Convención Revolucionaria - Gobierno del Estado de Aguascalientes

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AGUASCALIENTES VIVIÓ LA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Luciano Ramírez Hurtado
¿Qué fue la Convención?
La Convención fue ante todo un intento de negociación política entre las facciones
revolucionarias, una disputa por el poder, un tratar de imponer su hegemonía, una lucha por el
Estado. Fue el escenario institucional en donde midieron sus respectivas fuerzas políticas e
ideológicas las principales corrientes revolucionarias en pugna que habían conformado la
coalición antihuertista. La Convención fue una asamblea nacional de discusión que precedió al
enfrentamiento militar interrevolucionario. Acudieron a ella las distintas facciones con el
objeto de presentarse, identificarse, reconocerse y ponerse a prueba. En ese encuentro también
hubo desencuentros; más que confluencia hubo confrontación de posiciones, vertientes y
proyectos políticos así como enfrentamiento de tendencias ideológicas.
Mientras el centro político de gravedad estuvo focalizado en los debates
parlamentarios, la Convención fue el organismo de gobierno más legítimo, autorizado y
representativo emanado de la Revolución. Los propósitos de ese foro de discusión fueron
múltiples: tratar de evitar la escisión revolucionaria, acordar cambios drásticos en la dirección
política del país, discutir los problemas socioeconómicos y políticos más importantes que
aquejaban a la nación y proponer nuevas orientaciones y soluciones diseñando un nuevo
proyecto de país, y como parte fundamental de ello construir el nuevo Estado nacional
emanado de la revolución en cuanto a régimen político y forma de gobierno se refiere.
La Convención, por último, fue también un laboratorio, un campo de experimentación
cuyos resultados prácticos inmediatos fueron un rotundo y fascinante fracaso para su causa.
Sin embargo, la riqueza de los debates, la identificación y clarificación de los problemas del
país y la expedición del documento Programa de Reformas Político-Sociales de la Revolución
fueron un triunfo teórico en materia de ideas, algunas de las cuáles quedaron plasmadas en la
Constitución de 1917, mismas que fueron materializadas años después.
Aunque la producción histórica sobre la Convención es menos raquítica de lo que
normalmente suponemos, tan sólo cuatro autores han abordado en sus obras de manera global
y exhaustiva el tema tanto de lo que aconteció como el de la discusión de las posturas
ideológicas de las facciones. Vito Alessio Robles fue un autor/protagonista que militó en las
filas villistas, de modo que no logró tomar distancia de su objeto de estudio y se inclinó,
inevitablemente, por justificar la actitud de los jefes de la División del Norte y a satanizar al
carrancismo; entre 1949 y 1951 publicó en la revista Todo, artículos varios sobre el tema,
intitulados “La Convención Revolucionaria de Aguascalientes”, mismos que compiló y casi
treinta años más tarde los publicó el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, como libro con el mismo título (primera edición en 1979 y reeditado en
1989). El estadounidense Robert Quirk, en su trabajo La Revolución Mexicana 1914-1915. La
Convención de Aguascalientes, logró un mayor grado de objetividad en su bien documentada
investigación realizada en la década de los cincuenta (publicada en inglés por la Universidad
de Indiana en 1960 y en español por la Editorial Azteca S.A. dos años más tarde), contextuó
satisfactoriamente la fase de la Convención en el proceso revolucionario, pero no hizo un
seguimiento adecuado de las ideas ni mucho menos las analizó a profundidad. Luis Fernando
Amaya (le publicó su obra la Editorial Trillas en 1966 y fue reimpresa en 1975 por la misma
casa editorial y en 1989 por el INEHRM) utilizó para su trabajo abundante material
documental y hemerográfico pero es menos objetivo que el historiador norteamericano pues
en varios momentos importantes de su investigación, el trabajo se convierte en un alegato
justificatorio.
Nos interesa en este trabajo destacar –básicamente a través de la mirada de la prensa y algunos
protagonistas- ciertos rasgos de cómo vivió Aguascalientes los días de la Convención.
