22 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA Los detalles que acabamos de citar para los límites entre los elementos endoteliales vecinos tienen para nosotros en este momento especial interés porque están íntimamente relacionados con la discutida existencia de puentes filamentosos comunicantes que, según algunos autores, unirían los endotelios de modo semejante a como lo hacen las células constitutivas de los epitelios poliestratificados. Como es bien sabido, los filamentos de unión que hasta ahora han sido descritos en diversas estirpes celulares, no son sino una dependencia del tonoplasma de los elementos, cuyas fibrillas, diferenciación particular de las del retículo citoplásmico, atraviesan la membrana de cubierta y recorren varios corpúsculos próximos. De aquí el interés que, para el mejor conocimiento de la fina estructura de las células endoteliales y para contribuir a la resolución del debatido problema de sus relaciones recíprocas, tiene el hecho de demostrar en tales elementos diferenciaciones tonoplásmicas comparables a las epiteliofibrillas. Kolossow (1893) describió por primera vez puentes comunicantes interendoteliales, hecho que fué posteriormente comprobado por Preis, Smirnow y Cajal (1923) en el endotelio que forma la membrana epitelial posterior de la córnea. Salvo este caso tan especial, nos es desconocida la existencia de otros trabajos que demuestren tales filamentos, y la mayor parte de los autores que hemos consultado dudan o no admiten resueltamente su existencia real en la generalidad de los endotelios. En cuanto se refiere a la posible existencia de una diferenciación filamentosa intraprotoplásmica en las células endoteliales, fué entrevista por Zimmenmann (1923) en las células de revestimiento de las venas renales del gato; pero el método de impregnación cromo-argéntico empleado por este autor le proporcionó imágenes tan incompletas e irreales, que el conocimiento de la existencia de los tonoplasmas endotélicos no estaría hoy conocido suficientemente sin el trabajo de Río-Hortega y Jiménez Asúa (1923), publicado casi simultáneamente con el anterior y donde se describe con todo detalle la naturaleza y principales características de las formaciones filamentosas que nos ocupan. Los estudios de Río-Hortega y Jiménez Asúa fueron efectuados en órganos normales y patológicos de animales jóvenes y adultos, en cuyos tejidos, y mediante el empleo de una variante especial del método al carbonato de plata del primero de aquellos autores, demostraron la presencia constante de filamentos diferenciados cuyos caracteres difieren en sus detalles en los diferentes tipos de endotelio vascular. A pesar de la intensidad y nitidez de las tinciones logradas por estos autores, las fibrillas intraprotoplásmicas de los endotelios se esfumaban