y quiere expresar la gracia y los efectos que
produce el Espíritu para hacernos “buen olor de Cristo”
(2 Cor 2. 15), personas que huelen a Cristo. La palabra
19
“crisma” viene de “Cristo”
que es el ungido por el
Espíritu Santo (Lc 4, 18)
para realizar su misión. El
crisma debe usarse en
abundancia para que se
perciba su olor. El obispo
coloca la mano sobre la
cabeza del candidato, traza
en su frente la señal de la
cruz con el dedo pulgar
impregnado de crisma y
dice la fórmula: “N., recibe
por esta señal el don del
Espíritu Santo”. Y le saluda
con el gesto de la paz. Esta unción significa que
recibimos el Espíritu como un don indeleble que nos
marca como con un sello. Dios “nos ungió y nos marcó
con su sello y nos dio en garantía el Espíritu en nuestros
corazones” (2 Cor 1, 21-22).
VI. RITO DE LA CONFIRMACIÓN
20
Nota: La Misa se celebra con vestiduras blancas o rojas.
Los textos de las lecturas se pueden tomar del domingo o
Solemnidad correspondiente o de la Misa de confirmación.
No es práctico que sea muy numeroso el número de
confirmandos. En el rito de entrada pueden acompañar en
procesión solemne: el turiferario, la cruz con los ciriales,
los lectores (uno con el Evangeliario o Leccionario) y el
salmista; los confirmandos, acólitos y celebrantes.
Ritos iniciales
Monición de entrada.- Canto. Saludo del obispo.- Acto
penitencial.- Gloria.- Oración colecta.
I/ LITURGIA DE LA PALABRA
(Las lecturas y salmo responsorial se pueden tomar o de la
Misa del día o bien del Leccionario de las Misas de
confirmación. En este caso, entre otras, se pueden usar las
siguientes).
a) Lecturas
Primera Lectura: Is. 61, 1-3ª. 6ª. 8b-9.
Salmo Responsorial: Sal 103, 1ab y 24. 27-28. 30-31, con
el estribillo:
“Envías tu Espíritu, Señor, y renuevas la faz de la tierra”.
Segunda Lectura: He 8, 1. 4. 14-17
Aleluya. Verso:
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí,
y también ustedes darán testimonio.
Evangelio: Juan 14, 23-26
b) Presentación de los confirmandos
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(Después del Evangelio el obispo se sienta y el párroco o un
catequista presenta a los confirmandos según las
costumbres del lugar. Si no son muchos, cada uno es
llamado por su nombre y sube al presbiterio; si los
confirmandos son niños, los acompaña uno de los padrinos
o de los padres. Después de presentar a los candidatos y
decir sus nombres (si es el caso), el responsable termina):
Párroco: Estos niños fueron bautizados con la promesa de
que serían educados en la fe y de que un día recibirían por
la confirmación la plenitud del Espíritu Santo. Ese fue el
compromiso de sus padres y padrinos en el bautismo.
Como responsable de la catequesis tengo la satisfacción de
decir a la comunidad reunida
y a su pastor nuestro obispo
N. que estos jóvenes (niños)
han recibido la catequesis
adecuada a su edad.
Todos: Demos gracias a Dios
(se puede cantar).
c) Homilía
CONFIRMACIÓN
II/.
LITURGIA
DE
LA
a) Renovación de las promesas bautismales
(Durante este acto los confirmandos encienden una vela
en el cirio pascual).
Obispo: Y ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo,
conviene que renueven ante mí, pastor de la Iglesia, y ante
los fieles aquí reunidos, testigos de su compromiso, la fe
que sus padres y padrinos, en unión de toda la Iglesia,
22
profesaron el día de su bautismo.
O/. ¿Renuncian al demonio y a todas sus obras y
seducciones?
T/. Sí, renuncio.
(Hay otros formularios alternativos. Proponemos
éste)
O/. ¿Están dispuestos a luchar contra el pecado que se
manifiesta, entre otras cosas, en el egoísmo, la
envidia, la venganza, la mentira...?(se pueden
agregar otros)
T/. Sí, estoy dispuesto.
