Paulo Coelho Castaneda y el linaje sagrado Carlos Castaneda fue un filósofo que tuvo gran importancia para mi generación, y una vez al año lo recuerdo en esta columna. Por razones que no son de mi incumbencia, terminó sus días haciendo algunas cosas que siempre había condenado; pero todos tenemos nuestras contradicciones, y lo que queda en la historia de cualquier hombre es lo que intentó hacer de bueno. En el caso de Castaneda, sus textos, algunos de los cuales transcribo a continuación, dejaron un legado que no se puede olvidar: El comportamiento: un hombre debe ir en busca de la sabiduría de la misma forma que un soldado va a la guerra: con miedo, con respeto, y con total seguridad. Debe actuar como si supiese adónde va, aunque en realidad no tenga la menor idea de qué es lo que va a encontrar; lo que importa es que está recorriendo el camino que escogió. Nada que perder: un guerrero se considera ya muerto. Como no tiene nada que perder, sigue adelante con alma y con calma. El miedo no consigue arrebatarle su energía, y él la aplica para vivir cada momento con toda la intensidad posible. El guerrero está seguro de que todas las herramientas para enfrentarse a futuras dificultades están en sus manos, y es el uso de estas herramientas, también llamado “experiencia”, lo que le permitirá superar los obstáculos. Actuar y conocer: un guerrero siempre es un cazador. Calcula todo y actúa después de reflexionar bien sobre lo que debe hacer. Nadie puede obligarlo a hacer algo que no quiere. Vive porque actúa, y no porque piensa que actúa. Como sabe que está en este mundo sólo por un breve período de tiempo, intenta conocer todas las maravillas posibles. Habla poco, nunca se preocupa por el miedo, y asume las responsabilidades de sus actos. La muerte como compañera: un guerrero-cazador sabe que cada decisión puede ser la última que tome. La muerte es su compañera, siempre sentada a su izquierda, a menos de un metro. Por eso, va al campo de batalla totalmente concentrado en su vida, sabiendo que la mayoría de la gente pasa de una acción a otra sin pensar mucho. Los caminos son iguales: todos los caminos son iguales, y no llevan a ninguna parte. Por lo tanto, el guerrero escoge un camino que tenga vida propia, y a partir del momento en que comienza a recorrerlo, se alegra, se transforma en el camino mismo. Su decisión de seguir en él Paulo Coelho depende sólo de la alegría, y no de su ambición o de su miedo. Por ello, antes de actuar, siempre se hace la pregunta: “este camino, ¿tiene corazón?” La opinión de los demás: un guerrero nunca gasta su precioso tiempo pensando en la opinión de los demás. Conoce a personas que piensan que son importantes, y que por eso son también gordas, arrogantes, y sin flexibilidad. Para un guerrero, el arte del combate debe combinarse con levedad, ausencia de tensión y de ambición. Un guerrero es amable con los demás porque, ante todo, es amable consigo mismo. La intención: la intención de un hombre no es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo, sino aquello que lo hace seguir adelante aunque todo el mundo diga que caerá derrotado, o que lo que escogió no tiene ningún sentido. Por eso, tener una intención clara ayuda al guerrero a ser invulnerable, a actuar como un hechicero, capaz de atravesar paredes y de alcanzar el infinito. La elección de su camino: nada en este mundo viene regalado; las lecciones más importantes las aprendemos siempre con mucho esfuerzo y dificultad. Teniendo eso en cuenta, el guerrero cazador nunca se desespera, nunca se desgasta ni pierde el tiempo echando la culpa a otros, pues sabe que la responsabilidad de sus elecciones está en cada gesto suyo. Un guerrero no puede reclamar o arrepentirse: su vida es una lucha constante, y los desafíos no son buenos ni malos: son simplemente desafíos. © Traducción: Juan Campbell-Rodger