Aguascalientes, foco de atención nacional
En octubre de 1914, repentinamente Aguascalientes se convirtió en el foco de atención de todo
el país y acaparó la atención pública. Los revolucionarios de las distintas facciones, la prensa y
la opinión pública volvieron su mirada expectante hacia la capital hidrocálida.
De inmediato los principales diarios de la prensa capitalina mandaron sus enviados
especiales. Fotógrafos y periodistas hicieron maletas y se prepararon con todo el equipo
necesario para estar presentes en el lugar de los hechos y cubrir la nota.
Historiadores, literatos, filósofos y reporteros plasmaron por escrito sus puntos de vista
de ese momento histórico. Lo deplorable del viaje, las impresiones de la ciudad, el carácter de
sus moradores, en fin, la atmósfera que flotaba en el ambiente en los días en que
Aguascalientes, ciudad progresista famosa por su actividad febril tanto por los talleres del
ferrocarril ahí instalados como por la existencia de la Gran Fundición Central, fue la sede de la
denominada por Martín Luis Guzmán <<azorada>> Convención.
El enviado especial de El Pueblo, diario ilustrado de la capital de la República, anotó sus
primeras impresiones al llegar a Aguascalientes en busca de hospedaje:
Después de un viaje largo, cansado y penoso; después de recorrer, de pie, dentro del
tren, cerca de seiscientos kilómetros para llegar a esta capital, arribamos a
Aguascalientes la noche del siete de octubre, a las ocho y veinticinco minutos de la
noche, en busca de alojamiento. Aguascalientes parecía un desierto: toda alma viviente
parecía haberse evaporado de las calles de esta ciudad, y henos aquí, a media noche,
recorriendo toda la población, de puerta en puerta, buscando alojamiento, cansados y
fatigados, después de dos días de viaje, y sin haber podido dormir ni un minuto
siquiera.
Todos los hoteles pletóricos de gente; las casas de huéspedes llenas también;
numerosas casas de particulares alojando jefes y delegados a la Convención, y al fin,
luego de recorrer como treinta hoteles que hay aquí y más de doscientas casas de
particulares, el repórter se dirige desanimado a la plaza de Armas, en donde se
encuentra con cerca de cien personas, que han corrido la misma suerte.1
A las impresiones de algunos reporteros se sumó la de Vito Alessio Robles, miembro de la
mesa directiva de la Convención, quien describió - aquella fresca mañana del sábado 10 de
octubre de 1914, cual turista con aguda capacidad de observación - lo mismo edificios civiles
1
El Pueblo, México, D.F., 13 de octubre de 1914
que religiosos así como monumentos, calles y plazas, además de distintos puntos de interés
típicos y el ambiente de lo que él calificó como “bello escenario aquicalidense”:
Muy temprano... recorrí en un carruaje tirado por caballos los principales sitios de la
ciudad de Aguascalientes...
El clima era dulce, a pesar de la altitud. El ambiente de la ciudad me pareció hermoso
y acogedor, por sus calles tortuosas y estrechas, por sus frondosas arboledas, por sus
arriates llenos de flores y por sus plazas y parques, entre los cuales se destaca el de San
Marcos, circundado por antañosa barda. La arquitectura barroca tiene excelentes
ejemplares en las iglesias de San Diego y San Marcos así como en el palacio de
gobierno, por sus hornacinas, sus ornamentos llenos de requilorios y sus antiguos
escudos nobiliarios, de los cuales quedan sólo las borduras atormentadas.
En la plaza principal pude ver una bella y elevada columna jónica que los
aquicalidenses, o hidrocálidos, afirman, orgullosos y convencidos, marca el centro
geográfico exacto del territorio de la República Mexicana...2
Ambiente festivo
En esos días la ciudad de Aguascalientes era cualquier cosa, menos quietud y tranquilidad.
