Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C. domingo 30 de diciembre de 2012 I Samuel 1, 20-22.24-28; I Juan 3, 1-2.21-24; Lucas 2, 41-52 Evangelio 41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. 42 cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, 43 y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. 44 Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. 45 Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. 46 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. 48 Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". 49 Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". 50 Ellos no entendieron lo que les decía. 51 Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. 52 Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. Comentario El don de la familia Después de celebrar la fiesta de la navidad, la Iglesia en su liturgia nos invita este domingo, a meditar sobre el don de la familia, al contemplar al niño Jesús, que es Dios con nosotros, esta sostenido y acompañado por sus padres, juntos y unidos al pesebre. La Trinidad en la tierra, así la llamaron algunos santos, Jesús, María y José, modelo de familia, y escuela de virtudes. Al regresar de Belén a Nazaret, continúan la vida del hogar. Dice el Papa Pablo VI que la Sagrada Familia, nos da varias lecciones. La primera es la lección del silencio, que es recogimiento, interioridad y oración personal. La segunda lección es la vida familiar, como comunión de amor, de sencillez y belleza. La tercera la lección del trabajo, su dignidad y los valores que encierra, siendo Jesús, hermano divino, defensor de todas las causas justas de los trabajadores. El evangelio nos lleva a otro momento de la vida familiar, cuando el niño esta perdido y encontrado en el templo, como se reza en el quinto misterio gozoso del santo Rosario. Sus padres cumplen como verdaderos israelitas con los compromisos religiosos de ir a Jerusalén para las grandes fiestas, como eran la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos o fiesta de las chozas. La más frecuentada era la de la pascua. El viaje desde Nazaret duraba cuatro o cinco jornadas (unos ciento cincuenta kilómetros) y a partir de los 12 años era obligatoria para los varones. Que importante y fundamental es la catequesis en la familia, porque a esa edad comenzaban los niños, a incorporarse a las enseñanzas judías. Hoy diríamos vivir en familia la catequesis y participar en la celebración de la misa con los hijos. La preocupación de los padres Luego de participar en la fiesta, advierten los padres de Jesús, que no se encontraba con ellos, y comienzan, como verdaderos padres, a buscarlo, con preocupación y angustia, palabra usada por el texto. Sus sentimientos se entremezclan, primero la alegría de hallarlo entre los doctores de la ley, escuchando y haciéndole preguntas, y en segundo lugar maravillados por la sabiduría de sus respuestas. Sus padres hacen notar su dolor, y Jesús, le muestra que reconociendo a sus propios padres, tiene otro padre, el del cielo: tengo que ocuparme de los asuntos de mi padre. Hay varias enseñanzas en estos versículos: la convivencia de padres e hijos. Algunos no saben donde están o van sus hijos, o pueden desentenderse, por varias razones, de escucharlos, dialogar o preocuparse por sus cosas. Pensemos lamentablemente en tantos chicos y chicas que están desaparecidos, y los padres angustiados no tienen respuesta todavía. La docilidad: Jesús, regreso con sus padre y vivía sujeto a ellos. No sometido, sino compartiendo como verdadero hombre, la vida de familia. Esto es educar en el servicio, en el respeto, en la prontitud al trabajo, y en la colaboración familiar. La educación. Dice san Lucas que Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia. Hoy es fundamental recuperar el espacio de la familia como primera escuela de valores humanos y cristianos. Hoy educar es comprender y exigir, escuchar y corregir, formar y guiar. No solo tener conocimientos, y salud física, sino lo más importante, mantener la gracia, la comunión con Dios y los hermanos. Educar a los chicos en la vida de piedad, en la oración, en la practica de la confesión y en el gozo de la participación de la misa, en la vida moral, tan desvalorizada en este mundo y en la conciencia para distinguir lo bueno de lo malo, lo recto de lo injusto. La santidad de la familia Proclamamos el evangelio del matrimonio y de la familia, decía el querido papa Juan Pablo II. El matrimonio, institución básica en la sociedad, santuario de la vida, célula fundamental de la comunidad civil, es también para los cristianos un verdadero sacramento, que santifica el camino del amor conyugal, y construye la Iglesia doméstica. Hoy hay varios desafíos en la vida familiar, muchas amenazas y crisis. Los divorcios y separaciones, las crisis conyugales y la violencia familiar, la malas relaciones entre padres e hijos y el olvido de los ancianos, los abortos y los métodos anticonceptivos, las relaciones sexuales en el noviazgo y los casados sin el sacramento, los concubinatos y las infidelidades, el serio problema de las uniones de homosexuales y tantas otras cosas. Si puede desanimarnos esta mirada, contamos siempre con el auxilio divino y la gracia del Señor en su Iglesia. Hoy también son muchos los matrimonios fuertes, fieles y santos que luchan por el ideal del evangelio y son testimonio de vida. El bien es lo que estamos llamados a contagiar e irradiar en este mundo. La Iglesia ha proclamado a matrimonio santos, que son luces y faros en el camino, esperanza y consuelo en dificultades. Recientemente a los padres de Santa Teresita de Lisieux, como beatos, y a tantas mujeres santas en su matrimonio, como santa Mónica, Santa Rita, y Santa Margarita, mama de Don Bosco. Volver la mirada al pesebre, volver a Dios, es la respuesta, es la propuesta, es el ofrecimiento. El estado tiene también sus deberes con las leyes a favor de la familia, La Iglesia tiene una misión, ayudar a formar y crecer espiritualmente a los matrimonios y las familias. Ya lo viene haciendo a través de los movimientos a favor de la familia, los grupos Pro vida, las instituciones que apoyan la institución familiar, los encuentros preparatorios a los que se van a casar, y tantas otras iniciativas, que el espíritu suscita en laicos y pastores a favor del mayor invento que Dios haya creado, después del mundo y de la vida humana: el matrimonio. Pero siempre se puede hacer más, sin desalentarnos, con audacia y creatividad. Una familia que reza unida, permanece unida, era la consigna de un sacerdote norteamericano hace algunos años. Y sigue siendo valida. ¿Porque no empezamos por probar? Feliz Navidad, feliz día de la familia. Que Jesús, María y José, lo llenen de bendiciones y se abran a su amor y gracia Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario