SACRIFICIO VIVO APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS

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SACRIFICIO VIVO
APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA
JESUCRISTO HOMBRE
22 de mayo de 2013
El tiempo está avanzando. Vamos directo al texto que vamos a utilizar en esta noche, y
es la parte tercera de Sacrificio Vivo.
Romanos capítulo 12. Libro a Roma, todo lo mejor se dijo en Roma, lo único que no le
obedecieron, pero allí se dijo todo lo mejor. Todos con Biblia, todos leyendo, por favor.
Romanos 12:1.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”
Dice ahí que tú puedes transformar tu vida, si transformas tu entendimiento. No si
haces algo físico o esfuerzos personales, pero si tú transformas la forma de pensar,
entonces tú transformas tu vida. Todo es con la mente, porque la mente es la
representación de tu espíritu.
Una vez el Señor –en los días de su carne- dijo: “Vendrán días que ustedes me
adorarán en espíritu y verdad”. Si dijo –en espíritu y verdad- lo que quiso decir fue con
la mente, porque la mente es tu espíritu.
Y, como hemos dicho antes, si tú te mueres físicamente, la mente no muere, la mente
sigue, lo que muere es el cuerpo físico; pero tu mente sigue contigo, porque la mente
es eterna. Por eso es que hay que transformarte aquí, para que eternamente tengas
buena mente, que no vivas en un tormento mental, sino que te transformes y es bueno,
hacerlo ahora. Ahora es que es bueno, transformarnos ahora.
Y, Pablo nos da un mandato: “Os ruego, por lo bueno que es Dios, por las
misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo…” No es por
abstinencias de alimentos, no es por sacrificios personales, lo probamos leyéndolo en
la Biblia.
Ahora, vamos a utilizar el ejemplo de Abraham, en el capítulo 4. Regrese ahí en
Romanos al capítulo 4, verso 1 en adelante.
Dice:
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?”
¿Qué halló? ¿Ah? Esa es la pregunta que Pablo quiere decir. Y, pronto te va a hablar
de obras.
Y, entonces, él dice: ¿Qué halló él conforme a las obras? Porque Pablo te dice que tú
debes presentar tu cuerpo físico en sacrificio vivo, es un deber, tú tienes que hacerlo.
Pero aquí te indica otra vez que con la carne no vas a poder hacer lo que Dios te exige.
Usted sabe que la religión nos enseñó que tenemos que caminar de rodillas, castigar
nuestro cuerpo. Bueno, yo leí historias de sacerdotes que se ponían piedritas en los
zapatos para lastimarse. Yo supe, en Ponce cuando yo era jovencito que iba a misa, a
mí me dijeron –mira, el padre usa un alambre de púas en la cintura para lastimar su
cuerpo-, porque él quería presentar sacrificio vivo, pero es con la carne. Otros se
quedan sin comer, cinco, diez, quince días.
Para qué, para lograr un sacrificio vivo, para agradar a Dios, pero no es con la carne.
Aquí es que está la revelación.
Roma no entendió a Pablo. Por eso, el mundo está como está, porque Dios exige
sacrificio vivo y le llevaron uno muerto, con todo lo que hemos aprendido en estos dos
mil años que nos han engañado. No nos han dicho la verdad.
Ahora, fíjate lo que dice ahí:
“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre…”
Porque Abraham es el Padre de la fe. Mira, antes de Moisés, antes de todos los
profetas, antes de Jesús, antes de María, antes de todo eso existió Abraham. Abraham,
el Padre de la fe.
Ahora, ¿qué halló él conforme a los sacrificios? Nada. ¿Y, qué vas a hallar tú? ¿Qué ha
hallado las religiones hasta este día?
Mira lo que dice ahí. Dice:
“Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse,
pero no para con Dios.
Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.”
¿Con qué tú crees? Con la mente.
Dice:
“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda.”
Fíjate, si tú haces algo físicamente para agradar a Dios caes endeudado.
Y tú sabes que todas las religiones, váyase a una iglesia y diga: -¿Qué hay que hacer
aquí para ser buen miembro? Algo te van a prohibir. Hay una serie de prohibiciones
para que tú logres complacer a Dios.
Pero, ahí dice, que si tú obras estás en deuda, endeudado. ¿A ti te gustan las deudas?