Continúa Alessio Robles en su narración:
Circulaban por las empedradas calles, centenares de automóviles, casi todos con los
capacetes echados hacia atrás y en ellos militares tocados con sombreros texanos. Las
plazas y las rúas llenas de soldados con cananas cruzadas en el pecho, repletas de
brillantes cartuchos. La estación ferroviaria congestionada de convoyes militares.3
Podemos imaginar el ambiente tenso a la vez que excitante que vivió Aguascalientes en esos
días. La expectación, efervescencia y excitación llegaron a su punto más alto. Los moradores
de Aguascalientes, que tenían fama de pacíficos, industriosos y de ser fervientes católicos, no
pudieron menos que ver con asombro el arribo de innumerables forasteros, gente de todas
cataduras, muchos de ellos armados.
La nueva presencia acrecentada de militares, pertenecientes a distintos grupos
revolucionarios, tenía anonadados a los lugareños quienes contemplaron con "ojos muy
abiertos... a muchos de estos guerreros, de quienes oyeron relatar prodigiosas aventuras".4
Súbitamente el ambiente se tornó lúdico. Forasteros y lugareños se volcaron a las
calles, plazas y jardines públicos. "Las calles se ven henchidas de personas de todas las clases
sociales, y los comentarios se suceden con mucha rapidez. Los balcones están ocupados por
2
Alessio Robles, La Convención..., p. 121
Alessio Robles, La Convención..., p. 122
4
El Liberal, México, D.F., 14 de octubre de 1914
3
las familias más connotadas de Aguascalientes";5el enviado especial de El Pueblo, incluso,
anotó: “En estos momentos, las nueve de la mañana –del día 8 de octubre-, la ciudad presenta
un aspecto de día festivo, siendo grande la animación que se nota por las calles pues los
señores generales que han venido a asistir a la Convención, las recorren en sus automóviles,
visitándose mutuamente”;6 y agrega en otro telegrama enviado el domingo 11: “Hoy por la
mañana se celebró en la Catedral una solemne función religiosa; la basílica se hallaba pletórica
5
El Pueblo, 8 de octubre de 1914.
6
El Pueblo, 9 de octubre de 1914
de fieles. La ciudad presenta aspecto de día festivo por la animación que se nota en todas las
calles, portales y plazas”.7
De ese modo, el ambiente de la ciudad se transformaba, se vestía de fiesta y la alegría
imperaba por todas partes. Carlos Alberto Quiróz, reportero del diario capitalino El Liberal,
también dio cuenta a sus lectores de algunos detalles del ambiente que se respiraba: “A todas
horas se escuchaban en las afueras y en los patios de los hoteles las notas destempladas de
murgas que tocaban ‘La Valentina’, ‘La Cucaracha´, ‘La Adelita’ y ‘Jesusita en Chihuahua’,
coreadas con alarido de entusiasmo las bandas de música interpretaban por doquier las piezas
más gustadas y los corridos populares que con "destempladas notas de una charanga",8eran
cantados por improvisados trovadores en algunos barrios típicos; todo esto proporcionaba a la
población diversiones extraordinarias. A las audiciones musicales habría que agregar la
algarabía que armaban los niños cuando un tranvía adornado con papel multicolor anunció que
habría una corrida en la plaza de toros San Marcos.9
7
8
9
El Pueblo, 13 de octubre de 1914
El Liberal, 14 de octubrre de 1914
El Liberal, 14 de octubre de 1914.
El jefe de las armas de la ciudad de Aguascalientes, general Martín Triana, informó al
periodista Arturo Cisneros que “tomó con anterioridad por cuenta del gobierno, todos los
hoteles de la población, con objeto de alojar a todos los señores delegados a la
Convención”.10Desde los días seis y siete de octubre fueron llegando en trenes especiales,
procedentes de Torreón y ciudad de México, los delegados. En la estación los recibió
"entusiastamente" una curiosa muchedumbre, "una masa humana que pugnaba por ser la
primera en ver el descenso de los viajeros al andén” 11 ferrocarrilero.