O/. ¿Están dispuestos a perdonar cuando los injurien,
a amar incluso a los que no los quieren bien, a ayudar
a los que necesiten de ustedes aunque no sean sus
amigos?
T/. Sí, estoy dispuesto.
(Se pueden añadir otras exigencias cristianas según
el grupo)
O/. ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo
y de la tierra?
T/. Sí, creo.
O/. ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que
nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado,
resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha
del Padre?
T/. Sí, creo.
O/. ¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
hoy les será comunicado de un modo singular por el
sacramento de la confirmación, como fue dado a los
apóstoles el día de Pentecostés?
23
T/. Sí, creo.
O/. Creen en la santa Iglesia
católica, en la comunión de los
Santos, en el perdón de los
pecados, en la resurrección de
los muertos y en la vida eterna?
T/. Sí, creo.
O/. Esta es nuestra fe. Esta es la
fe de la Iglesia, que nos
gloriamos de profesar en Cristo
Jesús nuestro Señor.
T/. Amén.
(Se puede cantar un canto en que la
comunidad exprese su fe).
(La fe de la Iglesia también se puede expresar en
forma dialogada como sigue)
O/. Y ustedes, confirmandos, padres, padrinos y fieles
de esta comunidad ¿reconocen que ésta es nuestra
fe?
T/. Sí, ésta es nuestra fe.
O/. ¿Reconocen que es la fe de la Iglesia?
T/. Sí, ésta es la fe de la Iglesia.
O/. Se glorían de profesar esta fe en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
T/. Sí, nos gloriamos de profesar esta fe en
Cristo Jesús, Señor nuestro.
b) Imposición de manos
Monición: Después de la profesión de fe de los
confirmandos, el obispo, repitiendo el mismo gesto que
24
usaban los apóstoles, va a imponer sus manos sobre ellos
pidiendo al Espíritu Santo que los consagre como piedras
vivas de la Iglesia. Unámonos a su plegaria y oremos en
silencio al Señor.
(El obispo de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo,
dice):
Obispo: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso y
pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos
de adopción, que renacieron ya a la vida eterna en el
bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus
dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos
imagen perfecta de Jesucristo.
(Todos oran en silencio unos momentos. Luego el obispo y
los sacerdotes que le ayudan en la confirmación imponen
las manos sobre todos los confirmandos. Si el número es
muy grande se puede suprimir esta imposición de manos.
Con las manos extendidas el obispo dice):
Obispo: Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que regeneraste por el agua y el Espíritu Santo
a estos siervos tuyos y los libraste del pecado; escucha
nuestra oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo
Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de
inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de
espíritu de ciencia y de piedad y cólmalos del espíritu de tu
santo temor. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
c) Unción con el crisma:
Monición: Hemos llegado al momento culminante de la
celebración. El obispo les impondrá la mano y los marcará
25
con la cruz gloriosa de Cristo para significar que son
propiedad del Señor. Los ungirá con óleo perfumado. Ser
cristiano es lo mismo que ser Cristo, ser mesías, ser ungido
y comporta la misma misión del Señor: dar testimonio de
la verdad y ser fermento de santidad en el mundo por el
buen olor de las buenas obras.
(Los confirmandos se van acercando al obispo en el
presbiterio o ante el altar o bien el obispo pasa ante cada
uno de ellos. El padrino o madrina coloca su mano derecha
sobre el hombro de su ahijado y dice el nombre de él o bien
el mismo confirmando dice su nombre; también lo puede
llevar escrito en un papel en el pecho. El obispo al ungirlos
dice):
Obispo:
Confirmando:
Obispo:
Confirmando:
N . ,
RECI
B
E
P O R
E S TA
SEÑA
L EL
DON
DEL ESPÍRITU SANTO.
AMÉN.
LA PAZ SEA CONTIGO.
Y CON TU ESPÍRITU.
(Durante la unción se puede cantar algún canto apropiado.
Terminada la unción, el obispo (y sacerdotes) se lava(n)
las manos. Se omite el Credo y sigue la Oración de los
fieles)
d) Oración de los fieles
26
Obispo: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, y
ya que es una misma la fe, la esperanza y el amor que el
Espíritu Santo ha infundido en todos nosotros, que nuestra
oración sea también unánime ante la presencia de nuestro
Padre común.