¿Tú sabes lo que es tú tener deudas físicamente acá abajo, y después, también con
Dios? ¿Dos tipos de deuda?
Dice:
“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
mas al que no obra…”
Diga: YO NO OBRO.
Tú sabes que por eso a nosotros nos critican mucho. Yo soy el blanco de la crítica, no
sólo en Miami, en todas partes del mundo. Dicen: -Mira, hay uno por ahí que dice que
no hay que hacer nada. No obra.
Pero, si es que la Biblia me lo pide, que no obre. Pues, ¿y qué voy a hacer yo? ¿Me
voy a poner a obrar, cuando Pablo me dice a mí que no obre?
-Ah, pero qué fácil ustedes llevan la religión, no obran.
Pues, si esa es la idea. Cristo lo dijo, en los días de su carne, antes de morir, él dijo:
“Llevad mi yugo, y mi carga sobre vosotros, porque ligera… y fácil…” Diga: FÁCIL.
¿Y, por qué la gente lo quiere complicar si es fácil?
Tú sabes que yo he oído gente decir que el cristianismo es bien difícil. Dicen: Muchacho, ser cristiano es más difícil.
¿Tú sabes por qué? Porque están en obras, y en obras es difícil. Pero, si tú practicas
cristianismo aquí, cómo es, fácil. Digo, conforme a la palabra de Dios.
Si tú vas conforme al cura, conforme aquel, conforme al pastor aquel, aquel te va a
decir: -Tienes que pagar un precio-. Te lo va a decir, porque él está contaminado, y una
persona contaminada no te habla claro.
Es fácil. Mira, complacer a Dios es lo más fácil del mundo.
-¿Pero, complacerlo del todo?
Del toditito. Que él esté, mira, en amores contigo, que él envía a su ángel: -Cuídame a
fulano que estoy enamorado de él.
-¿Por qué?
–Porque me creyó.
¿Tú te atreves creer a lo que yo te estoy diciendo aquí? Pero, si está escrito, es fácil.
(Aplausos)
Mira, los niños lo entiende. Allá en Panamá, una niña me escribió una cartita bien linda.
Me dice: -Me llamo fulana de tal, tengo 9 años y quiero darle gracias por haber salvado
a mi mamá, a mi papá, que es pastor-. Lo salvé. Salvé al pastor. Lo salvé de qué, lo
salvé de obras.
¿Tú sabes lo que es eso? ¿Salvarte a ti de obras?
–Pero, Apóstol, es que a mí me dijeron que yo tengo que hacer.
Cuidado, que caes en el viejo pacto. Si haces, caes en el viejo pacto, caes endeudado.
Y tener deudas con Dios es peligroso, porque mira, todo te va mal; siempre estás
enfermo, siempre te hace falta todo, siempre tienes problemas -que si tu abuela, que si
el tío, que si esto, que el trabajo, que no te da, que hay algo malo que está pasando,
¿por qué?-, y es que Dios está molesto contigo.
Lo mejor es tener a un papá contento, ¿verdad que sí? Cuando los hijos míos a mí me
tienen contento, me sacan todo del bolsillo y de todas partes. Ahora, cuando yo estoy
molesto, pues, imagínate, doy el mínimo, porque estoy disciplinando. Y Dios, al que
toma por hijo, dice que disciplina. Si tú eres hijo de Dios te disciplina. Pero, si tú eres un
hijo que lo tienes contento porque no obras, porque decidiste entrar en el terreno de los
que no obran.
¿Tú sabes lo que es eso? ¡Qué fácil es servirle a Dios! –Papá, ¡muá!, un beso, por
haberme librado de mí mismo para vivir complaciéndote como a ti te agrada.
Mira lo que dice:
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío,
su fe le es contada por justicia.”
Te llaman justo. Si no haces nada, te llaman justo, si haces algo eres injusto. Eso es lo
que yo estoy leyendo aquí.
“Como también David, el salmista, ¿te acuerdas?,
habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin…obras.”
¿Tú quieres que Dios diga que tú eres justo? Pues, no puedes hacer nada para
salvarte. Es gratis.
Lo que pasa que nosotros, los seres humanos, no nos gustan las cosas gratis.
Pensamos que pagando sale mejor, pero aquí es gratis, porque sino caes en deuda.