Efectivamente, en ese mes de octubre de 1914, llegaron a Aguascalientes varios
millares de forasteros, de modo que los hoteles, mesones y casas de huéspedes, así como la
comida, fueron insuficientes para dar albergue y alimento a tanta gente. Fue tal la avalancha de
concurrentes a la Convención, que los cobertizos y salas de espera de la estación del ferrocarril
así como muchos vagones estacionados en sus patios, fueron habilitados como dormitorios, e
inclusive los cafés, billares y cantinas, que aunque en condiciones antihigiénicas y de
10
11
El Pueblo, 9 de octubre de 1914
El Pueblo, 8 de octubre de 1914.
incomodidad, fueron lugares concurridos para pernoctar.12 También algunas residencias
particulares, gracias a la intervención del gobernador o por propia iniciativa de sus
acaudalados y oportunistas dueños que buscaban quedar bien con quienes posiblemente
formarían la "nueva pléyade mexicana", dieron aposento a algunos delegados a la
Convención.13
Oportunismo político
Asimismo, el oportunismo político de algunos prominentes aguascalentenses no se hizo
esperar, ya que buscaron de distintos modos “acercarse al nuevo grupo poderoso” con el
propósito de crear nuevas amistades. Por su parte, Martín Luis Guzmán, quien escribió El
águila y la serpiente, novela histórica con destellos autobiográficos -que publicó por primera
vez en 1926 en el diario El Universal, en México, D.F.- emite una serie de impresiones y
comentarios; el testigo presencial de los acontecimientos, en su estilo agudo e irónico apuntó:
Aguascalientes, que en épocas normales no habría podido recibir, sin desbordarse, a
doscientos o trescientos forasteros, halló esa vez hueco bastante para alojar en sus
12
Ramírez Plancarte, La ciudad de México..., pp. 75-78.
13
Alessio Robles, La Convención..., pp. 119-120; Martin Luis Guzmán, El águila y ...., pp. 319-321.
hoteles, bien diminutos, y en sus casas, no muy sobradas, a los millares de personas
que la Convención llevaba consigo. Los cuartos de alquiler se agotaron de un solo
golpe, pero no bien sucedió eso, empezaron a surgir de dondequiera ofertas de
habitaciones confortables, de casas enteras, de pequeños palacios, y todo a título
gratuito y meramente entusiasta de la Revolución, no a tanto el mes, ni el día ni la
semana.
En un principio yo no entendí bien aquel fenómeno, tan contrario a mis nociones de
Economía Política. Era una depreciación de la propiedad raíz y un despego de la renta
demasiado súbitos y espontáneos para que se compaginaran con las enseñanzas de mis
maestros...; fallaba la ley de la oferta y la demanda con estrépito clamoroso...14
En ese mismo tenor el periodista de El Pueblo, anotó:
Con todo género de consideraciones fueron recibidos los delegados, quienes ocupando
varios carruajes particulares, se dirigieron al Hotel Washington, considerado como el
más importante de la población; allí concurrieron a saludar a los viajeros las personas
de mayor prestigio político y social de Aguascalientes.15
Un singular desfile en la avenida de la Convención (hoy Madero)
14
15
Martín Luis Guzmán, El águila y la serpiente..., pp. 319-321
El Pueblo, 8 de octubre de 1914.
La ciudad, de poco más de cuarenta y cuatro mil habitantes, experimentó en las semanas
previas a la realización de la Convención, un cambio brusco en su paisaje urbano. Entre las
acciones realizadas por el gobierno revolucionario encabezado por Alberto Fuentes Dávila,
en materia de obras públicas, destaca la apertura de algunas calles y otras obras de
mejoramiento urbano. Éste había mostrado preocupación por mejorar la vialidad, pues
tenía la idea de abrir una calle recta y amplia, que estando sentado en las bancas de
la plaza, pudiera ver el paso de los trenes. Existía entonces un callejón llamado de
Zavala que se iniciaba en la Plaza de Armas y era cerrado en Morelos...Para ampliar
la calle era necesario derribar las casas de ambos lados y además algo del fondo,
siendo esta parte la más ardua y costosa, pues después estaba el enorme corralón
donde se encerraban los tranvías y multitud de huertas enormes, que simplificaban
el problema.16
Para cuando se supo que Aguascalientes sería sede de la Convención, se apresuraron los
trabajos. De manera que dicha avenida “prácticamente la inauguró el desfile de contingentes
16
Heliodoro Martínez López, El Aguascalientes que yo conocí, 2ª. Edición, [s.l., s.e.], 1978, p. 93
de hombres de a caballo y a pie de las diversas facciones revolucionarias”;17en las semanas en
que la ciudad de Aguascalientes fue sede de la Convención Revolucionaria, y precisamente
por ese motivo, a esa arteria se le puso oficialmente el nombre de "Avenida de la
Convención".
