Elección para el TC: políticos o juristas Por Jorge Avendaño V. Jurista El Comercio, 01/02/07 Como se sabe, el Congreso ya comenzó el proceso para la elección de cuatro nuevos magistrados del Tribunal Constitucional (TC). Ocurre que en junio próximo cumplen su mandato de cinco años los actuales miembros Javier Alva Orlandini, Magdiel Gonzales, Víctor García Toma y Juan Bautista Bardelli, los cuales no pueden ser reelegidos. La elección de los miembros del TC es complicada porque en cada caso se requiere el voto favorable de los dos tercios del número legal de los integrantes del Congreso, es decir, 80 votos. Esto obliga a una buena selección previa, de modo que lleguen a la votación final los candidatos verdaderamente idóneos. Pero obliga, además, a que haya una concertación entre los grupos políticos representados en el Congreso. Lo malo es que en algunas elecciones pasadas, esta concertación ha dado lugar a una repartija de las candidaturas existentes, de tal modo que cada uno de los grupos políticos con presencia significativa elige a 'su' candidato. De hecho, hay líderes políticos que ya han declarado que su bancada se reunirá pronto para decidir sobre 'su' candidato. Así, como en este caso hay cuatro vacantes, todos quedarán contentos. Esto nos lleva a un tema crucial: ¿Deben primar los criterios políticos o los de la idoneidad profesional y personal de los candidatos? Es cierto que el Congreso es un órgano político y es verdad también que el TC se pronuncia sobre temas constitucionales que muchas veces lindan o se mezclan con lo político. Pero no puede olvidarse que el TC es antes que nada un órgano jurisdiccional. La disyuntiva planteada no solo cuenta en el Perú. El juez Roberts, actual presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, institución que cumple un papel análogo de control constitucional, ha dicho recientemente que los jueces de la corte deben limitarse a interpretar el derecho y no a resolver los problemas de la sociedad. Por otro lado, el presidente de nuestro Tribunal Constitucional ha enfatizado últimamente que los jueces constitucionales deben reunir dos condiciones: imparcialidad y especialidad. Pienso que el Congreso tiene una gran responsabilidad con esta elección, no solo por la trascendencia del cargo que ocupan los magistrados, sino también porque elegirán a cuatro miembros de siete, esto es, la mayoría. Admito que cada grupo puede presentar y apoyar a los candidatos de su preferencia, pero ese apoyo debe basarse en que los candidatos sean conocedores del derecho constitucional y no solo políticos amigos. Un buen civilista o un buen penalista pueden también acceder al Tribunal Constitucional, pero siempre que tengan una sólida formación jurídica y que estén dispuestos a profundizar en los modernos desarrollos de la ciencia constitucional. Hasta ahora el TC ha cumplido una buena labor. La mayoría de sus sentencias han sido acertadas y bien fundamentadas. Es muy importante que siga por esa ruta, es decir, cuidando de la constitucionalidad de las leyes y de la protección de los derechos fundamentales, ateniéndose a sus precedentes vinculantes para que sus decisiones sean predecibles, manteniendo la calidad de sus sentencias y garantizando la eficacia de sus resoluciones a través del seguimiento de su cumplimiento. El TC debe cuidar también de que no crezca desmesuradamente el número de causas que llegan a su conocimiento, como ha venido ocurriendo en los últimos años. El propio TC tiene mecanismos para autorregularse. El Congreso de la República tiene que estar a la altura de las circunstancias y asegurarnos un TC de calidad. El proceso democrático y el Estado de derecho dependen en buena parte de ello.