Mira, todas las religiones del mundo piensan que es difícil.
¿Tú sabes por qué yo estoy reformando al mundo? Porque nadie se imaginó que era
tan fácil. Y a mí me lo pusieron en la mente, que era fácil. Y tú dices: -Apóstol, pero si
eso está escrito hace 2000 años.
Pero, nadie lo vio. Yo lo vi. Me lo mostraron, no lo vi, porque tú puedes leer toda la
Biblia y no ver lo que estás leyendo. Puede haber alguien aquí que diga: -Oye,
espérate, esto me está gustando.
Mejor es que te guste.
Servirle a Dios no es difícil, es creerle.
Mira lo que dice ahí mismo, en el capítulo 3, verso 27.
“¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda, qué, excluida.
¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.”
CONCLUSIÓN. Concluimos. Ojalá tú llegues a esa conclusión.
“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”
Si tú quieres ser salvo, y cuando partas del cuerpo ir a la presencia de todos esos
ángeles lindos, cree.
–Ay, pero es que eso es muy fácil. Mire, yo no he hecho la comunión, yo no me he
bautizado, yo no he…
- Ahí no dice eso. Eso te lo enseñan antes de la cruz, antes de Cristo morir había
bautismos, había sacrificios, había que hacer un montón de cosas. Pero, después que
Cristo murió, la deuda quedó salda. Por eso es que tú caes en deuda, porque él la
saldó. Él saldó toda obra.
Ahí mismo en Roma en el capítulo 10, mira lo que Pablo le dijo a los romanos. Lo que
pasa es que Roma, mira, Roma es la ciudad más desobediente de toda la tierra. Ahí es
donde peor le han servido a Dios.
Cuando yo era pequeño me decían que Roma era eterna, eterna desobediente, porque
sigue en desobediencia.
Mira lo que dice el capítulo 10, del libro a los Romanos, verso 5. ¿Qué dice?
“Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así:
El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al
cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo).”
“No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo?”
¿Tú sabes por qué? Porque en el cielo van a haber sorpresas. Por eso Jesús, en los
días de su carne, siempre andaba con prostitutas, con ladrones; no con gente buena. A
él no le interesan los buenos, porque los buenos no creen, viven por lo que han logrado
–yo soy bueno, eso está bien para aquel, pero, para mí, yo he sido una persona muy
buena-. Te fastidias.
Por eso, él dijo: -Miren, los ladrones y las prostitutas os guían al reino de los cielos, van
primero-.
Él lo dijo. Por eso, yo, de bueno no tengo nada.
-¿Entonces, uno se debe portar mal?
-Tampoco.
Efesios, capítulo 2, verso 8. Dice:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”
Fíjate, si tú eres malo que ni eso tienes, ni fe, te la dan.
Dice que tú eres salvo por fe, y esto no de vosotros, viene por el oír. Tú, oyéndome
ahora, -los miles que me escuchan por el Internet- al oír esta palabra, entra por el oído
y crea fe, al crearla se activa y de momento, tú que nunca venías a la iglesia, dices: Ahora, quiero venir. Quiero, punto. Quiero. Me gustó. Quiero darle un giro a mi vida. Ya
no creo en los signos.
Ten cuidado con los signos esos -que si yo soy Tauro, que si soy esto-, no te dejes
llevar de eso, que eso no es de fe. Eso no es de fe. Tú no ves que eso lo repiten en
todas las naciones, diferentes parasicólogos, y todos difieren. O sea, que si tú estás de
visita como yo que viajo allá, y lo leo allá… (liquidado, con la seña de cortar el cuello)
Mira lo que dice, verso 9.
“No por obras, para que nadie, qué, se gloríe.”
¿Y qué, que las obras hace que uno se gloríe?
Tan bien que uno se siente. Uno enseguida saca el pecho así, como los gansos. Es
que las obras hacen eso, cuando tú te portas bien, te da eso.
Verso 10. Dice:
“Porque…”
Ahora aparecen otro tipo de obras.
Fíjate que te dice que no es por obras, pero ahora hay otra obra. Mira, cuál es. Dice:
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”
¿Para qué? ¿Para buenas obras?