El enviado especial de El Pueblo, presenció dicho desfile. Lo describió así:
Varios jefes constitucionalistas recorren las calles de la ciudad montando hermosos
caballos.
[...]
Pasa violento el auto que lleva la personalidad que más llama la atención en estos
momentos: el coronel don Roque González Garza, representante del general don
Francisco Villa en la Convención. Va en su auto rodeado de sus ayudantes y
compañeros de larga y penosa campaña, al par que gloriosa, y detrás de él vemos a
otro auto con más altos jefes.
Luego pasa el joven y apuesto general don Dionisio Triana, en soberbio caballo; pasan
después los coroneles Gregorio Osuna y Carlos Prieto, el primero con su afable
sonrisa, y el segundo con su eterna e imponente seriedad; después el general Obregón,
17
Véase el artículo de Aurelio de los Reyes, “Federico Bouvi y los primeros años del cine en
Aguascalientes”, en Espacios, cultura y sociedad, Aguascalientes, Ags., Instituto Cultural de Aguascalientes,
año 2, número 8, primavera de 1992, p. 23
detiene su auto, cruza con nosotros breves palabras informándonos de que todo marcha
a pedir de boca..., y luego vemos en otro coche a los hermanos Raúl y don Julio
Madero, demostrando en su recio físico, una fase de la campaña revolucionaria;
transitando sencillo y humilde, a pie... nos encontramos solo al general Eugenio
Aguirre Benavides...; a poco vemos a Pedro Castillo, convertido en todo un coronel
revolucionario, al general y doctor don Felipe Dusart, que en otro tiempo fue alma de
la Cruz Roja Mexicana; y así, asistimos a un kaleidoscópico desfile de jefes y oficiales,
algunos que nos son conocidos personalmente y otros por sus hechos y campañas
revolucionarias, como a Orestes Pereyra, a Calixto Contreras, a José Isabel Robles, a
Ceniceros, a Martin Espinosa, al general Cabral...18
Por supuesto que durante el mes que la Soberana Convención Revolucionaria permaneció en
Aguascalientes hubo diversos incidentes en distintos rumbos de la militarizada ciudad. El
exceso de forasteros, soldados ebrios y las pasiones desenfrenadas fueron el caldo de cultivo
propicio para ello. La presencia del general Francisco Villa y sus Dorados provocó asombro y
temor en ciertos sectores de la sociedad, sensación que fue en aumento tras la llegada de los
delegados zapatistas. Las sesiones de la Convención, como sabemos, se realizaron en el Teatro
Morelos, en todo momento pletórico de curiosos, fotoperiodistas y delegados acompañados de
sus asistentes; acaloradas y memorables discusiones tuvieron lugar en ese histórico recinto,
18
El Pueblo, 13 de octubre de 1914
como aquel incidente en que Antonio Díaz Soto y Gama, luego de sacudir y estrujar la
bandera nacional, estuvo a punto de ser acribillado por los enfurecidos asambleístas.
Entre los acuerdos más importantes que la Convención tomó en Aguascalientes
destacan: la declaración de la soberanía, esto es, como el órgano supremo de la nación; la
adopción en lo general de los principios del Plan de Ayala; la designación del Presidente
provisional de la República, cargo que recayó en la figura del general Eulalio Gutiérrez; el
cese de Venustiano Carranza como Primer Jefe del ejército constitucionalista encargado del
Poder Ejecutivo; el cese del general Francisco Villa como jefe de la División del Norte.
Y es que, a no dudarlo, aquel ya lejano otoño de 1914, Aguascalientes se había
transformado en el "reino de la revolución" y había pasado a ser "la capital de los ciudadanos
armados de México".
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