(Es oportuno que las peticiones las haga alguno de los
confirmados. Hay otros formularios)
(Por los confirmados, para que el sacramento que hemos
recibido sea en nosotros fuente de santidad, roguemos
al Señor.
Todos: Te lo pedimos, Señor (u otra respuesta; se
puede cantar).
(Por nuestros padres, padrinos y catequistas, para que nos
sirvan de ejemplo, consejo y aliento en nuestra vida
cristiana, roguemos al Señor.
(Por nuestra parroquia (o comunidad N.) para que el
Espíritu Santo sea realmente su corazón, su fuerza y su
guía, roguemos al Señor.
(Por la Iglesia extendida por toda la tierra, para que el
Espíritu Santo sea en ella lazo de unión y de caridad, y
así pueda ofrecer al mundo la luz y el testimonio de
Cristo, roguemos al Señor.
(Por el mundo entero, para que el Espíritu Santo mueva los
corazones de los hombres que no lo conocen y aliente a
los que quieren actuar en la vida con buena voluntad,
roguemos al Señor.
(Por todos los hombres que viven bajo el poder del pecado,
para que el Espíritu Santo les haga comprender sus
errores y se conviertan y vuelvan al buen camino,
roguemos al Señor.
Obispo: Señor Dios nuestro que diste a los apóstoles el
Espíritu Santo y quisiste que por ellos y sus sucesores
27
fuera transmitido a todos los fieles, atiende nuestras
súplicas y concédenos que lo que tu amor realizó en los
comienzos de la Iglesia se realice también hoy en el
corazón de los creyentes. Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
III/. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
(Sigue la Misa normal. Algunos confirmados pueden
presentar las ofrendas. Conviene cantar el Prefacio, la
aclamación después de la
consagración y la doxología
final de la Plegaria
eucarística. En ésta tiene
lugar una invocación especial
por los confirmados. Estos
pueden recibir la comunión
bajo las dos especies).
Bendición final solemne
Obispo: Dios Padre
todopoderoso, que los adoptó
como hijos, haciéndolos renacer del agua y del Espíritu
Santo, los bendiga y los haga siempre dignos de su amor.
Todos: Amén.
Obispo: El Hijo unigénito de Dios, que prometió que el
Espíritu de verdad estaría siempre en la Iglesia, los
bendiga y los fortalezca en la confesión de la fe verdadera.
Todos: Amén.
Obispo: El Espíritu Santo, que encendió en el corazón de
los discípulos el fuego del amor, los bendiga y
28
congregándolos en la unidad, los conduzca a los gozos del
reino eterno.
Todos: Amén.
Obispo: Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y
Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe
siempre.
Todos: Amén.
Diácono (u obispo): Pueden ir en paz.
Todos: Amén.
Nota: En algunos lugares es costumbre entregar una cruz
como recuerdo de la Confirmación. El obispo bendice
ahora las cruces y las coloca a cada confirmado. Si son
muchos, las entrega a los catequistas para que las
distribuyan).
V I I .
LARIO DE
VOCABU
L
A
29
CONFIRMACIÓN
PENTECOSTÉS: La palabra significa “día cincuenta”. Es la
fiesta del don del Espíritu Santo que se celebra cincuenta
días después de la Pascua.
CONFIRMACIÓN: Del latín “confirmare” (= reafirmar).
Sacramento del Espíritu Santo que nos hace reafirmar la fe
del bautismo.
PRECATECUMENADO: Período anterior al ingreso en el
catecumenado. En él se fundamenta la fe del aspirante.
CATECUMENADO: Tiempo de preparación al bautismo de
adultos mediante catequesis, práctica de vida cristiana,
celebración de ciertos ritos litúrgicos e incorporación
progresiva a la comunidad.
CATECÚMENOS: Son los que se preparan al bautismo. El
término se aplica sobre todo a los adultos que desarrollan
diversas etapas y ritos de preparación.
NEÓFITOS: La palabra en griego significa “plantas nuevas”
y se aplica a los recién bautizados.
MISTAGOGIA: La palabra significa “iniciación a los
misterios”. Es el tiempo posterior a la recepción de los
sacramentos de iniciación cristiana en que se profundiza la
vida cristiana mediante la meditación del Evangelio, la
participación en la eucaristía dominical y el ejercicio de la
caridad.
UNCIÓN: Frotar con óleo o aceite consagrado alguna parte
del cuerpo. Cristo es por excelencia el “ungido” o lleno del
Espíritu Santo.
30
SANTOS OLEOS: Aceite
que consagra el obispo
en la Misa crismal el
Jueves Santo y que se
usan en diversos
sacramentos. Son tres:
“ Ó l e o
d e
l o s
catecúmenos”
para
antes del bautismo;
“Santo Crisma”
(ver
más abajo); “Óleo de
los enfermos” para los
ancianos y enfermos de
gravedad.
CRISMA: Óleo mezclado
con perfumes que
consagra el obispo el Jueves Santo y que quiere expresar
el buen olor de Cristo en los que lo reciben. Se usa en los
sacramentos del bautismo, confirmación y orden sagrado.
El nombre de “crisma” viene de Cristo el ungido por el
Espíritu Santo y expresa la identidad con Cristo sacerdote,
profeta y rey.
CRISMACIÓN: Acto de ungir con el Santo Crisma en los
sacramentos del bautismo, confirmación y orden sagrado.
CRISMERAS: Vasitos para conservar los santos óleos.
COLECTA: Del latín “colligere” (= recoger, reunir) es la
primera oración presidencial del sacerdote o del obispo en
la Misa antes de la Liturgia de la Palabra. El presidente
invita a la oración con “Oremos”. Sigue un momento de
silencio y luego “recoge” la oración de la asamblea en una
oración.- La misma palabra designa también el óbolo que
31
se da en el momento de la presentación de las ofrendas
(ofertorio).
LECCIONARIO: Libro litúrgico que contiene las lecturas
bíblicas para las celebraciones litúrgicas.
EVANGELIARIO: Libro que contiene los Evangelios para la
Liturgia de la Palabra.
SIGNO: Es una realidad sensible que remite a otra realidad
y evoca esa realidad en un plano diferente. Así la cruz que
remite a la muerte de Cristo es el signo del cristiano.
SIGNACIÓN: Gesto de marcar con el signo de la cruz.
SÍMBOLO: Realidad sensible que remite a otra realidad en
otro plano por convención o por analogía entre ambas y
nos da un mensaje sin palabras. Así la bandera es el
símbolo de la patria.
RITO: Acción simbólica de gesto o palabra que expresa un
mensaje que interpreta lo que realiza. Así son todos los
ritos litúrgicos, que también se llaman ceremonias, por
ejemplo prender la vela en el cirio, ungir con el crisma...
ASPERSIÓN: Acto de derramar agua bendita sobre los
fieles u objetos para bendecirlos o purificarlos.
32
COLECCIÓN LITURGIA
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
La Liturgia
El año litúrgico
Los Sacramentos
Catecumenado de adultos
El Bautismo
La Confirmación
La Eucaristía
Los Acólitos
Lectores y Monitores
Ministerios Musicales
Ministros Extraordinarios de la Eucaristía
La Confesión
La Unción de los enfermos
El Matrimonio
Oración por los difuntos
OBISPADO DE CHOSICA
Calle Fray Martín de Porres s/n
Urbanización El Descanso (Huaycán)
Ate - Vitarte
Telf. 359-4141 Fax 359-4074
37
INDICE
Pág.
I.-
PRESENTACIÓN
1
II.-
HISTORIA DE LA CONFIRMACIÓN
3
III.- TEOLOGÍA DEL SACRAMENTO
6
IV.
ASPECTOS PASTORALES
11
V.-
LOS SÍMBOLOS DE LA CONFIRMACIÓN
18
VI.- RITO DE LA CONFIRMACIÓN
21
VII.- VOCABULARIO DE LA CONFIRMACIÓN
30
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