Pero, estas no son las obras que justifican. La fe, cuando tú le crees a Dios, lo que él
dice: -Señor, yo recibo lo que tú dices, que tú diste tu vida por mí, me libraste del
pecado, con una sola ofrenda hiciste mi espíritu igualito que el tuyo, ni tú eres mejor
que yo, ni yo soy mejor que tú-, porque cada semilla da fruto por su género. Cuando él
murió, tu espíritu, no tu carnecita, tu carnecita hay que lavarla mucho en lo que te ves
como él. Pero no es para ser como él, ya eres como él.
Entonces, cuando tú crees que el diablo fue destruido, que tú estás libre, que tú estás
sano, que tú estás próspero, y tú dices: -Padre, yo lo creo, lo recibo. Ya, es mío.
Entonces, luego, el Señor dice: -O.k. por haber creído eso, ahora yo te voy a colocar a
ti en unas obras que ya yo las preparé, no son tuyas, pero yo las preparé y te voy a
meter por ellas. Te voy a presentar algo que tú estás buscando. ¡HELLO! (Aplausos)
Y empiezan a sucederte cosas, pero cosas buenas, porque dice: Buenas obras que él
preparó de antemano, para que tú te metas por ellas.
Imagínate si a me ocurrió algo bueno, que te conozco a ti, que estás aquí. Eso es una
obra buena. Yo haberte conocido a ti, y que tú me conozcas a mí, eso es una obra
buena. Porque pudo haber pasado algo que tú vivieras en otro sitio, y no me conocías
a mí, y no escuchabas esto tampoco. Eso es una obra buena.
Que tú te sientas bien, es una buena obra. Que tú tengas buenas amistades, eso es
una obra de antemano maravillosa. Que sucedan milagros alrededor tuyo.
Mira, cuando yo salí de Panamá, le di una propina a la muchacha que me limpiaba la
habitación, y entonces, me dijo: -¿Quién es usted?
Y entonces, yo le dije: -Bueno, yo soy un siervo del Señor, que le sirvo al Señor.
Y me dice: -Pues, sabe qué, que el viernes cuando yo viene a limpiar su habitación,
porque me dijeron que venía de Miami, que tenía que tener la habitación, que viene
alguien, pues yo vine, pero estaba enferma, amanecí enferma, estaba agotada. No
quería venir a trabajar, porque me sentía mal. Y después tuve un problemita, que ni
vale la pena decírselo-, parece que estaba.
-Y entonces, yo venía: Ay, Dios mío. Ayúdame, Dios mío.
Todo el mundo dice: Ayúdame, Dios mío. Pero es que Dios no ayuda a nadie. Los
ángeles son los que ayudan.
Entonces, pues, llegó y dice que cuando ella abrió la puerta de mi habitación, sintió un
calentón que le cogió así y a los 10 minutos estaba nuevecita, nuevecita. (Aplausos)
Entonces, dice: -Pero, yo no entendí. Yo cogí e hice otras habitaciones, me fui a mi
casa, y llegué bien contenta. Yo no sé qué era lo que me pasaba, era algo extraño-.
¡Qué buenas son esas obras de antemano!
Oye, y entonces dice que cuando vino al otro día a trabajar comenzó a conocerlos a
ustedes. Estaba el hotel lleno de nosotros. Nosotros llenamos ese hotel. Y entonces,
ella escuchaba: -Bendecido. Bendecido. Reinando. Eh, cómo está. Llamando las cosas
que no son como si fuesen-.
Y entonces, al oír el vocabulario: -Se dice, bendecido. No diga, Dios le bendiga, que
eso es una mala palabra.
Y entonces, ella dijo: -¿Y cómo es?
–Bendecido. Uno dice bendecido. Los que son de fe, son qué, bendecidos. De fe, no de
obras. Los que son de obras dicen: Dios le bendiga, porque es de obra, siempre están
buscando que suceda. Los que son de fe ya estamos.
Y entonces, ella se le pegó todo eso. Y entonces, decía: -Oye, pero qué gente más
extraña esta de todas partes: Abençoados-, los brasileños, -Abençoados; bendecidos;
blessed.
Y entonces, ella oyendo todo eso, el último día cuando yo vine ayer, me dijo: -¿Qué fue
lo que me pasó?
Y yo le dije: -Bueno, lo que pasa es, ¿de qué religión tú eres?
–Del montón, católica.
Y yo le dije: -Pues, mira, ¿tú te acuerdas del cuadrito aquel del ángel de la guarda?
–Sí, sí, el que está cubriendo a los dos nenes que están como en un puentecito.
–O.k. ese ángel lleva años esperando por ayudarte, por servirte, pero él no puede
ayudarte porque tú no tienes conocimiento. Tu mente no se ha renovado, no se ha
transformado. Y entonces, él quiere ayudar. Pero, en esta ocasión, fíjate, por haber
entrado aquí a mi cuarto, y estar en estos días, él se te manifestó y te regaló una
sanidad. Pero tú sabes lo bueno que sería que tú sigas así por el resto de tu vida.
–Ay, yo quiero esto. Mire yo lo quiero. Ya me dijeron que el domingo en el hotel aquí se
reúnen a las 10:00.
Y yo le dije: -Sí.
–Pues, mire, yo quiero esto. Yo quiero esto. ¿Y qué religión es esta?
Y, yo le dije: –Ninguna. Esto es la Biblia y Cristo.
Tú sabes que antes de la fundación del mundo no había religiones. ¿Verdad que no
habían religiones? ¿Cuándo comenzaron las religiones? Dos mil años atrás, ahí fue
que se dañó todo. Cuando tú tienes un sello: -Yo soy católico. Yo soy evangélico. Yo
soy del Séptimo Día. Yo soy carismático. Yo soy esto-, entonces, al tú decir eso, pues
tú estás identificándote con un líder que está enfermo, que vive por obras.
Entonces te contamina el oído y no puedes recibir lo que el mundo espíritu tiene para ti.
Este mundo está lleno de ángeles. ¿Por qué tú crees que hemos subsistido hasta
ahora, con todas las guerras y situaciones, pestilencias, enfermedades, la ecología
enferma, los productos dañados, plagas por todas partes?
Pero, si tú estás bajo esta cubierta angelical, los ángeles dicen: -Se enfermó aquel,
pero no tú. Se fastidia aquel, pero no tú, porque tú me has entendido. (Aplausos)
¡Gran diferencia! Esa es la diferencia.
–Apóstol, ¿y qué yo hago cuando yo tengo debilidades y me va mal? ¿No puedo hacer
nada?
-Bueno, tú puedes tener un conocimiento y confesar dominio propio, dominio propio.
Eso fue lo que Pablo hablaba.
Pero ese tengo que explicarlo el domingo con más detallito, porque creer que tú vas a
triunfar sin tú hacer nada, depende de los ángeles. Entonces tienes que utilizar fe.
Entonces, cuando tú dudas es -no, no, yo tengo que hacer algo, tengo que hacer algo-.
Entonces, ya no estás en fe, porque tú tienes que hacer algo. Estás con Moisés, antes
de la cruz, o sea, Cristo murió en vano para ti. Tú no utilizas nada de lo que Cristo hizo,
porque el hombre que vive, que hace esas cosas, vivirá por ellas. Moisés escribe así:
“El hombre que hace, vivirá por ellas”.
Ahora, qué pasa, después de la cruz, hay una vida de fe, y entonces, esa vida de fe tú
dices: -Recibo Señor, que el espíritu que mora en mí es un espíritu de dominio propio.
Y ese espíritu me va a sanar, ese espíritu va a lograr ayudarme en esta situación, ese
espíritu me va a dar sabiduría para no hacer esto, para dejar de hacerlo, para
mejorarlo, para controlarlo, para yo ser dueño de esa situación-, y vas a ser una
persona espectacular donde quiera que vayas.
Tú no puedes venir aquí y seguir siendo el mismo. Si tú vienes aquí, eventualmente, la
gente va a ver algo diferente en ti. ¿No es verdad? ¿Ya te lo han dicho? ¿Te han dicho
que tú hablas diferente?
Es así, porque es que la palabra de fe hace eso en tu vida. ¿Y, tú sabes las glorias
que a ti te esperan? ¿Tú sabes las cosas maravillosas que vienen para ti, por tu haber
creído? (Aplausos)
Vamos a estar en pie.
Oye, ahora es que aplica eso: ♫Si tú eres gentil, nada tienes que hacer, pues todo está
hecho ♫.
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